Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Simpatía por el Diablo por Annika Blomkvist

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaa a todos/as! Acá les traigo el capítulo 6 después de un tiempito, lamento la tardanza!

Las letras en cursiva son para los hechos narrados en pasado.

 

Capítulo VI

Remembranzas de un pasado, parte I


Alois, muerto. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Ciel.

El rubio se había ahorcado. Aquello parecía tan irreal, pero ese hecho sólo demostraba que la profecía de Gregory Violet se estaba cumpliendo; no quedaba ahora lugar a dudas que aquel chico que aparecía en el dibujo junto al árbol del ahorcado era Alois Trancy. Pero, ¿qué tenía que ver aquel extraño sueño en dónde Ciel se había vislumbrado a sí mismo en aquel árbol? ¿Qué significado tendría?

A pesar de lo desconcertante que se había vuelto todo, Ciel sabía perfectamente la consecuencia que traía consigo la muerte del rubio. El hecho de que Alois se hubiese suicidado y no lo hubiese asesinado alguien más, cambiaba por completo todo. Y ahora era imposible hacer el ritual definitivo para que los demonios consumiesen sus almas y se solventara todo aquel desequilibrio en el mundo sobrenatural, originado hacía ya muchísimos años atrás.

¿Pero por qué Alois se había suicidado? Se suponía que el rubio quería también acabar con todo aquello y que Claude consumiera su alma. ¿Sería acaso esa su venganza contra Faustus por todas las humillaciones hechas durante años? ¿Era su forma de que el demonio se quedase sin su festín, y ahora tuviesen que recurrir al "Plan B" para arreglar todo ese entuerto? ¿O no sería que más bien…?

—Sebastián, ¿acaso tú lo incitaste para que se suicidara?

—¿Tiene importancia eso, Joven Amo? —dijo con cierta frialdad—. ¿En serio ahora viene a quejarse cuando estoy tratando de salvarle la vida?

—¿Salvarme la vida? ¿Qué has hecho, imbécil? ¿Acaso te pedí que me salvaras? —gritó Ciel furioso—. ¡¿Por qué tienes que retrasarlo todo, Sebastián?! ¿No es mi alma lo que quieres?

Sebastián no respondió y le dio la espalda al menor. Parecía estar realmente contrariado y estar librando una batalla consigo mismo. Hasta para él era incomprensible por qué hacía todo aquello.

Ciel se dejó caer al suelo y comenzó a propinarle puñetazos al césped. No podía evitar sentirse frustrado, ¿por qué todo era tan complicado con ese maldito demonio? ¿Por qué tenía que estar pasándole todo eso a él? No podía creer que aquel imbécil había incitado a Alois para que se suicidara, a pesar de todo, le había cogido cariño al rubio y no podía creer que estaba muerto; a parte de que le resultaba incomprensible la actitud de Sebastián, ¿qué estaba tramando? Dejó salir de su garganta un grito de desesperación pura, y continuó golpeando con rabia el suelo. ¡Maldito Sebastián! ¡Maldito Claude! ¡Malditos Shinigamis!

—¡Te odio Sebastián! ¡Te odio! —gritó con fuerza Ciel.

—¿Quieres cerrar la boca y dejar el berrinche? —dijo el demonio mientras cubría rápidamente la boca del menor con su mano—. Él está cerca, puedo sentirlo.

Ciel se zafó molesto del agarre. —¿Él? ¿Te refieres a Claude?

—Sí. Vámonos de aquí, ya no es seguro —dijo Sebastián mientras cogía por un brazo a su joven amo y miraba a su alrededor con desconfianza—. Conozco un sitio en el que podemos ocultarnos temporalmente.

Tomó a Ciel y, a pesar de la resistencia del menor, lo cargó entre sus brazos, y echó a correr a toda velocidad.

Le quedaba menos tiempo del que pensaba...


I

Todo había iniciado a finales de 1888 y principios de 1889, cuando Ciel estaba a punto de concluir su tan ansiada venganza. Para aquel entonces, él le estaba dando caza a la reina Victoria, debido al descubrimiento de que había sido ella todo ese tiempo quien había estado detrás de la muerte de sus padres. No obstante, no tenía aún las pruebas suficientes, por lo cual le ordenó a Sebastián investigar con discreción. Mientras se dedicaba a ello de manera clandestina, de igual modo seguía resolviendo algunos casos y manteniendo sus labores como Perro Guardián de la Reina. Pero a sus espaldas, otra persona estaba gestando planes y movidas en el tablero de ajedrez.

Alguien que si bien Ciel sabía que andaba en "actividades sospechosas", le traía sin cuidado, ya que nunca se llegó a imaginar que esas actividades estaban relacionadas directamente con él y sus antepasados.

Undertaker.

Aquel Shinigami loco tenía sus propios planes para Ciel Phantomhive. No conforme con todo el desastre que ocasionó en el viaje del crucero Campania y en el Weston College con aquellos muertos vivientes que asemejaban zombies, Undertaker seguía experimentando y perfeccionando la técnica para revivir cadáveres.

Él tenía una obsesión casi enfermiza por hallar la fórmula para la inmortalidad de los humanos. Parcialmente, había encontrado la forma de hacerlo, modificando la Cinematic Record, la cual terminaba con el último recuerdo del humano antes de morir; y él descubrió que añadiendo recuerdos falsos a la Cinematic Record podía hacer que ellos siguieran con vida. Pero el mayor problema radicaba en que a pesar de que estos humanos seguían en movimiento y sus signos vitales estaban "normales", no tenían alma, por lo cual terminaban siendo muertos vivientes. Unos zombies. O Bizarre Dolls como les había llamado Undertaker a su creación.

Estos seres, al carecer de alma, buscaban llenar ese vacío de su existencia intentando atacar y devorar humanos, creyendo que así lograrían obtener lo que tanto anhelaban. Los hechos del Campania y del Weston College, habían sido sólo los primeros experimentos de Undertaker, que al ser un completo fracaso, lo llevaron a utilizar aquel libro robado que tantos problemas le había traído. Se juró a sí mismo utilizar la información de ese libro sólo en caso de ser necesario, y de que su plan de implantar recuerdos falsos a la Cinematic Record de los humanos muertos no diese resultados positivos.

Pero, ¿cuál era el motivo tan enfermizo por el que Undertaker quería revivir a los muertos? ¿Cuál era esa razón que lo impulsó a trabajar tan incansablemente en ello, al punto de llegar a ser expulsado del mundo de los Shinigamis? Él, en alguna ocasión se había justificado diciendo que era la curiosidad que le producían los humanos y los ciclos de vida y muerte. Pero aquello no parecía un motivo razonable o suficiente para el horror y la abominación que trajo consigo la creación de las Bizarre Dolls. Era absurdo que Undertaker quisiera intervenir los ciclos naturales de la vida, por la simple razón de sentir curiosidad. Tenía que haber un verdadero motivo oculto tras ello. Y ese motivo oculto, al final resultó estando relacionado con los Phantomhive.

Más específicamente, con Claudia Phantomhive, la abuela de Ciel.

Aquella mujer, había sido la cabeza de familia de los Phantomhive más tenaz que existió en generaciones. Luego del misterioso asesinato de su esposo —aproximadamente en 1851—, apenas unos meses después del nacimiento de Vincent, ella tuvo que hacerse cargo de la desagradable tarea que habían cumplido los hombres de su familia durante generaciones: ser la Guardiana de la Reina (1) y mantener las cosas bajo control en el "bajo mundo". Teniendo sólo 21 años, y dos hijos pequeños, su hija Frances de dos años, y Vincent, un bebé de apenas meses de edad, a Claudia le tocó lidiar con aquella responsabilidad, que no sólo requería astucia y temple, sino también tener la suficiente sangre fría como para cometer un asesinato en caso de ser necesario.

Con el tiempo, fue aprendiendo los trucos del oficio y se convirtió en una mujer temida y respetada dentro de su círculo social. No había hombre o mujer más implacable que Claudia Phantomhive a la hora de hacer negocios, o de tener que limpiar la suciedad de las calles de Londres en nombre de la Reina. Al mismo tiempo, iba enseñando a su único descendiente varón, Vincent, el oficio de ser el Perro Guardián de la Reina, para cuando fuera el turno de éste de sustituirla. Lo llevaba a sus reuniones de negocios, y Vincent ya a muy corta edad tenía la astucia y habilidad de manipulación digna de un adulto. A pesar de ser su hijo menor, Claudia prefería dejar el peso de ser Guardián a él, ya que no quería que Frances estuviese involucrada en ese mundo, quería darle la oportunidad de tener la vida de joven dama aristócrata que ella no pudo tener.

La Condesa Phantomhive presentía que el momento en que su hijo la fuese a sustituir estaba próximo a llegar. Claudia tenía muchos enemigos, y sabía que con ese tipo de vida que llevaba, no iba a durar muchos años. Aquella sensación de que la hora de su muerte estaba cercana, se acrecentó aún más cuando conoció a aquel misterioso hombre de cabellos grises y aspecto tétrico, que se hacía llamar Undertaker. Había algo en él que le recordaba a la parca, y estaba segura de que de un instante a otro, aquella inofensiva tablilla funeraria japonesa que siempre cargaba el hombre encima, se iba a convertir en una hoz gigante con la que le iba a rebanar el cuello. A veces tenía pesadillas relacionadas con Undertaker.

Lo había conocido durante un caso relacionado con unos contrabandistas italianos, en el cual su vida había corrido verdadero peligro, de no ser porque él la había salvado de ser alcanzada por unas balas. Después de aquel fortuito encuentro, se lo consiguió varias veces más, y comenzó a recibir su ayuda en sus misiones como Guardiana de la Reina.

A pesar del miedo que en el fondo le tenía, por algún extraño motivo, Claudia sentía que podía confiar en aquel misterioso hombre, quien parecía tener un inusitado interés en ella. Le tenía cierto cariño, pero no podía borrar de su mente esa sensación de que su muerte de algún modo iba a estar ligada a Undertaker. Y no estaba para nada alejada de la realidad.

Undertaker era nada más y nada menos que el Shinigami asignado para recolectar el alma de Claudia Phantomhive. Él llevaba mucho tiempo observándola, de hecho, el que aún siguiese viva, había sido gracias a su intervención. En la carpeta de registro que tenía, el deceso de la Condesa había estado planificado para el 18 de febrero de 1866, tenía que haber muerto por un balazo en la cabeza; pero sin pensar en las consecuencias, Undertaker había evitado aquel asesinato.

La única forma de que los Shinigamis no cumplan con su deber y eviten una muerte, es que el humano en cuestión sea alguien que pueda cambiar o hacer que suceda algún acontecimiento importante para la humanidad. Que sea un humano especial que haga algo trascendental que cambie el curso del mundo. Lo cual sucedía en el 0,001% de los casos. Era prácticamente difícil encontrar a alguien con esas características, por lo cual casi todos los Shinigamis luego de la fase de observación —en la que juzgaban si ese humano debía ser salvado o no—, simplemente recolectaban el alma y misión cumplida. (2)

En aquel caso, Undertaker sabía que no estaba ante ninguna humana especial que realmente fuese a cambiar el curso de la humanidad, pero algo en él le instó a intervenir en su muerte. Después de todo, él era uno de los Shinigamis Élite más antiguo, y no tenía porque dar tantas explicaciones de sus acciones. Luego de eso, venía otra fase de observación, en la que debía confirmar si esa humana era digna realmente de ser salvada, de no pasar esta fase de confirmación, otra fecha de defunción era asignada y el Shinigami esta vez sí debía darle muerte al humano.

Undertaker aprovechó esa fase de confirmación para acercarse e interactuar con ella. No entendía por qué, pero había algo especial que le causaba cierta fascinación en Claudia Phantomhive. Aquella ferocidad y determinación que había en ella, así como la sangre fría que tenía a la hora de enfrentarse con sus enemigos, pero al mismo tiempo, la ternura y bondad que mostraba cuando estaba con sus hijos; fue lo que llamó la atención del Shinigami. La encontraba interesante.

Durante sus larguísimos años de vida, cada cierto tiempo, Undertaker encontraba a algún humano que lo terminaba cautivando y fascinando por completo. Al final, igual les ponía fin a su vida, pero siempre los recordaba con especial cariño. Y portaba el recuerdo de ellos en un cinturón del cual colgaban seis medallones. Allí estaban las iniciales y la fecha de muerte de esos humanos. Él sabía que Claudia pasaría a formar parte de aquellos humanos que lograron llamar su atención lo suficiente como para retrasar su muerte y seguir conociéndolos mejor.

Había tenido unos cinco meses aproximadamente. La fase de confirmación había sido hasta el 13 de julio de 1866, que fue la nueva fecha de muerte pautada en caso de que Claudia no pasara la fase. La cual por supuesto, no pasó. Undertaker siempre estuvo consciente de que el haber aplazado la muerte de aquella humana había sido un error colosal que iba a terminar pagando muy caro; no solamente por las consecuencias que traía consigo el hecho de que si alguno de sus superiores lo descubría, sino también emocionalmente hablando. Undertaker nunca imaginó que le afectaría tanto el tener que recolectar el alma de Claudia Phantomhive.

Cuando llegó el día, fue lo más doloroso que tuvo que hacer el Shinigami. Le había tomado apego a aquella humana, y ese apego estaba peligrosamente cerca de aquel sentimiento que los humanos buscaban con tanta desesperación: el amor. Para Undertaker había sido ridículo e impensable al principio, se lo negó casi hasta el último momento. Casi. Pero al final no pudo engañarse a sí mismo; justo cuando la atravesó con su hoz y vio pasar toda la vida de ella, condensada en la Cinematic Record, y volvió a verla y a revivir esos meses que la ayudó en sus misiones como Guardiana de la Reina, no pudo negarlo. No pudo negar que había sido lo suficientemente estúpido y había caído bajo como para tener un sentimiento de esa índole hacia un humano. Pero así había sido, se había enamorado de Claudia Phantomhive.

No obstante, aquel descubrimiento no cambió nada, terminó de cumplir con su deber y recolectó su alma; colocó el característico sello en la carpeta con los datos del alma recién colectada, que indicaba que ya estaba todo hecho. Volvió a su trabajo normal en las oficinas de los Shinigamis. Recolectó almas nuevas que le fueron asignadas, y así estuvo un buen tiempo. Pero no pudo olvidar tan fácilmente a Claudia. En sus ratos libres, se quedaba pensativo observando el cinturón con los ahora siete medallones, más específicamente, el medallón que estaba marcado con: Claudia P. 13 Jul. 1866.

Durante esos ratos libres hubo una idea que comenzó a rondar en su mente, una idea que en realidad había surgido mucho tiempo atrás, pero tras la muerte de Claudia, se instaló como un germen que amenazaba con expandirse.

¿Qué pasaba si se rompía el ciclo de vida y muerte de los humanos? ¿Qué sucedía si se podía inventar una forma en la que una vez que la Cinematic Record llegara a su fin, se consiguiera una forma de implantarle nuevos recuerdos? ¿Eso haría que los signos vitales del humano siguieran funcionando? O, ¿qué tal si…? Undertaker comenzó a hacerse miles de interrogantes, pasó días enteros sumido en la Biblioteca de los Shinigamis, pero no encontraba respuestas satisfactorias del todo. Su curiosidad morbosa, lo llevó a cometer uno de los peores errores: robar uno de los libros sagrados de los cuales prácticamente ningún Shinigami tenía acceso. Por supuesto que no salió impune de aquello, a pesar de ser uno de los Shinigami más antiguo, el que se atreviera a profanar la sección de libros sagrados y prohibidos de los Dioses de la Muerte, iba a pagarlo caro, sin importar su estatus. Y se abrió una investigación contra Undertaker. Descubrieron cosas irregulares, como esas siete muertes que él había aplazado sin ninguna justificación, que entre ellas estaba la de Claudia Phantomhive.

Al final, decidieron que Undertaker debía ser desterrado y perder posesión de su guadaña de la muerte. Pero Undertaker huyó antes de que dieran el veredicto oficial, estuvo oculto un buen tiempo y bajo perfil, y al menos así había conseguido conservar su guadaña. Al cabo de unos años, decidió volver a Londres, se mezcló con los humanos, y comenzó a vivir en un andrajoso local que quedaba en un barrio de mala muerte de la ciudad. Empezó a trabajar como Sepulturero oficialmente, pero de manera paralela, continuó con sus investigaciones sobre la vida después de la muerte en los humanos; además, había logrado conservar el libro robado, así que tenía una fuente de investigación bastante útil.

Tan sumido estaba en su investigación, que había dejado de lado el recuerdo de Claudia. Pero nuevamente, el destino tenía otro planes, y por segunda vez, tuvo la suerte de encontrarse con otro Phantomhive fascinante: el conde Vincent Phantomhive, heredero de Claudia y Perro Guardián de la Reina. Lo vio por casualidad, mientras caminaba por el centro de Londres: Vincent estaba inaugurando la tienda de juguetes Funtom, y Undertaker se sorprendió gratamente al verlo. Tenía la misma sonrisa amable de su madre y unos modales exquisitos, también portaba la misma belleza y elegancia natural de los Phantomhive. Vincent tendría unos 18 o 19 años. Cuando Claudia murió, él todavía era un adolescente de unos 15 años; pero ya no quedaban rastros de inocencia en él, porque si bien siempre desde niño había sido muy astuto y sagaz, aquel toque infantil que portaba, había desaparecido ya.

El Shinigami poco a poco fue inmiscuyéndose en la vida del Conde Phantomhive. Al principio fue recibido por Vincent con cierta desconfianza, pero una vez que supo que Undertaker había sido colaborador de su difunta madre, abrió completamente las puertas al Sepulturero. Tanto así, que el Sepulturero llegó a formar parte del selecto grupo de nobles que se reunían regularmente con Vincent; aquel grupo conocido extraoficialmente como "Los nobles malvados".

Lentamente, fueron transcurriendo los años. Undertaker cada vez se fue haciendo más cercano al Conde, y unos sentimientos confusos lo comenzaron a embargar respecto a él. Había mucho de Claudia en Vincent, pero a la vez, en su alma turbia había una dualidad en la que se entremezclaban la virtud y el vicio, la bondad con la malicia. Vincent era una contradicción andante, y eso deslumbraba e hipnotizaba a Undertaker por partes iguales. Su fascinación era tal, que durante más de 12 años estuvo al lado del Conde sin volver a retomar su proyecto de los muertos vivientes.

Pero la repentina muerte de Vincent y Rachel Phantomhive en el incendio, destrozó al Shinigami. Una conspiración que estaba más allá de su narices había estado gestándose desde hacía tiempo, y no vio venir aquel golpe que recibieron los Phantomhive. Pero más allá de buscar venganza o nombres de culpables, Undertaker volvió a sumirse en la depresión, y su obsesión por la vida después de la muerte comenzó a resurgir con más fuerza que nunca.

Esta vez sus experimentos comenzaron a tomar una forma más definida, y, no sin ciertas reticencias de su parte, decidió aliarse a un grupo de médicos de dudosa reputación que tenían cierta fama de hacer experimentos extraños con humanos. Uno de ellos fue el doctor Aleister Chamber, conocido en la alta sociedad como el vizconde Druitt, quien a pesar de nunca haber ejercido oficialmente como médico, tenía su licencia y estaba relacionado con el tráfico de personas; lo cual le facilitaba a Undertaker la tarea de conseguir humanos para sus experimentaciones. También tenía como aliado al doctor Ryan Stoker, trabajaba en el Hospital Karnstein, y se rumoreaba que allí tenían lugar experimentos y pruebas ilegales que realizaba el médico con algunos colegas. Aquel psicópata tenía al parecer una obsesión por revivir los muertos y buscar la inmortalidad.

Esos extraños sujetos eran perfectos para Undertaker, podía utilizarlos y manipularlos a su antojo. Y así fue como se fundó la Sociedad Aurora, quienes llevaban a cabo sus pruebas en el más profundo secreto. Undertaker era el titiritero que movía los hilos a su gusto, y nunca se atrevió a revelarles la verdadera forma de cómo se podía intentar revivir a los muertos, él no iba a ser tan estúpido como para contarles toda la verdad de su naturaleza de Shinigami y el tema de las Cinematic Record.

Durante ese tiempo Undertaker no se había dado cuenta de que el hijo de Vincent había sobrevivido, y no fue hasta un año más tarde, que recibió la visita del nuevo Perro Guardián de la Reina en su andrajosa tienda del centro de Londres. La impresión del Sepulturero fue mayúscula; pero lo que terminó de pasmarlo aún más, y a su vez preocuparlo, fue el mayordomo del chiquillo. Aquel mayordomo que Undertaker pudo percibir su verdadera naturaleza desde el instante en que pisó su tienda. Un demonio. El heredero de Vincent había hecho un contrato con un demonio, y uno de alta categoría, para empeorarlo todo aún más.

Undertaker se cuidó de ocultar muy bien su esencia, y logró mantenerse bajo perfil sin que el demonio notara su naturaleza como Dios de la Muerte. Ayudaba a Ciel en algunos casos, pero sólo se limitó a eso. El chiquillo era bastante amargado, y si bien le parecía interesante, no lograba fascinarlo como lo habían hecho en un pasado Vincent y Claudia. Le encantaba fastidiarlo y a veces darle pistas falsas sólo para divertirse un poco, pero de resto siguió concentrado en sus actividades secretas con la Sociedad Aurora.

El Sepulturero sabía que Ciel sólo buscaba venganza y que su contrato con el demonio estaba ligado a eso, pero él lo veía como algo absurdo e innecesario, ya que el Shinigami había encontrado algo mejor que la venganza y que sí iba a traer de vuelta a los Phantomhive: la resurrección.

Él tenía que conseguirlo, sin importar qué.

No obstante, cometió muchos errores y fracasó estrepitosamente con su proyecto de las Bizarre Dolls. El primero de sus fracasos fue en el barco Campania (3), cuando se descontrolaron las cosas y aquellos muertos vivientes atacaron y asesinaron a casi todos los pasajeros del barco. Lo más molesto de aquello fue que no tuvo otra opción que revelar su verdadera identidad ante Ciel Phantomhive, Sebastián Michaelis y a los otros Shinigamis que estuvieron recolectando almas allí. Por suerte pudo escapar a tiempo antes de que lo capturaran William T. Spears y Grell.

El Shinigami siguió insistiendo, y pasados unos cuantos meses, perfeccionó aún más a sus Bizarre Dolls, consiguiendo así mejores resultados, pero sin obtener todavía lo que esperaba. Y su segundo fracaso, fue durante su tiempo como Director infiltrado en el Weston College (4). Uno de sus experimentos había sido Derrick Arden, un joven asesinado por los Prefectos, quien resultó ser sobrino de la Reina; y Johann Agares, el subdirector de la escuela, también asesinado por los 4P. Nadie por supuesto se había enterado de estas muertes, los 4P había recurrido al tío de Redmond, el vizconde Druitt, quien fue uno de los pocos miembros de la Sociedad Aurora que sobrevivió al ataque de las Bizarre Dolls en el Campania. Él y Undertaker se encargaron de encubrir los asesinatos que tuvieron lugar en la escuela, y a su vez usar el cuerpo de Derrick y Johann para sus experimentos.

Sin embargo, Ciel Phantomhive nuevamente se inmiscuyó por casualidad y lo dejó al descubierto, arruinando nuevamente sus pruebas experimentales. A partir de este momento, Undertaker tomó la determinación de arriesgarse más a fondo, y finalmente hacer lo que había tratado de evitar: utilizar el libro robado de los Shinigamis.

Sabía que era algo arriesgado y peligroso, ya que si no procedía con cuidado podría incluso alterar el mundo humano y sobrenatural. Pero el Shinigami había decidido jugar en las grandes ligas y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por tener éxito con sus intentos de lograr la resurrección de los humanos. Más específicamente, de los Phantomhive.

Estudió durante días el procedimiento que salía en el libro, pasó semanas recolectando almas y otros elementos requeridos para la realización de aquella resurrección. La cuestión era que para revivir a los Phantomhive necesitaba el alma de Ciel, la cual era imposible recolectar debido a que ésta estaba ya apartada por el demonio.

¿Cómo solucionar aquello antes de que Sebastián consumiera el alma de Ciel? Estuvo dándole muchas vueltas al asunto, pero se le ocurrió una idea que podría servirle de solución para su problema. Sólo necesitaba comenzar a poner en marcha una parte de su plan para la resurrección, la cual consistía en hacer que Ciel Phantomhive ingiriera una brebaje que había preparado tal y como rezaban las instrucciones del libro; hecho que no fue tan difícil, sólo le bastó infiltrarse una noche en la mansión e irrumpir en la habitación del Conde, y durante el sueño de éste, vaciar con sumo cuidado el contenido del frasco en la boca del chiquillo. Luego, debía esperar que el contrato se cumpliera y el demonio consumiera el alma de Ciel Phantomhive.

O al menos que el demonio la intentara consumir. Undertaker por supuesto no iba a permitir que se consumara aquello, porque había planeado el robo de aquella alma. Se había aliado con un demonio al cual destinó la labor de robar el alma de Phantomhive.

Era el plan perfecto, nada podía salir mal, excepto por el hecho de que Undertaker nunca imaginó que el alma de Ciel fuese tan deliciosa como para ocasionar un deseo exacerbado en Claude Faustus, el demonio con el cual se había aliado. Y así fue como una vez más su plan estaba comenzando a fracasar, complicándose todo más de lo necesario. Ahora se había formado una guerra entre Sebastián y Claude por el alma de Phantomhive, y el Shinigami por su parte estaba entre las sombras también tratando de luchar por obtener el alma del Perro Guardián de la Reina.

No conforme con todo esto, el panorama terminó de oscurecerse aún más cuando se fusionó el alma de Ciel con la del niño rubio que tenía el contrato con Faustus (5). Las dos almas estaban atrapadas en el cuerpo de Phantomhive, y encima, Alois Trancy había hecho un contrato con Hannah Anafeloz. Las cosas no podían estar peor para Undertaker, y para todos.

El cuerpo de Ciel Phantomhive estaba albergando dos almas y un triple contrato con demonios distintos: el contrato de Sebastián, el de Claude y el de Hannah.

Estaban jodidos, completamente jodidos. Si el Shinigami quería lograr su objetivo debía actuar rápido y aprovechar la absurda disputa entre los demonios por el alma de aquellos chiquillos.

Nuevamente, estuvo dándole vueltas al asunto, y se dio cuenta de que la única opción viable era abortar el plan original, y trazar uno nuevo improvisado. En un principio, él se iba a limitar a hacer una "resurrección individual" con los Phantomhive, pero en aquél libro prohibido, había otra opción más peligrosa y arriesgada, "la resurrección colectiva", que alteraría por completo los ciclos de vida y muerte de toda la humanidad. ¿Estaba dispuesto a lanzarse de ese modo por ese camino? ¿De verdad valdría la pena? Después de todo era su única alternativa, ya que no iba a poder tomar el alma de Ciel por estar fusionada con la de Alois.

Undertaker tomó la resolución de arriesgarse sin importar qué, y siguió los pasos para aquella resurrección colectiva. El procedimiento era complicado y peligroso, pero un Shinigami de su estatus podía hacerlo sin mucha dificultad.

Y vaya que esta vez sí lo consiguió.

Pero nunca pensó que él no iba a vivir para ver su plan funcionar a la perfección. Nunca imaginó que su obsesión con la resurrección de los humanos iba a llevarlo a su propia muerte…


II

Sebastián y Claude estaban pasmados. Era bien sabido que los demonios no tenían emociones, o que no gustaban de mostrarlas abiertamente, pero la estupefacción que cargaban aquellos dos era claramente visible, y no se molestaban en ocultarla. ¿Cómo rayos había pasado todo eso en sus narices? ¿Cómo era posible que después de todo lo que había sucedido no iban a poder degustar su festín?

El cuerpo vacío y sin alma de Ciel Phantomhive yacía a los pies de ambos demonios. Ya no existía el alma de Ciel, ni de Alois. Un poco más allá, estaba el cuerpo inerte de Undertaker, empapado en un charco de su propia sangre, con múltiples heridas, y su ropa hecha girones.

Los demonios se hallaban en el risco de aquella montaña donde ambos habían acordado luchar hasta la muerte por el alma de Ciel Phantomhive. Mientras ellos habían estado en sus trece, no se percataron de la intrusión del Shinigami, que sin mayor esfuerzo asesinó a Hannah Anafeloz y a los otros tres demonios de baja categoría que estaban allí presentes. La pelea de ambos demonios cesó inmediatamente al ver a nada más y nada menos que a Undertaker cargar con el cuerpo de Ciel Phantomhive inconsciente. Sebastián por su puesto que no tenía ni idea de qué era lo que estaba haciendo el Shinigami, pero Claude, que en un principio había estado aliado con éste, entendía a la perfección lo que significaba la presencia de Undertaker allí.

El hecho de que el Shinigami hubiese matado a Hannah, significaba que el contrato que ésta había hecho con Alois Trancy quedaba sin efecto. Así que ya no tenía sentido que Claude siguiese luchando contra Sebastián, su nuevo enemigo era Undertaker, quien acababa de arrebatarle su delicioso festín de las manos.

Y aquello derivó en una lucha encarnizada entre los tres por el alma de Ciel Phantomhive, y también la de Alois, que se hallaba atrapada en aquel cuerpo.

Contra todo pronóstico, Faustus y Michaelis se unieron para derrotar al Shinigami, y lo pudieron lograr, pero justo cuando ya era demasiado tarde. Antes de que pudieran atestar el golpe final, Undertaker había atravesado con su hoz el cuerpo de Ciel, liberando la Cinematic Record de las dos almas fusionadas, y acabando con la vida de ambos jóvenes.

La furia que se desató en los demonios fue indescriptible, y arremetieron con todo contra Undertaker, quien gustoso recibió a la muerte con los brazos abiertos. Ya nada importaba, había completado la fase final de su plan, podía irse en paz…

Y así fue como el Shinigami se salió con la suya, dejando a dos demonios estupefactos y frustrados.

—¿Por qué debería sorprenderme que cada vez que algo extraño sucede tienes que estar presente? —espetó con frialdad una voz a espaldas de Sebastián. Aunque reconoció la voz de inmediato, igual se volteó a encarar a William T. Spears.

—Lo mismo digo —respondió Sebastián—. ¿Tú estás detrás de todo esto? ¿Ustedes habían mandado a Undertaker a arrebatarme mi alma?

Will no se dignó a responder y decidió acercarse hasta el cuerpo de Ciel Phantomhive, para examinarlo mejor. Detrás de él venía otro Shinigami, Ronald Knox. Éste de igual forma ignoró a ambos demonios y fue a su vez a revisar el cuerpo de Undertaker.

Michaelis algo cabreado, se acercó hasta Will. —¿Vas a decirme qué está sucediendo? —dijo mientras lo sacudía por el hombro.

—No me toques —siseó Will a la defensiva sacando su guadaña, dispuesto a atacar el demonio—. Mira que no me gusta que me interrumpan en mi trabajo. Detesto hacer horas extras, así que sino te importa, mejor piérdete, demonio —la última palabra la escupió con desprecio, y se dio la vuelta para continuar examinando el cuerpo de aquel mocoso.

—Aléjate del cuerpo de mi joven amo.

—Para tu información, tu joven amo ya no existe. Su alma se evaporó —dijo fríamente Will.

—Ambos sabemos que eso es imposible. Vi como Undertaker lo atravesó con su hoz, él colectó el alma de mi joven amo y del joven Trancy —espetó Sebastián.

—Undertaker desde hace años fue expulsado y ya no trabaja con nosotros. Si colectó el alma del mocoso debería estar almacenada en su guadaña, cosa que no ha sucedido, ya que no puedo sentir la esencia de su alma.

—William sensei —la voz de Ronald Knox interrumpió la discusión de ambos—. La guadaña de Undertaker no está. No la veo por ningún lado.

—¿Estás seguro? —dijo Will mientras movía el cuerpo de Undertaker y rebuscaba en los alrededores.

Sebastián se molestó aún más al verse ignorado por los Shinigamis, cómo los detestaba. Le echó un rápido vistazo a Claude, quien había estado muy callado todo ese rato; y se consiguió con que Faustus seguía allí de pie, con una expresión indescifrable en su rostro.

Decidió insistir más y volvió a acercarse a aquel molesto Shinigami, quien hacía una rápida inspección en la zona y no dejaba de murmurar quejándose de la cantidad de horas extras que posiblemente iba a tener que hacer ahora.

—Pero si los han enviado hasta acá debe ser por algún motivo —dijo Sebastián manteniéndose a una distancia prudencial—. ¿Les encomendaron recolectar el alma de Alois Trancy y Ciel Phantomhive?

William se detuvo en seco y soltó un bufido, ¿es que aquel demonio no pretendía dejarlo en paz?

—Es información confidencial. Ni pienses por un segundo que voy a contarle a un demonio algo tan importante y restringido como esto.

—No me interesa si es confidencial. Tú sabes muy bien que el alma de Ciel Phantomhive me pertenece por contrato, ni pienses por un segundo que voy a permitir que me la quiten.

—Ese contrato se anuló en el instante en que Undertaker lo atravesó con su hoz —respondió con frialdad William—. Además esta investigación no tiene nada que ver contigo, así que mejor apártate de mi camino si no quieres sufrir las consecuencias.

—Con que así lo quieres —siseó Sebastián—. Entonces muéstrame qué es lo mejor que puedes hacer.

Sin previo aviso la guadaña de William T. Spears salió disparada directo a la yugular del demonio, él rápidamente la pudo esquivar y dio un salto hacia atrás, poniéndose en posición de ataque. Sus ojos brillaban en un tono escarlata intenso y su aura demoníaca comenzó a asomarse. La guadaña de Will salió disparada varias veces en su dirección, y Sebastián la esquivaba resueltamente y sin dificultad alguna.

—¿Eso es todo? —exclamó el demonio burlón—. Vaya y yo que esperaba a un contrincante más digno.

William se cabreó aún más. Él siempre había sido un Shinigami de oficina, odiaba el trabajo de campo, pero aquel demonio de verdad que lo estaba sacando de sus cabales. Cómo lo odiaba.

Ambos se observaron durante un buen rato, midiéndose, y esperando que el contrario iniciara un nuevo ataque. Sebastián se agazapó, decidido a lanzarse contra el Shinigami, hasta que…

—Ya basta. Los dos —la voz grave de Claude resonó a espaldas de Sebastián—. Sus absurdas peleas no nos sirven ahora. Deberían dejarse de estupideces y ver esto que he encontrado.

Aquello fue necesario para despertar el interés inmediato de William y Sebastián. Se habían olvidado por completo de la presencia de Claude, y vieron que sostenía un pesado y antiguo libro. William y Ronald lo reconocieron de inmediato.

—Tal y como lo sospechaba —murmuró Will al acercarse al demonio—. Dame ese libro.

Cuando iba a tomar el libro, Claude dio un salto hacia atrás y se alejó del Shinigami.

—No —dijo Faustus fríamente.

—¿No? —siseó William alzando una ceja.

—Hasta que no nos digan a qué vinieron y qué está pasando, no les pienso dar nada.

Sebastián dejó entrever una sonrisa sarcástica y se rió para sus adentros. Claude Faustus no era tan inútil como pensaba, le iba a servir para algo después de todo.

William le dirigió una mirada de completo desprecio a Faustus, y luego suspiró con hastío. No tenía otra opción. Procedió a relatarles brevemente el origen de ese libro y cómo fue robado por Undertaker, y cómo éste había huído antes de ser desterrado oficialmente del mundo de los Shinigamis, llevándose consigo aquel libro y su guadaña. También les contó lo peligroso del libro y de los rituales que estaban allí escritos, los cuales podían alterar incluso el mundo si alguien se lo proponía.

Él y Ronald Knox habían sido asignados a investigar una serie de almas que fueron robadas antes de que los Shinigamis las pudieran recolectar. Su investigación los llevó hasta Undertaker, y comenzaron a vigilar sus movimientos durante días. Will comenzó a sospechar de que El Sepulturero se traía algo turbio entre manos, y ahora había sido confirmado por aquel libro.

—Ya que te lo he explicado, ¿ahora te molestaría darme ese libro? —dijo William con claro hastío. Claude terminó accediendo de mala gana.

Una vez con aquel texto en mano, Will y Ronald se dedicaron a examinarlo y leerlo con avidez durante unos minutos que se hicieron eternos. Los demonios esperaban a la expectativa, guardando alguna esperanza de poder recuperar el alma de sus amos.

—Esto es peor de lo que pensaba —murmuró William para sí—. Qué molestia, y yo que de verdad no tenía ganas de hacer horas extras.

Cerró el libro de sopetón y se dirigió a Ronald. —Debemos informar a los superiores inmediatamente a ver cuál es su decisión. Pero esto no debería quedarse así.

—¿Es tan grave? —preguntó Ronald con verdadero interés.

—Muy grave —dijo Will secamente, luego se dirigió hacia los demonios—. Debo informar a mis superiores los hallazgos hechos hoy, y esperar que tomen rápidamente cartas en el asunto. Posiblemente vamos a necesitar su ayuda —informó de mala gana—. Así que esperen que nos volvamos a poner en contacto y no cometan ninguna estupidez.

—Espera un segundo —dijo Sebastián—. ¿Qué ha hecho Undertaker? ¿Vamos a poder recuperar las almas de nuestros contratistas?

—Sí, pero no va a ser tan fácil. Undertaker ha hecho uno de los rituales de resurrección más peligrosos que hay en este libro. Hizo una alteración de los ciclos de vida y muerte; aún no sabemos del todo su alcance, pero posiblemente afecte a toda la población de Inglaterra, con suerte. —Dijo con dramatismo—. Básicamente, esta alteración ocasiona que no pueda ser recolectada por los Shinigamis ningún alma, una vez que un ser humano muera, su alma va a quedar atrapada en una especie de limbo hasta que reencarne, dentro de 20 años, y así sucesivamente. Esto genera que se rompa ese equilibrio natural que hay en los procesos de vida y muerte de los seres humanos.

—¿Eso quiere decir que así mi contratista reencarne dentro de 20 años igual no voy a poder consumir su alma? —intervino Claude.

—Exactamente —dijo Will—. Hasta que no se deshaga ese desequilibrio no podrás consumir su alma, y nosotros, no podremos recolectar ningún alma que se encuentre afectada por esta alteración. Como dije, si tenemos suerte sólo ha perjudicado a la población de Inglaterra, y no del mundo entero. Porque de ser así, sería catastrófico.

—¿Y qué se debe hacer entonces? ¿Quedarnos sentados esperando que unos Shinigamis ineptos como ustedes arreglen esto?

—Sí. Somos la única opción —siseó William—. No podemos seguir perdiendo tiempo en esta insulsa charla, así que nos vamos. Esperen a que nos pongamos en contacto y no cometan ninguna imprudencia.

Dicho esto, Ronald Knox y William T. Spears dieron media vuelta y desaparecieron, dejando por primera vez a dos demonios perplejos y preocupados...

 

Notas finales:

1. Guardiana de la Reina: Decidí cambiarle un poco el título a Claudia Phantomhive, ya que "Perra Guardiana de la Reina" no hubiese quedado muy bien xD.

Los siguientes pie de página son para las personas que no se han leído el manga o que no han visto los OVAS, de lo contrario, pueden ignorarlos.

2. Hago referencia al proceso de cómo es la recolección del alma explicado en el OVA "La historia de William, el Shinigami".

3. Hago referencia a los hechos ocurridos en el arco del manga "Viaje en la nave", que comienza en el Cap. 51, Vol. 11. Nuestra querida Yana sensei hace una especie de parodia del Titanic, con zombies (bizarre dolls) incluidos.

4. Referencia al arco "Escuela Pública", que comienza en el Cap. 67, Vol. 14. El cual es en el que me inspiré para este fic. Como se dieron cuenta, Yana Toboso hizo una parodia de Harry Potter.

5. Referencia a los hechos ocurridos en Kuroshitsuji II. (No está de más aclararlo)

Y pues bien, por fin ya se ha revelado quién es el verdadero culpable de todo. Todavía quedan cosas por esclarecer, pero ya por fin se están comenzando a atar los cabos sueltos.

Muchas gracias todos los que leen esta historia y a quienes e dejan sus comentarios, estoy inmensamente agradecida. Espero que nos leamos prontito.

Un abrazo, cuídense! :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).