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50 Sombras de Park. (ChanBaek, BaekYeol) por firelights

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Notas del capitulo:

Disculpen los nombres confusos. 

ChanYeol está frente a mí con una fusta de cuero trenzado. Solo lleva puestos unos
Levi’s viejos, gastados y rotos. Golpea despacio la fusta contra la palma de su
mano sin dejar de mirarme. Esboza una sonrisa triunfante. No puedo moverme.
Estoy desnudo y atado con grilletes, despatarrado en una enorme cama de cuatro
postes. Se acerca a mí y me desliza la punta de la fusta desde la frente hasta la
nariz, de manera que percibo el olor del cuero, y luego sigue hasta mis labios
entreabiertos, que jadean. Me mete la punta en la boca y siento el sabor intenso del
cuero.
—Chupa —me ordena en voz baja.
Obedezco y cierro los labios alrededor de la punta.
—Basta —me dice bruscamente.
Vuelvo a jadear mientras me saca la fusta de la boca y me la desliza desde la
barbilla hasta el final del cuello. Le da vueltas despacio y sigue arrastrando la
punta de la fusta por mi cuerpo, por el esternón, por el pecho y por el torso,
hasta el ombligo. Jadeo, me retuerzo y tiro de los grilletes, que me destrozan las
muñecas y los tobillos. Me rodea el ombligo con la punta de cuero y sigue
deslizándola por cuerpo. Sacude la fusta y me golpea con
fuerza en el muslo, se mete mi miembro en la boca y me corro gloriosamente gritando que me desate..
De pronto me despierto jadeando, bañado en sudor y sintiendo los espasmos
posteriores al orgasmo. Dios mío. Estoy totalmente desorientado. ¿Qué demonios
ha pasado? Estoy en mi cama solo. ¿Cómo? ¿Por qué? Me incorporo de un salto,
conmocionado… Uau. Es de día. Miro el despertador: las ocho. Me cubro la cara
con las manos. No sabía que yo pudiera tener sueños sexuales. ¿Ha sido por algo
que comí? Quizá las ostras y la investigación, que han acabado manifestándose en
mi primer sueño erótico. Es desconcertante. No tenía ni idea de que pudiera
correrme en sueños.
Kyung se acerca a mí corriendo cuando entro tambaleándome en la cocina.
—Baek, ¿estás bien? Te veo raro. ¿Llevas puesta la americana de ChanYeol?

—Estoy bien.
Maldita sea. Debería haberme mirado en el espejo. Evito sus ojos marrones, que me
atraviesan. Todavía no me he recuperado del sueño.
—Sí, es la americana de ChanYeol.
Frunce el ceño.
—¿Has dormido?
—No muy bien.
Cojo la tetera. Necesito un té.
—¿Qué tal la cena?
Ya empieza…
—Comimos ostras. Y luego bacalao, así que diría que hubo bastante pescado.
—Uf… Odio las ostras, pero no estoy preguntándote por la comida. ¿Qué tal con
ChanYeol? ¿De qué hablasteis?
—Se mostró muy atento.
Me callo. ¿Qué puedo decirle? No tiene VIH, le interesa la interpretación, quiere
que obedezca todas sus órdenes, hizo daño a una persona a la que colgó del techo de
su cuarto de juegos y quería follarme en el comedor privado. ¿Sería un buen
resumen? Intento desesperadamente recordar algo de mi cita con ChanYeol que
pueda comentar con Kyung.
—No le gusta Wanda.
—¿A quién le gusta, Baek? No es nada nuevo. ¿Por qué estás tan evasivo?
Suéltalo, amigo mío.
—Kyung, hablamos de un montón de cosas. Ya sabes… de lo quisquilloso que es
con la comida. Por cierto, le gustó mucho el traje.
La tetera ya está hirviendo, así que me preparo una taza.
—¿Te apetece un té? ¿Quieres leerme tu discurso de hoy?
—Sí, por favor. Anoche estuve preparándolo en el Becca’s. Voy a buscarlo. Y sí,
me apetece mucho un té.
Kyung sale corriendo de la cocina.
Uf, he conseguido darle esquinazo a Do KyungSoo. Abro un panecillo y
lo meto en la tostadora. Me ruborizo pensando en mi intenso sueño. ¿Qué
demonios ha pasado?

Anoche me costó dormirme. Estuve dando vueltas a diversas opciones. Estoy
muy confundido. La idea que tiene ChanYeol de una relación se parece mucho a
una oferta de empleo, con sus horarios, la descripción del trabajo y un
procedimiento de resolución de conflictos bastante riguroso. No imaginaba así mi
primera historia de amor… pero, claro, a ChanYeol no le interesan las historias de
amor. Si le dijera que quiero algo más, seguramente me diría que no… y me
arriesgaría a perder lo que me ha ofrecido. Es lo que más me preocupa, porque no
quiero perderlo. Pero no estoy seguro de tener estómago para ser su sumiso… En
el fondo, lo que me tira para atrás son las varas y los látigos. Como soy débil
físicamente, haría lo que fuera por evitar el dolor. Pienso en mi sueño… ¿Sería así?
El dios que llevo dentro da saltos gritándome que sí.
Kyung vuelve a la cocina con su portátil. Me concentro en mi panecillo. Empieza a
leer su dicurso, y yo lo escucho pacientemente.

Estoy vestido y listo cuando llega Mark. Abro la puerta de la calle y lo veo en el
porche con un traje que no le queda nada bien. Siento una cálida oleada de gratitud
y de amor hacia este hombre sencillo y me lanzo a sus brazos, una muestra de
cariño poco habitual en mí. Se queda desconcertado, perplejo.
—Hola, Baekkie, yo también me alegro de verte —murmura abrazándome.
Me aparta un poco, y con las manos en mis hombros me mira de arriba abajo
con el ceño fruncido.
—¿Estás bien, hijo?
—Claro, papá. ¿No puedo alegrarme de ver a mi padre?
Sonríe arrugando las comisuras de sus ojos oscuros y me sigue hasta el
comedor.
—Estás muy guapo —me dice.
—Lo ha escogido KyungSoo —le digo bajando la mirada hacia el traje gris que llevo puesto.
Frunce el ceño.
—¿Dónde está Kyung?
—Ha ido al campus. Va a pronunciar un discurso, así que tiene que estar allí
antes.
—¿Vamos tirando?

—Papá, tenemos media hora. ¿Quieres un té? Cuéntame cómo está todo el
mundo en Montesano. ¿Cómo te ha ido el viaje?
Mark deja el coche en el aparcamiento del campus y seguimos a la multitud con
birretes negros y rojos hasta el gimnasio.
—Suerte, Baekkie. Pareces muy nervioso. ¿Tienes que hacer algo?
Dios mío… ¿Por qué le ha dado hoy a Mark por ser observador?
—No, papá. Es un gran día.
Y voy a ver a Park ChanYeol.
—Sí, mi niño se ha graduado. Estoy orgulloso de ti, Baekkie.
—Gracias, papá.
Cuánto quiero a este hombre…
El gimnasio está lleno de gente. Mark va a sentarse a las gradas con los demás
padres y asistentes, y yo me dirijo a mi asiento. Llevo mi toga negra y mi birrete, y
siento que me protegen, que me permiten ser anónimo. Todavía no hay nadie en el
estrado, pero parece que no consigo calmarme. Me late el corazón a toda prisa y
me cuesta respirar. Está por aquí, en algún sitio. Me pregunto si Kyung está
hablando con él, quizá interrogándolo. Me dirijo hacia mi asiento entre
compañeros cuyos apellidos también empiezan por B. Estoy en la segunda fila, lo
que me ofrece cierto anonimato. Miro hacia atrás y veo a Mark en las gradas, arriba
del todo. Lo saludo con un gesto. Me contesta agitando tímidamente la mano. Me
siento y espero.
El auditorio no tarda en llenarse y el rumor de voces nerviosas aumenta
progresivamente. La primera fila de asientos ya está ocupada. Yo estoy sentado
entre dos chicas de otro departamento a las que no conozco. Es evidente que son
muy amigas, y hablan muy nerviosas conmigo en medio.
A las once en punto aparece el rector desde detrás del estrado, seguido por los
tres vicerrectores y los profesores, todos ataviados en negro y rojo. Nos levantamos
y aplaudimos a nuestro personal docente. Algunos profesores asienten y saludan
con la mano, y otros parecen aburridos. El profesor Collins, mi tutor y mi profesor
preferido, tiene pinta de acabar de levantarse, como siempre. Al fondo del
escenario están Kyung y ChanYeol. ChanYeol lleva un traje gris a medida, y a las luces
del auditorio brillan en su pelo mechones cobrizos. Parece muy serio y
autosuficiente. Al sentarse, se desabrocha la americana y veo su corbata. Oh,
Dios… ¡esa corbata! Me froto las muñecas en un gesto reflejo. No puedo apartar los
ojos de él. Sin duda se ha puesto esa corbata a propósito. Aprieto los labios. El
público se sienta y cesan los aplausos.
—¡Mira a aquel tipo! —cuchichea entusiasmada una de las chicas sentadas a mi
lado.
—¡Está buenísimo! —le contesta la otra.
Me pongo tenso. Estoy seguro de que no hablan del profesor Collins.
—Tiene que ser Park ChanYeol.
—¿Está libre?
Se me ponen los pelos de punta.
—Creo que no —murmuro.
—Oh —exclaman las chicas mirándome sorprendidas.
—Creo que es gay —mascullo.
—Qué lástima —se lamenta una de las chicas.
Mientras el rector se levanta y da comienzo al acto con su discurso, veo que
ChanYeol recorre disimuladamente la sala con la mirada. Me hundo en mi asiento y
encojo los hombros para que no me vea. Fracaso estrepitosamente, porque un
segundo después sus ojos encuentran los míos. Me mira con rostro impasible,
totalmente inescrutable. Me remuevo incómodo en mi asiento, hipnotizado por su
mirada, y me ruborizo ligeramente. De pronto recuerdo mi sueño de esta mañana
y se me contraen los músculos del vientre. Respiro hondo. Sus labios esbozan una
leve y efímera sonrisa. Cierra un instante los ojos y al abrirlos recupera su
expresión indiferente. Lanza una rápida mirada al rector y luego fija la vista al
frente, en el emblema de la universidad colgado en la entrada. No vuelve a dirigir
sus ojos hacia mí. El rector continúa con su monótono discurso, y ChanYeol sigue
sin mirarme. Mira fijamente hacia delante.
¿Por qué no me mira? ¿Habrá cambiado de idea? Me inunda una oleada de
inquietud. Quizá el hecho de que me marchara anoche fue el final también para él.
Se ha aburrido de esperar a que me decida. Oh, no, quizá lo he fastidiado todo.
Recuerdo su e-mail de anoche. Quizá esté enfadado porque no le he contestado.
De pronto el joven Do KyungSoo avanza por el estrado y la sala
irrumpe en aplausos. El rector se sienta y Kyung coloca sus papeles en el atril. Se toma su tiempo y no se siente intimidado por el
millar de personas que están mirándolo. Cuando está listo, sonríe, levanta la
mirada hacia la multitud fascinado y empieza su discurso con elocuencia. Está
tranquilo y se muestra divertido. Las chicas sentadas a mi lado se ríen a carcajadas
con su primera broma. Oh, Do KyungSoo, tú si que sabes pronunciar un
discurso. En esos momentos estoy tan orgulloso de él que mis dispersos
pensamientos sobre ChanYeol quedan a un lado. Aunque ya he oído su discurso, lo
escucho atentamente. Domina la sala y se mete al público en el bolsillo.
Su tema es «¿Qué esperar después de la facultad?». Sí, ¿qué esperar? ChanYeol
mira a Kyung alzando las cejas, creo que sorprendido. Podría haber ido a
entrevistarlo Kyung, y ahora podría estar haciéndole proposiciones indecentes a él.
El guapo Kyung y el guapo ChanYeol juntos. Y yo podría estar como las dos chicas
sentadas a mi lado, admirándolo desde la distancia. Pero sé que Kyung no le habría
dado ni la hora. ¿Cómo lo llamó el otro día? Repulsivo. La idea de que Kyung y ChanYeol se enfrenten me incomoda. Tengo que decir que no sé por quién de los
dos apostaría.
Kyung termina su discurso con una floritura, y espontáneamente todo el mundo
se levanta, lo aplaude y lo vitorea. Su primera ovación con el público en pie. Le
sonrío y lo aclamo, y él me devuelve una sonrisa. Buen trabajo, Kyung. Se sienta, el
público también, y el rector se levanta y presenta a ChanYeol… Oh, Dios, ChanYeol
va a dar un discurso. El rector hace un breve resumen de los logros de ChanYeol:
presidente de su extraordinariamente próspera empresa, un hombre que ha
llegado donde está por sus propios méritos…
—… y también un importante benefactor de nuestra universidad. Por favor,
demos la bienvenida al señor Park ChanYeol.
El rector estrecha la mano a ChanYeol, y la gente empieza a aplaudir. Se me hace
un nudo en la garganta. Se acerca al atril y recorre la sala con la mirada. Parece tan
seguro de sí mismo frente a nosotros como Kyung hace un momento. Las dos chicas
sentadas a mi lado se inclinan hacia delante embelesadas. De hecho, creo que la
mayoría de las mujeres del público, y algunos hombres, se inclinan un poco en sus
asientos. ChanYeol empieza a hablar en tono suave, mesurado y cautivador.
—Estoy profundamente agradecido y emocionado por el gran honor que me
han concedido hoy las autoridades de la Universidad Estatal de Washington,
honor que me ofrece la excepcional posibilidad de hablar del impresionante trabajo
que lleva a cabo el departamento de ciencias medioambientales de la universidad.
Nuestro propósito es desarrollar métodos de cultivo viables y ecológicamente
sostenibles para países del tercer mundo. Nuestro objetivo último es ayudar a
erradicar el hambre y la pobreza en el mundo. Más de mil millones de personas,
principalmente en el África subsahariana, el sur de Asia y Latinoamérica, viven en
la más absoluta miseria. El mal funcionamiento de la agricultura es generalizado
en estas zonas, y el resultado es la destrucción ecológica y social. Sé lo que es pasar
hambre. Para mí, se trata de una travesía muy personal…

Se me desencaja la mandíbula. ¿Qué? ChanYeol ha pasado hambre. Maldita sea.
Bueno, eso explica muchas cosas. Y recuerdo la entrevista. De verdad quiere
alimentar al mundo. Me devano los sesos desesperadamente intentando recordar
el artículo de Kyung. Fue adoptado a los cuatro años, creo. No me imagino que Grace
lo matara de hambre, así que debió de ser antes, cuando era muy pequeño. Trago
saliva y se me encoge el corazón pensando en un niñito de ojos grises hambriento.
Oh, no. ¿Qué vida tuvo antes de que los Park lo adoptaran y lo rescataran?
Me invade una indignación salvaje. El filantrópico ChanYeol pobre, jodido y
pervertido. Aunque estoy seguro de que él no se vería así a sí mismo y rechazaría
todo sentimiento de lástima o piedad. De repente estalla un aplauso general y todo
el mundo se levanta. Yo hago lo mismo, aunque no he escuchado la mitad de su
discurso. Se dedica a esa gran labor, a dirigir una empresa enorme y al mismo
tiempo a perseguirme. Resulta abrumador. Recuerdo los breves retazos de las
conversaciones que le he oído sobre Darfur… Ahora encaja todo. Comida.
Sonríe brevemente ante el cálido aplauso —incluso Kyung está aplaudiendo— y
vuelve a su asiento. No mira en dirección a mí, y yo estoy descentrado intentando
asimilar toda esta nueva información sobre él.
Un vicerrector se levanta y empieza el largo y tedioso proceso de entrega de
títulos. Hay que repartir más de cuatrocientos, así que pasa más de una hora hasta
que oigo mi nombre. Avanzo hacia el estrado entre las dos chicas, que se ríen
tontamente. ChanYeol me lanza una mirada cálida, aunque comedida.
—Felicidades, señor Byun —me dice estrechándome la mano. Siento la
descarga de su carne en la mía—. ¿Tienes problemas con el ordenador?
Frunzo el ceño mientras me entrega el título.
—No.
—Entonces, ¿no haces caso de mis e-mails?
—Solo vi el de las fusiones y adquisiciones.
Me mira con curiosidad.
—Luego —me dice.
Y tengo que avanzar, porque estoy obstruyendo la cola.
Vuelvo a mi asiento. ¿E-mails? Debe de haber mandado otro. ¿Qué decía?
La ceremonia concluye una hora después. Es interminable. Al final, el rector
conduce a los miembros del cuerpo docente fuera del estrado, precedidos por
ChanYeol y Kyung, y todo el mundo vuelve a aplaudir calurosamente. ChanYeol no
me mira, aunque me gustaría que lo hiciera. El dios que llevo dentro no está nada
contento.
Mientras espero de pie para poder salir de nuestra fila de asientos, Kyung me
llama. Se acerca hacia mí desde detrás del estrado.
—ChanYeol quiere hablar contigo —me grita.
Las dos chicas, que ahora están de pie a mi lado, se giran y me miran.
—Me ha mandado a que te lo diga —sigue diciendo.
Oh…
—Tu discurso ha sido genial, Kyung.
—Sí, ¿verdad? —Sonríe—. ¿Vienes? Puede ser muy insistente.
Pone los ojos en blanco y me río.
—Ni te lo imaginas. Pero no puedo dejar a Mark solo mucho rato.
Levanto la mirada hacia Mark y le indico abriendo la palma que me espere cinco
minutos. Asiente, me hace un gesto con la mano y sigo a Kyung hasta el pasillo de
detrás del estrado. ChanYeol está hablando con el rector y con dos profesores.
Levanta los ojos al verme.
—Discúlpenme, señores —le oigo murmurar.
Viene hacia mí y sonríe brevemente a Kyung.
—Gracias —le dice.
Y antes de que Kyung pueda responder, me coge del brazo y me lleva hacia lo que
parece un vestuario de hombres. Comprueba que está vacío y cierra la puerta con
pestillo.
Maldita sea, ¿qué se propone? Parpadeo cuando se gira hacia mí.
—¿Por qué no me has mandado un e-mail? ¿O un mensaje al móvil?
Me mira furioso. Yo estoy desconcertado.
—Hoy no he mirado ni el ordenador ni el teléfono.
Mierda, ¿ha estado llamándome? Pruebo con la técnica de distracción que tan
bien me funciona con Kyung.
—Tu discurso ha estado muy bien.
—Gracias.
—Ahora entiendo tus problemas con la comida.
Se pasa una mano por el pelo, muy nervioso.

—BaekHyun, no quiero hablar de eso ahora. —Cierra los ojos y parece afligido—.
Estaba preocupado por ti.
—¿Preocupado? ¿Por qué?
—Porque volviste a casa en esa trampa mortal a la que tú llamas coche.
—¿Qué? No es ninguna trampa mortal. Está perfectamente. SeHun suele hacerle la
revisión.
—¿SeHun, el fotógrafo?
ChanYeol arruga la frente y se le hiela la expresión. Mierda.
—Sí, el Escarabajo era de su madre.
—Sí, y seguramente también de su abuela y de su bisabuela. No es un coche
seguro.
—Lo tengo desde hace más de tres años. Siento que te hayas preocupado. ¿Por
qué no me has llamado?
Está exagerando demasiado.
Respira hondo.
—BaekHyun, necesito una respuesta. La espera está volviéndome loco.
—ChanYeol… Mira, he dejado a mi padrastro solo.
—Mañana. Quiero una respuesta mañana.
—De acuerdo, mañana. Ya te diré algo.
Retrocede y me mira más calmado, con los hombros relajados.
—¿Te quedas a tomar algo? —me pregunta.
—No sé lo que quiere hacer Mark.
—¿Tu padrastro? Me gustaría conocerlo.
Oh, no… ¿por qué?
—Creo que no es buena idea.
ChanYeol abre el pestillo de la puerta muy serio.
—¿Te avergüenzas de mí?
—¡No! —Ahora me toca a mí desesperarme—. ¿Y cómo te presento a mi padre?
¿«Este es el hombre que me ha desvirgado y que quiere mantener conmigo una
relación sadomasoquista»? No llevas puestas las zapatillas de deporte.
ChanYeol me mira y sus labios esbozan una sonrisa. Y aunque estoy enfadado
con él, involuntariamente mi cara se la devuelve.
—Para que lo sepas, corro muy deprisa. Dile que soy un amigo, BaekHyun.
Abre la puerta y sale. La cabeza me da vueltas. El rector, los tres vicerrectores,
cuatro profesores y Kyung se me quedan mirando cuando paso a toda prisa por
delante de ellos. Mierda. Dejo a ChanYeol con los profesores y voy a buscar a Mark.
«Dile que soy un amigo.»
Amigo con derecho a roce, me dice mi subconsciente con mala cara. Lo sé, lo sé.
Me quito de encima el desagradable pensamiento. ¿Cómo voy a presentárselo a
Mark? La sala sigue todavía medio llena, y Mark no se ha movido de su sitio. Me ve,
me hace un gesto con la mano y empieza a bajar.
—Baekkie, felicidades —me dice pasándome el brazo por los hombros.
—¿Te apetece venir a tomar algo al entoldado?
—Claro. Hoy es tu día. Vamos.
—No tenemos que ir si no quieres.
Por favor, di que no…
—Baekkie, he estado dos horas y media sentado, escuchando todo tipo de
parloteos. Necesito una copa.
Le cojo del brazo y avanzamos entre la multitud a través de la cálida tarde.
Pasamos junto a la cola del fotógrafo oficial.
—Ah, lo olvidaba… —Mark se saca una cámara digital del bolsillo—. Una foto
para el álbum, Baekkie.
Pongo los ojos en blanco mientras me saca una foto.
—¿Puedo quitarme ya la toga y el birrete? Me siento medio tonto.
Eres medio tonto… Mi subconsciente está de lo más sarcástico. Así que vas a
presentar a Mark al hombre con el que follas… Estará muy orgulloso. Mi
subconsciente me observa por encima de sus gafas de media luna. A veces le odio.
El entoldado es inmenso y está lleno de gente: alumnos, padres, profesores y
amigos, todos charlando alegremente. Mark me pasa una copa de champán, o de
vino espumoso barato, me temo. No está frío y es dulzón. Pienso en ChanYeol…
No va a gustarle.
—¡Baek!
Al girarme, Do Ethan me coge de improviso entre sus brazos. Me levanta
y me da vueltas en el aire sin que se me derrame el vino. Toda una proeza.

—¡Felicidades! —exclama sonriéndome, con sus ojos verdes brillantes.
Qué sorpresa. Su pelo rubio está alborotado y sexy. Es tan guapo como Kyung. El
parecido es asombroso y nadie diría que son hermanastros.
—¡Uau, Ethan! Qué alegría verte. Papá, este es Ethan, el hermanastro de Kyung.
Ethan, te presento a mi padre, Mark Byun.
Se dan la mano. Mi padre evalúa fríamente al señor Do.
—¿Cuándo has llegado de Europa? —le pregunto.
—Hace una semana, pero quería darle una sorpresa a mi hermanito —me dice
en tono de complicidad.
—Qué detalle —le digo sonriendo.
—Era el que iba a pronunciar el discurso de graduación. No podía perdérmelo.
Parece inmensamente orgulloso de su hermano.
—Su discurso ha sido genial.
—Es verdad —confirma Mark.
Ethan me tiene cogido por la cintura cuando levanto la mirada y me encuentro
con los gélidos ojos grises de Park ChanYeol. Kyung está a su lado.
—Hola, Mark. —Kyung besa en las mejillas a mi padre, que se ruboriza—. ¿Conoces
al novio de Baek? Park ChanYeol.
Maldita sea… ¡Kyung! ¡Mierda! Me arden las mejillas.
—Señor Byun, encantado de conocerlo —dice ChanYeol tranquilamente, con
calidez, sin que le haya alterado la presentación de Kyung.
Tiende la mano a Mark, que se la estrecha sin dar la menor muestra de
sorprenderse por lo que acaba de enterarse.
Muchas gracias, Do KyungSoo, pienso echando chispas. Creo que mi
subconsciente se ha desmayado.
—Señor Park —murmura Mark.
Su expresión es indescifrable. Solo abre un poco sus grandes ojos castaños, que
se giran hacia mí como preguntándome cuándo pensaba darle la noticia. Me
muerdo el labio.
—Y este es mi hermano, Do Ethan —dice Kyung a ChanYeol.
Este dirige su gélida mirada a Ethan, que sigue cogiéndome por la cintura.
—Señor Do.

Se saludan. ChanYeol me tiende la mano.
—Baek, cariño —murmura.
Casi me muero al oírlo.
Me aparto de Ethan, al que ChanYeol dedica una sonrisa glacial, y me coloco a
su lado. Kyung me sonríe. El muy zorro sabe perfectamente lo que está haciendo.
—Ethan, mamá y papá quieren hablar con nosotros —dice Kyung llevándose a su
hermano.
—¿Desde cuándo os conocéis, chicos? —pregunta Mark mirando impasible
primero a ChanYeol y luego a mí.
He perdido la capacidad de hablar. Quiero que me trague la tierra. ChanYeol me roza el cuello desnudo con el pulgar y luego deja la mano apoyada en mi
hombro.
—Unas dos semanas —dice en tono tranquilo—. Nos conocimos cuando
ChanYeol vino a entrevistarme para la revista de la facultad.
—No sabía que trabajabas para la revista de la facultad, Baek.
El tono de Mark es de ligero reproche. Es evidente que está molesto. Mierda.
—Kyung estaba enfermo —murmuro.
No logro decir nada más.
—Su discurso ha estado muy bien, señor Park.
—Gracias. Tengo entendido que es usted un entusiasta de la pesca.
Mark alza las cejas y esboza una sonrisa poco habitual, auténtica. Y de pronto se
ponen a hablar de pesca. De hecho, enseguida siento que sobro. Se ha metido a mi
padre en el bolsillo… Como hizo contigo, me reprocha mi subconsciente. Su poder
no tiene límites. Me disculpo y voy a buscar a Kyung.
Kyung está hablando con sus padres, que están encantados de verme, como
siempre, y me saludan cariñosamente. Intercambiamos varias frases de cortesía,
sobre todo acerca de sus próximas vacaciones a Barbados y nuestro traslado.
—Kyung, ¿cómo has podido soltar eso delante de Mark? —le pregunto entre dientes
en la primera ocasión en que nadie puede oírnos.
—Porque sabía que tú no lo harías, y quiero echar una mano con los problemas
de compromiso de ChanYeol —me contesta sonriendo dulcemente.
Frunzo el ceño. ¡Soy yo el que no va a comprometerse con él, estúpido!
—Y el tío se ha quedado tan tranquilo, Baek. No te preocupes. Míralo…
ChanYeol no aparta la mirada de ti.
Me giro y veo que Mark y ChanYeol están mirándome.
—No te ha quitado los ojos de encima.
—Será mejor que vaya a rescatar a Mark
, o a ChanYeol. No sé a cuál de los dos.
Esto no va a quedar así, Do KyungSoo.
—Baek, te he hecho un favor —me dice cuando ya me he dado la vuelta.
—Hola —les saludo a los dos con una sonrisa.
Parece que todo va bien. ChanYeol está sonriendo por alguna broma entre ellos,
y mi padre parece increíblemente relajado, teniendo en cuenta que se trata de
socializar. ¿De qué han hablado, aparte de pesca?
—Baek, ¿dónde está el cuarto de baño? —me pregunta Mark.
—Al fondo a la izquierda.
—Vuelvo enseguida. Divertíos, chicos.
Mark se aleja. Miro nervioso a ChanYeol. Nos quedamos un momento quietos
mientras un fotógrafo nos hace una foto.
—Gracias, señor Park.
El fotógrafo se escabulle a toda prisa. El flash me ha dejado parpadeando.
—Así que también has cautivado a mi padre…
—¿También?
Le arden los ojos y alza una ceja interrogante. Me ruborizo. Levanta una mano y
desliza los dedos por mi mejilla.
—Ojalá supiera lo que estás pensando, BaekHyun —susurra en tono turbador.
Me coloca la mano en la barbilla y me levanta la cara. Nos miramos fijamente a
los ojos.
Se me dispara el corazón. ¿Cómo puede tener este efecto sobre mí, incluso en
este entoldado lleno de gente?
—Ahora mismo estoy pensando: Bonita corbata —le digo.
Se ríe.
—Últimamente es mi favorita.
Me arden las mejillas.
—Estás muy guapa, Anastasia. Este traje te sienta muy bien. Me apetece acariciarte y sentir tu hermosa piel.
De pronto es como si estuviéramos solos. Solos él y yo. Se me altera todo el
cuerpo, me hormiguean todas las terminaciones nerviosas, y la electricidad que se
crea entre nosotros me empuja hacia él.
—Sabes que irá bien, ¿verdad, nene? —me susurra.
Cierro los ojos y me derrito por dentro.
—Pero quiero más —le contesto en voz baja.
—¿Más?
Me mira desconcertado y sus ojos se vuelven impenetrables. Asiento y trago
saliva. Ahora ya lo sabe.
—Más —repite en voz baja, como si estuviera sopesando la palabra, una palabra
corta y sencilla, pero demasiado cargada de promesas. Me pasa el pulgar por el
labio inferior—. Quieres flores y corazones.
Vuelvo a asentir. Pestañea y observo en sus ojos su lucha interna.
—BaekHyun —me dice en tono dulce—, no sé mucho de ese tema.
—Yo tampoco.
Sonríe ligeramente.
—Tú no sabes mucho de nada —murmura.
—Tú sabes todo lo malo.
—¿Lo malo? Para mí no lo es —me contesta moviendo la cabeza, y parece
sincero—. Pruébalo —me susurra.
Me desafía. Ladea la cabeza y esboza su deslumbrante sonrisa de medio lado.
Respiro hondo. No puedo resistirme.
—De acuerdo —susurro.
—¿Qué?
Me observa muy atento. Trago saliva.
—De acuerdo. Lo intentaré.
—¿Estás de acuerdo?
Es evidente que no termina de creérselo.
—Dentro de los límites tolerables, sí. Lo intentaré.
Hablo en voz muy baja. ChanYeol cierra los ojos y me abraza.

—Baek, eres imprevisible. Me dejas sin aliento.
Da un paso atrás y de pronto Mark ya está de vuelta. El ruido en el interior del
entoldado aumenta progresivamente y me invade los oídos. No estamos solos.
Dios mío, acabo de aceptar ser su sumiso. ChanYeol sonríe a Mark con la alegría
danzando en sus ojos.
—Baekkie, ¿vamos a comer algo?
—Vamos.
Guiño un ojo a Mark intentando recuperar la serenidad. ¿Qué has hecho?, me
grita mi subconsciente. El dios que llevo dentro da volteretas dignas de una
gimnasta olímpico ruso.
—ChanYeol, ¿quieres venir con nosotros? —le pregunta Mark.
¡ChanYeol! Lo miro suplicándole que no venga. Necesito espacio para pensar…
¿Qué demonios he hecho?
—Gracias, señor Byun, pero tengo planes. Encantado de conocerlo.
—Lo mismo digo —le contesta Mark—. Cuídame a mi niño.
—Esa es mi intención.
Se estrechan la mano. Estoy mareado. Mark no tiene ni idea de cómo va a
cuidarme ChanYeol. Este me coge de la mano, se la lleva a los labios y me besa los
nudillos con ternura sin apartar sus abrasadores ojos de los míos.
—Nos vemos luego, joven Byun —me dice en un tono lleno de promesas.
Se me encoge el estómago al pensarlo. ¿Podré esperar?
Mark me coge del brazo y nos dirigimos a la salida del entoldado.
—Parece un chico muy formal. Y adinerado. No lo has hecho tan mal, Baekkie.
Aunque no entiendo por qué he tenido que enterarme por KyungSoo… —me
reprende.
Me encojo de hombros a modo de disculpa.
—Bueno —dice—, cualquier hombre al que le guste pescar a mí me parece bien.
Vaya, a Mark le parece bien. Si él supiera…
Al anochecer Mark me lleva a casa.
—Llama a tu madre —me dice.
—Lo haré. Gracias por venir, papá.

—No me lo habría perdido por nada del mundo, Baekkie. Estoy muy orgulloso de
ti.
Oh, no. No voy a emocionarme ahora… Se me hace un nudo en la garganta y lo
abrazo muy fuerte. Me rodea con sus brazos, perplejo, y entonces no puedo
evitarlo. Se me saltan las lágrimas.
—Hey, Baekkie, cariño —me dice Mark—. Ha sido un gran día, ¿verdad? ¿Quieres
que entre y te prepare un té?
Aunque tengo los ojos llenos de lágrimas, me río. Para Mark, el té siempre es la
solución. Recuerdo a mi madre quejándose de él, diciendo que cuando se trataba
de consolar a alguien con un té, el té siempre se le daba muy bien, pero el consuelo
no tanto.
—No, papá, estoy bien. Me he alegrado mucho de verte. En cuanto me instale en
Seattle, iré a verte.
—Suerte con las entrevistas. Ya me contarás cómo te van.
—Claro, papá.
—Te quiero, Baekkie.
—Yo también te quiero, papá.
Me sonríe con ojos cálidos y brillantes, y se mete en el coche. Le digo adiós con
la mano mientras se adentra en la oscuridad, y luego entro lánguidamente en casa.
Lo primero que hago es mirar el móvil. No tiene batería, así que tengo que ir a
buscar el cargador y enchufarlo antes de ver los mensajes. Cuatro llamadas
perdidas, dos mensajes en el contestador y dos mensajes de texto. Tres llamadas
perdidas de ChanYeol… sin mensajes en el contestador. Una llamada perdida de
SeHun, y su voz deseándome lo mejor en la ceremonia de graduación.
Abro los mensajes de texto.
*Has llegado bien?*
*Llamame*
Los dos son de ChanYeol. ¿Por qué no me llamó a casa? Voy a mi habitación y
enciendo el cacharro infernal.


De: Park ChanYeol
Fecha: 25 de mayo de 2017 23:58
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Esta noche

Espero que hayas llegado bien a casa en ese coche tuyo. Dime si estás bien.

Park ChanYeol
Presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.
Dios… ¿Por qué le preocupa tanto mi Escarabajo? Me ha servido lealmente
durante tres años, y SeHun siempre me ha ayudado a ponerlo a punto. El siguiente
e-mail de ChanYeol es de hoy.


De: Park ChanYeol
Fecha: 26 de mayo de 2017 17:22
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Límites tolerables

¿Qué puedo decir que no haya dicho ya?Encantado de comentarlo contigo cuando
quieras. Hoy estabas muy guapo.

Park ChanYeol
Presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.

Quiero verlo, así que pulso «Responder».


De: Byun BaekHyun
Fecha: 26 de mayo de 2017 19:23
Para: Park ChanYeol
Asunto: Límites tolerables

Si quieres, puedo ir a verte esta noche y lo comentamos.

Baek


De: Park ChanYeol
Fecha: 26 de mayo de 2017 19:27
Para: Byun BaekHyun
Asunto: Límites tolerables

Voy yo a tu casa. Cuando te dije que no me gustaba que llevaras ese coche, lo decía en serio. Nos vemos enseguida.

Park ChanYeol
Presidente de Park Enterprises Holdings, Inc.

Maldita sea… Viene hacia aquí. Tengo que prepararle una cosa. Las primeras
ediciones de los libros de Thomas Hardy siguen en las estanterías del comedor. No puedo aceptarlas. Envuelvo los libros en papel de embalar y escribo una cita de
Tess:
Acepto las condiciones, Angel, porque tú sabes mejor cuál tiene que ser mi castigo. Lo único
que te pido es… que no sea más duro de lo que pueda soportar.

Notas finales:

♥ Dejen sus reviews.


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