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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Dímelo...

-¡Tierra a la vista! – grito Hjelm, el vigia, y todos los vikingos jalaron aire para gritar, solo durante medio segundo, antes de que Juha Pekka les recordara que la operación debía de ser silenciosa.

Isla Tortuga era la guarida de todos los piratas, por lo que en vez del habitual 10 a 1 esperaban 30, 40 o quizá 50. Cada uno de ellos tendría cuarenta posibilidades para alcanzar el Valhalla, cuarenta oportunidades para honrar a Odin, cuarenta historias para que los bardos contaran en verso.

No era diferente para los vikingos cristianos. Para las turras inglesas una verdadera locura. Para Burton la oportunidad de trascender; para Wilde la de cambiar fortuna. Para Gwaine era una aventura, aunque esta vez era diferente. Esta vez sentia el peso de Dom, abrazado a sus hombros. Su espíritu, o lo que fuera, preocupándose por el desde atrás.

No se embarcaba en una aventura tan peligrosa desde que lo conocio. Antes pelear por su vida era solo eso, su vida. Perderla o ganarla: no le importaba demasiado. Pero ahora amaba, su vida ya no era solo suya, y no quería perderla. Por primera vez tenia un motivo para arriesgarla, y era justo por amor. Para tener algo que ofrecer a Domhnall.

Por primera vez, mientras la nave se acercaba a oscuras al puerto en el que moria el bullicio, tenia un motivo y un objetivo. Si esa noche moria y se encontraba al Señor, lo lamentaría, y Domhnall también.

Ni siquiera se habia despedido, ni siquiera tenia uno de sus cabellos. Solo el recuerdo de sus ojos, transparentes bajo las pestañas translucidas, a la blanca luz de la luna.

-¡Por favor, dejeme disparar los cañones! – con un vehemente susurro suplico la turra oficial a Rollo.

-De acuerdo. – concedio este. Quiza asi la nena cediera.

-¡Todos a sus puestos! – ordeno con un grito sin voz, empero, fue oído como si lo profiriera el capitan Aubrey.

Con esa habilidad de la disciplinada marina inglesa para cambiar de actividad en un santiamén, las turras dejaron de temblar, beber o follar, y se alistaron. Las que nunca habían sido artilleras eran encomendadas con las tareas mas sencillas por sus compañeras.

-Embestiremos el faro en el fondo de la bahía – dijo Rollo a Juha Pekka, y este se mostro de acuerdo; entre la arena, y los restos, no tendrían que preocuparse por anclar el barco – Incendiaremos lo que podamos y les enseñaremos a esos fantoches como asesinan los verdaderos terrores de la mar.

Alzaron las espadas, los escudos y las hachas, en señal de entusiasmo.

A las cuatro y media de la mañana, los piratas daban por terminada la fiesta sobre las mesas encharcadas o sobre los pisos encharcados tambien.

-¡Fuego a babor! – ordeno la oficial cuando tenían colecciones de bonitas popas y casas a los costados.

Con precisión, uno tras otro, para que no se desencuadernara el barco, las bocas escupieron fuego.

-¡Estribor! – grito cuando aun sonaba el disparo del ultimo.

Las turras corrieron al otro extremo del barco y dispararon con la misma rapidez.

-¡Babor! – grito emocionada, dudando si lo lograrían.

Recargar era lo que mas costaba enseñar a las tripulaciones, tanto en dinero como en habilidad. La estructura de madera del faro del fondo se acercaba, su luz se volvia mas viva, otro rosario de estruendos y otra tandada de barcos perfectamente inutilizados.

Los vikingos habían coreado, encantados por el trueno. Disparar desde un punto fijo no tenia sentido en un barco de guerra. Las turras se ajustaban los cinturones cargados de armas cuando sintieron que la proa hendia la arena. Crujidos, fuego que caia del faro, algunos apagando el incendio a bordo, otros disparando flechas incendiarias. Gritos de guerra y todos afuera, incluida la oficial inglesa, hábil como cualquier otra turra de la Armada o del Norte para pelear.

Los piratas estaban borrachos, pero muchos de ellos no hubieran sabido martillar un arma sobrios. Disparos, sobre todo de parte de los defensores, prefiriendo los vikingos la carnicería al arma blanca, la sensación intima y reconfortante de bañarte con la sangre del enemigo. Hendir cuerpos y cabezas, uno tras otro, matar con tus propias manos.

Burton se batia con una esgrima mas fina que ninguno en la playa. Con habilidad y elegancia daba cuenta de sus oponentes como en su juventud llena de duelos. Acuchillo con la daga a un pirata no tan limpio que le salto por detrás, cuando Wilde gritaba sin poder llegar a su ayuda. Gwaine vio a su amigo correr tras el otro, y como una pareja de hermanos de armas medievales, pelear espalda con espalda para proteger al amado.

Se imagino a Domhnall haciendo lo mismo por el y sonrio. Su belleza no servia para la guerra. Escupio la sangre que se le habia metido en la boca y giro con la espada baja para dar un tajo con todas sus fuerzas, uno que casi partio en dos al pirata que venia por el.

Dos le saltaron desde una ventana cercana; tenia problemas en evitar los intentos de trincharlo de uno mientras el otro lo sujetaba. Un tiro surgio por el pecho del que estaba de pie, dio cuenta con la daga del que estaba sobre el al mismo tiempo que Willbond lo ensartaba por la espalda.

-¿Estas bien? – le pregunto la turra asustada. Ennegrecida y salpicada.

-Si. – tomo la mano que le tendia para levantarse. No parecía haber mas oponentes en la calle, por lo que siguieron a donde la luz de los incendios los iluminaba.

-¿Vamos a tomar la alcaldía? – pregunto la turra oficial.

-¿Tu crees que haya una alcaldía? – bromeo Gwaine.

-¡Malditos piratas! ¿Cuál es el plan?

Un par de zorras los atacaron. Autenticas zorras para piratas, con corses de escote muy bajo, pelucas y mucho colorete. Gwaine no quiso herirlas mortalmente y se fijo que Will tampoco.

-¿Estas bien? – le toco la mejilla que sangraba.

-Si, solo me araño. – se cohibio la turra, bajando la mirada.

-¿Sabes? No creo que los vikingos tengan un plan. – dijo al ver que habían atravesado el pueblo en su totalidad y se encontraban ante la maleza.

-Malditos vikingos.

-¿Regresamos a pelear? – le propuso haciendole con las manos el gesto de las damas primero.

-Vayamos.

Will se hecho a correr por delante y, sin la chaqueta, Gwaine noto lo bien que le rebotaban las nalgas. Esos ajustados pantalones de la Armada, suspiro, antes de detener un hachazo amigo y gritarle:

-¡Fijate, maldita sea! – a un barbudo ensangrentado.

*

El plan de los vikingos era, como siempre, atacar y pillar, en ese orden. Se atacaba hasta que no se encontrara resistencia, y bien hubieran podido ir hasta las puertas del Senado como Lucio Voreno, y después, se saqueaba. Cada quien encontraba lo que podía y todo lo apilaban en un gran monton en el centro del monasterio, o pueblo saqueado, para su reparto común, exceptuando si encontraban algo que quisieran conservar en particular, como una dentadura postiza o una turra, en cuyo caso, tenia que autorizarlo el líder de la expedición.

Gwaine pidió para si unas alhajas de boda, todavía en su cajita blanca, acojinada por dentro en satén blanco. Rollo se las otorgo con un gesto cansado y luego cedió a Burton una cacerola a presión francesa, con la que el irlandés desataría el infierno.

-¿No pudiste pedir a esa zorra? ¿La del mono ladron? – le dijo Wilde.

-¿Y que diablos voy a hacer con una zorra? ¿Montar un burdel de uno a la vez?

Wilde habia pedido varias valiosas sortijas y un reloj, asi como el monóculo de un general prusiano.

-Mejor que atormentarnos con menjunjes cocidos al vapor. – susurro a Gwaine, que solo rio.

Los piratas se habían rendido, al verse superados en furor homicida. Muchos habían muerto, aunque no tantos como se pensara en un inicio.

Puerto Tortuga estaba en ruinas. No era como que alguna vez hubiera sido un bello poblado, pulcro y saneado, pero no quedaba burdel sin chamuscar y el puerto estaba atascado con naves medio hundidas.

El rey pirata, tocado con su tricornio, estaba presente, botella en mano, para la rendición formal.

Toco el hombro de Juha Pekka, inclinándose confianzudo hacia el.

-Oye – le sonrio con sus dientes de oro y sus ojos muy maquillados - ¿Cómo nos encontraron?

Tortuga era una isla casi mitica en el Caribe, difícil de localizar por su cercanía con el triangulo de las Bermudas.

-Nuestro navegante nos trajo derecho aquí. – se lo señalo.

-Es un prodigio de navegante. – dijo el rey turra, examinándolo - ¿Traidor? – le pregunto con una ceja en alto.

-¿De los tuyos? No lo creo. Lo recogimos en Irlanda.

-Nadie que no haya estado en Tortuga puede enseñarte el camino.

-El lo hizo.

-¡Oye, tu, navegante! – lo llamo primero que Juha Pekka el rey Sparow - ¿Cómo es que encontraste el camino?

-Calculandolo. – fue su sencilla respuesta.

Abrazado al bauprés, o encaramado en lo mas alto del palo mayor, pensaba para sus adentros “yo calculo que por aquí vamos bien” y ordenaba mover un poco la proa del barco.

-¿No eres un pirata renegado? – se le abrazo amenazante Sparrow.

-No, por mi honor. – exclamo indignado.

-Sus habilidades como navegante fueron las que nos trajeron aquí. – apoyo un brazo en sus hombros Juha Pekka, haciendo a Burton acercarse.

-¿A que horas es la estúpida ceremonia? Ya quiero estrenar esta preciosidad. – dijo sobando su cacerola.

-Bien. ¡Todos atentos! – grito Juha Pekka, usando la megafonía de sus manos en cono. Rollo se paro, bien peinado, lavado y maquillado.

El rey pirata doblo una rodilla en tierra y entrego su espada, en realidad una pata de palo, pues no pudo encontrar su espada ni en medio de la refriega.

Rollo la acepto, la alzo y los vikingos vitorearon, golpeando los escudos con las armas. Las turras inglesas, formadas tras su oficial como si el Primer lord fuera a pasar revista, contrastaban silentes e impeterritas como el dia y la noche.

-Quiero oírtelo decir. – Rollo le pico las costillas con la pata de palo.

-Esta bien, esta bien – refunfuño Sparrow, y luego con tono de niño descontento en la escuela – Los vikingos, no los piratas, son el verdadero terror que viene del mar.

-Dilo de nuevo.

-¡Los vikingos son el verdadero terror de los mares!

Nuevas muestras de gozo y luego Rollo grito:

-¡La victoria es nuestra, hermanos! ¡Hoy celebramos todos como celebran en el Valhalla!

-¿Hoy? – guiño el ojo Gwaine a Will, que estaba a su lado, haciendolo sonreir a su pesar.

-¡A celebrar!

Un hachazo decapito el primero de docenas de barriles, y los piratas vieron con dolor como parte del ambarino liquido se desperdiciaba, y luego, con mas dolor, como desaparecia y a que velocidad por los gaznates vikingos.

 

 

***

Pacino abandono la reunión con el duque de Ucrania, el visir de Turquia y el representante del imperio austrohúngaro. Paso del ala publica del castillo a la frontal, mas protegida, por la que venia Vinny con su comitiva.

-¡Caro! – lo recibió con los brazos abiertos – No debiste viajar, no en tu estado.

Vinny estaba en un estado de gestación mas avanzado que Domhnall.

-¿Por eso te llevaste el Tiger?

-No se suponía que lo usaras.

-Te extrañaba. – ambos sabían que estaba mas sensible cuando estaba embarazado – Ademas, tenia curiosidad por conocer a tu nueva esposa.

Pacino sonrio como pillado en una trampa. Se relamio los labios y lo miro divertido.

-Es una tontería.

-¿Quién fue el cura?

-Malone.

-Si hubiera justicia en el mundo, Malone seria recordado como el mejor actor de la historia.

Habia interpretado a banqueros y soñadores, pordioseros, coroneles y aventureros, a un aborigen australiano e incluso su propia muerte.

-Sientate aquí, mi vida. O mejor, recuéstate. – le acaricio la frente con cariño, y para checar su temperatura. – No debiste viajar asi. Y tu – se volvió por primera vez al seme rubio, mas alto en apariencia que en realidad, que aguardaba silente a una respetuosa distancia, adorándolo -, ¿Por qué lo dejaste?

-Vinny insistió, Al. – se excuso con un movimiento de manos.

-Buen marido tenias que ser. – refunfuño, apartando de el sus ojos frios, que se llenaban de calidez en cuanto reposaban en el amado rostro de su sobrino.

Las niñeras de los respectivos bebes llegaron; habían sido escoltadas por tropas de choque y sirvientes que sostenían un duomo, como el de los obispos en peregrinaciones. Vinny se levanto a besarlos, como si hubieran pasado días y no minutos desde la ultima vez que los habia visto.

Duval, el seme, cogio al mas pequeñito, pues era un padre muy amoroso.

Hablaron del viaje y de los bebes, las tres maravillosas razones de la existencia de Vinny, que era la razón de la existencia de Pacino. Pacino, naturalmente, era la razón de la existencia de Duval.

Cuando se quedaron a solas, bueno, con el primer y segundo bebe en brazos de Vinny, este le dijo:

-Me sentí muy celoso cuando oi que te habias casado con el. – le dijo como si fuera en broma.

-Es el hijo de un viejo amigo… al que perdi por traérmelo. – añadió, para remarcar su importancia.

Los ojos oscuros, parecidos en forma y color a los del tio, se abrieron y su rostro, nuevamente delicado y parecido al de su tio, se ladeo para expresar su asombro.

-¿Asi de hermoso es?

-Una visión. – respondio con un ademan de la mano.

-Me estoy poniendo mas celoso.

-No tienes de que. – se inclino adelante para acariciarle la barbilla, toda su atención corporal puesta en el.

Vinny habia crecido con las aventuras de su tio: era un pequeño pillo desde los ocho años, aunque probablemente le gustaran las turras desde que nacio. Oir, o ver, que anda con esta o con aquella algo natural para el, como las papas para los campesinos.

-¿Lo conocere? – pregunto.

-No veo porque no. – reflexiono un poco Pacino – Incluso podrias ayudarme con el, si lo deseas.

-¿Qué pasa con el? – estaba interesado, lo que no significaba que lo haría.

-Esta embarazado también.

-¡Oh, en serio!? – con su entusiasmo, golpeo a Nina con una bubi.

-Un par de meses menos que tu, o eso creo. – hizo el ademan de “no se nada de cosas de madres” – Pero esta triste, y aunque da todo el tipo para una belleza trágica, sospecho que seria mucho mas radiante alegre.

-Interesante. – dijo Vinny, que siempre preferia la alegría. – No es bueno para el bebe que este triste.

-Podrias contentarlo. Creo que de madre a madre, tendrían mucho de que hablar.

-¿Es primeriza?

-Si, por supuesto.

-¡Tio! – exclamo Vinny - ¿Cómo lo hiciste? – junto las palmas.

-Oh, no fui yo. – admitió – Vino a mi asi. Fue el motivo por el que su padre me busco.

-¿Y el…

-Un bueno para nada. – movio la mano como si apartara una molesta mosca – Quise confortar a Domhnall con la certeza de que descansaba en paz pero no pudieron encontrarlo. Creo que se ahogo.

-Bueno, lo importante es que le dejo al bebe.

Al sonrio. De verdad adoraba a los bebes, Vinny.

-¿Quieres conocerlo?

-Si, por supuesto. – se puso en pie con sus dos hermosos bebes. Pacino tomo a uno, para ayudarlo, pero aunque habia sido enseñado por el y Duval, no lograba sentirse comodo, ni confiado, cargando a un bebe.

-El cree que es el único. – Vinny se volteo a verlo como dudándolo – Me he portado bien delante de el. – cruzo su corazón – Ejemplar como tu marido.

-¡Tio! Eso si que es asombroso. Empiezo a creer que es especial.

-Lo es. Bueno y hermoso; del tipo que jurarías que ya no existe.

-Comienzo a sentirme celoso. – repitió cantadito.

-No deberías – se enfoco de inmediato Pacino – nadie es mejor que tu, caro mio.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Largo como la polla de Rollo ;)

Juro que decidi hacer aparecer el rey pirata antes de que salieran los churripiratas del Cariba 5.

¿Que les parece la relacion Pacino/Vinny?

kyaaa!

Slán!


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