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Sweet Sixteen (Yuri on Ice- Otayuri) por Korosensei86

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Notas del capitulo:

Yuri va a buscar a Otabek para arreglar las cosas y confesarle sus sentimientos. ¿Será capaz de hacer las paces y aclarar todos los malentendidos? 

Cuando Yuri salió corriendo del edificio que le había visto crecer, lo hacía sin saber muy bien a dónde se dirigía. Lo hacía con toda la rabia inconsciente que le daba su insultante juventud, aquella que le quemaba unas piernas que normalmente se deslizaban. Parecía que lo único que le motivaba era perseguir las luces de neón que ya se habían adueñado de la noctámbula ciudad.

Pronto cayó en la cuenta de que estaba haciendo el imbécil y que a lo mejor sólo estaba perdiendo yendo en dirección contrario porque, en su inconsciencia, se le había olvidado el vital detalle de preguntar la dirección del hotel. Ante semejante revelación, el joven rubio frenó en seco para sacar partido del recurso que todo adolescente del siglo XXI usaría en su lugar, la mensajería móvil.

Con un par de toques en su pantalla buscó el chat que compartía con Mila. Tal vez la alocada y pegajosa pelirroja podría serle de utilidad para variar. El resultado, por desgracia, no lo sorprendió demasiado:

19:50 PlisetskyTiger: Hola, Mila. Me puedes decir dónde se hospedan Viktuuri? Es importante.

19:51 MilaSkatingPrincess: MIRA A QUIÉN TENEMOS AQUÍ!!!

19:51 MilaSkatingPrincess: PERO SI ES LA NUEVA PROMESA DEL PATINAJE MASCULINO RUSO, DON “SOY DEMASIADO BUENO PARA QUEDARME EN MI PROPIA FIESTA DE CUMPLEAÑOS”

Yuri frunció el ceño intrigado y suspiró intentando reunir la poca paciencia que le había quedado después de un día plagado de desastres. De todas formas, nunca tuvo mucha paciencia.

19:54 PlisetskyTiger: Lo sabes o no? Es importante... si no lo sabes, sabes quién?

19:55 MilaSkatingPrincess: Sabes? Había gente que había trabajado en esa fiesta, gente que había invertido parte de su tiempo y de su alma en en ello...

Yuri suspiró. Simplemente no tenía tiempo para discutir con Mila. Sabía por experiencia que su compañera era, por regla general, una joven dinámica, alegre y afectuosa, tal vez demasiado para el gusto del rubio, pero en un día malo, toda esa energía podía volver tornada en algo muy siniestro y aun más pegajoso si cabe.

20:00 MilaSkatingPrincess: ENCIMA NO TENGAS LA DESFACHATEZ DE DEJARME EN VISTO CUANDO HAS EMPEZADO A HABLARME TÚ!!!!!! (múltiples caras de demonio japonés rojo).

El patinador ruso miró al cielo en busca de alguna insondable respuesta que nunca llegó. No tenía ganas de hacerse cargo del enfado de Mila, si bien debía aceptar que este se debía a la inconsistencia de sus propios actos. Nunca hasta ese momento, se le había ocurrido pensar que su escenita en el parque hubiera afectado a más personas que a él y a Otabek, pero al parecer se equivocaba. De hecho, no sólo Mila estaba enfadada, si no que ahora Viktor y Yuuri se habían visto obligados a admitir un nuevo inquilino en su habitación con las incomodidades lógicas que eso ocasionaba.

Por mucho que le fastidiase, él solito se había metido en ese lío y debía intentar salir solo de él. Si quería hacer las paces con Otabek, primero tendría que hacerlas con Mila:

20:01 PlisetskyTiger: Lo siento mucho, Mila.

20:02 MilaSkatingPricess: QUE LO SIENTES?? QUE LO SIENTES ????

20:03 PlisetskyTiger: Deja de escribir con mayúsculas. Es muy enervante...

20:04 MilaSkatingPricess: TE HABÍA HECHO UNA TARTA, VALE?? UNA TARTA!!

Cuando leyó ese último mensaje, Yuri intentó no reírse en plena calle. La sola imagen de Mila cocinando le hacía querer desternillarse de risa. ¿Y ese era todo el motivo del enfado?

20:05 MilaSkatingPrincess: Había buscado la receta, estuve toda una noche preparándola para que estuviera lista para antes del viaje. Hice lo imposible para que me dejaran subirla al avión. Y lo peor de todo: estuve perdiendo tiempo de entrenar y tiempo de salir con mis amigas!!! No como tú que te me echas un novio que te prepara fiestas y todo y encima te picas y te vas. DIOOOOOOS COMO TE ODIO AHORA MISMO!!!

Mila envió la foto de una tarta. Se trataba de una tarta de tamaño considerable cuadrada, cubierta de crema coloreada con tinte lila y con bolitas doradas que imitaban la forma de tachuelas punk. En ella podía verse un moñigote que lejanamente recordaba a unos patines.

20:06 PlisetskyTiger: Lo siento mucho, Mila. De verdad. No sabía que te habías esforzado tanto. Tiene muy buena pinta.


20:06 MilaSkatingPrincess: PUES ME LA VOY A COMER YO TODA ENTERA. FASTIDIÁTE. Y SI ENGORDO SERÁ POR TU CULPA!!!

Esta vez, su compañera, le hizo llegar un selfie de ella misma con los carrillos llenos y la boca machada de nata, devorando tanto la mencionada tarta como a la cámara. Aquella instantánea ayudó a Yuri a percatarse del grado de locura que estaba sufriendo su interlocutora. Lo situación era más grave de lo que había pronosticado en un primer momento y a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

20:07 PlisetskyTiger: Mila, qué puedo hacer para que me perdones y me digas dónde se hospedan estos dos? Necesito hablar con Otabek. Es urgente.

20:07 MilaSkatingPrincess está escribiendo....

20:08 MilaSkatingPrincess: Durante un mes, probarás mi comida.

20:08 PlisetskyTiger: Hecho!

20:08 MilaSkatingPrincess: ¡No he terminado!

20:09 MilaSkatingPrincess: Bailarás Ágape vestido de chica. Yo elegiré el vestido y los complementos. Te grabaré y se lo enviaré a J.J para que juzgue qué hacer con ello.

20:09 PlisetskyTiger: Repetiré esa actuación durante dos semanas en privado si juras no grabarla y que no salga de San Petersburgo.

20:10 MilaSkatingPrincess: De acuerdo, pero yo elijo el público.

20:10 PlisetskyTiger: Un mes y a puerta cerrada.

20:11 MilaSkatingPrincess: Tú ganas. Eres un negociador duro, eh? XD Te voy a dejar divino, ya lo verás !!! (corazoncito)


La sola idea de vestirse de chica para patinar y encima quedar bajo las manos de una vengativa Mila, hacía que Yuri quisiera echar hasta los blinis del desayuno, pero era un justo sacrificio a un bien mayor.

20:12 PlisetskyTiger: Aún sigo esperando que me mandes la dirección del hotel...

20.13 MilaSkatingPrincess: Oh! Estamos todos en el mismo hotel! Es el Marriot Royal Aurora de la calle Petrovka St-Bl 11. Creo que se alojan en la habitación 334. Estoy en el hall y estoy saludando a tu querido Beka ahora mismo. Te alabo el gusto. (cara echando un beso con corazoncito).

Yuri sintió como la sangre le hervía de rabia súbita en las venas. Mila tocaría a Otabek por encima de su cadáver. De hecho, aquel comentario que interpretó como un desafío le ayudó a aclarar aún más sus sentimientos. Había pasado el momento de ser amable.

20:14 PlisetskyTiger: No me digas? (cara riendo con lágrimas) Si sigues con la cara embadurnada de tarta, no eres ninguna amenaza XP (cara con gafas de sol).

Ahora, gracias a la información y a la motivación ofertada por Mila, Yuri estaba dispuesto a correr con toda su energía enfocada en un solo objetivo. Por desgracia la intensidad y rapidez de los siguientes acontecimientos hicieron que el joven rubio leyera muy tarde el último mensaje que le envió Mila:

“Tonto, pensaba que sabías que a mí me gustaban más las chicas XD”

Yuri estaba frente a la puerta de la habitación. Había llegado al hotel corriendo en menos de un cuarto de hora. Incluso sin haber recuperado el aliento del todo y con el corazón palpitándole en su angosto pecho, había tenido la sensatez de comprobar la información que Mila le había dado con la recepcionista. Sin embargo, ahora que había hecho todo eso bien, estaba parado en mitad de aquel lujoso pasillo cubierto de moquetas del más original y elegante diseño e iluminado con enrevesadas lámparas y candelabros.

Desde luego, tenía todo el aspecto de un hotel por el que Viktor Nikiforov, con su conocido gusto por el exceso, pagaría. Otabek casi podía sentirse afortunado por pasar una noche ahí, ya que sólo el sofá era varias veces más fabuloso y cómodo que el diminuto apartamento de Nikolai Plisetsky.

Ante los ojos de Yuri, el número dorado de la habitación brillaba con insolencia, pero no debía dejarse intimidar. Había llegado demasiado lejos para ello. Pero, ¿Qué debía hacer? ¿Llamar al timbre y preguntar por Otabek? ¿Qué le diría entonces? La mente de Yuri era una madeja de hilos demasiado intrincada como para ser resuelta con paciencia. Su estilo, por contra, siempre había sido cortar por lo sano y aquella situación le estaba empezando a irritar demasiado. Cogió impulso y de una patada consiguió destruir el picaporte de la puerta para aparecer ante la asombrada mirada de un atónito Yuuri Katsuki.

—¡¡OTABEK ALTIN!! —llamó— ¡HE VENIDO A HABLAR CONTIGO!

—Yuri —dijo Viktor con una abierta sonrisa que enmascaraba la crispación yacente en sus cejas, mientras retiraba del pasillo a un Katsuki todavía en shock—. Sabes que soy muy fan de las grandes entradas, pero, en serio, la puerta me la vas a pagar tú.

Como no podía ser de otra forma, Yuri lo ignoró deliberadamente.

—¡OTABEK! —insitió— ¡Ven a dar la cara!

—No hace falta que grites. Estoy aquí —dijo Beka desde el interior de la habitación—. Entra, a menos que tengas pensado seguir armando escándalo en el descansillo.

Yuri le obedeció no sin antes hacer chasquear su lengua con aire desafiante, mientras un asustado, pero no por ello menos considerado, Yuuri entornaba la puerta a su paso. El joven rubio siguió avanzando por el pasillo de la habitación hasta llegar a lo que parecía una amplia sala de estar con un enorme mesita interior, flanqueada por sofás de aspecto mullido y decoraciones preciosistas. Tras unas sedosas persianas, grandes ventanales reflejaban las luces nocturnas de Moscú. Al fondo una especie se levantaba una especie de mueble-bar tallado en una madera oscurísima cuyo color denotaba calidad. A la izquierda de este se hallaba la puerta que llevaba al dormitorio principal que seguramente mantendría el mismo nivel de lujo y exceso. Otabek lo esperaba sentado en uno de esos almohadillados sofás, haciendo gala de su inexpresividad habitual.

En cuanto sus miradas se cruzaron, Yuri pudo oír el murmullo de su propio corazón alterarse sin remedio. Aun así, no iba a correr el riesgo de que Otabek ni el resto de presentes se percataran de ello. Siguió manteniendo el mismo gesto orgulloso que había estado practicando conforme avanzaba por el pasillo.

—Dime —le exigió—. ¿Qué es eso de que te vas mañana sin decir nada?

Otabek bajó la mirada lentamente y exhaló un pequeño suspiro casi imperceptible.

—Lo que has leído. Además, ya sabías que volvía mañana —respondió.

—¿Y no te piensas despedir? —preguntó Yuri alzando la voz— ¿O es que te da miedo enfrentarte a mí?

Un fuego relampagueó en los ojos azabache de Beka cuando oyó esa última insinuación. Su supuesta indiferencia se quebró en un ceño desesperado. Volvió a bajar la cabeza. A su espalda, Yuri oyó el cierre de la puerta de la habitación principal: el considerado Yuuri había metido a un curioso Viktor en ella a empujones.

—Pues claro que me daba miedo enfrentarme a ti —admitió el kazajo con una brizna de clara tristeza en sus ojos—.  Me has rechazado más que claramente. Ha sido un error venir aquí. Supuse que podríamos ser algo más que amigos, que tú podrías sentir lo mismo que yo. Me arriesgué y me equivoqué. Debería haber valorado lo que ya tenía: antes éramos amigos, pero ahora me cuesta mirarte a la cara.

Yuri sintió como la rabia volvía a acelerar su torrente sanguíneo, picándole la piel. Cogió a Otabek del cuello de la camiseta, obligándole a mirarle.

—¡No pienso dejar que te rindas! —rugió—. ¡No ahora que yo...!

Pensarlo era mucho más fácil que decirlo. Yuri notó como su saliva se secaba de pronto, forzándole a carraspear y sus mejillas incandescentes debían de ser visibles desde el espacio.

—Si hubiese tenido que pasar, nada de esto hubiera ocurrido —continuó Otabek—. Hubiera sido más fácil, más natural. Todo lo que ha pasado hoy prueba que no estábamos tan hechos, el uno para el otro, como yo creía.

—¡Eso son sólo excusas para darte por vencido! —prosiguió Yuri— ¡Y no te lo pienso permitir! ¡No ahora que sé lo que siento por ti!

Yuri volvió a sentir la humedad correr por sus mejillas. Se avergonzó de sí mismo: nunca antes había llorado tantas veces en un día y delante de alguien. Hacía años, décadas tal vez, que no lo hacía, pero era como si las circunstancias lo ahogaran. Demasiadas emociones en un sólo día. Una luz extraña se expandió en los ojos de Otabek, agrandándolos en la revelación.

—¿Yuri? —llamó dubitativo sin terminar de creerse sus propias conclusiones—¿Quieres decir que tú también...? ¿Que yo...?

—Me gustas mucho —terminó diciendo Yuri, logrando no desfallecer de pura vergüenza, pero no pudiendo evitar girar la cara, para que Beka no fuera testigo de su impresionante sonrojo.

Sin embargo, Yuri se vio obligado a mirarle de frente cuando Otabek lo besó. Fue un beso mucho más amable y largo que el primero. Suave y meloso como un caramelo de Toffee, se deshacía pegajoso entre los dientes, como si el kazajo pretendiera que durase para siempre. Por desgracia, ambos necesitaban respirar y tuvieron que deshacer la placentera unión de sus labios. Entonces, Yuri se dio cuenta de que estaba sentado en el regazo de Otabek. Sus poderosas piernas de patinador no debieron soportar el dulce temblor ocasionado por el beso y quebraron, presionándole a buscar asiento en las rodillas del kazajo. Su pudor se acrecentó al darse cuenta de ello, pero Beka estaba demasiado ocupado peinándole el flequillo cariñosamente, mientras le observaba con una inaudita ternura que revolvió las entrañas del rubio; como para echarle nada en cara.

—Me da mucha vergüenza preguntarte esto —confesó Otabek acariciándole la mejilla izquierda.

—No mucha más de lo que estoy sintiendo yo ahora mismo —le interrumpió Yuri todavía sonrojado e incapaz de mirarle a los ojos.

Otabek rió.

—Yuri, ¿Quieres ser mi novio? —propuso el kazajo—. O mejor, ¿Quieres ser mi novio, además de mi amigo?

—Sí —susurró Yuri, asistiendo enérgicamente con la cabeza antes de refugiarse en el cuello de Otabek.

—Bueno —rió Beka—. Esa es una respuesta. No ha sido tan difícil, ¿verdad?

—Ha sido horrible —se quejó Yuri mirándole a los ojos por primera vez—. No vuelvas a hacerme pasar por algo así jamás.

—Claro que no —anunció Beka acariciándole el cabello—. A partir de ahora voy a intentar hacerte feliz.

Era increíble lo mucho que cambiaba la cara de Otabek con aquella expresión de alegría en su rostro. Las facciones dura y serias que Yuri tanto había admirado se habían suavizado hasta hacerse irreconocibles, pero el brillo que emitía su mirada y su sonrisa, así como cada poro de su bronceada piel, hacían que Yuri también quisiera sonreír. Nunca en sus escasos pero intensos dieciséis años de vida, se había sentido tan querido y seguro como en el regazo de Otabek.

—¡Chist, chicos! —silbó alguien detrás de la puerta entreabierta del dormitorio—. ¡Felicidades!

Las cejas de Yuri volvieron a enmarañarse al reconocer la voz de Viktor Nikiforov.

—¡Viktor, déjales intimidad! ¡No seas cotilla! —imploró Yuuri.

—¡Ay, tontito! —rió Viktor— ¡Lo que quiero es ayudarles!

Acto seguido, Viktor salió momentáneamente de la habitación con una bolsa de plástico en la mano.

—¡Otabek, toma! —ordenó antes de lanzarla.

Afortunadamente, el kazajo hizo uso de su gran coordinación de atleta y atrapó la bolsa, evitando al mismo tiempo que esta le diera a Yuri. Cuando comprobó el interior, el kazajo no pudo si no reír.

—¡Dios, casi lo había olvidado! —exclamó.

—¿Qué es? —preguntó Yuri curioso.

Beka sonrió tiernamente antes de responder.

—Tu regalo de cumpleaños —contestó Otabek con cierto orgullo mal disimulado al ofrecerle la bolsa a Yuri.

Cuando abrió la bolsa, Yuri se topó con un paquete envuelto en papel de regalo que destrozó de pura impaciencia. Lo que se encontró entonces no pudo sorprenderle más, pues en sus manos se hallaba la espectacular chaqueta que había admirado esa misma mañana.

—¿Cómo sabías que...? —preguntó Yuri sin salir de su asombro.

—Vi cómo te brillaban los ojos cuando la mirabas en el escaparate y simplemente no pude evitarlo —explicó Otabek—. Me fastidia mucho que creyeras que te estaba ignorando. ¿Cómo podría? He intentado quitarte los ojos de encima desde que te conocí y durante años me ha sido imposible.

—¡Pero ha tenido que costarte una pasta! —continuó Yuri.

—Ya te he dicho que quería hacerte feliz —reiteró Beka—. Aunque estos meses tendré que hacer milagros con mi asignación, con verte sonreír ha valido la pena. Anda, pruébatela.

Yuri se levantó de las rodillas de Otabek y se puso la chaqueta. Pudo apreciar que de cerca era incluso más bonita, con todos sus detalles perfectamente equilibrados y matizados. Por si fuera poco, la prenda le quedaba como un guante. Como si hubiera sido diseñada para él, su amplitud contrastaba con el cuerpo esbelto de Yuri, subrayando sus ligeras cuervas.

—Te queda genial —observó el kazajo satisfecho, mientras su amigo se divertía girando y poniendo muecas y caras.

—Así que me has comprado mi regalo hoy mismo —señaló Yuri irónico—. No sé si creer que te importo tanto cuando lo dejas todo para el último momento.

Aquella observación pareció encender un mecanismo oculto en el kazajo, que se levantó con la inercia de un muelle y se dirigió hacia el dormitorio.

—¡Lo olvidaba! —exclamó con un deje de temblor en su voz.

—¿Buscabas esto? —oyó Yuri que su homólogo japonés le preguntaba a Otabek.

—Si, exacto —confirmó él—. Muchas gracias.

Acto seguido, Otabek volvió a la sala de estar con un cierto rubor sobresaliendo en su oscura piel.


Le mostró una cajita a Yuri.

—Este era mi regalo original —explicó—. Pero después de ver la chaqueta, supe que también tenía que regalártela. Es para que no me olvides cuando me vaya.

Yuri tomó la caja entre sus manos y la abrió con la ansiedad que le producían las palabras de su hasta entonces amigo. Lo que vio fue un colgante dorado con forma de osito, como los peluches que Beka solía llevar a las competiciones, casi una marca registrada de la casa. Ante su mirada de confusión, Otabek volvió a explicarse.

—Es un camafeo —dijo—. Ábrelo, ya verás.

Tal y como había prometido Beka, el colgante se abrió por la mitad cuando Yuri accionó un discreto mecanismo. En su centro podían verse dos fotografías. La de la derecha era un retrato de un Otabek algo incómodo y pudoroso al saberse fotografiado. En la izquierda, aparecía una instantánea de Yuri , vestido con traje, riendo apaciblemente en el banquete posterior al Grand Prix.

No sabía que Otabek le había tomado una foto robada entonces, pero en aquellos momentos no lo importó. Hasta él, que no tenía ni idea de fotografía, podía entrever los sentimientos detrás del objetivo. Se conmovió profundamente. No sospechaba que alguien, con la honrosa excepción de su abuelo, pudiera quererle tanto. No pudo evitar sonreír hasta que le dolieron las comisuras de los labios.

—Gracias  —susurró abrumado—. Lo llevaré siempre.

A continuación, Beka le levantó la cara por la barbilla y volvió a besarle en los labios. Yuri volvió a sentir aquel delicioso vértigo que le hacía flaquear las rodillas como todos aquellos tipos distintos de cuádruples no podían. Se amarró a su recién adquirida pareja para evitar volver a caer.

—Bueno. ¿Y ahora qué vas a hacer? —preguntó Yuri recolocándose tímidamente un mechón de pelo tras la oreja— ¿Volverás conmigo a casa de mi abuelo?

—¡Ah, eso! —recordó Beka rascándose la nuca con nerviosismo—. La verdad es que si no te importa, me gustaría quedarme aquí.


—Ya —concedió Yuri disimulando su decepción—. Supongo que aquí estarás mucho más cómodo.

—¡No! —exclamó Otabek, alarmado por el malentendido que había provocado— ¡No es eso! Es que si me quedo contigo esta noche, no sé si podré contenerme...

Yuri no pudo evitar poner los ojos en blanco de pura exasperación, por mucho que Beka le pareciera arrebatador con aquella expresión de timidez y turbación en su semblante habitualmente ilegible. ¡Ya estaba otra vez con lo mismo! ¡Sacando sus propias conclusiones sin pararse a preguntarle a Yuri que es lo quería hacer y tomando él solo todas las decisiones!

—¡Beka, imbécil! —rugió Yuri.

Ante el insulto, Otabek se tensó como un palo, preguntándose otra vez en qué había podido ofender a su nuevo novio. Tenía semejante cara de arrepentimiento que Yuri casi se compadeció de él.

—No soy una princesita de cuento, ¿vale? —le explicó enérgicamente el ruso—. Si no quiero algo, sabes que soy capaz de hacértelo saber. Además... —Yuri sintió como toda la sangre de su cuerpo volvía a condensarse en las mejilla. Volvió a girar el rostro—, Es posible que no quiera que te contengas— admitió.

—Vale —repuso Otabek también visiblemente sonrojado.

—Entonces, ¿Qué vas a hacer? —volvió a preguntar Yuri disimulando su timidez con firmeza y orgullo.


—Creo que me iré contigo —decidió el kazajo—. Si no te importa, claro.

—Muy bien —concedió Yuri antes de gritarles a los ocupantes del dormitorio—. ¡Viktor, Cerdo! ¡Nos vamos!

La feliz pareja salió de la habitación para despedirlos.

—Nosotros nos alegramos de que os hayáis reconciliado —confesó Yuuri sonriente.

—Sentimos haberos involucrado en todo esto —se disculpó Otabek.

—¡No te preocupes, hombre! —rió Viktor— Ha sido un buen espectáculo.

El campeón ruso casi se dobló por la mitad ante el fulminante codazo de su prometido.

—Pero nos alegramos mucho por vosotros —se corrigió Viktor—. Eso sí, Yuri, te pienso pasar la factura de la puerta.

—Lo que tú digas —masculló Yuri demasiado impaciente por irse como para prestarle atención.

Finalmente, Otabek y Yuuri terminaron de intercambiar agradecimientos y saludos y los jóvenes patinadores pudieron volver al apartamento de Nikolai Plisetsky habiendo aclarado todas las dudas que los habían confundido horas antes. Cuando él y Beka atravesaron el enorme y presuntuoso hall del hotel cogidos de la mano, Yuri creyó que todos los presentes los observaban, si bien no le importó lo más mínimo. Eso sí, ambos llevaban gafas de sol para que el otro no pudiera ver como les brillaban los ojos.

Notas finales:

Bueno, ¡Nos acercamos al final!

En este cap, he querido poner la conversación entre Yurio y Mila como se leería en un chat de wassap o de Line. Espero que no resulte muy raro de leer...

Igualmente, espero que os esté gustando el fic. Ya queda muy poquito. Me gustaría agradecer a las personas que han ido leyendo desde el primer día por su apoyo. También, me disculpo por no haber actualizado el viernes como es costumbre, pero he tenido menos tiempo del que pensaba. Espero que el resultado compense la espera. 

Una vez más, ¡Muchas gracias y nos vemos en el próximo y último capítulo! 


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