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Un simple error por Angie CL

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Notas del capitulo:

Hola :D
Ha pasado tiempo y en verdad lo siento. A decir verdad ya tengo la continuación escrita pero por cuestiones de edición, dios, llegue a un punto de desesperación.
Sé que tarde mucho, y lo repito, lo siento. Aun si ya nadie sigue está historia, si alguien la lee, espero que sea de su agrado. :3 

Nos vemos luego.    

"Perdiste tu oportunidad, ahora retírate y hazte cargo de tus errores"

"Vamos, debes encontrar la forma de hacer todo a la vez"

"Haz llegado lejos, no lo dejes ahora"

"Piénsalo..."

En un momento se alejó de la realidad. Su mente divagaba entre lo que fue y lo que pudo ser, dejando de lado lo que ocurría en ese preciso momento.

Miraba desinteresado su celular, poniéndose al tanto con las últimas noticias deportivas del día; en una nota los comentaristas tenían como tema principal la vida familiar que llevaba la leyenda del patinaje. Era interesante, pensó como quien procrastina en tiempos de trabajo, conocían todo lo relacionado al tema tal y como espías curioseando la vida privada de quien ninguna culpa tiene y hablaban descaradamente del matrimonio mencionando "El singular inicio de su relación" como la mejor historia romántica jamás escrita por un novelista. Mostraban con ella una fotografía de lo más común, casi casera si no fuera por la buena calidad de la imagen. Se notaban alegres los dos adultos presumiendo insensiblemente la felicidad de su matrimonio, tomaban de la mano a una pequeña de cabellos color plateado y grandes ojos azules; de seguro era su hija.

Varios artículos más pasaron frente a su pantalla pero nada logró llamar su atención optando por distraerse mejor con la práctica que se llevaba a cabo.

Eran casi las ocho de la noche, una hora atrás había acabado su entrenamiento y él debía quedarse ahí sentado inútilmente como un espectador. Por la tarde había ido a comprar los ingredientes para la comida del día siguiente, llamó a sus padres y su entrenador ya había hablado con él sobre su regreso.

-¿Esta temporada? - recordó sus palabras. 

-Sí. ¿O acaso no quieres regresar? - Su entrenador, en años no había cambiado absolutamente, seguía siendo la persona que lo motivaba, que le brindaba su apoyo con tal de que continuara haciendo lo que tanto le gustaba.

-No es eso, claro que lo deseo, pero...- 

-Pero nada- Interrumpió - Tú hijo ya no es un bebé, aun depende de ti pero de la misma forma que antes. Piénsalo, es tu momento.

-Lo sé, pero han pasado años. No tengo la misma figura que antes de que Young Soo naciera y tampoco he practicado lo suficiente.

-Eso lo veremos. Por ahora, regresa por favor. Inténtalo, sí luego de eso prefieres mantener tu vida como padre, lo respetare, pero no sin probar que aun eres capaz de todo.

-Está bien, lo haré.

El recuerdo, fresco, no lo dejaba relajar. Habían pasado años, había perdido experiencia, más que eso ¡En su primer temporada se le había ocurrido terminar embarazado, ni siquiera había experimentado completamente esa competencia de alto rango! No se creía capaz siquiera de hacer la misma secuencia de pasos que en su debut, o al menos no que cuerpo se lo permitiera.  

Prefirió intentar dejar de pensar en eso y centrarse más en su "agenda". Ya no tenía nada más que hacer, sólo esperar a que dieran las ocho y media para recoger a su hijo e ir finalmente a su hogar.

En la pista, un grupo de niños pequeños seguían las indicaciones de su entrenador, ellos usaba un extraño traje en forma de "bolsas de aire" especial para evitar daños en caso de caídas, y él en ocasiones comenzaba a reir al pensar en lo ridículo que se habría visto con ese mismo traje si lo hubieran educado con él. 
Entre los pequeños, uno destacaba por su buena habilidad sobre el hielo y su energía libre de toda presión, nada le importaba más que disfrutar ese efímero momento de diversión en algo que realmente le apasionaba. Sin embargo, en ocasiones pasaba por alto todo lo que le indicaban e intentaba hacer cosas que ni su experiencia ni su talento le permitían.

Seung gil en ocasiones cruzaba severas miradas con el pequeño travieso, dándole a saber que sus acciones eran incorrectas. 

Así se distrajo ese largo rato, entre su celular y su hijo.

El tiempo pasó sin un ritmo fijo: a veces lo sentía correr y otras pensaba que habían pasado horas aunque sólo fueran unos pocos minutos.  Y así llegó la hora de salida. Se levantó, guardando su celular en la bolsa del pantalón deportivo y tomando su maleta. 

Bajó las escaleras que daban a la entrada de la pista y esperó a que el menor llegara hasta él. Cuando lo encontró entre toda la multitud de niños que salían corriendo de ahí, el entrenador lo detuvo para hablar y tras una charla un tanto larga acordó en platicar ciertos temas con su hijo sobre su comportamiento y disciplina, aun sabiendo que realmente no habría mucho que discutir, además de ofrecer una disculpa por parte de ambos.

Salieron del lugar cargando un aura pesada, sin embargo al niño parecía no importarle pues iba bien agarrado de la mano de su querido padre. Sentía miedo y preocupación, no le gustaba ver así de agotado al mayor y mucho menos cuando pensaba que su mal comportamiento le había ocasionado ese desgaste. El viaje fue silencioso, el pequeño mantuvo sus ojos azules fijos en la pantalla que el auto tenía mientras Seung gil, con las precauciones dignas de un padre, no dejaba de ver el camino.

Al llegar a su edificio cargó en brazos al pequeño, le estresaba tener que ir a un ritmo tan lento como conllevaba dejar que su hijo caminara por cuenta propia. 

Esa noche no fue distinta al resto: Seung gil preparó una cena sencilla y ambos se sentaron frente al televisor a comer. Él sabía que debían cenar en la mesa, pero ambos habían tenido un día pesado y darse esa clase de libertades era como un oasis para su ser, atrapado en el desierto de la rutina y la rectitud. Y así, mientras Seung gil le quitaba el cascaron al huevo cocido casero que había preparado, su hijo los comía encantado y miraba que pasaba en la televisión. 

Luego de que los programas para niños acabaron, conectó su computadora al aparato plasmándose en la pantalla la misma página de internet que había estado revisando durante el tiempo que perdió en la pista. Actualizó el catálogo de noticias, no había nada relevante, ni siquiera de sus conocidos. Continuó buscando hasta que una noticia nueva apareció en la barra de "recomendados".

-Papá, mira. - Por inercia había entrado al artículo y cuando se dio cuenta, su niño ya estaba revisando las imágenes relacionadas a la nota. - ¿Quién es?

-Eh - Observó cada detalle de esa foto adjunta en el archivo. Esas cejas pobladas, su piel morena y esa sonrisa tan amistosa, mostrando la seguridad que tenía sobre si mismo así como su febril orgullo grabado con fuego dentro de su mirada; esos rasgos inmemorables que en realidad habría querido dejar atrás pero que un pedacito de él no se lo permitía, lo hicieron tentarse nuevamente a caer en la red de su seducción. Una indirecta, claro. Como si de un momento a otro su necesidad más básica fuera salir a buscarlo y dejarse oprimir por esos fuertes brazos que en algún momento lo sostuvieron.

Reaccionó un poco después, volteando a ver al pequeño de brillantes ojos que lo interrogaba silenciosamente. No sabía que responder, pensó en varias frases incluyendo un "Ese sujeto de ahí es tu padre, el que nos dejó cuando aún no nacías y se casó con otra mujer con la que ahora vive feliz en algún inhóspito lugar de Canadá planeando formar una familia " ¿Eso era algo que le podía decir a un niño? Claramente no, considerando de igual forma el hecho de que era mentira ya que un abandono como tal nunca sucedió.

-Eh, es...- lo pensó - Un patinador muy famoso con el que solía competir antes de que nacieras.

-¿Eran amigos?

-No exactamente, pero si nos conocíamos - la situación comenzaba a ponerse incómoda para él, no quería responder más preguntas y mucho menos verse rememorando al hombre que de cierto modo arruino su vida. Así que aprovechó la poca atención del niño y cambió dramáticamente a un comentario sobre todo casual - ¿Vas a comer más?

-¡Sí! Pero ya no quiero esto.

-Pues es lo único que voy a preparar así que come apropiadamente o vete a dormir. - Mandó con autoridad. Pasó a otros artículos en la página, intentando dejar atrás ese momento de debilidad que sufrió y con gran fuerza de voluntad, que hasta a él sorprendió, lo dejó pasar.

-Sí, papá.

Esa noche, se sintió traicionado por Morfeo. Sus ojos se negaban a cerrarse y su mente vagó entre un sin fin de posibilidades. Recostado, miraba hacía el gran ventanal que por suerte tenía su departamento. Era ya muy tarde pero las luces urbanas no se apagaban y hasta sentía como su brillo se intensificaba aún más.

No lograba dejar de pensar en él. Recordó esas largas noches que pasó a su lado, aún vivía en su memoria la imagen del cuarto que atestiguó todos sus encuentros: el color ocre de las paredes, el blanco de las sabanas y el café de la cama que tantos encuentros soportó. Evocaba la efigie mental que tenía del canadiense y su cuerpo se estremecía con cada descripción tan sublime que involuntariamente hacía del cuerpo ajeno.

Le encantaban sus brillantes ojos irradiando pasión, esa voz que más de una vez resonó profundamente en sus oídos susurrando su nombre y su bien formada figura. No sólo le gustaba, también lo admiraba.

Cuando menos se lo esperaba, se encontró a si mismo llorando.

No sabía el porqué de esa reacción, no sufría por un amor no correspondido. En primer lugar, él no sabía si podía decir que lo amaba porque esa clase de experiencias que pasó a su lado, ni siquiera se consideraban como una "relación". No lo veía de esa forma. Era imposible enamorarse de alguien que apenas y conocía, alguien con quien no compartió más que la misma cama durante varios días.

No.

A él lo que le dolía era que estando ya dentro de esa situación, su vida no fuera como debía.
Le hubiera gustado que Jean se enterara de su situación, que corriera a su lado y dejara todo por querer formar una familia juntos. No importaba que en ese momento no se amaran, tal vez aprenderían a hacerlo. Sólo quería que su hijo creciera con su padre, con una familia completa.

Pero eso sólo era un sueño que caía en la incoherencia y la fantasía.

Ni siquiera era algo preciso y mucho menos bien pensado. A decir verdad, sólo quería tenerlo a su lado. A los dos. Padre e hijo, porque no valía la pena tener sólo a uno, sin importar cuál de ellos fuera.

Por la paz y su salud mental, volvió a intentar dormir. Y aunque lo logró, no fue realmente gratificante. Era de esa clase de noches en las que dormía más por deber que por necesidad, sin descansar, sin recuperarse, sólo dormía porque tenía que hacerlo y no porque quisiera.

-Papi... - Escuchó un poco más tarde. - Papi.

Abrió un poco lo ojos. La luz se filtraba por la puerta abierta y una pequeña sombra se reflejaba sobre la alfombra de la habitación. - Young Soo - susurró - ¿Quieres dormir conmigo? - Preguntó, recorriéndose hacia el otro extremo de la cama, dejando un pequeño espacio para que su hijo se acomodara a su lado.

-Sí - Respondió, corriendo torpemente hacía el cálido lugar que su padre le había dejado. Con dificultad subió a la cama, se acomodó y fue acobijado por Seung gil mientras le plantaba un tierno beso en su blanca frente.

Como amaba a ese niño, en verdad que lo amaba. Después de todo, tuvo que cargar con él por nueve meses y en momentos como ese era que más feliz se sentía.

-Buenas noches papi.

-Buenas noches. Descansa.

Notas finales:

Bien, espero actualizar la próxima semana. Gracias por leer y nos vemos pronto (espero). :3 


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