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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Los parroquianos se exprimían en el porche antes de entrar a “La novia casada”. La colita de la peor tormenta de la historia, bueno, la peor del año, los bañaba como si fuera domingo, dándoles de que hablar, puesto que los aullidos de la bruja que esperaba a Cuchulainn no interesaban a nadie.

-Pero que tormenta dios mio, que tormenta. – comento uno a Mary, que con un garrote mas grande que el mismo vigilaba en su poltrona, justo al lado de la puerta.

-Paddy se emborracho de agua, ¡miralo al pobre!

El pobre, con el cabello ralo que le habían dejado las cabras, dormitaba resfriado frente a una pinta de cerveza caliente con especias que no se había podido acabar.

-¡Que crueldad! – sacudieron la cabeza los amigos, salpicando a Mary con unas gotas y ganándose un porrazo.

-Exprimanse bien, joder, que para eso hemos puesto el porche.

-Y nadie pensaría que son los viejos tablones de la letrina, ¿verdad Mary? – se acerco cariñoso Brendan.

Brian, encadenado del cuello con una argolla de cadena larga preparaba los tragos tras su barra, hecha con la madera de los antiguos gallineros (nadie podía pararse media hora luego de cerrar para atender a los pollos, y los borrachos siempre estaban pisándolos) y Eli y Eili, sus primas, los llevaban a las mesas.

La decoración también había mejorado: en el lugar de honor, detrás de la barra de Brian, seguía el vestido de novia de Domhnall, el de su no boda con Gwaine, y encima de la mejorada chimenea, el de su boda con Pacino, lo mismo que una fe de su matrimonio, enmarcada con vidrio.

Pacino había dejado una insultante cantidad de dinero, que Brendan no quería tocar pero que Mary, con menos escrupulos y mas sentido común, utilizo para mejorar la taberna y confeccionarle a Brian una argolla cómodamente forrada, lo mismo que la pulsera del tobillo que lo sujetaba a una pesada bola que dos varones tuvieron que llevar al pie de su cama y que sumio el piso, asi como una muy indispensable bacinica. Todo de reluciente bronce.

-¡En alas de tormentas asi llegaban los vikingos! – grito un exaltado – Sobre la espuma de las olas traían la perdición.

-La perdición la tenemos nosotros, en el culo de Kerry jajaja! – le corearon la carcajada muchos.

-La verdad es que este lugar no es lo mismo sin Gwaine, Burton y Wilde.

-¡¿Dónde, donde!? – alzo la cabeza Paddy.

Brian gruño y sumio un pozillo. Su ex futuro cuñado iba a recibir todo el impacto de la jodida bola con que lo encadenaban en la noche si regresaba.

-¡Oid, oid lo que les digo! Tormentas asi presagian desgracias; el cielo nos castiga, retumba con la ira de dios!

-Yo conoci un loco en el Trinity college que decía que retumbaba por las cargas eléctricas acumuladas de los iones de agua subiendo y bajando. – dijo, tal cual, uno con un parche en el ojo.

-¡Insensatos! Yo se lo que les digo. Dentro de nada veremos llegar la terrible cabeza de dragon que hiende los océanos, y los hombres del norte hendirán sus cabezas con sus hachas.

En aquel momento, como dándole la razón, las campanas de Skellig Michel empezaron a dar la alarma.

-Bah! No hagan caso, seguro algún monje borrachin se ha equivocado al llamar a completas. – dijo el que había salpicado a Mary.

-¡Si! Y si tu quieres seguir predicando malos augurios hasta en la caca de las cabras, únete a los hermanos de Plymouth, maldito aguafiestas. – puntualizo con su tarro sobre la mesa un primo quinto, sobrino tercero, de Dom y Brian.

Todos brindaron, pero papa Brendan, pensando que al enorme barco (no ya el Tiger, sino la Sinuhe) que hacia toda la trayectoria de Sintra a Balleskelligs solo para entregar una carta de Domhnall la tormenta no le importaría en lo absoluto para entregar otra, cogio su capote y salio fuera.

La lluvia era enceguecedora, pero protegiéndose los ojos, cuando relampagueaba el trueno, se podía ver. Se podía ver al monje, convulsionando atorado entre las cuerdas de la campana, que tañia a ese ritmo singular.

Se podía ver la enorme cabeza de dragon, con las fauces abiertas, atravesando entre las dos Skelligs con pericia sorprendente. Las rayas blancas del diseño a blancas y rojas de la gran vela latina también resplandecían, y barbas y melenas se agitaban como remolinos en las barandillas del barco, donde tenia.

-¡Vikingos, vikingos! – exclamo Brendan al abrir la puerta de golpe, salpicando a su esposo.

-¡¿Qué?!

El sobrino quinto, sobrino nieto tercero de Brendan escupio su cerveza.

-¡Una gran drakar! ¡Mas grande que cualquiera que figure en las sagas!

Brendan era una figura de respeto, pero eso de vikingos en drakars gigantes, a esas desconsideradas horas del viernes…

-¡Salgan y mírenlo! Preparemosnos. ¡Ay, porque habremos fundido los cañones para hacer monedas falsas?! Venga, Brian…

Brian trato de acudir al llamado de su padre pero con un ruidito ahogado su cabeza regreso, efecto resorte de la cadena.

Se prepararon para repeler la invacion, porque si bien no tenían mucho dinero, si muchos cojones. Y armas, de la buena época del contrabando con Pacino.

Unas tres docenas de varones, incluyendo los jóvenes y los viejos, cubrían desde los acantilados la entrada a la bahía de Waterville, por donde también habían entrado los milesios. Pero, para su sorpresa, la drakar atraco en el ultimo minuto en una pequeña playa de arena negra al pie de un par de acantilados que formaban angulo, protegiéndola. De la estructura con mascaron de dragon y portañuelas de cañones surgieron mazizorros tras mazizorros, animados por una ramera pirata con coronita.

Los vikingos, con dos cojones, empezaron a trepar por los acantilados. Con sus manos desnudas o con cuerdas, escalaban y eran repelidos por los irlandeses con piedras y meadas, hasta que una voz conocida trono:

-¡Cuando agarre al que le hizo esto a un caballero de Innishmore lo desnuco con un bolillo duro!

-¿Burton? – parpadeo Paddy.

-No, su espectro.

-¡Aaah! ¡Su espectro!

-Joder, Paddy soy yo, en carne y hueso, o no me costaría tanto subir.

-¡Burton! ¿Sabes algo de Gwaine? – grito papa Brendan, guardándosela.

-¡Aquí estoy! – venia escalando por una cuerda.

-¡Maldito borracho hijo de puta!

-A mi también me da gusto saludarte suegro.

Una sarta de soeces y elaboradas maldiciones hasta que alcazo la cima del acantilado. Brendan le dio la mano para ayudarlo en el ultimo paso y luego lo tiro de un puñetazo. Will, que venia detrás, ahogo una exclamación.

Los vikingos que no habían sido repelidos corrian en dirección a la casa con las hachas en alto.

-¡Bygg, Bygg, Bygg! ¡Hler, Hler, Hler! – gritaban los que ya iban en camino y los que venían subiendo.

-¡Detenganlos, que queman la taberna! – grito el primo cuarto.

-¡Arriba muchachos! ¡No hay mayor gloria que tomar Moher! – los animaba Juha Pekka, alzando el brazo y recibiendo una honrosa herida en el hombro.

-¡Hey! – exclamo Gwaine – No les disparen, son amigos.

-¡¿Amigos tuyos!? – se indigno Brendan.

-Si, y de todos. Vienen de tomar Tortuga y quieren tomar cerveza. Moher es una ganancia.

-¿No vienen a saquear y quemar el pueblo?

-No, solo vienen de fiesta, conmigo.

-¡Rapido muchachos, a repelerlos a todos! – grito Brendan con una voz que ya hubiera querido el capitán Aubrey - ¡Tiren a matar!

 

*

La incursión vikinga a Moher se completo de manera exitosa, con pocos muertos y descalabrados. Mary derribo a mas vikingos que nadie, pero cuando los cuerpos obstruyenron la puerta de la taberna los vikingos se abrieron otra a hachazos.

Gwaine, al ver que entraban en tropel en casa de su amado corrió como ratero; esos vikingos no tenían prioridades como los irlandeses, y si veian una turra hermosa querían tomarla antes que la cerveza.

Se impacto al entrar en la casa y verla tan renovada. Ampliada. Los vikingos bebían a mansalva y Brian y Mary los garroteaban.

-Oye lindura – la alzo Rollo por la cintura - ¿quieres tener sexo conmigo?

-Rollo suelta a mi suegra.

-Codicioso. – le dijo este, soltándola.

Su mal genio terrible y enemigos mortales contra el irlandés duro hasta que Burton le tiro un diente con un bollito al vapor. Entonces entrego ofrendas de paz y hasta un regalito para su concubina.

-Madre de mi amado, ¿Dónde esta el? – le pregunto.

-En Sintra.

-¡¿Encinta?!

-Tambien.

Gwaine no podía dar crédito a sus oídos. ¿Embarazado, su Dom? Luego vio el vestido. Los vestidos. Enfrente de el, con el que Domhnall había fantaseado. En la otra pared, uno como de los tuatha dé Danann.

-¡Siii! – exclamo Bjorn agrandandando el boquete de la nueva puerta – ¡Wilde nos condujo a la mejor taberna!

El olor de lo que se vertia en los gaznates abiertos hablaba por si mismo.

-¡El valhalla a nuestro navegante! – brindaron los vikingos.

-¿Y yo que cojones? – pregunto Burton, resollando.

-¡Les voy a cobrar cada maldita astilla! – Mary empuño su garrote. Gwaine la detuvo por el brazo.

-Madre, ¿Qué paso?

-Ah, pues remodelamos y ampliamos…

-Con Domhnall.

-Se caso.

Aquello le cayo a Gwaine como caer en un torbellino de agua helada, hasta las profundidades del maelstrom. El silencio lo rodeaba, a pesar de que los vikingos festejaban a su alredor.

Burton se acerco a el y le toco el hombro.

-¿Con quien? – reacciono.

-Con Pacino, un amigo de Brendan.

-¿Dónde esta?

-En Sintra, carajo. ¿Te quedaste tonto?

Wilde también había dejado de gloriarse al ver la cara de su amigo, se acerco.

Parecia que envejecia en segundos. Palido y desencajado, como si arrancaran el corazón.

-¿Dónde esta Sintra?

-Yo te llevare. – aseguro empatico Wilde.

-En Portugal. – respondio Mary al ver que Gwaine la seguía cuestionando con la mirada.

Luego cayo de bruces. Brian se vio detrás de el, todavía sujetando la mas grande jarra de vino.

-¡Genial idea! – dijeron los vikingos y comenzaron a golpearse con la orfebrería.

Brendan llego y le dio una patada.

-¡Imbecil! Tuvimos que casar a Dom con un desgraciado.

-¿Por qué?

-¿Y todavía lo preguntas? – con el rabillo del ojo vio que la casa estaba rodeada de irlandeses – Porque lo dejaste plantado en el altar, por eso.

-El primer nombre de la taberna fue La novia dejada.

-Pero luego la casamos y bien casada. – completo en automatico Brendan. Lo habían asegurado tantas veces.

Las lagrimas le manaban sin consuelo a Gwaine y se doblaba de dolor en el suelo. ¡Domhnall, su Domhnall! Le dolia tan adentro. La turra inglesa se sento en el suelo para consolarlo. Gwaine se le abrazo y lloro como un niño.

Brendan quería ser mas duro pero el dolor que mostraba Gwaine era tan genuino. Le recordó sus propias lagrimas, las de Brian y Mary cuando se lo llevaron. Las de Dom.

-Vamos, vamos… - se acuclillo también, con trabajos – Toma un trago. – se lo solicito a su hijo el que le quedaba.

Brian le acerco una botella de licor de endrino que Gwaine vacio en un santiamén.

-¿Por qué? – preguntaba sin poder enfocar bien, de tanto como lloraba - ¿El esta bien?

-Si, de eso no hay duda.

Brendan comenzó a explicar, mas para Burton y Wilde que para Gwaine mismo, que no estaba en condiciones de atender a nadie. Sollozaba cuando despegaba los labios de una botella, de un modo que partia el corazón, por lo que mejor le pasaban otra para que mitigara.

Burton y Wilde, serios, atendieron a lo que decía Brendan. Apreciaban a Domhnall y sabían lo mucho que se amaban, les dolia ver a su amigo en ese estado.

-¿Qué pasa? – pregunto Juha Pekka, ya vendado, al ver el triste grupo frente a la barra - ¿Se acabo la bebida?

-No, se han llevado a su novia.

-¡Rapto! – exclamo el vikingo – Si quieres ir por ella, ¡te acompañamos! ¿O no muchachos?

-¡Si! – bramaron a una voz todos los vikingos, y hasta el rey pirata.

Gwaine entendio eso.

-Gracias… - extendió la mano hacia Juha Pekka.

Este lo levanto, lo abrazo y le dijo:

-Animo, hijo del noroeste. Recuperaremos a tu novia.

-Yo los llevare. – aseguro Wilde.

-Sera peligroso – advirtió Brendan, que por eso había encadenado a Brian – Ese hombre es muy poderoso.

-¡Y hasta será peligroso! – exclamo Juha Pekka – Ni hablar, ¡festejemos! Bueno, tu ahoga tu dolor hermano, y mañana iremos por tu hermosa novia.

-¡Rescataremos a mi hermana! – Brian salto como un hijo del dios del trueno y se unio al salvaje frenesí de los vikingos.

-Iremos por ella hermano. – aseguro Burton.

-Gracias amigos, se los agradezco…

Burton a su derecha, Wilde a su izquierda, se sentaron con el para emborracharse. Paddy se acerco.

-Amigos…

-Paddy – le reprocho Wilde - ¿Por qué no diste el recado que te encargamos?

-¿Qué recado?

-¿Ya ves? Perdido de borracho, y solo con seis pintas…

-Fue mi culpa, nunca debi irme sin despedirme… - Gwaine alzaba la cabeza, medio sobrio todavía.

-No tenias manera de saberlo, ¡malditos suegros precipitados!

-Domhnall… ¡por eso lo oia llorar!

-Lo rescataremos Gwaine, estará contigo…

-¡Pero no podremos casarnos! – golpeo la barra con su cabeza. Al alzarla, miro con ojos transpasados, como los de los mártires en las iglesias - ¡Su vestido! Ni siquiera eso pude darle, pobre perdedor como soy…

-Ya no eres pobre amigo…

-Un bueno para nada, un inútil. ¡Un imbécil es lo que soy! No me merezco a Domhnall, no lo merecia, lo sabia, y por eso, me lo han quitado.

-Mira hijo – papa Brendan lo alzo de las greñas – Mas te vale traerme a mi niño de vuelta. El jamas quiso creer que estabas muerto, y yo lo obligue a casarse. Es mi culpa. Pero es tu amado, por lo que tu debes luchar por el.

-¿Lo merezco?

-Si. Te doy su mano de buen grado. Recuperalo.

-¡Padre… - cogio sus manos y poso la mejilla sobre ellas, bañándolas con sus lagrimas – Lo amo tanto…

-Lo se, ahora lo se. – le alzo el rostro y le beso la frente – Ahora bebe. Expresa tu dolor. Mañana pelearas.

 

Continuará...

 

Notas finales:

Slán!


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