Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Destino por Kim Usagi

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Holitas! Aquí pasando a dejar el cuarto episodio, la tercera misión... tal vez se les haga un poco flojo de inicio, pero intentaré que no sea tedioso. Mi mundo es medio rosa así que no habrá tragedias... probablemente

 

¡Arrancamos!

Tercera misión. En el que se conocen los verdaderos sentimientos de ellos, se van de fiesta y lo que pasó después de ello.


¿Alguna vez has sentido al despertar de una pesadilla cómo si estuvieras en el lugar incorrecto? Esa sensación de desorientación que no sabes ni siquiera si es de día o de noche, si has dormido sólo tres segundos o tres días. Eso es lo mismo que ahora sienten Yuuri y Víctor cuando después de un beso prolongado donde básicamente estaban dando todo de sí el uno del otro. Se miraron prolongadamente durante algunos minutos antes de escuchar la voz de Alain que los hacía regresar a tierra.


- Yuuri, todos se les quedan viendo, es mejor que regresemos al hotel –miró entonces al ruso, quien abrazaba al chico cabellos de noche de forma posesiva de la cintura –Nikiforov, nos harías un gran favor si sueltas a mi hijo.


- Lo siento papá... –con una sonrisa seductora miró a los ojitos azules que lo veían cual cachorro –nos vemos en el hotel Víctor.


- ¿a dónde vas Yuuri? –le dijo al oído –no puedes irte así... tenemos mucho de qué hablar.


- Sí, pero ahora no –le dio otro beso, a lo que Alain carraspeó para hacerle regresar a tierra –es hora de mi entrenamiento.


- ¿por qué le dices papá? –miró al canadiense.


- Hoy, habitación 618, lleva bocadillos –le guiñó un ojo –te estaré esperando.


Yuuri se zafó del agarre del ruso, y siguiendo a Alain subieron a un auto negro. Una vez dentro, la cara de picardía cayó para dar paso a un muy sonrojado Yuuri ¿acaso había hecho lo que había hecho? ¿A dónde había ido el plan de reencuentro? Y esas palabras del final ¿qué era una colegiala caliente?


Bueno, eso era algo cierto... simplemente cuando sintió el aroma a canela y madreselva de Víctor, todo su razonamiento se había ido a la jodida. Y nunca, en todos sus años como agente, había cometido un tropiezo de ese tipo. Mira que besarse en plena calle, con el patinador HOT del momento, cuyas habilidades podrían embarazar a cualquiera de sólo mirar y sin tocar.


Había tenido una suerte de las brutas de tener a Alain a su lado. Si no hubiese sido por él en ese mismo momento estaría revolcándose con Víctor en el baño del restaurante.


- Puta madre –musitó en japonés, a lo que el canadiense le miró.


- Modérate.


- Lo siento y... gracias Alain... simplemente no me habría contenido si no hubieses estado ahí.


- Eso me pareció... y puedes seguir diciéndome papá, no me molesta hijo.


- Gracias... papá...


El ojo azul le sonrió mientras revolvía su cabello. Simplemente esa parte de la personalidad de Yuuri era algo que muy pocos conocían. Yuuri públicamente era una persona seductora, cuya presencia erótica encantaba cual serpiente a su presa... sin embargo había pocos momentos donde se permitía ser una persona dulce, y era precisamente con su nueva familia.


Nathaly se había encargado de hacerle sentir en familia, un amor gentil y cálido, siempre le trató como un hijo, dándole amor, riñéndole, aconsejando... y eso le hizo aceptar ese lado de sí mismo. Sin embargo, pasó mucho tiempo antes de permitirse llamarles papá y mamá...


Llegaron a la pista en Axel Sport donde se prepararon para la rutina que presentarían el fin de semana. Tenían tres días para acostumbrarse a los espacios y de esa forma poder dar la mejor presentación. Desde hacía dos años (en los que había empezado a ser reconocido) había mantenido un estilo erótico. Esa presentación sería la primera del año, donde daría una sorpresa en el programa largo, dado que sería un estilo totalmente diferente al acostumbrado.


Sí... era necesario hacerlo así. Necesitaba abrir esa ventana, dar la sorpresa...


La noche llegó rápida como el aletear de un colibrí, y mientras Víctor se preparaba para ir a la habitación del azabache, Alain le recordaba a su hijo la estrategia.


- Yuuri... recuerda que no puedes dejar que te marque... no sé qué fue lo que pasó esta mañana en Pisa pero... no puedes repetirlo, no puedes dejarte ir así...


- Lo sé papá es sólo que... cuando lo vi ahí... fue como si tuviera que ser indispensable la existencia del otro... era como si la gravedad de la tierra no fuera lo que me sostuviera... y fuera su mera presencia... ¿es eso posible?


- Oh por dios Yuuri... no me digas que...


- No lo sé Alain... y esto es algo que nadie sabe... pero...


- Fue por él que tuviste el celo a tan corta edad... –guardó silencio durante un instante – ¿él lo sabe?


- Sabía que era mi primer celo cuando ocurrió... pero no sabe que inició a partir de que mi piel tocó la suya...


- Minako... ¿ella lo sabía? –orbes azules contra castañas, el menor solo negó con la cabeza –Yuuri... es necesario que lo sepa... si es lo que creo que es...


- ¿estás pensando en que somos destinados? –el japonés le miró incrédulo –estoy segura que ella haría que me separara de él inmediatamente...


- No lo sé... –pensó un momento –y esto lo hace más difícil...


- Por favor... no le digas... al menos no aún... déjame hablar con él...


- Sólo si estoy yo presente.


- ¡Alain! –protestó –no necesito de chaperona.


- No Yuuri, necesitas de un cinturón de castidad. Sé que eres autosuficiente, pero no puedo correr riesgos, no hasta que tengamos un plan.


Discutieron un rato hasta que escucharon un toque en la puerta anunciando la llegada de Víctor, el azabache se sentó en el sillón de la habitación haciendo pucheros, mientras su padre le abría la puerta al invitado. El alfa de Víctor estaba en toda potencia, pero al ver a su omega dudoso decidió calmarlo.


Sobre todo al ver la lucha que se estaba dando en ese momento.


Entre padre e hijo había una lucha de miradas que no querían ceder. Yuuri necesitaba que Alain se fuera. Sería más cómodo para él poder hablar con Víctor de esa forma que de tener a alguien del otro lado de la puerta, escuchando, o peor aún, sentados en la misma habitación.


Su padre no podía ser controlado con su hormona omega, estaba tan acostumbrado a él, que ese truco ya no funcionaría, pero si había algo que sí existía era el respeto por las decisiones de todos, así que terminó accediendo a la petición de su hijo.


- Será como tú quieres hijo. Pero estoy cerca y tengo llaves, sólo recuérdalo –con una mirada de "más vale que no pierdas aún la virginidad o él perderá la virilidad".


- Gracias papá –suspiró aliviado el azabache –seré prudente.


- Y tú muchacho... más te vale respetar a mi hijo.


- Seré prudente señor.


Cuando Alain salió y cerró la puerta tras sí, bastó medio segundo para que ya estuvieran uno en los brazos del otro besándose. La botella de champán y las golosinas quedaron en segundo término cuando Yuuri le dirigió al sillón y se sentó sobre él, piernas a los costados.


Sin embargo una mano traviesa colándose por su espalda le hizo regresar a la realidad.


- Víctor... aunque me gustaría continuar con eso –musitó entre besos –debo hablarte de algo primero.


- Dímelo después – besó su cuello.,


- No... –estaba perdiendo la cordura –no porque si lo hago no tendría caso todo mi esfuerzo... todo se iría a la basura


Con esto último, y usando toda la fuerza de voluntad posible, Yuuri se separó de Víctor, y en medio de la habitación le miró directamente a los ojos. Esos ojos de mar que había añorado con toda el alma volver a ver. Y ahora en un encuentro nada fortuito y totalmente planeado, podría tener a su merced.


- Si... tienes razón Yuuri... es decir... ambos hemos cambiado... no nos conocemos más que de ese momento en el campamento y...


- Ssshhhh... –le puso un dedo en la boca –Víctor... no estoy diciendo que no quiera... caray... PUEDES sentir mis ansias por ti... así como yo puedo sentir las tuyas pero... si he llegado hasta este nivel es por otras razones... y si ahora estoy aquí contigo... es porque tengo que pedirte un favor.


- Sí, dios, sí, hago lo que quieras –lo dijo parándose y tomando al azabache de la cintura –por ti haría cualquier cosa.


- ¡Víctor! –exclamo Yuuri –ni siquiera sabes lo que estoy por pedirte... ¿y ya aceptaste?


- Jajaja lo siento, es que encontrarte nuevamente es como un milagro. Desde que te conocí por algún motivo supe que mi vida no sería igual, que estaríamos juntos ¿acaso no sentiste lo mismo?


- Siento lo mismo...


- ¿entonces?


- Pero lo que pasa en el mundo es más grande que tú y yo... Víctor yo... tengo que contarte la razón por la que estoy aquí. Y no olvides que ya aceptaste hacer lo que te pidiera.


Yuuri comenzó a relatarle todo lo pasado en su vida. Desde su llegada al shelter, así como su inclusión en las investigaciones internacionales para la red de trata de blancas.


- Víctor... sé que algo grande pasará este año. Y es imprescindible que en este año trabajes con nosotros sobre esto con tu padre. Por favor...


- No puedes estarme pidiendo esto Yuuri...


- Es más grande que tú y yo... y durante años tu país ha hecho la vista gorda.


Víctor le miró duramente, como quien le hubiesen dicho de las peores ofensas, y no era por nada, pero antes que patinador, también era militar. Su orgullo nacional se sentía ofendido, y una furia interna lo empezaba a invadir ¿acaso en esto se habría convertido él de haber seguido en la militar? ¿En una arma andante? ¿Un ser sin escrúpulos que juega con las emociones de los demás? Acaso no podía ver que...


Yuuri sintió la creciente emoción del pelo plateado, y tocó con una mano su mejilla. Sabía que sincerarse de esa forma era una locura ¿cuántas veces lo había ensayado con Alain? Las suficientes para saber que no eran ni de chiste las palabras que le había dicho a Víctor.


Sabía que podía convencerlo usando sus feromonas. Es decir, no sería la primera vez que las usara. Pero... diablos... lo que necesitaba era saber que Víctor estaría ahí por él... no por su manipulación.


- Víctor... con o sin tu ayuda yo lo haré... pero si me apoyas, si convences a tu padre... de verdad nos facilitarás mucho el trabajo y no tendría que hacer nada fuera de la ley... o al menos sin que ustedes lo conozcan.


- Yuuri... ciertamente esto no es ni un ápice lo que pensaba es nuestro reencuentro ¿quieres que les abramos las fronteras libremente? Que así como tú dices ¿hagamos de la vista gorda de lo que ustedes hagan?


- Si no nos ayudarán... sólo pedimos libre acceso...


- No puedo darte una respuesta ahora...


- Víctor...


- ¿qué me ofreces a cambio?


- ¿cómo?


- Es que... este reencuentro es de risa... vienes, pides, pero... ¿yo qué gano? ¿qué gana Rusia? Yuuri... soy egoísta por esto pero... tienes que saber que yo me fui del ejército para no regresar, ir con mi padre ahora y decirle "pues qué crees, encontré novio, es agente y patinador, es de los que no pueden entrar a Rusia libremente y pide que lo dejes infiltrarse no solo a él, sino a toda su gente a nuestro territorio y hagas de la vista gorda, ¿pero qué crees? No pasa nada porque te lo pido yo y no nos ofrecen nada a cambio".


- ¿se te hace poco salvar la vida de alfas, omegas o betas que puedan tener como prisioneros o armas? ¿de algunos primarios? Son niños, como yo lo fui cuando me rescataste. Y si supieras lo que han pasado seguro que... -se calló a sí mismo, sus emociones estaban controlando su temperamento -Perdona... creo que fue un error... que esto fue un error... no... no debimos vernos... no debí de pedirte esto...


- Yuuri... no, espera –lo tomó de la mano –no lo malinterpretes yo...


- Te pido que te retires –su omega aullaba por dentro, dolido –si es que después de haberme escuchado, por lo que pasé, no puedes apoyarme... no creo que debamos estar juntos.


- Yuuri... –le vio abrirle la puerta, y su alfa se removió por dentro, molesto ¿es que acaso iba a ignorar el aullido desesperado de su omega?


Lo sabía, lo sentía, pero su orgullo podía más. Esperaba sentirse tan anhelado como él lo sentía... y ¿qué fue lo que recibió? ¿Palabras para traicionar su nación? ¿Acaso en ese tipo de persona se había convertido? El por qué lo entendía, si tienes la esperanza de ver a tu familia... harías cualquier cosa... pero...


Cruzaron una última mirada. Por un instante creyó haber cedido ante los ojos color chocolate pero una voz masculina le hizo retroceder.


- Oh Yuuri, con que estabas aquí.


Un joven alfa alto, moreno y ojos azules le miraba a pocos centímetros. Lo reconocía de la categoría junior. Jean-jaques Leroy, hijo de Alain también y ahora hermano de Yuuri. El joven tomó al oriental de la cintura dirigiéndolo hacia la habitación. Su alfa se sintió morir al ver a ese mocoso tocar a SU YUURI ¿Qué por qué era suyo? Simplemente desde que se conocieron sabía que su alma había sido robada por un par de ojos chocolates.


- Vaya, eres Nikiforov, un gusto –dijo en medio de una sonrisa -¿tienes algún asunto con mi Yuuri? Si no te pido amablemente que te retires. Que he languidecido sin poder probar estos lindos labios.


- Quita tus manos de encima Leroy –la voz alfa de Víctor retumbó por todo el pasillo, asustándose a sí mismo de lo posesivo que se sentía en ese momento.


- Víctor, por favor retírate –usando sus feromonas para apaciguar el gruñido del alfa lo hizo desistir de su amenaza, casi empujándole fuera de la habitación y cerrando la puerta –y tú Jean, más vale que me sueltes ya ¿o quieres repetir la primera paliza que te di?


- Nada de eso –alzó las manos en forma de rendición –pero vi que estabas muy incómodo en este momento, así que decidí intervenir.


- Te lo agradezco, así que... ¿qué haces aquí? Deberías estar en casa practicando para tu próxima competencia.


- En realidad ocurrió una emergencia. Así que madre me pidió traer a Minako conmigo. Está en la habitación y te manda esto –le alcanzó una tablet –tienes que ir a este lugar esta noche.


- Demonios –no se sentía con ganas de salir a ningún lado.


- Es necesario que te presentes en esta fiesta. Estarán muchos de los que tienes que seducir... además no estarás solo.


- ¿por qué?


- Según esto Pichit y Celestino se infiltraron a la fiesta como invitados también, así que cámbiate, que yo iré contigo.


- Con razón la ropa –viendo que usaba traje muy formal para un rockero como él –dame un instante, estaré listo pronto, avisa a papá.


- Sí, sí, ya le dije, me lo topé en el pasillo. Al parecer no quiere que su princesa se vaya tan pronto del nido.


- Eres un idiota –se mete al baño a cambiarse.


Media hora después ya estaban camino al lugar de la fiesta. Yuri vestía un elegante traje color vino con camisa plateada, sin las gafas y peinado hacia atrás. El ambiente era claramente algo elegante, pero si quería destacar tenía que hacerlo.


Al entrar al gran salón el aroma a alfa dominante los golpeó fuertemente. Sabían que ese tenía que ser su objetivo. El dueño de ese aroma. Jean lo acompañó mientras daban vueltas presentándose con cada uno de ellos. De repente un gentil aroma llegó a él, añorante, mirando para todos lados encontró una piel color chocolate detrás de una cámara, y supo inmediatamente de quién se trataba. Jamás olvidaría ese aroma.


- ¿sería posible poder tomarle una foto a usted y su hermano? –las orbes que antes habían sido oscuras le miraban reflejando una sonrisa –sería un honor poder escribir sobre ustedes en esta noche.


- Debes de ser Chulanot ¿eh? –le sonrió Jean –claro, Yuuri, acércate.


- Mucho gusto Chulanot, estamos a tu cuidado.


- Debería decir lo mismo.


Se sonrieron. Tenían tantas cosas que decirse, pero no era el lugar ni el momento adecuado. Compartieron tarjetas de contacto actual y con ese lenguaje de hermanos que habían desarrollado, se desearon buena suerte para el siguiente paso.


Yuuri dejó a Jean bajo supervisión de Pichit. En sí toda la familia sabía de la misión de Yuuri, pero no todos podían involucrarse directamente. Por eso Jean no podía conocer cuál era la estrategia del japonés, sino solamente fungir como un acompañante.


Se sentía mareado conforme se acercaba a la zona donde estaba el dueño de ese estral alfa tan fuerte. Se sentía como un león cachorro entrando al territorio de un león alfa fuerte, de los poderosos.


Pero recordó entonces que no era ningún cachorro. En su lugar podría decirse que él era una leona totalmente deseable. La que podría ser la reina de las leonas.


Desplegó sus feromonas, cautivando la atención de alfas y omegas presentes dentro de la fiesta, y uno que otro primario también. Hacía mucho que había dominado su propio estral. Lo podía dominar a su gusto y no estar jamás indefenso.


Y fijó su mirada en el objetivo. Estaba a algunos metros de él. Se trataba de un hombre en sus cuarentas, moreno con rasgos latinos. Barba de candado e imponente. Vestía con elegancia y se encontraba rodeado de varios betas que fungían como escoltas. Platicaba con Celestino mientras ambos bebían champagne.


Intensificó su aroma, y el instinto alfa del objetivo lo localizó. Lo sintió cuando un escalofrío de advertencia recorrió su espalda. Ojos miel sobre ojos chocolate. Y entonces recordó haberle visto en algún lugar, pero no sabía exactamente dónde.


- Mucho gusto señores –se dirigió Yuuri al latino mientras extendía una mano –me llamo...


- Yuuri Leroy... -el hombre terminó la frase, tomando su mano y acercándole a él –es la primera vez que aceptas una de mis invitaciones, soy Mauricio Hernández.


- Realmente es una pena no haber podido asistir antes señor Hernández, simplemente mi agenda no se ajustaba para poder tener un tiempo para presentarme a sus eventos que, por cierto, son magníficos.


- Más con presencias como la tuya, Yuuri –le toma la mano besándole el dorso.


- Es usted un atrevido señor –le sonríe –pero ¿quién será esta persona? Me alagaría mucho si me presenta con él –de sugiere haciendo gala de sus mejores sonrisas.


- Claro, será un placer. Aunque dudo que no sepas quien es. Él es Celestino Cialdini, un actor muy reconocido en Hollywood.


- Mucho gusto Celestino, sí lo ubico, actor de películas de acción ¿cierto? –le da la mano.


- Sí, aunque me retiré hace mucho, ahora tengo mi propia casa productora.


- Eso escuché, aunque sería mentira decir que lo conozco más porque mis padres no me permiten ver mucha tv. Por cierto ¿Cialdini? ¿posee el mismo apellido que el reportero Pichit?


- Podría decir que más bien él posee el mío.


- Oh por dios... ¿es SU omega? –enfatiza la palabra, causando una reacción en el latino.


- No, no, para nada, Pichit es hijo mío, sólo que nadie sabe de eso –le guiña un ojo –quiere hacerse de una reputación sin mi ayuda.


- Oh, lo siento por ser tan curioso.


- No te preocupes, es normal, pero en fin, creo que este joven será mejor compañía para usted que yo mismo.


- Gracias Celestino –le da una palmada en el hombro –tendrás noticias pronto.


Celestino le lanzó una última mirada antes de retirarse. Y Yuuri quedó ante un alfa cuyo aroma era una mezcla de poder, asco, sangre y drogas. Porque si bien su aroma no era de un adicto, si era de alguien que las había manejado o tenía cercano contacto con ellas. Los fármacos.


Para quitarse un poco de ese nauseabundo olor desprendió un poco más de su aroma. Que no era precisamente algo natural.


Yuuri había aprendido a ocultar bien su aroma omega natural. Cuando estaba en competencias, en público, su aroma omega era un aroma que sabía a durazno, mezclado con rosas. Un aroma logrado gracias a su entrenamiento, especial para atraer a depredadores, diferente a su aroma a pan natural.


Y para un depredador como lo era Hernández, no había mejor manjar que alguien con aroma a rosas. Como una doncella.


Entre plática y plática, pronto se fueron alejando hacia el balcón, cuando un grito cortó con la tranquilidad de la fiesta.


- ¡Víctor no seas estúpido! ¿a dónde crees que vas?


Sus ojos siguieron el lugar a donde ese grito provenía, cuando unos ojos azules ocuparon todo su campo de visión. Le arrastraba del brazo para fuera del recinto.


- ¿¡qué se supone que crees que haces!? –el azabache le gritó -¡suéltame!


- ¿¡qué es lo que haces tú aquí!? –se soltó del agarre.


- Estabas en el hotel hace tan solo una hora ¿y ahora aquí?


- Estás siendo una molestia. Lo que haga con mi vida no te incumbe, Víctor –miró a Hernández, que observaba la escena divertido –disculpe la escena, señor... creo que será mejor que me retire.


- Oh no querido Yuuri, si alguien tendría que irse sería él.


Un rugido comenzó a surgir del pecho de Víctor. Su sentido territorial se había encendido al ver la mirada lasciva que Hernández le hacía a Yuuri, sin ningún tipo de pudor. Además ¿qué era ese olor? No había reconocido a Yuuri en ningún momento de la fiesta porque simplemente ese olor no era el que él conocía.


Yuuri olía a calidez, no a frío. Yuuri era amor, no lujuria. No porque no fuese capaz de provocarlo ¡habría que estar loco para no ver que era un hombre totalmente atractivo! Con o sin estral omega habría deseado empotrarlo sobre cada mesa de ese salón.


Los guardias de Hernández se acercaron a Víctor para sacarlo de ahí, y era algo que Yuuri no podía permitir. Era por muchas razones, la primera porque si los guardias lo sacan posiblemente llegarían a los golpes. Y otra que no podían dar ningún espectáculo dado que en pocos días sería la competencia y meterse en esos problemas era suicidio deportivo.


- ¡Víctor! –una voz insolente rompió la atmósfera -¿acaso eres estúpido? ¡pareces un maldito viejo peleando por el canal de televisión!


- Hola pequeño –Hernández miró al joven que se había acercado a patear al ruso. Joven que olía a omega, los oscuros viajaron con lujuria por el cuerpo del menor, sin intenciones de evadirlo –qué buen aroma tienes.


- ¡¡ ¿HUUUUUUH?!! –le miró furioso -¿quién se cree este imbécil para mirarme así?


- ¡Yura! –Víctor percibió el peligro. Sin querer había sucedido lo que deseaba, que el tipo desviara su atención de Yuuri, pero no se esperó que su atención se pasara al joven a su lado.


- Lamento la escena señor Hernández... creo que será mejor que nos retiremos, tengo que dejar ciertas cosas claras con mis compañeros patinadores antes que nada. Ha sido un placer.


Sacando nuevamente su aroma, tomó del brazo a Víctor y a Yura con la otra mano, y salieron del lugar, bajo la atenta mirada de Pichit y de Celestino. . Pidió un taxi y en italiano el ruso pidió que les llevasen al hotel.


- ¿te das cuenta de lo que acabas de hacer Nikiforov? ¡acabas de arruinar mi oportunidad de acercarme a él!


- ¿es que acaso eres idiota? ¿sabes quién era él?


- ¡por supuesto que lo sé imbécil! Hemos estado tras de él desde hace mucho tiempo.


- ¡ya cállense los dos! ¡Me tienen harto con su pelea de gatas!


- ¡y este escuincle! –miró al joven rubio -¿qué hacía ahí? ¡es una fiesta para mayores por Dios!


- ¡cerdo estúpido no hables de mí como si no estuviera aquí!


- Vamos a calmarnos –Víctor estaba poco a poco perdiendo la paciencia, y el pobre taxista conducía nervioso ante la pelea dentro de su unidad.


- Calmarnos nada, Víctor, creo que quedó claro que no podemos juntar nuestros destinos así que ¿qué carajo haces interviniendo en mi vida? ¿qué haces llevándolo ahí? Estaba lleno de alfas ¿y si lo marcan? ¡es tan sólo un niño!


- Yuuri, hablas mucho ¿te lo han dicho?


Víctor juntó sus labios en un beso necesitado. Dentro del vehículo sólo se escuchaba el ruido de unos labios unidos una y otra vez...


Habían sido demasiados reclamos. Eran demasiadas palabras duras. Si es que acaso había algo de verdad en todo eso era que Yura no debía estar en ese lugar, que ambos eran idiotas...


Y que por ningún motivo podía dejar a Yuuri pasar por ese camino. No cuando él mismo sabía lo duro que era.


Al llegar al hotel los tres se dirigieron directamente a la suite de Víctor, la cual no era para nada lo que esperaban.


Dentro estaban instaladas varias computadoras, que tenían acceso a las cámaras de vigilancia. Comunicadores, radios, equipos de rastreo...


- Víctor... -Yuuri había quedado mudo –e-esto es...


- Las condiciones para poder ser patinador... aquí las miras... Yuuri... lo mismo que estás buscando tú... nosotros le hemos perseguido por años.


- ... -los ojos se le llenaron de lágrimas al ver que no estaba solo, que la corta opinión que se había formado por unos segundos de discusión, estaba totalmente equivocado.


- Yuuri...


- Lo siento Víctor...


- ¿qué es todo esto? –Yura miraba a su alrededor.


- Yuri esto es mi vida, algo que tú no conoces, y por lo cual no puedo ser tu entrenador.


- ¿¡qué!?


- Yuri, soy parte del ejército y me muevo por órdenes. Estoy en patinaje como forma de expresar mi ser, pero además tengo una misión... Yuuri... perdóname por no poder confiarte este secreto cuando tú fuiste tan directo conmigo... y lo entiendo... creo que me falta mucho todavía si mandé a la chingada todo el plan y fui directo contigo cuando tú pudiste mantener la calma.


- No me molesta... te mostraste como eres... y esta noche vi que tan en serio vas... no es que lo dudase pero creo que no podré dejarte solo.


- ¿huh? ¿y a mí no puedes entrenar? ¿por qué a este maldito cerdo sí le darías tu tiempo y a mí no?


Lo siguiente no lo vio venir. Del cuello, contra la pared, Yuuri lo tenía acorralado. Su estral de omega inundaba la habitación, mientras que el débil aroma de omega inmaduro de Yuri no podía ni manifestarse.


- A ver chamaquito pendejo. Víctor y yo tenemos asuntos, aquí tú solo estorbas. No te va a entrenar, supéralo, porque va a pasar más tiempo conmigo. El día de hoy te salvaste el pellejo. Si no en estos momentos seguramente estarías siendo follado por aquél alfa. Eres un niñito inmaduro, Plisetsky. Ven a reclamar cuando tengas tu primer celo, niño.


No se había dado cuenta en qué momento había alzado al rubio por el cuello, pero cuando lo soltó, cayó con un ruido sordo en la alfombra de la estancia, tosiendo. No salió corriendo, como esperaban, sino que los miró de forma retadora, comprendiendo un poco de lo que ocurría ahí. Ellos no tenían una relación cualquiera. Ni como alfa y omega, ni como personas. Estaban en un mundo diferente.


Y si quería que Víctor lo reconociera, debía poner REAL atención.

Notas finales:

Aquí por fin salió la gata salvaje... o niño berrinchudo, como me gusta llamarle.


Ya se destaparon las posturas, y Hernández, si bien se me figura un hombre viejo, no tiene nada de feo, aunque como presencia si me lo imaginé muy desagradable, ya saben, no porque esté sucio sino porque tiene un aura de muerte a su alrededor.


Aah... el papi que no quiere que el hijo de las nalgas... yo hago lo mismo con mis sobrinos jajajajajaja


lalalalaa


ya, sorry, desvarío por hambre, lo bueno es que salgo pronto del trabajo.


Les dejo este capitulín... que creo que cada vez se voy escribiendo más jajajajaja.


 


Les amito mucho!!


 


Lean, comenten, voten, vean porno, dense, se lo lavan y ya, bye.


 


Usagi


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).