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Apariencia confusa por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Lamento la demora pero he tenido un leve bloqueo XD

Muchas gracias a las personas que siguen leyendo esta pequeña historia ^^

 

 

 

No se quedaron allí por más tiempo, era demasiado peligroso y ya lo acaban de comprobar. Tomaron el primer turno del transporte que los llevaría al siguiente destino para acercarlos al aeropuerto y al fin volver a la ciudad originaria de la mayoría de los documentalistas. Acordaron que en casa terminaran la edición del proyecto y demás, les tomaría un tiempo prudenciar realizarlo, pero no había problema alguno.

Con apuro se instalaron en un hotel un poco más agradable en comparación con el que usaron en el pueblo. Llevaron a Yuuri a un buen médico, aunque Otabek se quedó vigilando al tipo de bata blanca mientras sostenía en su mano un par de dardos, definitivamente algunas costumbres no se perdían. Aunque en ese día algo era diferente, Viktor sostenía dos dardos más, pues estaba celoso porque alguien tocaría a su pequeño Yuuri, aunque fuera solo para revisarlo. Y al final no había nada que un buen descanso y una terapia en casa no arreglara.

Pero Viktor estaba descubriendo algo más maravilloso que solamente una cultura, descubría a su pequeño Yuuri en una forma más allá de solo la faceta de curandera que tenía. Una de las cosas que Viktor hizo, fue ayudar al azabache a bañarse, aunque Yurio le criticó ese hecho y hasta Emil quiso impedirlo, pero nadie lo logró. Viktor tomó las manos de su pequeño Yuuri y lo ayudó en esa tarea nueva. Por costumbre, Yuuri sólo solía usar el agua del río o incluso lo que podían recolectar en baldes en el pueblo que abandonaron. Con toda la extrema delicadeza que pudo, el ruso de cabellos platas ayudó al más joven a usar cada implemento. Viktor lavó ese cabello, el cual ahora era corto, le limpió el cuerpo con una esponja suave mientras apreciaba cada detalle en esa piel y le ayudó a colocar las vendas en las heridas que aún tenía como consecuencia de tantos problemas con la comunidad

 

 

-Viktor… huele a flores – sonreía el pelinegro mientras terminaba su baño y se enredaba en la toalla. No podía evitar oler su propia piel

-hay más cosas de esas – decía mirándolo con detalle, sonreía al notar aquella infantil curiosidad. Yuuri era un hermoso ejemplar – ven, te ayudo a secar tu cabello

-¿qué hacer? – decía al ver un instrumento en las manos de Viktor

-igualaré tu cabello. Tranquilo, no tardo – Viktor se sentaba en la cama para que Yuuri también lo hiciera y empezaba la tarea. Lo trataba con cuidado, con calma y admiraba como el azabache jugaba con sus dedos mientras esperaba

- ¿ya? ¿Viktor? – decía mientras veía caer un poco de sus hebras sobre sus manos

- espera un poco – apreciaba incluso esa pequeña tarea, dejando los cabellos con buena forma, cortos, pero sin quitarle la linda apariencia – esto es un sueño – sonreía abrazando a Yuuri por la espalda – te va a gustar la ciudad

- ¿árboles? – replicaba en seguida

-nieve – sonreía recordando esa época en su país – veremos nieve, jugaremos muchas cosas, te compraremos ropa y demás… Yuuri este es nuestro comienzo

- ¿Viktor feliz?

-mucho si estás conmigo

-gusta sonrisa – decía girándose para acariciar las mejillas del de cabellos platinados – Viktor feliz… yo feliz – dejaba que el mayor lo tocara, no tenía problema alguno con eso

-Yuuri – lo abrazaba y recostaba en aquella cama. Lo besaba con delicadeza, escuchando la leve risita y sintiendo el abrazo en su cuello – te tocaré un poco

- ¿eh? – miraba al mayor un momento, antes de sentir como besaban sus manos y ladeó su cabeza sin entender, pero solo veía al otro sonreírle – Viktor

-confía en mi – susurró besándole en los labios y descendiendo en ósculos suaves por el cuello del chico que se reía bajito. Sus dedos recorriendo aquella piel y apreciaron como esta se erizaba ante su toque

-Viktor… tocarme

-lindas – decía al ver las tetillas de su pequeño, besó una para instantáneamente escuchar la sorpresa del menor, reflejada en un gemido sorpresivo. Yuuri se estremeció un poco y Viktor aprovechó para lamer el segundo “premio” – tus botoncitos son bellos – sonreía lamiéndolo nuevamente. Una gentil caricia húmeda que se daba sin prisa 

-Viktor, debemos irnos porque… ¡VIKTOR! – pero claro, siempre hay un inconveniente ocasional. En esa ocasión fue un Yurio sorprendido – ¡viejo pervertido! – bramó furioso al ver la escena, claro, Yuuri con solo una toalla cubriéndole el cuerpo y un ruso atacando al menor no era demasiado bonito de interpretar – ¡aléjate del muchacho!

- ¿eh? No hago nada – se excusó, pero lo tomaron de la ropa y jalaron fuera de su propia habitación – ¡espera! debo enseñarle a vestirse

- ¡seguro puede solo! ¡Afuera, vejete! – el rubio no se iba a tragar las excusas improvisadas de su compatriota, conocía a Viktor y sus curiosidades practicas

-Viktor – decía Yuuri, quien sentado solo observaba la interacción de los otros dos

-vístete, nos vamos pronto – decía Yurio desde la puerta mientras pedía paciencia a cualquier dios que le escuchara – no dejes que este – decía señalando al de cabello platinado – te toque tanto

-que buen comienzo – se reía Viktor, quien se despedía de Yuuri con la mano. Si todos sus días eran así de interesantes, no se arrepentiría del día en que aceptó ir a aquella selva – amo a mi pequeño Yuuri

 

 

Viktor fue regañado, amenazado, golpeado, pero no amedrentado. Nadie le quitaba la sonrisita de felicidad que tenía, porque Yuuri no se negaba a su interacción, por el contrario, la aceptaba y continuaba. Ambos eran libres ahora y cada vez estaban más cerca de abandonar ese país y las amenazas que aquella conllevaba. Sus trámites no tomaron más de una semana, una en donde los dos nativos aprendían las cosas básicas a las que debían adaptarse en la ciudad, entre ellas la vestimenta. Fue más que divertido llevar a Yuuri y Otabek a una tienda departamental, pues esos dos no sabían nada de aquello. Ese par usaban solo sus vestimentas tradicionales, hasta ese momento se habían negado a usar otra cosa

Las vendedoras estaban fascinadas con sus nuevos clientes por dos cosas completamente diferentes. Yuuri despedía ternura en cada acción, con movimientos gráciles o sonrojos momentáneos, inseguro de cada cosa que hacía y ellas solo adoraban ayudarlo a escoger algunas prendas. Con Otabek era un caso diferente, un caso que ocasionaba que cuatro mujeres se agolparan para ponerle atención. El rostro serio, la musculatura desarrollada, una piel bronceada llena de tatuajes y una actitud fresca, atraía a cualquiera y Otabek no hacía nada para evitar la atención. Todo ello causó que Yurio se convirtiera en la niñera y sobreprotector “amigo” del moreno

 

 

-listo – Yuuri salía de su cubículo mostrando el conjunto que le dieron – ropa nueva – decía con duda mientras revisaba su vestimenta

-por… ¿por qué rayos usa falda? – Yurio se quedó mirando a Yuuri un momento. El pelinegro llevaba una falda de plises que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, una blusa de tonalidad rosa y hasta sandalias bajas que completaban el atuendo femenino que… ¡no debería estar ahí!

-¡¿qué cosa te dieron?! – se quejaba Georgi mientras Emil empezaba a reírse. La situación era bastante cómica nadie podía culpar por casi atorarse debido a la carcajada  

-pero se ve maravilloso – defendía una de las muchachas siendo apoyada inmediatamente por las demás – además, ¿no era una falda lo que buscaba? – decían con obviedad porque Yuuri llegó con eso, dedujeron algunas cosas hasta llegar a ese punto

- ¡Yuuri! – decía Viktor al verlo – te ves bien – apoyaba con fascinación

-¡¿quién pidió tu opinión vejete?! – se quejaba Yurio golpeando al de cabello platinado. Al parecer todos tenían la cabeza hueca por apoyar aquello

- ¿bien? – Yuuri tenía sus dudas al ver su atuendo, miraba a Viktor asentir y terminaba soltando una sonrisa leve. Pero necesitaba una segunda opinión, es así que ubicó entonces a Otabek en busca de alguna aprobación

-Yuuri – el ex guerrero miraba a Yuuri con calma, la verdad a él no le parecía tan raro ver a su hermano con una falda. No era como las de su comunidad, pero estaba decente. Miró a las vendedoras que hacían una seña levantando un pulgar y Otabek solo las imitó – hum

-ESO NO ESTÁ BIEN – se quejaba Yurio golpeando al fortachón para que dejase de hacer la señal de aceptación – es un chico... ¡acaso no lo entienden!

-pues, para mí se ve hermoso con cualquier cosa que se ponga – sonreía Viktor tomando la mano de Yuuri y besándole el dorso. Logrando ver ese sonrojo tan bonito que antes solo podía apreciar de lejos  

-pero es un chico – insistía Georgi mientras cubría sus oídos al escuchar un gritito por parte de las vendedoras. Las mujeres se impresionaban tan fácil que hasta era extraño de cierta forma – tiene que cambiarse y rápido. No tenemos tiempo para estas cosas

 

 

Para evitar más contratiempos, el mismo Yurio tomó a Yuuri y se lo llevó a escoger algo que de verdad debería usar, unos pantalones, unas camisetas, alguna cosa más y ya. El ruso menor terminaría con ello, parecía ser el más maduro, así que tras patear a Viktor para que dejara esos celos estúpidos, porque el rubio era más decente que el otro, se metió a un cubículo y vigiló que Yuuri se cambiara correctamente. Aunque nunca se imaginó que las descaradas de las vendedoras hasta le hubiesen dado ropa interior femenina a Yuuri, pero eso solo lo sabría Yuri porque si le contaba a Viktor, tal vez creara un fetiche extraño. Era mejor prevenir que lamentar. Por su parte Otabek estuvo a cargo de Emil, teóricamente, porque en realidad las vendedoras se engancharon del azabache como si estuvieran atadas a él. Al menos Otabek si fue vestido como era apropiado, aunque Emil debió quitarle las gafas negras y una chaqueta de cuero que le habían puesto, eso era exagerado. Al final lograron salir sin inconvenientes, con ropa casual, jeans, un suéter y la dignidad en alto

Estaban a solo horas de tomar el avión, revisaban pasaportes, alistaban maletas con todo lo necesario para el clima al que deberían enfrentarse, trataban de adecuarse al nuevo ambiente y a la experiencia en el avión que deberían enfrentar, eso, al menos verbalmente. Viktor estaba emocionado contándole a Yuuri como era su país natal, le explicaba con gráficos, fotografías, juntos vieron videos que Emil había tenido. El ruso estaba entusiasmado y Yuuri parecía verse feliz con aquello, tal vez no entendía completamente el cambio radical que daría, pero confiaba en Viktor. El azabache sabía que no lo dejarían solo en esa situación y a su vez daría todo de él para aprender lo necesario y no ser una carga. Eso era lo que pensaba Yuuri cuando veía al de cabello platinado sonreír para él

El nerviosismo llegaba al estar en ese sitio cerrado lleno de gente que caminaba hacia las secciones necesarias. Yuuri y Otabek estaban aterrados al ver todo el ajetreo, pues al parecer llegaron en mal horario y había más personas de las que planearon. Nerviosismo a flor de piel, en eso pensaba Viktor al ver a Yuuri aferrarse a su suéter, pero… ¿eso le molestaba? Por el contrario, no solo pensaba que era adorable, sino que aprovechaba para tener a Yuuri tan cerca como le fuese posible. Abrazaba a su joven tesoro por la cintura, besándole en la mejilla o simplemente mirándolo de frente y adoraba acariciarle la mejilla como una sutil muestra de cariño. Acciones simples que apreciaba infinitamente, pero que a los demás parecían afectarles mucho

 

 

-no los conozco – se quejaba Yurio con las mejillas rojas, ya se habían ganado muchas miradas debido a la parejita enamorada – muévete Beka. Entraremos primero

-bien – Otabek solo miraba a Yuuri unos segundos antes de pasar a Viktor, entendió que esos dos ya formaron un vínculo, así que lo respetaba – Yura – decía siguiendo al rubio y apuntar a algo que le daba curiosidad – comida

-no es comida, solo es un perro en una maleta – el rubio pedía paciencia porque explicarle todo al nativo parecía tedioso, y aun así… ver al grandote acercarse al animal y examinarlo bajo la atenta mirada de la mujer que embelesada solo miraba a Otabek, era divertido – señora… debería llevarse a su perro o mi amigo querrá comérselo

-¡¿qué?! – Yurio se divertía con eso, no solo llamaba señora a una mujer que no portaba anillo, sino que la dejaba más que espantaba y se alejaba de inmediato – que extraño

-¡huye mujer! ¡Huye! – decía el rubio cual infante mientras caminaba directamente a la revisión con Beka a pocos pasos de él – esto es divertido

-no sé quién es más… llamativo – Emil solo sonreía mientras seguía su camino junto a Georgi, ellos decidieron solo alejarse y mirar. Lo único que tenían que tener en cuenta era que nadie se perdiera, lo demás les valía muy poco

 

 

No contaron con el pánico de ambos nativos al estar sentados en esa máquina que empezaba a encender motores. Yuuri lanzó un grito al sentir el movimiento y en su extraño idioma empezó a decirle algo a Viktor, pero el mencionado no entendía nada debido a la rapidez de las palabras. Otabek hizo algo parecido, aunque manteniendo la serenidad en su rostro, no dejaba de apretar el asiento con fuerza. Yurio empezaba a reírse entonces, porque ver las distintas facetas de Otabek siempre era interesante. ¿La solución? Darles algo en que entretenerse para que dejaran de notar el ruido del avión y el movimiento. Yurio tenía en su poder golosinas de colores llamativos en varios paquetes, se las dio al grandote a su lado para que explorara los sabores y se olvidara del despegue. Viktor, él fue menos sutil y más audaz. “Sólo mírame a mí, Yuuri” fue lo que dijo antes de tomarlo por las mejillas, conectaron sus miradas mientras el mayor se acercaba al azabache con calma, sonriendo antes de unir sus labios en un contacto dulce que acalló el pánico y ocasionó una sonrisa en Yuuri. Cada uno con sus estrategias

Llegaron a aquel país en una sola pieza, así lo describió Emil cuanto arribaron a San Petersburgo y veía a Yuuri y Otabek respirar normalmente, reponiéndose del susto de aquel vuelo en el aparato más grande que habían visto hasta ese momento. Los seis convivirían un poco más esos días, al menos hasta culminar con el trabajo que los llevó a realizar todo ese viaje caótico lleno de aventuras, alegrías y hasta dolor. Cada quien, a su hogar en la ciudad, siendo Yurio quien se comprometió a cuidar de Otabek y Viktor obviamente se encargaría de Yuuri, eso ni siquiera había que dudarlo. Se despidieron en el mismo aeropuerto antes de salir, Viktor quiso hacer eso porque quería ver el rostro de ambos nativos ante lo que les esperaba fuera de esa edificación

 

 

-vamos, cierra los ojos – sonreía Viktor colocando su mano encima de los párpados de Yuuri y este se dejaba llevar

-¿una sorpresa? – susurraba al sentir su mano ser agarrada por Viktor y se dejaba guiar a ciegas en ese lugar

-si – se reía Viktor y miraba a Yurio – ¿no harás algo parecido?

-no soy tan infantil – decía mirando a Otabek y haciéndole una seña para que salieran primero del aeropuerto

-pues a mí me parece bastante divertido – sonreía Viktor mientras entrelazaba sus dedos con los de Yuuri para guiarlo a la salida – Yuuri… ¿recuerdas el manto blanco del que te hablé? – susurró en el oído del azabache antes de darle un beso en la mejilla y sacarlo del cálido ambiente que tenía ese sitio

 

 

El frio golpeó directamente en las mejillas de Yuuri, quien tembló de inmediato y con curiosidad abría sus ojos. Su mirada brilló al observar aquello, lo más extraño que pudo esperar. Los alrededores, las aceras, las edificaciones, incluso algunas personas tenían aquel manto blanco encima. Los copos caían con lentitud y Yuuri no pudo evitar pronunciar una sola palabra, “flores” decía mirando a Viktor y apuntando con el dedo a aquellas porciones de nieve que caían desde el cielo. Viktor sonreía porque pocas veces vio aquella emoción en una persona ya adulta, en verdad era un privilegio estar junto a un ser tan inocente.

Con temor, el azabache dio los pasos faltantes para llegar a aquella blanca sustancia que se acumulaba en el suelo, la pisó con curiosidad escuchando el leve crack que hacia cuando la suela presionó en ella. Miró con emoción que todo era invadido por aquello e identificó a su casi hermano tan sorprendido como él. Otabek hacía una leve mueca y se arrodillaba para tomar aquella cosa entre sus manos y Yuuri lo imitó enseguida. Nunca había sentido aquello entre sus dedos y arrugó su nariz porque su piel contactó de inmediato con aquel frio, pero se negó a soltarlo, aun si sentía sus dedos entumecerse. Sonrió al presionarla y ver que se derramaba, simplemente fascinante

 

 

-¿te gusta? – Viktor ignoró todas las miradas sobre ellos y se arrodilló junto a Yuuri

-si – susurró mostrando una sonrisa esplendida mientras tomaba otro poco y volvía a aplastarla entre sus dedos – no flores – decía con emoción mientras veía que se volvía líquido en sus manos – agua

-es agua congelada – reía Viktor tomando una de las manos de Yuuri y sujetándola entre las suyas para darle calor, ya que se estaba poniendo roja por el frío

-¡NO TE LO COMAS! – Yuuri y Viktor de inmediato miraron a quien gritó – ¡¿cómo se te ocurre?! – Yurio golpeaba la frente de Otabek con su mano. Usaba la suficiente fuerza para detener a acción de Otabek, quien ya acercaba aquella masa blanca a sus labios

-¿por qué no? – preguntaba con curiosidad viendo como aquella cosa blanca caía de entre sus dedos – agua – Otabek miraba a Yurio esperando una explicación y este solo negaba

-porque está sucia, obviamente alguien la pisó antes – decía con paciencia mientras quitaba la nieve de manos de Otabek y lo obligaba a pararse – recolectaremos un poco después, pero no te comas eso sin saber qué pasó con la nieve antes

-¿agua? – decía Yuuri mientras mostraba a Viktor el montón de nieve en su mano

-es agua, pero no te la bebas – se levantaba y con él, Yuuri lo hacía también – vamos, tomaremos un taxi

 

 

Yuuri parecía un niño, en parte eso era, porque no sabía nada de esas cosas y aprenderlas todas de una sola vez era imposible, por eso Viktor reía al verlo emocionarse con cualquier cosa, incluso con la calefacción del auto que tomaron para transportarse. Yuuri extendía sus manos para sentir aquello y reía emocionado al notar el cambio de temperatura. Eso solo era el comienzo de su nueva vida

 

 

Cada uno por su lado…

 

 

El ruso de cabellos platas se llevó a Yuuri a su casa, una modesta, la misma que se la encargó a una amiga para que la cuidara. Era normal, como para que una persona común viviera en ella. A Viktor le gustaba la comodidad y la calidez de ese más o menos pequeño lugar en el último piso de un edificio exclusivo. Tenía que darse ciertos gustos ocasionales y con el sueldo que tenía no se limitaba en elegir simpleza entre lujo. Un contradictorio pensar que lo había llevado lejos en la vida, la muestra más grande era que logró obtener a su amor prohibido con él  

Las cosas eran siempre tan divertidas si estaba con Yuuri. Incluso tomar el ascensor fue una proeza, pues el movimiento y el vértigo actuaron en el azabache a quien Viktor abrazó mientras le acariciaba la espalda para calmarlo. Después estaba acostumbrar a Yuuri a pasar por el pasillo mirando las calles desde el séptimo piso, en ese momento el ruso pensó que tomó una mala decisión al elegir un lugar tan alto para vivir, pero ya no podía cambiar eso. Yuuri estaba espantado cuando salió del ascensor, pues la vista era impresionantemente horrenda para él. Dio un salto hacia atrás que lo hizo caer, se pegó a la pared que sentía segura sin desear levantarse, terminó por gatear por el suelo para no ver nada. Viktor lo entendía y por eso lo acompañaba en cada acción que hacía, obviando las miradas extrañadas, burlescas o reprobatorias por aquel comportamiento. Los demás podrían murmurar cualquier cosa de ellos, pero eran ignorados en totalidad hasta el punto de que las propias personas dejaban de decir algo. Con solo tres días, las cosas se volvieron “normales” pues al menos Yuuri ya caminaba por el pasillo, pero siempre pegado a la pared y evitaba el balcón

Yuuri se la pasaba viendo por la ventana cuando ya estaba en el departamento, estaba perdiendo el miedo de sentarse cerca de una y admirar el paisaje, pues apreciar los copos caer y acumularse era su atracción favorita. Solía ponerse a cantar algo mientras comía alguna cosa empaquetada que Viktor le daba para que empezara a acostumbrarse a los sabores nuevos y ya no tan naturales. Paseaba por los cuartos, descubriendo alguna cosa nueva por la que tenía que preguntar o aprender a usar y Viktor se dio el tiempo de explicar cada una de ellas, desde la cocina, hasta la secadora. Fue entonces que Viktor entendió que había estado obviando cosas tan comunes como aquellas. Él también aprendía a medida que Yuuri lo hacía, pues había artefactos que él no usaba continuamente y hasta los nombres se le olvidaron, como el limpia pisos. Viktor no pasaba en casa durante semanas, así que contrataba a alguien para el aseo, así que se enteró que no sabía cómo diablos usar la lavadora, porque no encontraba el espacio para colocar el detergente. Fueron días de adaptación divertidos y cansados al mismo tiempo  

 

 

- ¿te gusta el agua caliente y la bañera? – preguntaba Viktor cuando estaban metidos en ese lugar para tomar un baño como ya hicieron antes, y hacían cada noche antes de dormir.

-huele bien – sonreía mirando a Viktor mientras mostraba el frasquito de shampoo que usaron para lavarse el cabello

-¿no te molesta que yo me bañe contigo? – acababa de darse cuenta de que jamás le preguntó a Yuuri sobre eso. Sólo había asumido que no era raro que se bañaran o durmieran juntos

-no molesto – sonreía tomando la esponja que usaban para limpiar su cuerpo y se la mostraba a Viktor – limpiar a Viktor – sonreía y el ruso solo se sonrojaba levemente porque aquella ingenuidad no se compararía con la nadie. No había forma, Yuuri era una joya sin mancha y por eso era sumamente difícil para el ruso resistirse

 

 

Yuuri usaba sus manos para deslizar el jabón en la piel del mayor, lo hacía con cuidado como si bañara a un infante. Viktor ya lo había visto en la comunidad, cuando Yuuri bañaba a los niños en el río era sumamente cuidadoso para no dañarlos y ahora podía apreciar esa dedicación de cerca, además de la sonrisa hermosa que le otorgaba mientras cumplía con esa labor y era por eso que Viktor no dejaba que la limpieza durara mucho y cambiaba lugares. Se movía hasta tener a Yuuri dándole la espalda y era él quien tomaba el jabón para empezar a repasar aquella piel levemente morena pero que seguramente con el tiempo volvería a ser más clara.

Viktor adoraba repasar la piel de Yuuri con sus dedos, se justificaba con ayudarlo a bañarse, pero en realidad simplemente lo haría todo el tiempo, incluso lo hacía mientras dormían. Las mejillas y los brazos eran su presa más accesible, pero sus pensamientos volaban por el resto de ese cuerpo y por eso bañarse juntos era como su elixir y su pecado. La desnudez de Yuuri era como la manzana prohibida, las ganas de tocarlo superaban su autocontrol y en esa ocasión no fue la excepción

 

 

-abre tus piernas, Yuuri – susurraba en el oído del menor, quien se tensaba un poco, pero obedecía – tienes bonitas piernas – decía mientras admiraba como las mejillas de aquel azabache se teñían de rojo intenso, era muy bonito ver aquello

-Viktor – susurraba mientras dejaba que esos dedos se deslizaran por su piel – yo limpiarte – el japonés era entonces quien deslizaba sus dedos por las piernas que le rodeaban. Sentados el uno junto al otro en esa tina, los tenían tan cerca como les fuese posible

-no puedo – susurraba Viktor porque no sentía malicia en el toque de Yuuri, en cambio él tenía todas las intenciones de llegar a algo más que solo un baño juntos

-Viktor… ¿pasa algo? – decía girándose levemente para admirar al otro que suspiraba – ¿estás bien? – pronunciaba con dificultad, esforzándose para hablar correctamente aquel idioma

-tu piel es tan suave, quisiera tocarte más – susurraba cerrando sus ojos y posando su quijada en el hombro ajeno – pero siento que está mal, simplemente no puedo seguir

-Viktor seguir – decía mirándolo con una sonrisa, elevando su mano para alcanzar el rostro del ruso y darle un suave beso. Sonreía, sus mejillas se coloreaban antes de volver a sentarse correctamente hasta pegar su espalda al pecho de Viktor – tocar – decía sujetando las manos del mayor y pegándolas a su pecho

-no sabes lo que dices – dramatizaba al sentirlo tan cerca. Se repetía mentalmente que debía controlarse, ¡pero era difícil!

-Viktor mirarme… ¿cómo esposa? – dijo con las mejillas rojas, encogiéndose un poquito – ¿eso ser?

-¿eh? – se tensó porque de verdad fue descubierto – sabes que eres un chico, no puedo tratarte como a una esposa

-yo… yo quiero ser esposa… de Viktor – susurraba con timidez flexionando sus piernas hasta recogerlas y pegarlas a su pecho – ¿puedo?

-Yuuri – susurró un poco sorprendido por aquello – ¿sabes lo que me estás diciendo?

-ser familia – decía mientras tocaba las manos de Viktor y entrelazaba sus dedos – pero… Yuuri mirar a Viktor diferente

-yo te amo Yuuri – susurraba mientras lo abrazaba por la cintura y posaba su quijada en el hombro del azabache – entonces… ¿puedo seguir?

-amar Viktor – sonrió levemente, temblando con ligereza al sentir la respiración del otro chocar contra su mejilla

-¿quieres casarte conmigo? – susurró mientras le besaba la mejilla – Yuuri, ¿quieres casarte conmigo?

-si – respondía con vergüenza mientras cerraba sus ojos – sí, Viktor – sonreía porque entendió aquello, porque lo esperaba ansioso y escucharlo lo llenaba de emoción

-no puedo con tanta ingenuidad – decía abrazándolo con fuerza, restregando su mejilla con la de Yuuri, suspirando porque estaba malditamente emocionado y porque… – Yuuri… ¿podemos adelantar la noche de bodas?

-boda – repetía el azabache sin haber entendido toda la frase – Viktor boda – soltó una leve risilla cuando la nariz del mayor repasó su cuello, sintiendo un escalofrío cuando un beso fue posado en su nuca – ah – soltó un leve jadeo al sentir otro beso un poco más abajo y al mismo tiempo la caricia en su vientre – Viktor

-Yuuri, solo un poco… hoy solo un poco – susurraba ya sin fuerza de voluntad. Aquellas palabras lo habían sorprendido, aquel jadeo le sonó a una aceptación y su mente divagó

-Viktor – susurró al sentir aquellos dedos ascender por su abdomen provocándole escalofríos, al mismo tiempo que sentía una leve mordida en su cuello – ah… Viktor – susurró estirando su cuello y sin darse cuenta dándole espacio al otro para que siguiera el camino de besos que no quería terminar

-eres muy lindo Yuuri – susurraba con voz ronca debido al deseo que le invadió al escuchar su nombre siendo casi gemido por aquel muchacho de quien se enamoró perdidamente – tu voz es bonita – se acercaba al oído del menor antes de morderle el lóbulo con delicadeza

-ah – se tensó al sentir la caricia en sus pezones y se arqueó cuando aquellos dedos empezaron a masajearlos – Vi… Viktor – susurraba mientras sentía un escalofrió que hizo a sus dedos encogerse

-tranquilo – le acariciaba las piernas para que se relajara mientras él seguía explorando aquella piel, jugando con esos bonitos pezones – yo solo… solo – Viktor no sabía cómo explicar aquello, solo sabía que no quería hacer nada para asustar a Yuuri y aun así allí estaba, dejándose llevar por los suspiros queditos del azabache. Yuuri se pegaba más a su cuerpo mientras él le deslizaba sus dedos por la piel disponible, ¿cómo controlarse ante aquello?

-¿Viktor… tomar… mi cuerpo? – susurró quedito sintiendo como aquellas manos se alejaban un poco. Sus mejillas rojas, sus manos empezaban a temblarle y aun así giró su rostro para ver al mayor – ¿hacer eso?

-Yuuri – susurró antes de besarlo – ¿puedo hacerlo? – murmuró mirándolo directamente y el azabache asintió antes de cerrar sus ojos – ¿sabes lo que es eso?

-si – susurraba dándose vuelta hasta quedar en frente del mayor – curandera… saber

-¿qué sabes?

-ser esposa – dijo con vergüenza mirando al mayor – y Viktor… casarse conmigo – terminó cerrando sus ojos antes de abrazarse al cuello del ruso que sin saber qué hacer, sólo sonrió abrazándose al más pequeño

-no puedo con esto Yuuri – se quejó infantilmente al escuchar aquella declaración, aprobación o lo que fuere – eres demasiado dulce… pero hay que hacerlo correctamente – decía separándose del azabache quien ladeó su cabeza al no entenderlo

-¿correcto?

-vamos a casarnos – sonreía besando a Yuuri en aquellos labios que podían emitir tan bellos sonidos – ahora mismo

-¿ahora?

-ven conmigo Yuuri – lo tomó de la mano y sacó de la tina – vamos… hoy nos vamos a casar

 

 

Continuará… 

 

 

Notas finales:

Las cosas ya han progresado y hay que darle un final feliz. La cuestión con este fic era darles romance, lindo y gentil, creo que de cierta forma lo he logrado jajajja

Muchas gracias a las personas que me han leído continuamente, sus reviews serán respondidos en el fin de semana porque hoy estoy muerta, casi me duermo encima del teclado XD

Muchos besos y nos estaremos viendo~


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