Mi vecino Levi! por HATOaneue

Era el día en que oficialmente llegaba la primavera. En esta época el clima es muy variado y puede hacer calor tanto como mucho frío. Personalmente es un tema que mucho no me importa, siempre y cuando mi té permanezca caliente y amargo.

Ese día Eren estaba muy emocionado porque sería su décimo séptimo cumpleaños. No entiendo por qué tanta emoción pero su rostro desprendía luz, como cuando habla de biología. Es algo que no me canso de mirar.

- Por eso al final habíamos decidido hacer esa tarea en casa de Jean...- Ah, puso cara de disgusto... Supongo que ese Jean no le cae bien, menos mal.

- Vaya, qué infortunio.

- ¡La verdad!- Se quedó unos minutos pensando, como en general cuando se abstrae pensando en cosas que me gustaría saber. En estos momentos me gusta ver su cara y pensar qué podría ser que lo hace ponerse así, muchas veces me gustaría que fuera yo la razón. -Levi...

- ¿Hmm?

- ¡Mañana es mi cumpleaños!- No hace falta que me lo digas así.

- Lo sé.- De hecho, ya tenía preparado el regalo para él.

- Pienso festejar en mi casa con mis amigos... ¿quieres venir?- ¿Me estaba invitando a una fiesta de mocosos que no me interesaban? Me hubiera gustado si éramos sólo nosotros dos.

- ¿Pero pasado mañana no tienen clases temprano? Yo tengo que trabajar.- No sabía muy bien qué decir.

- ¡Tonto! Va a ser a la tarde.- Ups, eso tenía más sentido.

- No sé qué decirte, prefiero no relacionarme con tantos mocosos, paso.- ¿Habré sido muy grosero? De pronto un ademán de tristeza me trajo remordimientos. -Me gustaría verte en otro momento.- Su estado de ánimo cambió completamente y ahora el surco de una sonrisa atravesaba su semblante. ¿Tanto podía yo influir en sus sentimientos? Acaso, ¿era yo tan valioso para él? Una felicidad me inundo el corazón con calidez.

- ¡¡Sí!! Voy a venir a la noche.- Cuánta satisfacción.

- Entonces prepararé algo para cenar.- Eren también se veía feliz.

Así fue como en el día siguiente no podía esperar a que llegara esa noche en la que vendría. No podía siquiera suponerme que horario sería. Había preprado las hamburguesas con queso que siempre ha comido con tanta ventura. Por otro lado, tenía preparada una cajita perfectamente envuelta con un listón verde del color de sus ojos. Para matar el tiempo, decidí leer alguna novela de misterio, aquellas de la escuela inglesa de principios del siglo xx, con mi infaltable té. Pasaron exactamente cinco tazas, en el último sorbo de la quinta sonó el timbre. Con prisa coloqué el separador y lanzando el libro sobre la mesa de centro me levanté apurado para atender a mi invitado. Abrí la puerta para encontrarme con... ¿una bolsa?

- Traje pastel.- La voz desde atras de la bolsa anunció.

- Pasa.- Me hice a un lado y cuando finalmente sacó la bolsa de en medio pude ver lo que tanto quería ver, su sonrisa.

- Permiso.- Depositó la caja que estaba adentro de la bolsa sobre la mesa, en efecto una caja de pastel. -¡Comí poco para comer contigo!- Que lo anunciara así me causó ternura.

- Entonces serviré de una vez.- Rápidamente asé las hamburguesas que tenía precoccionadas, en cuanto éstas empezaron a emanar su aroma oí a Eren festejando. Todo valió la pena.

Comimos y conversamos de todo un poco. El tiempo se patinaba de las manos cuando nos sentábamos en esa mesa, en el comedor de mi departamento. Era todo casi igual como ayer, como si el tiempo cuando no estamos juntos no importara, y todo cobrara sentido cuando estamos juntos. Cuando puedo ver su cara mirando a la mia y mis ojos reflejados en los suyos. Los dientes de su boca que aparecen y desaparecen cuando abre y cierra los labios modulando palabras. Sus cambios de expresiones frente a mis respuestas. Su irremediable infantilismo que me abraza y me contiene.

Cuando el tema de política acabó tomamos unos segundos para aclarar nuestras gargantas con agua, deseoso de ver más expresiones suyas me levanté de la mesa.

- Ven al salón, tengo algo para ti.

-¡Sí!- Asintió mientras yo me dirigía directamente hacia el sofá donde ambos nos sentamos. Tan solo estirando mi brazo llegué a la mesita de café que estaba en una esquina y del cajón, de donde substraje la cajita del listón verde. Se la extendí con mi brazo sin poder mirar su rostro de frente.

- Feliz cumpleaños, mocoso.- Muchas veces sentía verguenza de llamarlo "Eren", como si mi pronunciación fuera la incorrecta o como si fuera a sonar demasiado homosexual, ¿qué rayos pasaba por mi cabeza? Sus manos temblorosas tomaron la cajita y rompiendo el papel dejó al descubierto un reloj que tarde muchas horas en elegir. -Para que no llegues tarde a ningún lado.

- Levi...- Su cara de "Estoy a punto a llorar" me desconcertó. ¿Qué iba a hacer? Todo su peso impacto contra mi, tan dulce como descuidadamente su cabeza contra su pecho refregaba unas lágrimas con una gran sonrisa. -¡Gracias!- demasiado impulsivo como para mi presión arterial.

- No tienes que agradecerme...- Suavemente acaricié esos cabellos tan brillosos y castaños. Muriéndome de deseo de besar esa sonrisa, pero no se me permitía.

Pude saber que fueron 20 minutos, el reloj lo decía, el tiempo que estuvimos así. Él se reincorporó bostezando.

- Ayer habías dicho que tenías que ir a trabajar mañana, te dejo descanzar.- Si era por eso no me importaba quedarme aún más sintientiendo su respiración.

- Más bien parece que tu quieres descanzar.- Se rió. Lo acompañé hasta la puerta donde nos dijimos "Adiós" y "Gracias", formalidades sin sentido. Hasta que desapareció de mi vista, aunque supiera que seguía del otro lado del muro, tornaba gris mi vida no verlo directamente.