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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Breith

(brêth)

Dar a luz

Gwaine habia hecho un buen trabajo ocultandolos. El campo abierto era tan natural para el como la mesa de operaciones para el cirujano; no en balde habia huido de alguaciles y acreedores de todos los condados de Irlanda, Inglaterra y media Escocia. La comida suponia un problema que procuraba remediar robando en aisladas granjas, o a algun descuidado viajero: la cara de sorpresa del judio que ya se veia a si mismo entregando la vida antes que las joyas no se le olvidaria en mucho tiempo.

-¡Kirsch! – olisqueo satisfecho Gwaine, a traves del pañuelo con el que se cubria el rostro – Imagino que sera kosher. – ponia de nuevo la tapa a la botella.

-¡Como toda mi comida! – exclamo el judio.

-Excelente. – declaro, tomando de su mano la canasta de las viandas y husmeando - ¡Umm, ghoreyebah! Y falafel, ¿con crema agria?

-Yogurt griego.

-Me encanta.

-Ahi abajo – el judio hizo gesto de buscara – hay un poco de curcuma para acompañar.

-Ah, gracias – Gwaine ya lo habia encontrado, en un minusculo frasquito – e higos confitados...

-Agregaselos para desayunar.

-Claro. Deberia decirle a su esposa que se lo agrege al pita.

-¿Si?

-Si, claro, a la masa. Una taza de yogur con trocitos de higo transforman una bola de masa por completo.

-Se lo dire, aunque es muy celosa de su cocina.

-¡Por supuesto! Su ghoreyebah se ve delicioso.

-Su orgullo, aunque a veces le queda un poco tostado.

-Es que la plancha es muy delgada.

-La del siguiente grosor costaba muchisimo dinero... – lo que le hizo recordar el que llevaba encima y apretarse el pecho.

Gwaine lo noto y sonrio.

-Que pase un buen dia. – se toco el sombrero imaginario.

-¿Eso es todo?

-No creo que llueva.

-¿Solo va robarme mi comida?

-Y un poco de informacion. ¿Sabe si ya estamos en España?

-No, España queda por alla.

-Se lo agradezco.

-Que pase buen dia.

El rabino si se levanto brevemente el sombrero, con lo que se noto que los rizos eran pegados a este, y continuo su camino.

Gwaine el suyo, y el ghoreyebah del señor del rabino fue realmente memorable, lleno de pistachos tostados, crujientes, levemente caramelizados. Se veia tan bueno que de hecho le robo una rebanada redonda a su hembra con hambre.

-¡Gwaine!

Dom empezaba a ver, en su imaginacion, el nido con el pajarito en medio como un sabroso y bien presentado plato.

Se levanto del tronco cortado, uno de dos, al que la otra mitad del arbol daba sombra y se dirigio ansioso a su encuentro. Pero en vez de besarlo, como cuando eran novios, le quito la canasta de las manos y urgo presuroso en el interior.

-¡Ñam! – rebautizo el ghoreyebah, engullendo una galleta casi entera y tardandose en masticarla – Ejzto mta mueno.

-Te hare un poco cuando... – no queria entristecerlo recordandole que no podian volver a casa, el primer lugar donde los buscaria Pacino - ... tengamos horno. Y harina. Y pistaches.

-¿Ú ya omiste?

-La mejor parte. – dijo esperando que no le gruñeran las tripas.

Dom le pego un par de galletazos, con lo que unas boronitas cayeron. Gwaine se agacho a recogerlas, y el pajarito, pareja del hechado, se acerco tambien.

Gwaine extendio la mano, dejandolo picotear, mirando mas hacia arriba de lo que solia a Dom, de cuclillas frente a el. Su cabeza quedaba justo frente a su muy prominente panza.

-Tal vez deberiamos acercarnos a un poblado...

-¿Y dejar que Pacino nos encuentre?! – hasta dejo de masticar.

Le aterraba la posibilidad de caer de nuevo en garras de Pacino, de que le quitara a su bebe y de la suerte que correria Gwaine.

A Gwaine, por su parte, le preocupaba que Domhnall parecia muy proximo a parir, y si bien habia asistido a una gaturra cuando tenia doce años, no creia que fuera a ser tan facil con su propio hijo.

-Cerca de granjas, al menos. – se levanto, sacudiendose las manos con lo que el pajarito volo al suelo dispuesto a quedarse hasta con la ultima borona – En direccion a España vi una que bien podria estar desocupada.

No se veia rodeada de cultivos o huertos.

Dom asintio, admirado por lo mucho que parecia saber Gwaine. A pesar de tener la misma edad, habia vivido mucho mas que el.

La casa, casi en la cima de una escarpada dorsal rocosa, estaba mas lejos de lo que parecia, o al menos asi se lo parecia a Dom. Cuando tuvieron que desmontar y conducir a los caballos de la brida sus pobres piernas hinchadas protestaron. Los pies le dolian de tanta roca como habian pisado, tanta que las suelas, diseñadas para estar en un palacio, no lo resistieron mas.

-Ay!

-¿¡Que!? – se volteo presto Gwaine.

-Me pico una piedra. – le mostro la piel sucia a traves del agujero.

Con un cuchillo, corto un pedazo del adorno de la silla de montar de su caballo, una tira al arreo y le improviso un remiendo atado a Dom.

-Esperemos que aguante hasta llegar a la cima.

Lo ayudo a pararse, doliendole lo mucho que parecia costarle a Dom. Este se sentia muy cansado, mucho, en verdad, adolorido... No habia parte de su largirucho cuerpo que no le doliera, tardo en darse cuenta que el calor que sentia en los ojos y en las orejas era de fiebre, no por el exfuerzo de la subida.

Estaba realmente mal cuando por fin enfilaron por el sendero ondulante que llevaba a la fachada de la casita. Tal como Gwaine supusiera, estaba vacia, aunque no deshabitada. Habia mucha carne seca en la despensa, granos bien guardados y mucho, pero mucho licor.

La tentacion de abrir una botella de algo que prometia tener minimo 40° hizo que la garganta de Gwaine se arqueara en deseo, pero su turra, que apenas cruzado el umbral se habia desplomado, pudo mas que el deseo de evadirse del follon que se aproximaba.

Si destapo la botella, pero para lavarse las manos y dar palmaditas a Dom en las mejillas.

-Cariño, escucha: tienes que quitarte la ropa y ponerte comodo.

-No quiero follar, Gwaine.

-No, mi amor. Creo que vas a tener al bebe.

Domhnall abrio mucho los ojos, aterrado.

-¿Ahora?

-No se, cariño. ¿Como te sientes?

-Mal.

-¿Te duele la panza?

-Me duele todo.

-Domhnall, estas todo mojado – descubrio al quitarle la ropa.

-Gwaine, quiero hacer...

-¿Que?

-Ayudame... – estaba colgandose de su cuello para levantarse cuando un monton de agua salio de su culito, sorprendiendolo y avergonzandolo.

Gwaine se puso palido.

-Dom, ahora si que vas a tener el bebe.

Dom no le pudo contestar, cayendo de vuelta al lecho de paja y mantas viejas, grande como para que ocho hombres se hecharan con facilidad, que habia justo al lado de la puerta.

Estaba doblado de dolor, apretando los dientes. Sentia como si le estuvieran arrancando algo de las entrañas.

Gwaine lo empujo por los hombros para que se acostara. Se veia que estaba sufriendo y no podia hacer nada por ayudarlo.

Pujaba, lloraba, sudaba.

-¡Gwaine! – lo aferro de la camisa – No te vayas.

-Solo iba por el licor – habia recordado la costumbre de bañar la barriga del parturiento con licor, dando asi el primer brindis a la vida que venia.

-No me dejes.

-No lo hare. Empuja cariño, haz lo tuyo.

La gaturra sabia hacerlo.

-¡Aaaaah!!! – el grito de Dom tardo menos en llegar al cielo desde las alturas de la frontera de Portugal con España.

-¡Dom!

Le dejo caer licor desde la cabeza hasta los pies.

-¡Mi amor! – le hacia daño en los brazos a Gwaine - ¡Papá! ¡Aah!

-No te levantes...

Pero Domhnall lo hizo. Se puso a gatas, con las rodillas bien separadas, codos y puños sobre la tierra, pujando, gritando, sangrando.

-¡Papito! ¡Gwaine!

El grito que sigio se vio opacado, desde la perspectiva de Gwaine, por el bebe surgiendo del cuerpo de Dom. Lo de los gatos no tenia comparacion. Apenas reacciono a tiempo para que la cabecita del bebe no tocara el lecho. Recibio su cuerpecito caliente y resbaladizo, cubierto de sangre y asquerosamente unido al interior de Dom por una tripa. El susto de que se le salieran las tripas a Dom opaco su conocimiento previo de eso estaba unido a la bolsa del bebe.

Dom se incorporo, las manos juntas como si orara, la boca abierta en un grito extrañamente silencioso, la deliciosa forma de sus caderas realzada, sus nalgas y muslos llenitos embarrados todos en sangre, sangre y mas cosas asquerosas en torno a sus rodillas.

Se giro, pujando cuando sus magnificas caderas tocaron de vuelta el lecho mojado. Extendia las manos hacia el, hacia lo que sostenia en las suyas.

Recordo al bebe, que se enfriaba y no habia llorado, y en su prisa por pasarselo casi se le resbala. Al cogerlo por el pechito lo hizo escupir una gran bola de flemas y empezo a llorar.

Domhnall lo recibio, estrechandolo contra su pecho desnudo, embarrandose amorosamente la sangre que empezo a lamer de su cabecita.

Gwaine observaba fascinado a la turrimami con su recien nacido. Su recien nacido, tambien. Como la gaturra, Domhnall iba a empezar a cortar el cordon umbilical con los dientes.

-Yo lo hago. – cogio con la mano la tripa.

Fue rapidamente por su cuchillo, lo baño ceremonialmente en licor, lo seco contra su camisa y corto el vinculo entre su hijo y la horrenda cosa muerta que lo habia sostenido dentro del vientre de Dom.

La lucidez volvio a el y penso que tenia que abrigarlos, bañarlos, ponerlos comodos.

-Dom, ven, esta mojado ahi.

Dom gimio, tratando de incorporarse, pero no pudo.

-Agarra bien al bebe.

Gwaine lo cargo a el hasta una parte seca y limpia. Le puso su camisa, tan escotada que el bebe podria seguir chupando el pezoncito de Domhnall si no lo hiciera ya por dentro de la camisa.

Le cubrio la espalda a Domhnall con una manta, pegando su mejilla a la suya para ver a su bebe.

Era una cosita preciosa, casi calva, arrugada, de manitas temblorosas y nariz achatada.

-Se parece a ti. – Gwaine los miraba con amor a ambos.

-Vinny decia que seria turrita.

-Me encantaria que lo fuera. Es hermosa, como tu.

-Es tu bebe, Gwaine. – lo miro Dom, y las lagrimas que amenazaban con salir no tenian que ver con el dolor que todavia sentia por todo el cuerpo.

-Nuestro hijo. – Gwaine puso una mano bajo la de Dom, ayudandolo a cargar al bebito, rodeando sus hombros con la otra mano.

Beso al bebe. Su piel estaba tirante por la saliva de Dom; bajo esa capa de tension se sentia tan... suave, increible. No tenia con que comparar esa textura, la de la mejillita de su hijo recien nacido. Se sintio padre en ese momento, y por primera vez fue padre sentirse padre: se sentia bien, orgulloso, feliz, de ser el padre de esa cosita. De ese bebe al que tendrian que ponerle nombre.

Domhnall noto lo enternecido que estaba. Hundio la nariz en su cuello, respirando tranquilo su aroma, cercano a su calidez. Beso su cuello antes de volver a dedicar su atencion al bebe.

Lo observaba, grabandose cada pequeño rasgo de la vida con la que habia trabado conocimiento hacia meses. Y mientras lo hacia su nariz era inundada con miles de particulas olfativas: éteres, esteres, aldehidos, cetonas, complejas moleculas bioquimicas que establecian un vinculo entre la madre y su cria; un llamado de auxilio biologico, para que no lo abandonaran, desde su fragante coronilla.

Domhnall salivaba en respuesta, enamorandose de su bebe, limpiandolo como todas las turras de la raza humana, desde antes que lo fuera. Su saliva tambien lo protegia de las bacterias que colonizaban su piel.

Gwaine, al estar ligado al pequeño por la mitad de las equis que en cadena proteica daban las instrucciones para formarlo, se sentia atraido tambien incluso en la lejana (para terminos moleculares) curtiduria que ocupaba el patio trasero de la casa. Una curtiduria que no se habia usado en mucho tiempo, a juzgar por la falta de olores.

A sabiendas que estaba en la casa de unos cazadores Gwaine se sintio relajado. A saber que animal cazarian en aquellos lares, pero no parecia ser temporada de nada por la falta de ruido. Puso a calentar agua para bañarlos, y en una cacerola mas pequeña, empezo a prepararles la comida.

Dejo la carne ablandandose en el hervor con un chorrito de licor y regreso a la habitacion dentro de la casa para ver como estaban.

El bebe dormitaba, Domhnall seguia lamiendolo amorosamente y el los veia embelesado cuando por todas las puertas y ventanas, por detras de el, aparecieron hombres enmascarados.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Con unas caderas como las de Dom, parir es un periquete.

Slán!


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