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Vainilla y Chocolate por Drakarys

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Notas del capitulo:

Un mes despues, aqui lo tienen.

Aquella mañana, Loki despertó como ya era costumbre entre los cálidos brazos de su amado alfa.

La noche anterior, el cansancio lo había agotado al grado de quedarse dormido mientras veía una vieja película del antiguo oeste. Sus sueños se colmaron, entonces, de feroces vaqueros montando a caballo y muchos balazos; aunque, extrañamente, también había un sujeto en un traje rosa que viajaba en el tiempo con un carro Delorean.

Supuso que era de madrugada cuando Thor entró sigilosamente en la habitación. El frio de la noche y el sereno impregnaban la ropa que fue quitándose despacio. El motivo que le había arrebatado el sueño y lo tenía de pie a esas horas le era desconocido, pero el estrés que el alfa vivía era tan intenso, que pudo sentirlo como propio; aun cuando se hallaba más dormido que despierto, aun cuando, sabía, esa sensación era ajena a él en absoluto.

 

Luego de ponerse el pijama, el rubio se deslizó despacio entre las sabanas. Sus brazos lo envolvieron al igual que cada noche, pero ahora, también lo aferraban firmemente; como si temiera que alguien se lo arrebatara, como si pudiera perderlo en un pestañeo. Un aroma intenso brotaba por cada poro de su piel, saturando el lecho con su esencia a feroz tormenta. Su corazón golpeaba contra su espalda de forma angustiada y a Loki le afligía no saber el motivo de su martirio.

 

Al día siguiente, y con el bello panorama parisino enmarcando su desayuno en la terraza de la suite, se decidieron a dar un tour rápido por la ciudad. Tan solo contaban con un día.

—Tal vez si me hubieras dicho que se acercaba tu cumpleaños, podría haber organizado mejor mi tiempo para quedarnos, por lo menos, una semana —le dijo Thor. Estaban decidiendo entre visitar el museo de Louvre o dar un rápido recorrido por los principales monumentos de Paris.  Al final optaron por lo segundo

La plaza de la Concordia, el arco del triunfo y Note Dame, fueron escenario de las miles de fotos que Loki saco con la cámara fotográfica que Balder le prestó antes de partir. Y, por supuesto, no podía faltar la torre Eiffel, en donde el adolescente pudo sentirse como un dios en la cima del mundo.

Mientras tanto, Thor estaba teniendo problemas por su ausencia en Asgard. La ansiedad que esta situación le causaba era  evidente, aun cuando hacia su mayor esfuerzo por disimularlo. Pero, las dos líneas que aparecían en su frente cada vez que alguien llamaba de New York, terminaban delatándolo. Trataba de ignorarlas, centrando su total atención en Loki y posando todas las veces que el pelinegro se lo pedía, sin importar cuan ridículo pudiera lucir. Sin embargo, ante la odiosa insistencia vibrando en su pantalón, no le quedaba más remedio que tomar la llamada, tratando de abreviar e importunar lo menos posible lo que Loki denominaría más tarde como su “luna de miel”.

Por ese motivo decidieron que era mejor regresar a casa. Pero, antes de partir, había un último sitio que debían visitar: el cementerio de Père-Lachaise.

Mientras se dirigían a bordo de una elegante limusina hacia el lugar donde descansaban los restos de sus padres, Loki no dejaba de darle vueltas a un tema que se había incrustado en su mente desde que Thor se lo mencionara a Býleistr el día anterior: los Omega/Alfa.

Había leído alguna vez sobre esos seres en un libro de mitología nórdica. Los llamaban Storslåede, cuyo significado era “los magníficos”. Hijos del gran Tîwaz, dios supremo y Alwilda, princesa de la isla de Gotlandia, quien además era una skjaldmö, es decir, una mujer guerrera. Poseían una belleza y sensualidad extraordinaria, además de poderes sobrenaturales y una alta resistencia al dolor. Pero solo eran eso, seres mitológicos que en la vida real no existían y,  si lo hicieran, definitivamente no tenían nada que ver con él.

—No puedo ser un Storslåede —se dijo a sí mismo, mientras jugaba con el ramo de tulipanes que descansaba sobre su regazo, las flores favoritas de su madre.

—¿Storslåede? —escuchó preguntar a Thor.

Hasta ese momento, Loki no se había percatado de que el alfa, quien se hayaba sentado frente a él, tenía su intensa mirada clavada en su persona. Se sorprendió de que eso lo incomodara un poco, aun no se acostumbraba del todo a ser el centro de atención; así que optó por desviarla, abordando el asunto que le carcomía la cabeza y salir así de dudas de una buena vez.

—Un Omega/Alfa —fue directo al grano—. Anoche le mencionaste a mi hermano que yo era uno de ellos ¿Es eso cierto?

—¿Te parece algo difícil de creer? —Preguntó Thor cruzando los brazos sobre su pecho—. Porque lo eres.

—¿Cómo puedes saber eso? O mejor dicho ¿Quién te dijo que lo era?

—El doctor Eir fue quien lo confirmó.

—Y ¿Cómo puede asegurar el doctor de tu familia, que soy un ser que solo existe en la mitología? Býleistr me mantuvo bajo un estricto control médico desde que asumió mi tutela y ningún doctor menciono nada parecido.

—Eso es porque solo un médico especializado puede determinarlo —trató de explicarle el alfa—, por fortuna, el Dr. Eir lo es. Es difícil de notar, ya que la incidencia de esta casta es muy escasa y nace solo uno por cada millón. No me extraña que esos idiotas lo hayan pasado por alto y pretendieran cubrir su estupidez responsabilizándote de aquello a lo que no encontraban explicación. —Loki sonrió de manera irónica y Thor supo que no estaba creyendo ninguna palabra de lo que le decía. Se inclinó hacia él y lo vio directo a los ojos—. Eres único, Loki, superior a todos los demás omegas. La sangre que corre por tus venas, es la de un Alfa, sin importar que seas un omega.

—¡Es que no lo entiendo! —elevó su voz. Aquel tema parecía ser una broma de muy mal gusto—. Yo no soy especial en ningún sentido, tampoco soy superior a nadie ¡Por todos los Dioses, solo mírame!

—Lo hago —dijo Thor con absoluta convicción—. Y eres el ser más extraordinario que haya conocido. Tal vez sea un poco torpe para explicarte bien las diferencias de tu casta con el resto de los Omegas, pero por suerte existen libros que lo hacen mejor que yo. Mira —sacó su móvil de la bolsa interna de su abrigo y busco entre sus archivos—. ¿Por qué no lees esto? Es parte del material que Eir nos entregó para que entendiéramos más sobre el tema.

—¿Les entregó? —repitió Loki, un poco quisquilloso.

—A mis padres y a mí. Si no te lo había comentado antes, es porque quería primero estar bien informado y así poder resolver tus dudas. Aquí esta —le tendió el aparato y Loki, no muy convencido, lo leyó.

 

Omegas /Alfas, puros o supremos

 

Producto de la unión de dos Alfas puros. Hasta el momento se desconoce el motivo que propicia la combinación de ciertos cromosomas que dan como resultado el nacimiento de estos singulares seres.

Características principales:

  • Poseen gran belleza y fortaleza física.
  • Su aroma es cien veces más potente y seductor que el de un omega promedio.
  • Tienen la capacidad de marcar a su compañero, evitando así que otros Omegas puedan acercársele.
  • Liberan su esencia de manera consiente, llegando a utilizarla como un arma para intimidar a otros omegas y/o manipular a alfas de menor clase.
  • Solo permiten ser marcados por Alfas de alto rango y jerarquía.
  • Se dice que la unión de un alfa supremo con uno de estos seres, anula por completo las habilidades de ambos.
  • La unión de un Alfa puro y un Omega puro, da como resultado cachorros puros independientemente de la casta a la que correspondan.

 

Un Omega/Alfa sigue siendo tan Omega como el resto, pero se les atribuye este título de alfa por estar en la cima de la cadena evolutiva…

 

Thor podía ver como Loki fruncía el ceño, casi podía escuchar los engranajes de su cerebro tratando de entender y asimilar la información que le había proporcionado.

—Se lo que me vas a decir —le dijo una vez que el pelinegro terminara su lectura, con su bonito rostro plasmado de dudas—, que tú no tienes ninguna de esas características, pero te equivocas, en verdad las tienes. —La mirada que Loki mostraba, desacreditaba cualquier cosa que el pudiera decirle, sin embargo insistió—. ¿Recuerdas lo que le pasó a Amora? —Dijo sin poder evitar que una sonrisa bañara su rostro—. Seguro lo haces, está en toda la red. Balder incluso lo transformo en un gif que mira con retorcido placer cada que esta de mal humor.

—¿Te refieres a la vez que…?

—¿…que vomito sobre mí? La misma. ¿Recuerdas porque lo hizo?

—Dijeron que era una alergia.

—Una incompatibilidad de esencias —le explicó el mayor—. Había algo en mi aroma que le resultaba desagradable, algo tan insoportable para su sistema que la hizo vomitar… sobre mí, desafortunadamente. —Loki lo contemplaba como tratando de entender a donde quería llegar—. Fuiste tú —le dijo con cierto orgullo—, cuando me abrazaste para impedir que me fuera con ella porque temías perderme. Tú te quedaste en casa, pero tu esencia se fue conmigo y atacó a Amora cuando intentaba besarme.

—¡¿Ella intento besarte?! —preguntó alarmado. Thor sonrió, le divertía que de toda la explicación, fuese eso a lo que reaccionara. 

—Lo intento, pero no pudo —le aseguró para que se tranquilizara—, y fue por ti.

Loki volvió a centrar su atención en los tulipanes, meditando lo que el alfa decía, tratando de buscar una fisura en su argumento de la cual sostenerse para debatirle.

—¿Cómo pude haber hecho algo sin siquiera darme cuenta de que lo hice? —dijo mirando nuevamente a Thor.

—Porque lo hiciste de forma instintiva.

—Como cualquier otro omega. No le veo la diferencia.

—Tú sabes que el “aroma” en los omegas suele tener tres funciones básicas —intentó explicarle armándose de paciencia—: se usa para seducir, para sosegar y para clamar ayuda cuando se sienten amenazados. Lo liberan de forma inconsciente, es verdad, porque no tienen el control. Pero también les pasa a los omegas supremos cuando la situación sobrepasa sus límites. Entonces ¿Cómo puedo asegurar que eres diferente al resto? —Y Loki asintió a su pregunta retórica—. Pues porque el “aroma” posee, también, una cuarta función; una que se desarrolla únicamente en la casta alfa: la de amedrentar. Y eso, fue precisamente lo que hiciste, a pesar de ser un omega.

Loki se rascó la cabeza y torció la boca en respuesta a lo dicho por Thor, la pobre concepción que tenia de sí mismo le impedía aceptar la verdad.

—Sé que tienes un sinfín de preguntas, a las cuales, probablemente no tengo respuesta —dijo el alfa con una sonrisa—.  Pero existe tan poca información sobre ustedes, que resulta complicado hasta para los eruditos poder explicarlo. Por eso, Eir pidió mi autorización para documentar tu desarrollo —le compartió, aunque, por su semblante, Loki pareció aterrorizarse con la idea—. Él cree que podrías ser de gran ayuda para otros chicos que, como tú, creen que algo anda mal con ellos —le explicó, pero Loki no dijo una sola palabra; en su lugar, giro su rostro hacia la ventana y perdió la vista en el exterior.

Afuera, las gotas de lluvia explotaban contra los cristales. Parecía como si el clima estuviera sincronizado con el humor de su omega: esplendorosamente soleado por la mañana y de un gris melancólico por la tarde.

Pero Loki recordaba.

Las hirientes palabras de su hermano se repetían incesantemente, como un maldito calvario en su memoria:

 

—¡No sirves para nada, ni siquiera para algo tan básico como la reproducción! Solo te queda es ser un hoyo al cual follar. Aunque ¿Quién demonios va a querer joderse a una criatura sin aroma? La única función viable para insectos como tú, es ser una rata de laboratorio para que otros la estudien. Tal vez así se evite que nazcan más engendros inservibles iguales a ti.

 

Fue notoria la forma en que el espíritu de Loki pareció menguar. Su cuerpo se encorvo y se abrazó a sí mismo, temblando, mientras sus ojos se humedecían de pena.

—¡Ey! Tranquilo —le dijo Thor yendo a su lado y brindándole el cobijo que necesitaba. El pequeño se aferró, entonces, a su torso y humedeció su suéter con llanto.

—¿Vas a permitirlo? —preguntó quedito el omega—.  ¿Me enviaras a un laboratorio a ser examinado?

—¿Qué? —Exclamó el alfa, sin entender a que se refería—. ¡Por supuesto que no! ¿De dónde sacas eso?

—Dijiste que el doctor Eir te pidió permiso para…

—Para documentar tu caso —recalcó la palabra, no era lo mismo documentar que examinar—.  Y yo jamás dije que había accedido ¿o sí?

Loki levanto el rostro y lo vio sorprendido. Thor aprovechó para secar sus lágrimas y acariciar cariñosamente su faz. Acomodó un mechón rebelde tras la oreja que le impedía contemplar ese par de esmeraldas que tanto le fascinaban.

—¿Por qué? —preguntó Loki, confundido; no es que deseara ser estudiado como la rata que su hermano dijo que sería, pero quería saber las razones que tenía para no imponérselo. Después de todo, si en verdad era un Storslåede como afirmaba Thor, hacerlo facilitaría mucho las cosas  para su alfa.

—¿Es eso lo que quieres? —Le cuestionó el rubio atravesándolo con sus ojos color azul zircón. Aquello lo descolocó. Nunca, en sus dieciséis años, le habían preguntado que quería y Thor era la segunda vez que lo hacía desde su llegada a Francia.

Pero… ¿Qué era lo que Loki quería?

Aquella era una pregunta difícil de contestar, en especial cuando nunca se la había planteado antes.

¿Qué quería?

Recordaba haber deseado tantas cosas cuando era pequeño: ser un reconocido astronauta, un actor exitoso, un gran pintor o inventor, incluso el rey de un fabuloso castillo. Todos personajes de ficción leídos en algún libro. Nada de eso era posible y, así como el deseo iba invadiendo su corazón, su mente se encargaba de desecharlo casi en automático, sabiendo que aquellos sueños nunca se harían realidad.

Pero ahora ¿Qué era lo que realmente quería?

Sus ojos se perdieron en aquellos paisajes húmedos de las transitadas calles de Paris. Los aromas típicos de la ciudad, entremezclados con la esencia de Thor, golpeaban su sensible olfato. Pero ni los calmos latidos del corazón del alfa, ni el bullicioso tráfico, lograban distraer su mente de aquella angustiante incertidumbre que le provocaba el no saber qué hacer con su vida… ¿Qué era lo que él quería?

La limusina se detuvo cerca de un majestuoso edificio Haussmann. Su mente se perdió contemplando de inmediato la hermosa fachada de al menos ocho plantas y múltiples ventanas. Entonces lo supo: la respuesta. Había estado clavada siempre como una espina en lo más profundo de su corazón… su deseo más grande: tener una familia.

—Quiero una hermosa casa —declaró sin dudarlo.

—¿Cómo? —preguntó el alfa, quien, después de varios minutos de disfrutar de aquel cálido abrazo y un prolongado silencio, terminó por olvidar la cuestión.

—Siempre he soñado con vivir en una casa como esa —señaló la hermosa propiedad que se alzaba orgullosa ante ellos—. Quiero un lugar grande con techos altos y amplios ventanales que iluminen su interior. Un lugar que brinde tranquilidad y donde pueda sentirme libre… de preferencia en algún suburbio. Que tenga un extenso jardín donde ver jugar a mis cachorros. Con una gran biblioteca llena con libros de todo tipo y un cómodo diván donde sentarme a leer después de un día pesado, esperando con ansias tu llegada del trabajo.

—Pareciera que estas describiendo la mansión Valaskjálf —dijo el rubio con una tierna sonrisa.

—Tal vez —concordó encogiéndose de hombros—. Es verdad que vivir ahí ha sido un sueño hecho realidad pero…

—¿Pero…? —indagó Thor ¿Acaso aquel palacio no le era suficiente?

—Pero a pesar de lo mucho que me gusta vivir ahí —le contestó rompiendo el abrazo y marcando cierta distancia—, la mansión Valaskjálf no es mi hogar.

—¿De que estas hablando? ¡Claro que lo es!

—No. Es el hogar de tus padres y yo deseo uno propio. Un lugar tuyo y mío donde poder iniciar nuestra propia manada y criar a nuestros hijos—dijo con vehemente pasión—. Un lugar donde tú puedas descansar de la carga de la empresa, donde yo pueda explayarme a libertad sin sentir que estoy profanando años de tradición. Un refugio para ambos donde tengamos la libertad de ser como queramos sin miedo a ser juzgados… un lugar donde podamos amarnos libremente.

Thor se inclinó a besar a Loki en respuesta. Aquella imagen que el omega dibujó en su mente le era sumamente atrayente, aunque nunca antes hubiera concebido una idea semejante: un hogar. Casi podía escuchar la risa de aquellos niños jugando a su alrededor, corriendo a su encuentro y trepándose en su espalda para que los cargara… llamándole papá. Era una idea hermosa, pero poco factible en ese momento. Loki aún era demasiado joven para que su cuerpo procreara, hacerlo traería demasiadas repercusiones a su salud; sin contar con todas las aventuras que seguramente se perdería al dedicarse de lleno a la crianza… no, aun no era el momento.

—Tal vez más adelante —le prometió el rubio, dando un golpecito cariñoso en su nariz—. Es muy pronto para pensar en bebés ¿No te parece? —Loki asintió con un sonrojo y desvió la mirada. Parecía también entender—. Todo a su tiempo.

 

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Finalmente llegaron al cementerio del Père-Lachaise, lugar donde reposaban los restos de los Laufeyson en la vieja cripta familiar de los Ponsat, una de las familias más reconocidas y antiguas de Francia y de las que descendía Farbauti, la madre de Loki.

Había dejado de llover, pero el día seguía entoldado. El agua había ahuyentado a las personas que solían usar el lugar como un parque, visitando tumbas de personajes famosos como Oscar Wilde, Jim Morrison o Chopin.

Hacia frio. El gélido viento se colaba por los tejidos de la ropa y helaba la piel. Olía a pasto y tierra mojada, pero también a muerte antigua y flores marchitas.

A medida que se internaban auxiliándose de un mapa, la sensación de tiempo pareció diluirse. Fueron transportados a otra dimensión, una donde el arte y el dolor eran los principales protagonistas, plasmados en diferentes esculturas que perpetuaban la pena por la partida de todos aquellos seres.

Anduvieron por diversos senderos flanqueados por enormes castaños. Un sepulcral silencio los rodeaba, quebrantado únicamente por el trinar de los pájaros y ruido de sus pasos contra los adoquines humedecidos y la hojarasca. La tenue voz de Loki se sumaba, narrando quedito la historia de sus padres.

—Se conocieron aquí, en una exposición de arte —le compartió sin que él se lo preguntara—, y fue amor a primera vista. Por eso, antes de fallecer, mi padre pidió que sus cenizas fueran traídas aquí y no a la cripta familiar de los Laufeyson, en Londres. Quería estar a su lado, para toda la eternidad. —Señaló un estrecho callejón al cual se internaron. Estaban ahora en la parte más antigua del lugar, donde la naturaleza peleaba por ganar espacio a la arquitectura del hombre, mientras seguía narrando, con nostalgia—: A mi padre no le gustaba nombrarla —le dijo—. Pero en momentos de debilidad, con unas cuantas copas encima y botella en mano, solía hablar apasionadamente de ella.

Mientras buscaban, los ojos de Loki parecían ver más allá de los ennegrecidos mausoleos y las derruidas tumbas… veía a sus padres y, a medida que iba relatando, a Thor le pareció verlos también.

—Mi padre siempre deseo una familia grande con al menos media docena de cachorros corriendo a su alrededor. —Sonrió, con los ojos brillantes de anhelo, evocando, tal vez, aquella hermosa familia que nunca llegó a tener—. Desafortunadamente, mi madre era una alfa muy posesiva y no le permitió tener un omega de cría, mucho menos concubina. Se empecino en darle ella misma los hijos que anhelaba, sometiéndose a diversos y rigurosos tratamientos de fertilidad. Pero cuando al fin lograba concebir, lo perdía inevitablemente a las pocas semanas, debilitándose más cada vez. Entonces, mi padre le exigió que se detuviera, pero mi madre, en su terquedad, no lo hizo hasta que logró embarazarse de mí.

Pararon en una bifurcación a consultar, una vez más, el mapa, tratando de ubicarse entre las 44 hectáreas que componían la extensión del lugar. Luego siguieron el sendero a su derecha.

A Thor le sorprendía la capacidad que tenía Loki para ubicarse, para ser honestos, él ya se hubiera extraviado desde que tiempo; pero él estaba decidido a encontrar la tumba de sus padres, una obstinación que, por lo que le contaba, había heredado de su madre.

—Los médicos les advirtieron que sería un embarazo de alto riesgo y que debían extremar precauciones —continuó relatando a medida que avanzaban, ahora a mayor velocidad. Al parecer, por las ansias que Loki desbordaba, se hallaban cerca—. Para desespero de ella, apenas si la dejaban moverse, teniendo que pasar acostada el embarazo entero. Mientras que mi padre, por sus negocios, debía ausentarse por grandes temporadas dejándola sola. ¡Ahí! —exclamó entusiasmado, acelerando hasta casi correr. Al fin se hallaban frente al mausoleo de los Ponsat.

Los recibió una construcción muy antigua esculpida en mármol, flanqueada por dos figuras de mujeres encapuchadas cubriéndose el rostro con congoja. En lo alto, podía verse el escudo de armas de la familia y, bajo éste, leerse claramente: “Famille Ponsat”.

Thor guardó distancia, mientras Loki se acercaba, ahora despacio y con absoluto respeto, hasta el lugar donde descansaban los restos de aquel par de alfas que lo habían engendrado… donde su madre aguardaba.

—Hola mamá, estoy aquí —dijo con la voz estrangulada por la emoción. Al fin estaba ahí, a unos metros de la mujer que diera la vida por él, la única que en verdad lo había amado a tal grado.

Lentamente, alargo su mano trémula hasta sentir el helado contacto del hierro que sellaba la entrada. Una pesada reja con dos ramas talladas en su superficie, negra y sellada; como una frontera que lo separaba del mundo de los muertos… que lo alejaba, una vez más, de ella.

—Fueron los celos lo que ocasionaron su tragedia —dijo quedito, jalando aire en un vano intento por serenarse, pero era evidente que todo aquello sobrepasaba su autocontrol. Estaba temblando—. Mi padre tenía que venir a Paris a un evento, en él asistiría una mujer que estaba, al parecer, encaprichada por él. Mi madre se empecino en acompañarlo y no desistió hasta lograr su propósito; confiaba mucho en su fortaleza pero… de nada le sirvió. —Aspiró una nueva bocanada y se abrazó así mismo, con la vista al cielo en un deseo infructuoso por retener las lágrimas que desbordaban lastimosamente de sus ojos y que hablaban de su insoportable dolor—.  El parto se adelantó —agregó con voz quebrada y sorbiendo su nariz—. Y… mientras los médicos hacían… todo lo posible… por salvar su vida… —hipó con desconsuelo—, ella pedía por la mía. —Terminó por quebrarse. Sus ojos se habían convertido en un manantial de lágrimas que bañaban su rosto compungido—. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me dejaste?! —clamó aferrado con fuerza a los barrotes de la tumba de su madre—. ¿Acaso no pensaste en la falta que me ibas a hacer? ¿Qué te necesitaría para poder vivir?... ¡¿Por qué no luchaste por quedarte a mi lado?! ¿Por qué te fuiste y me dejaste solo en este mundo donde nadie me amó? ¡Debiste llevarme contigo! ¡Debí morir yo también!

Thor se acercó despacio y lo abrazó. Le estrujaba el alma ver la punzante llaga en que se había convertido su pequeño omega. No saber que hacer. Lo sentía temblar entre sus brazos, atormentado y roto; sacando todo aquello que estrangulaba su alma y no lo dejaba respirar. Vomitando todo eso que le hacía daño.

—¡¿Por qué?! —Rugió con rabia golpeando el pecho de Thor—. ¿Por qué mi padre nunca pudo perdonarme? ¡Yo no pedí que diera su vida por mí!... tal vez si hubiese sido un alfa las cosas habrían sido diferentes, habría honrado su sacrificio de ser así ¿Crees que, entonces, se habría sentido orgulloso de mí?

—Loki, no… —¿Qué podía decirle? A veces no existían palabras suficientes que sanaran una pena y Thor lo descubrió ahí.

—¡PERO SOLO FUI UN INSIGNIFICANTE OMEGA! —gritó desde el fondo de su alma desgarrada, abandonado por sus fuerzas y cayendo de rodillas, siendo sostenido apenas por Thor.

—No eres un insignificante omega —le recordó el alfa, tratando de contenerlo contra su cuerpo, impotente al contemplar aquel dolor angustiante y no ser capaz de brindar el consuelo necesario para él—. Eres un Omega puro, un Storslåede como tú dices.

—¡¿Y de qué sirvió?! Nunca fui digno del cariño de mi padre, tampoco me libro del maltrato de Býleistr.

—¡Olvídate de eso! —le exigió tajante—. Loki mírame. —Se separó de él para tomar su rostro entre sus manos. El tono usado fue tan firme, que el omega obedeció sin chistar—. Olvida el odio de tu padre, olvida todo lo que te dijo y lo que te hizo sentir. Déjalo atrás, a él y al idiota de tu hermano. Sé que es difícil, pero debes soltar toda esa carga y volver a empezar. Hazlo por ti… por ella —dijo señalando con la cabeza la cripta donde descansaba su madre.

Loki se aferró al cuello de Thor y descargó su llanto sobre su hombro. Tantos años soportando en silencio, sin percatarse jamás, de todo el peso que aquello tenía en su vida y que apenas si lo dejaba respirar. Era una laja de concreto atada a su espalda, cargada de culpa, del dolor por no haber podido conocer aquel amor, de insultos y malos tratos que no hacían más que atarlo a un pasado donde él no tuvo injerencia… a un pasado que por más que quisiera, no podía cambiar.

—Llora mi pequeño ángel —susurró Thor en su oído—, expulsa de ti todo esto que no te deja ser feliz, deja el sufrimiento y la amargura enterrados en este lugar.

Y Loki lloró… desmesuradamente, sin importar la humedad del pasto que se impregnaba a sus rodillas, sin escuchar al cuervo que no dejaba de graznar, no reparó en el viento helado que arrastraba gotas de lluvia contenida en las hojas de los árboles. Simplemente lloró, dolorosa y trágicamente, como una represa desquebrajada; hasta que se agotaron sus fuerzas por completo, hasta que ya no hubo más lagrimas por derramar.  

Abrazado de su alfa, el calor volvió a su cuerpo; aspirando su delicioso y tranquilizador aroma, supo que no necesitaba nada más. La fuerza, el cariño y la aceptación que siempre deseo, lo tenía ahora entres esos fuertes brazos que con amorosas caricias iban arrancando la desolación de su pecho, produciendo una sensación de ligereza que recorría todo su ser, sosegando poco a poco su alma.

—Quiero irme a casa— le pidió secando sus lágrimas con el puño del abrigo.

Thor le obsequió un beso con sabor a sal y lo ayudó a ponerse nuevamente en pie. Sacó un pañuelo de su bolsillo ofreciéndoselo con cariño y, mientras Loki limpiaba su rostro y sacudía su nariz, descongestionándola, recogió el ramo de tulipanes que en algún momento había dejado caer y lo llevo hasta la entrada de la cripta, atorándolo en la reja.

—Gracias —murmuró el rubio, acariciando la piedra del lugar donde se hallaba la que habría sido su suegra, si las circunstancias hubieran sido otras; aunque, probablemente, estas mismas le hubieran impedido encontrarse con Loki. Su sacrificio fue el que brindó la oportunidad para que sus caminos se cruzaran y estaba profundamente agradecido por ello.

Tomo a Loki de la mano y emprendieron el camino de regreso, dejando el pasado enterrado en la vieja bóveda de los Ponsat. El dolor, la amargura, los reproches: todo se quedó ahí y en ningún momento volvieron la vista atrás.

 

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Antes de marcharse definitivamente de Paris hicieron una última parada en el distrito VI, en el puente de las artes que atraviesa el Ríos Sena, en donde una innumerable cantidad de candados estaban enganchados al parapeto del puente.

—Candados de amor —el asombro de Loki salió como un susurro.

—Así es —dijo Thor y luego de pagarle 20€ a un vendedor ambulante, adquirió uno de ellos—. Cuenta la leyenda que en Serbia, en el “Puente del Amor”, una Omega llamada Nada se veía cada tarde con su enamorado, un oficial Alfa del ejército, llamado Reija —le fue narrando y a medida que avanzaban por la pasarela de madera escribía algo sobre la superficie del candado—. Después de enlazarse, Reija tuvo que ir a la guerra en Grecia en donde se enamoró de una beta, rompiendo el vínculo con Nada; ella nunca se repuso de ese golpe y ya supondrás lo que sucedió.

—Ella murió —completó tristemente Loki, sabedor del destino que corrían todos aquellos omegas cuyo lazo era roto por su alfa.

—Así es. Al ver eso, los Omegas temieron que les pasara lo mismo; para proteger sus uniones, escribían sus nombres junto con los de sus alfas en candados que colocaban en el puente donde Nada y Reija solían encontrarse...

—El puente de los enamorados.

—Exactamente. Todos creen que esta es una tradición parisina, dado que ésta es considerada la ciudad del amor; pero lo cierto es que esta costumbre no llego a Paris si no hasta el año dos mil. Toma —le entregó el candado que ahora llevaba escrito sus iniciales. Loki lo miro sin entender y Thor sonrió—. Anda, colócalo.

—Pero tu dijiste que lo que hay entre tú y yo no es amor.

—Así es, no lo es aún… aunque tengo fe de que en algún momento pueda llegas a serlo ¿Tu no? —y como ya era costumbre, las mejillas de Loki se tiñeron de un ligero color rosado.

Busco el lugar perfecto, entre una muralla formada por cientos de candados que se enlazaban unos con otros, luego regresó nuevamente con Thor.

 —La costumbre dicta que tiremos las llaves al rio como símbolo de que lo nuestro será eterno —dijo el rubio entregándole una de las dos llaves que abrían el candado y conservando la otra—. Nosotros no haremos eso.

—¿No? ¿Por qué? —preguntó desconcertado.

—Porque eso sería volver a cometer el mismo error que nos ató desde el principio.   Esta —señaló la llave que Loki tenía en su mano—, es la llave de tu libertad y esta, es la llave de la mía —dijo mostrando la suya—. Es nuestra decisión seguir juntos o no, es nuestra elección amarnos o aborrecernos. El amor es más fuerte cuando dos personas que son completamente libres e independientes deciden, por propia voluntad, compartir su vida con otra persona; no porque fue el destino quien los unió sin su consentimiento, ni porque son presas del instinto al que se dejaron someter; sino porque ambos lo desean, de entre todas las personas del mundo, se han elegido. Así que dime Loki… ¿Tú me eliges a mí? ¿Deseas unir tu vida a la mía, por propia voluntad y tal vez para siempre?

Loki lo miro en busca de algún signo que indicara que era broma, pero no lo encontró; el brillo intenso de aquellos ojos zircón estaba siendo completamente honesto. Sonrió. Con el corazón desbordante de alegría, se paró en la punta de sus pies para tratar de alcanzarlo y unir sus labios a los de su amado alfa, sellando aquella promesa con un glorioso beso; uno en el que intento trasmitir todo lo que en ese momento sentía y que no encontraba como expresar, pero que sus latidos desbocados, así como el sutil aroma que fue percibido solo por su alfa, parecieron comunicarlo mejor.

 

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—Todo eso me sonó a propuesta matrimonial —dijo Balder, mientras se metía otra gragea Bertie Bott, de todos los sabores, dentro de la boca —¡Qué asco!— dijo escupiéndola de inmediato —¿De qué es?

—Déjame ver —Loki se arrastró panza abajo sobre la cama y tomó el instructivo que venía junto con la caja de grajeas que había llevado a Balder como suvenir, entre muchas otras chucherías—. Parece que es de vomito.

—¿Sabes qué? ¡Olvídalo! —dejó a un lado la caja de grajeas—. Pásame, mejor, las ranas de chocolate.

—¿No te parece que es muy temprano para comer chocolate? Aun no desayunamos —le respondió Loki, acercándole el paquete.

Habían llegado aquel lunes entrada la madrugada; así que, al otro día, lo primero que hizo al despertar (luego de darle el beso de los buenos días a Thor, por supuesto) había sido correr al cuarto de Balder a contarle los pormenores de su viaje como se lo había prometido.

—Nunca es demasiado temprano para el chocolate. Y no me cambies el tema —agregó el rubio, mientras ajustaba la corbata de su uniforme frente al espejo—. ¿Así que mi hermano te propuso matrimonio?

—Yo no diría que fue una propuesta matrimonial —le debatió Loki—, después de todo, ya estamos enlazados.

—Supongo que es su burdo intento de hacer las cosas correctamente. Aunque claro ¿Quién podría competir con la llave de un candado? Un anillo de compromiso no, por supuesto — espetó de manera burlona—. ¡Espera! Olvide que te dio el Mjolnir —se golpeó la frente con teatralidad—. Tal parece que lo suyo es ir en reversa.

—¿En reversa? ¿De que estas hablando? —preguntó sonriendo. Se había incorporado en la cama y ahora lo observaba, divertido, sentado con las piernas cruzadas y abrazando una almohada.

—Sí, te explico —le dijo solemne—: Lo normal, es primero encontrar a alguien, luego tener citas para conocerse más afondo y ver si hay afinidades para pasar a formar una relación y posteriormente pedirle que se enlace contigo y marcarlo ¡Pero claro! —exclamó con su habitual sarcasmo—. Thor Odinson es todo menos convencional. El primero marcó al muchacho, luego lo invita a salir y hasta el último le propone matrimonio y supongo que ahora están en lo que puede llamarse una relación ¿O me equivoco? —preguntó levantando las cejas de manera bromista al reflejo de Loki que le mostraba el espejo— Lo que a mí me tiene intrigado es… —se giró dramáticamente, para luego sentarse en la cama de pierna cruzada, sosteniendo maternalmente la mano de su pequeño cuñado y preguntándole con toda la seriedad del mundo—: ¿Ya hubo acción entre ustedes?

—¿Acción?—cuestiono el pelinegro—, ¿A qué te refieres con acción?  

—Ya sabes… —dijo dándole un ligero golpecito con su hombro— “ACCIÓN” —repitió acompañando sus palabras con algunos gestos de las manos. Gestos que a Loki le costó un par de segundos entender que se refería a situaciones sexuales. El color se le subió hasta las orejas.

—¿Te refieres a… si hemos… cohabitado? —pregunto con timidez.

—¿Cohabitado? ¡Vaya manera de decirlo! —Balder se carcajeo de la forma tan pomposa de llamar al sexo—. Pues sí, la pregunta es si ya te folló, te cogió, te fornicó, te hecho un polvo. —Y con cada termino con que el mayor se refería al coito, el rostro de Loki se ponía cada vez más rojo—. Puedes llamarlo como quieras, el punto es: ¿si ya tuviste sexo con mi hermano? —Pero Loki no dijo nada y Balder se imaginó por qué—. No me vayas a decir que estuviste dos días en la capital del amor, con un alfa del calibre de Thor dispuesto a cumplir todos tus caprichos y te limitaste a ver museos ¿O sí?

—Bu… bueno… yo... es decir… nosotros... no... no —tartamudeó avergonzado.

—¡NO LO PUEDO CREER! —gritó el rubio, levantando las manos de forma teatral, poniéndose de pie y encarando a su cuñado—. Loki, me decepcionas. Ya decía yo que tu aroma no había cambiado en lo absoluto.

—Es que… es que… bueno… apenas empezamos a tratarnos como pareja, lo más prudente seria ir con calma ¿No?

—¿De dónde sacaste eso? Déjame adivinar, toda esa verborrea tiene la firma de mi hermano. —Loki bajo la mirada cohibido—. ¿Y tú estuviste de acuerdo?

—Pues… no lo sé… sí… creo que sí.

—¡¿Crees que sí?! —Entonces, la alarma de su móvil comenzó a sonar y Balder se distrajo silenciándola—. ¡Demonios! Se me hace tarde —dijo tomando su mochila—. Pero esto no ha terminado —lo amenazó.

—Debo ir a cambiarme —se despidió el pelinegro, ansiando tomar aquella oportunidad para escaparse. Balder lo llamó.

—¡Espera! —buscó en su closet un paquete envuelto en papel de colores y se lo entregó— Feliz cumpleaños cuñado —dijo con una gran sonrisa.

—¿Para mí? —preguntó Loki, emocionado, recibiendo el regalo.

—¿Acaso tengo otro cuñado que haya cumplido dieciséis años? ¡Daa! Anda, ábrelo —le ordeno y Loki obedeció gustoso arrancando rápidamente la envoltura para descubrir una caja de madera—. Es un estuche de dibujo —le aclaró Balder, mientras Loki abría la caja con bandeja ajustable y admiraba su contenido: lápices de color, crayones pastel, tubos de pinturas óleo y acrílica, acuarela, pinceles, lápices y hojas para bosquejo, una paleta, un borrador y un sacapuntas y dos guías de aprendizaje. Estaba sencillamente maravillado—. Sé que te gusta dibujar —le dijo encogiéndose de hombros cuando el pelinegro lo miro sorprendido, como si hubiera revelado su más grande secreto—. Sueles garabatear los márgenes de los libros que estas leyendo y debo admitir que no lo haces del todo mal, pero no creo que los preciados libros de mi padre sean un buen lugar para hacerlo.

A Loki le encantó, era la primera vez que recibía regalos por su cumpleaños y Balder era la segunda persona que lo hacía con algo tan especial, que estuvo a punto de agradecérselo a lagrima suelta; pero ya estaba harto de llorar por cualquier cosa y en su lugar lo envolvió en un fuerte abrazo.

—¡Muchas, muchas gracias!

—¡Epa! —se quejó el rubio ante la efusividad de su cuñado—. Me arrugas el saco.

—Siempre quise aprender a dibujar —le dijo Loki, pasando cariñosamente su dedo por entre los lápices—. Mi padre decía que mi madre había sido una espuenda artista, pero Býleistr nunca me lo permitió. Creía que un omega no necesitaba aprender a hacerlo, que no era algo que se requería para criar niños o para abrirle las piernas al marido. Así que tuve que hacerlo solo, a escondidas, porque se molestaba mucho cuando me sorprendía y destrozaba mis dibujos. Por suerte nunca revisaba mis libros —dijo con una sonrisa traviesa.

—Lo cual explica porque es un tarado.

—Thor es de la misma opinión —Loki recordó la forma en que su alfa lo había defendido de Byleistr y una sensación cálida brotó de su pecho llegando hasta sus mejillas, tiñéndolas de carmesí.

—¡Estas bien jodido amigo mío! —sonrió Balder palmeándole la espalda—. Se nota a leguas que estas perdida y estúpidamente enamorado de él. Espero que mi hermano sepa corresponderte.

—Yo también —dijo quedito, era su más grande deseo para lo cual estaba dispuesto a dar todo el él.

Sin embargo, había cosas que no estaban en su control y una de ellas llegaría durante el desayuno.

 

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El ambiente en el comedor era festivo. Helga los recibió esa mañana con pan tostado, coctel de frutas, wafles con arándanos y crema batida, zumo de naranja, omelette de jamón, champiñones y queso, café kopiluak para los mayores y malteadas de fresa y chocolate para los peques de la casa.

Balder solo aceptó la fruta bañándola con miel y granola, pretextando que estaba a dieta; aunque de ser ese el caso, Loki no entendía como fue a jambarse una docena de ranas de chocolate antes de bajar. Ya para el final, la vieja nana los sorprendió con un delicioso pastel de tres leches adornado con duraznos en almíbar.

—¡Feliz cumple años! —le desearon todos con una sonrisa, conmoviendo el corazón de Loki. Por primera vez sentía que pertenecía a una familia.

Luego de pedir un deseo y soplar las dieciséis velas que adornaban su pastel, Helga les fue repartiendo una rebanada a cada uno. Más regalos, se fueron sumando.

—¡Un celular! —exclamó sorprendido por el iPhone 10 que sostenía.

—Así podrás estar comunicado con Thor en todo momento y el no tendrá que molestar a Helga —le dijo Frigga mirando de soslayo a su hijo con una sonrisa pícara, mientras Thor se hacia el desentendido.

—Este es el mío. —El patriarca señaló una pesada caja que minutos antes había traído uno de los empleados y la colocó a un costado del chico.

—Muchas gracias —dijo sonriendo mientras lo habría, encontrándose con una serie de libros muy extraños, cuidadosamente embalados.

—Es un tratado sobre las particularidades de tu casta, escrito hace miles de años por los antiguos Sumerios. Thor nos mencionó que estuvieron hablando de ello durante su viaje y debo suponer que tienes muchas dudas, tal vez puedas encontrar en estos libros las respuestas a muchas de tus preguntas.

Loki extrajo uno de aquellos antiguos ejemplares con sumo cuidado y respeto, aspirando la fragancia propia de los libros: a papel guardado y sabiduría, almacenada en hojas que lucían amarillas y tostadas por el paso del tiempo. Acarició, fascinado, su rustica encuadernación y sonrió.

—Los Sag-giga tenían la creencia que nuestros orígenes vienen del espacio —le relató Odín, conforme con la reacción del chico—. Decían que los dioses bajaron a la tierra para darnos vida, creando a la primera pareja de Alfa y Omega a su imagen y semejanza. Este gen, se mantuvo oculto en nuestro ADN por cientos de años durante los cuales la casta Beta prosperó; sujetos sin duda más fáciles de gobernar que los temperamentales alfas y con menos sensibilidad que un Omega. Hasta que, eventualmente, nuestra casta, que anteriormente fue considerada una anormalidad, comenzó a expandirse y establecer la sociedad como la conocemos hoy en día.

—No sin antes pasar por miles de guerras por el reconocimiento de nuestros derechos — agregó Frigga.

—Por supuesto —concedió el viejo alfa—, algo que ahora están haciendo los Omegas también. Como te decía, los sumerios o Sag-giga, como se autodenominaban, creían que sus Dioses procrearon Alfas y Omegas de sangre pura, los cuales se encargaban de gobernar por ellos, aquí en la tierra. Estos eran seres de increíble poder, que tenían la habilidad de controlarnos a todos con su simple esencia o koku. Por supuesto ellos no los llamaban así, sino Ilahi, que significa divinos. Por mucho tiempo se consideró a los Ilahis una leyenda que se fue adecuando a cada una de las mitologías. Lo cierto es, que los sumerios documentaron todo lo referente a su cultura en tablillas de barro que fueron traducidas a varias lenguas que, en la actualidad, se consideran muertas, como el arameo y distorsionándose el conocimiento a lo largo de los años. Los libros que tienes ahora entre tus manos, son transcripciones del original, por eso son únicos, como tú. En ellos se describen diversas características que concuerdan mucho con tu tipo de casta y que sé, te serán de mucha utilidad.

—¿De qué casta están hablando? —preguntó Balder mientras introducía un trozo de durazno a su boca, sin entender ni una palabra de lo que decían—. ¿Qué no se supone que Loki es un omega como yo?

—No exactamente —respondió su padre—. Ya después te explicare con más detalle.

Loki dio una ojeada rápida al libro que sostenía, con la cabeza de Balder mirando sobre su hombro; este último no entendía ni un ápice de lo que en él se escribía.

—¿En qué idioma están? —preguntó a su padre.

—Latín —carraspeó Odín ante esa cuestión, había pasado por alto que quizá Loki no podría entenderlos—. Son libros muy antiguos y casi desconocidos, transcritos de las tablillas originales por escribanos del siglo XIV, los conseguí en una subasta.

—¡¿Y cómo carajos va a saber Loki lo que dice ahí?! —protestó  Balder.

—¡Ese vocabulario jovencito! —lo reprendió Frigga.

—Yo se hablar y leer en latín —declaró Loki sorprendiendo a los presentes, excepto a Odín, quien asintió complacido.

—¿Cómo es que sabes latín? —preguntó Balder estupefacto— ¿Quién, en su sano juicio, aprende eso en la actualidad?

—Pues yo —dijo tímidamente—. No tenía mucho a que dedicarme estando encerrado. También se francés, italiano, español, alemán y un poco de noruego —presumió ante el gesto de sorpresa de su cuñado—. Este último apenas lo estoy conociendo porque… bueno… ustedes son noruegos ¿No?

—¡No inventes!

—Vaya sorpresa —exclamó Frigga— ¿Qué te parece Thor?

—Que Loki es una persona sorprendente, por supuesto —soltó, orgulloso, el rubio, luego dio un sorbo a su café mientras le guiñaba un ojo a su omega en complicidad.

A lo largo de esos seis meses, Thor había descubierto que Loki era una persona realmente extraordinaria. Y no solo por lo inusual de su casta, si no porque, a pesar de ser solo un chiquillo, se había mantenido firme ante todas las adversidades que se le habían presentado. Tenía una fortaleza extraordinaria y una personalidad resplandeciente. Estaba seguro de que, con el tiempo, se convertiría en un gran Omega; admirado y reverenciado por sus iguales así como por muchos alfas y él… él sería el guardián de semejante joya.

Un sentimiento de vanidad inflo su pecho, hasta que su agudo sentido del olfato captó una muy conocida esencia a canela aproximándose. Instintivamente su cuerpo se tensó.

—¡Hola familia! Muy buenos días —saludó la hermosa y elegante Alfa que en ese momento hacia su aparición, atrayendo la atención de los presentes—. Frigga —se inclinó a saludar  a la dama, besando su mejilla, para luego hacer lo mismo con Balder y Odín.

—¡Sif! —la saludó el alfa, de manera rígida y alerta.

—¿Qué? ¿No me vas a decir que no me extrañabas?  —dijo la chica, colgándose de su cuello y tratando de besar sus labios, pero impactándose contra la mejilla de Thor—. ¿Que pasa contigo? —preguntó molesta ante el rechazo del alfa.

—¿Ella es Sif? —se escuchó murmurar a alguien.

Sif se giró reparando por primera vez en la presencia de aquel singular pelinegro sentado junto a Balder. La mirada que le regaló fue tan intensa que el pequeño se encogió en su lugar.

—¿Quién es él? —le cuestionó a Thor, descartando al omega por completo. Observó, también, el pastel y las envolturas de los regalos—. ¿Que están festejando?

—Él es Loki —lo presentó Frigga—, estamos festejando su cumpleaños.

—¿Loki? No recuerdo a ningún familiar con ese nombre.

—Él es el Omega de Thor —declaró Odín.

—¿El Omega de....Thor? —preguntó lentamente, creyendo haber escuchado mal. Osciló su mirada entre el chico y el Alfa, quienes parecían incomodos en sus asientos, para finalizar con una estruendosa carcajada que hizo eco en todo el comedor—. ¡El Omega de Thor! ¡Qué buen chiste! —rio creyendo que todo aquello era una broma, pero, al ver que ninguno compartía la gracia, su risa fue bajando de intensidad hasta desaparecer— ¿Están hablando enserio? —inquirió sin obtener respuesta de ninguno de los presentes—. ¿Thor? —demandó directamente al rubio con un deje de rencor, su jocosidad inicial quedando completamente en el olvido.

—Así es Sif —le confirmó el alfa—, Loki es mi Omega.

—¡¿QUE?! —gritó volteándose hacia el adolecente, sin poderlo creer.

—Sera mejor que discutamos este asunto en privado —sugirió el rubio poniéndose de pie. Trató de tomarla de brazo para guiarla, pero ella se zafó del agarre completamente indignada.

—¡Ya lo creo que lo discutiremos! —gruñó liberando un aroma de amenaza en dirección de Loki, obsequiándole una fiera mirada, antes de salir del comedor.

Thor suspiró pesadamente, como si el cansancio de la batalla que estaba por librar le hubiera llegado por anticipado.

—Si me disculpan —se despidió de su familia y fue tras Sif.

Loki estuvo a punto de seguirlo, pero un apretón de Balder sobre su pierna lo detuvo. Cuando se giró hacia su cuñado, este simplemente negó en silencio y se puso, también, de pie.

—Se hace tarde —le indicó a su padre, el ambiente festivo había muerto por completo en aquel lugar.

Odín entendió la incomodidad que debía causar a Balder toda esa situación, la esencia de Sif inquietando el ambiente. Lo más indicado era alejarlo de ahí.

—Sera mejor que nos vayamos —informó Odín poniéndose de pie—. ¿Frigga? —llamó a su esposa.

—Los alcanzare después, quisiera... —dejó sin completar la frase, pero Odín entendió a la perfección, sus ojos estaban puestos en Loki también.

—Muy bien —se despidió con un cálido beso, no sin antes prometerle que dejaría a Heimdall para lo que dispusiese. Balder se fue con él.

Una vez solos, Frigga recomendó a Loki llevar sus obsequios a su habitación. A diferencia de los demás, sonreía tranquila, contrastando, enorme, con la tensión que se respiraba en el ambiente. Le comunicó que estaría con Heimdall, por si llegaba a necesitarlos… a cualquiera de los dos. Loki no entendió muy bien porque le dijo esto último, pero la obedeció. Se dirigió hacia el segundo piso con paquetes en mano pero, al hallarse al pie de las escaleras, logró escuchar los gritos que llegaban a través de la pesada puerta del despacho.

—¡A MÍ NO ME VENGAS CON CHINGADERAS! ¡TENÍAMOS UN TRATO!

La prudencia dictaba que siguiera de largo ignorando lo que ahí sucedía, pero la curiosidad pudo más que el razonamiento. Colocando sus obsequios en una mesita aledaña, se dirigió sigilosamente hacia la entrada del despacho. A tan solo dos pasos, todo oía con claridad.

—¡¿Enserio lo crees Sif?! —le reprochó Thor— ¡Mírame y dime si me crees capaz de eso!

—¡¡Ya no se de lo que eres capaz! primero todo el circulo mediático con la escuincla esa ¡¿Y AHORA ESTO?! Tu padre me pidió que me mantuviera tranquila, que solo era publicidad, ¡pero esta putería no es, para nada, publicidad! ¡¡MALDITA SEA, TENÍAMOS UN PINCHE TRATO!! —se escuchó el estruendo de una silla al caer—. ¡¿Es que ya se te olvido?! ¡Tú y yo nos casaríamos y tendríamos al maldito heredero que nuestros abuelos tanto deseaban!

—¡¿Y eso es lo que tu deseas Sif?! —le inquirió el alfa.

—¿Acaso tu no? ¡¿Entonces para qué demonios lo hablamos tantas veces?!

—¿Podrías calmarte? —Thor intentó tranquilizar la situación.

—¡¿Que me calme?! ¡¿Como putas quieres que me calme si me sales con estas mamadas?! ¡SI FUISTE Y TE FOLLASTE A UN PINCHE CHAMAQUITO DE MIERDA!

—¡Loki no es un pinche chamaquito! —le gruñó furioso— ¡Y tampoco me lo folle!

—¡PERO LO MARCASTE!

—¡Ya te explique cómo sucedieron las cosas!

—¡Claro! ¡Que conveniente para ti culpar a una puta droga! ¡¡Esa pendejada no te la crees ni tú!!

—¡Mira, me importa un pito si me crees o no! —explotó Thor, la paciencia se le estaba agotando.

—¿Ahora te haces el digno? ¡Te recuerdo que aquí la ofendida SOY YO! Quedamos que solo tendríamos un hijo y que si más adelante nos animábamos a más, escogeríamos juntos al omega que pariría a las crías. Uno del gusto de amos ¡No solo tuyo!

—¡Loki no es un omega de cría!

—¡ÓSEA QUE DESPUÉS DE TODO SI LO QUIERES PARA COGÉRTELO, CARBÓN!

—¡Que no!

—¡¡Me queda claro que quieres tu puto harem personal!!

—¡Con un demonio que no! —en este punto los dos hablaban casi al mismo tiempo, dificultándole a Loki seguir el hilo de la discusión.

—Entonteces dime ¡¿Qué carajos es para ti ese niño?!

—Es parte de mi familia.

—¡No, Balder es TU familia! ¡No alguien que lleva tu puta marca en el cuello!

—¡Eso no tiene nada que ver!

—Entonces cuando nos casemos ¿Qué? ¿Lo vamos a adoptar? ¡No me digas! —el sarcasmo resonaba a su máxima expresión—. Ya veo a nuestro cachorro llamándolo hermano mayor.

—Por favor Sif, no jodas.

—Solo intento entender qué lugar va a tener este niñato en nuestras vidas.

—¡NO LO SÉ! ¡¿SÍ?!  ¡No fue algo que yo planeara!

—¡¿Y qué piensas hacer al respecto?! ¡Por que el escuincle esta ahí y no me estás dando ninguna jodida solución!

—¡NO LO SÉ! —exclamó desesperado.

—¡¡Pues si no lo solucionas tú, lo hare yo!!

—¡¿Qué piensas hacer?!

—¡Eso ya lo veras! —amenazó dirigiéndose a la salida.

Loki podía oírla caminar hacia él, pero sobre todo, podía percibir a la perfección el aroma amenazante que despedían las hormonas de Sif, con la potencia demoledora de una bomba de gas. Se separo rápido de la puerta y corrió hacia el recibidor antes de ser descubierto, la autoritaria voz de la alfa lo frenó.

—¡ALTO!

Loki tuvo que obedecer, odiaba esa parte de su naturaleza que lo hacía someterse.

Sif se le acercó como un depredador apunto de atacar.

—Mira nada más —levantó el rostro del pelinegro clavando sus ojos avellana en el chico. Loki sintió un escalofrió ante aquella peligrosa mirada—. Así que tú eres el mocoso que logró engatusar a Thor.

Sif se encontraba a escasos centímetros de su cara y, aterrado, Loki desprendió su aroma llamando desesperadamente a su pareja.

Aquello fue como un puñetazo en el magnífico olfato de la alfa, el delicioso aroma a vainilla y chocolate la envolvió. Olía puro, sin macula, sin ningún rastro de otros alfas impresos en él. Thor no había mentido al respecto, aún no lo había tomado y aquello le pareció sencillamente delicioso. Sonrió. Su cuerpo entero se hallaba tenso, presa de una enardecida pasión.

—Hueles exquisito —susurró lascivamente en su oído. Loki se estremeció—. No puedo quejarme, Thor siempre se ha caracterizado por su buen gusto —le dijo con voz aterciopelada y complacida, erizándole completamente la piel. Por alguna razón aquel gesto le atemorizó más a Loki que los gritos anteriores, haciéndolo temblar—. Mis cachorros serán hermosos contigo. —Pasó la húmeda lengua por su oreja, deslizándola, luego, por la mandíbula y cuello, bajando cerca de la clavícula donde delineo la marca de Thor—. No puedo prometerte que no te dolerá, pero créeme, se pasara rápido —y se acercó hasta posar la nariz en su blanca piel.

Loki estaba inmóvil ante aquel ataque, maniatado sin posibilidad de escapar. Percibiendo el picante aroma de la excitación de la alfa perforando su nariz, sintiendo la tibieza de aquellos labios posarse contra su cuello mientras era jalado violentamente por el cabello.

—No —gimió apretando los ojos con fuerza, él no quería eso. No deseaba pertenecer a dos alfas, ser un  omegadelt. La única marca que quería en su cuello era la de Thor.

—Te prometo que te gustara —susurró caliente, mientras que su otra mano apretaba obscenamente su trasero.

Sintió el filo de aquellos terroríficos colmillos presionar contra su carne, pero, antes de que pudieran perforar la piel, una fuerza violenta tiró brutalmente de la chica, separándola de él.

 Un feroz gruñido resonó en la estancia, acompañado por el avasallante aroma de Thor.

—¡¿QUE JODIDOS CREES QUE HACES?! —gritó cubriendo al pequeño omega con su cuerpo. Fue hasta ese momento que Loki se atrevió a abrir los ojos, mientras Sif se ponía de pie

—¡Hazte a un lado! —le advirtió la alfa mostrándole los colmillos, con los ojos inyectados de sangre—.¡QUITATE!  —berreó fuera de sí, poniéndose en posición de ataque— en este mismo instante voy a marcarlo como un omegadelt.

—¡¿Acaso estas demente?! ¡¡Sobre mi cadáver!! —siseó Thor.

Lo que ocurrió Loki nunca lo esperó.

Sif se lanzó dispuesta a pelear por él y con un rabioso rugido,  Thor se le enfrentó.

Jamás había presenciado una pelea de alfas en su vida, pero sabía, al igual que todos, que lo mejor era evitarlas a toda costa. La ferocidad con que estos solían enfrentarse ocasionaba terribles desgracias. Ante él tenía él porque:

Thor arrojó lejos a la alfa quien, con una agilidad asombrosa, volvió a arremeter colerica, estaba dispuesta a todo por obtener a su presa. Soltó un zarpazo a Thor en la cara haciéndolo sangrar, mientras el rubio conseguía atestarle un golpe en el estómago sacándole el aire. Esto no la detuvo por mucho tiempo, se arrojó sobre él derribándolos a ambos, rodando y luchando por ver quien tenía el control, destrozando toda la estancia a su paso.

Al final, Thor se impuso sometiéndola bajo su peso, tomándola por el cuello y apretándolo con todas sus fuerzas. Sif pataleaba y se retorcía en un intento por liberarse, incrustando sus largas uñas en los brazos de Thor; pero este no aflojo el agarre, al contrario, parecía ceñirlo con más odio.

—¡THOR! —grito Loki saliendo del transe en que se encontraba, colgándosele del cuello, intentando que soltara a Sif. Pero el rubio lo arrojó lejos de él, estaba completamente fuera de sí, totalmente dominado por sus instintos, incapaz de escucharlo.

La estancia fue invadida por las feromonas del pequeño omega, liberadas en un desesperado intento por calmar al furioso alfa. Esto pareció surtir un mínimo efecto en el rubio, quien aflojó el agarre, justo cuando Sif pareció rendirse, cuando, un fuerte y agudo sonido perforó sus tímpanos, obligándolo a soltar a su presa para cubrirse los oídos.

Heimdall llegó seguido de una docena de guardias que se encargaron de separarlos.

—¡¿Que está pasando aquí? —Frigga entró con el sequito, viendo, con horror, su recibidor completamente destruido.

Loki era incapaz de pronunciar palabra, sus piernas dejaron de sostenerlo y cayó al suelo de rodillas.

Sif estaba siendo revisada por uno de los guardias, mientras tosía y jalaba aire con desesperación.

—¡¡No te atrevas a acercarte a él, te lo advierto!! —amenazó Thor, despidiendo aún más fuerte su olor territorial, mientras era sometido por Heimdall y seis guardias más—. ¡LOKI ES MÍO! ¡¿ENTENDISTE?! ¡¡SOLO MÍO!! —fue lo último que dijo antes de que le fuera suministrado un tranquilizante en la vena de su cuello, consiguiendo así noquearlo por completo.

—¿Estas bien? —preguntó Frigga a Loki, revisándolo minuciosamente de pies a cabeza. Pero el chico no hacía más que temblar y llorar abrazándose fuertemente al cuerpo de su suegra, necesitando de su soporte y seguridad a falta de Thor.

—¡¡Esto no se va a quedar así!! —gruñó Sif con una voz áspera y arenosa— Él y yo tenemos un trato y lo va a tener que respetar.

—Es mejor que te vayas, Sif —dijo enérgicamente la matriarca protegiendo con su cuerpo al tembloroso omega—. Heimdall, hazme el favor de escoltar a Sif a la salida.

—Será un placer —dijo el alfa, acompañando a una sangrante y maltrecha Sif, pero no por eso menos feroz ni menos intimidante. Heimdall no podía más que admirar a aquella chica, porque alguien que se atreviera a enfrentarse así a Thor, con ese temple y fiereza, era alguien a quien temer y todos en aquella estancia lo sabían.

Loki tenía miedo, mucho miedo, por él y por Thor.

¿Qué sería de su naciente relación ahora que ella estaba de vuelta en su vida? ¿Cuál sería la venganza de Sif?

 

 

Notas finales:

Y bien? valio la pena la espera?... yo espero que si. Nos leemos en el siguiente capitulo.

Adiosin.

 


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