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Polaris por Yori Kibara

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Tras unos tragos más, la tensión terminó por esfumarse entre el castaño y el ruso. William no mentía con respecto a no ser muy tolerante al alcohol, Mikhael lo notó cuando casi se quedaba dormido en el sofá después de una larga carcajada. Al ruso le pareció algo muy tierno viniendo de un adulto serio como William. Mikhael no era un experto cuando se trataba de suavidad y tacto, pero hizo lo que pudo para cargar en su hombro al castaño para llevarlo a su cama.

 

-hey, que manera tan poco sutil de cargar a alguien ¿te lo han dicho?-

 

-Te quejabas menos estando inconsciente, haha-

 

-¿justo así me llevabas ese día? ¡Qué cruel! yo estaba herido- William hacia caras de disgusto infantil mientras era llevado por el pasillo.

 

Una vez en su habitación el ruso bajo despacio a William hasta que la espalda del castaño toco el colchón, este aprovecho y enredo sus brazos en su cuello.

 

Mikhael sonrió mirándolo -Will...-

 

-¿uhm?- respondió apenas el castaño un poco adormilado.

 

-Te amo- susurro despacio el ruso en sus labios.

 

-mmmno... no puedo creerte... vas a irte de nuevo y me quedare solo... yo no te creo- sus brazos perdieron fuerza, dejando libre a Mikhael. -eres un idiota- suspiro pesadamente entrecerrando los ojos -yo... soy un idiota-

 

Mikhael entristeció un poco mirando al castaño respirar despacio mientras se perdía ante el sueño.

 

-soy... un... idiota...- susurraba el castaño rindiéndose totalmente a la oscuridad que pesaba en sus ojos. La profunda sensación de calma y tibieza era casi hipnótica, si, era el alcohol en su cuerpo y la verdad es, que nunca se había embriagado tanto en su vida.

 

El castaño no estaba seguro de si en verdad habría bebido tanto, pero sentía que su pecho cosquilleaba al grado en que volvió a abrir los ojos al vago rayo de luz del pasillo que se colaba por la puerta entreabierta, se encontró con el ruso durmiendo tranquilo en su pecho descubierto, su respiración le hacía cosquillas y se sonrojo, por un momento pensó que habían hecho más y ni siquiera lo recordaba, pero si enfocaba su vista, simplemente tenia descubierto el pecho, su ropa y la del ruso aún estaba en su lugar. Sus ojos se llenaron de ternura y casi por reflejo paseo sus dedos suavemente entre el cabello del ruso.

 

-sabes... nunca me habían acariciado así el cabello- Mikhael sonreía con los ojos cerrados y le hablaba bajo -se siente mejor de lo que pensaba-

 

-Creí que dormías-

 

-solo estaba aquí, escuchando tus latidos esperando caer dormido- Mikhael se levantó de encima suyo, no sin antes plantar un suave beso justo en el centro del pecho del castaño y susurrarle palabras que William no pudo comprender.

 

El castaño se tensó un poco, sonrojándose al tacto de esos labios sobre su piel desnuda. Lo siguiente que sus zafiros presenciaron fue que el ruso se quitaba el abrigo dejándolo caer al suelo, algo tan simple que su mente aun alcoholizada estaba convirtiendo en una escena sensual y provocadora. El ruso continuo con la camisa, botón por botón mientras las sombras que la luz del pasillo generaba, le daban cierto enfoque a su figura, no era alguien en extremo musculoso, pero parecía lo suficientemente atlético. Toda sensualidad se desvaneció para William al momento en que deslizo su camisa fuera de un brazo y una gaza con un gran punto carmesí fue visible muy cerca de su clavícula en su lado derecho y si la mirada del castaño bajaba aún más podía verse una gruesa venda que cubría el torso del ruso a la altura de los costados.

 

-¡Mikha!- se levantó casi de un salto -¿Porque no me dijiste que estabas herido? y-yo... pude llevarte a un doctor en lugar de estar bebiendo y perdiendo el tiempo- William dudaba en tocar los vendajes, no quería lastimarlo.

 

El ruso se sorprendió de la rapidez con que se levantó y se acercó a él -estaré bien, tranquilízate- levanto las manos, dejando libre el camino a las curiosas manos del castaño -estaré bien- dijo suavemente intentando calmar a William.

 

El castaño no le creía del todo a Mikhael pues era un tipo que podía ser muy rudo en cuanto al dolor, así que apenas rozaba los dedos sobre los vendajes. -¿porque no me lo dijiste?-

 

-Tenia cosas más importantes en mente...- Mikhael aparto las manos del castaño con suavidad sin decirle más, sus manos se fueron hacia el borde de esa camisa mal abierta para terminar de desabotonarla y deslizarla con sus dedos por los hombros para terminar de liberar sus brazos. William se sonrojaba. El ruso no pudo resistirse a la extraña necesidad de rozar sus labios en los hombros del castaño y sin darse cuenta poco a poco se resbalaron hacia su cuello. William se aferraba nervioso a los brazos del ruso, pero dentro de él, muy dentro, estaba feliz. El ruso eventualmente llego a su boca plantando un beso suave y cálido que lograba que William se sintiera agradecido con la vida, el universo o lo que fuera responsable, por estar allí en ese preciso momento, entre esos brazos.

 

Mikhael se rio suave de pronto en los labios del castaño, quien se extrañó de aquella sonrisa, casi infantil y sin más, sus delgaduchos brazos rodearon el cuello del ruso apegando así sus cuerpos uno contra el otro. El ruso detuvo todo movimiento de sus manos, William temía que se arrepintiera de toda acción y se decidió a tomar las riendas de la situación.

 

El castaño sentó en el borde de la cama a un muy sonrojado y nervioso ruso con manos temblorosas que se dejaba llevar completamente por él. Al cabo de unos minutos, las ropas de ambos descansaban en el piso mientras William llevaba con calma las manos del ruso por su cuerpo al mismo tiempo que rozaba su cadera contra él, despertando rápidamente el miembro de Mikhael.

 

Al principio el castaño estaba guiándolo y eso estaba logrando que el ruso perdiera los nervios, aun cuando no tenía idea de lo que hacía, los besos de William ardían de calor y su cuerpo pedía más del castaño, cada segundo más y más. Sin darse cuenta sus manos se habían aferrado firmemente esas suaves caderas que se frotaban constantes contra él. William tomo aquello como una señal de detenerse.

 

-¿e-stas bien?- pregunto sonrojado el castaño en voz baja mirándole a los ojos, pues tenía en cuenta que no sería fácil después de todo. -Mikha...- susurro en su oído ya más seguro de sus palabras -te amo...-

 

Mikhael había comenzado a temblar de nuevo, no sabía si eran nervios, hasta que William susurro en su oído y le recordó lo estúpido que se había puesto el día que se conocieron con solo un abrazo gracias al constante abuso de cuando era un niño. Pero esas palabras hacían que todo eso se esfumara de su mente, no existía nada más que aquello que estaba sintiendo en ese momento, una mezcla de nerviosismo de novato, placer ensordecedor y el calor en su sangre que crecía a cada segundo.

 

William tomo de nuevo las manos del ruso, solo para reafirmarle que él se sometería a su control, logrando detener su miedo. Pero no pensó que ofrecerle el completo control al ruso, despertaría el instinto que llevaba aturdido tanto tiempo.

 

El ruso resbalo sus manos de la cadera de William, llevando los dedos de una mano a tocar un poco torpe su entrada logrando que el castaño arqueara el cuerpo en un gemido ahogado; mientras la otra mano aprovecharía para tomar su propio miembro y guiarlo para rozarse justo allí. El castaño estaba sorprendido de la iniciativa, pero ciertamente lo estaba disfrutando, mirar que Mikhael movía por sí mismo su cadera algo torpe, le afirmaba que el ruso no había hecho esto antes y decidió ayudarlo. Sin embargo, Mikhael ya estaba ganando la pelea con su miedo a ser un novato torpe y lo único claro en su mente era querer volverse uno solo con aquel castaño, esto lo llevo a tomar a William y recostarlo, para acomodarse ágil entre sus piernas. El castaño ya estaba dejando de pensar y el roce del ruso era algo que venía deseando hacia mucho, así entonces, William abrió sus piernas y ayudo al miembro de Mikhael a penetrar su entrada, lanzando gemidos cortos al aire.

 

La manera en que el castaño gemía mientras el ruso empujaba su hombría dentro de él, enloquecía al ruso, al grado de no notar su propio gemido una vez que alcanzara la totalidad dentro. Al bajar la mirada, podía percibir el miembro de William, tenso, palpitante, su pecho se movía con rapidez junto a su respiración. Para este punto, Mikhael ya no podía controlar sus propios movimientos, su cadera embestía por sí sola, sus labios se fueron directo a los suaves pezones del castaño y de ahí plantaron besos en un camino hasta su cuello y bajo su barbilla.

 

-Mi...kha... Mikha...- William lo llamaba entre gemidos hasta que el ruso lo silenciaba con sus labios. El castaño jugaba sus dedos entre el cabello de ébano del ruso para posteriormente clavarse en sus hombros, clamando por aire al ser  besado.

 

Mikhael nunca se había sentido de esa manera antes, la sensación lo quemaba entero, fundía su carne, quemaba sus huesos; sin embargo, el placer era tan grande que no le importaba nada más y estaba dispuesto a convertirse en cenizas envuelto en ese fuego.

 

El clímax era inminente a juzgar por la sincronía de aquel par de cuerpos. Las piernas de William apresaban la cadera del ruso fuertemente mientras este perdía totalmente el control de sí mismo, sus ya cálidas manos tomaban firmemente la cintura del castaño y su pelvis orquestaba estocadas fuertes y profundas contra el interior de William acompañadas de pequeños gemidos ahogados en su propia inexperiencia. Mikhael llego a la cúspide de su resistencia llenando el interior de William en una última estocada, el castaño se tensaba arqueando la espalda corriéndose en seguida, aferrado a la espalda del pelinegro, sintiendo la calidez de su semilla entre ambos, faltos de oxígeno.

 

Mikhael podía jurar que sintió que su corazón se detuvo en esos segundos, donde más que poseer al castaño, era William quien lo poseía a él.

 

Los zafiros de William se abrían despacio, tras recuperar poco a poco el aliento, sentía el cuerpo del ruso temblar, casi tanto como el suyo; sus manos resbalaron por sus mejillas con la intención de calmarle, el castaño se sorprendió de encontrar una solitaria lagrima chocando con sus dedos, pero el ruso no estaba triste, él sonreía mirándolo directamente a los ojos.

 

-Mikha...- El castaño mostro cierta preocupación en el rostro, y paso suavemente sus dedos por su mejilla borrando el camino de aquella lagrima.

 

El ruso detuvo su mano y la beso con suavidad sin palabras, pues no las tenía, pero el sentimiento se aproximaba a la tristeza de separarse para volver a ser dos personas diferentes, después de lograr por fin ser uno solo. Planto un beso más en los labios del castaño y se recostó en su pecho en un intento de recuperar su respiración, mientras los ojos de ambos cedían rápidamente a una obscuridad cálida, una que para entonces había sido desconocida para Mikhael.


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