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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

El grito de guerra de Jari en sus buenos tiempos, antes del hambre, el difraz de hada y el turco...

Philip se entrego a un seme tras otro, recibiéndolos entre sus delicadas piernas, dando a los cerdos el manjar entre sus exquisitos muslos, a pesar de que se lo estropearan.

De espaldas sobre la seda de uno de sus juegos de sabanas, en medio del amplio espacio en la cubierta inferior que servia de dormitorio a muchos de ellos estaba hechado, sucio y sudoroso con la carita agotada, salidorra. Habia mamado a muchos a la par que recibia a otros entre las nalgas, y las pruebas estaban en sus labios hinchados y las multiples corridas, que habían escurrido empegotando sus cabellos, humedad densa prendida tambien entre sus pestañas.

Habia mamado a muchos, masturbado a otros, dadose un festin de semes, de sus pollas, lo único que valia de ellos. Uno tras otro había acariciado cuerpos grandes y forzudos; cabellos largos, gruesas trenzas. Barbas largas lo habían cosquilleado y barbas cortas lo habían irritado aun mas rico. Esos vikingos si que sabían follar, eran unos animales, justo lo que necesitaba.

Sus muslos yacían laxos ya, cansados de tanto apretar los ijares de las bestias, de tanto espolearlos para que lo cabalgaran con mas vigor. El rubio que sucedió al que lo acababa de dejar se los cogio, apretándoselos el contra sus caderas para penetrarlo mejor, para que el semen dejado por tantos de sus compañeros no le dificultara tanto la penetración.

Estaba inundado, verdaderamente inundado, ese pequeño culito, por lo que a cada embate manaba mas semen fuera. Philip entero yacia sobre un charco pringoso, gozándolo aun, sin que escociera por la abundante lubricación.

Despues se preocuparía por un embarazo no deseado, de momento, lo único que había en su mente era el placer, la dicha del atracon, el voluptuoso exceso. Pagaria con creces, comenzaba a pagar; le dolia ya el cuerpo de tanto follar, pero quería mas. Necesitaba mas.

Darle a su cuerpo el contento que tanto había deseado, dar rienda suelta a sus deseos, aunque no le reportaran ningún beneficio, solo por el gusto de follar en si, mas aun, de follar como el cuerpo se lo pedia, sin limites, sin cálculos, sin prohibiciones. Lo que quería, en el momento que lo quería, dándose el gusto reprimido por años.

Un vikingo con arcos superciliares pronunciados lo hizo volver un poco en si con delicados golpes en las mejillas.

-¿Estan violándote? – se preocupo Juha Pekka.

-No – ronroneo Philip, encontrándolo agradable – Follame tu tambien. – le pidió, rodeándolo con brazos y piernas.

 

***

 

Pacino daba vueltas a la sortija de bodas que una vez había puesto en el dedo a un tembloroso joven. El había satisfecho su fantasia de boda, de ser el novio, ¿y Vinny? Casarse con Duval debio haber sido tan difícil para el como para Domhnall casarse con el. Y lo de Vinny y Duval era en serio, no con Malone oficiando.

-Señor. – su castrense en turno llamaba a la puerta, asomándose.

-¿Se fueron bien mi esposa y su amante?

-Si, señor, les dispusimos caballos frescos y una merienda, como mando.

-Envia ayuda. A los pueblos que es posible que lleguen. Discretamente.

Pacino estaba algo ausente, por lo que tardo en darse cuenta de que Voreno tenia algo gordo que comunicarle.

-¿Si?

-Señor, me temo que la señorita D’Anglers escapo con los vikingos.

Pacino arrugo el ceño:

-¿No se la habran robado?

-No señor. Se fue por su cuenta. Baccio la escucho decir que preferia las folladas a las riquezas, si bien se llevo las riquezas.

Pacino asintió, tranquilo. Si Philip era tan animal que preferia la compañía de otros animales, que le sentara bien.

Voreno, que no se esperaba una reacción tan calmada, trato de bajar sus pelirrojas cejas.

-Estamos listos para perseguir al enemigo.

Y deseosos, hubiera podido agregar Voreno.

-No. – Pacino movio la mano como si apartara un insecto – Que dejen todo como estaba cuanto antes. Ya habras reemplazado a los elementos que no tuvieron un desempeño satisfactorio. – lo miro ojos profundos remarcados por ojeras profundas.

-En eso estoy.

-¿La turra que rescatamos?

-Esta en la enfermería.

-No – volvió a mover la mano – Muevela a los aposentos para diplomáticos. Ire a verla.

 

*

Una turra que no era joven, casi regordeta, pero agradablemente proporcionada y lamentablemente herida.

Movia a compasión verla tan lastimada, con cortes y cicatrices. Moretones, vendas, palida. Esa mejilla que tocaba con sus dedos frios ganaría belleza y lozanía cuando hubiera recuperado la sangre. El cabello corto le quedaba bien; largo, parecería que se exforzaba demasiado por ser muy femenina, y no lo era.

Sus muslos y pancita eran innegablemente turros, tanto que despertaban su deseo.

Estaba desnudo salvo por las vendas; había hecho a un lado la sabana con un ademan teatral para verla, su estado de salud. El medico le había dicho que era bastante bueno, a pesar la sangre perdida. No mayor a la que se pierde en un parto saludable, habían sido sus palabras, que le recordaron la agonía experimentada cuando Vinny tuvo su primer bebe. Y ahora Domhnall.

Si una turra tan bella moria por culpa de un bebe mas valia que fuera una turrita como ella.

Sin darse cuenta, se había sentado a la altura de la cadera del señor Willbond y lo tocaba con la yema de un solo dedo, trazando caminitos por sus tentadoras curvas.

Abrio los ojos algo desorientado.

-Descuida. Estaras bien.

Will trago saliva. Ya se lo habían asegurado muchas veces, y si no se equivocaba, ese era el marido de la turra que se habían robado; Brian se lo había descrito muchas veces.

-Si. – trato de incorporarse, de abrigarse cuando se vio desnudo.

-Nonono… - le dijo Pacino, desde el primer intento, extendiendo su mano fría y pequeña sobre su pecho. Sobre uno de ellos. – Descansa.

Quito la mano del pecho para acariciarle la mejilla tan tiernamente, mirándolo con tanta dulzura.

Will no podía creer que ese fuera el monstruo que arrastro a la hermana de Brian por los cabellos cubierta abajo mientras pegaba de tiros al papa.

-¿Cómo te llamas?

-Benjamin Willbond, primer oficial de la… - comenzó a contestar en automatico, mordiéndose los labios.

-¿De la que? ¿De que barco te robaron?

Will miro en torno: era un desertor, un traidor, un quien sabe que tantas cosas mas.

Pacino noto su angustia y volvió a acariciar tiernamente su mejilla.

-Perdi mi barco, la Sibylle, frente a unos vikingos, y luego, pudiendo regresar a Inglaterra, permaneci con ellos.

-La Sibylle… - Pacino hizo memoria, con lo que las arrugitas se le remarcaron encantadoramente - ¿No fue la nave que se llevo a Madeira a venderse? Y luego depositaron su importe en la casa de un judío de Amsterdam.

Will no podía creer que la tripulación hubiera cumplido su promesa.

-Si – continuo Pacino – dijeron que la perdieron por culpa de un imbécil general degradado a capitán de tierra, que se creía capitán de mar. – Will trago saliva – Fue muy sonado, porque gracias a ello lord Melville gano mucha preeminencia…

-¡Lord Melville! – exclamo Will.

-Si, es paciente de un primo mio…

-¿Del doctor Maturin?

-Si.

Will lo miro con un renovado respeto; el doctor Maturin era sumamente reconocido en la Armada, lo mismo que su marido, el capitán Aubrey.

Ahora que tenia a la turra encandilada, Pacino procedio con mas confianza.

-¿Sabes que seria bueno para ti? – dijo, mientras avanzaba una mano por el cubierto por una sabana muslo – Un poco de placer.

Y lo doblego, besándole el cuello mientras arrugaba la sabana, dándole tiempo a negarse, a responder, volviendo mas apasionado su beso conforme no recibia negativa, acariciando esa carnita firme, llena aun.

Le masajeo la pancita de modo libidinoso y le chupo la lengua, haciéndole compartir casi demasiada saliva.

El pecho de Will se agito pronto, pues le faltaba sangre y que las turras lo tomaran por asalto comenzaba a no hacérsele raro.

Pacino no le daba tiempo a pensar, aunque el considerara que si, y solo lo dejaba reaccionar a sus placenteras caricias. Le encanto como Will gimio y trato de apartarle la mano cuando lo agarro ahí, pero sus dedos insistieron y pronto de las tersas bolitas pasaron al sensible perineo, al agujerito que tantas ganas tenia de conocer.

Con un solo dedo sobando en torno y adelantito, Pacino lo hizo recordar al primer lord, a lord Melville, que tan bien lo había hecho sentir desde que le puso los ojos encima. Lo veía de un modo que lo hacia sentirse bello, admirado, deseado. Todo lo que nunca logro de la mirada de Gwaine. Deseado, pero respetado; no como aquel sucio pirata. Pacino no seria capaz de hacerle daño; sus suaves manos se calentaban con su contacto y se sentían bien recorriendo sus muslos, su pancita.

Cada hambriento beso de Pacino le decía lo mucho que lo deseaba y se lo demostraba. Le gustaba sentirse asi; ya muchos hombres lo habían deseado sin atreverse, confirmándole cada vez que no era lo suficientemente bueno. Pacino lo hacia  sentirse querido, apreciado: sus dedos sobre su piel, su lengua, su aliento.

Pacino lo saboreaba y eso le encantó; no tenia mucho vientre ni era muy alto, no con el, y sus pompas le parecían tan buenas como bien se sentían sus lamidas, sus besos, su manera de comérselo.

Cuando empezó a comérselo de verdad abrió las piernas y las alzo, sosteniéndose los muslos, apretándoselos, disfrutando sin tapujos de lo que la turra italiana le hacia, estremeciéndose tanto con las vibraciones que desde su culito se esparcían al resto de su cuerpo, mareándolo, haciéndolo sentir como en otro mundo.

La turra solto un pujidito cuando se la metio, pero tardo un rato en comprender que se la estaba follando. Se aseguro de mirarla con cariño cuando lo hiciera, ganándola para su causa tan exitosamente como no había podido con Domhnall y Philip.

La turra lo miro con amor, lo amaba en esos momentos, lo sabia. No había perdido el toque, confirmo, embistiéndolo de tal modo que su próstata fue largamente frotada. Sus pupilas se dilataron, sus manos se aferraron a sus brazos y el lo miro con dulzura, mientras lo hacia experimentar cosas mejores que cualquier seme con el que hubiera estado.

Para desempeñarse tan bien cintura abajo, tenia que concentrarse, por lo que no tocaba ni besaba, pero veía; veía gozar a esa turra y admiraba su belleza. Era hermosa como todas las turras, deliciosa, única. En cada una había un pedacito que era irresistible morder, uno al menos, sobar, chupar. Cada turra era sensual y esta lo era con creces, con su pancita redondeada y su cara de turra buena. La nariz hacia una línea clara con las cejas, bella, definida. Un rostro simétrico y unos ojos lánguidos, bondadosos, perdidos de placer.

Como turra que el mismo era, no era follando como sentía el mayor placer, por lo que al verlo temblar otra vez, de los pies a la cabeza, se concentro en lo que le hacia, su propia sensación, dándole mas duro y automatico mientras lo besuqueaba, si, llevando sus labios a placer por esa piel suave, blandita. Agarrando cuanto podía de la turra; muslos, nalgas, carnosas, abundantes, entre las que se perdia, estrujandolas, dándole, haciéndola suya, una mas en su haber.

 

Continuara...

 

Notas finales:

"Era hermosa como todas las turras, deliciosa, única. En cada una había un pedacito que era irresistible morder, uno al menos, sobar, chupar." Como seme de orientacion yaoi ortodoxa, creo esto desde el fondo de mi corazon.

Slán!


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