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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Atacar con decision, era el lema del capitán Aubrey.

 

El camarote estaba deliciosamente perfumado. Un baño caliente, a bordo, y con agua dulce: verdaderamente, las atenciones de Pacino no conocían limite.

Dom entro cuando Philip estaba sintiendo la temperatura del agua, o jugando con los petalos que flotaban. Se habia inclinado mucho sobre el respaldo de la bañera y las puntas de su cabello flotaban. Tambien se le veía el escote, pero esto Dom no lo noto.

La medio francesita sonrio amablemente y le dijo:

-El señor creyo que milady disfrutaría un baño.

-Ah, si. Gracias.

Estaba sorprendido por las cosas que aparecían y aparecían en su camarote: detrás de los biombos, en los cajoncitos.

Era tarde. Pacino solo habia comido con el. Bebido, conversado, bailado. Estaba sorprendido, y agradecido, de que no le saltara encima. De hecho, no lo habia tocado desde que se habían embarcado, aunque eran solo tres días (y dos los habia pasado llorando).

El camisón de Philip, junto con su pequeño chal brillante, le hicieron creer que ya iba a dormirse.

-¿Le ayudo? – pregunto solicito, al ver que Dom no tenia idea de como se cerraba su collar.

-Gracias.

Dom se sorprendio cuando comenzó a desabotonarle el vestido, pero pensándolo bien, era imposible que lo hiciera el solo. Nunca lo habia hecho. Ropa tan elaborada solo se la habia quitado su marido, y siempre en medio de lo que fuera que le hiciese.

-¡Ah! – exclamo Dom, al sentir que dejaría caer el corse tras desatárselo. Lo sostuvo sobre su pecho para no mostrarse. - ¿Qué haces? – dijo, volteándose y dejando a Philip con el liston en la mano.

-Desnudo a milady.

-¡¿Qué!?

-Para bañarla, naturalmente.

Domhnall enrojecio hasta las orejas.

-No.

-Pero milady… - Philip también se le iba encima.

-¡No! Vete – dijo alterado.

-¿Qué pasa? – pregunto Pacino, entrando como si hubiera oído voces al pasar por casualidad.

Philip se inclino modestamente ante el, enseñando escote.

-El… - lo señalo con el dedo, todavía deteniéndose el corse, avergonzado de que lo vieran medio desnudo – quería desvestirme.

-Claro – dijo Pacino con calma – es lo mas natural del mundo. Es tu doncella.

-No…

-Vamos mi niña. – la acaricio ante ella. Solo fue en la mejilla, pero lo escandalizo – Ahora eres la esposa de un hombre rico – Philip los miraba con odio, a los dos- debes acostumbrarte a ser tratada como tal. – dijo, mirando de reojo como Philip recomponía la mascara.

-Tratare a milady con delicadeza.

Pacino moria por verlo.

-No quiero.

Pacino bajo los hombros.

-Si Philip no es de tu agrado, llamare a algunas turras marineras para que eligas.

Esta vez, Philip no logro ocultar su rostro gélido.

-No, Philip es muy amable.

-Dejate consentir por el. Es una orden. – se mostro inflexible, pero luego se suavizo – Permanecere aquí para que no tengas nada que temer.

Dom no le vio sentido a negarse mas. Su marido le habia dado una orden. Era el que mandaba ahí, asi no hubiera sido su marido. Philip se acerco mucho a el, acariciandole los brazos. Electrizado, Dom lo miro a los ojos. Los brillantes ojos azulados parecían decirle que todo estaba bien. Dejo ir el corse, que Philip tiro a un lado, cerca del diván donde Pacino ya se habia recostado a ver el baño de su esposa.

Candorosamente púdico, Dom se cubria el pecho con las manos. Philip se las cogio, gentilmente, dejándoselas arriba mientras le hacia arrumacos. Cuando sintió al pelirrojo menos tieso se las bajo, casi abrazandose a el. Era tanto mas bajito que el como se consideraba ideal entre seme y turra, lo que lo volvia una turra alta. Alzo su rostro y sus narices casi se tocaron. Philip sonrio amablemente y le metio las manos bajo la ropa interior de abajo. Con un gemidito, Domhnall dejo que le deslizara las manos, la ropa, hasta la mitad de los muslos, y de ahí la nagua cayo con su propio vuelo, haciendo una bolsa que se desinflo parcialmente en torno a sus tobillos.

Domhnall se sentia muy avergonzado de estar desnudo delante de dos personas. Se acerco a Philip, buscando cubrirse. Vio que los ojos azules miraban a su marido y los siguió. Pacino se veía complacido, relajado. Asintio, indicándole que fuera.

Philip se separo, conduciéndolo de la mano y dejándolo con solo una para intentar cubrir su desnudez.

Sus caderas esplendidas se balanceaban desnudas, mas carnosita la nalga sobre la que caia el peso. Philip, ataviado con ese descarado camisón que casi lo hechaba todo a perder, transparentoso y de tirantitos. Domhnall alzo una pierna para entrar en la tina y vio sus bolitas balanceándose, la puntita de su polla. Fugaz vistazo de sus pompas, juntas, cayendo de sentón en el agua, sumergiéndose hasta la cabeza.

Emergio cubierto de petalos, velado por delicados petalos rojos, rosas y blancos. Sus labios eran mas rosas que rojos, su piel tan blanca donde no estaba sonrojada, su sonrojo tan encantador.

Y Philip era la criadita francesa ideal.

Le sonrio, dejándoselo saber, y tragándose su despecho, Philip retomo su papel con escalofriante dedicación, una sonrisa que parecía casi genuina, incluso a el, que lo conocía tan bien.

-Lavare el cabello de milady, vera que bien se siente. – acerco el banquito, pegándose mucho la falda al cuerpo para que notara que no llevaba calzones. - ¿Prefiere almendras o jazmines?

-Jazmines.

El aroma invadio sus papilas gustativas. Lo hizo salivar, de tan delicioso que era. Los dedos de Philip sobre su cráneo, sus sienes, se sentían bien. Comenzo a relajarse. Mas con la charla casual de Philip.

-Con el cabello tan bonito de milady puede optar por resaltar lo rojo o lo rubio. La granada le ayudara con el rojo, la manzanilla con el rubio.

-¿Qué es la granada?

-Una fruta de España.

-Deliciosa. – dijo Pacino, turbándolos.

Philip lo miro con reproche y empezó a enjuagarle el pelo. Luego se lo escurrio y se lo acaricio, peinándolo con los dedos impregnados de un aceite muy ligero.

-¿Prefiere milady pararse para que le frote el cuerpo o me meto en la bañera?

Miro a Pacino mientras hablaba, devolviéndosela.

Dom preferia hacerlo solo. Se volvió a mirarlo, casi pillandolo en la sonrisa.

-Debes dejarlo hacer su trabajo, mi niña. – estaba recostado de lado, con un muslo muy encima del otro, frotándose hasta hacia un instante – Deja que lo haga y relájate, disfrutalo. Antes de lo que crees, te acostumbraras a la buena vida.

Philip seguía esperando una respuesta, por lo que hundiéndose hasta casi el nivel de la boca, contesto:

-Metete en la bañera.

Philip lo hizo, teniendo el buen gusto de dejarse el camisoncito. De cualquier manera, la tela era tan fina que se le pego, tan escasa arriba que no habia gran diferencia; era incluso mas seductor ver los pezones velados, su color insinuado, no a la vista.

Philip supo hacerlo, tocando a Dom con una apariencia de inocencia. Moviendose como si estuvieran frotándose uno contra el otro debajo del agua, sin abrir los labios o mirarlo de mas. Lavo a Dom en lugares donde no le gusto ser lavado, profiriendo pequeños gemiditos que hicieron a Pacino sufrir tanto como gozar.

Luego, la amante experta pese a su corta edad se alzo, chorreante en la bañera, con su fina prenda adhiriéndose a su piel, como una sacerdotisa egipcia.

La comparativa agrado a Pacino: Philip, sacerdotisa, Domhnall, diosa. Una pura e inocente, salvaje como Minerva.

Philip se quito el empapado camisón, bajando los tirantitos y dejándolo caer por su propio peso tras un par de sacudidas, meneos para resaltar su bien proporcionada polla y la firmeza de sus carnes.

De pecho, era muy similar a Dom, planitas ambas, tan flaquitas de pecho. Pero su traviesa embellecedora era mas ancha de arriba y mas estrecha de abajo, su figura se alejaba mas de las proporciones ideales de una turra que la de Dom, y Philip lo sabia, lo odiaba.

Aun asi, seco a su rival con una mullida toalla, la ungio con una crema perfumada que olia sin saber. Finalmente, desnudo, cepillo a Dom, desnudo bajo el peinador, y con una reverencia adolorida obedecio el mandato de sus ojos, retirándose.

Cansado, creyendo que con aquella capita dormia la gente rica, Dom se dispuso a ir a la cama. Pero su marido lo cogio por la mano, estirándose para alcanzar el moñito cercano a su cuello, abriendo la prenda y haciéndola resbalar por un costado con increíble habilidad.

Domhnall, que a ratos habia logrado olvidarse de su presencia, se turbo. Se estremecio cuando los dedos de Pacino recorrieron hacia abajo el brazo por el que habia resbalado la prenda.

-¿Marido? – pregunto con voz temblorosa.

Pacino lo hizo caer sobre su regazo, acunandolo de inmediato.

-¿Para quién crees que te han puesto hermoso sino para mi? – comento, antes de usar la boca para devorar.

 

***

 

Philip rabiaba en su camarote. Era un camarote espacioso, confortable, mas como una habitación que como un cubículo de a bordo. Tenia incluso espacio para que colgara sus mejores vestidos, y un espejo bien empotrado a la pared, sobre su pequeño tocador.

Arrojo todos los objetos que habia, de un manotazo. Mas dinero del que la familia de Dom ganaba en un año se hizo pedazos, alzándose en nubecitas de polvo y caminitos de aceites preciosos que era absorbidos por la madera.

Desnudo y mojado, Philip no sentia el frio por la rabia. ¿Quién era esa, sino una estúpida campesina que ni siquiera era buena en la cama? Era bonita pero por dios, lo que decían Enzo, Piero y todos los otros eran exageraciones. Lo que el mismo Pacino veía no concordaba con lo que percibían sus ojos.

Estaba aun peor que el, pues además de haber conocido varon se habia quedado embarazado de el. Impuro, para los estándares de Pacino. Mas impuro que el, pues no estaba embarazado.

La estúpida esa se habia entregado a un borracho canalla en la historia mas vieja de la historia, y hasta su boda falsa le organizaron para reparar su honor. Que Pacino llegara a esos extremos por una pobre siembra patatas del Muster lo sacaba de sus casillas.

Comparado, lo que el habia hecho no era tan malo. El tenia justificación, pues ya conocía lo que era bueno, como vulgarmente se dice. El instinto de la turra es ir con el varon,  y las folladas, notese, folladas de un varon, de un varon de verdad, no se comparan con nada.

Pacino podía ser mucho mejor que cualquiera dando orgasmos. Chupando, dedeando, lamiendo no habia quien lo igulara. Daba lengua mejor que Lucius, la deidad romana pertinente. Dios, le habia dado tanto placer. Y no solo en lo sexual, también en lo material. Los zapatos que le encontraba eran como un orgasmo. Los vestidos, las joyas, joyas de verdad, no imitaciones como con las que algunos de los miserables esposos de sus clientas en Paris trataron de comprarlo.

Esposos y padres, jóvenes y viejos: todos los semes eran iguales. Un par lo habían engañado, en su juventud, con el amor uno y con un diamante falso otro. Se las habia jurado y de uno ya habia hechado andar la maquinaria que lo vengaría.

Porque Pacino era eso también: poder. Era mas poderoso que reyes y emperadores. Los controlaba, como alguna vez lo hizo el Papa en el medioevo. Mejor aun, puesto que Pacino estaba oculto en las sombras.

Finalmente lo queria. Habia sido bueno con el cuando pudo simplemente rentarlo. Lo habia acogido, lo habia sacado de trabajar: si quería peinar algún cabello, lo hacia, y si no, que se jodieran. Le habia dado esa hermosa habitación en la Quinta da Noiva, esos jardines eran tan suyos como de las otras.

Belleza rodeada de belleza, citándolo. Y cuando lo habia mirado con afecto, sonreído con aprobación, habia conocido un sentimiento nuevo, uno que habia roto su egoísmo.

Habia sido tan tonto arriesgándolo por un seme. Por una follada con un seme. Se miro al espejo y sus ojos azules le reprocharon justamente. Noto su espalda helada, las puntas aun goteantes de su cabello, y se tiro en la cama, envolviéndose con la piel que incluso en su caída concervaba.

Pacino no le habia quitado nada, mas que su atención. Concervaba la habitación hermosa en el palacio, podía ordenar lo que deseara para comer y arreglarse. Pero no habia llamadas a su cama, joyas nuevas, salidas. Estaba olvidada, en un rincón, temiendo que perecería ahí de vieja y arrugada dentro de medio siglo, cuando la mando llamar. Apenas tuvo tiempo de empacar lo mas indispensable antes de que la marea fuera propicia.

Se arreglo tan hermosa para verlo, se propuso que seria tan complaciente. Espero y espero, angustiosamente, y cuando por fin apareció le dijo:

-Tus ropas no son apropiadas.

Y le hecho esas simples de sirvienta. Le hablo muy claro y muy rudo, por primera vez desde que lo descubriera. Su frialdad le dolio mas de lo que esperaba. Ser considerado un peon mas.

¿Y todo porque? Por un seme tan estúpido que tuvo que ser tan obvio que por eso lo atraparon. El capitan Plantagenet debio llamarse el capitan Cerebro de chicharo, pero era lo único que tenia a mano. Un eunuco castrense, no castrado, que pensaba en armas, formaciones militares, ordenanzas y modos de matar gente en exclusiva. Un genio militar, por lo que habia oído. Interesado en lo suyo, y nada mas, lo que lo hacia un buen elemento para Pacino. El jefe de la seguridad del palacio, que se entretenia en mantener voraces a las pirañas del foso, aceitadas las tuercas de las trampas y listos y relucientes los artefactos de tortura.

Ya habia pasado la treintena, tenia entradas pronunciadas y ojos de loco, pero, no estaba tan mal. Algo le agrado, en su conversación. En su monomanía castrense. Se le tuvo que insinuar tan descaradamente para que lo entendiera. Y convencerlo fue otro cantar. Tuvo que atacar con decisión, como una carga de caballería o un ataque naval del capitan Aubrey.

Pero eso si; en cuanto lo convencio fue todo un semental. Un macho tosco, brusco, salvaje. Debio parecer que lo estaba violando, cuando lo hacían, y pudo haberse atenido a esa historia, de no saber que Pacino descubriría que era falsa. Se lo cogio tan duro. No precisamente placentero, no estaba seguro de haber llegado al orgasmo, por lo menos físico, pero lo disfruto tanto que no se arrepentia de nada. Dos años de lengua y dedos estaban por volverlo loco.

Pero quiso la fortuna que esa misma noche Pacino lo visitara. Era el turno de Raoul, a el no le tocaba hasta el sábado. En tres días sus moretones podrían haber bajado, no ser tan delatores, justificables con otra explicación.

Pero las marcas de dedos eran nítidas, el estado de su culito tan inequívoco.

¿Para que se engañaba? Incluso en tras una semana un experto tan delicado como Pacino podría haberlo notado.

-¿Qué paso? – le dijo como piedra.

-Estuve con un seme. – respondio asustado.

Pacino lo abofeteo y, pensándolo bien, en esos momentos debio temer por su vida.

Lo hizo confesar, lo encerro, y al dia siguiente (se entero después) un nuevo capitan y guardia de corps entraron, sin que nadie pareciera haber conocido jamas a los otros, que se esfumaron.

Meses habían pasado desde entonces. Meses solitario, aislado. Ni Ewan quería acercarse a el, temiendo que lo contagiara.

Un castigo, y una prueba, era a lo que lo sometia ahora Pacino. No sabia con que lo recompensaría, o si lo compensaría en absoluto, si lograba su cometido. Si no lo lograba, no quería ni pensar.

Pero el tenia su propio cometido: llegar mas alto de donde estaba, reemplazar a la inocentona esa del injustificado trono donde Pacino la tenia; recuperar su afecto, y destruir a la rival.

 

Continuara...

 

Notas finales:

¿Que les parece Philip? Tanto si les gusta como si no, tengo un fanfic con el que pueden leer en la siguiente direccion: http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=160627

  Y aqui https://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/6/60/Goodbye_Christopher_Robin.png  pueden ver el promo del magnifico chunde (culo+caderas) de Dom, quiero decir, de su mas reciente peli, proxima a estrenar, y que no me perdere asi sea un churro mas grande que Piratas del caribe 5.   Slán!   Pd2: a mi planta de la oficina le puse Planta Genet en honor al niñazo de mama Richard, novio de Philip en la historia y en la peli El leon en invierno, version noventera, o del 2000, por ahi. 

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