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50 Sombras de Park. (ChanBaek, BaekYeol) por firelights

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Por primera vez en mi vida salgo a correr voluntariamente. Busco mis asquerosas
zapatillas, que nunca uso, unos pantalones de chándal y una camiseta. Enciendo el
iPod. No puedo sentarme frente a esa maravilla de la tecnología y seguir viendo o
leyendo más material inquietante. Necesito quemar parte de esta excesiva y
enervante energía. La verdad es que me apetece correr hasta el hotel Heathman y
pedirle al obseso del control que me eche un polvo. Pero está a ocho kilómetros, y
dudo que pueda llegar a correr dos, no digamos ya ocho, y por supuesto podría
rechazarme, lo que sería muy humillante.
Cuando abro la puerta, Kyung está saliendo de su coche. Casi se le caen las bolsas
al verme. Byun BaekHyun con zapatillas de deporte. Lo saludo con la mano y no me
paro para que no me pregunte. De verdad necesito estar un rato solo. Con Snow
Patrol sonando en mis oídos, me introduzco en el anochecer ópalo y aguamarina.
Cruzo el parque. ¿Qué voy a hacer? Lo deseo, pero ¿en esos términos? La
verdad es que no lo sé. Quizá debería negociar lo que quiero. Revisar ese ridículo
contrato línea a línea y decir lo que me parece aceptable y lo que no. He
descubierto en internet que legalmente no tiene ningún valor. Seguro que él lo
sabe. Supongo que solo sirve para sentar las bases de la relación. Detalla lo que
puedo esperar de él y lo que él espera de mí: mi sumisión total. ¿Estoy preparado
para ofrecérsela? ¿Y estoy capacitado?
Una pregunta me reconcome: ¿por qué es él así? ¿Porque lo sedujeron cuando
era muy joven? No lo sé. Sigue siendo todo un misterio.
Me paro junto a un gran abeto, apoyo las manos en las rodillas y respiro hondo,
me lleno de aire los pulmones. Me siento bien, es catártico. Siento que mi
determinación se fortalece. Sí. Tengo que decirle lo que me parece bien y lo que no.
Tengo que mandarle por e-mail lo que pienso y ya lo discutiremos el miércoles.
Respiro hondo, como para limpiarme por dentro, y doy la vuelta hacia casa.
KyungSoo ha ido a comprar ropa, cómo no, para sus vacaciones en Barbados. Al final
arrastro mi penoso culo cubierto de sudor hasta la habitación con la excusa de ir a
empaquetar más cajas. ¿Podría sentirme menos a la altura? Me llevo conmigo la
alucianante tecnología inalámbrica, enciendo el portátil y escribo a ChanYeol.


De: Byun BaekHyun
Fecha: 23 de mayo de 2017 20:33
Para: Park ChanYeol
Asunto: Universitario escandalizado

Bien, ya he visto bastante. Ha sido agradable conocerte.

Baek

Pulso «Enviar» riéndome de mi travesura. ¿Le va a parecer a él tan divertida? Oh,
mierda… seguramente no. Park ChanYeol no es famoso por su sentido del humor.
Aunque sé que lo tiene, porque lo he vivido. Quizá me he pasado. Espero su
respuesta.
Espero y espero. Miro el despertador. Han pasado diez minutos.
Para olvidarme de la angustia que se abre camino en mi estómago, me pongo a
hacer lo que le he dicho a Kyung que haría: empaquetar las cosas de mi habitación.
Empiezo metiendo mis libros en una caja. Hacia las nueve sigo sin noticias. Quizá
ha salido. Malhumorado, hago un puchero, me pongo los auriculares del iPod,
escucho a los Snow Patrol y me siento a mi mesa a releer el contrato y a anotar mis
observaciones y comentarios.
No sé por qué levanto la mirada, quizá capto de reojo un ligero movimiento, no
lo sé, pero cuando la levanto, ChanYeol está en la puerta de mi habitación
mirándome fijamente. Lleva sus pantalones grises de franela y una camisa blanca
de lino, y agita suavemente las llaves del coche. Me quito los auriculares y me
quedo helado. ¡Joder!
—Buenas noches, BaekHyun —me dice en tono frío y expresión cauta e
impenetrable.
La capacidad de hablar me abandona. Maldito KyungSoo, lo ha dejado entrar sin
avisarme. Por un segundo soy consciente de que yo estoy hecho un asco, todo
sudado y sin duchar, y él está guapísimo, con los pantalones un poco caídos, y
para colmo, en mi habitación.
—He pensado que tu e-mail merecía una respuesta en persona —me explica en
tono seco.
Abro la boca y vuelvo a cerrarla, dos veces. Esto sí que es una broma. Por nada
del mundo se me había ocurrido que pudiera dejarlo todo para pasarse por aquí.
—¿Puedo sentarme? —me pregunta, ahora con ojos divertidos.
Gracias, Dios mío… Quizá la broma le ha parecido graciosa.
Asiento. Mi capacidad de hablar sigue sin hacer acto de presencia. Park ChanYeol está sentado en mi cama…
—Me preguntaba cómo sería tu habitación —me dice.
Miro a mi alrededor pensando por dónde escapar. No, sigue sin haber nada más
que la puerta y la ventana. Mi habitación es funcional, pero acogedora: pocos
muebles blancos de mimbre y una cama doble blanca, de hierro, con una colcha de
patchwork que hizo mi madre cuando estaba en su etapa de labores hogareñas. Es
azul cielo y crema.
—Es muy serena y tranquila —murmura.
No en este momento… no contigo aquí.
Al final mi bulbo raquídeo recupera la determinación. Respiro.
—¿Cómo…?
Me sonríe.
—Todavía estoy en el Heathman.
Eso ya lo sabía.
—¿Quieres tomar algo?
Tengo que decir que la educación siempre se impone.
—No, gracias, BaekHyun.
Esboza una deslumbrante media sonrisa con la cabeza ligeramente ladeada.
Bueno, seguramente sea yo quien necesita una copa.
—Así que ha sido agradable conocerme…
Maldita sea, ¿se ha ofendido? Me miro los dedos. A ver cómo salgo de esta. Si le
digo que solo era una broma, no creo que le guste mucho.
—Pensaba que me contestarías por e-mail —le digo en voz muy baja, patético.
—¿Estás mordiéndote el labio a propósito? —me pregunta muy serio.
Pestañeo, abro la boca y suelto el labio.
—No era consciente de que me lo estaba mordiendo —murmuro.
El corazón me late muy deprisa. Siento la tensión, esa exquisita electricidad
estática que invade el espacio. Está sentado muy cerca de mí, con sus ojos grises
impenetrables, los codos apoyados en las rodillas y las piernas separadas. Se
inclina y me acaricia el pelo. Se
me corta la respiración y no puedo moverme. Observo hipnotizado su mano.
—Veo que has decidido hacer un poco de ejercicio —me dice en voz baja y
melodiosa, colocándome el flequillo hacia la derecha—. ¿Por qué, BaekHyun?
Me rodea la oreja con los dedos y muy suavemente, rítmicamente, tira del
lóbulo. Es muy excitante.
—Necesitaba tiempo para pensar —susurro.
Me siento como un ciervo ante los faros de un coche, como una polilla junto a
una llama, como un pájaro frente a una serpiente… y él sabe exactamente lo que
está haciendo.
—¿Pensar en qué, BaekHyun?
—En ti.
—¿Y has decidido que ha sido agradable conocerme? ¿Te refieres a conocerme
en sentido bíblico?
Mierda. Me ruborizo.
—No pensaba que fueras un experto en la Biblia.
—Iba a catequesis los domingos, BaekHyun. Aprendí mucho.
—No recuerdo haber leído nada sobre pinzas para pezones en la Biblia. Quizá te
dieron la catequesis con una traducción moderna.
Sus labios se arquean dibujando una ligera sonrisa y dirijo la mirada a su boca.
—Bueno, he pensado que debía venir a recordarte lo agradable que ha sido
conocerme.
Dios mío. Lo miro boquiabierto, y sus dedos se desplazan de mi oreja a mi
barbilla.
—¿Qué le parece, señor Byun?
Sus ojos brillantes destilan una expresión de desafío. Tiene los labios
entreabiertos. Está esperando, alerta para atacar. El deseo —agudo, líquido y
provocativo— arde en lo más profundo de mi vientre. Me adelanto y me lanzo
hacia él. De repente se mueve, no tengo ni idea de cómo, y en un abrir y cerrar de
ojos estoy en la cama, inmovilizado debajo de él, con las manos extendidas y
sujetas por encima de la cabeza, con su mano libre agarrándome la cara y su boca
buscando la mía.
Me mete la lengua, me reclama y me posee, y yo me deleito en su fuerza. Lo
siento por todo mi cuerpo. Me desea, y eso provoca extrañas y exquisitas
sensaciones dentro de mí. No a KyungSoo, ni a uno de los
quince, ni a la malvada señora Robinson. A mí. Este hermoso hombre me desea a
mí. El dios que llevo dentro brilla tanto que podría iluminar todo Portland. Deja
de besarme. Abro los ojos y lo veo mirándome fijamente.
—¿Confías en mí? —me pregunta.
Asiento con los ojos muy abiertos, con el corazón rebotándome en las costillas y
la sangre tronando por todo mi cuerpo.
Estira el brazo y del bolsillo del pantalón saca su corbata de seda gris… la
corbata gris que deja pequeñas marcas del tejido en mi piel. Se sienta rápidamente
a horcajadas sobre mí y me ata las muñecas, pero esta vez anuda el otro extremo de
la corbata a un barrote del cabezal blanco de hierro. Tira del nudo para comprobar
que es seguro. No voy a ir a ninguna parte. Estoy atado a mi cama, y muy excitado.
Se levanta y se queda de pie junto a la cama, mirándome con ojos turbios de
deseo. Su mirada es de triunfo y a la vez de alivio.
—Mejor así —murmura.
Esboza una maliciosa sonrisa de superioridad. Se inclina y empieza a desatarme
una zapatilla. Oh, no… no… los pies no. Acabo de correr.
—No —protesto y doy patadas para que me suelte.
Se detiene.
—Si forcejeas, te ataré también los pies, BaekHyun. Si haces el menor ruido, te
amordazaré. No abras la boca. Seguramente ahora mismo KyungSoo está ahí fuera
escuchando.
¡Amordazarme! ¡Kyung! Me callo.
Me quita las zapatillas y los calcetines, y me baja muy despacio el pantalón de
chándal. Oh… ¿qué calzoncillos llevo? Me levanta, retira la colcha y el edredón de
debajo de mí y me coloca boca arriba sobre las sábanas.
—Veamos. —Se pasa la lengua lentamente por el labio inferior—. Estás
mordiéndote el labio, BaekHyun. Sabes el efecto que tiene sobre mí.
Me presiona la boca con su largo dedo índice a modo de advertencia.
Dios mío. Apenas puedo contenerme, estoy indefenso, tumbado, viendo cómo se
mueve tranquilamente por mi habitación. Es un afrodisiaco embriagador. Se quita
sin prisas los zapatos y los calcetines, se desabrocha los pantalones y se quita la
camisa.
—Creo que has visto demasiado.
Se ríe maliciosamente. Vuelve a sentarse encima de mí, a horcajadas, y me
levanta la camiseta. Creo que va a quitármela, pero la enrolla a la altura del cuello
y luego la sube de manera que me deja al descubierto la boca y la nariz, pero me
cubre los ojos. Y como está tan bien enrollada, no veo nada.
—Mmm —susurra satisfecho—. Esto va cada vez mejor. Voy a tomar una copa.
Se inclina, me besa suavemente en los labios y dejo de sentir su peso. Oigo el
leve chirrido de la puerta de la habitación. Tomar una copa. ¿Dónde? ¿Aquí? ¿En
Portland? ¿En Seattle? Aguzo el oído. Distingo ruidos sordos y sé que está
hablando con Kyung… Oh, no… Está prácticamente desnudo. ¿Qué va a decir Kyung?
Oigo un golpe seco. ¿Qué es eso? Regresa, la puerta vuelve a chirriar, oigo sus
pasos por la habitación y el sonido de hielo tintineando en un vaso. ¿Qué está
bebiendo? Cierra la puerta y oigo cómo se acerca quitándose los pantalones, que
caen al suelo. Sé que está desnudo. Y vuelve a sentarse a horcajadas sobre mí.
—¿Tienes sed, BaekHyun? —me pregunta en tono burlón.
—Sí —le digo, porque de repente se me ha quedado la boca seca.
Oigo el tintineo del hielo en el vaso. Se inclina y, al besarme, me derrama en la
boca un líquido delicioso y vigorizante. Es vino blanco. No lo esperaba y es muy
excitante, aunque está helado, y los labios de ChanYeol también están fríos.
—¿Más? —me pregunta en un susurro.
Asiento. Sabe todavía mejor porque viene de su boca. Se inclina y bebo otro
trago de sus labios… Madre mía.
—No nos pasemos. Sabemos que tu tolerancia al alcohol es limitada, BaekHyun.
No puedo evitar reírme, y él se inclina y suelta otra deliciosa bocanada. Se
mueve, se coloca a mi lado y siento su erección en la cadera. Oh, lo quiero dentro
de mí.
—¿Te parece esto agradable? —me pregunta, y noto cierto tono amenazante en
su voz.
Me pongo tenso. Vuelve a mover el vaso, me besa y, junto con el vino, me suelta
un trocito de hielo en la boca. Muy despacio empieza a descender con los labios
desde mi cuello, pasando por mi pecho, hasta mi torso y mi vientre. Me mete un
trozo de hielo en el ombligo, donde se forma un pequeño charco de vino muy frío
que provoca un incendio que se propaga hasta lo más profundo de mi vientre.
Uau.
—Ahora tienes que quedarte quieto —susurra—. Si te mueves, llenarás la cama
de vino, BaekHyun.
Mis caderas se flexionan automáticamente.
—Oh, no. Si derrama el vino, lo castigaré, señor Byun.
Gimo, intento controlarme y lucho desesperadamente contra la necesidad de
mover las caderas. Oh, no… por favor.
Se inclina, besa y tira de mis pezones con los labios fríos, helados.
Lucho contra mi cuerpo, que intenta responder arqueándose.
—¿Te gusta esto? —me pregunta tirándome de un pezón.
Vuelvo a oír el tintineo del hielo, y luego lo siento alrededor de mi pezón
derecho, mientras tira a la vez del izquierdo con los labios. Gimo y lucho por no
moverme. Una desesperante y dulce tortura.
—Si derramas el vino, no dejaré que te corras.
—Oh… por favor… ChanYeol… señor… por favor.
Está volviéndome loco. Puedo oírlo sonreír.
El hielo de mi pezón está derritiéndose. Estoy muy caliente… caliente, helado y
muerto de deseo. Lo quiero dentro de mí. Ahora.
Me desliza muy despacio los dedos helados por el vientre. Como tengo la piel
hipersensible, mis caderas se flexionan y el líquido del ombligo, ahora menos frío,
me gotea por la barriga. ChanYeol se mueve rápidamente y lo lame, me besa, me
muerde suavemente, me chupa.
—Querido BaekHyun, te has movido. ¿Qué voy a hacer contigo?
Jadeo en voz alta. En lo único que puedo concentrarme es en su voz y su tacto.
Nada más es real. Nada más importa. Mi radar no registra nada más. Desliza los
dedos por dentro de mis calzoncillos y me alivia oír que se le escapa un profundo
suspiro.
—Oh, nene —murmura.
Y me introduce dos dedos.
Sofoco un grito.
—Estarás listo para mí pronto… —me dice.

Mueve sus tentadores dedos despacio, dentro y fuera, y yo empujo hacia él
alzando las caderas.
—Eres un glotón —me regaña suavemente.
Con la mano libre me envuelve el miembro.
Jadeo y mi cuerpo da sacudidas bajo sus expertos dedos. Estira un brazo y me
retira la camiseta de los ojos para que pueda verlo. La tenue luz de la lámpara me
hace parpadear. Deseo tocarlo.
—Quiero tocarte —le digo.
—Lo sé —murmura.
Se inclina y me besa sin dejar de mover los dedos rítmicamente dentro de mi
cuerpo, trazando círculos y presionando. Con la otra mano me recoge
el pelo hacia arriba y me sujeta la cabeza para que no la mueva. Replica con la
lengua el movimiento de sus dedos. Saca los dedos de mí y comienza a masturbarme. Empiezo a sentir las piernas rígidas. Aparta, y yo vuelvo al borde del abismo. Lo repite una
y otra vez. Es tan frustrante… Oh, por favor, ChanYeol, grito por dentro.
—Este es tu castigo, tan cerca y de pronto tan lejos. ¿Te parece esto agradable?
—me susurra al oído.
Agotado, gimoteo y tiro de mis brazos atados. Estoy indefenso, perdido en una
tortura erótica.
—Por favor —le suplico.
Al final se apiada de mí.
—¿Cómo quieres que te folle, BaekHyun?
Oh… mi cuerpo empieza a temblar y vuelve a quedarse inmóvil.
—Por favor.
—¿Qué quieres, BaekHyun?
—A ti… ahora —grito.
—Dime cómo quieres que te folle. Hay una variedad infinita de maneras —me
susurra al oído.
Alarga la mano hacia el paquetito plateado de la mesita de noche. Se arrodilla
entre mis piernas y, muy despacio, me quita la ropa interior sin dejar de mirarme con
ojos brillantes. Se pone el condón. Lo miro fascinado, anonadado.
—¿Te parece esto agradable? —me dice acariciándose.
—Era una broma —gimoteo.

Por favor, fóllame, ChanYeol.
Alza las cejas deslizando la mano arriba y abajo por su impresionante miembro.
—¿Una broma? —me pregunta en voz amenazadoramente baja.
—Sí. Por favor, ChanYeol —le ruego.
—¿Y ahora te ríes?
—No —gimoteo.
La tensión sexual está a punto de hacerme estallar. Me mira un momento,
evaluando mi deseo, y de pronto me agarra y me da la vuelta. Me pilla por
sorpresa, y como tengo las manos atadas, tengo que apoyarme en los codos. Me
empuja las rodillas para alzarme el trasero y me da un fuerte azote. Antes de que
pueda reaccionar, me penetra. Grito, por el azote y por su repentina embestida, y
me corro inmediatamente, me desmorono debajo de él, que sigue embistiéndome
exquisitamente. No se detiene. Estoy destrozado. No puedo más… y él empuja una
y otra vez… y siento que vuelve a inundarme otra vez… no puede ser… no…
—Vamos, BaekHyun, otra vez —ruge entre dientes.
Y por increíble que parezca, mi cuerpo responde, se convulsiona y vuelvo a
alcanzar el clímax gritando su nombre. Me rompo de nuevo en mil pedazos y
ChanYeol se para, se deja ir por fin y se libera en silencio. Cae encima de mí
jadeando.
—¿Te ha gustado? —me pregunta con los dientes apretados.
Madre mía.
Estoy tumbado en la cama, devastado, jadeando y con los ojos cerrados cuando
se aparta de mí muy despacio. Se levanta y empieza a vestirse. Cuando ha
acabado, vuelve a la cama, me desata y me quita la camiseta. Flexiono los dedos y
me froto las muñecas, sonriendo al ver que se me ha marcado el dibujo del tejido.
Me ajusto los boxers mientras él tira de la colcha y del edredón para taparme. Lo
miro aturdido y él me devuelve la sonrisa.
—Ha sido realmente agradable —susurro sonriendo tímidamente.
—Ya estamos otra vez con la palabrita.
—¿No te gusta que lo diga?
—No, no tiene nada que ver conmigo.
—Vaya… No sé… parece tener un efecto beneficioso sobre ti.
—¿Soy un efecto beneficioso? ¿Eso es lo que soy ahora? ¿Podría herir más mi
amor propio, señor Byun?
—No creo que tengas ningún problema de amor propio.
Pero soy consciente de que lo digo sin convicción. Algo se me pasa rápidamente
por la cabeza, una idea fugaz, pero se me escapa antes de que pueda atraparla.
—¿Tú crees? —me pregunta en tono amable.
Está tumbado a mi lado, vestido, con la cabeza apoyada en el codo, y yo solo
llevo puesto el calzoncillo.
—¿Por qué no te gusta que te toquen?
—Porque no. —Se inclina sobre mí y me besa suavemente en la frente—. Así
que ese e-mail era lo que tú llamas una broma.
Sonrío a modo de disculpa y me encojo de hombros.
—Ya veo. Entonces todavía estás planteándote mi proposición…
—Tu proposición indecente… Sí, me la estoy planteando. Pero tengo cosas que
comentar.
Me sonríe aliviado.
—Me decepcionarías si no tuvieras cosas que comentar.
—Iba a mandártelas por correo, pero me has interrumpido.
—Coitus interruptus.
—¿Lo ves?, sabía que tenías algo de sentido del humor escondido por ahí —le
digo sonriendo.
—No es tan divertido, BaekHyun. He pensado que estabas diciéndome que no,
que ni siquiera querías comentarlo.
Se queda en silencio.
—Todavía no lo sé. No he decidido nada. ¿Vas a ponerme un collar?
Alza las cejas.
—Has estado investigando. No lo sé, BaekHyun. Nunca le he puesto un collar a
nadie.
Oh… ¿Debería sorprenderme? Sé tan poco sobre las sesiones… No sé.
—¿A ti te han puesto un collar? —le pregunto en un susurro.
—Sí.
—¿La señora Robinson?

—¡La señora Robinson!
Se ríe a carcajadas, y parece joven y despreocupado, con la cabeza echada hacia
atrás. Su risa es contagiosa.
Le sonrío.
—Le diré cómo la llamas. Le encantará.
—¿Sigues en contacto con ella? —le pregunto sin poder disimular mi temor.
—Sí —me contesta muy serio.
Oh… De pronto una parte de mí se vuelve loco de celos. El sentimiento es tan
fuerte que me perturba.
—Ya veo —le digo en tono tenso—. Así que tienes a alguien con quien comentar
tu alternativo estilo de vida, pero yo no puedo.
Frunce el ceño.
—Creo que nunca lo he pensado desde ese punto de vista. La señora Robinson
formaba parte de este estilo de vida. Te dije que ahora es una buena amiga. Si
quieres, puedo presentarte a uno de mis ex sumisos. Podrías hablar con él.
¿Qué? ¿Lo dice a propósito para que me enfade?
—¿Esto es lo que tú llamas una broma?
—No, BaekHyun —me contesta perplejo.
—No… me las arreglaré yo solo, muchas gracias —le contesto bruscamente,
tirando de la colcha hasta mi barbilla.
Me observa perdido, sorprendido.
—BaekHyun, no… —No sabe qué decir. Una novedad, creo—. No quería
ofenderte.
—No estoy ofendido. Estoy consternado.
—¿Consternado?
—No quiero hablar con ningún ex novio tuyo… o esclavo… o sumiso… como
los llames.
—Byun BaekHyun, ¿estás celoso?
Me pongo colorado.
—¿Vas a quedarte?
—Mañana a primera hora tengo una reunión en el Heathman. Además ya te dije
que no duermo con mis novios, o esclavos, o sumisos, ni con nadie. El viernes y el
sábado fueron una excepción. No volverá a pasar.
Oigo la firme determinación detrás de su dulce voz ronca.
Frunzo los labios.
—Bueno, estoy cansado.
—¿Estás echándome?
Alza las cejas perplejo y algo afligido.
—Sí.
—Bueno, otra novedad. —Me mira interrogante—. ¿No quieres que
comentemos nada? Sobre el contrato.
—No —le contesto de mal humor.
—Ay, cuánto me gustaría darte una buena tunda. Te sentirías mucho mejor, y
yo también.
—No puedes decir esas cosas… Todavía no he firmado nada.
—Pero soñar es humano, BaekHyun. —Se inclina y me agarra de la barbilla—.
¿Hasta el miércoles? —murmura.
Me besa rápidamente en los labios.
—Hasta el miércoles —le contesto—. Espera, salgo contigo. Dame un minuto.
Me siento, cojo la camiseta y lo empujo para que se levante de la cama. Lo hace
de mala gana.
—Pásame los pantalones de chándal, por favor.
Los recoge del suelo y me los tiende.
—Sí, señor.
Intenta ocultar su sonrisa, pero no lo consigue.
Lo miro con mala cara mientras me pongo los pantalones. Tengo el pelo hecho
un desastre y sé que después de que se marche voy a tener que enfrentarme al santo inquisidor Do KyungSoo. Me dirijo a la
puerta y la abro para ver si está Kyung. No está en el comedor. Creo que lo oigo
hablando por teléfono en su habitación. ChanYeol me sigue. Durante el breve
recorrido entre mi habitación y la puerta de la calle mis pensamientos y mis
sentimientos fluyen y se transforman. Ya no estoy enfadado con él. De pronto me
siento insoportablemente tímido. No quiero que se marche. Por primera vez me
gustaría que fuera normal, me gustaría mantener una relación normal que no
exigiera un acuerdo de diez páginas, azotes y mosquetones en el techo de su cuarto
de juegos.
Le abro la puerta y me miro las manos. Es la primera vez que me traigo un chico
a mi casa, y creo que ha estado genial. Pero ahora me siento como un recipiente,
como un vaso vacío que se llena a su antojo. Mi subconsciente mueve la cabeza.
Querías correr al Heathman en busca de sexo… y te lo han traído a casa. Cruza los
brazos y golpea el suelo con el pie, como preguntándose de qué me quejo.
ChanYeol se detiene junto a la puerta, me agarra de la barbilla y me obliga a
mirarlo. Arruga la frente.
—¿Estás bien? —me pregunta acariciándome la barbilla con el pulgar.
—Sí —le contesto, aunque la verdad es que no estoy tan seguro.
Siento un cambio de paradigma. Sé que si acepto, me hará daño. Él no puede, no
le interesa o no quiere ofrecerme nada más… pero yo quiero más. Mucho más. El
ataque de celos que he sentido hace un momento me dice que mis sentimientos por
él son más profundos de lo que me he reconocido a mí mismo.
—Nos vemos el miércoles —me dice.
Se inclina y me besa con ternura. Pero mientras está besándome, algo cambia.
Sus labios me presionan imperiosamente. Sube una mano desde la barbilla hasta
un lado de la cara, y con la otra me sujeta la otra mejilla. Su respiración se acelera.
Se inclina hacia mí y me besa más profundamente. Le cojo de los brazos. Quiero
deslizar las manos por su pelo, pero me resisto porque sé que no le gustaría. Pega
su frente a la mía con los ojos cerrados.
—BaekHyun —susurra con voz quebrada—, ¿qué estás haciendo conmigo?
—Lo mismo podría decirte yo —le susurro a mi vez.
Respira hondo, me besa en la frente y se marcha. Avanza con paso decidido
hacia el coche pasándose la mano por el pelo. Mientras abre la puerta, levanta la
mirada y me lanza una sonrisa arrebatadora. Totalmente deslumbrado, le devuelvo
una leve sonrisa y vuelvo a pensar en Ícaro acercándose demasiado al sol. Cierro la
puerta de la calle mientras se mete en su coche deportivo. Siento una irresistible
necesidad de llorar. Una triste y solitaria melancolía me oprime el corazón. Vuelvo
a mi habitación, cierro la puerta y me apoyo en ella intentando racionalizar mis
sentimientos, pero no puedo. Me dejo caer al suelo, me cubro la cara con las manos
y empiezan a saltárseme las lágrimas.
Kyung llama a la puerta suavemente.
—¿Baek? —susurra.
Abro la puerta. Me mira y me abraza.

—¿Qué pasa? ¿Qué te ha hecho ese repulsivo cabrón guaperas?
—Nada que no quisiera que me hiciera, Kyung.
Me lleva hasta la cama y nos sentamos.
—Tienes el pelo de haber echado un polvo espantoso.
Aunque estoy desconsolado, me río.
—Ha sido un buen polvo, para nada espantoso.
Kyung sonríe.
—Mejor. ¿Por qué lloras? Tú nunca lloras.
Coge el cepillo de la mesita de noche, se sienta a mi lado y empieza a
desenredarme los nudos muy despacio.
—¿No me dijiste que habías quedado con él el miércoles?
—Sí, en eso habíamos quedado.
—¿Y por qué se ha pasado hoy por aquí?
—Porque le he mandado un e-mail.
—¿Pidiéndole que se pasara?
—No, diciéndole que no quería volver a verlo.
—¿Y se presenta aquí? Baek, es genial.
—La verdad es que era una broma.
—Vaya, ahora sí que no entiendo nada.
Me armo de paciencia y le explico de qué iba mi e-mail sin entrar en detalles.
—Pensaste que te respondería por correo.
—Sí.
—Pero lo que ha hecho ha sido presentarse aquí.
—Sí.
—Te habrá dicho que está loco por ti.
Frunzo el ceño. ¿ChanYeol loco por mí? Difícilmente. Solo está buscando un
nuevo juguete, un nuevo y adecuado juguete con el que acostarse y al que hacerle
cosas indescriptibles. Se me encoge el corazón y me duele. Esa es la verdad.
—Ha venido a follarme, eso es todo.
—¿Quién dijo que el romanticismo había muerto? —murmura horrorizado. He dejado impresionado a Kyung. No pensaba que eso fuera posible. Me encojo de
hombros a modo de disculpa.
—Utiliza el sexo como un arma.
—¿Te echa un polvo para someterte?
Mueve la cabeza contrariada. Pestañeo y siento que estoy poniéndome colorado.
Oh… has dado en el clavo, Park ChanYeol, vas a ganar el Pulitzer.
—Baek, no lo entiendo. ¿Y le dejas que te haga el amor?
—No, Kyung, no hacemos el amor… follamos… como dice ChanYeol. No le
interesa el amor.
—Sabía que había algo raro en él. Tiene problemas con el compromiso.
Asiento, como si estuviera de acuerdo, pero por dentro suspiro. Ay, Kyung…
Ojalá pudiera contártelo todo sobre este tipo extraño, triste y perverso, y ojalá tú
pudieras decirme que lo olvidara, que dejara de ser un idiota.
—Me temo que la situación es bastante abrumadora —murmuro.
Me quedo muy, muy corto.
Como no quiero seguir hablando de ChanYeol, le pregunto por JongIn. Con solo
mencionar su nombre, la actitud de KyungSoo cambia radicalmente. Se le ilumina
la cara y me sonríe.
—El sábado vendrá temprano para ayudarnos a cargar.
Estrecha el cepillo con fuerza contra su pecho —vaya, le ha pillado fuerte—, y
siento una vaga y familiar punzada de envidia. Kyung ha encontrado a un hombre
normal y parece muy feliz.
Me giro hacia él y lo abrazo.
—Ah, casi me olvido. Tu padre ha llamado cuando estabas… bueno, ocupado.
Parece que Bob ha tenido un pequeño accidente, así que tu madre y él no podrán
venir a la entrega de títulos. Pero tu padre estará aquí el jueves. Quiere que lo
llames.
—Vaya… Mi madre no me ha llamado para decírmelo. ¿Está bien Bob?
—Sí. Llámala mañana. Ahora es tarde.
—Gracias, Kyung. Ya estoy bien. Mañana llamaré también a Mark. Creo que me voy
a acostar.
Sonríe, pero arruga los ojos preocupado.
Cuando ya se ha marchado, me siento, vuelvo a leer el contrato y voy tomando
notas. Una vez que he terminado, enciendo el ordenador dispuesto a responderle.
En mi bandeja de entrada hay un e-mail de ChanYeol.


De: Park ChanYeol
Fecha: 23 de mayo de 2017 23:16
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Esta noche

Señor Byun: Espero impaciente sus notas sobre el contrato. Entretanto, que
duermas bien, bebé.

Park ChanYeol
Presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.


De: Byun BaekHyun
Fecha: 24 de mayo de 2017 00:02
Para: Park ChanYeol
Asunto: Objeciones

Querido señor Park: Aquí está mi lista de objeciones. Espero que el miércoles las
discutamos con calma en nuestra cena.

Los números remiten a las cláusulas:
2: No tengo nada claro que sea exclusivamente en MI beneficio, es decir, para que
explore mi sensualidad y mis límites. Estoy seguro de que para eso no necesitaría
un contrato de diez páginas. Seguramente es para TU beneficio.
4: Como sabes, solo he practicado sexo contigo. No tomo drogas y nunca me han hecho una
transfusión. Seguramente estoy más que sano. ¿Qué pasa contigo?
8: Puedo dejarlo en cualquier momento si creo que no te ciñes a los límites acordados. De acuerdo,
eso me parece muy bien.
9: ¿Obedecerte en todo? ¿Aceptar tu disciplina sin dudar? Tenemos que hablarlo.
11: Periodo de prueba de un mes, no de tres.
12: No puedo comprometerme todos los fines de semana. Tengo vida propia, y seguiré
teniéndola. ¿Quizá tres de cada cuatro?

15.2: Utilizar mi cuerpo de la manera que
consideres oportuna, en el sexo o en cualquier otro ámbito… Por favor, define «en
cualquier otro ámbito».
15.5: Toda la cláusula sobre la disciplina en general. No estoy seguro de que quiera ser azotado, zurrado o castigado físicamente. Estoy
seguro de que esto infringe las cláusulas 2-5. Y además eso de «por cualquier otra
razón» es sencillamente mezquino… y me dijiste que no eras un sádico.
15.10: Como si prestarme a alguien pudiera ser una opción. Pero me alegro de que lo
dejes tan claro.
15.14: Sobre las normas comento más adelante.
15.19: ¿Qué problema hay en que me toque sin tu permiso? En cualquier caso, sabes que no lo hago.
15.21: Disciplina: véase arriba cláusula 15.5.
15.22: ¿No puedo mirarte a los ojos? ¿Por
qué?
15.24: ¿Por qué no puedo tocarte?
Normas: Dormir: aceptaré seis
horas.
Comida: no voy a comer lo que ponga en una lista. O la lista de los alimentos
se elimina, o rompo el contrato.
Ropa: de acuerdo, siempre y cuando solo tenga que
llevar tu ropa cuando esté contigo.
Ejercicio: habíamos quedado en tres horas, pero
sigue poniendo cuatro.
Límites tolerables: ¿Tenemos que pasar por todo esto? No
quiero fisting de ningún tipo. ¿Qué es la suspensión? Pinzas genitales… debes de
estar de broma. ¿Podrías decirme cuáles son tus planes para el miércoles? Yo
trabajo hasta las cinco de la tarde.
Buenas noches.

Baek


De: Park ChanYeol
Fecha: 24 de mayo de 2017 00:07
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Objeciones

Señor Byun: Es una lista muy larga. ¿Por qué está todavía despierto?

Park ChanYeol
Presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.


De: Byun BaekHyun
Fecha: 24 de mayo de 2017 00:10
Para: Park ChanYeol
Asunto: Quemándome las cejas

Señor: Si no recuerdo mal, estaba con esta lista cuando un obseso del control me
interrumpió y me llevó a la cama.
Buenas noches.

Baek


De: Park ChanYeol
Fecha: 24 de mayo de 2017 00:12
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Deja de quemarte las cejas

BAEKHYUN, VETE A LA CAMA.

Park ChanYeol
Obseso del control y presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.

Vaya… en mayúsculas, como si me gritara. Apago el ordenador. ¿Cómo puede
intimidarme estando a ocho kilómetros? Todavía triste, me meto en la cama e
inmediatamente caigo en un sueño profundo, aunque intranquilo.

Notas finales:

♥ Dejen sus reviews.


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