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Combustión [2Jae] por Raes

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  Agua…

 

  Las imágenes cruzaron veloces su mente, una tras otra, todas borrosas.

 

  Aire…

 

  La garganta le ardió cuando tragó saliva al despertar, todavía sin ser capaz de abrir los ojos.

 

  De golpe los recuerdos le llenaron y se aclararon formándole la cronológica secuencia.

 

  YoungJae ahogó un gemido de total frustración y vergüenza. No podía creer lo sucedido la noche anterior, deseaba que fuese irreal, que fuese un sueño malísimo el cual podría matar lentamente en su conciencia. Pero no, ahí estaban sus recuerdos, vivos y frescos bailándole en la cabeza.

 

  Se sacudió violentamente en la cama, permitiendo que la sábana se enredara entre sus piernas y debajo de sí mismo, formando un lindo rollo de híbrido húmedo. Fue en esa acudida donde notó su ropa húmeda y por consecuente la cama. “Me voy a enfermar” lloriqueó, acurrucándose todavía más como si reduciendo su exposición pudiera minimizar sus acciones pasadas.

 

            –No. No, no, no, no –zumbó al percatarse de un detalle nada mínimo– no puede ser.

 

  Recuerda haber sido sujetado por alguien después de que YuGyeom se alejara y luego de que BamBam terminase de…

 

            –Ay, Dios.

 

  Si fuera posible sumergirse más en su miseria, lo haría sin dudarlo. JaeBum lo había rescatado, lo había agarrado y por suposiciones lo había sacado del agua. Pero la peor parte fue que en ese trayecto ínfimo hacia la superficie, los toques y movimientos en su miembro habían provocado que se corriera, justo antes de que él le rescatara. En otras palabras, y siendo mucho más franco y directo consigo mismo, JaeBum le había visto eyacular debajo del agua, con todo lo que eso conlleva, desde lo asqueroso de ensuciar la piscina, hasta la vergüenza de verle casi desnudo.

 

  Rodó otra vuelta, abrazando la almohada a su lado. Por la claridad atravesando la tela dedujo que sería de día; de día, de noche, no le importaba, no iba a salir de su habitación en los próximos diez años. Cubrió la esponjosidad y se aferró a esta, enterrando su rostro en la búsqueda de conciliar el sueño. JinYoung le mataría si se enterase de que durmió con ropa mojada y peor si había teñido alguna prenda blanca con otra de color, eso sin contar la gripe que se ganaría como bonus track. Aspiró profundo para dormir y un singular aroma le penetró hasta el cerebro, identificándolo como uno no propio.

 

  Olfateó de cerca y más atento la almohada, picando en todas partes con su nariz atento al olor extraño. Sus cobijas, por lo general, olían a esencias de limón u otro cítrico, también se mezclaba a veces con el mentolado aroma del desinfectante que JinYoung le hacía usar para higienizar, o un aroma dulzón cuando tomaba baños de inmersión con jabones aroma a uva. YuGyeom se lo decía a menudo: “Tu cama huele como cuna de bebé” cada que ocupaba su habitación para leer algunos mangas o simplemente jugar un rato. Y es que así solía oler de donde provenían los hermanos híbridos, en el orfanato, todos los híbridos ocupaban una gran habitación según su tipo de hibridación y la cama de Bambi tenía ese aroma característico a bebé por los aceites con los que lo bañaban.

 

  Inspeccionó más a fondo esta vez, llevando su nariz a las sábanas que lo recubrían.

 

  A YoungJae le gustaba que su habitación tuviera aroma dulce, le tranquilizaba y le hacía sentir muy bien. A diferencia de sus compañeros, donde sus cuartos emanaban olores a lavanda, perfumes masculinos o florales: BamBam, o a desinfectantes; JinYoung.

 

  Este, en cambio, le removió el cuerpo por lo penetrante. Madera, algunos cítricos y tabaco. No el aroma asqueroso del cigarro humeando, sino el suave y adictivo aroma del tabaco sin quemar. Tan fuerte, tan intenso, tan viril que YoungJae se encontró aspirando fuertemente sobre las sábanas hasta que un click le hizo paralizarse.

 

  Este aroma era de JaeBum.

 

  ¿Qué hacía con una almohada y una sábana de él?

 

  Alertado, descubrió su rostro despacio con el miedo esparciéndose por su anatomía.

 

  Ahogó otro de sus tantos gritos callados y miró alrededor estupefacto. El armario, la mesa de luz, las cortinas de la ventana, incluso la cama y las sábanas que lo cubrían no eran suyas, nada de lo que estaba allí tirado era de él, absolutamente todo le pertenecía a JaeBum, éste era su cuarto. Estaba en completo desastre la habitación casi dada vuelta, lo que parecían objetos decorativos de armario estaban desperdigados por el suelo y alguno  roto en una esquina, tal vez roto por la fuerza con la que fue lanzado. La única silla estaba caída por el evidente peso que hacían las prendas de vestir recargadas en el respaldo, las persianas de la ventana (persianas que YoungJae quiso poner en su cuarto para evitar que el sol le golpease en la cara por las mañanas) estaban descolocadas y torcidas, enganchadas en sus extremos con las cortinas beige. Parecía como si hubiesen saqueado la habitación por buscar algo escondido.

 

  Aturdido revisó una vez más su cuerpo; llevaba su pantalón, húmedo por supuesto, y la camiseta estaba intacta. Ante su acción, se avergonzó por incontable vez en la semana. La idea de haber tenido sexo con JaeBum le hizo temblar, no recordaba nada de eso, porque si algo así hubiese pasado era imposible que no recordara. Además no le dolían las caderas…

 

  Dejó de sopetón la cama y corrió a la puerta. Sin embargo, con la adrenalina mezclándose dentro de sus venas, regresó a la cama en busca de la almohada con aroma a…

 

            –JaeBum.

 

Él.

 

  Se estaba mareando, se estaba mareando debido al fuerte aroma otra vez penetrándole las fosas nasales, la piel, paseándose por sus sentidos cosquilleándole cada centímetro de su sensible entidad, Diablos, era un jodido gato con síntomas de celo por su maldito ciclo de hibrido, y estar allí con la esencia única de quien le alteraba incluso en su estado relajado y despreocupado no ayudaba a la causa.

 

  Con todas las fuerzas posibles de no emitir sonido por los roces de su propia ropa con sus partes más sensibles, comenzó a caminar hacia la puerta y la abrió. Nadie parecía estar del otro lado, quizá por la hora o quizá porque la habitación del híbrido de zorro era la última del corredor del primer piso. Su cuarto estaba ubicado en la otra punta, sólo tendría que escabullirse como un fantasma y saldría airoso. Apretando la almohada como su objeto más preciado –tesoro capaz de volarle hasta el cielo, admitió– avanzó pies descalzos lejos de su tormento. Olfatear la esponjosa almohada le condujo a un camino que se venía repitiendo sus últimos días, y ese era activarse con cualquier clase de estímulo convirtiéndose de un segundo a otro en una caldera en ebullición. Ocasionalmente, usaría ese mismo objeto para imaginar y alzar vuelo a un mundo donde su vida fuese más fácil y el ciclo se terminase tan sólo recurriendo a alguien ficticio, porque podía admitirse a sí mismo que pensar en JaeBum, olfatear sus prendas, imaginarlo junto a él… le excitaba. Y lo cruel del asunto, era que no se iba a concretar.

 

  Su avance por el pasillo de pronto se vio detenido a medio recorrido. YoungJae, en el estado horrible en el que se encontraba, no pudo evitar paralizarse unos segundos observando la presencia apoyada en el borde del barandal que continuaba en las escaleras. Calzado en un par de botas negras opacas, unos pantalones de símil cuero ajustados y una camisa del mismo color, BamBam le inspeccionaba con la miraba enseñando una sonrisa apenas asomada. Estaba inclinado con ambos brazos cruzados, las piernas superpuestas y lo único fuera de línea parecía ser su cabello blanco, alborotado de un lado haciendo de su imagen una más fresca.

 

  El agarre en la almohada se intensificó.

 

            –¿Te sientes bien? –le preguntó el peli plateado.

            –Sí…

            –No luces muy bien que digamos.

 

  No iba a jugar con su auto control, en la semana le había fallado incontables veces y apostar a que ganaría esta vez era ser suicida. Tragó fuerte y retomó su andar, ignorando el hecho de que BamBam le estuviese mirando de pies a cabeza; no tenía que ser adivino, él mismo incluso le había paseado los ojos por sus largas y finas piernas. El aire estuvo retenido en sus pulmones por fracciones de segundos, sin respirar con fuerza.

 

  Una vez frente a su puerta, la entornó con rapidez y se escabulló dentro, cerrándola y apoyando su frente en la madera. Inconsciente deslizó su mano directo hacia su estómago, palpando con lentitud hasta resbalar por debajo de la tela; estaba deseando tocarse y el intenso aroma desprendiéndose de la almohada lo impulsaba.

 

            –¿Necesitas ayuda, hyung?

 

  El corazón se le desbocó por la sorpresa.

 

            –Hyung, ¿estás bien?

 

  YuGyeom estaba sentado en su cama con las piernas cruzadas y  las manos estiradas hacia atrás sirviendo de apoyo. La sonrisa fina fue lo único capaz de ver en su rostro puesto que su cabello abundante caía sobre su frente en forma de flequillo largo, brindándole aires de misterio. Emitió un sonido desde su garganta trayendo a YoungJae devuelta a la realidad, pero, contrario a lo esperado, YoungJae manoteó su armario tomando una camiseta, un pantalón y torpemente salió de su propia habitación.

 

  La almohada le amortiguó el golpe que recibió cuando fuera de su cuarto, chocó con el cuerpo de Jackson. Esta vez sí jadeó, medio por el contacto de las manos en su línea de división torso-piernas, y medio por el miedo a caer. Los marcados y tonificados brazos del híbrido canino brillaban, algo que le confirmó que antes estuvo ejercitándose.

 

            –Hey, YoungJae –susurró, llevando su cuerpo hacia un lado en un abrazo– ten más cuidado o podrías lastimarte. Y si eso sucede, uno de nosotros tendría que ayudarte.

 

  Con poca fuerza de voluntad empujó a Jackson, éste acató su pedido silencioso y YoungJae echó a andar escaleras abajo, aun abrazando la almohada fuertemente. El baño de la planta baja debería servir, debería ser capaz de liberar su mente, dejar de interpretar las palabras de los demás como dobles intenciones, dejar de ver a sus compañeros como potenciales amantes. Porque esa era palabra que no estaba queriendo utilizar, esa era palabra que definía su vehemente búsqueda.

 

  Él estaba buscando una pareja.

 

            –¡YoungJae! –escuchó, cerca ya del baño. Si bien su intención no era mirar para no complicarse aún más la existencia, lo hizo– Te ves agitado, ¿qué has estado haciendo?

 

  Mark sostenía la patineta con un pie, mientras que le observaba con los labios entreabiertos, lamiendo con la punta de su lengua uno de sus colmillos puntiagudos. YoungJae se derritió y cayó hacia el interior del baño, gimoteando al borde del llanto y pateando la puerta para que ésta se cerrara.

 

  Por mucho que hubo abrazado la almohada, se sintió desconsolado. Y solo.

 

**

 

  Miró el cuadro recién terminado, era uno grande y con manchas en variados tonos de un color tierra. Estaba sentado enfrente, manos hacia adelante sobre sus piernas y la espalda encorvada por el cansancio. Desde que había empezado a pintar, sus cuadros siempre representaban su interior, sus estados de ánimo, sus miedos, sus alegrías y todo aquello que le afectaba emocionalmente. YoungJae realizaba su propia catarsis pintando, y esta vez le sirvió para encontrarse consigo mismo y sus pensamientos.

 

  Estaba sumamente triste, y dolido, porque sus compañeros, su propia familia, estaban jugando con algo tan delicado como el ciclo de celo de un híbrido. Quizá, a oídos de un humano incomprensible o un médico escéptico, esta terminología fuese absurda, cómica o fuera de lugar. Pero lo cierto era que ese término era el correcto, porque un híbrido no clasificaba ni como humano ni como animal, estaba en el medio, en el limbo.

 

  Le dolía que estuviesen burlándose de él, que estuviesen usando su momentánea debilidad por las hormonas sexuales a tener un encuentro íntimo. Él siempre creyó que llegado el día en que pudiese requerir su ayuda en el proceso, éstos comprenderían y pondrían lo mejor de sí para brindarle su propio espacio y tiempo hasta superar la etapa. Sin embargo, sus deseos se vieron aplastados.

 

  Observando la reciente pintura, se permitió llorar y consolarse a sí mismo. Aguardaría allí encerrado apagando –o bien, apaciguando– su cuerpo cuando las ganas de  masturbarse llegara.

 

  Todavía quedaba un cabo suelto por  atar, y ese era JaeBum. Le dolía, sí, que le ignorara todo el tiempo, que huyera cuando se le acercaba y que se enfadara con él por cualquier pequeñez. Recordó, no obstante, cuando le rescató de la piscina y lo trasladó a su propia habitación. ¿Por qué? Si se suponía que su presencia era molesta, ¿por qué “prestarle” su alcoba estando inconsciente y sucio? Era el que más inestabilidad emocional le provocaba, y por quién más se preocupaba también, aun si JaeBum le tratase mal, YoungJae quería lo mejor para él.

 

  Pero lo que más lamentaba, sobre todas las cosas, es que se haya fijado de otra manera y de forma sentimental, en uno de su propia familia.

 

  Lavó los pinceles en la pileta del taller, fregando también sus brazos manchados. Se preguntó: ¿dónde estaría? Solía mantenerse en el estudio de música de la planta baja, el cuarto utilizado por JaeBum y JinYoung por sus habilidades en el canto. Se convenció de que allí es donde estaría los recientes días, y por eso mismo no lo había visto pasearse por su delante.

  Miró a través de la ventana hacia la parte trasera de la casa:

 

            –La leña ha aumentado demasiado.

 

  Su padre traía madera en abundancia para quemar en la chimenea en época invernal, y poca en final de temporada como la que atravesaban. Los días calurosos llegaban a su fin dando paso al otoño, despidiéndose con fuertes y agobiantes días de elevada temperatura. Le resultó raro que ya se reservara tanta madera.

 

  Los recuerdos del pasado le inundaron llevándole a su infancia, una noche de frío violento en el cual se reunieron los siete alrededor de una fogata.

 

  Esa vez, fue la primera que vio a sus dos hyung mayores tocar la guitarra. Tanto JaeBum como Mark habían improvisado una canción y con ella animaron la noche, a veces burlándose de las pisadas fuera del acorde correcto, o el canto vacilante de JinYoung y YuGyeom. En ese momento, YoungJae creyó que el resto de los días serían así de alegres… Había visto esa misma noche, la deslumbrante sonrisa de JaeBum dirigiéndola hacia él, animándole a que cantara también. Incluso había cambiado de lugar en la ronda para obligarle a cantar, empujándole con los hombros a modo de juego.

 

  Extrañaba esos días.

 

  El cielo estaba completamente oscuro. Había estado todo el día encerrado y tenía hambre. Ya no le importaba pasar desapercibido porque sus compañeros ya sabían qué le sucedía, por ende adoptó la idea de correr lo más rápido a la cocina y tomar lo primero que viese comestible. Frutas, galletas, pan, comida enlatada, le daba igual. Antes de salir, miró el objeto a lo lejos sobre uno de los taburetes, el causante de su malestar matutino; suspiró cansado y salió.

 

  Fuera, era exactamente igual que siempre, estaba vacío y no se oía ningún tipo de ruido. No cerró por completo la puerta y empezó a correr hacia la cocina, atravesando la sala. Un cuerpo le impidió el avance cuando detrás de uno de los pilares soporte del balcón del primer piso, saltó hacia él haciéndole caer sobre el sillón. Cerró los ojos aturdido por el impacto removiéndose en su lugar procesando lo ocurrido.

 

  Pero no le dejaron siquiera darse cuenta por propia cuenta quién lo empujó.

 

  Encima, se posó Jackson, enterrando una de sus piernas entre las suyas y presionando contra la unión de forma paulatina. No quería esto, no quería involucrarse con él, no quería caer por culpa de su delicado cuerpo y sus hormonas a flor de piel. Y no cabía la negación porque actuaba bajo impulso glandular y excitación. Jadeo al sentir la rodilla de Jackson presionando en su entrepierna y llevó su cabeza hacia atrás en el posa brazos por la electrizante corriente, dándole la perfecta zona para que él se agachara y besara su pálido cuello. Se aferró a la tela del sillón cuando sintió la humedad cubriéndole la piel, pero de pronto, todas las atenciones desaparecieron.

 

  Jackson había abandonado el cuerpo de YoungJae, pero no por voluntad propia, había sido sujetado por la ropa y quitado a la fuerza.

 

  YoungJae se sentó horrorizado cuando un golpe potente y certero cayó directo en la mejilla izquierda del híbrido canino volteándole la cara. Gritó asustado, siendo lo único capaz de hacer, mirando la escena frente a sus ojos. JaeBum estaba sosteniendo a Jackson por su camiseta con el rostro completamente enrojecido de la rabia y enseñando los dientes apretados con fuerza. Le dio miedo lo que pudiese llegar a hacer, y quería detenerle pero su cuerpo no parecía reaccionar: estaba en shock. Otro golpe cayó en el estómago de Jackson obligándole a arrodillarse en el suelo por el inminente dolor, y cuando pareció que JaeBum le golpearía nuevamente, alguien le empujó de pronto alejándole del cuerpo de Jackson.

 

  Mark.

 

            –¡Aléjate! –le gritó JaeBum– No quiero golpearte, Mark.

            –¿Y a Jackson sí? –el mayor socorrió al herido verificando que estuviese consciente.

            –No seas entrometido.

            –No lo estoy siendo.

            –¿Y qué haces junto a él? –rió irónico.

            –Lo mismo que haces con YoungJae: protegerlo.

 

  Los gritos alertaron a los demás convivientes. YoungJae seguía rígido en su lugar sin comprender absolutamente nada, ni una pizca de lo que pasaba. JinYoung fue el primero en aparecer, desfigurando su apacible rostro al ver a Jackson en el suelo con una mejilla enrojecida. Corrió hacia JaeBum cuando éste intentó acercarse a él otra vez con intenciones de volver a golpearle.

 

            –¡Ni se te ocurra volver a tocarle! –advirtió Mark señalándole.

            –No dirías lo mismo si supieras lo que ha estado por hacerle a YoungJae. Se quiso aprovechar de su condición, lo agarró sin su consentimiento. ¡Es un maldito cobarde!

            –Aquí el único cobarde eres tú –afirmó Mark. Dejó en el suelo a Jackson y avanzó hacia JaeBum, decidido a terminar con el show montado.

            –Mark, no lo hagas, por favor –dijo el híbrido canino en voz baja.

 

  YoungJae observó a sus mayores enfrentados, demasiado asustado aun. Su mano fue captada por YuGyeom el cual le acarició el dorso tranquilizándole, con BamBam a su lado.

 

            –No lo hagas –secundó la propuesta JinYoung, pero el mayor de los siete se negó a escucharles.

            –Me importa una mierda ahora mismo lo que pienses, JaeBum. Si hay alguien que ha estado siendo un maldito cobarde en esta casa, eres tú –se le acercó apuntando con su brazo directo al pecho–. No eres capaz siquiera de admitir qué es lo que te está pasando, no eres capaz de admitir por qué evitas a YoungJae en cualquier parte y por qué te enojas por cualquier estupidez. No piensas más que en ti mismo, ni en lo que tus acciones provoquen en los demás. ¿Hasta cuándo seguirás ocultándole la verdad a YoungJae?

            –¿Cuál verdad? –susurro el nombrado al borde de quebrarse.

 

Evidentemente había algo que le estaban escondiendo, algo que no era secreto para los demás y sí para él, haciéndole sentir excluido y marginado. No quería que este fuese el fin de su familia, o de lo que quedaba de ella, por culpa suya.

 

            –¿Por qué no le dices la verdad detrás de tus ataques de furia infantiles? –agregó Mark. El semblante de JaeBum cambió totalmente mostrándose impresionado.

            –No sabes ni de lo que hablas.

            –Entonces tu furia no debe ser producida por tus incontenibles celos ¿cierto?

 

  ¿Celos?

 

            –Cállate –le ordenó, pero el mayor negó fervientemente.

            –A nosotros no nos debes ninguna explicación, pero se las debes a YoungJae. Explícale por qué huías al bosque en solitario, por qué lo evitas donde sea, por qué ya no pasas tiempo junto a él y por qué , en esta etapa que se suponía debía ser la más delicada, no estuviste ahí para ayudar y apoyarle. Te la diste de mejor amigo y no estuviste ahí para él.

 

 

 

 

 

 

**

 

 

 

 

 

            –Espero que no te haya escuchado.

 

  JinYoung había abandonado la habitación de YoungJae en silencio la vez que le ayudó a masturbarse. La rabia de JaeBum iba en aumento, y más cuando el característico aroma de Jae se filtraba en su habitación enloqueciéndole y siendo peor en los días de su ciclo. No sabía cómo hacer para que dejara de lado su orgullo y fuera capaz de admitirle a YoungJae que moría de ganas por tomarlo, y no de forma única y puramente carnal, porque había descubierto que sus deseos cargaban además sentimientos.

 

  Entonces, como si sus pensamientos fuesen escuchados, llegó Mark con su plan, involucrando a Jackson y a los dos híbridos menores.

 

  JaeBum era necio y demasiado orgulloso, si no actuaba por cuenta propia, lo iban a inducir a un callejón con una única salida: YoungJae.

 

            –¿Estás seguro? –había preguntado JiinYoung, ocupando su lugar en la cocina junto a Mark.

            –Otra no nos queda. Sino esto podría empeorar–le respondió Mark en voz baja.

            –¿Y qué dice él?

            –Sabe por qué lo hago. No tiene problemas, aunque le preocupo bastante –y era cierto. Jackson estaba preocupado por lo que podría sucederle a Mark al final del plan puesto que JaeBum era completamente inestable y si le encontraba tocando a YoungJae, no dudaría en atacarle. Mark era el cabecilla de la idea y por lo tanto, el que más participación tendría.

            –Bien. Espero que dé resultado.

 

  Mark, Jackson, JinYoung, BamBam y YuGyeom habían acordado abordar a YoungJae y provocarle hasta el extremo, haciéndole soltar sonidos agudos y el inherente aroma del ciclo perceptible por otro híbrido. Macabro tal vez, pero fue la única opción inmediata y remota que se les pudo ocurrir.

 

  JaeBum no tendría que resistirse más.

 

 

 

 

 

**

 

  YoungJae comenzó a respirar entrecortadamente cuando sintió ganas de llorar. Así, sus suposiciones se volvieron certezas; todas esas acciones de alejamiento habían sido voluntarias, JaeBum se había alejado de él porque quería. Y no lo negaba.

 

  Sintió que le pisaron sus sentimientos.

 

            –Mark –lo llamó Jackson desde el suelo– hay que dejarlos solos.

 

  El híbrido mayor se separó de JaeBum y ayudó a Jackson a levantarse del piso. Sin decir más, caminaron hasta la salida perdiéndose fuera. Los menores siguieron sus pasos y JinYoung fue el último en marcharse, palmeando el hombro de su mayor y asintiendo con la cabeza.

 

 

 

 

 

 

  

 

Notas finales:

Espero que se entienda lo mejor posible el plan revoltoso porque si no me cuelgo(?)

Calculo que le queda un cap más y un extra (maybe) y se termina esto. :33

Nos vemos en la próxima actualización♥♥

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