Josh parecía tan sumido en ese momento, tanto que Derek no quería molestarlo siquiera, pero el alfa odiaba a ese horrible perro que se había llevado toda la atención del omega en los primeros meses de su embarazo. Se suponía que lo indispensable para un omega en gestación era la presencia de su alfa, quien siempre debía cumplir sus antojos y llevar al pie de la letra cada necesidad del omega. Claro, eso hacía Derek pero sentía que Joshua lo miraba como un simple lacayo que cumpliría a cabalidad cada uno de los caprichos del mayor. En cambio, Derek sentía cierto odio por Seth, quien se había convertido en la almohada favorita del omega y había estado presente en cada momento de la formación del nuevo integrante de la familia, el animal era quien cada día recibía a Josh con felicidad y moviendo el rabo mientras que para Derek solo existía un beso ligero en los labios y un "Hola" delicado.
El alfa estaba demasiado molesto con ese animal o quizás Derek había entrando a una horrible crisis de paranoia y Josh solo no lo notaba porque estaba muy ensimismado en su vientre de casi seis meses de embarazo, era cierto que el omega jamás creyó estar así, pero le encantaba sentir aquellos leves movimientos en su interior. Más adoraba cuando Seth apoyaba su hocico sobre ese lugar y esperaba atento a que algo suceda, le encantaba lo atento que era ese perro. Aunque Josh notó la mirada de molestia que el alfa daba al animal desde su lugar en la cocina.
Esa noche Derek había decidido preparar la cena, ya que el omega no se sentía muy a gusto cerca de la comida, no es que tuviera náuseas, es solo que no queria que la cena acabara antes de cocinarla. En cambio, Josh observaba a su alfa quien picaba las verduras como si fuera a asesinar a alguien y esa mirada delataba a ese alguien: el perro castaño que se desvivía con el embarazo del mayor.
Josh notó esos celos poco naturales hace tiempo, pero no le dio la mayor importancia ya que Derek seguía siendo el mismo excepto en los momentos en los que Seth bajaba la cabeza sobre el omega y el alfa parecía simplemente fulminar con la mirada al animal. Claro que Josh reía internamente por ello, le encantaba que sea así de celoso por él y por su pequeño en formación, le encantaba más porque últimamente su líbido iba aumentando ligeramente, tan repentinamente que deseaba estar todo el rato cerca del alfa y sentir su aroma, sentía que no podía darse el gusto de tener sexo con una barriga de casi seis meses y no sentirse culpable luego de eso. Se preguntaba cómo es que Derek estaba llevando tan bien el abstraerse al sexo ¿O el problema era Josh? Seguramente, sabía que el líbido aumentaba en el segundo trimestre del embarazo, pero no pensaba que sería tan repentino.
Y ahí se encontraba, semidesnudo frente al espejo pensando que quizás no podría llegar a excitar ni a una fruta por su aumento de peso, no se sentía atractivo, pero deseaba a ese alfa más que nunca. Aunque cuando Derek lo vio se sorprendió bastante con esa sonrisa pícara que se cargaba el omega, sus amigos le habían dicho que el sexo durante el embarazo era asqueroso, pero su cuerpo decía lo contrario al tener a aquel hombre bajo suyo y acariciar cada parte de su cuerpo.
—De-Derek... por favor —el omega temblaba mientras sentía las manos de su pareja estirar aquellos sensibles pezones, su cuerpo se volvía mucho más sensible de lo normal al estar en gestación, las caricias ajenas lo estaban enloqueciendo y solamente quería que el alfa continúe besando su cuello y su clavícula como si del dulce más preciado se tratara. Soltó un gemido quedo al sentir el miembro excitado de su alfa frotarse ligeramente sobre su pierna derecha y su corazón sintió un vuelco por un momento, su mente se cerró y solamente quería sentir el cuerpo ajeno, tan caliente, tan acogedor, tan perfecto, casi podía oír campanas al fondo, casi podía rozar el orgasmo con caricias que se iban haciendo cada vez más suaves y casi imperceptibles para el omega.
Casi. Pero no pudo. Un lloriqueo lo alertó en apenas un segundo y era Seth quien estaba llorando desesperado del otro lado de la puerta, aunque no quería parar tampoco podía ignorar al perro pues algo podría estar sucediendo del otro lado de la puerta y Josh no lo sabría. Observó por un momento a su alfa, pidiendo permiso con la mirada, Derek chasqueó la lengua y luego se hizo a un lado del omega para dejar que este se levantara de la cana, se sentía decepcionado al ver aquel redondo y bonito trasero ir hacia la puerta e ignorarlo, su miembro también se sentía decepcionado y solo sintió como en pocos segundos la erección que tenía se había deshecho totalmente.
Seth como siempre solo quería un poco de atención, el omega le acarició tras las orejas con cariño y caminó hacía la cocina para quitar del estante un par de latas de comida de las cuales sus contenidos fueron a parar en el plato del castaño canino. Cuando la comida estuvo en el suelo Seth no esperó un solo segundo y se echó sobre ella para devorarla. Ahora Josh por fin tendría tiempo para pasarla con su alfa. Se levantó del suelo y notó que solo llevaba los bóxers, su pequeño niño estaba ligeramente inquieto desde la tarde, pero no le daría importancia, estaba feliz de que su bebé se moviera tanto, una extraña sensación de tener algo nadando dentro tuyo y a veces sentir sus patadas era lo único que podía llenar la vida del omega. Y cuando pensaba en el bebé obviamente venía a su mente Derek, quien ahora seguro lo esperaba ansioso en la habitación ¡Josh también estaba ansioso! Hace meses que no tenían ese tipo de acercamientos pero no pudo creer cuando ambos decidieron empezar a hacerlo, ahora Joshua solamente quería tener a ese gran alfa dentro suyo ¡la idea lo ponía tan caliente!
Fue hacia la habitación esperando encontrar a su alfa muy predispuesto, pero lo que encontró rompió todas las expectativas que poseía. El alfa se encontraba dormido, cubierto por unas sábanas y llevando unos pantalones negros y una camiseta gris. La líbido de Josh bajó en picada e hizo una mueca de lado, seguramente Derek se había quedado dormido. No, seguramente estaba enojado ¿Pero por qué? Josh no lo entendía, pues hace apenas minutos ambos se observaban con esos ojos llenos de brillo y amor.
—Derek... —Josh se acercó lentamente hacia el lecho que compartía con su pareja y se sentó del otro lado de la cama, obviamente Derek no estaba dormido, nadie se duerme tan rápido y menos él, quien sufre de insomnio desde siempre. Josh lo sabía y sabía que él no estaba dormido—. Derek, ¿qué sucede? Vamos... ven aquí —pedía poniendo sus manos sobre el hombro del chico y agitándolo ligeramente—. Compláceme —pedía, cada palabra solamente calaba a la mente del alfa y lo hacía querer vomitar.
—Por qué no pides a ese animal que te complazca —dijo cortante, al instante Josh apartó sus manos del alfa. Se sentía asustado y ofendido a la vez, él jamás había escuchado ese tono tan extraño en su alfa, se encontraba triste y lo sabía a través de su lazo—. Lo lamento —se disculpó el alfa mientras que se giraba y sus ojos cristalizados se hacían notar—. Es solo que tienes más aprecio a ese perro que al padre de tu hijo.
Joshua quien aún no había dicho nada hasta el momento, cambió su expresión de confusión en segundos y una sonrisa cruzó sus labios para después abrir los brazos hacia su alfa, ofreciéndole un abrazo.
—Ven aquí —Derek lo dudó un poco, pero fue a parar entre los brazos de su omega y aprovechó para acariciar con delicadeza el lugar que su hijo ocupaba—. Además de un celoso compulsivo, eres un malcriado —dijo el omega con una sonrisa y pasando los dedos por las hebras azabaches de los cabellos del alfa.
—¿Podrías disculparme? Lo que te dije no fue correcto.
—Tranquilo, no tengo problemas, pero creo que con quien deberías disculparte es con Seth. —Derek lo miró con confusión—. Él vaya que te detesta últimamente, ya no lo sacas a pasear ni a hacer sus necesidades y menos le das comida mientras estás en casa.
—Seth me ama —decía Derek con un orgullo fingido. Josh rió e hizo jurar a su alfa aprender a comportarse mejor con el canino. Luego de unos minutos y cuando Derek se recostó nuevamente en la cama, Josh no lo esperó un solo segundo y se subió sobre sus caderas.
—Aún me debes hacer el amor —susuró y una sonrisa cruzó los labios del alfa.
•§•
Un preocupado Seth giraba y giraba sobre un eje invisible sobre el suelo de madera de la sala, estaba bastante asustado con lo que sucedía con su humano, pues jamás había visto al omega en esas circunstancias y menos supo qué hacer cuando un líquido manchó el suelo. Siempre le decían que no debía ensuciar el lugar, pero su amo llega y lo hace como si fuera lo más normal. Se sentó en sus patas traseras frente a su amo, quien respiraba agitado mientras se frotaba ese abultado vientre con ya nueve meses cumplidos. Seth posó su húmeda nariz sobre la piel y Josh acarició su pelaje con delicadeza.
—Derek, ¡apúrate maldita sea! —gritó y eso hizo al animal correr hacia el otro lado de la sala, asustado. Josh sonrió ampliamente obsevando al canino, a los pocos segundos después del grito, llegó el alfa—. Por cierto, llama a tu hermano luego para que se lleve a Seth a su casa, es peligroso que pase la noche solo.
El alfa asintió y en silencio se acercó al omega, ya con el bolso azul cielo colgando de un hombro. Cada persona tenía una forma de expresar sus emociones. La emoción de Derek en ese momento era una especie de ansiedad incómoda y miedo, por ello obtaba por el silencio antes que ponerse a gritar por todo el lugar, si así fuera no iban ni a poder llegar a la puerta de la casa sin que el alfa entrara en pánico. Josh conocía esa reacción y le parecía bastante hilarante haber hecho a su alfa preocupar de tal manera, ¡hasta lo llevaba en brazos hacia el auto! Y claro que Seth los seguía, aunque luego fue detenido por la puerta al cerrarse.
Derek lo llevó hasta el auto y luego al hospital. Todos se pusieron felices con el chico que tan bien tomaba todo lo que estaba pasando. Su secreto es que ya estaba en pánico desde hace bastantes horas. Justo cuando el omega había llegado a su casa se le había roto la fuente y Derek tuvo que huír del trabajo porque había recibido tal noticia por medio de esa llamada. Ahora estaba en el pasillo esperando cualquier cosa que le pudieran decir, sobre cómo estaba Joshua y su pequeño bebé, sonrió, quería ver a ese niño de cerca y no a través de una borrosa fotografía en la que parecía manchas sin forma. Un fuerte grito lo asustó del otro lado de la puerta, al parecer el tiempo que Josh estuvo en su casa esperando a que Derek llegase y el camino hacia el hospital (el cual por cierto no fue algo corto) hizo que el omega empezara a dilatarse muy fácilmente. Y ahí, apenas dos horas después de que llegaron, tenían a un preocupado Derek en el pasillo, silencioso como un hombre quien cometería el crímen perfecto, silencioso mientras escuchaba a su hermoso omega sufrir por traer al mundo a un parte suya. ¿Estaba seguro que quería que una parte de su corazón salga al exterior y ande por el mundo? Ninguno de los dos lo sabía, pero se dedicarían a ser muy buenos padres. Unos quejidos más se escucharon para que luego haya silencio por un momento y empezar desde un tono bajo a sonar una nueva voz al mundo, el pequeño niño empezó a llorar con ahínco y Derek del otro lado de la puerta solo logró levantarse del asiento para sonreír de lado a lado y pensar que ya era padre.
Pero ahí no acabó, Josh seguía quejándose demasiado ¿por qué lo hacía? Su bebé ya había nacido y por lo que lograba escuchar con unos buenos pulmones. Pensó que quizás algo salió mal, algún error, pero no quiso continuar con esa idea, le perturbaba el hecho de pensar que su omega esté en peligro, le molestaba más no poder hacer algo por él. Se sentía impotente pero a la vez feliz. Casi se arriesga a entrar a la habitación, pero la calma de la voz de Josh lo detiene ¿Esa era la calma antes de la tormenta que había percibido antes? Se escuchó la tormenta, una serena a decir verdad pues el llanto era bajo y suave. Derek creyó que se caería de la sorpresa, en ese maldito instante odiaba a esos doctores por no dejarle estar junto a su amado en esos momentos, poder verlo a él y a sus dos pequeños. Se sentía tan bendecido que podría simplemente morir y ser feliz, pero no debía ser egoísta, ahora recién empezaría a vivir y a ser feliz de verdad.
Daría todo lo suyo a ese hermoso par de niños que acababan de nacer, y obviamente a su amado omega. A los pocos minutos un galeno de cabellos castaños y que claramente se notaba era un omega llegó hasta el alfa y sonrió a este con calidez, el alfa también estaba contento por la noticia que ya sabía.
—Muchas felicidades, son dos preciosos varones mellizos, un alfa y un omega —el doctor estaba por decir algo más hasta que una enfermera apareció a su lado y lo veía con timidez.
—Discúlpeme Doctor Applewhite, lo requieren en neurología —dijo suave para luego marcharse de ahí. El galeno suspiró y volvió a vista hacia el alfa quien esperó a que la pequeña conversación acabase.
—Disculpe eso. Como iba diciendo, en este momento su esposo está dormido por el cansancio que suponía el parto, le administraremos algunos sedantes más y despertará dentro de unas horas. Por el momento puede ver a sus hijos en los cuneros, llegará ahí por el pasillo derecho. Felicitaciones nuevamente.
Y eso fue todo lo que dijo el galeno para luego ofrecerle una sonrisa cálida y girar hacia el lado contrario por donde iba el alfa, quería ver a sus pequeños y sentirse el hombre más feliz del mundo, claro, si eso fuera posible. Unas horas más tarde estaba entre sus brazos el más pequeño de los bebés, quien tenía una ligera mata de pelos oscuros sobre la frente y unos labios muy rosados, el omega era realmente hermoso y Derek se prometió que él sería quien protegería a su bebé de todos los alfas, así como ayudaría a su hijo alfa a respetar a los omegas.
Josh se removió entre las sábanas y abrió los ojos con pereza, solamente para encontrarse con su alfa cargando aquel pequeño bulto que reconoció al instante. Derek notó que el omega había despertado y se acercó a él para que este reciba con una gran sonrisa al pequeño bebé.
—Oh, es hermoso —dijo de manera suave cuando lo observó detenidamente, el alfa levantó al otro niño de la cuna en la cual aún dormía, el bebé alfa era más grande que su hermano omega, quizás por eso no pudieron notar al pequeño inesperado en las ecografías.
—Gracias por todo, Josh —un ligero beso fue a parar sobre los labios ajenos. Ambos ahora se encargarían de llenar de amor a sus dos niños.
•§•
—Ian, te he dicho un millón de veces que no des dulces a Seth —Josh reprendía a un omega de diez años, quien solo se dedicaba a invitar al ya anciano canino su helado de chocolate, Ian no sabía muy bien lo que hacía, pero sea como sea él quería mucho a su peludo compañero y deseaba que este disfrute el dulce sabor de un helado.
—Lo siento, papi —dijo con pena y bajando la cabeza, Josh sonrió ampliamente y luego se acercó a Seth, en el pelaje antes castaño de su hocico ahora se notaban unos pelos blancos. Seth no estaba tan viejo, pero mientras Josh más veía los años pasar más se sentía temeroso por perder a su mejor amigo. Sonrió a su pequeño hijo y este le devolvió la sonrisa mostrando sus blancos dientes y entre cerrando los ojos verdes que me caracterizaban. A los pocos segundos el pequeño Ian corrió hacia su padre, quien venía con su hermano al encuentro en el parque.
—¿Cómo les fue? —preguntó Joshua mirando a su hijo alfa de diez años, claramente era un alfa pues su altura era mayor que la de Ian y su porte más intimidante, pero aún así los hermanos no se alejaban por nada del mundo, eran como uña y mugre. Derek suspiró levantando los hombros y observando con una sonrisa cansada a su pareja, el pequeño demonio lo había hecho recorrer casi la mitad de la cuidad solamente porque "estaba buscando algo, pero no sabía qué" y claro que su padre debía complacerlo porque el alfa terminaría haciendo un berrinche en la vía pública.
—Al menos has hecho algo de ejercicio —dijo el omega hilarante mientras que se frotaba el estómago con gracia, Derek rodó los ojos y se acercó a su pareja para tomarlo de la cintura.
—Me gustaría hacer otro tipo de ejercicio —decía Derek mientras que tentaba acercarse a los labios de su omega, Josh solo dejó escapar una sonrisa mientras que Ian, quien estaba jugando con su hermano y Seth, los observó.
—¡Alfred! ¡No mires porque papi y papá están haciendo cosas pervertidas otra vez! —el grito del pequeño omega hizo girar a ambos adultos y rieron al verlo cubrirse los ojos con las manos.
—No, Ian, es lo que hacen las personas que se quieren —le explicó su mellizo.
—No me gusta, es muy feo, no quiero que me quieran de esa manera —decía el niño ya muy asqueado. Derek rió profundamente y se acercó para acariciar los cabellos de su azabache hijo.
—Yo nunca permitiré que alguien te haga esas cosas —decía el alfa mientras observaba cómo los ojos de su pequeño niño empezaban a brillar y luego saltó hacia él con una gran sonrisa.
—¡Gracias papá! —dijo, Josh solo rodó los ojos por esos celos injustificados y Alfred solo se dedicaba a jugar con un Seth quien nunca se dejó querer por los alfas.
Seth se sintió feliz, podría estar viviendo con su familia por un tiempo más.