—¿Quién es la bebé más hermosa de todas? ¡Tú, sí tú! — Exclamó con una gran sonrisa, levantando a Naori en el aire y tirándola por unos segundos, para luego atraparla en sus brazos. La bebé apenas había cumplido 8 meses y era toda sonrisas, le encantaba jugar con Naruto porque él le daba ciertas atenciones más extremas que su papi.
—No, ¡tú eres la bebé más hermosa! — Exclamó el clon de Naruto, quien tenía en brazos a Yui aunque éste no la hacía “volar”, uno porque si el clon llegaba a desaparecer estaría en graves problemas de verdad y dos, porque a Yui no le gustaba que se lo hiciera y se ponía a llorar… delatándolo. Por supuesto que a Sasuke no le gustaba que hiciera eso con las bebés porque decía que era peligroso y con lo idiota que él era, las bebés se le podrían caer. Por supuesto que eran patrañas, había madurado, era imposible que las niñas se le fueran al suelo con los sentidos tan desarrollados como los tenía.
—Estoy en casa. — Murmuró por lo bajo Sasuke mientras volvía de comprar la comida para esa misma noche, alzando una ceja al escuchar las exclamaciones de su pareja y la risa de una de las niñas. Tomó aire para buscar paciencia y avanzó en silencio, aprovechándose de que Naruto no parecía haberlo escuchado entrar.
Caminó hasta la sala donde se suponía que estaba el rubio, abriendo la puerta de golpe sólo para encontrar a Naruto en el momento justo cuando estaba lanzando al aire a su hija.
—¡Usuratonkachi! — Exclamó con enojo, abriendo más los ojos al ver que Naruto se sorprendía aún más por su llegada y se olvidaba de atrapar a la bebé, tirándose él a agarrar a Naori antes de que tocara el suelo. Por supuesto que la atrapó, no sin haberse dado un buen susto por lo estúpido que era Naruto.
—¡Sasuke! ¿¡Por qué me sorprendes así!? Esto no hubiera pasado sino. — Se excusó totalmente, comenzando a sudar en verdad al ver que el aura del Susano comenzaba a rodear a Sasuke, quien se incorporó lentamente mientras todos los sentidos de Naruto gritaban “peligro” y los de Sasuke “matar”.
—No eres apto para cuidar a las niñas…— Murmuró con voz lúgubre, levantando la mirada en donde brillaba el mangekyō sharingan.
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—Sasuke… por favor. Te juro que no lo vuelvo a hacer. — Prometió mientras fingía llorar, tratando de darle la suficiente lástima como para que lo soltara…
En castigo por poner en peligro a las niñas, Sasuke había tomado una venganza muy tranquila y que sabía que le daría una lección a su pareja. Hizo que Naruto se parara en el medio de la sala, frente a la mesa en la que cenaría y le colocó dos baldes, uno en cada brazo, además de meterlo en una ilusión poderosa. Naruto podría ver y hablar con normalidad pero no moverse, sólo sentiría el cansancio de mantener tanto tiempo los baldes en alto. Además, como un bonus, tomó a las niñas y fue a comprar un tazón grande del ramen favorito de Naruto, sentándose frente a él a comer… habiéndolo dejado sin cena.
—Te creo, luego de esto no lo volverás a hacer. — Respondió éste sin una pizca de remordimiento mientras comía el ramen frente al rubio.
—Eres el diablo-dattebayo. — Sollozó al ver como Sasuke se comía los fideos frente a él.