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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

El calor casi me derrite pero sigo con vida, enjoy it!

Se propuso embriagarse por Escocia, pero Domhnall no se le iba de la cabeza. Ni del corazón. Lo extrañaba mientras bebia el suave whisky de las tierras altas, entre tipos en falda, usando una también.

Regreso antes de lo planeado, sin haber bebido en el extremo norte del país. Pero habia jugado y tenia un poco de dinero.

-¡Tu otra vez! – le dijo el tabernero, que si bien nunca habia tenido ganancias tan grandes, tampoco destrozos.

-¡Solo una cerveza! – alzo las manos – Estoy buscando casa.

-¿Por qué no tomas la que esta al final del pueblo, en dirección de Killralay? Los O’Neill se fueron a America y nadie la tiene.

-No estaría mal…

No estaba mal. Habian vendido todos los muebles, antes de irse, pero la piedra era gruesa y el tejado con pocas goteras. Luego de años Gwaine volvia a tener un hogar. Solo un poco de paja robada al vecino, sobre el suelo, para dormir, pero era su hogar.

Gwaine trato de sembrar patatas. Trato. Pero el trabajo no era para el. En Killarney trabo amistad con un rico heredado, Burton. Era un buen tipo, Burton, guapo, aunque no tanto como el, mas viejo. Un viejo, pensó la primera vez que lo vio, pero no en realidad. Solo un solteron al que de verdad no le importaba pagar las copas; lo que el quería, era diversión.

Wilde, un amigo dramaturgo que habia conocido en Dublin se les unio mas tarde. Y Paddy, por supuesto, Paddy fue inevitable. El borracho del pueblo. Se emborrachaba con seis pintas, el pobre, pero era todo corazón.

 

Si la casa de Gwaine hubiera estado en las afueras del pueblo, en dirección a Valentia, solo estaría cinco minutos mas cercana a Domhnall de lo que estaba. Su papa lo corrió con la escoba, varias veces, y su hermano, con la tirachinas. Pero Dom siempre se encontraba con el, y, para el baile de mayo, fueron juntos. Oficialmente.

El ritmo celta de la música. Los pies, que no paraban. La risa de Domhnall, que no dejaba de regalarle. Los besos que trataba de robarle, la bebida, que fue insuficiente. Se lo llevo a Killarney, a emborracharse, y eso fue un revés en su relación.

El papa lo recibió con el rifle cuando se lo devolvió y, bueno, tuvieron que verse a escondidas de nuevo.

Domhnall le daba alegría a su vida; verdadera, pura. Mucho mas rica, satisfactoria, que la que alcanzaba en la mejor juerga que pudiera armarse en una taberna. Conocio cada pequeño detalle de su infancia, el hermanito que todavía se le montaba encima, para que le hiciera el caballito. Era capaz de anticipar que tan fuerte iba a reírse, por la manera en que se contraían sus mejillas justo antes.

El también le hablo de cuando era niño. Poco, pues habia poco que contar de la resabida historia de una viuda y su huérfano. No recordaba a su padre, fusilado como rebelde por los ingleses.

Cada vez se sentia mas a gusto con Dom. Se iba menos, menos lejos.

 

***

Brendan y Al bebieron. Como irlandés y siciliano, respectivamente, como viejos amigos. Recordaron los tiempos en que ambos desembarcaban armas francesas de contrabando, por amor a su patria Brendan y por dinero Al.

Eran jóvenes y nunca habían conocido a alguien como el otro. Alguien que arriesgaba su vida por la libertad y lo daba todo por su causa, de todo corazón, era alguien que el calmado y calculador Pacino no habia ni imaginado. Alguien digno de su respeto.

-Que pena que todo terminara en matanzas y deportación.

-Era inevitable y lo sabíamos. Que pelearamos también.

-La epoca de los imperios europeos se acerca a su fin. Tal vez tus nietos sean libres.

-¿Tu crees? – inquirio achicando los ojos en una mirada astuta.

-Tal vez. – Pacino balanceo el licor en su copa como balanceaba el poder de los imperios.

-Me das esperanza. – termino su botella – Esperanza me trajo aquí. – ambos hombres se inclinaron en dirección del otro. – Casate con mi hija.

Pacino mostro sorpresa. Brendan continuo:

-No te has casado, por lo que se, y, por lo que se, no tienes manera de conseguir un heredero, salvo adoptando. Adopta a mi nieto, salva a mi hija, en nombre de nuestra amistad.

Pacino se tomo su tiempo balanceando el licor de su copa. Brendan no venia a el por su fortuna, sino por su condición de turra lesbiana. Sabia que no le gustaban los varones y lo consideraba decente por eso. Era bueno y sencillo y probablemente no tenia idea de lo que podía hacerle a la zorra de su hija.

-¿Qué paso con tu hija?

-Se enamoro y el novio desaparecio antes de la boda. Posiblemente se ahogo. Y no quiero separar a mi hija de mi nieto ni a mi familia de Irlanda.

Pacino sonrio un poquito.

-¿Pretendes que me vaya a tu tierra, comepatatas?

-No, solo que te cases publica y notoriamente con mi hija, comedor de pasta.

Pacino dejo la copa sobre la mesa de fragante sándalo.

-Puedo ayudaros a ti a tu hija. Quiero hacerlo, pero…

Brendan lo interrumpio, sacando el medallón oval de bajo su ropa y abriéndolo.

-No tomare limosna. La solución que te pido es la única que puedes darme, y si no aceptas, buscare otra. Pero mirala a los ojos y dime que no la ayudaras.

Pacino la miro y trago saliva. Si los colores del dagerotipo eran fidedignos, era una beldad. Si no lo eran, era una belleza. Aunque ahora su única duda era si era tan hermosa de cuerpo como de cara, dejo que su amigo siguiera hablando.

-Es la turrita mas buena del mundo. Esta enamorada del que se perdió; si la casara con un varon, sufriría. Tu podrias consolarla, sabrias consolarla. Eres la turra mas fuerte que conozco – lo miro con admiración – y Domhnall podría aprender de ti. Y también te beneficia, porque desmentiría los rumores sobre que no eres un varon de verdad. Nadie sabe que esta embarazada, todavía.

Pacino asintió; eso era algo que le gustaba saber: todavía estaba delgada, como las preferia. Aunque embarazadas también tenían sus encantos, como los pechitos.

Y los tendría. La tendría toda. Cogio el retrato y lo saboreo un poco mas, meciéndose un poco para calmar su ardiente corazón. Cuando calculo que habia recobrado el dominio del brillo de sus ojos los alzo.

-Me casaré con tu hija.

 

***

Buscar a Gwaine por las tabernas del rocoso camino a Dublin era mas rápido que pasar bebiendo. Aun asi, el dinero, que habia parecido mucho en un inicio, se acababa rápidamente; ambos hermanos comían como pozos sin fondo.

Peleaban, jugaban, dormían sin problema en la carreta cubierta. La compañía de un mazizo, fornido y joven varon que lo obedecia en todo protegia a Domhnall de raptores y violadores.

Pasaron por Kilcorney y Killavullen sin noticias de Gwaine, por Killeenleagh, Kildorrery, Kilbeheny… Pero no importaba que tan al este fueran, los pueblos seguían empezando con Kil y solo eran mas lejanas las fechas en que habían visto a Gwaine por ultima vez.

La desazon crecia en el corazón de Dom asi como su bebe en el vientre. No dejaba de preguntarse donde estaba su amado. ¿Y si Gwaine de verdad estaba muerto? Entonces, lo mejor que podía hacer por su hijo era casarse para que no fuera un bastardo. Pero no quería casarse con ningún otro, solo con Gwaine. Y a pesar de que buscarlo fuera como querer contener el viento en un puño, a pesar de lo difícil que era estar separado de el, de lo cansado que era viajar embarazado, no quería dejar de hacerlo.

Dudaba. Tan pronto creía que encontraría a Gwaine en el próximo poblado como que nunca lo haría. Sentia ganas de llevarse las manos a la cabeza y gritar de desesperación ante esta ultima idea. Una vida sin Gwaine no era vida, pero tenia a su bebe, lo único de el que concervaba y el debía ser mas importante que su propio sufrimiento. No quería separarse de el, lo amaba y lo protegería, pero…

¿Estaba protegiéndolo? El primer bebe era el mas difícil de una turra. No eran infrecuentes los abortos, a veces varios, hasta que por fin se lograba un embarazo a termino.

Zarandeado en el camino dentro de un vehiculo sin suspensión, a veces conducido por un hermano menor de edad, y pasado de copas, bajo el sol y la lluvia… No estaba haciendo mucho por su bebe. Pero no podía dejar de buscar al papa.

La tormenta los venia persiguiendo cuando llegaron a Kilmanahan. La taberna mas grande era posada también, iluminada, confortable, se veía cara.

-¡Que Dios los bendiga! – los saludo el posadero con un tarro de cerveza – Le han ganado por poco a la tormenta. – sonrio a Dom (era difícil no sonreírle a Dom) y luego se dirigio al varon -¿Desean habitaciones contiguas?

Brian no pudo contestar porque estaba dándole fondo a su tarro.

-No, solo queremos un poco de información. – le dijo la turrita - ¿Ha visto a Gwaine Macken?

El rostro del posadero se ensombrecio.

-¿A Gwaine Macken? Ya lo creo, pero no desde que me quedo a deber cinco barriles de cerveza.

En las tres primeras tabernas, Dom pago las deudas pasadas, pero luego vio que esa no era estrategia, si pretendía seguir adelante.

-¡A mi me debe mucho mas! – exclamo Dom, y era verdad. Le debía una boda.

-No lo he visto, al maldito borrachin. ¿Sabian que dejo a su novia plantada en el altar? – el posadero empezó a mirarlo con curiosidad.

-¡No me sorprende! – no lo hacia. – Pero mi marido – agarro a Brian, que agarro su tarro de cerveza – y yo lo buscamos porque nos debe dinero. Mucho.

-¿Son taberneros?

-Principiantes. – Dom se habia dado cuenta que mientras menos mentiras, mejor.

-Les deseo suerte. Por hoy descansen, tengo una habitación excelente para una joven pareja, a un modico precio que incluye la comida pero ni una gota de bebida.

-Es muy amable, pero no tenemos un minuto que perder.

-¡Ah! ¿Son ustedes de la armada inglesa?

-No, - escupitajo – pero nos urge encontrar a Gwaine.

-Si no quiere ser encontrado no lo encontraran. Es medio duende, creo yo.

-Aun asi… - se molesto Dom – Gracias. – Brian ya habia dejado los tarros vacios en una mesa cercana.

-¿No pensaran seguir ahora? – el viento de la tormenta ya traía el aroma de la intensa lluvia y el eco de los truenos.

-Si. Vamos a Kilsheelan. Si ve a Gwaine dígale que Brian fue para alla.

-Es una locura, pequeña. No llegaran. Ademas, unos cerdos ingleses se han atrincherado en las montañas de Nire, aprovechando no se que diferencias en los mapas de los limites de nuestro condado con el de Tipperary.

-¿Cerdos ingleses?

-Si, unos malditos puritanos locos que se visten como en la epoca de Guy Fawkes y dicen que beber es pecaminoso. ¡Beber!

Estaban absolutamente dementes. ¡Pero…

-¿Y si hubieran atrapado a Gwaine? – le pregunto a Brian.

Este abrió mucho los ojos.

-Seguro que lo pondrían en el cepo. – intervino el tabernero.

¡Gwaine, en el cepo! Su rostro translucio angustia y apretó el brazo de Brian.

-Seguro esta bien, Dom. – lo tranquilizo su hermano.

El tabernero respingo. No tendría nada de raro que el marido fuera mudo, pero si que hablara igual que el esposo.

-Vamonos.

El varon asintió y se dejo conducir de la mano por ella. Un marido mandilón tampoco era para extrañarse, pero habia algo en esa pareja que no estaba bien.

Algo raro.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Yo si creo en la bondad del corazon de Al...

Kiitos!

Pd: escribi lo del contrabando antes de leer El enamorado de la osa mayor.


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