Un nuevo día comenzaba, como de costumbre los pájaros revoloteaban gritando y avisando de un mal augurio. Todos en el castillo se encontraban en sus tareas diarias y el rey de dicho castillo apenas se encontraba despertando en aquella amplia y solitaria cama.
Desde que Wolfram había despertado todo había vuelto a ser como antes... Así como aquel primer día en donde fue absorbido por un váter y lanzado a otro mundo. Para el ex-príncipe había sido un golpe duro la verdad que sus hermanos y madre le habían contado.
Evitando ciertos detalles le habían contado todo lo sucedido en estos últimos años. La llegada de un nuevo Maou, las alianzas formadas, la batalla contra Soushu e incluso el accidente de Jeneus y los cuervos blancos. La madre de Saralegui y alguna que otra aventura ocurrida luego de ello.
En ningún momento se hizo mención del compromiso accidental con Yuuri, después de todo lo había roto el mismo antes del accidente y Gwendal prefirió evitar comentar ese detalle, no quería causarle mas dificultades a su pequeño hermano.
Siendo difícil de asimilar confió en la palabra de su familia pero aun así seguía sin recordar nada. Incluso a la pequeña niña de cabellos castaños que se había presentado como su hija y la de Yuuri, aquello le desconcertó a tal grado que se rehusaba a creer eso. El no podía tener una hija, humana y menos con ese rey tan debilucho. Era una simple extraña al igual que el pelinegro.
Todo estaba volviendo a ser como antes con la única diferencia que aquel rubio había vuelto a ser el mis altanero y orgulloso Mazoku de antes, convirtiéndose así en un simple soldado mas del Maou cosa que este ultimo odiaba. Wolfram había vuelto a sus tareas evitando todo contacto con Yuuri, ahora simplemente tenia una relación de rey y soldado, nada mas.
Para Yuuri aquello significaba despertar todos los días en un fría cama. Era libre de los celos del rubio, de sus golpes y todas las amenazas que le daba, pero siendo sincero, lo extrañaba. Daría lo que sea por despertar cada mañana en el suelo por ser golpeado, quería escuchar esos gritos cada vez que era amable con alguna mujer. Quería de regreso a su celoso Mazoku pero... le había hecho tanto daño, por su culpa había perdido sus recuerdos y Yuuri había llegado a la conclusión de que debía rendirse, debía de olvidar el amor que hacía poco había aceptado y debía dejar que su amado fuera feliz.
Sin tan solo no lo hubiera lastimado de aquella manera nunca hubiera tenido tal accidente que causara la perdida de sus recuerdos. Todo era su culpa y lo mejor, según el, era dejar todo en el olvido. Dejar que Wolfram fuera feliz y no recordara todo el daño que le había causado.
Dándose por rendido su corazón seguía latiendo de amor, no le sería fácil olvidar todo lo que había aceptado y ahora sentía con claridad. Amaba a Wolfram y al saber que este se había comprometido con alguien mas no pudo evitar derramar lagrimas.
El orgulloso Mazoku se había comprometido con un noble, según lo poco que sabía el rey Wolfram lo había elegido y en pocos días sería la boda que con permiso del rey se realizaría en el castillo Pacto De Sangre.
Esto a Yuuri le había caído como un balde de agua fría, era una noticia que le destrozaba por dentro pero aun así solo lo acepto con su típica sonrisa ocultando todo tras de ella. Estaba muriendo por dentro, su corazón estaba llorando y hecho pedazos pero el prefería solo dar un paso al costado y dejar que su amado fuera feliz. Dejar que otro le diera lo que el no pudo darle, estaba siendo un cobarde pero el solo quería que Wolfram fuera feliz.
Así y entre medio de muchos preparativos, el esperado día llego. El gran salón del castillo estaba repleto de gente, desde nobles a militares que festejaban la unión de sus seres queridos. Wolfram estaba tan lindo, era un ángel vistiendo aquel traje militar blanco, con pequeños adornos dorados que resaltaban su belleza. El otro noble, simplemente Yuuri no le había prestado atención. Su vista estaba clavada en aquel ser que tanto amaba y hoy perdería para siempre.
¿Como pudo haber sido tan idiota? ¿Por que no se dio cuenta antes de lo que sentía? ¡¿Por que tiene que perder a quien tanto amaba?!
— ¿Por que Yuuri?
— Porque soy un debilucho... — Respondió sin poder mirar a otro lado. Su vista estaba fija en aquel lugar en donde su amado se casaba con otro.
— Porque eres un cobarde. — Corrigió aquella voz conocida como la del rey original. — Nadie nace aprendiendo a amar. Todos cometemos errores, incluyo yo los cometí pero aun así no me rendí. Seguí luchando por el amor y a pesar de los años ahora puedo estar a su lado. Yuuri, si de verdad lo amas no lo dejes irse, detenle y lucha por borrar las huellas de tus errores.
¿Podía hacerle caso? ¿Podía Wolfram perdonarle? ¿Podía borrar todo el daño que le había causado y vivir ese amor?
— ¡Wolfram! — Gritó el pelinegro pero su voz no salía.
Lo había decidido, lucharía por el amor y aunque todo fuera en vano no se daría por vencido. Pagaría por todo el daño que le había causado a ese ángel que amaba, lo pagaría entregándole hasta la ultima gota de su amor. Le haría recordar y olvidar todo el daño que había causado.
— ¡Wolfram no te case! — Seguía gritando pero su voz no salía. Aunque gritara nadie le escuchaba, nadie volteaba a verle y frente a sus ojos su amado estaba siendo unido en matrimonio a otro hombre. — Wolfram. Wolfram perdóname. No te cases, yo te amo. ¡Te amo!
Grito y grito hasta que su garganta se desgarro. Grito y grito hasta que sus ojos comenzaron a inundarse de sus lagrimas... Grito y grito, hasta que todo se volvió oscuro y perdió a quien amaba.
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