Cuando Ace despertó, se dio cuenta de que no estaba en su camarote, ni en la enfermería del buque, y con un terrible presentimiento se levantó rápidamente de la cama en la que se encontraba tendido a pesar de su mareo y de su dolor de cabeza para abrir la puerta de la estancia en la que se encontraba, dando a parar a la cubierta de un barco que, claramente, no era el suyo. Se quedó estático durante unos segundos mientras mil maldiciones pasaban por su cabeza. Cuando volvió en sí, se giró un poco y pudo ver la bandera que ondeaba en el mástil de dicho barco, una calavera con un bigote descomunal, lo que significaba que se encontraba en el barco del Yonkou más temible, Shirohige, el mismo hombre que peleó contra su padre en tantas ocasiones. La leve esperanza de que se encontrase en cualquier otro barco se fue esfumando lentamente, dejando paso a la desesperación de no saber qué hacer. Ace se apoyó en la pared de madera y se fue dejando caer hasta quedar sentado, perdido, mareado y con dolor de cabeza. En ese momento también calló en la cuenta de que no llevaba su uniforme de marine, por el contrario, llevaba unos pantalones que le llegaban por encima de la rodilla con una camisa blanca desabrochada, pero estaba tan agotado mentalmente que ya ni se preocupó por eso, solo esperaba que no le hubiesen hecho nada raro mientras le cambiaban.
-Hey, bella durmiente ¿Has dormido bien?- Ace recordó esa voz, la había escuchado cuando estaba custodiando a su ex-prisionero. Soltó un simple gruñido como respuesta- Haha, al parecer eres de los que despiertan con mal humor. Vamos, Oyaji quiere conocerte.
Una mano apareció en el campo de visión de Ace, dando a entender que le ayudaría a levantarse. Ace levantó la vista hacia Thatch, que tenía su sonrisa amigable de siempre, mandándole una mirada que podría matar, sin intención de moverse de dónde estaba. Thatch se acuclilló al lado de Ace con el ceño fruncido.
-¿Estás bien? ¿Sientes ganas de vomitar? Lo cierto es que no creí haberte pegado tan fuerte, pero, ahora que lo pienso, Marco también te dejó bastante mal, así que quizá debería haber tenido más cuidado...- Y la charla continuó durante un rato, dejando a Ace pasmado ante la preocupación del que se suponía que era su enemigo.
-Estoy bien- Dijo prácticamente gruñendo, haciendo que la cháchara parase y que la sonrisa resplandeciente del otro volviese.
-Entonces andando, porque si no el amargado pelo-piña que parece que se ha tragado una escoba te llevará a rastra, y créeme, no quieres eso. Lo digo por experiencia- Thatch se estremeció ante el recuerdo, y casi consigue hacer que Ace sonries.
-¿Quién es un pelo-piña que parece que se ha tragado una escoba, Thatch?- Marco apareció detrás de Thach, causando que éste saltase del susto y del miedo.
-Eh... Yo... Acabo de recordar que tengo algo que hacer, adiós- Y se escabulló rápidamente, dejando a Marco y a Ace solos.
Marco se volvió hacia Ace con su mirada indiferente de siempre, mientras Ace miraba a Marco con ganas de arrancarle la piel a tiras, aún no había olvidado la humillación que sufrió.
-Andando, Oyaji quiere verte
-¿Por qué tendría que ir?- Siseó Ace- No tengo nada que discutir con él-
-Porque estás en su barco, porque podría matarte en cualquier momento y aún no lo ha hecho y porque no tienes nada mejor que hacer ahora que estás aquí.
Ace se levantó, furioso al no encontrar ningún argumento con el que rebatir los de Marco, dispuesto a encontrarse con Shirohige para acabar con todo de una vez. Se dejó guiar por el comandante, sin ver la sonrisa satisfecha de éste, que probablemente le habría puesto de peor humor, hasta llegar a una asiento enorme, en el que se encontraba el capitán, que estaba bebiendo sale de una tinaja enorme. Ace por un momento se sintió acongojado, pero supero el sentimiento, sin estar dispuesto a que sus enemigos lo viesen débil.
-Así que tú eres el mocoso de la Marina que mis hijos querían presentarme.
-Basta de juegos, viejo ¿Qué demonios quieres de mí?
-Gurararara, eres un mocoso irrespetuoso, me caes bien- Tomó un trago- ¿Cuál dices que es tu nombre?
-Portgas D Ace- Respondió levantando la cabeza con orgullo. Jamás se avergonzaría del apellido de su madre.
-Gurararara ¿No te gustaría convertirte en uno de mis hijos?
-Y una mierda, viejo- Su alma gritó, desangrandose al suplicar que aceptase- ¡Devuélveme a mi barco!
-Marco
-Nos abastecimos hace poco, así que en los próximos meses no anclaremos en ninguna isla, y por supuesto no vamos a parar a un barco de la Marina simplemente para devolverte.
-Ya lo has oído, mocoso. Bienvenido a bordo gurararara.
El resto de la tripulación, que había estado atenta a la conversación, rió también, mientras Ace ardía, literalmente, con vergüenza e ira, dispuesto a quemar todo el maldito barco si no fuese porque él también moriría ahogado. "Aunque quizá eso no sería tan malo" dijo una pequeña vocecita en su mente. Ace, aún ardiendo, volvió a la habitación, que parecía una bodega, en la que le habían dejado cuando estaba inconsciente. Se sentía humillado, y aún se encontraba mareado y con dolor de cabeza, así que se dispuso a dormir, esperando que al levantarse se le hubiese ocurrido algún buen plan para... Algo. "Ni siquiera sé lo que quiero" pensó con fastidio antes de dejarse caer en la inconsciencia.
Marco estaba satisfecho. Había encontrado un castigo que haría a Thatch arrepentirse de todo lo dicho y hecho, y su pequeño marine iba a pasar una temporada larga con ellos. Se había visto tan apetecible con esa mirada furiosa que apenas había podido contenerse para saltarle encima, una pena que no fuese el momento apropiado. Probablemente, ahora el chico estaría confundido, lo mejor sería dejarle un rato a solas para que reflexionase, ya habría más ocasiones para divertirse con él
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