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Polaris por Yori Kibara

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Londres, Inglaterra.

-41 días atrás-

 

Era una habitación sin ventanas, con iluminación pobre en una pared y  eso le decía a Mikhael que se encontraba reverendamente jodido aunque no comprendía porque había ido allí por voluntad propia.

 

-Alexei, no me digas que tu también te has vuelto codicioso- preguntaba tranquilo el ruso que se encontraba con las manos esposadas a la espalda en una silla en el centro de esa habitación -no... Claro que no- Mikhael sonrió por la ausencia de respuesta de su captor -Pero necesitas saber que paso realmente... ¿podrías quitarme las esposas y simplemente decirme que es lo que quieres saber?-

 

Aquel sujeto de cabellos negros como el ébano, corto como el de un muchacho de instituto, quizás hasta muy similar al mismo Mikhael, lo miraba con una exquisita ira contenida en el color castaño de sus ojos, Mikhael siempre disfruto de hacerlo enfadar, se conocían desde niños y la verdad era, que Alexei siempre guardo un peculiar y muy personal odio hacia Mikhael a través de los años.

 

-de acuerdo... me ensordecen tus gritos, basta- una sonrisa provocativa se escapó de los labios del ruso, no podía evitarlo, era una costumbre -escucha Alex... solo puedo estar aquí por dos razones, vas a matarme por fin o... quieres la recompensa por mi poco grata persona... No estoy muerto aun y tampoco han venido a pagarte por mí así que... no sé qué es lo que quieres exactamente conmigo si ni siquiera te dignas a responderme-

 

-el hecho de que aún no estés muerto no quiere decir que no voy a matarte- dijo Alexei

 

-¡woah! ¡¿Dieciséis palabras?! ¡Un nuevo recoord!-

 

-¡basta de fastidiarme!- el hombre de ojos cafés arrojo un golpe con fuerza a la quijada del ruso.

 

-¿qué se siente por fin descargar algo de esa ira Alex?- Mikhael escupió un poco de sangre a un lado -apuesto a que aún tienes mucha más ira ahí guardada, si yo fuera tu aprovecharía este momento para descargarla, después de todo no puedo defenderme- entonces lo miro desafiante y endureció el tono de su voz -Quizás no es lo que el gran señor Travnikov, en paz descanse, te enseño... ¿o sí?- Tan pronto él menciono ese nombre, Alexei perdió el control y de una patada lo arrojó al suelo junto con la silla.

 

Una carcajada adolorida se le escapaba al ruso en el piso -ya entendí, ya entendí… sé que quieres y te lo daré, solamente tengo una pregunta- Alexei guardo silencio -¿estás listo para descargar correctamente tu ira?- separo sus manos de su espalda ante la sorpresa del hombre de ojos cafés -Si tan solo te hubieras quedado a los entrenamientos, sabrías que las esposas son un juguete para niños... Alex... tú y yo, tenemos mucho menos en común de lo que crees, pero, igual que tú tengo demasiada frustración en este momento ¿y sabes qué? debe salir... AHORA- El ruso se puso de pie y se abalanzo sobre Alexei, comenzando una pelea abrupta y muy en serio.

 

Golpes iban y venían, ambos hombres empezaban a cansarse después de un rato, pero ninguno se rendía. Jamás les enseñaron a rendirse y jamás lo harían. Al final, Mikhael tenía a un Alexei totalmente cansado contra el piso, el tampoco resistiría mas y sin embargo decidió asestar su ultimo puñetazo contra el piso justo a un lado del rostro del contrario, sus nudillos sangraron un poco.

 

-¿terminamos ya?- pregunto el ruso quitándose de encima suyo y dejándose caer a su lado sin esperar una respuesta.

 

-así que... ¿ahora me vienes a decir que tienes honor Laventiev?- Alexei recuperaba el aliento mientras le hablaba -¿Me crees tan niño para creerte tus historias?-

 

El silencio se volvió incomodo hasta que el ruso lo rompió -yo no traicione a nadie ni mate a Travnikov... Alex, no espero que me creas, simplemente vine a decírtelo en persona porque entiendo lo que significa para ti… ahora lo entiendo-

 

Alexei cerró los ojos dispuesto a escuchar cada palabra del ruso en completo silencio.

 

Fue una trampa... desde el principio...

Yo necesitaba salir de esto, de la organización, así que puse las cartas sobre la mesa y ellos me miraron con escepticismo. Me asignaron un trabajo sucio sabiendo que odiaba hacerlos, era la única condición para dejarme ir, cumplir al cien por ciento y sin preguntas mi último trabajo.

 

Nunca creí que me mandarían por la vida de Travnikov, tampoco creía que levantaría tantas dudas y sospechas con mi salida pero ya había aceptado antes de saberlo y no tenía opción, ellos creían que aún estaba molesto con él por lo que paso en Berlín y lo utilizaron para fastidiarme.

 

La verdad es... Que yo no podía estar molesto con él, fue como mi padre, tú lo sabes... Entonces planee una elegante manera de fallar y desparecer al mismo tiempo, pero Iván lo hecho todo a perder.

 

Alexei... nunca había visto a Iván con tantas ganas de morir. Lo seguí por meses y en todo ese tiempo lo vi despilfarrar su dinero en alcohol y mujeres. Para el día de su entrega estaba ya algo ebrio y el lugar para mi parecía una emboscada, como el error de novato... y tuve razón.

 

En cinco minutos todo se fue a la mierda, tuve que entrar a sacarlo de ahí y al huir nos hirieron, pero no me percaté de que el había llevado la peor parte. Para cuando los perdimos, Iván había perdido mucha sangre y no pude hacer nada más por él.

 

Sus últimas palabras fueron para ti Alex...  dijo que lo sentia, pero para el siempre ibas a ser su hijo y que siempre te iba a amar; entonces se arranco las placas de su cuello y me las dio, empujandome fuera del auto. Me ordeno irme, con esa voz fuerte de mando que solía escuchar tan seguido cuando era un adolescente, pero volví adentro y espere hasta que su corazón se detuvo.

 

-...dame las placas-

 

-Alex...- el semblante de Mikhael se ensombrecía, pues en verdad sentía la perdida no solo de Alexei sino la propia, después de todo Iván Travnikov había sido su mentor, guardián y padre.

 

-¡solo dámelas!-

 

Mikhael accedió y le entrego en las manos las placas de aquel gran hombre. Fue como un ritual, ambos se quedaron en silencio, ya no había nada más que decir. Mikhael espero un momento y con el mismo silencio, le dio la espalda a Alexei dirigiendo sus pasos a la salida de aquella habitación.

 

-Espera...- dijo Alexei calmado tomando algo de una cajonera vieja y lo entrego al ruso. -Lo dejo aquí Loto, dijo que estaba cansado de intentar localizarte-

 

Mikhael miro el teléfono móvil en su mano -Que anticuado... gracias-

 

-Dijo que estaría en el Ártico-

 

-¡¿Mar Ártico?!- Mikhael respondió con tedio, pues el viaje no sería sencillo y ya no tenía los mismos recursos.

 

-Es un bar idiota. Está ubicado en el centro-

 

El ruso respiro aliviado.

 

-Por aquí- Agrego Alexei en seguida -te llevare-

 

Ambos hombres salieron de la habitación y bajaron al garaje de la casa donde reposaban un par de motos Italianas, personalizadas y con muy buen gusto. Una azul eléctrico y otra blanca con detalles en negro.

 

-debes usar esto- le dijo Alexei al ruso arrojándole un casco de visor ahumado y las llaves de una motocicleta -no querrás que las cámaras de trafico capten tu horrible rostro ¿o sí? seguramente están esperando a que cometas otro error de novato-

 

-Pero quiero la azul- Replico Mikhael, como si fuera un niño

 

Sin mencionar una palabra, pero con una mueca arrogante en el rostro y esa sonrisa burlona Alexei se subió en la moto azul encendiéndola en seguida -pobre bebe, no tendrá lo que quiere esta vez...- soltó una carcajada y arranco.

 

Mikhael se subió a la moto blanca a regañadientes, se puso el casco y la encendió para alcanzar a Alexei rápidamente. La velocidad sin embargo debía ser moderada, ya que no debían llamar la atención y Mikhael, en precaución, dejo un espacio de tolerancia entre ambos, de esa manera Alexei podría alegar que era Mikhael quien lo seguía no él quien lo guiaba.

 

-Tú pagas los tragos- Dijo Alexei una vez a las puertas del "Ártico", ambos bajaron de sus vehículos y entraron al bar, el lugar pareciera muy animado para ser apenas las 5pm. El nombre le venía a la perfección con la temperatura y la decoración del lugar. Había luces blancas que atravesaban estalactitas plásticas que pretendían ser hielo y servían como lámparas; de la barra caía humo artificial como el que resulta de la reacción de agua con hielo seco. Incluso los uniformes de las lindas meseras asimilaban abrigos de esquimal, solo que mucho más pequeños.

 

Mikhael se mantenía en silencio aunque con una buena sonrisa falsa en los labios. Llegaron a la mesa donde se encontraba Yukiko levantando el brazo para que lo notaran.

 

-¿Se divirtieron niños? seguro que si- Yukiko levanto la mano y le hizo señales al mesero para traer una ronda para los tres -tu- señalo a Alexei y extendió su mano con la palma hacia arriba –te lo dije, paga-

 

Alexei puso en su palma las llaves de su motocicleta y extendió su mano a Mikhael, pidiéndole las llaves de la otra.

 

-¿qué?-

 

-Mis llaves idiota-

 

-Creí que había sido una ofrenda de paz-

 

-Nada de ofrendas y nada de paz. Mis llaves-

 

-bien bien- el ruso entrego las llaves -de cualquier modo es un color muy sucio- sonrió.

 

Los tragos llegaron a la mesa. Whisky en las rocas. No era el favorito de Alexei, pero lo bebió de un trago y dejo el vaso en la mesa para levantarse en seguida.

 

-Tengo que irme, me están esperando... Mikhael, gracias por venir hasta mi para decirme lo que paso... pero si vuelvo a verte, te matare sin dudarlo, así que no te cruces de nuevo en mi camino...- Sus pasos tomaron dirección a la salida sin mirar atrás ni una sola vez.

 

Mikhael sonrió y bebió su trago.

 

-El chico es atractivo... Aun no entiendo como Travnikov lo confundió contigo cuando era un niño, pero definitivamente lo hecho a perder criándolo con esa seriedad- Yukiko agrego mientras cruzaba la pierna bajo la mesa y acomodaba mejor su espalda en el sillón.

 

-No tengo idea- Saco el teléfono móvil de su chaqueta y miro a Yukiko -Quieres decirme ¿para que necesito esto?-

 

-Para que no pierdas de vista a William, por supuesto-

 

Mikhael se sorprendió de tal respuesta.

 

-Puede parecer anticuado, pero tiene lo necesario te lo aseguro y también puedo apostar que no puedes simplemente olvidarte de aquel chico- Yukiko argumento -¿o sí? Porque me pareciste muy serio respecto a el-

 

-Yuki, no puedo arrastrar a Will a esto-

 

-Si yo fuera tú, Mikha... arreglaría este problema y lo haría rápido, entonces y solo entonces volvería a los brazos de aquel niño que me robase el maldito corazón para estar con él hasta que se me acabase el aliento... si sabes a lo que me refiero ¿no?- Yukiko le sonrió de manera picara y casi logra que Mikhael escupiera su trago.

 

-¡Yuki!-

 

-¿Vas a negar que lo has pensado con lujo de detalles?-

 

-¡Yuki!-

 

-Ya ya... Pero en serio, si yo fuera tú, no me daría por vencido con el tan fácilmente... no si en verdad siento algo que no he sentido nunca con nadie más... Encontraría la manera- Yukiko se terminó su trago y ordeno una ronda más que no tardó en llegar.

 

-¿Sugieres que me deshaga de media organización por algo que ni siquiera estoy seguro de que sea? Suponiendo claro, que no me acribillan en el intento-

 

-Vaya lo haces sonar deprimente... en todo caso ¿quién creería que el capitán Laventiev tiene miedo de morir por fin?-

 

Mikhael guardo silencio, el comentario del nipón estaba por demás acertado.

 

-Encuentra la manera Mikha... este es el único consejo que te puedo dar de un corazón solitario a otro. Encuentra la manera y se feliz por una vez en tu vida-

 

El ruso abrió el anticuado teléfono móvil, para sorprenderse con una interfaz de punta, donde al toque de un simple botón sabría de inmediato en donde se encontraba aquel joven castaño.

 

-esta es la parte en la que te alegras que mis placas sean un excelente transmisor- El pequeño nipón sonrió al ver su asombro -"gracias Yuki" "no hay que agradecer hermanito" "te amo hermano mayor"- Yukiko se burlaba imitándolo pobremente y se reían en completa confianza.

 

-Debo irme Yuki... supongo que te mantendrás en contacto- el pequeño nipón saco de su bolsillo un teléfono idéntico y lo agito lado a lado en respuesta a sus palabras -cuarenta días... encontrare la manera hermano- Mikhael sonrió en el momento en que Yukiko le arrojo las llaves de la hermosa motocicleta azul y sin decir más, se dio la vuelta para salir del lugar.

 

-Yo también te amo hermanito...- susurro el pequeño nipón al ver a Mikhael salir del lugar -cuídate mucho pequeño...-


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