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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por la espera 

El funeral del duque Uchiha tenía un aire irreal; sólo habían asistido algunos escasos parientes y amigos íntimos. A Sasuke le costaba comprender que, por fin, su padre había entrado en el reposo eterno, de que no habría más discusiones interminables ni, tampoco, las frustraciones y la diversión que su padre le había proporcionado durante años. Al echar una mirada al rostro tenso de su hermano, él supo que Itachi sentía la misma mezcla de tristeza y perplejidad.

 

El ataúd fue bajado al frío suelo otoñal, las paladas de tierra cayeron sobre la pulida superficie de madera y los que habían acompañado el féretro emprendieron el regreso al castillo para tener un refrigerio. Sasuke e Itachi cerraban la marcha a paso lento, y sus largas piernas mantenían el mismo ritmo lánguido.

Una ráfaga de viento agitó los cabellos de Sasuke y refrescó su rostro, mientras él contemplaba el paisaje gris verdoso que había a su alrededor. El aspecto familiar del castillo, sereno y resistente como siempre, lo reconfortó, y sintió un arrebato de orgullo al pensar que, gracias a sus esfuerzos la familia había conservado la propiedad. Fugaku había estado a punto de perder todas las posesiones de los Uchiha. Aun así, a pesar de las actitudes egoístas y caprichosas del duque, su deceso no producía la menor satisfacción. Sasuke sabía que iba a echar de menos a su padre; más aún, ya lo echaba de menos.

—Nuestro padre lo ha pasado de maravillas, ¿no? —Murmuró Itachi—. Ha hecho lo que se le ha antojado sin pararse a pensar en las consecuencias. Si no logra ir al Cielo, apuesto a que se las ingeniará para tentar al viejo Lucifer y convencerlo de jugar una gran partida de naipes.

Sasuke sonrió casi al evocar la imagen.

—Yo soy muy semejante a él —siguió diciendo Itachi , sombrío—. Yo acabaré exactamente igual que él, solo, relatando mis juergas y tratando de pellizcar a las criadas que pasen cerca.

—No será así —le aseguré Sasuke—. Yo no permitiré que suceda eso. Itachi exhaló un profundo suspiro.

—Hasta el momento, es bastante poco lo que has podido hacer para impedírmelo. Yo tengo que asumir mi destino en la vida, Sasuke. Debo hacer algo, aparte de perseguir donceles y faldas y derrochar mi asignación en bebidas, ropa y caballos.

—Tú no eres el único que debe cambiar.

Al percibir el tono lúgubre de Sasuke, Itachi , sorprendido, se volvió hacia él.

—No estarás refiriéndote a ti mismo, ¿verdad? —dijo—. Tú eres concienzudo, responsable. No tienes malos hábitos...

—Soy dominante como el demonio. Siempre obligo a todos a que se ajusten a los moldes que yo he destinado a cada uno.

 

—Yo siempre había considerado como cierto que eso formaba parte del papel de hijo legitimo. Para algunas personas, es una virtud.

 

—Naruto no es una de esas personas.

—Bueno, pero sucede que él no es una persona común, ¿no es cierto? —dijo Itachi, echando un vistazo al castillo que se erguía ante ellos, sus dignos contornos y los grandes arcos de piedra sobre los cuales el lago proyectaba reflejos plateados

—¿Puedes imaginarlo viviendo lejos de las diversiones de Londres?

A decir verdad, Damon sí podía. No era difícil imaginar a Naruto cabalgando junto a él entre las colinas y los bosques que rodeaban la propiedad, con su cabello rubio revuelto por el viento o desempeñandose como anfitrión en una fiesta en el gran salón, con su esbelta figura iluminada por las luces de los grandes candelabros, o abrazado a él en el enorme lecho que había en la habitación que miraba al este o despertando juntos al salir el sol.

Cuando entraron en el castillo, la mente de Sasuke aún estaba llena de imágenes de Naruto. Pasaron junto al grupo de sirvientes que pululaba por la sala, atravesaron el comedor y enfilaron hacia la biblioteca, donde los aguardaba el señor Hatake Kakashi.

 

Kakashi era el abogado a quien Sasuke había empleado hacía años ya, para que lo ayudase a revisar sus asuntos. Si bien Kakashi tenía unos modales y una apariencia un tanto reservados, tenía una aguda inteligencia. Era un poco mayor que Sasuke, aunque su cabello era plateado le daba un aire de tranquila madurez.

 

—Milord.., quiero decir, Su Gracia... —murmuró Kakashi al tiempo que estrechaba la mano de Sasuke—. Espero que esté usted bien, es decir, lo mejor posible, dadas las circunstancias.

Sasuke hizo un gesto afirmativo y ofreció una copa al letrado, pero éste la rechazó. —Debo suponer que no hay sorpresas en el testamento de mi padre —comentó

Sasuke, indicando con la cabeza el pulcro fajo de papeles que había sobre el escritorio cerca de ellos.

—Nada que parezca estar fuera de lo corriente, Su Gracia. Sin embargo, antes de que nos aboquemos a eso, hay un asunto que... se interrumpió, y una expresión de inquietud apareció en el rostro delgado de Kakashi—. Hace poco tiempo he recibido copia de una carta que se refiere a las cuestiones relacionadas con el señor Namikaze y con las circunstancias de su... bueno, matrimonio.

Sasuke lo miró en actitud alerta.

—Al parecer, esa unión no ha tenido nunca valor legal —prosiguió diciendo el abogado—. Deberá considerarse como un compromiso conyugal que jamás ha sido consumado. En tal sentido, lord Namikaze ha solicitado la devolución de la dote que han recibido los Uchihas.

Sasuke sacudió la cabeza tratando de comprender qué decía el peliplateado

—Según Minato, su hijo Naruto considera que tanto él como usted están libres de cualquier obligación, de ahora en adelante.

—Tengo que hablar con él—se oyo murmurar al propio Sasuke. Naruto quería acabar con toda esperanza de cualquier relación posible entre ellos, y él tenía que convencerla de lo contrario—. Maldición; él es mi esposo.

Si bien sabía que eso, en realidad, no era cierto, no podía verlo bajo ninguna otra luz. Lo amaba, lo necesitaba.

—Su Gracia —dijo el abogado—, usted no tiene esposo. De acuerdo con la definición legal, nunca lo ha tenido.

“Usted no tiene esposo.” Sasuke sintió que las palabras resonaban en sus oídos bajas y, al mismo tiempo, con aturdidora intensidad. “Usted no tiene esposo.”

En ese momento, a Itachi se le ocurrió intervenir.

 

---Sasuke , tal vez éste sea el modo en que el destino te dice que comiences de nuevo.

 

Padre ya no está; ahora, eres un hombre libre. No existe ningún motivo para que no comiences a disfrutar ciertas cosas de la vida que siempre te habías negado a ti mismo.

—Después de tanto tiempo... —dijo Sasuke—. Después de tantos años que pasé tratando de hallarlo, él corre a buscar al primer abogado que encuentre y envía una carta como ésta. Dios mío, cuando lo alcance...

—Deberías dar las gracias a Naruto—interrumpió Itachi—. En mí opinión, él ha hecho la única cosa sensata que podía hacer. Es evidente que no son el uno para el otro; él es lo bastante prudente como para saberlo...

Su voz fue apagándose hasta silenciarse del todo cuando se encontró atravesado por una mirada gélida.

—Tú no tienes idea de lo que estás diciendo —le espetó Sasuke.

—Es verdad, no la tengo —se apresuró a confirmar Itachi—. En ocasiones, parece que mi boca funciona en forma independiente de mi cerebro... y eso es muy poco conveniente. Creo que será mejor que vaya arriba.

Sin perder tiempo, se rentó de la habitación después de haber dirigido una mirada de advertencia al abogado, haciendo que Kakashi se removiera inquieto.

 

—Su Gracia, si lo prefiere, yo puedo volver a venir más tarde, cuando usted considere conveniente que hablemos acerca de los asuntos de su padre...

—Puede marcharse- le dijo Sasuke

—Sí, Su Gracia.

El abogado desapareció más rápido aún que Itachi.

Sasuke necesitó bastante tiempo para poder pensar, pues tuvo que dejar pasar el arrebato de ira. Se encontró sentado ante su escritorio, con una copa en una mano y una botella de coñac en la otra. El fuego terso del alcohol empezó a derretir la piedra de hielo que tenía en el estómago.

O bien Naruto no lo quería a él o no deseaba la vida que él podía brindarle. Deseó que el rubio estuviese allí, en ese momento, como blanco fácil de las palabras desdeñosas que quería arrojarle. Era un tonto por preferir la vida en el teatro a la de un duque.

 

No cabía duda de que cualquiera se lo habría dicho, incluso el blondo debía de saberlo, pese a su empecinamiento en seguir ádelante con su condenada carrera. Bailoteaban ante él ideas de venganza. Deseó estrangularlo, forzarlo a aceptar lo que él quería, aunque sabía que el blondo nunca se doblegaría ante él. Era demasiado terco para hacerlo. Quizás, debería elegir como esposo al hijo débil de algún noble y llevarlo a todos los sitios donde Naruto los vería, con toda seguridad. Él despertaría sus celos exhibiendo a un joven esposo hasta que la envidia y el arrepentimiento carcomiesen a Naruto. Lo convencería de que ese matrimonio falso no había significado nada para él y que se alegraba de haberse librado de su lazo.

Sasuke se sirvió otra copa y bebió, procurando un olvido que no conseguía alcanzar. La amargura disminuyó un poco y clavó su vista en los papeles que tenía ante sí hasta que las palabras y las letras fueron convirtiéndose en un embrollo de jeroglíficos. La voz de Naruto invadió su mente.

“Tú querrías que yo abandonase todo aquello por lo cual he trabajado, todo lo que necesito para ser feliz...”

“Si yo fuese tu esposo, ¿me permitirías ir adonde se me antojara, hacer lo que quisiera, sin preguntas ni recriminaciones?”

“No vuelvas a buscarme.”

Y el recuerdo de la irónica pregunta de Neji Hyuga, que todavía lo punzaba: “¿Usted puede darle todo lo que él quiere?”.

 

Evocó a Naruto en todos sus diferentes atuendos. Nunca había conocido a un doncel o siquiera una persona tan fascinante. Empezó a entender, por primera vez, que aprisionar a Naruto en una jaula de oro, como él pensaba hacerlo, sería intolerable para el menor.

—¿Sasuke? —la voz brusca de Itachi precedió su entrada. Entró en la biblioteca sin ser invitado y agitó una nota sellada ante los ojos de su hermano—. Esto acaba de llegar de Bath.

Sasuke clavó su vista en la carta, sin tomarla. —¿Es de Naruto?

—Por extraño que parezca, la carta ha sido enviada por KIba Inuzuka, su amigo de él.

Pensó que era preferible que te la trajese antes de que quedaras inconsciente de tanto beber.

—Ya estoy borracho —musitó Sasuke, volviendo a beber de su copa—. Léemela tú. —Está bien —respondió Itachi, en tono alegre—, pero ten en cuenta que yo odio entrometerme en los asuntos de otras personas.

Rompió el sello de lacre y leyó para sí. La expresión divertida se esfumó de sus ojos y echó a Sasuke una mirada recelosa.

—¿Qué dice nuestro señorito Kiba? —preguntó Sasuke, en tono agrio. Itachi se rascó la nuca y sacudió la cabeza, vacilante.

—Si tenemos en cuenta tu actual estado de ánimo, tal vez sea mejor que hablemos de esto más tarde.

—¡Léemela, maldita sea!

—Está bien. Kiba dice que sabe que no tiene derecho a meterse en tus asuntos pero que se siente movido a informarte que Menma Uzumaki tiene pensado casarse con Neji Hyuga... mañana.

Itachi se encogió al ver que la copa de Sasuke, llena por la mitad, se hacía trizas contra la pared que estaba a sus espaldas, lanzando una lluvia de gotas ambarinas y de fragmentos de cristal hacia todas partes. Sasuke se levantó con brusquedad, respirando pesadamente.

—,¿Qué vas a hacer? —preguntó Itachi. —Ir a Bath.

—Creo que debo ir contigo.

—Tú te quedas.

—Sasuke, nunca te había visto así; me asusta mucho. Deberías permitirme que...

 

Pero antes de que la última palabra saliera de los labios de Itachi, su hermano menor ya había dejado la estancia a grandes zancadas.

Notas finales:

Muchas gracias por esperar, y ojalá les guste. Gracias a todos los que dedican su tiempo a leer y gracias por sus  mensajitos  :D 


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