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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Perdooooon!!! 

Por el retraso, lo siento. (¿o lo seinto? ha sido su culpa!)

Disfruten el capitulo.

Deseando prolongar su tiempo con Domhnall, su bebe y el Irlandés Trofida, Helder y los demás les organizaron un buen plan de escape y cambio de identidad, que tuvo que limitarse a lunares falsos para Dom y un parche en el ojo para Gwaine, pues este se negó rotundamente a cortarse, pintarse o raparse el pelo, y lo mismo para Domhnall.

Asi que con pañuelo y un lunar de periquito de la epoca de Maria Antonieta y un parche que habria hecho las delicias del rey pirata bajaron de la sierra, dando un buen rodeo para evitar a los Curazao, que se habían tomado a mal que tomasen sin avisarles las cosas de su tienda en medio de la noche y se dirigieron aun mas al norte, adentrándose en Portugal.

Helder moria de ternura por el bebito de ambos, y Bastiao estaba a punto de quitarle el nombre al Desagradable. Trofida, por su parte, estaba enamorado como una colegiala de Dom, y, de haberse inventado la fotografía, con una hubiera tenido para ser feliz el resto de su vida.

Fradique tenia un compadre que era boticario cuyo marido tenia un compadre que era guardia naval del rio, y, como tantas veces, los contrabandistas, y su mercancía habían viajado a bordo de esquifes con las insignias del bem-amado rey Pedro rio arriba por el Sever, el Tajo y el Ponsul, acercándose lo mas posible a Castelo Branco.

Desembarcaron en el puente romano de Chaveiro y siguieron por la antigua via mandada hacer por Trajano para demostrar su magnificencia hasta para con los mas remotos de sus súbditos. Los solidos cimientos de la fortaleza romana servían de basamento a la edificación medieval, ennegrescida por los siglos.

No asi el palacio del obispado, blanco y refulgente, con extensos jardines que no habrían tenido que envidiarle a los del rey de España pero si a los de Pacino. La escalinata, visible desde la calle para los pobres y los laicos, ornada a cada lado con estatuas de obispos, majestuosos, y espacios para los que vendrían.

Aquella era una arquitectura renacentista con la que Domhnall no estaba familiarizado, ni siquiera Gwaine, que había pernoctado un par de veces en el legado de los Tudor.

-¿Aquí tendremos que pedirle al obispo que bautize a nuestra hija? – pregunto angustiado.

-No zeaz tonto mialma, ze lo pediraalguno e sus coajutores en la catedrá.

-Menos mal – suspiro aliviado Dom.

Gwaine y el se habían llevado la sorpresa de enterarse de que, en Portugal, eran necesarios siete padrinos para bautizar a un hijo de padres no casados (en España, catorce); tanta liberalidad provenia del hecho de que tenían su propio Patriarca, el de Lisboa, desde tiempos inmemoriales

Los contrabandistas, por supuesto, se los habían comunicado luego del aseo semanal al que se sometían desde que los habían conocido.

-Y, si lo quieren, aquí los teneis – ofrecio con sus dientes casi completos Trofida -. Y dejamos fuera al Desagradable.

-¡Ja! Dejaran fuera al Bastiao, por puto.

Quedo fuera el Bastiao, por su propia voluntad. El roponcito, medalla y resto de parafernalia necesaria para el bautizo, que Domhnall habia seleccionado o hecho junto con Vinny, dio de que pensar a los contrabandistas acerca de su historia.

Y el hecho de que la sostuviera, delante del obispo coadjutor, casi los hizo creerla.

-¡Otro bastardillo! – refunfuño el sacerdote, en esa imprecisa edad en la que se empieza a ser viejo – Ustedes no son de por aquí. – dijo a los papas del bastardillo.

-Ez la prima del marido del lechero de mi tia zegunda, zu Excelencia.

En el baptisterio, la luz se filtraba al natural por la gruesa ranura ojival, mas apropiada como tronera de guerra que como ventanal gotico.

La iglesia, en si, era mas medieval y parecida a lo que Domhnall tenia asociado con un servicio religioso. Era de san Miguel, también, y en su piedra desnuda, apilada, le recordaba a su propia iglesia en Ballinskelligs.

-La mentira es un pecado, Manolo.

-Le uro a zu Ilustrizima que é verdá.

-Perjurio. – gruño el padre, alzándose los anteojos con un movimiento de nariz – Antes de que lleguemos a la tomadura del nombre de Dios en vano, ¿Cómo trajeron al mundo a esta criatura?

Una noche hermosa bajo las estrellas que se entreveían a través de los jirones de nubes vino a la mente a Dom, pero no creyo que fuera oportuno contárselo al obispo.

-La concebimos antes del matrimonio.

Gwaine seguía sintiéndose intimidado, mostrándose rebelde, frente a figuras de autoridad que le habían sido impuestas por la sociedad.

-¿Entonces ya están casados? – la nariz aguileña y los ojos azules, muy azules, lo interrogaban.

-Yo si.

-Pero no con él. – lo ayudo Helder, señalando con la cabeza a Gwaine.

-¿Adulterio?

Los contrabandistas miraban contritos abajo, remoliendo la hierba entre las baldosas con la punta de los pies.

-Supongo. – contesto Helder.

-A menos que tu también hayas contribuido a procrear a esta criatura, silencio, Helder. – lo silencio el obispo águila.

-Eramos novios – lo desafio Gwaine – Ibamos a casarnos pero… yo no llegue a la boda. Su padre lo caso con otro, y, cuando lo encontré, nos fugamos.

-Muy bonito. ¿Y el marido?

-En Sintra.

-Tengo que conminaros a abandonar la vida de pecado, a ti, a volver con tu marido – Domhnall se estremecio – No me digan que vosotros sereis los padrinos. – miro a los contrabandistas, que conocía desde años, y que habían contrabandeado para el un par de reliquias.

-Somos tan buenos cristianos como el que mas para llevar a un niño por el camino del bien. – irgio el pecho orgulloso Trofida.

-Por el camino del pecado venial – corrigio el obispo – que, en nuestros tiempos, es mucho decir. ¿Al menos habéis hecho el acto de contriccion? – asusto a Domhnall al dirigirse súbitamente a el y Gwaine.

-S-si.

Ambos habían rentado harapos, comprado ceniza y gritado de rodillas en medio del atrio que eran pecadores. Dom aun tenia una poca opacando el brillo de su cabello bajo la mantilla.

-De acuerdo, hagamoslo. – el padre les abrió paso hacia la pila.

-¿No va a exigirme que regrese con mi marido? – pregunto Dom, aferrando al bebe.

-Ya te he conminado, ¿no?

-¿Y eso es todo? – pregunto Gwaine.

-Es obvio que no os vais a arrepentir y abandonar la senda del pecado, pero – se les veía en los ojos que estaban enamorados – no puedo condenar a esta preciosidad al limbo.

Domhnall y Gwaine se miraron y sonrieron, aliviados.

El Guadalquivir se acerco con la conchita, un enorme y perfecto medio ejemplar aun con su perla en la juntura de la valva. Su enorme perla.

-Ladrones, además. – refunfuño el obispo.

-Jamaz Excelencia, ezto lo tenia la mama en er ajuarzito del niño, biemhabido.

Habia tantas cosas que eran raras en torno a la pareja que bien podía ser.

-¿Qué nombre van a ponerle?

Gwaine y Domhnall no lo habían platicado, pero se miraron y se entendieron.

-Gealghealach. – dijo Gwaine.

-¿Angela?

-G’algelak (Gealghealach) – repitió Gwaine.

-¿¡Que clase de gargajo es ese?!

-Es un nombre cristiano, padre. – aseguro Eduarte con una cara de niño bueno que no podía con ella.

-¡No te burles de mi, descarado! Y ahora que me acuerdo – enfilo su nariz predativa a Helder - ¿no andabas tu con ese puto del Bastiao?

-La boca de un pastor no debería tenir cabida para las injurias contra su rebaño.

-Sodomitas y morunos – renegó el padre – debería mandaros a todos… con Dios.

-Padre, por favor.

-Es un nombre muy hermoso.

-Irlandes.

-¿Y que diablos significa?

-Luna llena de brillo.

-No le voy a poner asi.

-¿Por qué no?

-Es un nombre muy bonito.

-En Irlanda es muy común.

Si, lo era. Inventarse el nombre del hijo de acuerdo a lo que sentían los padres.

-No voy a ser complice de este paganismo. – declaro monseñor.

-Por favor. – le rogo Dom, con todo su encanto.

-Pero de Jesus. – cedió el obispo, vencido, como todos, por la belleza – No creo que encomendandosela a otro pueda librar el paganismo y los pecadotes de todos ustedes.

-Se la encomendamos a san Mamon cuando nacio.

-Al pobre santo lo teneis agorzomado; eso también es paganismo, por si no lo sabeis. A ver, pues – el padrino principal tomo a la turrita en los brazos y los coadjutores le pusieron todos una mano en los hombros. La acerco para que el agua bendita cayera de vuelta en la pila bautismal – In nomine Patri et Filii et Espiritu Sancti… – recito el viejo ritual, salvado por los irlandeses durante la epoca mas oscura de la edad media.

Veinte minutos después, asentado debidamente el bautizo en las actas, Gealghealach de Jesus Macken Gleeson era protegida con la mantilla por su madre del baño de arroz con que los alborozados, unos de oficio, otros conocidos (de los padrinos) la recibieron, mientras sus siete padrinos repartían generosos el obolo de monedas falsas.

 

***

Los vikingos, el rey pirata, Burton, Paddy y Wilde celebraron hasta la ultima gota, unos tres días después de su llegada. (Mary había hecho crecer el negocio). Philip estaba hasta el gorro de hablar de la vida cotidiana de Domhnall; tanto, que un par de veces estuvo a punto de decirle a su papa “Si, se tomaba su lechita caliente con miel entre violada y violada” pero se contuvo por Brian, su único amor inocente.

Ahora ya estaba seguro de que lo seria, el único, pues a pesar de que era bonito tener buenos sentimientos y saber que había una persona digna de ellos, generosa, desinteresada y sencilla, el necesitaba mucho mas drama en su vida.

Drama, pasión, bitcherias en que entretenerse. Y el Caribe sonaba genial para ello.

Por eso, para sorpresa de Juha Pekka, que ya se había encariñado, Sparrow le dijo que si podían hacerles favor de capturarles una nave que pudiera llevarlos a Tortuga.

-Pero…

-Yo y Philip – y luego, en un aparte confidencial y etilizado – somos novios.

-Pero – insistió Juha Pekka - ¿Cómo van a hacer para gobernar la nave, por mas pequeña que sea?

-Te llevas a las turras, nos dejas a los varones, y nosotros nos encargamos.

-¡Te encargaras tu, porque yo sere una reina! – se oyo el grito de Philip desde las profundidades donde custodiaba su tesoro.

El rey pirata lo remedo.

-Es tan diva. – le comento a su amante.

-No lo dudo. – dijo Juha Pekka, lamentando su futura perdida.

Rollo tambien lamentaba la despedida; no había podido convencer a la mama de Domhnall de dejar a su marido y casarse con el, ni con la promesa de que el haría lo propio (Siggy quedaría de amante) y traicionaría a su hermano (otra vez) para convertirla en jarlesa (“¡Oye!”, queja de Bjorn).

Mary estaba tan cansada de pegarle con el garrote que ya ni siquiera era divertido, y lo dejo en manos de los varones de su casa. Al verlo tirado bajo la fría lluvia del invierno irlandés, todavía clamando por su madurita irresistible, Sparrow se desengaño de tener alguna oportunidad con el hasta cumplidos los setenta, cuando aparentara cincuenta.

Juha Pekka y Rollo (lleno de chichones y con un bistec en el ojo) hicieron la repartición del botin con tanto oro como la plaza del pueblo jamas había visto, pagaron sus deudas en la taberna (Rollo dejo la diadema de una emperatriz bizantina de propina) y entregaron al suegro la parte de Gwaine.

-Tambien, si quiere, podemos dejarles los cañones.

-¿Los cañones?

-Si, los 27 cañones que quedaron. Pensabamos lanzarlos por la borda, pero en atención a ese buen compañero…

-Es muy generoso, pero…

Mary se acercaba a la carrera para pegarle.

-No nos gustaron, en serio. Los concervamos solo por la oficial inglesa, pero ya no esta – sollozos de Rollo -. Ademas, nos gustaría que tuvieran con que defenderse si ese Pacino viene aquí.

-¡Gracias teniente! – Mary le apretaba efusivamente la mano, para mayor desconsuelo de Rollo – Se lo agradecemos muchísimo. ¿Podrian ayudarnos a subirlos e instalarlos?

-¿Por los acantilados?

-Si.

-¡Por los acantilados, si!!! – y la horda se fue a aquella diversión, que resulto superior a solo arrojarlos por la borda.

-Pensamos hacerle modificaciones cuando llegemos a Kattegat – decía Juha Pekka a Wilde mientras paseaban por la barandilla mirando hacer, como si le entendiera – Menos tonelaje y calado, para avanzar mas rápido. Nos gustaron los foques y el velacho, tal vez las juanetes, pero las llevaríamos desmontadas. ¿Tu que opinas?

-Fabuloso.

-La eslora esta bien, y creo que lo de las dos cubiertas de abajo tambien, pero las haremos corridas, como Odin manda, pero esto del castillo y el alcazar suena muy poco democrático. Preferimos una cubierta lisa y despejada, rodeada de escudos.

-Muy poética.

-Y practica.

-Bueno – dijo, estrechándole la mano – Si alguna vez quieres volver a navegar, haznolo saber.

-Si alguna vez lo hago, será con ustedes.

Wilde bajo de un salto y los vikingos levaron anclas. Se despedían con la mano de los irlandeses de la costa como nunca se había visto; vikingos, ingleses e irlandeses en buena armonía. Los vikingos pararían en las Hébridas para repostar alcohol (un poco de saqueo para el camino)  y para dejar a las turras marineras que decidieron quedarse en la Armada (muchas ya tenían maridos, hasta de dos y tres cada una).

-¿Crees que volvamos a ver algo parecido? – pregunto Brendan a Mary cuando la nave se perdia de vista, y ya solo tañían esporádicas campanadas de esporádicos movimientos convulsivos.

-Ojala – dijo Mary, y luego a Wilde – en un año o dos podrias hablarles, saquear Wessex o Nueva York y festejarlo aquí, ¿no crees?

-¿Seriamos socios? – Wilde tambien tenia una mentalidad argéntea, pensaba en metalico.

-Podria venderte algo para que se mantengan despiertos en tu obra.

Wilde se marcho muy ofendido con Burton.

La nave siguió alejándose, hasta perderse de vista en el noroeste vuelto de ambar por el atardecer.

-¿Cuándo volveremos a ver a Dom? – dijo Mary, abrazandose el vientre aun plano.

-No lo sé. – dijo Brendan, sufriendo como si hubiera salido de su cuerpo.

-¿Creen que este bien?

-Lo estará – los consolo la mamá – Dondequiera que se encuentre…

 

Continuara...

Notas finales:

No se ni que decir. Prometo actualizar mas pronto. Y mas porno. Besitos.

Slán!


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