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Apariencia confusa por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno fue un placer escribir esto, espero que lo difruten~

 

 

 

 

Viktor sentía que tomar a Yuuri sin haber hecho algo formal antes del gran suceso, era incorrecto. No lo decía por sí mismo, pues el matrimonio estaba sobreestimado en su sociedad, lo decía por el propio azabache, quien apenas envuelto en una toalla en la cintura esperaba a ver qué pasaba. Yuuri fue criado con tradiciones estrictas, con leyes y normas, por eso despojarse de su virginidad debía ser especial para él. Viktor entonces se golpeó mentalmente por no haber pensado en eso antes, debía al menos hacer una pequeña ceremonia similar a la que la comunidad natal de Yuuri celebraba para un matrimonio. El ruso no podía cazar un leopardo o algo así, tampoco podía cocinar diferentes platicos exóticos para compartir con la familia o cantar aquella canción que la gente del pueblo pronunciaba cuando Mari se casó con el actual jefe, pero al menos podía cumplir con una pequeña parte de la ceremonia

Viktor entonces rebuscó por toda su habitación, trataba de encontrar aquello que guardaba como recuerdo de su madre a la que le gustaba bordar y tejer. Una cajita pequeña que el ruso había conservado hasta ese momento se mostró, brillaba en colores que la adornaban, despedía fragilidad y esa dulzura maternal que la primera dueña tenía. Viktor deslizó sus dedos con delicadeza, rememorando algunas cosas de su infancia y sacó la más fina cinta que tenía. Una con adornos brillantes, delicada y a la vez hermosa. Dos colores llamaban la atención de Yuuri, quien solo observaba, sentado junto a Viktor cerca del armario.

Blanco y rojo, como los colores que usaban en la aldea, tela colorida fabricada con fibras y pigmentos naturales, pero en este caso eso era lo que menos importaba, porque el simple acto era esencial. Viktor entonces se forzaba a recordar el procedimiento de aquella parte de la ceremonia, con las dos cintas en sus manos guardaba lo demás en su lugar y respiraba hondo cuando su mirada chocó con la de Yuuri. Con cuidado, Viktor enredó la cinta blanca en la muñeca derecha del azabache, dejando siempre un pedazo largo en una medida lo suficientemente buena para lo siguiente. Él se ató la cinta roja en su mano izquierda con ayuda del propio Yuuri, quien sonreía emocionado, pues al parecer entendió aquello

 

 

-la verdad no recuerdo bien la ceremonia – sonreía Viktor al ver a Yuuri jugar con la cinta que rodeaba su mano

-familia ser un lazo – Yuuri mostraba la parte suelta de su cinta y Viktor lo imitó – unirse. Roto, pero nunca soltarse, enredarse de nuevo – pronunciaba mientras pensaba como traducir eso al idioma de Viktor – fuerte – decía y con ayuda de Viktor empezaba a enredar las cintas hasta que con la última porción de la misma formaban un lazo que apretaban – matrimonio base… apoyo… fuerza… destino — miraba a Viktor como afirmando que ya terminó su parte

-así que era eso lo que decían – con curiosidad miró a Yuuri asentir, esas palabras eran simples, pero a la vez profundas, expresando una forma diferente de ver la unión de sus vidas. Sus dedos buscaron las manos ajenas, las juntó apreciando la unión forjada por las cintas. Extendió sus dedos hasta que ambas manos se tocaban en cada porción posible. Admiró la diferencia de tamaños y colores entre sus manos y separando sus dedos lograba entrelazarlos con los de Yuuri – te prometo cuidarte Yuuri. No te dejaré solo. Eres libre, pero a la vez estas atado a mi – decía con calma comprobando que el azabache le entendiera – yo te amo

-amo a Viktor – sonreía con las mejillas coloreadas levemente. La felicidad expresada en esos ojos marrones brillantes, la emoción en Viktor al hacer aquello y terminaban por acercarse para besar los labios contrarios con ternura

 

 

Era solamente una pequeña porción de la ceremonia, la única que el ruso recordaba con claridad, puesto que en el resto de la misma se la pasó viendo a la curandera azabache que ahora era SU Yuuri. Abrazó al menor con fuerza, sonriendo al escucharlo reír y corresponder a ese tímido contacto. El lazo entre las cintas no se soltaba esa noche, era como un símbolo que representaba que, desde ese momento, estarían juntos por siempre. Su matrimonio estaba hecho con esa simple condición. Viktor entonces se sintió lo suficientemente confiado como para llegar un poco más lejos de lo que hizo hasta ahora. Fue entonces que rodeó aquella cintura fina con uno de sus brazos mientras rozaba su nariz con la contraria. Escuchó suspirar a Yuuri y era malditamente hermoso. Viktor juntó sus labios con delicadeza, besos mariposas sin descanso sobre la piel de Yuuri, sus manos unidas por el lazo se entrelazaban por medio de sus dedos y su extensión libre se paseó por la espalda desnuda del menor, pues ni siquiera se habían puesto más allá de aquellas toallas que estaban húmedas.

Viktor guió ese beso que hasta ese momento no había pasado de simples roces. Movió sus labios sobre los de Yuuri, le mostró que un beso no sólo es un contacto, sino que es un complot mutuo porque con eso trataban de quitarse el aire ajeno y volverlo propio. Con sus dientes sostuvo el labio inferior del azabache que lanzó un sonido sutil, pues fue sorprendido y respondía con aquello. Una mordida leve que solo se concentraba en rozar la piel ajena y estirarla un poco. Confiado, Viktor fue un poco más allá porque quería saborear el fruto prohibido, el que había hurtado y vuelto de su propiedad. Su lengua rozó los labios ajenos sintiendo como Yuuri cerraba su boca impidiendo el paso, nada más hermoso que aquel temor a lo desconocido

 

 

-Yuuri, confía en mi – susurró mientras lo guiaba a levantarse del suelo en donde habían estado

-que… ¿qué hace Viktor? – susurró alejándose un poco para mirarlo. Las mejillas del azabache estaban encendidas, la luz en la habitación lograba darle al ruso el placer de ver aquello – Viktor — volvía a repetir cuando no tenía respuesta

-un beso – sonreía mientras aun abrazando a Yuuri por la cintura, lo guiaba a la cama que ya los había acogido para dormir… pero que en esa ocasión los acunaría en su noche de bodas – un beso más profundo, más decidido… amor expresado en un beso – susurraba mientras lo recostaba en esa cama y él se posicionaba encima del menor

-entiendo – se perdía en la sonrisa ajena, se dejaba llevar por aquel hombre que le dio libertad y vida nueva. Se concentró en los ojos azules como el cielo despejado, entonces se acercó hasta esos labios e imitó el hecho, rozando su lengua con los ajenos

-juega conmigo, Yuuri – sonreía mientras capturaba los labios inocentes con delicadeza. Rozaba su lengua con la piel ajena, logrando que esos labios se separaban ligeramente. Viktor se introducía con delicadeza, admirando como Yuuri se tensaba y cerraba con fuerza sus ojos, pero dejaba que alguien invadiera su boca

 

 

Viktor entonces acarició cada porción que encontró en aquella cavidad. Su lengua rozó con la de Yuuri y escuchó un suspiro lleno de impresión, entonces fue más allá. Le invitó a unirse a la exploración, jugaba con sus labios, dejando que cada músculo actuara mientras sus sabores se mezclaban y poco a poco el menor se relajaba, aceptando que aquel acto le hacía perder el aire y por ende marearse levemente. Yuuri respiraba agitadamente cuando lo dejaban recuperarse, veía el pequeño hilillo que brillaba uniendo sus labios y se sonrojaba porque su corazón parecía querer salirse de su pecho. Los besos del mayor entonces dejaban sus labios, los sentía por la piel de sus mejillas, en su cuello e iba descendiendo poco a poco. Cada toque en la piel de Yuuri terminaba haciéndolo estremecer por algo parecido a cosquillas, pero que hacían su estómago revolotear y sentir calor que empezaba a expandirse por donde las manos de Viktor se deslizaban. Sus piernas, sus brazos, su pecho, sus pezones, su abdomen, todo lo que era tocado empezaba a calentarse más y más

Yuuri sentía la necesidad de soltar alguna cosa, de decir algo, pero lo único que brotaba de su garganta era un suspiro que se volvía agudo y que reflejaba el temblor de su piel. Viktor se embelesaba en cada porción de Yuuri que podía tocar, lamer, morder; su única mano libre se paseaba sin recato por el cuerpo que se estremecía y entonces llegó a punto que le marcaba la diferencia. El ruso elevaba su mirada, su rostro, dejaba de lamer y morder el vientre de Yuuri, quien ya gemía en recompensa del labor ajeno. Viktor podía notarlo, su pequeño estaba agitado, aferrándose a la sábana y apretándola mientras sus ojos se cerraban levemente. Yuuri al no sentir más caricias, ni besos, ni alguna humedad recorriendo su piel o los dientes deslizarse por zonas que le causaban sensaciones extrañas, abrió sus ojos color otoño y miraba al hombre delante de si

 

 

-quiero conocerte entero – le susurraba acercándose hasta besarlo. Atraía sus manos atadas y besaba la muñeca, el dorso y cada dedo del menor ante la atenta mirada del mismo

-puedes – decía respirando agitado porque sentía una ansiedad que era originada por el calor que su vientre tenia y que de pronto le hizo cerrar las piernas – Viktor

-¿puedo? – decía con sus dedos en la atadura de la toalla que hasta ese punto era su único vestigio. Yuuri negaba intentando apartarse, pero tenía a Viktor entre sus piernas, ni siquiera se dio cuenta de aquello – ¿por qué no? – Viktor sonreía divertido mientras veía a Yuuri usar su única mano libre para ahora sujetar la toalla en su lugar

-yo… extraño – susurró al sentir su intimidad hacerle leves cosquillas, sentirla diferente y a la vez enviarle dolor leve a su cuerpo

-apreciaré cada poro de ti – sonreía pues lo notaba, por encima de esa tela blanca y pomposa – quiero ver – susurraba, pero Yuuri negaba insistentemente. Se oponía mientras sus mejillas se tonaban más rojas todavía – estoy igual – confesaba con el tono de voz más profundo – no es nada raro lo que te pasa

-Viktor… ¿igual? – susurraba quedito mientras bajaba su mirada y lo notaba. Había algo. Entonces se concentró en esos ojos azules y suspiró – ¿qué es?

-deseo – susurraba – deseo intenso, único y diferente a la vez – deshacía la atadura blanca cuando el menor aceptaba aquello y la evidencia estaba clara. Ambos estaban reaccionando ante el otro

 

 

Yuuri veía su propia intimidad más grande de lo normal, le dolía levemente y estaba levantada. Viktor le cedía un beso en los labios y el azabache se relajaba al saber que no era visto con negatividad, era entonces que sus manos iban hacia la toalla ajena y la desataban para verificar que no era el único de esa forma. Tenían cuerpos semejantes, Yuuri tenía todo claro, al menos lo suficiente mientras el calor en su cuerpo lo hacía marearse. Veía su intimidad y la de su ahora “esposo”, estaban en las mismas condiciones, aunque el otro estaba aún más grande. Con curiosidad, el azabache tocó la punta de la intimidad ajena, escuchando un sonido ronco proveniente del de cabellos plata y se asustaba, pues parecía doler. Pero no pudo preguntar nada porque los labios ajenos acallaron los suyos y el cuerpo ya desnudo se pegaba al suyo sin problemas. Un sonido agudo nació de la garganta de Yuuri al sentir el roce entre sus intimidades, delicioso escalofrío que le recorrió la espalda y se abrazó al cuerpo del más grande sintiendo como se movía causando más sensaciones en su piel

Viktor no quería lastimar a su preciada joya, por eso con una mirada y una explicación simple le decía lo que haría después de eso. Tomaba una botellita que tenía en su velador, la observaba y mostraba para asegurarse de que nada quedara sin explicación. El líquido entonces era untado en sus dedos, recibía ayuda de Yuuri quien usando uno de sus dedos ayudaba a desplazar la sustancia en la mano ajena. Era aceite que se usaba para aplicarlo en el cuerpo, caracterizado por su aroma a manzanilla, y como coincidencia, del gusto exclusivo de Yuuri. Era irónico y Viktor rió por eso, pues el azabache le ayudaba a que sus dedos se bañaran en ese líquido de color amarillo para después ser Yuuri quien lo usara en la punta de sus dedos

Lo besó para distraerlo un poquito mientras empezaba con su tarea. Viktor le susurró que lo amaba tantas veces como fueran necesarias para que Yuuri se relajara mientras él exploraba la pequeña abertura que lo alojaría con prontitud. Yuuri gemía quedito, sorprendido porque en esa zona jamás pensó ser tocado, pero los besos dejaban que su mente se centrara en otra cosa. Viktor se dio su tiempo para dilatarlo, tenía que ser sumamente cuidadoso o el dolor no sería agradable. Lo besaba y acariciaba, mientras guiaba su mano junto con la de Yuuri, que no dejaban de estar adornadas por aquellas cintas coloridas, para que juntas se deslizaran por la erección del menor hasta hacerlo gemir por el placer de aquella estimulación doble

 

 

-nos uniremos ahora – le avisaba mientras quitaba sus dedos de aquella zona y lograba sacarle un gemido de protesta

-de nuevo – pedía en un suspiro mientras veía a Viktor con los ojos brillantes – de nuevo – susurraba porque aquellos dedos llegaron a sentirse demasiado bien en su interior y hacía que sus caderas se movieran solas – Vi-Viktor

-ahora será algo diferente – le susurraba sonriendo por el adorable descaro sin maldad en esas palabras. Una sinceridad que le estaba encantando, porque Yuuri era honesto y aceptaba que eso le gustaba – abre tus piernas Yuuri

 

 

Yuuri obedecía porque cada cosa que Viktor le enseñaba en esa noche especial, se sentía bien y quería saber qué más podría aprender. El azabache se mostraba en esplendor, dejando su cuerpo expresarse, admirando el brillo extraño en los ojos de color cielo y mostrando el brillo de los suyos. Veía a Viktor soltar un gemido largo y ronco, él se estremeció al sentir que algo duro rozaba con la piel de sus nalgas. Todo aquello causaba una sensación extraña en su pecho, ansiedad y emoción, no podía definirlo. Yuuri tembló levemente y encogió los dedos de sus pies esperando alguna acción nueva. Viktor entonces mostraba su erección, sonreía porque la mirada del menor se desplazaba con curiosidad. El azabache vio el miembro ajeno solo un momento, antes de que este desapareciera y casi de inmediato sintió algo presionando en donde antes los dedos de Viktor exploraban. Sintió la presión en aquel lugar y comprendiendo que era el pene ajeno que estaba allí, cerró sus ojos y suspiró. Estaba nervioso y por eso temblaba levemente

Viktor metió la punta de su erección en aquella cavidad y soltó un gruñido leve por lo apretado que estaba, pero más importante que su propia sensación estaba la ajena que mostraba miedo. Acarició las piernas de Yuuri, entrelazó los dedos de sus manos atadas para darle confianza, le susurraba que se relajara, lo besó con cariño y Yuuri solo suspiró profundo cuando era invadido cada vez más profundo. Viktor fue con calma, a sabiendas que robaría la virginidad de aquella persona tan importante para él, lo trató como a un cristal y lo calmó cuando sus cuerpos estaban unidos. Escuchaba a Yuuri respirar agitado, lágrimas solitarias se escapaban de esos ojos y con su lengua las recogió como si fueran perlitas de alta calidad. Hizo que se miraran para amenguar el dolor, lo besó incontables veces, lamió ese cuello, lo mordió levemente en el pecho, dejó que sus dedos se entretuvieran con el miembro ajeno y momentos después ambos estaban respirando agitadamente entre un beso más desesperado

 

 

-Yuuri – susurraba por sobre los labios ajenos – me moveré – avisaba y el menor lo miraba con un poco de miedo

-caliente – susurraba mirando a Viktor – tu caliente – explicaba mientras sentía el primer movimiento que le robó el aire – ah – un gemido se le escapó cuando sintió de nuevo que Viktor salía y se introducía nuevamente en su cuerpo – Vi-Viktor

-tranquilo – decía con dificultad, pues aquella acogida le excitaba a tope. Quería ir más a prisa, pero se controlaba porque no quería hacerle daño – estamos unidos – susurraba mientras entrelazaba sus manos libres – mi Yuuri

-unidos… Vi-Viktor – susurraba al sentir de nuevo aquel movimiento que lo hacía jadear y le causaba una extraña incomodidad

 

 

Las manos juntas se dejaban a cada lado de la cabeza del menor mientras Viktor empezaba a hundirse en aquel cuerpo. Despacio, con cuidado, disfrutando de la calidez y estrechura, pero cada vez se dejaba llevar más allá de eso. Escuchaba sus respiraciones erráticas, los gemidos de ambos cuando los movimientos se iban haciendo más ágiles. Apreciaba cómo la mirada otoñal se volvía más brillante y el calor aumentaba hasta teñirlos de brillante color debido al sudor que los invadía. Se perdían mirándose, besándose, uniéndose cada vez con más pasión, rapidez y fuerza. Los gemidos se volvían agudos, casi gritos cuando se hallaba el placer en un punto que desconocían fuera tan placentero para ambos cuerpos. Se miraban con atención mientras pasaban a ver estrellas o simplemente no ver nada más que el color de ojos contrario. Se besaban compartiendo sabores mientras los espasmos les llegaban con fuerza haciendo que se arquearan, que se rozaran más, que la fricción los hiciera perder el control de sus acciones y ya no midieran ritmo o potencia

El mundo se volvió blanco a su alrededor cuando alcanzaron la cúspide de aquello, sus cuerpos se tensaron presionando el otro, sintieron la esencia brotar de sus intimidades y el calor expandirse por cada poro de piel. Quedaron sin aliento un momento, perdidos en el éxtasis corporal. Lanzaron un gritito compartido y luego solo se abrazaron para quedarse con los ojos cerrados en aquella cama, la que compartían, la que sería testigo de su amor. Susurraban cosas al oído del otro, se acariciaban para disfrutar del periodo después de haber desenfrenado sus sentidos y una sonrisa completaba aquel ritual. Ahora ellos estaban atados por algo especial, y la cinta que estaba en su lugar lo representaba físicamente. Entonces solo les quedaba quedarse uno junto al otro mientras se hundían entre las mantas, sentían el latir ajeno y descansaban sus cuerpos

 

 

Ellos…

 

 

Algunos dirían que es demasiado trabajo enseñar a un extraño las cosas básicas y complejas sobre la gran ciudad, representaba demasiado tiempo invertido en una sola persona cuyo único vínculo mostrado con alguien más, era el amor. Muchos dirían que el amor no basta para que algo funcione, y eso se volvía realidad si es que el sentimiento no era verdadero o bien fundamentado. Viktor se enamoró de Yuuri cuando aún creía que era prohibida, la mujer que estaba destinada a casare con el siguiente jefe o cosas así y aun así jamás perdió la esperanza de algún día poder al menos besarla. Ahora estaba admirando que el destino no siempre era cruel y que el amor si bastaba para unir a dos personas por más difícil que fuera la situación. Viktor pasaría mil veces todos esos complicados momentos con tal de tener a Yuuri a su lado, porque sabía que solo con el azabache, su propio ser estaría completo

Obviamente fue muy difícil enseñarle todo, empezando por las cosas más básicas como usar el dinero para comprar cosas. El idioma no era mayor impedimento porque con poco tiempo, Yuuri ya empezaba un dominio bastante bueno. Acostumbrarlo a que usara el elevador o que se mantuviera tranquilo ante las alturas fue lo más complicado, pues el menor se había creado un trauma desde el incidente del acantilado. Con mucha paciencia Viktor logró calmarlo, se dedicó a abrazarlo a cada paso que daban para atravesar el pasillo o cuando tomaban el ascensor cuando pretendían salir o regresar al departamento, porque el resto del día lo tenían para pasear por allí. Tuvieron la fortuna de llegar a finales del invierno y la primavera que se abría paso era la cosa más hermosa que Yuuri pudo haber disfrutado, y con él, Viktor también aprendió a ver las cosas simples con mayor detenimiento e ilusión. Una flor que se abría, el aroma matutino, las nubes espléndidas, el hielo que se derretía, admirar los adornos de las calles cambiar. Cada detalle era notado por Yuuri, quien terminaba enseñándole el lugar a Viktor de una forma distinta a la que las personas estaban acostumbradas

Comida, ropa, tipo de vida, trabajos, estaciones climáticas, tecnología, diversión, cada cosa que Yuuri experimentaba la asimilaba con rapidez y con cada mes que pasaba, el jovencito se volvía más culto en cada materia que deseara. Su curiosidad innata lo llevaba siempre a preguntar y cuando Viktor no podía responder, entonces el internet era la solución. Una vez aprendido el idioma y el uso tecnológico, no había fronteras para que alguien no aprendiera lo que deseaba. Y en menos de medio año, Yuuri ya conocía las cosas que caracterizaban a ese país y a muchos más. Mientras Viktor cumplía con su labor de documentalista, cineasta y editor en ocasiones, Yuuri disfrutaba de la exploración junto con Otabek, pues los dos eran como niños teniendo una aventura en un bosque virgen.

A los cuatro meses de haber llegado a Rusia, Viktor, Yuri, Emil y Georgi se habían visto en la necesidad de regresar con la comunidad para mostrarles el resultado de la filmación. Por obvias razones Yuri y Otabek no regresaron con ellos, quedando bajo cuidado de Sara, una de las tantas amigas que tenía Viktor desde la infancia. Una semana separados, larga agonía para ambos y Viktor regresó con ansiedad para encontrar a un Yuuri que concentrado aprendía a cocinar algunas cosas. Delantal rosa, cabello adornado por unas orejas falsas, una leve mancha de harina en la mejilla, ese fue el regalo de bienvenida de Sara hacia Viktor. El ruso no se quejó, todo lo contrario, y Sara tuvo que salir huyendo porque los demás necesitaban privacidad. Por otro lado, estaba Otabek, quien se había vuelto ídolo entre las vecinas del departamento de cierto ruso rubio. El guerrero tatuado era siempre el centro de atención y con ello, cuando Yuri llegó a su departamento, se encontró con un Otabek en medio de cuatro mujeres quienes le enseñaban a bailar tango. La expresión de Yurio valía un millón de dólares según Mila, quien se había quedado a cargo y que se encargó de filmar todo con detalle. Nada más raro que tener a un par de amigas conspiradoras que les dieran la bienvenida más rara de sus vidas

 

 

Vivencias…

 

 

La primera vez que Otabek y Yuuri salieron a la calle solos, fue una verdadera locura, pues aparecieron en la tarde del mismo día con diez bolsas con diferentes artículos que dios sabe de dónde sacaron. Los objetos parecían ser de alguna tienda de reliquias, pero en realidad eran solo imitaciones que los azabaches hallaban en las tienditas más recónditas de esa ciudad. Viktor en aquella ocasión estuvo en pánico pues no sabía si Yuuri se perdería o tendría algún accidente y Yurio era el que lo frenaba para que no se le ocurriera seguir a ese par. Pero después de generar decenas de hipótesis en donde el desenlace era trágico, ambos rusos habían sido como los guardaespaldas de los dos ex nativos. Eso, aunque los perdían más seguido de lo que hubiesen deseado y con ello los ataques de pánico los hacían ver como un par de locos en medio de la calle. Corrieron, buscaron y al final, en casa, fingieron no haber sido unos acosadores y recibieron a los otros dos con una sonrisa en conjunto con comida comprada en el restaurante más cercano. Ellos sabían disimular, demasiado bien en ocasiones. Así la primera vez se volvía segunda, tercera, cuarta… y al completar un año de vivencias, tanto Yuuri como Otabek eran parte del mundo actual

 

 

-estaré bien, Viktor – sonreía Yuuri mientras acompañaba al ruso al aeropuerto – puedes irte tranquilo

-pero no quiero dejarte solo — un berrinche infantil mataba la apariencia seria del hombre de mirada oceánica

-y yo no quiero subirme a uno de esos – Yuuri señalaba el avión en un cartel, pues les agarró fobia y desde su llegada a Rusia no había querido tomar otro vuelo

-Yuuri – reclamaba haciendo un berrinche infantil – no pasará nada, puedo comprarte un pasaje y vienes conmigo

-me niego – respondía de inmediato, pero enseguida reía por la fingida lágrima que se le escapaba a Viktor – no me manipularás con eso

- cuando me creías me gustaba más

-ya no soy tan ingenuo – sonreía mientras deslizaba su dedo por el labio de Viktor y lo atraía para besarlo – ten buen viaje Viktor

-te extrañaré tanto – el ruso no perdía su dramatismo, apretándolo y hundiendo su nariz en el cuello ajeno – ven conmigo

-Viktor… cuando vuelvas, ¿podemos ir a un viaje? – mencionaba con las mejillas levemente rojas – quiero visitar un lugar

-¿y eso? – Viktor aun lo mantenía entre sus brazos a pesar de que caminaban hasta la zona de revisión en el aeropuerto – ¿quieres visitar un lugar especial?

-si – sonrió divertido al observar a alguien mirarlos o fotografiarlos disimuladamente con el celular, ¿por qué les gustaba hacer eso? – uno en donde crecen las especies que había en mi comunidad

-¿no te vasta con las plantitas que mando a traer de tu tierra natal? – Viktor había estado trayendo diversas plantas de aquel lugar selvático, pues Yuuri las convertía en su te tradicional de la mañana, sin falla alguna. Era simplemente cuestión de secarlas y transportarlas mensualmente – ¿se te acabaron?

-aun no… pero quiero saber si son las mismas. Lo vi en un documento en internet y me dio curiosidad. La ciudad está un poco lejos, pero el viaje puede ser en metro y cosas así

-está bien — soltaba un suspiro largo al mismo tiempo que liberaba al azabache de su agarre — iremos por ellas… pero aún me pregunto por qué insistes en seguir tomando aquello. ¿Me estas ocultando algo? —entonces cruzaba sus brazos sobre su pecho y se detenía para mirar al menor

-si – confesó con un poco de incomodidad ante esa mirada acusadora – necesito esas plantas Viktor y siento que, al transportarlas secas, su efecto no es el mismo

-¿qué haces con ellas?

-me vuelvo controlable

-¿en qué sentido? – sonreía, Yuuri no era un alma controlable, no desde que se le cedió su libertad – pues eres rebelde por naturaleza Yuuri, siempre quieres poner orden en todo, hacerlo como a ti te gusta… hasta en las noches – decía divertido 

-¡no me refiero a eso! – reclamaba suspirando. Viktor siempre bromeaba con eso, ¡solo lo hizo una vez! y… ese no era el punto – es que…

-¿qué sucede?... ¡Estás enfermo! – se alteró al tramitar esa posibilidad

-ese té es usado para la fertilidad de una curandera – decía cediéndole la maleta de mano a Viktor para que la colocara con el equipaje – pero para mí era lo contrario

-no entiendo

-con eso… yo evito concebir – dijo mientras se acomodaba la bufanda y localizaba la tabla de vuelos – necesito eso, Viktor

-entonces iremos por ellas… espera — negó con la cabeza y se frotaba la cien antes de mirar a Yuuri — creo que no te entendí… esas cosas son, ¿qué?

-te retrasarás al vuelo – Yuuri vio la pantalla cambiar, el nombre del vuelo ya se mostraba y se alteró al ver la hora – ¡entra Viktor!

-espera… ¡Yuuri debes explicarme eso!

-Viktor entra – decía empujándolo hasta la puerta correspondiente – buen viaje

-¡espera Yuuri!

-no es nada importante Viktor – decía con calma – es como un anticonceptivo. Cuando vuelvas te lo platicaré – sonrió antes de empujarlo a la zona de revisión y despedirse con su mano – buen viaje

-espera, ¡creo que entendí mal! – se quejaba dispuesto a regresar, pero cierto rubio que lo estaba esperando para pasar la revisión, lo jaló de inmediato – ¡YUURI! ¡Necesito que me expliques eso!

-sea lo que sea, te lo dirá cuando regresemos. Así que… ¡muévete Viktor! – Yurio no estaba para soportar despedidas cursis así que, arrastrando al mayor, se internó en los pasillos del aeropuerto. Debían pasar por revisión antes de entrar al avión y eso era tedioso. Si demoraban perderían el vuelo hacia la premiación de una de sus películas — silencio viejo… ¡ahora nos vamos!

 

 

-se fueron – suspiraba Yuuri mientras caminaba hacia una de las ventanas para ver el avión de lejos

-¿se lo dijiste? – Otabek aparecía entonces mientras traía dos paquetes de bocadillos salados para ambos

-si – suspiró haciendo una mueca de cansancio y recibiendo aquella bolsita de frituras – espero que sean las plantas que necesito

-¿y no has pensado en dejar de tomarlas? – Otabek bebía por el popote de su bebida haciendo un leve ruido – después de todo ya no es tu obligación ser infértil

-no lo sé – decía mientras sacaba unos lentes de sus bolsillos y leía una revista que adquirió – pero no creo que sea muy normal tratar a una curandera en este país

-puedes hacerlo solo. Seguro y Viktor se pone feliz

-quien sabe – Yuuri solo sonreía, no le preocupaba ese tema, al menos no ahora que no tenía reglas que seguir – ahora vamos

-¿a dónde?

-aquí – decía mostrando una fotografía de algún personaje famoso

-a patinar — su expresión seria no cambiaba por nada, lo único visible era el rastro evidente de migas en uno de sus labios, las mismas que relamía con calma

-no solo patinar – decía con emoción – es sobre hielo… ¿te gustaría aprender Otabek?

-seguro – dijo sin inmutarse – irá bien con las clases de baile con las señoras

-los trabajos son fáciles – se reía Yuuri – nos pagan solo por acompañarlas un rato, y es muy divertido. Cuando vuelva Viktor, lo llevaré también

 

 

Meses, años, Yuuri no los sentía pasar porque cada día era tan o más divertido que el anterior. Con su libertad a disposición podía vivir sin límites, y junto a la persona que amaba, sentía la perfección sin problemas. En definitiva, adoró nacer con una apariencia confusa  

 

 

 

~FIN~

 

 

Notas finales:

El lemon prometido, la vida completa y una esena de una despedida cursi, no sé como pude combinar eso para un final jajajaja pero salió decente a mi parecer

Este capítulo solo era un extra, una narración de la vida de esos cuatro después de tanto conflicto. Este es su final feliz y su futuro  lo dejo a la imaginación del lector

Fue un gusto esribir esta historia, espero que la hayan disfrutado también 

Muchos besos y nos estaremos viendo en otra oportunidad jejeje

Muchas gracias por su apoyo y reviews~

Besitos~


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