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Combustión [2Jae] por Raes

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  Uno. Dos. Tres. Al cuarto toque se movió en la cama y abrió los ojos muy poquito. Todavía estaba cansado y con sueño, por lo que evitó moverse bruscamente, además de que por algún sitio estaba soplando un fresco aire que le hizo estremecer el cuerpo. Quiso voltearse para seguir durmiendo, pero otro toque idéntico al resto le hizo girarse abriendo los ojos definitivamente.


JaeBum estaba a su lado, pegado a su hombro y cubierto con las sábanas hasta el cuello al igual que YoungJae.


Seis.


Seis habían sido los besos que había plantado sobre un mismo lunar ubicado justo en el ángulo de sus hombros. Seis toques de sus labios, un poco húmedos, tibios y tan dulces que, por segunda vez en menos de un minuto, le hicieron estremecer el cuerpo. YoungJae dedujo que esos besos fueron los que le hicieron despertar.


Entonces no, no había sido un sueño.


–¿Qué es lo que haces? –se dejó apartar el flequillo largo que cubría su rostro en cuanto preguntó, acomodándose sobre la almohada de lado para poder mirarle mejor a quien ahora, le sonreía sin haber dicho una sola palabra.


–Besándote.


Fue una respuesta que jamás hubiese pensado. "¿No lo ves?", "¿Estás ciego?", "Nada", eran algunas de las posibles respuestas que intuía serían contestadas, pero en su lugar, lo había reemplazado una única palabra. Y se le hizo tierno. Porque estaba siendo sincero, y dulce al mismo tiempo, quedándose con una sonrisa pintada en su rostro, de esas que se mantienen en el tiempo luego de haber reído por algo gracioso o demasiado estúpido.


–¿Por qué eres así tan de repente? –no sabía si estaba equivocándose de palabras o si eso lograría enfadar a JaeBum por cuestionarle un acto cariñoso. Se lo hizo de todas formas.


–¿Así cómo? ¿No estaba haciendo eso? ¿No estaba besándote? –la obviedad en la respuesta provocó que YoungJae se refugiara debajo de las sábanas, arrastrándolas hasta el borde de sus ojos para evitar que le viese el tenue enrojecimiento que amenazaba con teñirle sus mejillas.


Sí, pero-


–Y es debido a que estoy junto a ti.


JaeBum jaló las sábanas al igual que YoungJae y se refugió debajo de ellas buscando entre los pliegues de la tela el mismo puntito oscuro sobre su hombro. Y comenzó a besarlo. Las risas departe del menor no se hicieron esperar, removiéndose hasta quedar también tapado por la tibia sábana.


–¿Hace cuánto estás despierto? –le preguntó, deteniendo sus risas y elevando los brazos para así tener una mejor visión de JaeBum a su lado. Éste arrugó los labios, calculando en susurros varios números que el menor no comprendió.


–Alrededor de treinta minutos.


–¡Qué! ¿Y por qué? –algo sorprendido por la respuesta, se deslizó más cerca del contrario.


–Porque estaba mirándote y no pude volver a dormir.


–¿Y querías aburrirte mirándome?


–No YoungJae. No te miraba para poder dormir, sino que al mirarte, me quitaste el sueño.


Estaba siendo tan directo y sin filtros de tosquedad, que a YoungJae le costó y mucho reprimir un sonido agudo desde la garganta por la felicidad que sentía al oírle decir aquello. Cerró los ojos luego de soltar un vergonzoso quejido de alegría. No se creía que, de un día para otro, JaeBum estuviese siendo de esa forma tan linda, y mucho más con él. No le quedó otra que pensar que esta era su verdadera forma de ser, y la anterior, esa cargada de indiferencia y sequedad, era un disfraz para ocultarle de lo que realmente era.


Arrugó la sábana cerca de su rostro pero inmediatamente la levantaron, provocando que abriera los ojos aun con la vergüenza evidenciada en sus mejillas.


–¿Qué tan interesante podría ser yo? No juegues, hyung –intentó hacer de la situación bochornosa, algo cómica riendo falsamente.


–Mucho. Eres muy interesante –JaeBum se le quedó mirando directamente a los ojos con toda la paz que nunca tuvo reflejada en sus pupilas. YoungJae le imitó esa vez, comprendiendo que no eran juegos, ni bromas ni mentiras–. YoungJae, te quiero, en serio. Y perdón por tod-


–Ya –se atrevió a cubrirle la boca con una mano callando de pronto lo que el mayor estuviese por decir.


Ya se lo había dicho el día anterior, se perdonó muchas veces que no llevó la cuenta pero que aseguraba serían varias. Era suficiente, por eso no lo dejó proseguir, estaba bien así.


–Ahora lo entiendo y te agradezco yo a ti que hayas podido decirme tus razones para actuar como lo hiciste –YoungJae retiró su mano trasladándola por inercia hacia el costado la cara, comenzando a acariciarle–. Yo también te quiero, hyung.


A JaeBum le bailó un zoológico completo en el estómago. Y ese mismo se expandió por su cuerpo como estampida cuando sintió los brazos de YoungJae rodearle y pegase a él en un abrazo cariñoso.


Había deseado hacer algo así hace mucho. Las veces que ambos se quedaban recostados, escuchando música y cantando desafinadamente a propósito, o las veces que no quedaba nadie en la sala a excepción de ellos y los programas y películas de la televisión parecían confabular contra él, transmitiendo siempre filmes románticos. Nada más que eso, un abrazo, tan sencillo como rodear a alguien con los brazos y permanecer así unos cuantos segundos, minutos. Sin embargo, qué difícil se le hacía llevarlo a cabo cuando ese alguien se trataba de una persona a quien le tenía mucho afecto.


Aunque fuese de madrugada, aunque el sol todavía no hubiese aparecido y las aves no cantasen fuera de la casa, despertando a media noche sin haber completado su sueño, ellos se abrazaron. Sin importar el estado físico en el que se encontraban, si era un poco incómodo o si sus cuerpos se descubrieran otra vez debajo de las sábanas, se abrazaron y así se quedaron, hasta que el cansancio gobernó en ambos haciéndoles dormir.


~*~


 


–Fue tiro suspendido. ¡Fue tiro suspendido!


–¡No hagas trampa!


Es común verlos pelearse de esa forma. Si había una pelota de por medio, dos equipos, y BamBam y Jackson enfrentados, el griterío y discusiones por quién hacía trampa o cometía falta era normal. A un lado de la cancha de cemento, ambos híbridos se revolcaban en el suelo, simulando algún que otro golpe o gritos de dolor falsos. A su lado, YuGyeom reía fuerte por las extrañas caras que el híbrido canino gesticulaba y al otro sector, JinYoung intentaba frenar la ridícula revuelta.


YoungJae les observa desde unos cuantos metros sentado sobre el pasto sonriendo por lo "normales" que actuaban todos.


El clima es frío. El verano ha quedado atrás junto al otoño, llevándose consigo las altas temperaturas y días sofocantes. Por eso YoungJae lleva sobre su cabeza un gorro de lana bastante más grande que su cabeza. Desde su lugar, observa a JaeBum acercarse al dúo dinámico y levantar a Jackson reprendiéndole por haber atacado así a su menor.


–Trata de controlar el temperamento de JaeBum –la grave voz a sus espaldas le hace brincar del susto, sacudiéndose en su sitio. Jamás se acostumbrará a la voz de Mark, nunca–. Si sigue tratando así a Jackson, el que la va a pasar mal, voy a ser yo.


Ese era otro de los días en los cuales Mark se paseaba con los ojos azules. Tal vez fuese el frío o la frondosa bufanda blanca que enroscaba su cuello y hacía contraste, pero sus ojos parecían brillar más de lo habitual y la intensidad del color era más clara, casi diría turquesa.


–Él, en vez de permanecer descansando cuando se lastima o se siente enfermo, busca demasiados mimos. En eso se parece a ti, sinceramente no tengo idea por qué –Mark se ubica a su lado apartando unas cuantas hojas secas que aún quedan después de haber caído de los árboles–. Y bueno, no precisamente pide una caricia o algo para comer, quiere mucho más afecto, es muy consentido, y...


–Hyung, te entiendo –YoungJae no quiere saber sobre la vida de sus compañeros detrás de puertas, por eso sacude sus brazos ganándose una risa malvada de parte del híbrido mayor. Éste ya sabe que hablar de algo privado le estremece.


–Es algo cómico, ¿no lo crees, Jae-ssi?


Ha pasado un tiempo muy largo desde la última vez que lo llamó de esa forma. Precisamente fue cuando transitaba su ciclo y cualquier apodo o manera de llamarle fuera de lo habitual, le hacía reaccionar excitándose. Tal vez era ridículo pensarlo fuera de esa etapa, sin embargo, en los momentos donde su cuerpo respondía a cualquier estímulo, las palabras tenían mucho más peso.


YoungJae balancea la cabeza al recordarlo.


–¿Qué cosa? –pregunta.


–Por lo que has tenido que pasar.


Los gritos han desaparecido así como los jugadores que se revolcaban en el suelo. Una suave brisa invernal les rodea, informándoles que se quedaron solos.


–Has sido completamente inflamable con nosotros, aunque en la última instancia, has entrado en combustión con uno sólo.


La risa de Mark vuelve a sonar mientras se levanta y se aleja de YoungJae. Las mejillas inmediatamente se le irrigan ferozmente tiñéndole el rostro del característico rubor de vergüenza.


De cualquier forma, lo que dijo Mark es la verdad y contra eso, no puede luchar, y tampoco es como si quisiese.


–¡Ahora sí! –nuevamente la voz de Mark resuena detrás, esta vez cruzando por su cuello sin protección, una cintilla negra con un bonito cascabel plateado colgando por el frente– Ahora eres un auténtico minino. Sólo te falta aclararte el cabello y serás el perfecto gato doméstico, lindo, travieso y juguetón.


–¡YoungJae!


JaeBum le llama a lo lejos mientras se acerca, provocando que ambos híbridos de gato girasen a verlo.


Mark huye de la escena, reprimiendo más risas que amortigua con la manga de su gran sweater. YoungJae lo mira algo extrañado por unos cuantos segundos, pensando que por algunas ocasiones, el mayor actúa demasiado misterioso.


JaeBum se detiene y sin decir más, toca la cinta negra y hace sonar el cascabel.


–¿Y esto?


–Oh, es algo que Mark me ha colocado. No sé por qué lo ha hecho pero me lo quitaré en cuanto lo vea para entregárselo.


El toque se vuelve más brusco cuando YoungJae siente que rodean su cuello y lo acercan hacia el cuerpo contrario. Su mano es apresada por la de JaeBum y es obligado a mirarle buscando una respuesta a ese actuar tan espontáneo. Es en los ojos, casi negros y completamente dilatados, que YoungJae encuentra lo que podría beneficiarle cuando volviese a transitar la tortuosa etapa de todo híbrido. Y es que descubre, que las cintitas negras sean tal vez, el complemento perfecto para encenderse y arder más de lo que ya lo han hecho.


Quizá, después de todo, ser un gato no sea tan malo...


Y convivir con otros seis híbridos, tampoco.


 


 


 


 

Notas finales:

Y hemos llegado al final de esta historia aventurera con híbridos y la excusa ideal para leer a Jae pasearse por todo GOT7 (¿?)

MUCHÍSIMAS GRACIAS por leer esta historia, por los comentarios que dejaron, pocos pero los aprecio♥

Estaré subiendo una serie de drabbles 2Jae, espero puedan pasarse por allí también.

Abrazos!♥


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