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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Perdón por no subir antes D: casi siempre subo los sábados o viernes esta vez no pude u_u pero aquí les traigo un capítulo lleno de emoción

Atónito ante ese golpe de buena suerte, Sasuke quedó con la vista fija en el sitio donde el doncel había estado. Antes de que pudiese rehacerse, notó que  Sakura se aproximaba a él. La mano de la mujer flotó sobre su manga en un gesto de propietaria. —Querido —ronroneó suavemente cerca de su oído—. Al parecer, has conocido a un doncel . Se escapó antes de que yo pudiera llegar a ti. ¡Debes decirme de qué hablaron tú y el señor Uzumaki! Oh, no frunzas así el entrecejo... ya sabes que yo me entero de todo lo que haces. Tú no tienes secretos para mí, querido.

 

—Tal vez tenga uno o dos —musitó él.

En los ojos verdes de Sakura apareció una expresión interrogante y sus labios rojos dibujaron un mohín.

—¿Él representó para ti?

—Me preguntó si patrocinaría al Capital en esta temporada

. —Y, como es natural, tú te rehusaste.

—¿Por qué lo das por cierto?

—Porque nunca te desprendes de un chelín a menos que sea indispensable.

—Soy generoso contigo —señaló él.

—Sí; eso se debe a que es la actitud indispensable para seguir conservando mi afecto.

 

Sasuke  se echó a reír.

—Y bien que vale la pena —repuso él, dejando deslizar su mirada por el cuerpo aunque no muy volupttuoso, si lujurioso de ella.

Llevaba un vestido verde mar que ceñía sus pechos redondos empujándolos hacia arriba en opulento despliegue. Una falda adornada profusamente con flores de seda y cuentas de jade contorneaba sus caderas plenas.

—Háblame de el señor Uzumaki  —pidió Sakura, alisando el cabello oscuro de él, con plena conciencia de que todos quienes los rodeaban notarían ese gesto de propietaria—. ¿Cómo era él?

Sasuke  rebuscó, inútilmente, en su vocabulario una palabra adecuada para describir al doncel que había conocido. No halló ninguna y se alzó de hombros, impotente.

 

Los labios de  Sakura se fruncieron en un mohín petulante y sacudió la cabeza haciendo balancear la pluma de color esmeralda que llevaba sujeta entre sus cabellos rosados.

 

—Bueno, no me cabe duda de que debe de ser como los otros actores, que siempre están dispuestos a quitarse la ropa ante cualquier hombre.

Sasuke pensó con cinismo que el comportamiento de Naruto no era diferente del de Sakura , con la diferencia de que ésta estaba convencida de que su abolengo la convertía en un ser superior.

—No me ha dado la impresión de ser promiscuo.

—En todo Londres se dice que tiene un romance con Neji Hyuga . Basta con verlos juntos para saberlo con certeza —afirmó ella, estremeciéndose un poco para dar énfasis a su comentario—. ¡El aire entre ellos arde, prácticamente! Estoy segura de que ése es el efecto que causa el señor Hyuga sobre cualquier doncel o mujer.

Sasuke no conocía mucho el mundillo del teatro aunque, como todos, conocía bien los éxitos de Neji Hyuga . Éste promovía un estilo de actuación más natural que el que se había usado hasta ese momento. Su Hamlet, potente y, al mismo tiempo, vulnerable, era leyenda; por otra parte, manifestaba el mismo talento en papeles cómicos, como en El marido engañado. Y si bien Sasuke  estaba lejos de ser un crítico calificado, había reconocido el extraordinario don que tenía el Hyuga, que le permitía hacer participar al público de los pensamientos y emociones de cada personaje.

 

Más impresionante aún era el flujo de dinero que Neji  había aportado al Capital, convirtiéndolo en digno rival de cualquier teatro londinense de prestigio. Era buen director, tanto de personas como de ingresos. Sin duda, un hombre de semejantes habilidades debía de ser cortejado por la crema de la sociedad y, por cierto, Neji tenía muchos amigos prominentes y de noble cuna. Sin embargo, nunca sería plenamente aceptado por ellos. Era un hombre que se había construido a sí mismo; la nobleza sospechaba que él aspiraba a una posición para la cual no estaba destinado. Los hombres, mujeres o donceles que abrazaban la profesión teatral existían para entretener tanto a las masas como a la aristocracia, pero no pertenecían a ninguna de las dos clases sino, más bien, a su propio mundo intermedio de arte e ilusiones.

La imagen del bello rostro de Uzumaki Menma apareció sin ser llamada en la mente de Sasuke. ¿Qué sería de él cuando ya no pudiese ganarse la vida sobre un escenario? Un actor no tenía muchas alternativas, salvo correr el riesgo de convertirse en el amante de un hombre de fortuna o, si tenía suerte, casarse con un viudo anciano o un noble poco dotado... pero la señor Uzumaki  ya estaba casado.

“,¿Qué es lo que usted trata de olvidar?”

“A un esposo”

¿Con qué clase de hombre se habría casado? ¿Quién sería él y por qué...? —Querido, ¿en qué estás pensando? —le preguntó Sakura, tironeándole de la manga en actitud imperiosa—. No estoy acostumbrada a que la atención de un hombre discurra tan lejos de mí cuando yo estoy cerca.

Sasuke  apartó sus pensamientos de Uzumaki Menma y miró a Sakura.

—Entonces, dame algo en qué pensar —murmuró él, y sonrió mientras ella se inclinaba hacia él para derramar provocativos susurros en su oído.

 

Cuando Naruto llegó a la escalera de mármol por la cual se subía a los cuartos de la planta alta, se le había constreñido la garganta y las lágrimas le escocían en los ojos.

Se detuvo en el primer rellano, aferrándose al pasamano. —Menma —oyó que la nombraba la voz inconfundible de Neji , y sus pasos acercándose  por la escalera. Esperó sin volverse, pues no quería que él le viese el rostro

—. ¿Qué pasó? —le preguntó, con cierta irritación

—. Por casualidad, miré en tu dirección y te vi huyendo del salón como un zorro escaldado.

 

—Estoy fatigado —logró decir el menor, a duras penas—. Esta noche ya no puedo volver allí.

—¿Alguien ha dicho algo que te desasosegara? —le preguntó el castaño, aferrándolo  del brazo y obligándolo a volverse de cara a él. Contuvo el aliento al ver que el rubio lloraba

—. Dime qué sucedió —insistió, con un chisporroteo de furia en su mirada—. Si algún canalla se ha atrevido a insultarte, lo sentaré de trasero y lo llevaré a puntapiés de aquí a...

 

—No —murmuró Naruto, soltándose de su duro apretón—. Nadie me ha dicho nada.

Estoy muy bien.

Neji se puso ceñudo mientras el blondo se enjugaba con disimulo las mejillas húmedas.

—Ten —dijo el Hyuga, tras una rápida búsqueda en su chaqueta verde, entregándole un pañuelo de hilo.

Naruto  aceptó el ofrecimiento y se secó los ojos tratando de controlar sus emociones. No sabía muy bien qué era lo que sentía: miedo, enfado, tristeza, hasta alivio, tal vez. Por fin, había conocido a su marido, hablado con él, lo había mirado a los ojos. Sasuke daba la impresión de ser un hombre frío, controlado, un hombre con quien no quería tener nada que ver. Y el azabache  sentía lo mismo: no le quería, no le había escrito ni intentado encontrarlo, y se quedaría muy tranquilo ignorando su existencia. Por absurdo que pareciera, se sentía traicionado por él.

 

—Quizá yo pueda ayudarte de algún modo —ofreció Neji.

Una sonrisa amarga tensó los labios del kitsune.

—Hasta ahora, nunca me habías ofrecido ayuda. ¿Por qué ahora? —Porque nunca te había visto llorar.

—Me has visto llorar cientos de veces.

—Nunca en la vida real. Quiero saber qué ha sucedido esta noche.

—Está relacionado con mi pasado —respondió el trigueño—. Eso es todo lo que puedo decirte.

-¿Es cierto eso? —dijo el pelicafé y, cuando sonrió, sus ojos blancos relucieron—. Nunca he tenido tiempo ni paciencia para resolver misterios pero siento curiosidad con respecto a ti, señor Uzumaki.

Naruto se sonó la nariz y estrujó el pañuelo en el puño. Hacía dos años que conocía a Neji y éste jamás le había hecho un comentario de índole tan personal. Se interesaba en él del mismo modo que en todos los demás actores de la compañía: para extraer de ellos la mejor actuación que fuese posible. Naruto se había acostumbrado a su amistoso autoritarismo, a sus explosiones de impaciencia, al modo en que, a veces, cambiaba su personalidad para lograr lo que quería. Aun así, admitir que sentía curiosidad con respecto a su persona... no era propio de él.

—Mis secretos no son muy interesantes —repuso el ojiazul, estrujando su camisa y reanudando lentamente el ascenso de la escalera.

—No sé si será cierto —murmuró Neji, y se quedó observándolo hasta que desapareció de su vista.

Para alivio de Naruto, el día siguiente no vio a lord Uchiha en ningún momento. Los invitados a la fiesta, que se extendía todo el fin de semana, estaban ocupados en diversas actividades al aire libre. Era un bello día, y el cielo azul estaba estriado de blancas nubes semejantes a encajes. Las señoras y donceles caminaban por los cuidados jardines, probaban suerte con la arquería o iban de paseo en lujosos carruajes, a visitar los sitios interesantes de la localidad. Los hombres iban a practicar tiro en el bosque, pescaban en un arroyo cercano o se reunían a beber y conversar.

A pesar de que Naruto estaba melancólico e inquieto, hizo todo lo posible por sostener animadas conversaciones con los otros invitados. Era fácil entretener a lady Asuma y a sus amigas relatando anécdotas relacionadas con el teatro. A las mujeres y donceles  les fascinaban los detalles de un mundo tan ajeno a ellos como ése. Lo que más garantizaba un gran interés  era cualquier mención que hiciera de Neji Hyuga.

 

—El señor Hyuga desempeña muy bien el papel de amante en escena —comentó una de las mujeres, en un lascivo ronroneo—. Una no puede menos que pensar que es igual de amoroso fuera de la escena. ¿Podría aclararnos ese punto, señor Uzumaki ?

La escandalosa pregunta arrancó exclamaciones de indignación, aunque luego las personas del grupo se inclinaron un poco hacia delante para escuchar la respuesta.

Naruto  sonrió a la hermosa mujer de cabellos rosados a quien la anfitriona le había presentado, antes, como lady Haruno.

—Tengo entendido que el señor  Hyuga es amoroso con una gran cantidad de señoras y señoritos...pero sigue la política de no involucrarse jamás con un actor, por motivos que jamás ha explicado.

—Yo os he visto a vosotros en Romeo yJulieta —exclamó otra de las mujeres—. ¡Daba la impresión de que entre vosotros hubiese un sentimiento genuino! ¿No era real, al menos en parte?

 

—En realidad, no —admitió Naruto, sincero—. Salvo en algún instante, de vez en cuando, en momentos en que la actuación me parece tan real que llego a creerme el personaje que estoy representando.

— Y en ese instante, se enamora usted del primer actor?

Naruto se echó a reír.

—Sólo hasta que cae el telón.

Después del té, todos fueron a sus habitaciones a cambiarse para la noche. A su tiempo, las mujeres aparecieron con vestidos de finas sedas o gasas con galones, los donceles con trajes delicados y de colores pasteles y los hombres con resplandecientes camisas de hilo, chalecos estampados y estrechos pantalones sujetos con fajas para mantenerlos derechos. Naruto  se puso un traje  de color champaña, que se ceñía muy bien a su delicada figura.

La cena fue un despliegue espectacular de diversas carnes asadas, budines de formas caprichosas, gelatinas saborizadas y un gran número de platos preparados con verduras en salsa. Un ejército de criados se desplazaba con movimientos dignos para servir a los doscientos invitados sentados a las dos largas mesas situadas en el centro del comedor. Hacia el final del banquete, sirvieron cestas de merengue rellenos de cremas, pasteles y fuentes cargadas de bayas y frutas.

A pesar de lo tentadoras que eran las cosas que tenía delante, Naruto  comió poco. Ya sabía que, como solía suceder, iban a pedirle a  Neji que entretuviese a los invitados después de la cena y que a él le pedirían que contribuyese. Nunca había sido capaz de actuar bien con el estómago lleno pues, en ese estado, sentía pereza y somnolencia. Y esa noche, en especial, quería conservar la lucidez.

Naruto entrevió a lord Uchiha en la mesa vecina, conversando con dos donceles que estaban a su lado. Al parecer, para ambos la compañía del azabache era fascinante. Se llevaban con frecuencia la mano a la cabeza para arreglar sus cabellos o jugueteaban con sus alhajas, como aves aleteantes que estuviesen exhibiéndose para conquistar la admiración de él. Naruto se preguntó si todas las mujeres o en este caso, donceles reaccionaban así ante Sasuke. Tal vez, fuese inevitable. Fuera cual fuese su temperamento, no se podía negar que era rico y apuesto. Aún más; su actitud reservada era de las que hacían que cualquier persona se esforzara por atraer su atención. Para  Naruto fue un alivio que no mirase, siquiera, en su dirección. Al parecer, se había olvidado de él, desviado su interés hacia otros donceles más accesibles.

 

Cuando hubo concluido la comida, las damas y donceles  se retiraron a tomar el té e intercambiar habladurías; dejaron a los hombres solos para que disfrutasen con una selección de puros y copas de buen oporto. Después, volvieron a reunirse en el gran salón donde se habían dispuesto, en grupos, sillas y sofás.

Naruto entró en el salón del brazo de Neji y no se sorprendió cuando lady  Asuma se les acercó con expresión ansiosa en su cara. No cualquier anfitriona tendría la posibilidad de ofrecer a sus invitados un entretenimiento llevado a cabo por personalidades como el Hyuga.

—Señor Hyuga  —murmuró lady Asuma, con sonrojo en  sus mejillas—, tal vez quiera hacernos el honor de recitar algo o de representar un fragmento de alguna obra. Con un elegante ademán,  Neji tomó la mano de la dama e inclinó la cabeza hacia ella. Él tenía tal habilidad en su trato con las mujeres o señoritos, cualquiera fuese su edad, su aspecto o las circunstancias, que les hacía desmayarse de gusto. En ese momento, miró a los ojos a lady  Asume durante un lapso tan prolongado que ella creyó que, se sumergiría en las profundidades  blanquecinas de su mirada.

 

—Será un gran placer para mí, señora... y constituirá una pobre recompensa por tan magnífica hospitalidad. ¿Prefiere algo en particular?

—Oh —exhaló Kurenai, su mano tembló de manera evidente. Sus labios sonrosados se estiraron en una sonrisa incontenible—. Oh, cualquier cosa que usted eligiera estaría bien, señor Hyuga . ¡Pero... sería muy agradable que fuese algo romántico!

—Algo romántico —repitió Neji  sonriéndole como si ella fuese la mujer más inteligente de la tierra—. Haremos lo mejor que podamos, señora —dijo, echando una mirada a Naruto  y enarcando sus cejas cafés—. ¿Intentamos con una escena de mi nueva obra, señor Uzumaki?

Naruto  respondió que sí con un murmullo acompañado de una sonrisa modesta, aunque sabía que el castaño ya lo tenía preparado. Una o dos veces por temporada Neji presentaba una obra escrita por él, y siempre se trataba de una sátira social, llena de ingenio y de encanto. Si bien Neji no era un genio, era un escritor inteligente y tenía un certero instinto con respecto a lo que deseaba el público. Su más reciente creación, Señor Engaño, era la historia de un noble y un doncel  de buena cuna que, a través de unaserie de circunstancias improbables aunque divertidas, se encuentran cumpliendo los papeles de sus propios criados; él, como lacayo, el  otro como doncel de compañia. Como es de esperar, se conocen y se enamoran y con sus constantes esfuerzos por sostener sus respectivos engaños y, sin embargo, seguir siendo sinceros uno hacia el otro, provocan consecuencias bastante cómicas. La obra bromeaba gentilmente a costa de la aristocracia, burlándose de sus estrechas miras y de sus asfixiantes reglas sociales.

 

No se podía afirmar que fuese un tema original, si bien Neji tenía la habilidad de presentarlo bajo una forma fresca y entretenida. A Naruto  le gustaba la historia de esas dos personas que se descubrían mutuamente sin las restricciones de su vida habitual. Neji no había decidido aún quién haría el papel del doncel  protagónico. Era obvio que elegiría entre Naruto y Kiba Inuzuka , otro joven actor de la compañia. Naruto quería el papel para él, pero sabía que eso dependía de si  Neji prefería el estilo romántico de

 

Naruto  o el de Kiba, más francamente cómico. Quizás esa noche todo saliera bien y eso inclinase la decisión de él en su favor.

Una vez que la concurrencia se hubo distribuido por el salón, dejando un espacio libre al frente, Neji se adelantó, se presentó a sí mismo y presentó a Naruto. Describió una síntesis de la escena que estaban a punto de representar para entretener a los invitados y anunció que, si querían ver la obra completa, seria exhibida en el teatro Capital, más avanzada la temporada.

Mientras Neji hablaba, Naruto repasaba en su cabeza las líneas del diálogo. Sintió un extraño escalofrío nervioso que le recorría la espalda, y perdió la concentración al percibir la sombría presencia de Sasuke. Como si allí hubiese un imán, su mirada se dirigió al rincón donde el azabache estaba sentado en compañía de Sakura.

Sasuke tenía un aire relajado y cómodo, con sus largas piernas estiradas ante sí y, aparentemente, prestando oídos al parloteo superficial dela pelirosa. Sin embargo, su mirada  alerta estaba clavada en Naruto. Al rubio le palpitó con fuerza el corazón al comprender que el azabache , aun sin quererlo, se sentía tan fascinado por él  como el rubio  por el moreno. Tal vez, en cierto modo, Sasuke pudiese percibir el vínculo que había sido forjado entre ellos desde que eran niños, un vínculo que había cambiado el curso de la vida de ambos.

 

Naruto jamás hubiese imaginado que, un día, estaría actuando ante la mirada del Uchiha. El blondo ya había representado escenas similares con Neji o con los otros actores. Pero el hecho de actuar ante un público tan reducido confería a la situación una cualidad más íntima. Como estaban más cerca, no necesitaban levantar demasiado la voz, y  podía emplear una variedad más sutil y fina de gestos y expresiones faciales. Por lo general, disfrutaba en situaciones similares... pero esta vez, no. Tuvo la sensación de que se le habían borrado, por completo, hasta el último vestigio de habilidad, hasta la última palabra de su memoria.

Neji hizo a Naruto una seña para que se acercara en el frente del salón. El kitsune trató de obedecerle pero, por primera vez en su vida, se paralizó. La única sensación que tenía en sus pies era un cosquilleo helado a la altura de los tobillos y un tamborileo de pánico en su pecho. No podía hacerlo, no podía representar la escena. Clavó los ojos en Neji y vio que su semblante se modificaba y que empezaba a hablar como un hombre enamorado. Sintió que el misma se deslizaba sin esfuerzo hacia su papel, casi sin pensarlo. Se concentró como no lo había hecho nunca en su vida. Percibió, vagamente, la vibración excitada que reinaba en el salón pero estaba demasiado abstraído para ahondar en ello.

A medida que los personajes descubrían su mutuo engaño, iban pasando por una vertiginosa cadena de reacciones: descreimiento, indignación, defensa, alivio y pasión desenfrenada. Las bufonadas de Neji provocaban ataques de risa al reducido público, y la dulce, romántica y anhelante actuación de Naruto equilibraba la escena, dándole una ternura asombrosamente profunda.

Sasuke contemplaba la escena sin parpadear, casi sin respirar. Parecía que cada palabra fuese espontánea, como si los actores estuviesen viviendo la escena en lugar de representar una obra que habría sido ensayada muchas veces. Ellos daban al arte de actuar la apariencia de algo que no costara esfuerzo alguno. Era evidente que  Uzumaki Menma era un actor de extraordinario talento.

—Dios mío, los dos son espléndidos—murmuró Sakura, que jamás elogiaba a nadie a menos que pudiese incluirse a sí misma en el elogio.

Sasuke no respondió. Pese a su admiración, mientras miraba a los dos actores lo inundó una desagradable sensación. ¿Sería verdadera la corriente subterránea de emoción que parecía fluir entre ellos? ¿Cómo era posible que tan apasionada intensidad fuese sólo una ilusión? Se preguntó si, alguna vez, Neji Hyuga había tenido en sus brazos a Menma y le había besado de verdad, si alguna vez había aplastado su cuerpo exquisito debajo del propio. No le cabía duda de que, para cualquier hombre normal, el rubio  habría constituido una tremenda tentación. Sasuke imaginó cómo sería Menma  preso de su pasión, trémulo y entregado a su amante.

 

Sintió que le corría el sudor bajo su corbata almidonada.  Sasuke aspiró una profunda bocanada de aire, y creyó que sus pulmones estaban a punto de estallar. Aunque fuese una locura, quiso precipitarse hacia el frente del salón y arrancar a al blondo del lado de Neji. Lo dejaba atónito la penetrante conciencia que tenía de la presencia del kitsune, el ansia enloquecedora de tocarle, olerle y saborearle. Siempre había sido un individuo capaz de controlarse a sí mismo y a sus circunstancias; se había esforzado por serlo desde que tenía memoria. No había permitido que nadie adquiriese poder sobre él... desde mucho tiempo atrás, cuando había comprendido que habían sacrificado su futuro en aras del bienestar de su familia. Nunca había deseado a nadie con deseo tan irracional, con ese sentimiento que se apoderaba de su cuerpo y de su alma y que no le dejaba otra alternativa que obedecer a él.

La escena concluyó cuando Neji se inclinó sobre Naruto y le dio un beso apasionado. Sasuke  apretó los puños y sintió que los celos lo llenaban de una ola de veneno. Sonaron los aplausos en el salón, y los invitados lanzaron exclamaciones de deleite. El hyuga, sonrió ampliamente y rechazó los ruegos que pedían otra escena, un monólogo, cualquier otra cosa para entretenerlos. De inmediato, él y Naruto quedaron rodeados de admiradores.

 

—Una hermosa pareja —comentó Sakura, moviendo un abanico de seda y encaje para refrescarse la cara y el cuello—. Esta tarde, el señor Uzumaki afirmó que la relación entre ellos es estrictamente profesional... pero sólo un tonto creería semejante cosa.

Antes de que  Sasuke pudiese replicar, su hermano mayor, Itachi, se acercó a ellos e hizo una reverencia sobre la mano que Sakura le tendía graciosamente.

—Esta noche estás arrebatadora, lady Haruno.

Como siempre, Sakura le dedicó una sonrisa coqueta.

—Qué encantador eres, lord Itachi.

Itachi se volvió hacia Sasuke, con los ojos  obscuros encendidos de entusiasmo.

—Qué buena escena, ¿no crees? Jamás imaginé que pudiese existir un Neji Hyuga versión doncel y hete aquí que el  señor Uzumaki es tan magnífico como el Hyuga. Quiero conocerle, Sasuke.

—Es un  doncel casado —repuso Sasuke, sin  rodeos.

 —Qué más da.

Tanta pasión del mayor de los Uchihas  hizo reír a Sakura .

—Como eres tan apuesto y de noble cuna, no creo que te resulte difícil, mi querido. Después de todo, él  es actor. Sólo te advierto que tengas en cuenta que quizás  te exija una fortuna en joyas a cambio de sus favores.

—Tendría que ser, de verdad, una fortuna para exceder tu precio, querida —dijo Sasuke sin alzar su voz. Sakura lo miró con su frente crispada en un altivo ceño, mientras Itachi sofocaba una carcajada impúdica

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Perdón por las faltas de ortografía :D


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