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Recorrido 'In-seminal'. por Negatto

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Notas del capitulo:

Capítulo 10:
¡Alola, lectores!
Vuelvo a actualizar con un capítulo completamente nuevo, esta vez el número 10.
He escrito esto rápido a mi parecer, andaba re-inspirado. (???)

¡Espero que les guste!

Advertencia: Lemon hard, +18.

Dió unos silenciosos pasos, su saliva se condensaba debido al nerviosismo. Una vez más complementaría al menor con él mismo, una vez más se unirían en cuerpo y alma.

Un segundo bastó para armarse de valor y correr la separación que dividía el espacio entre ambos hombres. Kiawe pegó un pequeño salto debido a la sorpresa, se volteó rápidamente para encontrarse cara a pecho contra el mayor frente a él.

—¿Qu-qué hace aquí, profesor? —las mejillas del menor tomaban un fuerte color rojizo entre la escasa vista dentro de la nublada sala.

—Pensé que necesitarías una ayudita... 
 
El mayor tomaba por la cintura el cuerpo del moreno, apegándolo contra el suyo fuertemente. Aferrado a él, llevó sus labios a una de las orejas del menor para luego lamer lentamente el lóbulo, dando pequeñas mordidas de vez en cuando. Las manos de Kiawe se clavaban en el pecho del profesor a medida que las mordidas se prolongaban.

—N-no... —susurraba entre pequeños gruñidos.

Kukui hizo callar al joven entre sus brazos antes de dar pequeños y tiernos besos en aquel suave y largo cuello.

—Me encantas —decía el mayor al separarse. —No sabes cuánto.

Kiawe apretaba su labio inferior cada vez que el profesor presionaba su miembro contra el suyo, dejando salir uno que otro silencioso gemido.

—Quiero que me perdones —susurró el profesor antes de besar en los labios al moreno aferrado a su cuerpo. Este lo recibió y correspondió sin pudor alguno, sus lenguas se entrelazaban velozmente. 

Kiawe extrañaba esto, extrañaba los besos, las caricias, el fornido cuerpo ajeno, y por sobre todo extrañaba la actitud posesiva del profesor. Era extraño, nunca había gustado que sus padres le ordenasen con tanta autoridad por sobre él. Sin embargo, amaba cuando el mayor de largo cabello le demandaba una acción.

Entre agitadas respiraciones por parte de ambos, separaron sus labios dejándo así un largo y delgado hilo de saliva que rapidamente fue destruído por el fuerte correr del agua sobre ellos.

—Dímelo —demandaba el mayor.

—¿El qué?.

—Dime que eres sólo mío.

—Soy... Suyo —susurró timidamente al segundo después, evitando la mirada ajena.

—Así me gusta... Dime, ¿Harás todo lo que te diga? 

—S-sí...

El mayor presionó su cuerpo junto al del joven frente a él contra la pared, comenzando a mover su pélvis rítmicamente contra el miembro del menor, podía notar cómo este palpitaba en su máximo punto de erección.

Kukui permanecía con su oscuro bóxer puesto, mientras que el moreno se encontraba desnudo. Este gemía ante los excitantes movimientos del profesor contra su erectada verga.

—Cierra tus ojos —ordenaba el mayor deteniendo sus fuertes estocadas.

El menor obedeció sin rechistar y dejó caer ambos párpados cegando su vista, su boca permanecía entre abierta dejando salir tiernos suspiros acompañados de su agitada respiración. Sintió cómo las manos del mayor rodeaban su torso, acariciando cada parte de este suavemente. Bajó hasta llegar a los glúteos, masajeó con tiernos movimientos para luego llevar ambas manos al miembro ajeno. Tomó el pene frente a él y comenzó a tirar suavemente, con un excitante ritmo creó un movimiento realmente satisfactorio para el menor. Kiawe gemía entre dientes, mostrando cómo trataba de aguantar dichos estímulos.
El profesor se puso de rodillas y presionó el pecho del joven contra la pared para darse el espacio. De un bocado introdujo la polla del contrario dentro de su amplia cabidad bucal.

—¡Ahh! —Kiawe abrió los ojos de la sorpresa.

—Te dije que cerraras los ojos, pequeño —gruñía el mayor al separarse del hinchado miembro.

El joven de oscuro cabello asentió con la cabeza avergonzado, cerrando ambos ojos nuevamente. Kukui prosiguió lamiendo el miembro ajeno frente a él, llevaba su lengua desde los testículos hasta la cabeza, para luego introducirlo por completo dentro de su boca. Ya ahí optó por ayudarse con ambas manos, dejando entrar en su caliente boca a ambos redondos testículos del menor. Este gimió fuertemente al sentir cómo su verga tocaba la garganta del profesor.
Kukui movía su lengua entremedio de los testículos, provocando excitantes cosquilleos. Con ambas manos libres ahora,  las llevó al trasero del compañero. Tiró de ambos lados sintiendo cómo dejaba a la vista la entrada del menor, escuchando cada uno de los gemidos del moreno, sintiendo cada palpitación del pene dentro de su boca, saboreando cada gota de pre-semen que se asomaba por la cabeza del miembro. Todo, absolutamente todo era perfecto.

Introdujo dos dedos a presión dentro del moreno. Este reaccionó embistiendo al profesor, llegando incluso mas profundo de la garganta ajena, provocando un ronco gruñido por parte del mayor.
Kukui enloqueció, esa sensación era algo que nunca había probado antes y realmente se sentía bien. Comenzó a mover ambos dedos de adentro hacia afuera, abriendolos al salir para ampliar el espacio.
Los gemidos de Kiawe comenzaban a ser más fuertes, y la respiración incrementaba su velocidad haciéndolo jadear violentamente.

«Mierda, no puedo esperar más. Este chico es realmente caliente» se decía Kukui en su interior sintiendo cómo las embestidas del moreno se hacían mas fuertes con cada estocada por parte de los dedos del mayor.

El profesor retiró ambos dedos y quitó el grueso e hinchado miembro de su boca, lo masturbó rapidamente por unos segundos y se puso de pie. Tomó a Kiawe por la cintura y se dirigió a la habitación de este.

—¿Qu-qué pasa, profesor?

—No puedo contigo joder, eres demasiado.

Kukui entró al cuarto del moreno y caminó hasta la puerta de la habitación "prohibida", giró de la manilla y bajó al menor de sus brazos.

—Ponte ahí, como me gusta —señaló la mesa que se encontraba en el centro.

El joven subió al mueble apoyándose con sus rodillas y ambas manos, giró su cabeza rapidamente para mirar al mayor, encontrándose con ese alto y fornido cuerpo, completamente mojado. Logró divisar cómo Kukui rompía su ropa interior tirándo de aquella en un segundo. Cerró sus ojos y se preparó para lo mejor, arqueando su espalda y abriendo ambas piernas.
Sintió cómo una fuerte mano se deslizaba por su muslo derecho, acariciando cada fuerte músculo que se encontraba trabajado en esa sección. Luego otra mano jugaba con su glúteo izquierdo, tirando de él para luego dar una fuerte palmada.
Kiawe gritó fuertemente debido al dolor, sin embargo, amaba esa sensación.

—No puedes ser más perfecto, chico —susurraba el profesor antes de suspirar. —No quiero volver a perderte, de verdad.

El menor se disponía a responder de una tierna manera cuando repimió dicha respuesta por un fuerte tirón de ambas nalgas, dejando completamente expuesta su entrada. Gimió en forma de protesta.
Kukui soltó una pequeña y siniestra risa, era divertido ver cómo el moreno reclamaba de esa forma, en esa posición, completamente dispuesto a ser penetrado, totalmente sumiso. Posicionó su venoso miembro en la entrada del menor, jugando con su cabeza alrededor del ano ajeno.

—Por favor... —susurraba Kiawe entre constantes jadeos.

—¿Por favor qué?

—Por favor hágalo, profesor. No puedo aguantar más...

El mayor esbozó una maléfica sonrisa y comenzó a introducir su gigantesca polla dentro del moreno. Cada centímetro dentro era un excitante gemido por parte de Kiawe, la venosa verga del profesor parecía no tener fin, realmente era una bestia bastante larga.
Un fuerte y ronco gemido se pudo oír dentro de la sala por parte del mayor al introducir por completo su pene dentro del moreno.
Apretó las nalgas akenas con fuerza, el interior de Kiawe era realmente caliente y estrecho, mucho más que antes al no haber tenido contacto sexual hace algunos días.

—Joder —se quejaba el profesor mordiendo su labio inferior. —Esto es increíble.

El moreno comenzó a moverse por si solo, levantando y bajando su redondo trasero contra la verga del mayor. Este no dudó en tomar cartas en el asunto, apretando violentamente ambos gluteos ajenos para luego embestir fuertemente contra el más joven. Un fuerte gemido se escuchó por parte de Kiawe, quien suplicaba por más.

—Aún tienes hambre, ¿no? —se burlaba el mayor levantando el cuerpo del moreno, apegando la espalda de este contra su trabajado abdomen. Potenció sus embestidas mientras llevaba ambas manos a los pezones del chico en su poder. Notó lo erectos que estaban y comenzó a apretarlos fuertemente, tirando de ellos y dando fuertes palmadas de vez en cuando. Kiawe se aferraba al fornido cuerpo del profesor con ambos brazos, rodeando el cuello ajeno.

Sus bocas se juntaron nuevamente en esa posición, los calientes besos volvieron. Entrelazaban sus lenguas, liberando cuanto gemido salía por parte de ambos. La respiración agitada del mayor era el sonido más excitante jamás escuchado por parte del moreno, su ronca voz se tornaba violentamente sensual al encontrarse en esa situación.

—A-ahh... Creo que... ¡Ya!... —se quejaba Kiawe entre gemidos, jadeos y condensada saliva por parte de ambos.

El mayor apretó con fuerza bruta los erectos pezones del menor, besó con pasión los labios ajenos y culminó la situación liberando gran cantidad de esperma dentro del moreno. Su pene palpitaba a rapidas velocidades dejando salir cuanta cantidad de semen no había deshechado en estos días.
Por otro lado, el moreno lanzó un orgasmo como nunca antes. Fuerte, ronco y a la vez tierno, terminando por correrse encima de aquel mueble en el que se encontraban.

Luego de unos tensos minutos de rápidas y agitadas respiraciones, el mayor retiró su gran bestia dentro del menor, dejandolo caer rendido sobre el mueble al centro de la sala.

—Wahh... Eso fue delicioso... —decía el profesor acariciando los gluteos del moreno, los cuales dejaban a la vista un camino de semen recorrer entre ellos, cayendo hacia los testículos del menor.

—Profesor... —Kiawe aún jadeaba.

—Dime, lindo.

—Acérquese por favor... —susurraba volteándose lentamente.

Kukui no dudó al ver la tierna expresión del moreno en su cara. Una dulce sonrisa, acompañada de sus típicas rojizas mejillas junto a esos entrecerrados ojos que deleitaban a cualquier ser vivo.
Se acercó rapidamente poniendo su oreja izquierda cerca de la boca del más joven para poder oírlo mejor.

Kiawe sonrió y posicionó ambas manos alrededor de la tosca quijada del profesor, un leve movimiento lo hizo girar para luego besarlo fugazmente, era el momento exacto, quizás no el lugar. Pero lo que sí sabía es que estaba comenzando a gustar de aquel hombre. Su cuerpo que parecía ser moldeado por manos de dioses, su ridícula pero a la vez imponente personalidad que lo volvía único y por sobre todo su más sincero cariño y cuidado, todo esto lo convertía en alguien muy especial, a lo mejor demasiado para ser realista.

Luego de unos cortos, pero seguramente significantes segundos, el moreno separó sus labios. Miró a los ojos del fuerte hombre y sonrió levemente, enrojeciendo sus mejillas.

—Gracias —susurró el más joven.

—¿Gra-gracias, por qué?

—Por todo, por ser sincero y aclararme todo, por su cariño y su buen trato, por su cuidado. Son cosas las cuales nunca podría pagar, aunque tuviese todo el dinero del mundo.

Los ojos del mayor comenzaron a brillar, esas sinceras palabras por parte del estudiante le llegaban a lo más profundo de su corazón.

—No hace falta que me lo pagues —rió tiernamente. —Todo lo que necesito es cariño de tu parte...

Kiawe esbozó una sonrisa avergonzado, para luego dar otro beso aún más corto pero no menos importante al profesor.

El más grande lo tomó en brazos y se dirigió a su gigantesca cama. No habían dormido en horas, y gracias al reencuentro carnal sucedido a pocos minutos se encontraban exhaustos.
Recostó el desnudo cuerpo del más joven sobre las sabanas, acarició una de sus fuertes piernas con cuidado, besó su frente y se acostó a su lado.
El mayor rodeó del cuerpo ajeno con una de sus gruesas piernas como era de costumbre, se aferró aún desnudo al moreno y besó su hombro izquierdo.
Así fue cuando comenzaron a dormir por un prolongado tiempo.

...

Las horas pasaron y Kiawe abrió sus ojos lentamente cerca de las 6 de la tarde. El peso de la gruesa pierna izquierda del mayor lo aferraban a su cuerpo. Trató de voltearse tratando de salir de tremenda prisión humana. Para la suerte del mayor, terminó apegándose a la espalda del moreno a su lado, juntando así su flacido miembro contra las nalgas aún pegajosas del menor.
El sentir ese líquido viscoso y ya frío derramándose entre los redondos y grandes gluteos del más joven le hizo despertar lentamente.

—¿Kiawe?... —susurró antes de bostezar perezosamente.

—Profesor, debo tomar una ducha... —gruñía tiernamente el estudiante.

El mayor quitó su pesada pierna sobre el cuerpo ajeno dando otro prolongado bostezo. Kiawe se levantaba dispuesto a dirigirse al baño cuando Kukui agarró su mano derecha.

—Bañémonos juntos —sonrió.

El chico de cabello en punta asintió con la cabeza antes de encaminarse a la sala de baño. El mayor se levantó, aún con ganas de dormir y siguió al más joven.

Ambos entraron a la ducha del profesor, el mayor lavaba y restregaba cada definida parte del fuerte cuerpo frente a él. Luego lavó su cabello para el contrario repitiera el proceso con el más grande.
Era un momento tierno, ambos conversaban entre risas y suaves caricias. No podían evitar excitarse encontrándose desnudos, tocando la suave piel ajena mientras se masajeaban. Sin embargo, ya habían tenido demasiado. El grueso miembro del profesor dolía con cada palpitar que daba mientras el más joven lo lavaba.

Al terminar aquella intensa ducha, ambos se secaron con aquella toalla del profesor. Este rodeó el cuerpo del menor con ese largo y suave objeto, tapandolo desde los hombros hasta la mitad de sus muslos.

—Recuerda que eres sólo mío, Kiawe —susurró antes de besar la frente del más bajo. —Yo, y repito, solamente yo puedo ver y saborear este asombroso cuerpo ¿me escuchaste?.

—S-sí profesor —asintió con la cabeza.

Al abandonar dicha sala, el mayor recordó las bolsas que Camila había traído por su encargo. Abrió su armario y las tiró sobre la cama.

—¡Kiawe, ven por favor!

—Me estoy vistiendo, profesor —contestaba energéticamente desde la otra habitación.

—Kiawe, ven ahora —gruñó fuertemente.

El moreno dejó caer el short que se estaba poniendo encima, se encontraba en un rojo bóxer acompañado de un par de blancos calcetines. Rapidamente se dirigió a la pieza del propietario sin rechistar.

—Estas son cosas que compré para ti antes de "aquello" —señaló las bolsas sobre la cama. —Llevalas a tu habitación, y quiero que te pongas esto.

El profesor le dió en manos un short holgado color gris y una camisa manga corta realmente pequeña en terminos de talla de un tono bastante claro.
Kiawe comenzó vistiendo la nueva prenda superior, se ajustó fuertemente a su abdomen y brazos, incluso trasparentando sus pezones de rosa color. El short era bastante ancho y largo comparado con las demás prendas que el mayor le había regalado, aún así apretaba fuertemente en el gigantesco trasero del moreno.

—Que ganas de lamer esos pezones... —susurró con una ronca voz el mayor, apuntando con la barbilla hacia el pecho del menor.

Kiawe de enrojeció velozmente, tapando ambas tetillas con sus brazos llenos de bolsas.

—Guarda todo eso dentro del ropero y baja las escaleras, estaré esperándote abajo.

El más joven obedeció aquella orden del fuerte hombre y se dirigió a su habitación. En ella, guardó todas las nuevas prendas dentro del armario, notó ciento de cosas para vestir que jamás había visto; bóxers con un agujero en la parte trasera, algo que parecía ser un montón de cinturones juntos que marcaban ciertas zonas, shorts bastante cortos que llegaban a parecer ropa interior, playeras térmicas con círculos marcados en el pecho, entre otros.
Le parecían bastante extrañas, pero a la vez se iba acostumbrando al exclusivo uso de aquellas prendas escogidas por el mayor que lo tenía en su poder.

Al terminar, Kiawe se puso un par de zapatillas de claro color y bajó las escaleras. Se encontró con el profesor en una blanca playera, acompañado de un short hasta la rodilla y sandalias. Infaltablemente, aún permanecían en el su gorra y sus lentes.

El mayor se acercó al moreno y apretó uno de sus pezones de forma juguetona.

—Aichh... No haga eso ahora, profesor —se quejaba el más joven.

Kukui sonrió y acarició el cabello del joven chico frente a él.

—Iremos a dar una vuelta, quiero que entrenes a tus pokémon. Mañana es un día importante dentro de la escuela.

—¿Por qué, profesor?

—¿Recuerdas a Liam, no? Él es el principal capitán de Mele-mele y mañana estará recibiendo retadores dentro de la Colina Dequilate. Si logras vencerlo podrías graduarte de la escuela de entrenadores ¡dandote paso a la siguiente isla!.

—WAHH, ¡¿en serio?! —chilló el moreno dando un salto de emoción.

—Así es, podrías viajar a Akala para seguir tu travesía del recorrido insular, desafiando a los demás capitanes de cada isla.

—¡Eso es fantástico! Vamos a practicar, profesor. ¡Por favor!.

El mayor sonrió y abrió la puerta principal del hogar.

—Antes de eso, debemos ir al centro pokémon. Camila me ha hablado hace un rato diciéndome que tenía algo que mandarme, mediante la señal Link.

—¡Okay! —contestó alegremente el moreno saliendo de la casa en la cual se hospedaba.

Ambos caminaron hacia Ciudad Hauoli, no se encontraba tan lejos, pero sí era un lugar al cual debían caminar una gran cantidad de kilómetros. En el trayecto, el menor hablaba sobre sus ambiciones por convertirse en el mejor maestro pokémon de la historia, habló sobre un tipo de su región que había acabado con una asociación maléfica por completo, venciendo a la fuerte Élite 4 de Kanto, incluso a su actual campeón en ese entonces. Era reconocido como una leyenda por allá, desde esa vez no se le vió más por los alrededores. Rumores dicen que se encuentra en una helada cueva esperando a ser derrotado por su mayor rival.

...

Al llegar al centro pokémon de Ciudad Hauoli, Kiawe siguió al mayor hacia una de las tantas pantallas junto a un teclado y una extraña maquina a su lado. Kukui la encendió y marcó el número de Camila.

—¿Elesa? ¿puedes hablar ahora? —susurraba en un bajo tono.

—¡Kukui, claro que sí! Siempre tengo tiempo par-- ¡Vaya, y estás con el chico! ¿Ya se han arreglado? ¡Qué amor!.

—E-eh sí, me dejó explicarle todo...

—¡Es un buen muchacho, que yo lo sé! —sonreía la alta mujer. —Bueno, verás Kukui... El motivo de esta llamada es algo por lo que tú me preguntabas cada vez que nos veíamos.

La mujer llamaba dando palmadas a un juguetón pokémon. Ante la camara se asomaba un gran y bello Arcanine.

—¡Saluda Pyro, saluda a papá! —decía entre risas mientras el gigantesco pokémon lamía su cara.

—¡Pyro, pyro estás muy grande, chico! —sonreía el hombre de gorra frente a la cámara. —Joder, ha sido un largo tiempo ya...

—¡Es cierto! Está mucho más grande que la última vez, pero no deja de ser un niño —la mujer acariciaba el frondoso pelaje del imponente pokémon. —Me has hablado mucho de él durante estos años, y bueno... Por mi trabajo tú sabes que tengo poco tiempo para cuidarlo y, aparte de morder a cada críador que contrato, muchas veces me lo encuentro triste. Supongo que es porque te extraña, es obvio. Y siento que es hora de que lo cuides tú, he sido demasiado egoísta quedandome con él todo este tiempo...

—¿Estás segura, Elesa?

—Mucho más que segura, Kukui. Definitivamente estará más feliz a tu lado, mucho más ahora que tienes compañía ¿eh? —la mujer levantaba sus cejas burlándose del fornido hombre, tratando de disimular sus llorosos ojos.

Kiawe sonrió mirando al mayor a su lado, notando como este sonreía bobamente mientras una sincera lágrima caía por su mejilla derecha. En la cámara se podía ver cómo la mujer metía al gigantesco canino dentro de su pokéball, apretó unos botones del teclado y posicionó aquel objeto dentro de la extraña máquina a su lado.
Rapidamente y como por arte de mágia, la pokéball frente a ellos apareció a su lado, en el centro de aquel raro mueble.

—¡No sabes cuánto te lo agradezco, Elesa!. Extrañaba demasiado a este chico, de verdad, muchas gracias —el mayor esbozaba una sonrisa de oreja a oreja tomando aquella pokéball.

—¡No me hagas llorar, tontito! —reía la mujer llevando la vista hacia arriba, tratando de secar sus lágrimas. —¡Prométeme que lo vas a cuidar y darle tanto cariño cómo lo hicimos juntos en su momento!.

El profesor agradecía mil y una veces a la tipa de negro cabello frente a la cámara. Luego de unos minutos, ambos apagaron el servidor Link.

—¿Cómo es eso de que usted es el padre? —se quejaba de brazos cruzados el menor, mirando a los ojos de Kukui con una seria expresión en su rostro.

—Era un juego de niños, Kiawe... Ambos encontramos a Pyro dañado un día que estabamos jugando en el bosque cuando eramos pequeños. Lo llevamos a la casa de Elesa, haciendo que su abuela lo curase por completo. Y desde ese día Pyro nunca nos abandonó.

Aquella explicación bastó para calmar los falsos y actuados celos del moreno. El profesor se mostraba realmente feliz al reencontrarse con aquel pokémon.

—¡Vamos, salgamos de aquí! Tienes que verlo, Kiawe.

El moreno sonrió en forma de respuesta y corrió tras el feliz hombre hacía la salida.

—¡Adelante, Pyro! —gritaba emocionado el mayor lanzando la pokéball.

De aquel esférico objeto salió un gigantesco y peludo pokémon, Arcanine. Kiawe había visto a ese tipo de pokémon en Kanto, eran realmente bellos. Y su tipo le apasionaba aún más. Sin embargo, nunca había visto un ejemplar tan grande en su vida.

El canino giró en círculos ladrando de felicidad, divisó al fornido hombre frente a él y corrió a lanzarse sobre él. Lo derrumbó por completo, era bastante pesado y fuerte por lo demás. Lamió la cara del profesor inumerables veces hasta que este lo empujo hacia atrás. Se puso de pie nuevamente y lo abrazó fuertemente.

El pokémon parecía ser un poco más pequeño que Kiawe, incluso estando en cuatro patas, por lo que era bastante largo.

—Mira Pyro, él es Kiawe. Mi nov-- quiero decir, ¡un buen chico!.

El fuerte pokémon se volteó acercándose lentamente al moreno, intimidaba con su poderosa presencia, incluso pareciendo tan juguetón. Al acercarse lo suficiente, lamió las mejillas del menor en forma de saludo, el moreno sonrió y acarició su frondoso pelaje.

—Que bello... —susurraba casi hipnótico.

—¡Es muy fuerte este chico!.

Kukui acariciaba el lomo del gran pokémon.

—¿Aún puedes llevarme Pyro, o ya perdiste la fuerza? —decía el fornido hombre dando palmadas en las patas traseras del canino.

Un fuerte y alegre ladrido fue de respuesta para el más alto. El pokémon miró a Kiawe y movió su cabeza, haciéndole etender que debía subir de igual forma.
El profesor se sorprendió debido a la amabilidad del gran canino, siempre era violento con los extraños. Más no lo era con Kiawe.

Ambos montaron el lomo del fuerte pokémon, Kukui detras del moreno. Sintieron cómo el cálido y fornido cuerpo del canino se contraía gracias a su respiración. El gigantesco perro comenzó a correr en velocidades inimaginables, era incluso más veloz que el "difunto" vehículo del profesor.

—¡Así se hace, Pyro! —reía el mayor levantando su brazo derecho.

—¡Esto es increíble, Pyro! —gritaba emocionado el moreno aferrado a la cabeza del pokémon.

El trío se entretuvo por unos minutos corriendo entre los árboles de las afueras de Ciudad Hauoli. Al terminar derrotado por el cansancio, Pyro se detuvo para descansar.

—Woah, eres muy rápido —decía el moreno ya de pie acariciando el pelaje del pokémon. —¿A qué naturaleza pertenece, profesor?.

—Es alegre, por lo que es bastante veloz comparado con otros Arcanine —sonreía el mayor.

—Es realmente interesante cómo afectan las naturalezas en cada pokémon... Me pregunto qué naturaleza sería si yo fuese un pokémon.

—Probablemente "dócil" —reía acariciando la cabeza del menor.

—¡¿Ehh?! ¡Y-y usted sería de naturaleza "rara"! —Kiawe gritaba con un tono molesto, sin embargo se podía distinguir el rojo color de sus mejillas mostrando vergüenza.

—Yo diría "pícara" —susurraba el mayor al oído ajeno antes de dar una palmada en el trasero del moreno.

El joven liberó un bajo gruñido dirigiendo su enojada pero tierna expresión hacia el mayor. Este le mostró una sincera sonrisa y acarició su cabeza.
Kiawe se volteó molesto, mostrando sus aún aniñadas actitudes. El profesor bufó por un segundo y corrió a abrazarlo.

—Te ves tan lindo cuando te molestas —reía dándole tiernos y pequeños besos al menor en sus mejillas.

—¡Pro-profesor recuérde lo que pasó la última vez! —decía el moreno tratando de zafarse.

—Ya no tengo nada por qué temer, chico. Te he contado todo, absolutamente todo y si aún quiéres saber algo de mi, sólo basta preguntar —susurraba al oído contrario. —Me da igual que nos vean, tú sabes perfectamente lo que significas para mi y no tengo miedo en ser descubierto.

—Yo... No lo sé —respondió en voz baja.

—¿Qué es lo que no sabes?... —decía disminuyendo la presión con la cual se aferraba al menor.

El moreno no respondió, siguió con su mirada enfocada en el suelo mientras sentía cómo los brazos del profesor comenzaban a soltarlo.

—Tú... No estás interesado, ¿no? —el mayor rompió los segundos de silencio.

—¡N-no es eso! —contesto casi instantáneamente volteándose a la misma velocidad.

—Lo siento, creí que sentías lo mismo...

—¡S-sí! Lo siento, lo siento. Es usted muy atractivo y me ha tratado cómo nunca antes nadie lo había hecho, y... A pesar de lo que ha pasado, ha sabido resolver los problemas. Ha sido transparente conmigo y-y-y... ¡De-de verdad lo valoro! —se confesaba avergonzado, aún con sus ojos disparando la mirada a los mismos contrarios.

El fornido hombre levantaba su mirada conectando con la del menor, sus palabras eran completamente sinceras. Lo podía ver en sus ojos, en sus tímidos y tiernos ojos.

—Kiawe tú... —Llevaba ambas manos hacia las mejillas del moreno frente a él. —Me gustas, me gustas demasiado. No puedo creer cómo has logrado entrar en mi corazón, pero me encanta absolutamente todo de ti. No quiero volver a perderte por lo estupido que soy, y... Sé que quizás el sentimiento no sea mutuo pero, haré todo lo posible para lograr que sientas lo mismo por mi.

Los ojos del joven de cabello en punta se abrieron como platos. Tartamudeó tratando de formular una respuesta, pero todo intento quedó suprimido tras un violento y apasionado beso. Aquel sentimiento volvió al menor, esa sensación que hacía que su estómago se revolviese (de la buena forma). Los besos del mayor lo hacían sentir en las nubes, lo calmaban por completo. La plenitud y la paz intervenían en sus pensamientos, llevándolo rápidamente al paraíso.

Los segundos que duró aquella sensación parecían horas, lentamente el más alto separó sus labios de los del contrario. Kukui posó su mirada contra los entrecerrados ojos del menor, suspiró y lo besó por segunda vez. Esta vez mucho más corto que el primero, pero depositaba la misma sensación.

—Te quiero —susurró el mayor al desprender sus labios del contrario por segunda vez.

El moreno abrió sus ojos a la sorpresa, su cara completamente sonrojada y su boca suficientemente abierta para escuchar su agitada respiración mostrando su tiritona lengua tratando de formular una respuesta.

—Calla —decía el hombre de gorra llevando su dedo indice a la boca del contrario. —No necesitas decir nada. Tu tierna expresión es todo para mí.

Kiawe no supo que responder, sus piernas temblaban demostrando debilidad. Sus manos se encontraban sobre el pecho del mayor, apretadas como nunca antes y su boca se tambaleaba rapidamente sin producir sonido alguno.
Pasaron cerca de dos minutos en los que se encontraron mirándose a los ojos del contrario cuando el mayor decidió romper el hielo abrazando fuertemente al moreno.

—Está bien, está bien... Tranquilo —susurraba al oído del menor. —Recuérda que venimos aquí a practicar para tu batalla de mañana.

—S-s-s-sí —contestó aún nervioso.

—Preséntale a Pyro tus compañeros de equipo —sonreía Kukui caminando hacia el recostado Arcanine.

—Cla-claro.

Kiawe sacó a sus tres amigos para presentarlos ante el pokémon del fornido y sincero hombre.

—Bu-bueno, este es Lizard, él es Litten y este es... —decía tomando a Shinx en brazos. —Pro-profesor, aún no le hemos puesto nombre a Shinx...

—Kiawe por favor tranquilizate —reía el mayor. —Puedes escogerlo tú mismo, por mi está bien.

—E-está bien, lo siento.

El moreno miraba los amarillos ojos del azulado pokémon en sus brazos, al notar el brillo de estos supo cuál debía ser el nombre de este.

—¡"Spark"! Sus ojos brillan cual destello, profesor —sonreía felizmente, casi iluminado.


—Vaya, nuestro hijo sacó tus ojos entonces —rió.

El moreno recuperó la confianza con el mayor y volvió a su estado anímico común. Alegó contra aquel cumplido mostrando debilidad y a la vez, lo que más amaba el profesor, inocencia. 

—Eres lindo —Kukui interrumpía el interminable discurso del moreno.

—¿A-ah?... Digo, empecemos el entrenamiento.

Kiawe trató de ignorar el comentario del hombre sentado frente a él junto al gigantesco canino a su lado, sabiendo perfectamente cómo se habían enrojecido sus mejillas. 
Inició el preparamiento haciéndo que Spark luchase contra Litten. Consultó su pokédex para averiguar los ataques disponibles de Shinx, los cuales eran: Placaje, Rapidez y Colmillo hielo.

—¿Profesor? Spark tiene ataques demás, creo —dijo enseñándole su pokédex al mayor.

—Ah eso, Spark al haber sido críado desde huevo puede heredar ataques de sus respectivos padres. En este caso; Rapidez y Colmillo hielo —respondía a forma de alardeo.

—¡Oh, increíble! —decía el moreno guardando el aparato en uno de sus bolsillos. —¡Spark, adelante!.

Shinx entró al "campo de batalla" improvisado, cambiando completamente su sonrisa por una agresiva expresión. Litten retrocedió unos pasos debido al miedo.

—Eh, Kiawe. Spark parece poseer la habilidad Intimidación. Cada vez que entra en combate, su aura se vuelve tan negativa que llega a asustar al rival, bajando su ataque considerablemente.

—¡Woah, Spark. Eso es mortal! —gritaba emocionado el joven estudiante. —Utiliza Rapidez, y Litten tú usa Ascuas contraatacando.

El azulado felino saltó girando su cola lanzando doce diferentes estrellas velozmente, Litten por su lado, gruñió lanzando tres grandes bolas de pelos en fuego. Ambos ataques chocaron causando que la tierra se elevase.

Cuando se pudo disipar la niebla, Kiawe notó que una de las bolas de fuego había dado en Spark, quien se encontraba bastante lastimado.

—¡Spark, otra vez Rapidez!

Shinx repetía el proceso anterior lanzando la misma cantidad de estrellas. Kiawe señaló a Litten haciéndolo esquivar el ataque. Sin embargo, aquellas estrellas se redirigeron al oscuro felino terminando por impactar.

—¡Woah, ¿qué pasó ahí?! —gritaba el moreno saltando cual niño con juguete nuevo.

—Rapidez es un ataque el cual nunca falla, Kiawe. Eres afortunado de tenerlo con Spark —respondía el fornido hombre a lo lejos.

Kiawe abría su boca demostrando sorpresa, su nuevo pokémon demostraba cada vez mejores habilidades.

Litten retrocedía adolorido por el ataque, las doce estrellas en conjunto causaban bastante daño.

—¡Spark, Rapidez nuevamente!

El felino de brillantes ojos saltó con una enfurecida expresión lanzando el mismo ataque por tercera vez. Litten trató de esquivar nuevamente dirigido por Kiawe, pero fue imposible. El ataque volvió a dar en él, cayendo derrotado violentamente.

—¡Litten! —el moreno corrió a tomar al oscuro felino. —¿Estás bien?.

Contestó dando un pequeño gruñido, lamiendo la mano del joven. Spark se asomó a besar la frente del herido compañero en forma de tregua.

—Profesor, debemos ir al centro pokémon.

El mayor asintió con la cabeza y ambos montaron a Pyro, de la misma forma e la que llegaron. Para ese entonces Lizard y Spark se encontraban en sus respectivas pokeballs.
El gigantesco Arcanine no demoró casi nada en el trayecto desde el bosque hasta el centro pokémon, fueron practicamente segundos. Llegando allí, el moreno bajó apresurado corriendo hasta la recepción. Entregó a Litten junto a sus dos otros pokémon en manos de la enfermera Joy y se dispuso a esperar, sentado en un sofá junto al profesor Kukui.

—Me sorprendió la fuerza de Spark, Kiawe —decía el mayor buscando romper esa barrera silenciosa que atormentaba al moreno en casos como estos.

—Mmh... Sí —susurró preocupado el más bajo, con ambas manos en sus respectivas mejillas.

—Vamos, Kiawe. No tienes porque estar así, sabes que se va a recuperar, ya hemos pasado por esto varias veces...

El moreno asintió como respuesta, algo bastante seco. No obstante, su amargura se apaciguó al notar una de las fuertes y grandes manos del mayor tirando de su brazo. Quitó su mano de la cara y procedió a agarrarla con fuerza, sin mirarlo directamente.
El moreno puso una rara expresión, tratando de encontrar la mirada perdida del mayor para enfrentarlo, sin notar cómo su propia cara se enrojecía por completo.
Se disponía a alegar cuando de un segundo a otro sintió unos pasos dirigirse hacia ellos.

—Buenas tardes, Señor Kukui. —saludó aquel individuo.

«¿Qué?».

Notas finales:

Y bien, ¿Qué les pareció el capítulo?
Los sentimientos del moreno se revuelven cada vez más, sabe que siente algo por el profesor. No por nada fue tan fácil de perdonar. Pero el problema es que no sabe cómo representarlos.
Espero que todo se pueda aclarar luego (uy, sí).
¿Quién será la persona con la cual se encuentran al final del texto?
Espero que les haya gustado el capítulo, una review siempre vendrá bienvenida (son gratis, y no muerden).

¡Muchas gracias por leer!.

Litten M Nivel 15
Habilidad: Mar llamas
Movimientos:
-Ascuas
-Arañazo
-Lengüetazo
-Doble equipo

Charizard M Nivel 39
Habilidad: Mar llamas
Movimientos:
-Lanzallamas
-Ataque ala
-Vuelo
-Golpe roca

Shinx M Nivel 1
Habilidad: Intimidación.
Movimientos:
-Placaje
-Rapidez
-Colmillo Hielo


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