Mientras ambos se hundían en las oscuras aguas, compartieron un mismo pensamiento: “mierda”. Sabían que los demás estaban cenando en el comedor, que cuando no los encontrasen pensarían que ya se habrían acostado (cada uno en su propio camarote), así que no les buscarían y para cuando se diesen cuenta de que habían desaparecido sería demasiado tarde para ambos.
-Unos momentos antes-
La noche era calma, nada la perturbaba excepto un pequeño bote que se acercaba al Moby lentamente, casi perezosamente. Sin embargo, el que manejaba el bote lo detuvo al ver que dos bultos caían al agua. Se quedó esperando unos segundos, sabiendo que eran dos personas los que habían caído al agua, esperando a que saliesen a la superficie. Al ver que nadie salía, supuso que eran dos usuarios, así que se quitó la camisa y se lanzó al agua a rescatarles.
Marco y Ace rozaban la inconsciencia cuando sintieron que algo les sujetaba, arrastrándoles hacia arriba. Sin ver la cara de su salvador, acabaron quedando inconscientes. La persona que les rescató sujeto a Ace con un brazo, a Marco se lo colgó en el hombro, dejando una mano libre para escalar hasta la cubierta del Moby. Una vez arriba, dejó a los bellos durmientes en el suelo, y con una sonrisa despreocupada se echó el pelo para atrás
-Siempre me han gustado los bañitos nocturnos - Comentó en voz alta con diversión.
Los que se encontraban dentro salieron espada en mano al escuchar el ruido, pero al ver al inesperado visitante soltaron las armas y con un grito de júbilo se lanzaron a intentar abrazarlo, sobretodo los integrantes de la cuarta división.
-¡Thatch ha vuelto! -Se escuchaba por todo el barco.
Cierto comandante con puntería infalible sonrió discretamente, tratando de disimular la alegría y el alivio. Fue el primero que avisó a las enfermeras para que se llevasen a Marco y a Ace a la enfermería, debido a que seguían inconscientes.
Por supuesto, aquella noche hubo fiesta por el regreso de uno de sus comandantes. Mientras todos celebraban, Thatch se fue a un rincón algo apartado donde se encontraba Izo. Por supuesto, le llevó un vaso de sake.
-¿Qué tal el exilio?-Preguntó con voz burlona el comandante de la decimosexta división.
-Horrible -Thatch se estremeció- La piña puede llegar a ser bastante cruel -Dijo con su voz juguetona de siempre.
-Es el primer comandante, debe ser estricto. Sobretodo cuando se trata de ti ¿En cuántos líos nos habrías metido si no hubiese sido por Marco? -Se burló el otro comandante.
-Que cruel -Se quejó infantilmente Thatch- Y yo que venía aquí a que me consolases- Suspiró teatralmente
-Jajaja- Rió Izo- Bien, bien, entonces ven aquí- Le puso la cabeza en su pecho y la acarició- Yosh, Yosh, ya pasó todo.
Así pasó la noche, entre risas y jugueteos, excepto para Marco y Ace, que estuvieron toda la noche en la enfermería. La mañana llegó, trayendo con ella resaca para muchos de los tripulantes, que a pesar de ser piratas, aún no habían aprendido a beber sin pillarse una resaca, no como su Padre. Marco fue el primero en despertar, yéndose de la enfermería sin dar una mísera mirada a Ace. En cuanto pisó la cubierta empezó a gritar órdenes sin ton ni son, regañando sin apenas tener motivos. La discusión con Ace y el hecho de que Thatch ahora le iba a estar jodiendo con el hecho de que le había salvado la vida le habían puesto de un humor de perros.
Thatch se acercó con intención de bromear con él para calmarlo, y también, tenía que admitirlo, para picarle un poco con lo de ayer, pero en cuanto le vio acercarse, el primer comandante le lanzó una mirada asesina.
-Escucha yoi -Dijo con voz de ultratumba- No quiero oír nada respecto a ayer, y ten en cuenta que si no hubiese sido por eso, te habría impuesto un castigo que habría hecho palidecer al anterior por volver antes de tiempo. Ahora, lárgate a hacer todos tus trabajos atrasados como comandante.
Thatch no replicó, no se atrevió. Cuando Marco se ponía así, lo mejor era no rechistarle, menos mal que eran pocas las veces que enfurecía así. El único capaz de calmarle era Shirohige, que cuando vio que su hijo se pasaba de la raya, le mandó una mirada severa, haciendo que Marco se encerrase en su camarote el resto del día, poniéndose al día con el papeleo. Sí, incluso los piratas tenían que hacer papeleo.
Ace había despertado poco después que Marco, y se pasó el día ignorando a todo el mundo, mandando miradas amenazadoras a quien quería acercarse a él más de lo estrictamente necesario. Incluso a Thatch, que había intentado acercarse para saludar, pero que no consiguió más que una mala mirada.
Lo peor fue en las comidas. Ninguno de los dos habló con nadie, ni los demás se atrevían a hablar al notar el mal humor de dos de los tripulantes más fuertes de todo el barco. Estuvieron prácticamente sin respirar hasta que tanto Marco como Ace abandonaron el comedor, soltando un suspiro aliviado colectivo al sentir la tensión desaparecer.
Sin embargo, Thatch se dio cuenta de que esos dos ni se miraban, así que después de la cena se coló en el camarote de Izo, dispuesto a cotillear hasta el cansancio.
-Supongo que no sabrás que ha pasado entre esos dos- Comentó Thatch, aparentando desinterés
-Por suerte y desgracia, no
-¿Por suerte?
-Si te vas a involucrar tú, entonces mejor no saber nada -Le sonrió con diversión Izo mientras Thatch hacía un mohín- Como sea, el día que llegaste Ace estuvo desaparecido la mayor parte del día, y cuando se dejó ver empezó a actuar como los primeros días aquí. Marco fue a hablar con él, diciendo que era el primer comandante y que era su deber. Ninguno de los comandantes se opuso, después de todo, Ace tan solo nos conoce de vista, a excepción de ti y de Marco. Los anteriores días, Marco y Ace habían estado mandándose miradas ardientes, cargadas de pasión. No sé que pudo pasar cuando hablaron.
-Esto va a ser complicado