Corría ansioso por aquellas nevadas calles ornamentadas de arreglos navideños con brillantes campanillas, guirlandas y moños. Mi padre me había entregado un pequeño sobre que contenía dinero, con el fin de que comprara regalos para mis amigos, me dijo “No lo derroches”. Tenía uno separado para cada uno: Mikasa, Armin, Jean, Sasha y Connie. Solo me faltaba uno, el más importante, el que valía por dos. Miraba todas la vidrieras que había en aquella avenida, atento. Aún así nada sentaba y el dinero que me quedaba era muy poco. Estaba atardeciendo y al día siguiente ya serían las vísperas, tenía que apresurarme. Al pasar frente a una gran librería divisé desde el exterior la góndola de elegantes plumas de tinta, se me hizo la posibilidad en la cabeza. Al fin y al cabo, los adultos siempre escriben mucho ¿No?. Me acerqué seguro hasta que vi los precios generales e instintivamente retrocedí recordando el número que quedaba en el sobre, “No debí haber comprado el regalo de Jean, ese infeliz no se lo merecía” pensé triste. Frustrado admiraba detallados modelos metálicos, algunos de colores, otros con adornos color plata. Mi corazón lamento al ver una pluma angosta de color negra, se veía sencilla pero a la vez hermosa, al tomarla en mis manos se sentía liviana pero concisa y de una linda terminación opaca. Curioso revisé la etiqueta del precio y sorpresivamente no se excedía de forma grosera como otras. Sólo faltaba una pequeña porción que la acompleté de mis propios ahorros. Alegre miré cómo la colocaban en una fina caja y me la entregaban. Valió la pena aunque yo me quedara sin ahorros, después de todo, era para Levi.
Una vez en mi casa forré todos los regalos con papeles y listones que mi mamá había comprado y coloqué sus respectivas cartas. Los deposité frente al árbol, allí aguardarían a ser entregados. De esta forma la noche pasó tranquila Para dar paso al día cuando me reuniría con mis amigos. Esa mañana me levanté rápido me alisté y al acercarme al árbol tomé cinco de los seis que allí se hallaban.
-Eren!- Me llamó mi mamá justo antes de salir, con el regalo más decorado de los seis -Te olvidas este- Mi cara ardió.
-Ese no...- Estaba tartamudeando -Ese es- Fui interrumpido.
-¿Te volviste a comprar uno para ti? Dios, Eren ¿Cuál es el sentido?- Ciertamente tenía la intención inicial, pero no era el caso.
-No!- Levanté la voz -Ese es para Levi, no lo toques!- Y salí corriendo.
Almorzamos todos juntos en la casa de Jean, su madre nos había preparado deliciosa comida y allí jugamos hasta bastante tarde. Desde juegos de masa hasta “Verdad o reto”, no paramos de reír y sí, tampoco de comer. Del modo que llegué con cinco regalos me fui con otros cinco, me hacía ilusión saber que cosas habrían elegido para mi. Al poco tiempo cuando llegué a casa me dirigí emocionado al árbol y dejé los presentes que mis amigos me hicieron a mi. Relajándome en el sillón sentía el dulce olor de la cena, eso me decía que pronto recibiría lo que mis padres me habían comprado que era lo que más ilusión me hacía. Aún tenía una duda inquietante en ese momento, Cuándo le daría su regalo a Levi. Suspiré, ansioso pensando en Levi y fue automático escuchar su voz.
-Muchas gracias Carla, pero siento que me estoy metiendo en medio de la cena familiar- Hablaba con mi madre, ella reía.
-Pero no! A Eren siempre le fascina un montón estar contigo- Estaban entrando, se oía el ruido de las bolsas plásticas.
-De todas formas no quiero ser una carga- Mi madre le insistió.
-Por favor Levi, Eren preparó hasta tu regalo y todo. Si vas a estar solo, cena con nosotros.
-Está bien, ya que insiste- Mi mamá había hecho un buen trabajo, mi papá llegó con tres regalos, y los depositó allí, en el árbol. Levi entrando añadió otro obsequio más en el árbol, yo salté del sofá y me colgué de su brazo.
-Hola!- Salude eufórico.
-Mocoso, cuánta adrenalina traes encima- Sonreí picaresco dándole su regalo.
-Tómalo, es para ti- Sonrió tan cálidamente que no parecía Levi.
-Abran sus regalos!- Pide mi padre.
-La cena ya va a estar- Anuncia mi madre. Todo fue muy dulce por un momento, quedamos Levi y yo solos en la sala. Al volver mi mirada a él sus manos sostenían la pluma que elegí tan decidido.
-Mocoso...- No estaba entendiendo su reacción, no me sorprendía no entenderlo.
-¿Te gustó?- Estaba preocupado de que tal vez no le fuera a gustar o que, sabiendo lo simple y minimalista que es, no le fuera a interesar. Antes de que pudiera tomar en mis manos la cajita que él había traído con mi nombre en su dedicatoria sus brazos me rodearon y su cabeza se posó sobre mi coronilla.
-Sí, gracias- Los colores se subieron a mis pómulos, sin salir de su abrazo abrí el presente que me correspondía de su parte. Me sorprendí al sacar del pequeño envoltorio una curiosa enciclopedia de animales, era maravillosamente entretenida. Estaba muy contento -A ti ¿Te gustó lo que te elegí?.
-Me encanta!- Dije abalanzándome sobre él y riendo.
-Mocoso, contrólate!- Se quejó molesto por mi reacción, pero lo ignoré.
-Feliz cumpleaños- Le dije mirando sus plateados irises.
-Eres la única persona que lo ha recordado.
-¿Cómo olvidarlo?- Reí -Después de todo Levi es mi mejor amigo!
-Mocoso de mierda- Me empezó a hacer cosquillas de forma tal que retrocedí instintivamente.
Luego de aquello mi madre llamó para cenar, gran parte estuve aburrido puesto que mis papás hablaban mucho con Levi sobre cosas que no comprendía, pero luego pude acapararlo para mi en una partida de cartas. Puedo asegurar que ambos la pasamos fenomenal. Esa fue mi décima navidad.