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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Hay hasta veintitres grados de parentela estandar, en Irlanda.

Pacino se comia la pequeña bubi una y otra vez. Las adoraba, ambas: ver unos pechitos despuntarse, crecer de la nada donde antes solo habia un torso estrechito, plano, era una de las grandes delicias de la vida.

Cada dia lo notaba; era capaz de percibir el diminuto incremento en el volumen, sin confundirlo con la hinchazón producida por la excitación, por el exceso de besos, comidas, chupadas; con la boca abierta grande trataba de abarcar toda la extencion del pecho, saboreando esa piel con caricias de su lengua, chupandola, ansioso por el momento que tendría mas.

Masajeaba la que no tenia en la boca. La dejaba llena de saliva, iba de la una a la otra, estrujando y emberrinchado por la incapacidad de comérselas las dos a la vez. Malditas limitaciones humanas.

Hacia tiempo, Pacino habia llegado a la conclusión de que su esposa no era muy efusiva, ni activa en la cama. Era como era; calmada, modosita, una pieza perfecta de adoracion.

El cometido de hacerlo jadear, temblar todo por el placer, colorear la nívea perfeccion de su cutis con la sangre que demostraba era humano, era uno que le encantaba lograr cada que estaba con el.

Hacerle perder el pudor, la timidez, era algo que no le creyo tanto tiempo tomar, y aunque las fantasias de la niña inocente y la esposa victimizada eran buenas, ya llevaban demasiado tiempo.

-¿Qué pasa? – le pregunto todavía sonriente, encantador, sobando un torturado pezoncito con el dedo.

-Nada. – meneo la cabeza Domhnall. Habia aprendido que a Pacino le desesperaba que fuera tan timido.

-¿Cómo que nada? – le acaricio la redondeada línea de la mandibula – Sonreir no arrugara la cara – sonreía, el si mas arrugado - ¿Ves? Precioso.

Beso suavemente su hombro y le cubrió de nuevo la naciente curvita derecha del pecho. Dom solto un gemidito.

-¿Qué? ¿Te duele? Como pude ser tan descuidado… - beso con una increíble ligereza su pechito – Vinny te ayudara.

Y parándose de la cama, se envolvió en una bata de seda china. Dom jalo la sabana para cubrirse; no sabia que esperar, ciertamente no a Vinny soñoliento, en camisón, del brazo de su tio.

-Lo siento. – le hablo – Nunca quise molestarte.

-No es ninguna molestia: los bebes no dejan dormir.

-Vinny, a Domhnall le duelen los pechitos.

-¡Pobrecito! – Vinny se subio a la cama, recostándose a su lado y bajándole las manos que sostenían la sabana.

Se ruborizo, recordando ciertas cercanías que habia tenido con Vinny.

-¡Mira que pequeñitos son! Te darán mucha, mucha mas lata. Dejame tocarlos.

Vinny tenia manos suaves y agradables. Calidas, tranquilizadoras, una cualidad que no sabia especificar. Era diferente al toque de las manos de Pacino, aunque fueran turras las dos. Diferente a las manos gélidas pero eficientes de Philip, cuyos masajes, pese a ser agradables, no lograban relajarlo.

Pronto Domhnall relajo los hombros, con lo que su cuello lucio mucho mas largo. Apetitoso, cuando lo ladeo, con el gesto complacido.

Vinny tenia mas nalgas que caderas, pero ambas abultaban deliciosamente. Domhnall, desnudo bajo la sabana, de la cintura para abajo; Vinny, en una de esas tentadoras prendas diseñadas por el capitan Dillon. Y su noche, que apenas empezaba.

Se sento del lado de Vinny, apreciando sus carnosas pompas con la mano mientras veía como le masajeaba los pechitos a Dom. Cada vez estaban mas cerca sus preciosos rostros, esas dos beldades, suyas.

Que ya se habían besado lo sabia, lo habia visto, ignoto, pero ahora ignoraban su precensia, o, mas bien, la olvidaba su joven esposa, entregándose relajada a un homoyuri suave, tomando los brazos de Vinny, abrazandose a el y dándole suave tras suave besito en los labios.

Abrio los ojos cuando Vinny se hecho un poquito atrás y lo miro, neutral un segundo antes de asustarse al caer en cuenta lo que habia hecho.

-Esta bien. – lo beso Pacino.

-Esta bien. – le dijo Vinny, poniéndole las manos sobre sus propios pechos, redondos y densos que le llenaban bien las manos.

Sus manos sobre las suyas, movimientos de masaje.

-Aprende Dom, para que puedas relajar tus pechitos cuando te duelan.

Dom lo hacia, experimentando algo muy diferente a la relajación. Pacino siempre estaba presente para hacerlo sentir relajado, tan atento, por lo que menos se atrevia a decirle que no lo lograba. Que la manera como lo miraba, anticipándole lo que vendría después, lo ponía de nervios.

-Asi, asi, Dommy… - Vinny le enseñaba a masajear mas fuerte, hechando su cuello atrás, montándose en el con cuidado para sus panzas, que aunque estaban juntas no estaban apretadas.

Otras cosas estaban juntas, al menos a través de la tela. Vinny cabalgaba, vigorosamente, y pronto estuvo conteniendo los ruiditos de placer.

Pacino habia salido de su campo visual. Estaba detrás de su sobrino, siguiendo la línea que el camisoncito hacia en la espalda; una tira que nacia de juntar los dos tirantes, y que enroscada, bajaba hasta el nacimiento de las nalgas, a lo profundo de la V del escote posterior que abrazaba cintura y caderas.

Asi las abrazo también Pacino, repegando su mejilla a los velados volúmenes con tal placidez en el relajado rostro, bondad, que resultaba difícil reconocerlo.

Vinny sabia muy bien lo que su tio le hacia; le agradaba sentir sus manos, lo emocionaba, como si todavía fuera adolescente. Su tio ni siquiera tenia que desenvolver el pastel para comérselo. La fina tela del camisón lo permitia todo; mojadita, se pegaba brevemente para luego despegarse, cuando se la dejaba humeda, con la lengua, en la acorazonada depresión entre los dos volúmenes.

Luego la tensión la separaba, y habia que volver a pegarla. Habia que masajear esas bolitas, desde atrás, sobar el delicado perineo. La belleza italiana preg dibujaba expresiones de placer que no eran del todo producidas por sobarle los pechitos a Domhnall, por besarlo. Aun a través del velo, el placer se incrementaba tanto que Domhnall también lo noto. Su rostro aceitunado, gimiendo; dedos temblorosos estrujando sus minibubis, con suavidad, y luego, tras el cuello y la curva de la espalda, el pelo de Pacino en medio del corazón de las nalgas, señalado por las tiritas enroscadas del camisón.

Dom abrió la boca tanto como sus pupilas se dilataron. Dejo de masajear sabrosonamente las bubis de Vinny, y tanto se tenso que este, amoroso, se fijo a ver que le pasaba.

-No son tio y sobrino…

La belleza, apenada, se volteo a ver a su tio. Al ver hurtado el manjar de sus manos, Pacino atendio al rostro de las dos turritas.

-¿Qué…

Pacino estaba tan acostumbrado a lo que hacia con su sobrino, le parecía tan natural, que tardo un instante en comprender. A ese nivel de su circulo de intimidad nadie se asombraría, nadie se atrevería a hacerlo, salvo su esposita inocente.

Vinny separo esos labios como tajadas de fruto maduro, pero Pacino le indico que callara con una mirada de un fragmento de segundo. Apachicho lujuriosamente las nalgas veladas, humeditas, y luego la pierna larga y sensual de Domhnall. Le beso el interior del muslo, bastante abajo, pero suficiente para electrizarlo intensamente.

-¿Y que haras al respecto?

¿Hacer? ¿Qué podía el hacer? Miro a Vinny. Era una turra deshonrada con el crio de otro en el vientre, ¿Qué podía objetarle a su marido? No tenia ni autoridad moral para reprocharle, única cosa que, de hecho, una turra casada podía hacer respecto a las infidelidades de su marido.

Y ni siquiera estaba seguro de que fuera una infidelidad, porque no lo estaban engañando, estaban delante de el, con el…

Vinny interrumpio sus pensamientos con un suave beso en los labios. Invitaba, tentaba. Su dedo se deslizaba por su brazo de la misma manera que el de Pacino.

-Me gustas mucho, Dom.

Dom se sonrojo. A el también ¿le gustaba? No sabia decirlo: eran turras, y, según su papa, eso no era nada. Asi que no era traición a Gwaine sentir esas ganas parecidas a lo que sentia por el con Vinny.

Dom le acaricio la mejilla; era tersa y hermosa, Vinny cerro los ojos como un gatito al recibir una caricia.

Los abrió y le sonrio. Le sonrio de vuelta, y Vinny se acomodo de ladito para estar mas comodo con su panza y besarlo. Besarse con Vinny se sentia tan rico; sus labios eran tan suaves, tan pero tan suaves, lo mismo que sus mejillas, su piel bajo sus dedos. Un cuerpo delicado y hermoso, como el suyo. Enfrentándose, incluso, a los mismos cambios. Embarazado.

Pacino se subio sobre ambos. Era delgado y no lastimaba. Lo beso primero a el, la esposa infiel, y luego a Vinny, en su propia cara. No dejaba de ser impactante verlos, tan parecidos, pero luego el y Vinny se besaron, incluso Pacino, cosa que no creía posible. Pacino masajeba sus tetitas con ambas manos; una suya, una de Vinny. Parecia querer tener dos bocas para besarlos a ambos, comérselos a ambos; en el cuello, el escote, la cara.

Eran divinos, los dos. Una belleza típica de su raza, cada uno. Pieles tersas, perfumadas: su misma propia esencia, no vulgares perfumes, aunque Vinny si que tenia un rastro del perfume que usaba, nerolis combinados con la dulzura de la manzana.

Y las manzanas que eran sus pechos. Habia sido tan planito como Domhnall antes de los bebes, lo que le daba esperanzas sobre los encantos que alcanzaría su belleza de los cabellos de ambar, esos que se mezclaban con los oscuros y brillantes, como noche hecha bebida.

Hermoso, gentil. El gesto de Vinny siempre estaba suavizado por la ternura, su encanto luminoso, dulce. Algo parecido habia visto en Domhnall cuando lo vio reir, y asi quería tenerlo: la plata pulida y las turras tan radiantes como pudieran.

Besaba a su esposo y en medio del jaleo este le correspondia. Obligarlo no era algo que se pudiera, y aunque admiraba su carácter la frustración no era una sensación aceptable para el. Vinny, su encantador Vinny, habia hecho la magia, y ahora la flor irlandesa se abria, dándose. A el, a Vinny; que importaba, se daba, le otorgaba el placer de verlo permitirse experimentarlo, y era hermoso. Vinny y el se lo comían, sin dejar desatendido un pedacito de ese sensual cuerpo: brazos, acariciados estirados mientras se besaban, Vinny; muslito y cadera el, lamidos, mientras le sobaba el perineo.

Demorandose en ir atrás, creando expectativa, desesperación, como la que el habia sentido. Metiendole dos dedos hasta el fondo de su anegado culito, justo cuando no pudo soportar sus gemidos sin meterle algo. Atacando el agujerito con maña y sin piedad, contemplando como se sacudia casi desmayado en brazos de Vinny; sus amorosos besitos, sus labios sobre el pezón, rozándolo.

Domhnall, corriéndose como nunca lo habia hecho en compañía de otras dos turras.

Dos turras que no daban tregua lamiéndolo, masajeandolo. Temia que volvieran a hacerle algo en la cola, no lo soportaría. Pero solo lo dejaron descansar un par de minutos, mientras se frotaban entre ellos, besándose. Luego Vinny adopto una pose con la cola empinada, jalando varios cojines para abrazarse a ellos, recargadito, gimiendo con bienestar mientras se arrellanaba, como un gatito.

Vio a Pacino, con esa mirada intensa, intimidante, concentrada en su cola como, se imaginaba, estaría en la suya. Alzo el velo de la faldita del camisón, enrollándolo en torno a esa cintura estrecha todavía por la espalda,  y se comio aquellos encantos desnudos, sabiendo por propia experiencia lo que hacia con su lengua.

Pacino apachichaba sus nalgas y Vinny ronroneaba, meneándolas como un gatito. Luego los ojos del gatito se abrieron y lo contemplaron, avellanas luminosas que lo invitaban a besar, labios sobre labios y la invitación de una mano a acomodarse en la misma pose. Una mano de Pacino, sobando su nalga, su cadera, mientras se comia a Vinny, irguiéndose luego y metiéndoles mano a los dos.

Dominaba los dos panoramas con la mirada, relamiéndose los labios y babeando. Cuando su verdadera naturaleza asomaba, también lo hacia su verdadera edad: falta de volumen en las mejillas y en el pecho, pero no en la polla, que apuntaba arrecha, goteante, incapaz de decidir por uno u otro culito. ¿El que tenia mas caderas o el que tenia mas nalgas? Era imposible decidir; perfectos, tersos ambos, curvas llenas mas alla de lo que se podía desear.

Ataco a Domhnall, haciendolo sentir avergonzado de que lo follaran delante de alguien mas. Y ese alguien todavía era tan lindo para besarlo, sobarlo, quererlo sin sentir envidia (¿de donde habia sacado eso?), mordiéndose sensualmente los labios de expectación cuando las manos de Pacino se posaron sobre sus nalgas, separándolas para poder hendirlas, gimiendo con tanto placer, tan entrecortaditamente, cuando Pacino se lo metio, que un calorcillo le recorrio el vientre, estremeciendole la punta de la polla. Metio la mano bajo su barriga para frotarsela al mismo tiempo que Pacino acercaba sus dedos ensalivados (lubricados con libidinosa mirada) a su agujerito desocupado, adorando tener que volver a abrirlo de tan estrechito que era, tiernito, nuevo.

Era un tunelito pequeño y apretado, caliente, tan caliente como solo un preñado podía estarlo, resbalosito de baba, ese delicioso fluido. Y mientras lo dedeaba y se masturbaba, por primera vez delante de sus ojos (aunque no exactamente delante de sus ojos, veía su codo y con eso le bastaba) se follaba a Vinny, su adorado, pequeño y delicioso Vinny, cuyo agujerito seguía apretando como si no hubiera tenido bebes, tan apretado, casi, como el dia que lo desfloro, cuando las lagrimas virginales corrieron por sus mejillas a pesar de su mejor disposición a entregarse.

Domhnall, Vinny; uno, otro. Caderas, nalgas. Piernas extralargas, piernas normales. Hombros estrechos contra cintura estrecha. Jovenes beldades en las que en cuestión de belleza era difícil decidir. Preñados ambos, de sus hijos. Como si su semen no fuera mejor que el de cualquier seme; supiera mejor, se viera mejor, sobre los rostros sonrojados, las boquitas ansiosas.

Termino sobre ambos, bañándolos, acercando el fluido pegajoso a sus hoyitos y untándolo sobre ellos. El de Vinny palpitaba, le pedia mas. Lo lamio amorosamente, pero luego…

Jalo a Domhnall, ayudándolo a incorporarse cuidadosamente. Lo beso en la boca y le pregunto retóricamente:

-¿Harias algo por mi? Comete el culito de Vinny.

Se le fue el aliento. Lo miro afiebrado, boquiabierto, ¿el, comerse un culito? ¿el de Vinny? Se le antojaba, se veía tan… Era una obcenidad que no hubiera podido ni imaginarse en Kerry con el semen brillante, el brillo hacia dentro, en lo rosita.

-No se como hacerlo.

Impacientar a su marido lo asustaba.

-Solo haz lo que te gustaría que te hicieran. Y estira mucho la lengua. – añadió antes de empujar su cabeza por la nuca ambarina a entre las rotundas nalgas.

Vinny se acomodo, adivinando, o sugiriendo, lo que su tio quería; lo cierto que al verlo asi recostado, acomodo a Domhnall, haciendo un arco con su pierna larga y entrando triunfal, metiendo la cabeza bajo este, acostándose sobre el muslito carnoso, lamiendo la pronunciada curvita de la nalga cerca del muslo, acariciando la otra, deslizando un dedo y acompañándolo con la lengua.

Domhnall no podía hacer mucho mas que meter la lengua, masajear con los labios. Tal vez, de no estarle dando placer, se hubiera desempeñado mejor, pero con Pacino haciendolo sentir asi solo quería estremecerse, gritar. Penetraba el culito de Vinny una y otra vez, lamia con desesperación.

Vinny, lindo, lo apreciaba. Era responsivo y Dom no lo hacia del todo mal; incluso, en su apasionada inexperiencia, habia algo muy excitante. Pobrecito, quedar embarazado antes de saber usar la lengua.

El si que sabia usarla. Habia empezado lamiendo los sensibles reversos del codo de sus compañeros de colegio. Habia seguido lamiendo sus cuellos, sus pechitos, incluso. Pero fue su tio quien le enseño a lamer la cola y para el la habia reservado. Su tio, dándole tanto y tanto placer, sin afrentar siquiera su virginidad. Ahora lamia entre sus nalgas como le habia enseñado a hacerlo, como le nacia hacerlo; deseándolo, amándolo. Su tio era una de las turras mas hermosas que habia visto, la mas fascinante. Lo adoraba, y no quería hacer nada por evitarlo: habria estado dispuesto, incluso, a sacrificar ser madre.

Pero habían encontrado el modo; tenia a sus bebes, se tenían el uno al otro. Tenian a Domhnall; candoroso, un primor. Uno al que ya se moria de ganas por comerle la colita, en la siguiente ronda de ruedita.

 

Continuará...

 

Notas finales:

muchas turras, mucho homoyuri, gafas nuevas.

 


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