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Simpatía por el Diablo por Annika Blomkvist

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Capítulo III

Leitmotiv

 


 I


 —¡Joder eso ha estado cerca! —exclamó Alois.

Después de que lograron alejarse de Michaelis y Faustus, habían llegado hasta el Mirador del Cisne, que se hallaba desierto a esas horas de la noche.

—Sí, y no gracias a ti precisamente —dijo Ciel mientras se sentaba en uno de los banquitos de madera que había en la estancia.

Alois también se sentó y se echó a reír a carcajadas de repente.

—¿Qué es tan divertido? ¿Te parece muy entretenida toda esta situación? ¿Vas a decirme por fin qué fue lo que viste? —dijo Ciel malhumorado.

—¡Besas horrible Ciel! —exclamó Alois sin parar de reír—. ¡Tu lengua casi me llega hasta la garganta!

—¡Cállate imbécil! No tuve otra opción. No creas que fue para mí fue un sacrificio muy agradable, en especial sabiendo que ahora soy propenso a contraer alguna enfermedad de dudosa procedencia, ya que tú te has besuqueado con la mitad del Weston. Espero que ni se te ocurra contarle a nadie de esto.

—Sabía que no podrías resistirte a mis encantos —canturreó el rubio ignorando el comentario de su amigo—. ¿Acaso ese ha sido tu primer beso? —el leve sonrojo en las mejillas de Ciel fue respuesta suficiente—. ¿En serio nunca habías besado a nadie antes?

—Cierra la boca, ¿Por qué mejor no te limitas a contestar mis preguntas? ¿Qué fue lo que viste?

—¡Vamos Ciel que no te de pena! Si quieres puedo hacer la caridad y enseñarte algunos trucos para besar… —Alois se detuvo en seco al ver la mirada asesina de Ciel, suspiró con cansancio y cambió de tema—. Pues odio reconocerlo, pero tienes razón, algo extraño está sucediendo. Parecía que estaban haciendo una especie de ritual o algo así.

—¿Un ritual? ¿Pero de qué tipo?

—No lo sé, fue todo muy extraño. Como te dije, estaban un montón de sujetos cubiertos con unas túnicas negras, a la mayoría de ellos no se les distinguía el rostro, pero creo que eran profesores de aquí. Estaban todos reunidos en torno a un extraño símbolo en el suelo, Grell Sutcliff cargaba unas velas blancas y negras, y William T. Spears colocó al chico este de Green Lion en el centro del símbolo, lo peor de todo es que estaba desnudo.

—¿Desnudo? ¿Y qué le hicieron?

—No lo sé Ciel, Cheslock en ese momento dejó de tocar el violín y se acercó hasta donde estaba el director y le entregó un libro bastante grueso, el chico de Green Lion le dijo algo a Cheslock, parecía estar suplicando, pero él lo ignoró completamente. Luego el director Spears abrió el libro en una página y creo que empezó a recitar algo. Después fue cuando me arrojaste la piedra en la cabeza —Alois parecía algo preocupado y no dejaba de caminar de un lado a otro—. La verdad es que todo parecía bastante perturbador, pero evidentemente el profesor Michaelis y el subdirector Faustus son cómplices, ¿No viste la mirada amenazadora que nos lanzó? Y tú que ya te ibas a poner a replicarle, ¡Nos pudieron haber hecho algo!

—A mi no me intimida ese idiota —respondió Ciel pensativo—. Dime algo, exactamente ¿Cómo era el símbolo?

—Era una estrella de cinco puntas encerrada en un círculo.

—Mmm… quizás pueda tratarse de algún ritual satánico —Ciel se levantó y empezó a encaminarse hacia su dormitorio—. Mañana a primera hora me pasaré por la biblioteca, por ahora buscaré algo de información en mi portátil. Ya es tarde.

—¿Ritual satánico? ¿No crees que estás yendo muy lejos?

—Tú mismo lo viste, Alois. Es evidente que tiene que tratarse de algo así. Hay algo aquí que no encaja. ¿Me vas a ayudar a averiguarlo o no?

—Está bien Ciel, pero si las cosas se complican, me retiro. Me preocupa lo que pueda hacer el profesor Michaelis si nos descubre.

Ciel simplemente rodó los ojos en respuesta. — Entonces, ¿Nos vemos mañana a las 8 am en la biblioteca o no?

—¿Tan temprano? —el rubio hizo una mueca—. Vamos Ciel, mañana es sábado, ten un poco de clemencia. ¿A las 10 te parece bien?

—Está bien, nos vemos a esa hora. Buenas noches.

Después de despedirse, cada uno siguió su camino en silencio hacia su respectivo dormitorio, ignorando completamente el hecho de que alguien había escuchado su conversación...

 


 

II


 

El fin de semana pasó con ciertos contratiempos para Ciel y Alois. No pudieron concretar su reunión en la biblioteca, ya que el profesor Michaelis los levantó a las 6 de la mañana para cumplir con su castigo y se encargó de que ambos estuvieran todo el día haciendo labores de limpieza y cocina; Clayton y Soma, al enterarse de que sus respectivos sirvientes habían incumplido el reglamento, les asignaron una sanción extra, obligándolos a realizar unas traducciones de unos libros en latín. Terminaron todas las labores aproximadamente a las 10 de la noche, Ciel estaba tan exhausto que en cuanto se dejó caer en la cama, se sumió en un sueño profundo.

El domingo fue la misma rutina, a excepción de la primera hora de la mañana, en la que ellos tuvieron que ayudar a oficiar la misa y luego colaborar con la limpieza en la Capilla. Hacia las 5 de la tarde los liberaron del castigo y acordaron encontrarse en el Mirador del Cisne a las 10 de la noche, cuando ya los Prefectos y el resto de los sirvientes estuviesen en sus dormitorios.

Ciel fue el primero en llegar y se recostó sobre uno de los banquitos mientras esperaba a Alois. Empezó a dormitar hasta que a la media hora llegó el rubio.

—Lamento la tardanza Ciel, pero Soma me puso a limpiar los establos, fue como una especie de castigo a última hora. Creo que se tomó en serio lo de reprenderme —dijo Alois dejándose caer en el banquito—. ¿Y a ti que tal te trató Clayton?

—Pues no lo he vuelto a ver. Estuve encerrado en mi habitación para evitar encontrármelo y me mandara a hacer algo más —respondió Ciel somnoliento—. Pero no estuve ocioso, por supuesto. Tengo información de interés.

—Suéltalo.

—Hablé con mi padre por teléfono. Por supuesto que no le conté nada de lo que vimos, ni nada de lo que ha estado sucediendo. Pero me dijo que me andara con cuidado, porque según y que les llegó a Scotland Yard un informe sobre la desaparición de un estudiante de aquí del Weston. Cuando le pregunté cuál estudiante era, a que no adivinas a quién me nombró.

Alois se puso completamente pálido y sus ojos se abrieron como platos. —El chico este de Green Lion que vi en el ritual, ¿No es así?

—Eso es correcto —asintió Ciel—. James Underwood de Green Lion fue reportado como desaparecido desde el sábado, es decir, ayer. Sus compañeros se preocuparon cuando no apareció por ningún lado, y mi primo, como Prefecto de ese dormitorio, intentó hablar con el director Spears, pero como éste no quiso atenderlo, ni tampoco el subdirector Faustus, él tuvo que hablar con mi padre que trabaja como investigador para Scotland Yard. Han intentado por todos los medios establecer algún tipo de contacto con la directiva del Weston College pero nadie les ha dado respuesta.

—Joder Ciel, eso es grave. Eso quiere decir que tal vez lo torturaron y lo tienen escondido. O quizás algo peor que eso.

—Posiblemente esté muerto —dijo Ciel sin mucho tacto—. Estuve investigando en Internet sobre rituales satánicos, y si bien la mayoría de ellos coinciden con algunas características de lo que tú viste, estuve descartando y sólo hay dos posibilidades: o se trataba de algún ritual sexual, o un ritual de invocación demoníaca. Y en ninguno de los dos casos el pobre James tiene posibilidades de salir airoso.

—¿Estoy escuchando cosas, o acabas de sugerir que existe la posibilidad de que todo esto esté relacionado con seres sobrenaturales?

—No he hecho tal cosa. Sólo estoy diciendo que en la directiva del Weston College hay un montón de chalados que tienen alguna especie de secta satánica y que creen que utilizando a estudiantes inocentes van a invocar a ‘alguien’ que no existe. Claro, la ironía que encierra todo esto es que estamos en una escuela católica —Ciel soltó una risilla sarcástica.

—Ciel, ¿y ahora que vamos a hacer? —interrumpió Alois—. ¡Tenemos que contarle a alguien lo que vimos! ¿Qué tal si hacemos mañana una reunión aquí con los 4P y les contamos todo?

—Tienes que estar de broma, no creo que sea muy sensato contarle a los 4P porque evidentemente ellos también tienen que estar involucrados…

—¿No acabas de decir que tu primo Edward no estaba al tanto de la desaparición de Underwood? Eso quiere decir que él no estuvo en el ritual, de hecho, el único Prefecto que vi allí cuando espiamos fue a Cheslock.

—Tal vez está fingiendo, o como tú dices, quizás el único involucrado es el Prefecto de Violet Wolf o que se yo. Igual no es sensato decirles nada todavía,  primero tenemos que averiguar qué planean hacer para este viernes 31 y ser discretos. Creo que alguien más está al tanto de nuestra pequeña investigación —Ciel extrajo de su bolsillo un papel doblado—. Dejaron este papel en mi casillero, no sé exáctamente qué significarán esas palabras, pero debe ser algo relacionado con lo del ritual que viste.

Alois tomó la hoja y le echó un vistazo, todo el texto estaba en latín. Hizo una rápida traducción mental con los básicos conocimientos que tenía del idioma, y no le hizo falta leer completo lo que decía para saber el significado de aquello.

—Vamos Ciel, ¿En serio no reconoces esto? ¡Es la canción de los Rolling Stones Sympathy for the Devil en latín!

Ciel le arrancó la hoja de las manos y volvió a leer con atención. —¡Tienes razón! No me había percatado. Pero, ¿Qué tiene esto que ver?

—Ni idea —musitó Alois—. Pero ciertamente hay alguien vigilándonos, ¿Será eso una advertencia o alguna clase de pista? ¿Habrá sido el profesor Michaelis?

—No seas ridículo Alois. Debe ser alguien más. Tienes una extraña fijación con Michaelis —dijo Ciel mientras analizaba absorto el significado de aquellas palabras plasmadas en el papel. Definitivamente todo eso se ponía cada vez más interesante.

sympathiam faciat pro diabolo

¿Pero qué rayos significaba eso?

 


 

III


 

Se incorporó bruscamente de la cama y miró a los lados, algo desorientado; le molestó ver que todo estaba sumido en una completa oscuridad y que el lugar se le hacía más claustrofóbico de lo que recordaba. Volvió a mirar su brazo con la esperanza de que todo aquello se tratara de un mal sueño, pero allí seguían grabadas como cicatrices las palabras de aquella canción. Se palpó la sienes y suspiró con hastío, el dolor de cabeza no parecía haber mejorado en nada tras su “siesta”, y todos esos recuerdos que lo embargaron mientras estuvo inconsciente sólo le confirmaron lo que ya sospechaba: esos extraños sucesos del Weston de alguna forma tenían que ver con él, y que su querido “profesor” Michaelis y compañía estaban planeando eso desde hacía tiempo. Posiblemente Sebastián ya llevaba dándole caza y solamente había estado esperando el momento oportuno para atacar. Alois tenía razón después de todo.

—¿Te sientes mejor? —preguntó alguien a sus espaldas con fingida inocencia mientras le tendía un vaso con agua—. ¿Alguna vez te han dicho que luces realmente encantador cuando duermes? Te ves un poco más… ¿Humano?

—Cállate, no seas ridículo —dijo el menor mientras le arrebataba de las manos el vaso con agua—. ¿Será que puedo volver a mi dormitorio? ¿Ya te divertiste lo suficiente viéndome sufrir?

La habitación seguía envuelta en la penumbra y lo único que Ciel podía ver eran los penetrantes ojos escarlatas del profesor Michaelis.

—Créame joven Phantomhive, que una eternidad nunca será suficiente para dejar de divertirme de usted —Sebastián encendió una vela y la colocó en el piso. Fue ahí cuando el menor se percató de que ya no se hallaban en la habitación de Michaelis.

Estaban en un cuarto bastante pequeño que asemejaba el estilo de esos castillos medievales;  el piso y las paredes eran de piedra rústica, había una pequeña ventana cerca del techo que tenía unos barrotes de acero y la puerta era de madera. A parte del catre donde estaba el menor, no había ningún tipo de mobiliario o decoración adicional.

—¿Dónde estamos ahora? ¿A qué estás jugando?

—Eso realmente no es importante en este momento —respondió el mayor mientras se sentaba en el borde de la cama junto a Ciel. La cercanía de Sebastián puso nervioso al menor y de inmediato trató de alejarse lo más que le fuese posible de aquel ser. Michaelis en respuesta sonrió ampliamente—. No seas mal pensado. Sólo quiero ver tu brazo.

Acto seguido, tomó el brazo de Ciel ejerciendo cierta presión en él, ocasionando que el menor soltara un quejido de dolor. —¡Ten cuidado, maldita sea!

—¿Apenas llevas marcado la mitad de Sympathy for the devil y caíste inconsciente? Qué débil —murmuró Sebastián pensativo—. No hay mucho tiempo —sacó de su bolsillo un reloj antiguo, redondo y plateado, y lo miró con preocupación.

—¿No hay tiempo para qué? ¡¿Quieres decirme de una vez por todas que está pasando?! —gritó Ciel exasperado—. ¡Tú fuiste quién puso esa nota en mi casillero con esta misma letra en latín! ¿No?

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Sebastián. —Oh, así que ya estás empezando a recordar. Interesante. Dime, ¿Qué más recuerdas de esa semana?

—¡Casi todo, joder! Sólo algunas cosas que no encajan, pero ya puedo hacerme una idea de lo que pretend…

—Supongo que también recordarás esto —Sebastián en un ágil movimiento atrajo a Ciel hacia sí y estampó sus labios contra los de él de forma violenta, sin darle al menor tiempo de reaccionar.

Ciel en vano intentó resistirse a la intrusión de su boca, por mucho que lo negara, había un magnetismo que desprendía Sebastián que lo atraía irremediablemente, no pudo evitar ceder ante la tentación de las caricias y besos de aquel demonio, y terminó devolviéndole el beso con ganas.  En todo aquello había una extraña familiaridad, era como si él y Sebastián llevaran tiempo siendo amantes.

Ciel cortó el beso algo acalorado y vio cómo Michaelis lo miraba lleno de deseo, antes de que el mayor volviera al ataque nuevamente, Phantomhive lo interrumpió rápidamente. —Lo siento, profesor , pero entre mis recuerdos no hay nada de esto. ¿Podría ayudarme a rememorar?

Durante un segundo, Sebastián pareció descolocado, pero recompuso su expresión rápidamente y sonrió lujuriosamente. —No habrá ningún problema con eso, joven Phantomhive.

Esta vez fue Ciel quien no le dejó tiempo a Sebastián para reaccionar y se abalanzó sobre él en una beso demandante; el mayor no se quedó atrás y recostó a Ciel sobre la pequeña cama, tomando el control de la situación. Posiblemente terminaría arrepintiéndose de todo aquello, ya que él sabía que Sebastián sólo estaba utilizándolo, pero en ese momento era lo que menos le importaba, así que simplemente se dejó llevar.

—Sebastián, ¿Ya está todo listo con Ciel? No nos queda mucho tiemp… —Claude irrumpió en la habitación y se interrumpió cuando vio la escena que se desarrollaba frente a él. Ciel se quedó de piedra cuando vio a Claude y como pudo apartó a Sebastián. Ëste último se levantó de la cama rápidamente y le lanzó una mirada de desprecio a Faustus.

¡¿Qué demonios estás haciendo, Sebastián?! ¡El tiempo se nos acaba y tú te pones a jugar con la comida! —Claude comenzó a hablar en un idioma completamente desconocido para Ciel.

No me molestes que lo tengo todo bajo control —siseó Sebastián—. Él pronto recordará todo y podremos comenzar.

¿Aún no recuerda nada? Sebastián, no lo arruines, ya yo he hecho mi parte con Alois Trancy; sólo falta Phantomhive, él es la pieza clave en todo esto, ¿Recuerdas? —gruñó Claude—. No hemos esperado tanto tiempo ni utilizado tantas almas para nada, no voy a permitir que el deseo exacerbado que ese mocoso te produce arruine nuestros planes. Además, te recalco que el que nos metió a todos en este lío fuiste tú , así que, ¿Qué tal si dejas que me encargue de Phantomhive?

Así que ahora toda la culpa es mía, supongo que después de tantos años se te olvidó quién fue el que realmente empezó con todo esto. Creo que es tiempo de volver a recordarte tu lugar —los ojos de Sebastián se oscurecieron y un aura amenazadora comenzó a cubrir la habitación.

—¿En serio quieres iniciar una pelea ahorita? — respondió Claude en el mismo tono amenazador —. ¿Quieres seguir perdiendo el tiempo y arruinarlo todo, otra vez?

Sebastián le dirigió una breve mirada al menor, quien a su vez los miraba confundido; el demonio suavizó un poco su expresión — Llévalo a otra sala para que termine de escribir el resto de Sympathy for the Devil, con eso bastará para que vuelvan sus recuerdos —dijo Michaelis con cierta resignación—. Aunque no creas que esto va a quedar aquí.

Claude simplemente asintió de mala gana y obedeció.

—Sígueme, mocoso.

Me pregunto si le seguirás llamando así después que lo recuerde todo dijo Sebastián antes de que Claude abandonara la estancia, y luego se dirigió a Ciel—. Lo siento Phantomhive, tendremos que dejarlo para otra ocasión —susurró tras guiñarle un ojo, sabiendo que aquello era una completa mentira. No habría “otra vez” para Ciel Phantomhive.

 


 

IV


 

Claude lo guió por unas empinadas escaleras de caracol, estaba todo sumido en la penumbra, la única luz que había era la del candelabro que llevaba Faustus; Ciel sentía que había regresado unos cuantos siglos atrás, como si estuviese en el medioevo, todo lucía bastante antiguo y desfasado en el tiempo. Finalmente llegaron hasta un amplio salón, estaba mejor iluminado ya que había varios candelabros colgando del techo, sin embargo la estancia lucía igual de lúgubre y arcaica. En el medio de la sala, había una mesa redonda de madera y una silla, y allí estaban dos pergaminos y un frasco de tinta. Ciel ya se imaginaba para qué era aquello.

—No pienso seguir marcando mi piel con eso. ¡No lo haré!

—Cállate y siéntate —espetó Claude. Como el menor volvió a negarse, a Faustus no le quedó de otra que sentarlo a la fuerza.

Una vez en la silla, Ciel intentó levantarse, pero el demonio colocó unos correajes alrededor de su cintura, piernas y pecho. Solamente quedaron los brazos libres. —¿Pero qué demo…? ¿Qué estás haciendo? ¡Libérame!

—De nada te servirá patalear, quédate quieto Phantomhive y limítate a terminar de escribir.

Después de decir aquello, Claude empezó a murmurar unas palabras que el menor no comprendió, y repentinamente, sus manos comenzaron a moverse por cuenta propia; tomó la pluma, la mojó en el tintero y él, sin quererlo, comenzó a escribir la estrofa siguiente de Sympathy for the devil. El característico ardor comenzó a escocerle la piel y vio cómo las letras se empezaban a marcar en su otro brazo.

—¿Qué has hecho Claude? —Ciel no podía parar de escribir, a pesar de que se resistía, sus manos actuaban por cuenta propia.

—Nos vemos en un rato, Phantomhive.

Antes de retirarse, Claude se acercó hasta una de las esquinas del salón y se agachó hacia una persona que estaba en el suelo hecha un ovillo. Ciel pudo distinguir unos cabellos rubios sobresalir.

Your highness, ¿Cómo se siente? No se tomó el vaso con agua que le dejé. ¿Necesita otra cosa?

Alois Trancy torpemente se incorporó, estaba débil y tenía unas magulladuras en los brazos, miró directamente a los ojos del mayor y había un desprecio y odio palpable en los ojos azules del rubio, parecía un animalito herido. Trancy tomó el vaso de agua que estaba en el piso junto a él y se lo vació a Claude en la cabeza.

—¡No quiero nada de ti! ¿Me entendiste? ¡Nada! ¡Ahora déjame en paz, maldición! —gritó el rubio, aventando contra el suelo el vaso y rompiéndolo en pedazos—. ¡Te odio, Claude!

Yes, your highness —el mayor se levantó e hizo una breve reverencia y salió de la habitación.

¿Your highness? ¿Pero qué rayos había sido aquello? Ciel había presenciado todo completamente atónito. ¿Por qué Claude trataba a Alois como si fuese un Príncipe o algo por el estilo? Además, ¿Qué rayos hacía el rubio en ese lugar? Si ya antes estaba confundido, aquella escena terminó por desconcertarlo más todavía, si es que eso era posible.

Al cabo de 15 minutos, Ciel, exhausto, terminó de escribir lo que faltaba contra su voluntad. Se dio cuenta de que ya podía levantarse de la silla y aprovechó para secarse  un sudor frío se deslizaba por su rostro. Observó sus dos brazos ahora marcados y sintió repulsión por todo aquello; tenía que hacer algo pronto antes de que Claude regresara, podía hablar con Alois e  intentar fugarse con él.

¡Alois, eso es!   Ciel durante esos 15 minutos se había olvidado por completo de la presencia del rubio, así que corrió hacia la esquina del salón y vio a su amigo otra vez hecho un ovillo en el suelo. Lo zarandeó con cierta brusquedad al tiempo que susurraba su nombre para que reaccionara.

—¡Alois levántate ya! Tenemos que salir de aquí antes de que regrese Claude.

El rubio se levantó con parsimonia y se recostó de la pared al tiempo que le daba una mirada burlona a Ciel. —¿Escapar dices? Tú y yo ya estamos condenados desde hace tiempo, así que no hay manera de escapar. No tiene sentido retrasar lo inevitable...

—¿De qué rayos estás hablando? ¡Tenemos que salir! Después me cuentas cómo llegaste aquí, pero ahorita no hay tiempo —Ciel no pareció hacer mucho caso a las palabras de su amigo y lo jaló de la mano para que fueran hasta la puerta.

Alois lo apartó de muy malas maneras y lo miró con frialdad. —Phantomhive, ¿Qué parte de lo que está sucediendo aquí no has entendido?

—¡No entiendo una mierda lo que está sucediendo aquí! Pero lo único que sé es que quiero salir y regresar al Weston, o por lo menos a un sitio donde pueda conseguir un móvil y comunicarme con mi padre…

El rubio soltó una sonora carcajada al escuchar la última frase. —¿Tú padre dices? —otra carcajada—. Eres más estúpido de lo que pensé.

—¿Y a ti qué te pasa? —siseó Ciel empezando a perder los estribos y estrujando a Alois por la camiseta—. ¿Por qué en la mañana decías no recordar nada y me hiciste quedar mal frente a Spears? ¿Acaso sabes algo que yo ignore?

—Vamos Phantomhive, cálmate. Spears es uno más en su juego, tú lo sabías —respondió Alois burlón—. Me resulta divertido ver cómo alguien de carácter tan altivo se dejó engañar por unos demonios tan fácilmente. Aunque no te juzgo, yo también caí en su trampa y tuve que seguirles el juego, es todo.

—Alois, no tengo tiempo para indirectas. Ve al grano.

—Todo fue una puesta en escena —susurró el rubio al oído de Ciel—. Tus padres, el Weston College, los 4P, el ritual del viernes 31, todo fue un montaje bien preparado por parte de esos demonios y tú y yo caímos en su juego.

—¿De qué estás hablando? ¡Explícate bien, maldición! —dijo Ciel comenzando a zarandear al rubio.

—Ellos siempre se aprovecharon de nosotros —continuó Alois, haciendo caso omiso a la pregunta—. Nos creíamos muy listos y con mucho poder, nos hicieron creer que nosotros teníamos el control sobre ellos, pero en realidad siempre fuimos las marionetas de esos demonios y movían los hilos a su gusto. Y bueno, henos aquí.

Ciel suspiró molesto. —Me largo, no tengo tiempo para tus idioteces. Yo sé qué es lo que pretenden hacer esos demonios y por esa misma razón no me pienso quedar un minuto más aquí. Suerte.

—No sabes absolutamente nada. Dime algo, ¿No te parece demasiado casual que en todos los sucesos extraños que ocurren en el Weston de algún modo terminas involucrado? ¿O es que tu egocentrismo no te permite darte cuenta de que nada es accidental?

—Claro que me he dado cuenta, idiota. Al fin y al cabo son demonios y todo este tiempo se han estado escudando en el Weston para alimentarse de almas en sus rituales demoníacos. Ya me he dado cuenta que también están interesados en las nuestras.

—¿Y nunca te has preguntado por qué? —interrogó Alois escrutando a Phantomhive.

—Alois, en serio me encantaría quedarme aquí debatiendo contigo las razones por las que unos demonios pudieran estar interesados en nuestras almas —respondió Ciel con sarcasmo—.  Pero creo que prefiero salir de aquí e irme a casa.

—Joder, cómo odio a este Ciel, sería últil si recordaras todo ahora… —murmuró el rubio para sí.

Ciel empezó a caminar hacia la puerta, cuando de repente escuchó esas palabras que le helaron la sangre e hicieron que se detuviera abruptamente.

—Tus padres están muertos —canturreó el rubio—. En realidad todos están muertos desde hace años.

—¿Pero de qué habl… —se interrumpió en medio de la frase, un dolor lacerante en su cabeza le hizo doblarse del dolor y cayó en el suelo. Alois se acercó a él y vio como Ciel se retorcía en el suelo de dolor.

—¡Maldición! ¿Qué es esto, Alois? —pronunció con dificultad Ciel. Pero de repente, el dolor cesó y se abrieron paso muchas imágenes a la vez en su mente; primero apareció una gran mansión en llamas, luego estaba él dentro de una jaula junto a otro montón de niños, un altar de sacrificio, sangre, suciedad, oscuridad, unos penetrantes ojos rojos, un elegante mayordomo, Sebastián era su nombre; ¡Sebastián! Pensó Ciel. Luego recordó una estrella de cinco puntas, era un sello; ¡El contrato! ¡La venganza! Más imágenes siguieron aglomerándose en su cabeza, al tiempo que sentía un ardor en su ojo derecho, se llevó la mano hacia su ocelo y sintió algo caliente emanar de él, era sangre.

Ciel cerró los ojos con fuerza y cesaron las imágenes, sólo había oscuridad. Pudo escuchar la puerta abrirse y unos pasos a su alrededor; él estaba tirado en el suelo, así que todavía con los ojos cerrados, se incorporó lentamente y los abrió. Frente a él estaba Sebastián escrutándolo en silencio. Ciel sintió la necesidad de mirar sus brazos y se sorprendió de no encontrar grabados los versos de Sympathy for the devil , su piel volvía a estar lisa y pálida como siempre. Volvió a pasar su mano por el ojo y no había rastro de sangre, sin necesidad de verse en un espejo, él sabía que el sello del contrato volvía a estar en su ojo, después de tanto tiempo.

Sebastián miró su mano y allí también estaba el tan conocido pentagrama.

—Veo que finalmente ha despertado —dijo el demonio al tiempo que se arrodillaba frente a Ciel y hacía un reverencia—. Cuánto tiempo ha pasado, Joven Amo...

Notas finales:

1. Leitmotiv: Es el motivo central o recurrente de una obra literaria o cinematográfica. En un principio el término era utilizado en el ámbito musical para hacer referencia a una melodía o tema que estaba presente en la composición de una obra, generalmente se le identificaba con un determinado contenido poético, y hacía referencia a él cada vez que aparecía. Así, una determinada melodía puede simbolizar a un personaje, un objeto, una idea o un sentimiento. En el caso de la literatura puede ser una frase, símbolo o metáfora recurrente dentro de una obra narrativa. Es la constante inspiracional. Fuente: Wikipedia.


 


Holaaa a todos/as! Muchas gracias a quienes dejan sus reviews y a quienes leen esta historia! Nos vemos pronto.


Les mando un abrazo.


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