Sasuke admiraba la estancia de la casa. Estaba bellamente adorada para una gran fiesta.
-Madre...
-Solo es la familia y los Namikaze.
-Por un momento crei que habías invitados a las demás familias.
-Por el momento no. Quiero que Naru se sienta cómodo entre nosotros- sonrió a su hijo -¿Ya te respondió?
-No- fruncío el ceño y se cruzó de brazos. Jamás lo habían hecho esperar tanto, y menos un doncel.
Mikoto soltó una risita al ver el puchero en su hijo.
-¿Sai?
-Vendrá con su novio.
-Otro doncel más.
-Pronto se unirá a la familia.
-Sai le pro...
-Sí. Ayer. Por eso celebraremos hoy.
Sasuke comprendido la invitación a los Namikaze. Gaara Namikaze era el hijo menor de la familia Namikaze -Esta bien. Solo espero que Ino se controle.
-Ella se rindió hace años hijo- Ino Namikaze, la única hija de los Namikaze, siempre estuvo enamorada de Sasuke, pero su hijo siempre la vio cómo a una hermanita.
-Eso espero.
-Sasuke- su hijo la miró -Se va a casar con Chouji.
-¿De verdad?- cuestionó sorprendido.
-Sí.
-Woohh..
-Te hace falta salir con tus amigos.
-Madre- la tomó de las manos -Con el trabajo apenas puedo ir y venir a casa ¿Cómo quieres que tenga tiempo?
-Sasuke Uchiha. Tu hora de tu trabajo termina a las 7 pm, que tú te quedes hasta media noche es diferente.
-Tsk... Voy a tomar un baño.
-Sí cariño. Ponte guapo para Naruto. Lo quiero para nuero.
-Mamá.
Fukagu, quien únicamente se mantuvo observando, rió por el pedido de su esposa. Pero ella tenía razón. Naruto era un buen doncel y alguien desintegrado por el dinero. Era perfecto y no como esa mujercilla.
El sonido del timbre llamó la atención de los uchiha. Se dirigieron a la puerta y se encontraron con la familia Namikaze.
—Gaara y Sai-kun vienen de cenar — informó la matriarca de la familia Namikaze.
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Unto en sus labios el humectante. Le gustaba usarlo para tener los labios suaves y tersos. Su madre le había dicho que lo usará, que era un pecado tener sus labios resecos.
Un ruido atrajo su atención.
—Kurama. No puedes venir... No. Es no Kurama. Tal vez en un futuro cercano.
El zorrito salió de la habitación.
—Nada más falta que hable— murmuró después de ver cómo Kurama se marcha con la cola erizada. Estaba ofendido. Nunca entendió cómo Kurama comprendía lo que decía, y tampoco cómo es que seguía vivo. Pues su zorrito ya tenía más de 20 años.
Escuchó el intercomunicador indicando que el chófer de los uchiha había llegado por él. Termino de arreglarse y salió de la casa, no sin antes tomar su teléfono y llaves.
Saludo al chofer y abordo la camioneta que había enviado por él. Eso no era necesario. Él sabía conducir y tenía un pequeño auto que había adquirido con mucho esfuerzo.
—Uzumaki-sama. Arribamos en 5 minutos a la mansión Uchiha.
¿Mansión?
Es palabra provocó que mirara a traves de las ventajas, percatado de que pasaban grandes. Mientras el auto se detenía un poco, una gran casa naranja llamó la atención. Ese color era su favorito.
La camioneta ingresó a la mansión. Naruto quedó asombrado por la gran mansión. Ni la de los Hyuga les hacía competencia.
—Bienvenido. Los señores Uchiha lo esperan.
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—¿Ya tienes fecha de boda, Ino-chan?
— Aún no decidimos. Chouj quiere en verano y yo en otoño.
—Ya veo. No se preocupen. Hablen y decidan con calma. Es su fecha especial.
—La madre de chouji insiste en que sea en primavera— comentó Deidara sonriendo.
—Fugaku. Se que venimos a celebrar el compromiso de nuestros hijos, pero no estamos tardando.
—Olvidamos decirles. Hay otro motivo. De hecho, no tarda en llegar.
—¿Quién? — cuestionaron los Namikaze.
—Na...
—Mikoto-sama— interrumpió el mayordomo — su invitado a llegado
—Hagalo pasar. Rápido.
Todos miraron hacia la entrada. De pronto, una melena rubia apar
eció, los ojos azules brillaron mirando con curiosidad y luego sonrió.
—Buena noche.
—Na... Naruto...