1 año después.
—¡Naori, hija! ¿Estás lista? Sasuke y tus hermanos ya están allá esperando, vine porque estabas tardando. Ya sabes que no hay que hacer enojar a tu papi, jeje…— Tocó la puerta de la habitación que le correspondía a su hija mayor, extrañándose al no obtener más que silencio. —¿Naori? — Preguntó una vez más, frunciendo el ceño de forma leve y, al no obtener una contestación a los segundos, no tuvo nada mejor que abrir la puerta a la habitación.
Su boca se abrió al tiempo que sus ojos, sin poder creer lo que sus ojos presenciaban. Naori… Naori, su hija, la mayor, quien había sacado más rasgos suyos que de Sasuke… ¡Algo así no podía ser! ¡La habitación se encontraba impecable! Sólo eso bastó para que supiera que algo andaba mal, precipitándose a la hoja que se encontraba sobre la cama, esperando un aviso del secuestro o lo que fuera, no lo que encontró.
“Querido Papá:
Te escribo esta carta con el corazón hecho pedazos y una profunda tristeza. Tuve que fugarme con Ichigo porque no quería pelear más contigo. Ichigo me ha enseñado lo que es el verdadero poder, incluso me ha enseñado cómo puedo fortalecerme todavía más. Sé que tú no estarías de acuerdo en que entrene con él por lo protector que eres y porque es más grande que yo, pero ya no soy una niña, papá. No es sólo por el poder, también quiero mi libertad, conocer las otras naciones ninja.
Ichigo tiene amigos en Amegakure que pueden recibirnos, está seguro de que seremos muy felices allí. Los dos soñamos con dominar esa pequeña aldea. Ichigo me ha abierto los ojos, me ha dicho que el tener más poder no es malo, que todo se vale para obtener lo que deseamos.
No te preocupes, papá. Ya tengo 18 y sé cuidar de mi misma. Estoy segura que podremos pelear algún día para que te demuestre lo fuerte que me he vuelto.
Te quiero, Naori.
P.D.: Papá, nada de lo que está escrito es cierto. Ya estoy con papi, salí al mismo tiempo que tú entraste. Papi dijo que la próxima vez que eches a Ichigo de la casa, te hará entrar en un mundo en donde esto sea verdad, jeje. ¡Hay cosas peores que el que yo salga con Ichigo! Es un buen chico.
¡Ven cuando despiertes! Le diremos a Sakura, Sai y Kakashi lo que ha pasado.
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—Ya debe haberla leído…— Murmuró la autora de la carta, mordiéndose el labio inferior para evitar que la risa se le escapara.
—Todavía no entiendo cómo es que puedes darle esos sustos a papá, papi. Algún día le va a dar algo… ¡Eres toda una mente maestra de la tortura!— Exclamó Yui sorprendida, observando a Sasuke quien sostenía en brazos a su nuevo hermanito, Charasuke. —Cuando me case, quiero poder dominar a mi esposo como tú, eres mi héroe.— Afirmó con total respeto, jugando con una manito de su hermanito.
Sasuke la observó con una sonrisa de autosuficiencia, riendo por lo bajo. A pesar de que había dejado de pelear con su esposo en público y se notaba que había madurado por los dos, aún le quedaba esa chispa para pelear con Naruto y jugarle bromas pesadas de vez en cuando. No era desconocida la envidia que muchos de la aldea tenían ante el matrimonio del Uchiha y el Namikaze, el cual aunque distaba de ser normal, tenía más de todo. Nadie dudaba del amor que se tenían el uno por el otro, ni tampoco la confianza que se tenían en todo momento, ni siquiera a la hora de pelear parecía que lo hacían con intensiones de romper lo que habían formado, tan sólo era una manera de descargar aquellas diferencias que no podían ser ignoradas… ¡pero incluso sus peleas eran divertidas!
Cuando Naruto y Sasuke se encontraban juntos, era imposible no recordar a aquellos chicos de 13 años que vivían compitiendo por quién era el mejor y peleaban hasta por quién tenía el kunai más afilado.