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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Porque todavia no se inventaban las guitarras electricas y los hijos del norte se habian aburrido.

En Kilmanahan todos estaban excitados por la comitiva, el decidido ataque y el rescate exitoso. Pacino y Brendan fueron vitoreados en el regreso, en la posada, el posadero les dio de verdad la mejor habitación para la hermosa novia.

Sintiendo los años que tenia encima, que lo hacían sentir agotado, Pacino se retiro a la suya, todavía sin intercambiar mas palabra con su futura esposa. Una copita de láudano, como le recomendara su primo el reconocido doctor Maturin, garantizaba un placido descanso.

Mientras Pacino gozaba de los efectos de la droga, Brendan y Brian seguían consolando a Domhnall en la habitación de enfrente.

-Papa, nunca debi escaparme, puse en peligro a mi bebe y a Brian, pero, ¡extraño tanto a Gwaine!

-Lo se mi amor, pero nunca debiste hacerlo. Papa ya lo tenia solucionado todo. – lo sobaba, y lo besaba, y su hermano también.

-¿Mama esta muy enojada?

-No, se pondrá muy contenta de verte.

-Gracias por salvarme.

-Si no lo hago creo que me pierdo yo mismo. Pero basta ya de eso, quedo en el pasado. No vuelvas a hacer algo tan tonto Domhnall. Te dije que tenia la solución.

-Si, casarme con otro. – la recordó con recelo.

-Si, con mi amigo Al.

-¿¡Con ese viejo!? – pregunto Brian.

-Brian, sal.

-Oh… - refunfuño este, obedeciendo y pegando oreja a la puerta tan pronto como la cerro.

-Fue el quien te salvo, en realidad. Si no ha sido por el, yo nunca hubiera llegado tan rápido.

-Le estoy muy agradecido, pero no voy a casarme con el.

-Oh si Domhnall, lo haras. – aseguro en tono autoritario – Te obligare a ello, si es preciso. Pero antes de llegar a esos extremos, déjame explicarte: Al es un buen amigo, que conoci en mi juventud, el es, bueno, esto es un secreto, ¿entiendes Domhnall? No puedes contárselo a nadie. Al no es un varon de verdad; todo el mundo lo cree pero no es asi.

-Pero… - parpadeo Dom con sus largas pestañas – si es una turra no puedo casarme con el…

-Todo el mundo cree que es varon. La boda será legal y te protegerá a ti y al bebe. Al es mi amigo y nunca te haría nada malo. Es… ¿Cómo te lo explico? – se sonrojaba – No te deshonrara como lo hizo ese… Gwaine – se contuvo – Es diferente, ¿comprendes? Porque es turra.

-Entonces… ¿sera una boda falsa?

-No; será una boda de verdad. Pero tu no tendras que sufrir las consecuencias, las consecuencias de una boda de verdad; un varon que abusaría de ti, que no querria a tu hijo. Que te apartaría de mi lado.

-¿Me quedare en casa? – Brendan asintió - ¡Oh papa, soy tan feliz! No quería alejarme de ti ni de mama ni de Brian…

-¿Ves porque tienes que poner muy buena cara a Al? Esta haciéndonos un gran favor, mas de los que ya ha hecho. Estamos en deuda con el.

-Pero… - Dom seguía renuente a casarse con otro, aunque fuera falsamente con una turra – cuando Gwaine regrese…

-Mira cariño, si regresa, lidiaremos con eso. – Dom seguía serio, cabizbajo – Mi amor, mi bebe: tienes que hacerlo.

Dom seguía pensando. En el grave peligro que corrió, en los que estaba expuesto por su estado. Amaba a Gwaine con todo el corazón, pero, si se habia ido sin decirle nada (ahora por primera vez se enojaba con el) era su culpa. Su maldita culpa, todo este embrollo, por dejarlo plantado en el altar y con un bebe plantado en la barriga.

-¿Te casaras Domhnall?

Domhnall asintió, vertiendo lagrimas por el varon que amaba, odiaba y extrañaba.

 

***

 

A cuarenta metros de la superficie del mar, con la melena al viento y la sonrisa en la cara, montado en una precaria estructura de madera lo mismo que otros varones pesados y forzudos como el, Gwaine deshacía los nudos que los compañeros le habían enseñado a hacer.

La Furia del Norte elevo un poco mas la popa y el silbido de la jarcia subio una octava, por el aumento de la presión.

Los vikingos gritaron hurras y los marineros que habían soltado los rizos de la gavia mayor se les unieron. Navegaban de la manera que le gustaba al capitan Aubrey, con la proa ligeramente hundida y los estayes amenazando con soltarse y decapitar a alguien, pero los vikingos adoraban que el dragon de la proa avanzara entre nubes de espuma.

Lo que si no hubiera aprobado el capitan Aubrey era esa embarcación, a medio camino entre una drakar y una fragata pesada, botada en Trollensheim y diseñada en Oulu, con treinta y ocho cañones de veintiséis libras y las barandas decoradas con escudos; las velas pintadas con las rayas rojas y azules tradicionales de los nórdicos y cantidad de hachas a mano en cubierta.

Gwaine descendió con una velocidad suicida por los cabos, pegando carreras con Bjorn y Perkele. El sol ecuatorial lo castigaba menos que a los transparentes hijos del norte, que consideraban seriamente cambiar las trenzas por chongos. Total: podrían rodearlos con una faucecita de dragon o algo para que se vieran viriles.

El maquillaje se le derretia a Rollo cuando avanzo por la cubierta lisa, sin castillo ni alcazar, preguntando por la comida con un vozarron que se oia hasta el siguiente meridiano.

Gwaine se encamino alegre a la cocina, en la segunda cubierta de arriba abajo y cerca de la popa, donde Burton y un negrito antológico, de rizos ensortijados y hueso en la nariz intentaban mantener la comida en el puchero, pero esta se resistia con tenazas y antenitas.

Su maduro amigo, de aire distinguido, se veía muy comico con delantal y pegando con la chuchara a la langosta para que regresara a la olla y al negrito para que dejara de sacarse la guarnición.

-¡Jajaja!

-Huy si, que gracia. Ya me gustaría verte de cocinero.

-Y a mi exforzandote sobre la verga.

Burton sabia que se lo decía con doble sentido, por lo que le lanzo una rápida, fría mirada.

-Esta por debajo de la dignidad de un caballero de Innishmore trepar como mono por las cuerdas.

Era muy divertido, y Gwaine sabia que verdaderamente no lo hacia por los achaques. Una vida de inutilidad y buena comida pasaba una factura mas alta de lo que los pobres imaginaban.

-¿Por qué no matas a esa cosa? – le propuso Gwaine, recargándose en un barril y arrancándole una astillita al barco para usarla de mondadientes.

-Trate de estrangularla pero casi le arranca la mano a Sandia – nuevo chucharazo para que dejara la guarnición – y en los restaurantes parisinos siempre la sirven entera.

-¿Sabes? No creo que los vikingos hayan comido nunca en restaurantes parisinos.

-¿Cómo la mato? – gruño Burton – Mira, si trato de decapitarla esconde la cabeza.

-De un tiro.

Burton saco el tremendo pistolón que llevaba al cinto y le disparo a la langosta cuando esta salto al piso.

-¡Cabrones! – gritaron desde la cubierta inferior - ¡Mi nalga!

-¡Lo siento! – vocifero Burton – Sandia, hecha esa mierda al puchero… - Sandia ya iba para afuera - ¡No! No literalmente esa mierda, esa cosa. – se la señalo.

-¿Por qué tienes la brea de los mástiles en esa mesa? – pregunto inocentemente Gwaine.

-Es el pastel de chocolate.

-Burton, ¿Por qué no mejor haces estofado vikingo? A los vikingos les gusta.

-¿Y donde esta mi orgullo de cocinero?

-Que supieras hacer un sándwich nos lleno de orgullo a todos los que te conocemos. A ver – dijo arremangándose la camisa que le habia cosido su suegra – muchas veces vi a mi madre haciendo pan.

Gwaine poseía mas talentos de los que el mismo imaginaba. Buena voluntad e interés por aprender cosas nuevas, lo mismo que una curiosidad insaciable y sed de aventuras. Entusiasmo. Por eso le parecio estupendo encontrarse con una drakar vikinga (lancha de abordaje) cerca de Waterville, a donde ebrio y feliz, pensaba en llegar, acabar con el vino de endrino y regresar a tiempo para su boda…

 

Los vikingos, no deseando ser repelidos por la intolerante batería de costa del puerto, iban en lancha por el mapa que se habían olvidado de comprar en Liverpool, ultima parada antes de dirigirse al Caribe, del que ignoraban su locación.

Sus padres, sus abuelos y sus antepasados en general recordaban a las Skelligs y sus divertidos monjes, pero ninguno de aquellos calvos sabia donde quedaba el Caribe.

Caballos y mini drakar serpenteaban por la costa, a unos tres metros de distancia.

-Yo se donde queda el Caribe – respondio Wilde, que lo sabia por ser novelista y dramaturgo.

-¡Estupendo! Te vienes con nosotros.

-¡No, no y no! Yo no voy a ningún lado sin mis amigos. – junto sus mejillas con las de Gwaine y la mula de Paddy.

Paddy se les habia perdido antes de llegar a la villa, por lo que siguieron emborrachándose con su mula, como acostumbraban hacer cuando eso sucedia.

-Pueden venir. Siempre hay lugar para uno mas en una incursión vikinga.

-¡La hostia! – exclamo Burton - ¿Unos irlandeses incursionando a los vikingos?

-No, no vamos a atacar vikingos – dijo el vikingo, un apuesto ejemplo de que los genes del neanderthal no se habían extinguido – vamos a atacar piratas.

-Gwaine, creo que estoy borrasho – le dijo Wilde a Gwaine - ¿este pirata ha dicho que va a atacar piratas?

-¡Soy vikingo, no pirata!

-¿Sabes? Creo que dice la verdad – Gwaine ondulaba un dedo en alto – No tiene parche en el ojo.

La mula de Paddy se rio.

-Vengan, compartiremos el botin al estilo vikingo: una parte para el jarl, una para el capitan y el resto iguales.

-Suena bien para mi. – dijo Wilde, que no tenia un penique.

-No se… - dijo Gwaine.

-¡Hazlo! Asi le podras comprar su vestido de novia a tu turra.

-Seran ricos, porque los piratas tienen muchos tesoros – los animo Juha Pekka – además, ¡esta la diversión!

-¡La diversión! – gritaron todos, hasta con un rebuznido la mula de Paddy.

-Caballeros, - propuso Wilde - unámonos a esta incursión pirata a los piratas.

-Vikinga a los piratas. – los corrigio Juha Pekka.

-¡Vikinga a los piratas!

-Oshe, ¿Por qué la playa se hace chiquita? – pregunto Gwaine.

-Es porque nuestras proezas nos vuelven gigantes. – se puso poético Burton, que en yendo Wilde iba el.

-No, es porque estamos saliendo de la bahía. – los desengaño Juha Pekka.

-Rico… - susurraba Gwaine, desplomado sobre la borda, acariciando el agua – digno de Dom… ¡Dom! ¡Me caso mañana!

-Vamos amigo, es una oportunidad única. – lo detuvo Juha Pekka, viéndolo fuerte, agradable, valiente, seguramente descendiente de vikingos. Quien sabe, igual y hasta el bajo le podían enseñar a tocar.

-Si, ¿Qué importa si te casas mañana o en un mes? – lo animo otro vikingo – Imagina la felicidad de tu novia cuando regreses con cabezas de piratas, cubierto de gloria y cargado de oro.

Le gustaba la imagen. La aventura. Una mas, antes de casarse; era lo único que se rebelaba, su corazón aventurero.

Ademas, su parte racional, debajo de centimetros y centímetros de bebida, le decía que seria por el bien de Dom. Dinero para el, y para los hijos que tendrían.

-¡Hagamoslo! – alzo el puño con tanto entusiasmo que derrumbo a Wilde – Pero no me quiero ir sin avisarle. Paddy, ¿me harias ese favor? – la mula y el se miraban ebrienternecidos. Los amigos constataban una vez mas el buen corazón de Gwaine, su tacto para librar a Paddy, mas bien cobardon, de un ataque vikingo – Ve con Domhnall y dile que nosh casaremos cuando regrese. No me tardare mucho.

La mula, borracha también, salto por la borda y empezó a nadar.

Pero habia bebido mucho, y mas ahora, agua de mar…

 

Se oyeron los pasotes de Rollo antes que su vozarron:

-¡¿Dónde esta esa maldita comidaaa!???

Burton, que no terminaba de partir los limones para que Sandia se los exprimiera al grog refunfuño en lo que Gwaine terminaba de sacar los panes del horno:

-¿Sabes? Para un tio que nunca ha leído en su vida, imita magníficamente al capitan de Moby Dick.

 

 

 

Continuara...

 

Notas finales:

Pudiera parecer raro que los vikingos salieran rumbo a cierto lugar sin tener idea de donde quedaba, pero en realidad no. Cuando la primer drakkar encontro de chispazo Lindisfarne y regreso cargada de oro y monjes, la fiebre del monasterio se desato, sin que los rubiales supieran mas de su direccion que iban al oeste. 

Por eso unos acabaron en Anglia, otros en las Hebridas, otros fundando Dublin, otros en lo que despues seria Normandia (nor-man, lo pillan? ;) ) algunos en America y los mas despistados con el sultan de Constantinopla.

Beshitos mil.


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