En el cuartel general de la marina, Garp discutía con Sengoku. No estaba dispuesto a dejar a su nieto en manos de unos piratas, por mucho que los conociese y que supiese que su nieto no corría peligro. Sin embargo, Sengoku se negaba a enviar un equipo de rescate, dando por muerto al muchacho, o peor, acusándole de traición, ordenando acabar con él si se le volvía a ver. El solo hecho de pisar un barco pirata sin intenciones asesinas ya te hacía un criminal a ojos de la marina.
-Me importan una mierda tus órdenes, Sengoku. Voy a ir a ayudar a mi nieto así tenga que hacerlo solo -Se fue dando un portazo.
Sengoku cogió el Den Den Mushi, no se podía permitir perder a Garp, la marina le necesitaba, y menos por el hijo de Gol D Roger. Le había venido bien que raptaran a Ace, así por fin tendría una excusa para deshacerse de él y hacer un mundo más justo haciendo desaparecer la única mancha de la marina. Al otro lado del Den Den Mushi, alguien contestó.
-Al habla el Almirante Akainu
En el Moby Dick los piratas se encontraban haciendo sus tareas habituales, sin nada que perturbase su paz, a excepción del mal humor del primer comandante y de Ace, que ya se había convertido en su pan de cada día. Algunos de los piratas que no tenían nada que hacer habían decidido entrenar para no oxidarse, después de todo, tenían una reputación que mantener. Los novatos miraban a los veteranos pelear, tomando nota e impresionándose ante los expertos movimientos, deseando algún día ser tan hábiles como ellos. Ace también observaba desde una esquina, aparentando desinterés, pero asombrándose por dentro ante los expertos movimientos de los piratas. Él también se moría por un poco de acción, su sangre de aventurero le pedía una pelea de las buenas, pero no estaba dispuesto a dejar su orgullo de lado para pedirle a alguno de los piratas que pelease contra él.
Marco también observaba a la tripulación pelear. Normalmente, él también habría tenido algún combate que otro, pero estando tan enfadado no se fiaba sí mismo, después de todo, podría matar a la mayoría de los tripulantes del Moby a la mínima que se descontrolase un poco, sin embargo, siempre había alguien dispuesto a joderle los planes.
-Hey, Marco -Saludó Thatch con alegría- ¿Que te parece si nos peleamos un poco? Hace mucho tiempo de la última vez ¿Sí? Porfaaaaaaaa- Marco rodó los ojos, pero si el pelo tupé quería morir, él no se lo iba a impedir
-Como quieras yoi, pero no me hago responsable de lo que te pase - Dijo avanzando hacia el centro del círculo que los espectadores habían creado alrededor de los combatientes.
Mientras Thatch avanzaba para ponerse enfrente de Marco, se cruzó con Izo, que le miraba con diversión y una ceja enarcada.
-Me parece que esto va a doler - Le comentó Thatch con despreocupación y guiñándole un ojo. Izo rió
-No te preocupes, si te deja inválido, yo me encargaré de darte el golpe final- Se burló - Y si yo fuese tú, no abriría la boca, ya está bastante cabreado sin necesidad de tu ayuda
-Que cruel - Hizo berrinche Thatch
-Anda, venga, que ya sabes que detesta que le hagan esperar, y so no vas tú, acabará arrastrándote por los pelos - Le dio una cachetada con su abanico para que continuase andando, y cuando Thatch se volvió a mirarle con los cachetes inflados como un niño que hace una rabieta, Izo le sonrió seductoramente.
Una vez que Thatch se puso enfrente de Marco, otro de los piratas se acercó a Izo.
-Hey, comandante Izo ¿Usted por quién apuesta?
-Mmm... 1000 berries a favor de Thatch
-¿Eh? ¿Está seguro?
-Sí
El pirata se fue a seguir preguntando
-Ay, lo que uno hace por amor- Dijo sonriendo con cariño.
Thatch y Marco se midieron con la mirada, Thatch con sus espadas en mano, Marco con su postura relajada de siempre, ambos esperando el primer movimiento. Thatch afiló su mirada, lanzándose al ataque. Marco esquivó, agarrándole el brazo y lanzándole al suelo con toda la furia que llevaba carcomiéndole por dentro esos últimos días. Thatch se levantó rápidamente, poniéndose en guardia antes de que Marco se lanzase a por él. Intercambiaron golpes cada vez más violentos. Cada vez que uno atacaba, el otro solo podía defenderse. Llegó un momento en el que Marco se había transformado completamente en fénix, mientras que Thatch había recubierto sus espadas con haki. Tuvieron que pararles antes de que uno de los dos acabase gravemente herido, considerando que la victoria era de Marco debido a que Thatch había recibido más golpes, pero a efectos prácticos, eso fue un empate. Mientras Thatch se retiraba, diciendo que con un combate ya había tenido bastante, Marco se quedó mirando hacia donde estaba Ace, una sonrisa un tanto, bastante, macabra cruzó su cara en apenas unos segundos. Con su aparente calma de siempre lo llamó.
-Hey, Ace -El aludido le miró con el ceño fruncido- ¿Qué tal si lo continuamos donde lo dejamos el otro día? Después de todo, aún no he hecho que te arrepientas de tus palabras- Sonrió perezosamente, sin embargo, todos los piratas presentes dieron un paso atrás, sabiendo el oscuro significado detrás de esas palabras. Todos habían cabreado alguna vez al comandante... Y la cosa no había acabado bien. Al parecer, ahora le tocaba al novato. "Pobre de él" pensaron los presentes al unísono.
Ace se acercó con una sonrisa temeraria, sus plegarias por una buena pelea al parecer habían sido escuchadas. Se puso frente a Marco, y los espectadores dieron otro paso atrás, esta vez por precaución, después de todo, Ace utiliza el fuego, y el suelo es de madera, ya solo les quedaba rezar por que el barco no se incendiase entero.
Thatch estaba en la enfermería, flirteando con las enfermeras mientras éstas le curaban, sin hacer el mínimo caso al galante comandante. Un carraspeo desde la puerta hizo que las enfermeras se volviesen y que Thatch se pusiese blanco. Izo estaba en la puerta, evidentemente había visto a Thatch flirtear, se veía en su cara. Hizo que las enfermeras se fuesen, diciendo que él terminaría de curar a Thatch.
-No, chicas, no os valláis, no me dejéis en manos de este demonio ToT- Izo le pegó con el abanico en la cabeza
-Yo apuesto 1000 berries por ti sabiendo que vas a perder, y tú coqueteas con las enfermeras- Izo, que había empezado a vendarle el pecho mientras decía esto, apretó de más, evidentemente aposta, haciendo que Thatch se quedase sin respiración.
-Ouch, ouch, ouch, Izo, no puedo res-pirar -Empezó a ponerse azul
-Eso te pasa por hacer lo que no debes. Si lo llego a saber, dejo que Marco te golpee hasta dejarte medio muerto -Se quejó Izo, atando finalmente la venda
-Estoy rodeado de sádicos-Lloró Thatch
-Bien merecido te lo tienes por hacer lo que no debes y meterte donde no te incumbe
-Ma, ma, sabes que solo te quiero a ti -Se puso de pie para darle un beso a Izo, rodeándole en un abrazo cariñoso para quedarse abrazados después de terminar el beso.
-Ah, esta es la parte de ti a la que no me puedo resistir -Suspiró Izo cerrando los ojos, poniéndose cómodo en el abrazo.