Catorce años...
—¿Te diviertes?
Jeongguk asintió felizmente.
Jimin, satisfecho se tomó la libertad de recostarse en la silla de playa y sonreír genuinamente.
Él también se la estaba pasado increíble. El hecho de saber que tenía a Jeongguk solo para él y sin que nadie le molestase era algo que realmente le agradaba. Definitivamente haberlo traído consigo a ese viaje de trabajo con la excusa de llevarlo de vacaciones había sido una excelente idea, Wendy le confió al muchacho y ambos aprovecharon ese tiempo para estar a solas y no únicamente disfrutar del mar y la playa, sino que también de ambos. Ahora mismo se encontraban con ropas ligeras debido al calor, con gafas de sol para no dañarse la vista y con una capa considerable de bloqueador solar en el cuerpo —en especial el de Jeongguk, Jimin no quería que su pálida y perfecta piel se bronceara—. Y nadie sospechaba nada de ellos, pues lucían casi como padre e hijo, entonces no debían preocuparse de miradas acusadoras ni nada por el estilo. Era simplemente perfecto e ideal. Porque claro, ellos no solo eran solo familia, sino que amantes, entonces el no levantar sospechas de ningún tipo y en secreto disfrutar del cuerpo contrario era satisfactorio. Jeongguk se encontraba a su lado en su respectiva silla —hubiese preferido tenerle sobre su regazo, pero no podían, claro. Las apariencias—, con esas gafas gigantes y su cabello revuelto, su piel se notaba más clara debido a la luz y brillante por el aceite protector. Llevaba unas bermudas beige hasta la mitad de la pantorrilla, una camiseta blanca algo grande y zapatillas deportivas con las agujetas sin atar. Se veía adorable.
—¿Quieres ir a recoger caracolas?
Jeongguk tardó en responder.
—No podemos meternos juntos, ¿verdad?
Jimin se tensó y negó con lentitud.
El rostro de bunny se deformó hasta volverse una mueca de enfado infantil, no lucía intimidante, al contrario, se miraba más que adorable. Jimin quiso morder sus mofletes y sin embargo se mantuvo en su sitio.
Jeongguk decidió meterse unos minutos, Jimin le observaba desde su sitio, dejándose atrapar por la delgada figura que disfrutaba del chapoteo de las olas en sus pies, dejándose inundar por la inocencia con la que se encontraba jugando con unos muchachos que acababa de conocer. Estaban pasándose una pelota de playa entre ellos, sumergidos hasta las caderas en el mar. Y más que nada reconociendo por primera vez que era un maldito enfermo e idiota al haberse atrevido a tocarle; es que ahora que lo miraba bien... Jeongguk era tan solo un niño, él apenas había cumplido años hace poco, recién debería estar en tercero de secundaria —sin embargo, cursaba un grado mayor—, su cuerpo se había desarrollado apenas, su rostro redondo tenía aun los rasgos tiernos y suaves; dejando muy en claro que solamente era... eso, solo era un niño y él se había atrevido a corromperle. ¿Se arrepentía? Él debía hacerlo, pero por alguna razón no lo había hecho. Recordó la noche anterior y todo su cuerpo tembló, comenzando a nublársele la vista, con hombros rectos y respiración pesada; recordó ese llanto, esas manos arrastrándose por su espalda, sus pequeños labios carmín entreabiertos y húmedos y brillantes, recordó la calidez y estrechez que envolvía su miembro con cada movimiento, esos soniditos sucios que ambos cuerpos producían. Y no pudo tener las cosas más que claras. Ese chico iba a condenarle al mismísimo infierno y no iba a hacer absolutamente nada para detenerlo. ¿Jeongguk se habrá dado cuenta ya de su gran poder? Claro que sí, lo hizo, a la edad de diez años, y no utilizaría eso en beneficio propio sino hasta después, el tiempo presente. Un ceño fruncido, con cabellos húmedos de sudor y pegados a una frente blanquecina y perlada, un gemido que sonaba melodioso y entonado, esa sensación que detuvo parcialmente sus frenéticos movimientos cuando se abría paso dentro de él. Y un tierno beso de buena noches para luego quedarse pensando en la porquería de hombre que era mientras una respiración tranquila y tibia chocaba contra la piel de su cuello.
El cabello ahora mojado de Jeongguk se pegaba a su rostro, algo largo para ser un corte de chico, pero que no le sentaba mal, su piel brillante y pies con arena, las ropas se ceñían a su delgada figura y dejaba ver las pequeñas curvas de un cuerpo entre masculino e infante. Sus mejillas seguían igual de pálidas y solamente tenía el cuello un poco rojizo debido a alguna alergia, pensó que por la sal del mar o algo así. Jimin le dejó ser y Jeongguk no se había sentido tan libre en mucho tiempo.
Una capa de protector solar cada cierto tiempo, horas y horas llenas de conversaciones triviales y un atardecer acompañado de una tibia brisa que los mantuvo frescos hasta la vuelta al hotel.
Jimin se había duchado para quitarse la arena y cuando salió vio a Jeongguk mirando embelesado por la ventana, sentado en forma mariposa y aun con las ropas de playa. Del otro lado un extraño atardecer, que ponía oscuro el mar. La marea había subido considerablemente y Jeongguk miraba aquello como si se tratase de algo muy hermoso. Jimin se colocó unos pantalones y se acercó suavemente hacia Jeongguk, quedando acuclillado a su lado... el chico ni se mosqueó y no fue hasta que Jimin le revolvió el cabello que se fijó en su presencia.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó divertido.
—Mira el mar, hyung. Es que es increíble cómo hay lugares donde se ve el amanecer desde el horizonte y otros en donde se ve el atardecer. Eso es muy raro.
—Bueno... eso es porq-...
—La ubicación de la playa. Lo sé. Cuando el mar queda en dirección al este, se ve cómo amanece —se había arrimado al cuerpo de Jimin—. Pero eso no quita que siga siendo algo extraño.
Jimin se sentó en el suelo completamente con Jeongguk entre sus piernas. Le envolvió en un abrazo y se dedicó a repartir mimos en su cabello.
—En Busan también se ve cómo amanece —susurró en su oído.
—Depende, en las playas del sur casi ni se nota. En cambio en Seúl sí que se ve el atardecer. Además, en Busan, donde nosotros vivíamos, no había cómo meterse al mar, ¿recuerdas? Hace frío allí.
—Lo recuerdo.
Jimin vio el pálido cuello expuesto y no se resistió a morderlo. Inclinado hacia abajo, sus labios succionando la suave piel con suma delicadeza, no quería marcarle. La respiración de ambos se tornó irregular.
—Aquí se ve cómo el sol se oculta en las montañas, podríamos ir una tarde y verlo.
—Ah, claro... —su cuerpo tembló.
Jimin probó la sal en la piel de sus hombros, cuello y labios. No le importaba, pero Jeongguk no quería estar sucio, así que con pesar logró separarse.
—Daddy~, debo tomar un baño primero.
Sus manos pequeñas acariciando el firme pecho. El castaño rió un poco al ver que bunny había dicho aquello, pero que no se había movido del sitio.
—Pues ve...
Sin previo aviso, ya tenía a Jeongguk sobre sus piernas, comiéndole la boca con desespero mientras que buscan la forma de tumbar a Jimin sobre el piso, con el mayor resistiéndose, claro.
Los soniditos lastimeros no se hicieron esperar, bunny ahora inmovilizado por el agarre en sus muñecas, dejándole explorar su boca a su antojo. Siempre entregándose por completo y daddy contento y satisfecho.
Se apartó y corrió hasta el cuarto de baño para darse una ducha antes de seguir.
Jimin solo sonrió y fue a acomodarse en la cama grande, encendiendo el televisor para distraerse un poco de la tensión sexual. Un canal en un idioma que no conocía saltó de primeras, hizo una mueca al no encontrar ninguno que pudiera entender, ni siquiera en inglés, pero no podía esperarse menos. Decidió apagar el aparato y entonces miró sus pantalones increíblemente tensados, el bulto obsceno sobresalía de manera algo vulgar y se encontró sonrojándose un poco al notar que únicamente el cuerpo de un niño de catorce años era el único capaz de causar ese efecto tan rápido en él. También se encontró sintiéndose escoria mientras volvía a recrear imágenes de todas las veces que lo habían hecho hasta ahora y tocándose por encima al escuchar el agua caer e imaginar recorrer con su lengua su cuerpo tal y como esas gotas de agua suertudas lo estaban haciendo en ese momento. Era increíble el poder de ese chiquillo. Él estaba masajeando su miembro con un poco de impaciencia, esperando por él. Y se corrió, lo hizo fuerte pero sabía que no terminaría allí, obviamente no lo haría, resultó ser un insaciable pervertido y la sumisión de Jeongguk no ayudaba demasiado. Maldijo sintiéndose completamente enfermo.
Jeongguk salió envuelto tiernamente en una toalla grande y su mente se volvió en blanco.
El miembro de Jimin despertó nuevamente y con brusquedad.
Se levantó y dirigió hacia él para besarle con posesión, tomándole de los mofletes para tener más acceso a su boca. Bunny, como siempre, no se negó y se dejó llevar por la crudeza con la que daddy le estaba tratando.
Caminaron erróneamente hasta dar con el filo de la gran cama y Jeongguk se dejó echar sobre ella mientras Jimin se deshacía de sus escasas ropas. Los labios del mayor besaron un rozado botón y luego lo lamió y succionó, logrando sacar un sonoro gemido de la boca del contrario. Las pequeñas manitos se enredaron en su cabello mientras que sus piernas le rodeaban las caderas, acercándole más y generando una ligera presión en ambas entrepiernas. Los gruesos labios descendieron y comenzaron a pasearse por todo su pecho, bajando más y más hasta dar con su ombligo, lo besó un poco y volvió a bajar, encontrándose con una única prenda infantil, sonrió enternecido y le miró, logrando abochornarle, Jeongguk cubrió su rostro con sus brazos completamente rojo de la vergüenza y cuando fue a quejarse, se vio interrumpido por su propio gimoteo al sentir a Jimin humedeciendo la ropa. Subió sus piernas hasta dejarlas en sus hombros y entonces Jimin comenzó a besarlas con parsimonia, desde los tobillos, pasando por sus pantorrillas, encima de las rodillas y así hasta llegar a sus ingles, causándole escalofríos allá por donde sus labios se posaban y mandando corrientes eléctricas que le hacían arquear la espalda. Repitió el proceso con su otra pierna y entonces por fin se deshizo de la ropa interior. Quitó sus piernas y las abrió, dándose una deliciosa vista de su entrada rosada.
—Daddy...
—¿Qué pasa, cariño?
Un dedo humedecido se paseó por ese íntimo lugar, burlándose de él.
—A-ah —echó su cabeza hacia atrás ante la sutil intromisión—... daddy, la ropa estorba.
Un gruñido salió de la garganta del mayor y no esperó que se lo repitiera, pues ya se estaba quitando la fina camisa de playa. Se colocó sobre Jeongguk sin poner todo su peso y entonces comenzó a frotarse, molestando adrede a Jeongguk con la sensación del jean contra sus muslos, divirtiéndose cuando el menor había quitado sus manos de su cuello para poder quitarle los pantalones.
El cinturón fue retirado con agilidad y mientras dejaba que el mayor explorara su boca avanzó a deslizarlos lo suficiente para poder tomar su miembro en sus manos. Su labio inferior fue víctima de Jimin cuando lo mordió, sacando sangre. Una risa seca y ronca, casi hasta burlona salió de daddy y se levantó para retirar las ahora ya completamente molestas e innecesarias ropas. Y recibió con gusto la mirada hambrienta de bunny. Volvió a echarse y ahora frotaba su masculinidad contra los muslos descubiertos. Él no quería ser brusco —no demasiado—, porque la noche anterior había hecho sangrar un poco a Jeongguk y no quería lastimarlo, pero eso no parecía preocuparle al pelinegro, quien no se quejó en lo absoluto cuando dos dedos lubricados se adentraron en su interior. Echó su cabeza hacia atrás y abrió más las piernas para Jimin, invitándole a seguir.
—Daddy~, p-por favor, daddy.
—¿Qué, mi niño?
—Quiero más.
—¿Más?
Jeongguk mordió su labio y asintió con rapidez.
—Quiero esta.
Tomó su miembro en su diestra y comenzó a bombear. Un jadeo abandonó esos gruesos labios y Jimin colgó su cabeza, deteniendo los movimientos de sus dedos y tocando dolorosamente su punto dulce mientras disfrutaba de los movimientos en su polla. Ninguno aguantó mucho más. y entonces daddy rápidamente se alineó —sin preparar del todo bien a Jeongguk— al cuerpo contrario y se fue introduciendo lentamente. La estrechés de sus paredes le hizo gruñir guturalmente, erizando todos los vellos de Jeongguk.
Una vez ya dentro del pelinegro, no esperó demasiado y comenzó a arremeterse en su cuerpo casi sin piedad.
Los ojos de bunny se llenaron de lágrimas y soltaba soniditos obscenos y lastimeros cada que Jimin se enterraba en él y golpeaba con fuerza su punto... una y otra vez, llevándole al placer extremo en minutos.
La cama crujía con cada vaivén.
Jimin tapó la boca de Jeongguk cuando sus gemidos se hicieron demasiado audibles. Las finas uñas se arrastraban por su espalda, mandando fuertes corrientes eléctricas en su espina dorsal. Sus músculos temblaban, su cabello se mecía mientras observaba con detalle cada gesto y escuchaba los sollozos ahogados.
Jeongguk le miraba con necesitad, tomando su muñeca y dejando medias lunas en su piel al clavar nuevamente sus uñas.
Querían más.
Jimin salió de él solo unos instantes en los que le colocó de lado y comenzó de nuevo a embestirlo con brutalidad.
Jeongguk sabía que no debía hacer demasiado ruido, por lo que mordía sus labios tratando de tragarse los quejidos y gimoteos. La posición hacía dificultoso el trabajo de entrar y salir de su cuerpo, pues así sus paredes se cerraban más. Y decir que le estaba fascinando demasiado era poco.
Jeongguk comenzó a masturbarse con furia mientras las estocadas iban cada vez más y más rápido.
Pronto ambos soltaron un delicioso orgasmo. Jimin dentro de Jeongguk y este en su puño, ambos al mismo tiempo.
Ya completamente aseados luego de esa sesión de sexo, decidieron ver una película y luego irían a cenar algo fuera.
Era una pésima comedia romántica, en la que la supuesta perfecta familia había comenzado a tener problemas y todo el típico cliché, con engaños, el típico mejor amigo del ejecutivo protagonista y la esposa sexy desatendida sexualmente y dedicada a criar a los niños en casa mientras trabajaba medio tiempo en una revista de comida. A Jeongguk le aburría, pero Jimin parecía extrañamente interesado en la absurda trama.
Jeongguk entendió por qué.
El sexo en la familia protagonista, faltaba. Y tal vez Jimin se sentía un poco identificado, debido a su mala experiencia en el matrimonio.
El menor hizo una mueca.
—Me gustaría ser algo más de hyung.
Murmuró muy quedo, con la intensión de no ser escuchado.
Él no era tímido en lo absoluto, pero siempre se cohibía cuando se trataba de Jimin.
Este quedó petrificado ante la insinuación.
Apagó el televisor y centró toda su atención en el pelinegro. Este maldijo ya que era obvio que ahora venía una charla incómoda.
—Jeonggukie quiero que entiendas algo. Tú... eres solo un niño. No sabes lo que dices ni la gravedad de lo que me pides.
Sí, ahí estaba.
—¿Eso crees?
Jeongguk tenía carácter, nadie se lo discutía.
—Eso es. Mira, yo soy un hombre, ¿entiendes eso? No un adolescente. Tengo una esposa y un trabajo. No me puedo permitir relaciones fugaces, mi tiempo para eso pasó.
—A mí me pareció algo lógico.
Sonrió con nostalgia.
—No tienes ni idea, ¿verdad?
—No me trates como si fuera un idiota.
—Escucha. Tal vez yo solo te guste, tal vez solo sea un capricho. Si llevamos esto más lejos de lo que ya ha ido nos meteremos en problemas... si hacemos como las películas y toda esa cursilería, quién me afirma que no te aburrirás de mí en un par de años... o incluso un par de meses. Si eso pasa, para ese entonces ya estaremos jodidos. ¿Me entiendes?
—No eres el único involucrado. Y no me aburriré.
—Lo harás, porque solo tienes catorce años, eres joven para esto, lo de los enamoramientos.
—No es enamoramiento, solo me pareció adecuado poner un título a la relación —para él era bastante lógico, era simple.
—No hay título. Si lo hubiera fueras el amante, ¿eso es lo que quieres?
Jeongguk apretó su mandíbula.
—No es lo que quiera, es que así es.
—¿Qué?
—Soy tu amante.
—...
—Quería algo más que solo eso.
Jimin suspiró frustrado.
—Quieres decir... ¿tener algo así como una relación?
Jeongguk se sonrojó, pero mantuvo la mirada y asintió. Jimin tragó saliva y le dedicó una mirada con lástima que hizo rendir completamente a Jeongguk.
—Jeonggukie... p-por ahora solo... nosotros solo debemos mantenerlo como algo meramente...
—¿Sexual?
—Bueno... sí, pe-...
—Ok.
Se levantó y comenzó a vestirse.
—Jeonggu-...
—Que está bien, Jimin. Está perfecto.
—Vamos —tomó su muñeca—, no te enfades.
—No me enfado —se soltó con algo de brusquedad—. ¿Te arreglas? Tengo hambre, Jimin hyung —recalcó.
Se dirigió a la puerta y salió tras cerrarla fuertemente. Le iba a esperar abajo, no quería que le viese llorar. Jimin no le vería llorar nunca por lo que sea que tuviesen. No le dejaría.
Y se encargaría de hacerle tragar todas esas palabras.