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Recorrido 'In-seminal'. por Negatto

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Notas del capitulo:

Capítulo 8:
¡Alola, lectores!
Hoy actualizo con un nuevo capítulo de este fanfic, cada vez va tomando un mejor camino.
He leído una guía en Wattpad (Sí, una guía. What a nerd) donde me mostró distintas cosas que no sabía que me ayudaron en la redacción y estructura del texto. 
Muchas gracias a Abyss y a Haru Di Vongola, los seres de luz que me guían en cada capítulo opinando acerca de ello. 
Recuerden, pueden ver mi fanfic también en Wattpad. Estoy ahí con el mismo Nick y la historia tiene el mismo nombre, de vez en cuando subo ilustraciones hechas por mi.
Advertencia: Lemon hard.
Espero que les guste.

El ruido de los diferentes pokémon tipo pajaro despertaron al moreno que se encontraba en los brazos del mayor aún dormido.

—Profesor... —susurraba el menor tratando de quitarse al fornido hombre de encima. —Profesor despierte...

El mayor abría los ojos lentamente sin antes soltar de su grande boca un prolongado bostezo. 

—¡Profesor, nos dormimos en el cerro! —gritaba Kiawe moviéndo su cabeza de lado a lado comprobando que no hubiese nadie cerca.

—No podía cargarte hasta la casa, estaba muy cansado —el mayor volvía a bostezar. —Pretendía llevarte a casa después de descansar, pero como verás...

—En fin, ¡es hora de irnos! —decía Kiawe antes de ponerse de pie enérgicamente.

—Estás emocionado, ¿eh? —el profesor daba un pequeño salto para ponerse en cuclillas.

—Y la verdad, algo sudado —reía el moreno girando su torso para mostrarle al mayor.

Ambos rieron al unísono, el profesor dio un segundo salto para ponerse de pie y comenzaron a caminar para retomar el trayecto hacia su hogar. Kiawe comentaba el extraño sueño que había tenido esa noche, su manada de tauros que tenía en su rancho lo venía a visitar a Alola. Él montaba a uno de ellos y rodeaba la isla en cosa de minutos.

—(...) ¿Y controlas una manada de Tauros? —preguntaba asombrado el mayor.

—Son originalmente de papá, pero él casi nunca estaba en casa. Entonces, sólo los cuidaba yo —la sonrisa del moreno se borraba lentamente, ahora lucía una cara de angustia al recordar a su familia.

—¡Arriba el ánimo, muchacho! —el profesor daba suaves palmadas en la espalda del menor. —¡Vamos que te harás el entrenador más fuerte de Alola, incluso venciendo al alto mando!.

Kiawe le sonreía tiernamente al hombre a su costado.
—Muchas gracias por estár siempre ahí para animarme, profesor.

—No es nada, muchacho —le respondía acompañado de una gran sonrisa.

Luego de unas horas lograron llegar a la grande casa del profesor de Alola. El mayor abrió la puerta e hizo pasar a Kiawe primero, como era de costumbre.

—¡Tengo un hambre tremendo! —decía el moreno estirándose dentro del hogar.

—Iré por unas Malasadas, muchacho. Toma una ducha por mientras —sonreía el profesor dejando su mochila sobre el sofá para luego quitarse la playera

—Como diga, profesor —el menor sonreía incluso con sus ojos.

El fornido hombre ahora sin playera cerró la puerta de la entrada sin antes despedirse de Kiawe moviendo su mano derecha.

El moreno se sacó su playera térmica junto a su traje de baño y sus zapatillas. En ropa interior procedió a sacar el huevo de la mochila para luego subir al segundo piso.

—Pequeño... ¿Cuándo piensas salir de ese cascarón? —el menor acariciaba el azulado huevo mientras subía las escaleras.

Llegando al segundo piso, acomodó al huevo entre las almohadas de su cama.
z98;Esperame aquíz99;se decía para si mismo el menor, aún sabiendo que de ninguna manera el huevo podría saber lo que pensaba. De todas formas el profesor le dijo que debía hablarle y darle cariños al ovalado especímen para que le tomase cariño incluso antes de nacer.

Kiawe volvió al baño, se quitó el bóxer que llevaba puesto y se metió dentro de la ducha. Lavó por completo su cuerpo, resfregaba sus manos sobre su pecho esparciendo el agua. Luego limpió su trasero lenta y cuidadosamente. Para terminar tomó el shampoo del profesor y derramó un poco sobre su cabeza, lavó su abundante cabellera rapidamente. Al terminar tomó una toalla, secó su cuerpo y su pelo viéndose al espejo mientras sonreía pensando en todas las Malasadas que comería. Rodeó su cadera con una toalla para luego salir de aquella sala.

Entró a su habitación, abrió su ropero, tomó un bóxer color negro y el beetle oscuro que le había regalado el profesor. Tanto el short como el traje de baño estaban sucios, por lo que bajó al primer piso junto al huevo, solamente con la playera manga larga y su ropa interior puesta.

Se sentó sobre el sofá subiendo ambas gruesas piernas en él. Puso al huevo entre ellas y comenzó a acariciarlo lentamente.

Fue cosa de minutos cuando el profesor abrió la puerta, entrando junto a dos bolsas con cajas dentro.
—¡La comida ha llegado! —sonreía el mayor mirando a Kiawe.

—¿Cuánto es, señor repartidor? —preguntaba el menor en un tono de burla.

—Considerando el viaje... —dejaba las bolsas sobre la mesa de la cocina. —Yo diría... Un besito, tal vez.

El moreno se sonrojó, se levantó del sofá dejando al huevo en él. Caminó hasta la cocina y besó la mejilla del mayor, acompañado de un "Muchas gracias, profesor".

—Kiawe —el tono del profesor se volvía serio . —No estamos en clases, puedes llamarme Kukui.

—E-está bien, señor Kukui —tartamudeaba el moreno ya sentado alrededor de la mesa, esperando la comida.

El profesor abrió sus ojos en forma de sorpresa, que le dijese "Señor Kukui" era incluso peor que "Profesor". Le hacía sentirse aún más viejo, sabiendo que el moreno no pasaba los 17 años.

—Mejor dime "profesor" —dijo lastimosamente el musculoso hombre mientras quitaba las Malasadas de las cajas en las que venían. —Por cierto Kiawe, ¿Qué haces sin pantalones?

—Es que los dos que tengo están sucios... ¡Pero no importa! ahorraré para unos nuevos, por favor no se molestr comprándome unos nuevos —el menor sabía cuál sería la respuesta del profesor si le decía que estaban ambos pantaloncillos sucios, compraría nuevos shorts para él.

—Ese dinero debes guardarlo para cuando vuelvas a Kanto —el profesor trataba de darle la espalda al menor, esas palabras le dolían demasiado. Definitivamente no quería que Kiawe volviese a su región. —Yo te compraré unos nuevos —dijo dejando las malasadas sobre la mesa.

—Disfuta, yo vengo en un momento —sonreía el mayor dirigiendose a la salida del hogar.

Fuera de este marcó el número de su vieja amiga, Camila. Ahora una famosa diseñadora de modas, la misma que le había mandado todas las nuevas prendas de vestir al menor.

—¿Camila? —el profesor saludaba a la cámara.

—¡Cariño! ¿Cómo andas? —contestaba la célebre artista.

—Necesito hacerte un encargo, son las mismas medidas de la vez pasada —el profesor trataba de hablar en voz baja.

—Dame un segundo —la distinguida mujer parecía moverse, entrando a otra sala. —Está bien, atiendo.

—Bueno... me gustaría pedirte unos shorts, algo no muy extravagante, más bien comunes —explicaba el alto hombre. —Ah, y muy cortos, como siempre.

—Ahá... Lo tengo, escojo yo las tonalidades ¿No? —la pelinegro parecía estar escribiendo. —Entonces, tres shorts... ¿Algo más?.

—Playeras, accesorios, lo que quieras que combine con los pantaloncillos, vamos, tú sabes mucho más de eso que yo —reía el profesor.

—Vale, cariño. Veré lo que haré y te mando fotos de los bocetos esta noche —la pelinegro soltaba el lápiz para despedirse de la cámara. —Besos, au revoir.

El fornido hombre cortó la llamada sin antes despedirse de aquella mujer. Volvió a entrar a casa y notó cómo Kiawe ya había deborado su porción de Malasadas.

—Lo siento, profesor. ¡Son tan deliciosas! —se lamentaba cómo en un drama.

—Está bien chico, puedes sacar la mitad de las mías si quieres —sonreía el mayor acercándose a la mesa para sentarse a comer junto al moreno.

—Está tan rico, usted es el mejor —decía Kiawe tragando grandes pedazos de las Malasadas.

—Bueno, la verdad trato de ejercitarme día a día para verme así, pero no creo parecer 'rico' como dices —el profesor alardeaba mientras cortaba un trozo de la comida frente a él.

—¡Me refería a la comida, profesor! —reía el menor poniendo ambas manos sobre su trabajado abdomen. —Ah, ah, me llega a doler el estómago de la risa —soltaba entre carcajadas.

El mayor lo había hecho adrede, sonreía orgullosamente al ver cómo Kiawe disfrutaba de las tontas bromas que hacía él. Le encantaba ver cómo el menor sonreía, era tan tierno y sensual a la vez.

Terminaron de comer y se dirigieron al gigantesco sofá. El profesor ponía su musculoso brazo alrededor de los hombros del moreno, apegándolo más a él.
Kiawe había tomado la misma pose que tenía cuando llegó el mayor con las Malasadas, las piernas sobre el sofá y el huevo entre ellas.

Juntos veían una película en la TV, parecía ser de acción. Un hombre alto conducía un auto a máxima velocidad escapando de policías. Se escuchaban disparos y explosiones casi todo el tiempo.
El mayor observaba lo concentrado que estaba el moreno mirando la TV. Acarició su cara suavemente por un momento.
Podía notar como las mejillas de Kiawe se enrojecían poco a poco. Luego de unos minutos jugando con las orejas del menor, giró su cabeza y robó un beso sin previo aviso.

Los ojos de Kiawe, que se encontraban adormecidos por los cariños que le daba el profesor, se abrieron de sorpresa. Las manos del mayor se posicionaron alrededor de la cabeza del moreno, prolongando el dulce beso lo más que podía.

Al separarse, Kukui acarició las mejillas del casi-pelirrojo.
—Hoy iremos donde Guzma, prométeme, pero por favor, prométeme que no te enojarás conmigo —los labios del profesor comenzaban a tiritar.

 —¿Por qué habría de hacerlo? —las mejillas Kiawe comenzaban a perder su rojizo tono.

—Porque he hecho cosas de las que me arrepiento, y tú, siendo mi... —el mayor se interrumpía por un segundo pensando en lo que iba a decir. —Y tú... Siendo tan dulce conmigo no deberías enterarte de todo eso. Sin embargo, y sin explicación alguna Guzma también te quiere allá y, ¡no sé que voy a hacer!.

—Confío en usted profesor, de verdad —el moreno llevaba su mano a la cara del mayor, secando la única lágrima que sobresalía del ojo ajeno. —Usted me acogió en su casa, me ha dado un lugar donde dormir, donde bañarme, donde comer e incluso me ha dado... Bueno usted sabe de lo que hablo.

Kukui rió por un momento. Quitó sus manos de la cara del menor y se quedó mirandolo a los ojos unos segundos.
El profesor volvía a robar un segundo pero aún mas corto beso.

—Gracias, muchacho —sonreía el mayor, quien llevaba sus manos al azulado huevo. —Este pequeño... ¿Es como nuestro hijo, no? —decía antes de soltar una agradable risa.

—Supongo... —el menor reía desviando la mirada mientras acariciaba el ovalado especímen. 

—Hey —el fornido hombre decía seriamente separándose del moreno. —¿Me quieres?.

La ronca voz del mayor alertaba al joven de que estaba hablando completamente en serio.

—S-sí, creo que sí —Kiawe tartamudeaba llevando la mirada a los ojos del profesor, el cual funcía el seño.

—No me sirve un 'creo'. Dime ¿Me quieres o no? —la mirada y la voz del mayor intimidaban al moreno frente a él.

—S-sí, profesor —para ese entonces las mejillas del menor no podían tomar un color más fuerte que el rojizo que lucían.

—Entonces, es oficialmente nuestro hijo —el musculoso hombre borraba la tétrica y temerosa expresión de su cara, volviendo ahora una tierna sonrisa mientras acariciaba el huevo.

—¡Pro-profesor! —gritó el moreno exaltado. —¡Se está abriendo, se está abriendo!.

El huevo comenzaba a moverse de un lado a otro, tomaba un color amarillo brillante, en  señal de que estaba eclosionando. Pedazo por pedazo se fue rompiendo el cascarón, una gruesa y celeste cantidad de pelo se podía observar desde las aperturas.
Cuando por completo el huevo se rompió una celeste y pequeña criatura gruñó dulcemente.

—¡Es un Shinx! —gritaba alegremente el profesor.

El pequeño y nuevo pokémon se volteaba para mirar al moreno que se encontraba aún anonadado por la situación.
Volvió a gruñir con una tierna sonrisa al menor en forma de saludo.

—Qué lindo eres, joder —afirmaba Kiawe luego de salir de su congelado estado, abrazó con fuerzas al pequeño felino color celeste. —¡Tienes que ver a Litten, es un gatito al igual que tú! —el menor gritaba festejando la llegada de un nuevo amigo.

El profesor se puso de pie y buscó entre la ropa que el moreno había dejado tirada, abrió la mochila y encontró las pokéballs del menor.

—Toma, muchacho —decía el mayor pasándole las redondas cápsulas donde yacían sus otras críaturas. Sin antes dar un beso en la mejilla del moreno.

—¡Muchas gracias! —respondía Kiawe besando los labios del mayor en forma de agradecimiento, tomando ambas pokéballs. El moreno no cabía en gozo de la felicidad, tanto así que no notaba las acciones que realizaba. En otra situación, si hubiese besado al profesor así como así se hubiese enrojecido más que nunca, lo cual esta vez no sucedió.
El mayor observaba cómo Kiawe jugaba junto a Litten y Shinx, parecían llevarse bien.
De vez en cuando Litten le sacaba la lengua en forma de burla al profesor.

Las horas pasaron y Kukui observó su PokéVisor, ya eran más de las diez de la noche.

—Kiawe, debemos irnos —decía el de gorra apuntando al aparato en su muñeca.

El menor recordó el compromiso que tenían y metió a Litten dentro de su pokéball.
—Profesor... No tengo una para Shinx ¿Debería llevarlo en brazos? —preguntaba el más bajo con el tierno felino entre sus manos.

—Eh... Dame un momento —el profesor abandonaba la sala en dirección a su pequeño gimnasio al costado de su habitación.

Subió las escaleras y entró a la última sala del pasillo. Estaba completamente repleta de máquinas para ejercitarse. En una muralla se encontraba un pequeño cofre dentro, en él habían tres diferentes pokéballs: una amigoball, una pesoball y una lujoball.
Tómo una de ellas y cerró el baúl.
Bajó las escaleras para encontrarse nuevamente con el chico.

—Ten, es de mi colección —sonreía el mayor dándole una lujoball en sus manos, Shinx se encontraba en el suelo jugando con la frondosa alfombra —Es lindo, ¿no?.

El joven extranjero tomó la pokéball con cuidado, parecía costar bastante dinero. La observó por un momento y agradeció al profesor para luego asentir con su cabeza dándole la razón a la pregunta planteada.

—Salió a ti —decía el mayor esbozando una sonrisa. —...Igual de lindo.

El menor le devolvió una sonrisa acompañada del respectivo color tomado por sus mejillas.

—Vamos, entra aquí pequeñín —el menor se encontraba en cuclillas mostrándole la lujoball al felino. —Oye aquí, aquí.

—¿Y no le has puesto un nombre? —el profesor se ponía en cuclillas junto al moreno.

—En realidad, no. Aunque pensandolo bien... —Kiawe se volteaba mirando al fornido hombre frente a él —Ya que es nuestro "hijo" deberíamos ponerle un nombre ¿no?.

—Así que lo aceptaste —decía sin antes mostrar una sonrisa de oreja a oreja. —Podremos pensarlo cuando volvamos, tenemos que irnos muchacho —el mayor le besó la frente antes de ponerse de pie.

El moreno asintió con la cabeza sin darse cuenta cómo Shinx entraba a la lujoball.
Al girarse para hablarle al felino pudo notar tal acción. —Muchas gracias, pequeñín —sonreía.

Se puso de pie y recibió por parte del mayor un tipo de calza oscura, parecía ser deportiva.
z98;¿Qué es esto?z99;pensó examinando tal prenda de vestir.

—Son calzas deportivas, se ajustan a la piel y son elásticas para el "running" y esas cosas —explicaba el mayor. —No tengo nada más que prestarte, lo siento. Por cierto ya metí tu ropa a lavar, para mañana estará lista.

El moreno se puso la extraña prenda que nunca antes había visto, mientras el mayor se cambiaba de ropa. Era cierto, se ajustaba y se adhería completamente al tamaño de las piernas de Kiawe. Se sentía suave contra la piel, no era molesto como él pensaba.

Por último, el profesor le pasó una chaqueta color azul marino al menor para que se pusiese encima. —Ve a buscar tus zapatillas y nos vamos —decía el mayor ya listo para el compromiso.
El profesor vestía una polera oscura, muy delgada por cierto, pantalón a la rodilla con temática militar y sus respectivas zapatillas, acompañado de su gorra y sus gafas como era usualmente de ver.

Kiawe subió las escaleras, abrió su ropero, sacó un par de calcetines y su par de zapatillas favoritas. Se puso ambas cosas rapidamente y bajó las escaleras.

—Estoy listo —decía subiendo sus pulgares.

—Te ves guapo, muchacho —el profesor lo examinaba de pies a cabeza, luego recordó la hora y abrió la puerta principal.

Ambos subieron al auto del mayor, el profesor puso las llaves y comenzó a manejar en dirección a Colina Dequilate.

...

Llegando allá, entraron en una gran cueva, rl profesor parecía conocer el lugar perfectamente. Iluminó con una linterna y llegaron a un claro en el centro de aquella colina.

Kukui miró su PokéVisor para confirmar.
z98;Aún faltan 3 minutos, por poco no llegamosz99;se dijo para no poner nervioso al menor.

—Así que viniste, Kuké-ah —el peliblanco aparecía entre las sombras que le brindaba otra cueva de entrada al claro.

—Deja de llamarme así —ordenaba el profesor cubriendo con la espalda a Kiawe al igual a la última vez. —¿Qué es lo que quieres?.

—Nada... lo mismo de siempre. —se acercaba el lider del team Skull de hombros encogidos —¿No recuerdas?.

—Cállate —Kukui soltaba un grito bastante ronco y temerario.

—¿Qué? —Guzma abría sus ojos en forma de sorpresa. —¿Acaso el morenito no sabe?.

—Dime, ¿qué mierda quieres que haga para que borres esa fotografía? —el profesor parecía más enojado que nunca, Kiawe lo podía notar en la forma que sus musculos se tensaban.

—Bueno, bueno Kuké-ah... —el peliblanco se acercó al profesor, pasando sus manos sobre los pectorales de este. —Quiero que lo hagamos una vez más.

Kiawe retrocedía lentamente, la escena frente a sus ojos era fuerte para él. Sentía que no debía estar ahí.

—Alto ahí, morenito. Tú también estás invitado a la fiesta —señalaba Guzma. Acto seguido dos reclutas del team skull aparecieron empujando por la espalda al menor para que se acercase.

—No por favor, con él no te metas —suplicaba Kukui. —Es un niño aún, comprendeme, por favor.

—Es un niño ¿ah? —decía Guzma rompiendo la playera del profesor. —Dime entonces por qué lo besas ¿Ahora te dió con los niñatos?.

—Déjalo ir, Guzma. Y dile a tus reclutas que también se vayan, esto es personal. —susurraba entre dientes el fornido hombre sin playera.

—No soy estúpido, Kuka-éh —Guzma acariciaba los pezones del profesor. —Si mis reclutas no están, me golpearás como la última vez y borrarás la foto. Y descuida, ellos sólo cuidan de mi, ninguno tiene una cámara a parte de mi. Soy malo, pero soy justo cuando me lo propongo.

—Pero el chico —Kukui soltaba un gemido antes de seguir —deja ir al chico, por favor.

Guzma le hizo una señal al moreno para que se acercase, el menor no quería moverse hasta que el profesor lo llamó.

—Lo siento mucho por meterte en esto, Kiawe —susurraba el mayor.

—No se preocupe profesor, haré esto por usted —le respondía en voz baja el moreno.

—¡Ay, qué lindo es el amor! —Gritaba guzma antes de chispear sus dedos.

Dos reclutas sacaban un Ariados junto a un Spinarak. Ambos pokémon lanzaron su seda contra el profesor, dejándolo pegado de brazos y piernas al suelo.
A Kiawe se le vino a la cabeza el día que tuvo su encuentro con el vendedor de bayas, fue exactamente igual.

—Supongo que ya has follado con Kukui, ¿eh? —Guzma empujaba al moreno. —Maldita perra.

Kiawe se disponía a pegarle cuando un recluta lo sostuvo por detras.

—Ahora, quítale toda la ropa —ordenaba el encorvado hombre apuntando al moreno antes de acercarse nuevamente al recostado cuerpo del profesor. —Volvemos contigo, amorcito.

Guzma se bajaba los pantalones, dejando su ya erecto miembro al aire.
—No sabes cuánto extrañaba esto —decía el peliblanco introduciendo su largo miembro dentro de la boca del desnudo hombre frente a él. —Ni se te ocurra morder, zorra.

El despeinado hombre gozaba de dicha cabidad bucal, era tal cual la recordaba, amplia y de larga garganta. Guzma se sentó sobre el duro pecho del recostado hombre y comenzó a penetrar agarrando la cabeza del profesor entre sus manos.

—¡Ahgg... Se siente tan bien! —el encorvado hombre se enderezaba llevando su cabeza hacia atras del placer. —No hay boca como la tuya, Kuká-eh...

Kiawe observaba desnudo, no podía moverse entre dos reclutas afirmando sus brazos y piernas. La imágen era fuerte para sus ojos, no podía evitar cerrarlos aún escuchando los quejidos del peliblanco.

z98;Quizás si llego a corresponderle no le contará nada a Kiawe, no quiero que él se aleje de miz99;pensaba el profesor antes de empezar a succionar voluntariamente la verga del despeinado hombre.

—¡Así me gusta, Kuká-eh! —Guzma se emocionaba y comenzaba a penetrar más rápido.

z98;Como en los viejos tiemposz99;

Llegó un momento en el cual el peliblanco se acercó demasiado su pelvis a la cara del semi-desnudo hombre a su merced introduciendo por completo su larga verga dentro de la garaganta del profesor.
En esa posición se dedicó a embestir fuertemente, Kukui le correspondía succionando con más fuerza mientras su lengua jugaba con el largo del pene.
Un ronco orgasmo detuvo la escena, acompañado de un quejido por parte del mismo. Guzma se había ido dentro de la garganta del profesor, el semen sobresalía de la boca de este, escurriendo alrededor de su quijada rapidamente.

—¡Lo chupas tan bien, Kuká-eh! —reía el nuevamente encorvado hombre. —Ahora chico, ven tú.

El profesor le guiñó un ojo al moreno, dandole la libertad de hacer lo que dijese el peliblanco. Kiawe obedeció y se acercó a Guzma.

—Quiero que te pongas en cuatro y le des una buena mamada a Kukui como la buena puta que eres, ¿dale? —luego de dichas palabras el menor se agachó afirmandose sobre sus rodillas y sus codos, se disponía a lamer la verga del mayor cuando el despeinado hombre empujó su cabeza haciendo que entrase la mitad del pene de Kukui a la boca del moreno.

—¡No hagas eso, no puede metérsela por completo! —gritaba el profesor enfurecido.

—No te alarmes Kuká-eh, ha de tener potencial. Por algo estás con él ¿no? —decía  el peliblanco aún con su pie sobre la cabeza del moreno.

—Por favor Guzma, por favor te lo pido, no hagas que se sobreesfuerce —Kukui susurraba lastimosamente.

—Está bien, está bien oh —quitaba su pie de encima. —Igual tendrá que soportarme —decía pegando una palmada en las nalgas del menor.

Kiawe se mantenía lamiendo el grueso y grande pene del profesor, a pesar de tener que hacerlo a la fuerza cerraba sus ojos imaginando que estuviesen solos.
Todo tipo de imaginación fue destruída cuando el largo pene del peliblanco se introdujo por completo sin previo aviso dentro de Kiawe.

—¡Ahgg...! Tú si que estás apretado —se quejaba Guzma. —Pero sin dudas tienes un buen culo, ¿eh, putita?

z98;¿Cómo es posible que lo esté penetrando? Acaba de irse en mi bocaz99; se decía para si mismo Kukui.

Los gemidos de Kiawe eran suprimidos gracias a la verga del profesor dentro de su boca, cuando la sacaba para no ahogarse soltaba fuertes quejidos. Las estocadas del peliblanco eran rápidas desde el primer momento, no mantenía ningún cuidado con el menor.

—Ahh... Si que tienes un estrecho culo, con razón Kukui está contigo —se quejaba Guzma apresurando sus embestidas.

Kiawe se separó del miembro ya bañado en saliva del profesor gimiendo fuertemente sin parar. Esto causó que Guzma se descontrolara, si bien le había agarrado cierto odio al moreno, los gemidos de este eran bastante excitantes.

—¡Aguanta esto, pendejo! —gritó Guzma antes de soltar el segundo y prolongado orgasmo.

Siguió punteando al menor, cada vez mas lento mientras liberaba la segunda carga de semen de la noche.

—Tienes un buen culo —decía retirando su aún erecto miembro, cubierto con semen del trasero ajeno. —Ahora, limpialo.

Guzma tiró del cabello del moreno volteandolo bruscamente. Introdujo su polla a la boca de Kiawe, esta vez sin problemas. El pene del peliblanco era mucho menos grueso que el del profesor, por lo que podía succionarlo por completo si quisiese.

A medida que el moreno lamía la verga del encorvado hombre, unos reclutas cortaban la seda de Ariados y Spinarak junto a los shorts de Kukui dejando libre otra vez.

—Aún no hemos terminado, Kuká-eh —susurraba el lider del team Skull. —Te toca a ti.

El profesor comprendió las ordenes del peliblanco y se acercó a él.

—Tú, quítate —Guzma empujaba la cabeza de Kiawe sacando su verga fuera de la boca de este.

El encorvado hombre se sentó sobre un tronco, señalo a ambos desnudos hombres para que se acercasen.
Ambos obedecieron resignados.

—Súbete —el peliblanco apuntaba a su erecto pene con su barbilla. El profesor obedeció y se sentó, introduciendo lentamente el pene de Guzma dentro de su trasero.

El pálido hombre señaló a Kiawe, sorprendiendole para que se uniera.
—Tú tambien —ordenaba seriamente el tipo de grandes ojeras.

Kiawe dudó por un momento, pero la foto debía ser borrada por lo que debía obedecer en todo al peliblanco.
El moreno se subió al tronco y pasó una de sus gruesas piernas sobre las del profesor. 

—Yo te acomodo —le susurró el profesor.

Tomó al menor por la cintura y lo subió sobre sus piernas. El moreno giró su torso levemente para introducir el grande y venoso pene del mayor entre sus nalgas.
Lentamente estaba bajando cuando Guzma levantó sus caderas, provocando una fuerte embestida dentro de Kukui y el desequilibrio de Kiawe, haciendo que succionase por completo el pene del profesor con su trasero.

Un fuerte gemido se escuchó por parte de Kiawe, era la segunda penetración sin cuidado de la noche, y esta dolía mucho más que la anterior debido al grosor del miembro del profesor.

—Ahora Kuké-ah, es tu trabajo —dijo Guzma, haciéndole entender que solamente él debería moverse.

El profesor empezó a levantar su pelvis lentamente, siendo penetrado por Guzma mientras embestía a Kiawe. Era una rara sensación, sin embargo gozaba de aquello.

—¡Venga, más rápido mierda, no siento nada! —se quejaba el peliblanco agarrando las nalgas del profesor abriendolas para penetrar rapidamente cual excavadora.
Las fuertes estocadas del pálido hombre movían el cuerpo del profesor provocando de la misma forma el penetrar contra el joven.

Los dulces gemidos del moreno se entrelazaban contra los del fornido hombre dentro de él junto a los quejidos del peliblanco se formaba una completa sinfonía de jadeos.
Fue en ese momento cuando Guzma tomó las riendas del asunto, sus embestidas rápidas se descontrolaron, podía sentir cómo Kukui apretaba su entrada contra la base del largo miembro quejándose de aquello.
Una última estocada por parte del encorvado hombre liberó la definitiva corrida de esperma dentro del trasero del profesor.
Un fuerte y ronco orgasmo fue liberado por Guzma, quien apretó las nalgas de Kukui fuertemente para concluír.

—Ya, basta —dijo el peliblanco empujando al profesor fuera de su miembro ya flacido.

El fornido hombre cayó con Kiawe encima. Lo recostó a su costado, parecía realmente exhausto.

—Ahora, cumple tu parte del trato —decía seriamente aún entre jadeos el profesor tratando de ponerse de pie.

—Está bien, has hecho lo que quería —Guzma hacía una pausa —Sin embargo, este no es el final.

Luego de que todos se vistiesen, el peliblanco tomó la cámara del suelo y le mostró cómo borraba la foto.

—¿Contento? —decía levantando una de sus cejas. —Ahora. Atento morenito, este tipo que te "recibió" en su casa y blahblah, que por cierto abusa de ti, está casado. Tiene una esposa viviendo en Akala, supongo que no te lo ha dicho y... —Enfocó su mirada en la mano del profesor —ah obvio, si hasta se quitó el anillo para que no sospecharas.

El profesor se acercaba violentamente al peliblanco formando en sus manos unos fuertes puños, para la suerte de Guzma, fue detenido nuevamente por Ariados y Spinarak.
El moreno se encontraba anonadado, sus ojos abiertos por completo, miraba al profesor y al peliblanco. Sin recibir justificación alguna del fuerte hombre que lo había acogido daba por hecho que todas las palabras del pálido tipo eran ciertas.

—...Como decía; te prometerá el mundo entero, una vida acomodada, un amor eterno, ¡Pero chico! No cometas mi mismo error creyendo todas esas estupideces. Sólo te ocupa para satisfacer sus n
"necesidades" sexuales, es tan inmaduro que ni está preparado para una relación amorosa en serio. Yo si fuera tú me iría de esa casa lo más rápido que pudiese, porque obvio te tiene en su casa, ¿no? —preguntaba el peliblanco.

Kiawe asentía cabizbajo.

—Kiawe, por favor no le creas a este tipo, yo nunca haría ese tipo de cosas contigo. ¡Para mí, tú eres especial! —gritaba desde una esquina el profesor adherido al suelo por las fuertes telarañas.

—Ay sí, "para mí, tú eres especial" lo típico de Kukui, un asco la verdad. Atiende chico, toma tus cosas y vete a tu casa. Este tipo no es más que un farsante y un violador posesivo —Guzma señalaba al Kukui.

Kiawe se puso de pie lentamente, y sin levantar su cabeza corrió a una de las cuevas en dirección a la salida.

—¡Kiawe, no! —gritaba el profesor tratando de moverse.

El joven había abandonado el sector cuando Kukui comenzó a llorar.
—¡¿QUÉ MIERDA CREES QUE HICISTE?! —gritaba exaltado —¡ESE CHICO NO TIENE DÓNDE MIERDA IR, VINO DESDE KANTO!.

—Ah, ¿así que incluso extranjeros te tiras?, eres desagradable Kuká-eh —decía el peliblanco subiendo a una camioneta que se encontraba escondida entre los árboles. —Cuídate, Kuká-eh. Ahora sueltenlo —ordenaba Guzma agitando su mano en forma de despedida.

Un veloz Trumbeak cortó la seda con un feroz ataque ala, volviendo por la cueva donde se había ido la camioneta en la que había subido Guzma.

"Kiawe" era lo único que retumbaba en la cabeza del profesor que se encontraba corriendo en dirección a la salida.
z98;Tengo que encontrarlo, debo encontrarloz99;se repetía a si mismo. Por primera vez en la vida Kukui sentía que se estaba enamorando, necesitaba encontrar al menor, necesitaba tenerlo en sus brazos nuevamente y explicarle todo lo que el lider del team Skull le dijo. Necesitaba por sobre todo, tenerlo a su lado.

Notas finales: Y bien, ¿Qué les pareció el capítulo?
Intriga saber qué es lo que hará Kiawe, ¿no?
¿Que piensan ustedes? Comentenlo en una review.
Muchas gracias por leer.
¡Hasta luego!   Equipo de Kiawe:

Litten M Nivel 15
Habilidad: Mar llamas
Movimientos:
-Ascuas
-Arañazo
-Lengüetazo
-Doble equipo

Charizard M Nivel 39
Habilidad: Mar llamas
Movimientos:
-Lanzallamas
-Ataque ala
-Vuelo
-Golpe roca

Shinx M Nivel 1
Habilidad: ???
Movimientos:
-???
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