Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FUCK ME | jikook por mrsswag9394

[Reviews - 110]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

IMPORTANTE: Si no has leído | Undercover |, | Enmity |, | Falling |, | Feels |, | Together |, | Hey, Min | & | Pulse |, te sugiero pasarte a revisar si estás al día con la lectura ^^ para evitarte confusiones y que te saltes trama c:

 

Si estás al corriente del maratón y de los últimos capítulos... entonces disfruta tu lectura 7w7r

 

 

 

Grrr~

 

 

 

 

 

 

Once años...

 

 

 

 

El timbre de casa sonó con muchísima insistencia, picada tras picada, la persona del otro lado debía estar enfurecida o muy urgida. Sin embargo, se tomó su tiempo para terminar un par de cosas y entonces levantarse e ir pacientemente a la puerta. Se habían sumado golpes y esta vez frunció el ceño. Él no era precisamente bueno para enfadarse ni reclamar, pero debía ponerse duro, aparentar poder —como siempre— y reclamar el inusual trato.

 

 

Pero cuando abrió de quedó de piedra.

 

 

 

—Jae —sonrió ligeramente—, qué raro tenerte por aquí.

 

—¿Estás solo?

 

Aquella pregunta atropellada le incomodó.

 

—Sí.

 

—Perfecto —sonrió torcido.

 

Jaehwa siempre le había parecido extraño, pero ahora se le antojaba mucho más que en ocasiones anteriores.

 

—¿J-Jae? ¿Qué quieres?

 

—Hablar contigo —susurró, mirándole con descaro la boca.

 

El castaño se aclaró la garganta.

 

—Bueno... yo no creo que esa sea una buena idea —tamborileó con sus dedos en la madera—. Estoy algo ocupado en este momento.

 

—Oh, vamos.

 

 

Le hizo a un lado de un empujón y entró sin más.

 

 

—Es que —se vio interrumpido y no tuvo otra opción que dejarlo y cerrar tras de sí la puerta—... pasa, es tu casa —declaró con sarcasmo.

 

 

 

 

 

Se quedaron en silencio, unos segundos, Jae apoyado sobre el respaldo de uno de los sillones mirando fijamente a Jimin y este aún apoyado en la puerta, mirando sus zapatos para distraerse. El pelinegro mordió su labio inferior y comenzó a acercarse lenta pero firmemente, notó que Jimin temblaba como un cervatillo asustado con cada pisada que iba acortando la prudente distancia entre ambos y sonrió confiado. Finalmente quedaron frente a frente, pero el menor no se atrevió a levantar la vista, prefiriendo mantenerla en sus zapatos, cualquier cosa era mejor a mirarle, porque si Jaehwa había venido con aquellas intenciones —sin embargo, intuía algo más—, pues entonces estaba de suerte porque justamente Jimin se encontró sintiéndose ansioso desde que le vio tan desalineado en la puerta. Joder, no vivían muy lejos uno del otro, pero ya eran algunos meses que no se veían con frecuencia, desde cuando Jaehwa le pidió no volver a acercarse a Jeongguk, petición que él acató como orden, entonces solo se veían únicamente lo justo y necesario. Para ambos, lo que tuvieron había muerto en el momento en que a Jaehwa le pareció divertido follarse a su hermana, pero eso no significaba que no desearan repetir sus travesuras de vez en cuando. La mano del pelinegro acarició su mejilla con suma delicadeza, un trémulo suspiro abandonando los labios de Jimin, sus rodillas temblaron y la vista se le nubló.

 

 

 

—Jiminnie~, te he echado de menos.

 

—Nos vim-...

 

—Sabes a lo que me refiero.

 

 

 

Pero claro que lo sabía.

 

 

 

—Y-yo...

 

 

Ahora su mano bajaba por su cuello.

 

 

El pelinegro sonrió con sorna y tomó las caderas del contrario, acercándolo de un tirón. Sus labios se rosaban, casi besándose, compartiendo su aliento, pero no hubo algo más. Justo cuando el menor esperaba ese contacto, el mayor se echó a reír ligeramente, irritándolo. Entonces Jimin, ya algo impacientado, enredó sus dedos en el sedoso cabello y tiró de él para comenzar un fogoso beso que terminó por acorrararlo contra una pared. Caminaron torpemente sin separarse y para cuando quiso reaccionar, el castaño ya se encontraba sobre la encimera con Jae entre sus piernas, jadeando y jugando con su lengua.

 

 

—¿Acaso hoy se te antojó un rol más activo?

 

 

 

Él riendo entre dientes, Jimin acariciándolo con suavidad.

 

Jimin no tenía problemas con ello, lo habían intentado un par de veces y no le desagradaba en lo absoluto. Era extraño, sin embargo, porque Jaehwa prefería ir debajo, casi siempre.

 

 

 

 

 

 

 

—¿Aún te gusto, chimchim?

 

Esa pregunta le tomó por completa sorpresa, enarcó una ceja y río nerviosamente.

 

 

—Pero por supuesto que no.

 

—No te creo.

 

 

 

El castaño se molestó. Jaehwa daba las cosas por hechas. Pero era verdad, hace mucho que había dejado de gustarle, si bien tuvieron sus encuentros y en ese momento estaban acariciándose, eso no significaba nada. Jimin ya no sentía nada por Jaehwa.

 

 

—Allá tú —se encogió de hombros.

 

—¿Me quieres?

 

Abrió sus ojos como monedas.

 

—No —se cruzó de brazos—... ¿a qué vienen esas preguntas?

 

—Solo creí que todavía era alguien para ti —colocó un mechón detrás de su oreja.

 

—Pues no, dejaste de significar algo desde que te follaste a mi hermana... y desde que te burlaste de Jin en su cara por lo de Jeongguk. Y desde que me prohibiste verlo, claro. En teoría, cada estupidez que hicieste secaron lo que sea que yo sentía por ti.

 

 

Y no mentía.

 

 

—Se me olvidó mencionar que también te acostaste con Seulgi.

 

Jaehwa afiló su mirada.

 

—¿Te gusta esa niña?

 

—¡Claro que no, pedazo de idiota! Lo digo por Wendy. Ella no se merece eso.

 

—Oh —dejó que un silencio dramático los envolviera y luego soltó con veneno—... eres un hipócrita.

 

—Habías prometido, a ella y a mí, no volver a fallar. Lo hiciste y lo éstas haciendo ahora —aclaró. Odiaba cuando el pelinegro trataba de enredarle en sus juegos de palabras—. No me quieras echar la culpa, yo te dejé... ahora que lo pienso, es la primera vez que te beso en mucho tiempo.

 

—¿Me quieres? —era necio.

 

—Que no, ¿por qué me lo preguntas?

 

—Hice muchas cosas mal, Jimin. La cagué enormemente.

 

—Eso no es novedad.

 

 

 

Ya iba dándose cuenta de por donde iba todo este pésimo teatro. Y una mueca de decepción adornó su rostro.

 

 

 

—Lo sé... a donde quiero llegar es que... que...

 

—... ¿Jae?

 

—Jimin... pudo haber funcionado —soltó de pronto—. Lo de nosotros... yo pude haberte amado, en verdad.

 

 

Bien, eso definitivamente no se lo esperaba.

 

 

—...

 

—Realmente pudimos haber estado juntos.

 

—¿Por qué dices eso?

 

—Porque eres la única persona que aún me acepta, incluso habiéndote lastimado como lo hice, tú estás para mí.

 

 

Jimin se encogió de hombros.

 

 

—Eres mi amigo, eso es algo obvio.

 

—Es extraño que cuando has tocado fondo, tocado en serio, te das cuenta de que estás completamente solo. Yo solo te tengo a ti.

 

—No entiendo nada, Jaehwa.

 

—Escapa conmigo. Dejemos todo atrás y vamos a... Inglaterra, qué se yo, Rusia, donde sea.

 

—Vale... me estás asustando.

 

Quiso apartarlo, pero Jaehwa no se dejó.

 

—Te quiero, Jimin.

 

 

 

Este rio ligeramente.

 

—Es un poco tarde para eso.

 

—...

 

—De hecho, es demasiado tarde —puso un dedo en su barbilla fingiendo pensarlo—. Sí —asintió—. ¿Quién crees que soy?, ¿tu juguete? Antes pude haber caído de nuevo por ti con esas palabras, ahora simplemente te estás viendo patético... y me preocupa. Si estás metido en algo turbio o ilegal será mejor que te dejes de sandeces y me digas de una puta vez que te ayude, porque así como vas, solo lograrás que te eche a patadas de mi casa.

 

—... —estaba perplejo.

 

—Por desgracia mía, te conozco lo suficientemente bien para saber que algo sucede. Anda, suéltalo.

 

 

Pero Jaehwa no dijo nada, solo sonriendo con nostalgia.

 

 

—Te quiero, no te estoy mintiendo.

 

—No digo lo contrario. Te creo —tomó su rostro entre sus manos—, lo sé, lo sé perfectamente. Pero no es por esto a lo que has venido.

 

 

 

 

 

 

 

Minutos después, Jimin se encontraba sosteniéndose con fuerza del respaldo de la cama, sobre sus rodillas, sudando a gotas y jadeando, mientras Jaehwa se dedicaba a joderle tan fuerte, que estaba seguro que le dolería esa zona por algunos días. Jaehwa nunca era gentil, jamás, Jimin lo conocía mejor que nadie y sabía perfectamente cómo le gustaba, de qué forma y qué tanto... pero era distinto ahora. Lo disfrutaba, no lo iba a negar, el tener detrás a Jae soltándole obscenidades a cada momento, llamándole puta, zorra, y otro sin número de sobrenombres groseros, tirando de su cabello con muchísima fuerza, vamos, que a Jimin le gusta y mucho. Más joven se hubiese derretido con su tacto, hubiese huido, dejado todo, incluso a su hermana y sobrino, con tal de tener a Jaehwa para él. Ahora ya no quería, que le adoraba, sí, es como su familia, todos saben lo unidos que son, pero hasta ahí. Ya su momento había acabado. Finalmente terminaron, Jimin primero y dejándose hacer hasta que el mayor se corrió también. Ambos echados en la cama, cubiertos a medias por las sábanas, conservando una considerable distancia, no se abrazan, no lo hacen nunca, no es de ellos ese tipo de afecto. Jimin estaba adormitado, echado boca abajo y abrazado a una almohada, Jae fumando un cigarrillo, mirando hacia el techo.

 

 

 

 

 

—¿Qué has hecho? —preguntó curioso.

 

—Nada.

 

Rodó sus ojos.

 

—Jaehwa... —advirtió.

 

—Prefiero olvidarlo ahora.

 

—Bien —cortó. Si no le quería decir, pues tampoco le iba a obligar.

 

 

Se quedaron en silencio hasta que al pelinegro se le dio por comenzar a quejarse.

 

 

—Tengo treinta jodidos años... y los he desperdiciado, mandado a la basura todo, por un jodido error.

 

Jimin frunció el ceño.

 

—Una familia no es un error.

 

—Tú no lo sabes.

 

—Bueno, no. Igual y si algo te molesta pues te lo has ganado, por imbécil.

 

—Uy, siento remordimiento.

 

Se indignó.

 

—Pero es que tú eres un cabrón, Jae.

 

—...

 

—Si no hubieses hecho estupideces, probablemente estarías soltero y...

 

—Estaría contigo. Sé que te molesta y de verdad me sorprende que no le cuandes rencor a tu hermana ni a Jeongguk... ni a mí. Eres demasiado... ingenuo, demasiado blando, demasiado... Jimin.

 

 

Lo odiaba... siempre que trataba de hacer las cosas lo más humanitariamente posible era la misma jodida frase: siempre era demasiado Jimin.

 

 

—Vete de mi casa.

 

—Claro, como ya tuviste tu polvo...

 

—¡Tú me buscaste! —le arrojó una almohada.

 

—No recuerdo que te hayas negado. En el fondo, creo que cada revolcón que tenemos es algo como una verganza a Wendy.

 

—Pero es que tú cada día estás peor.

 

—¿Me lo vas a negar? —inquirió.

 

—Sí, porque no es verdad... hasta hace un tiempo todavía estaba contigo porque te quería, ahora solo las cosas se dieron. No hay nada detrás de los polvos, Jae, yo quiero demasiado a Wendy como para querer herirla, lo pasa entre nosotros dos simplemente es buena química. Fin. Porque te puedo jurar que si tú amase de verdad a Wendy... nuestros encuentros seguirían.

 

—...

 

—...

 

—Tienes un punto...

 

—Lo sé.

 

 

Jaehwa hizo una mueca.

 

Miró la hora en su reloj y soltó un largo suspiro.

 

 

 

—Bueno... y-yo... yo ya me voy.

 

Se levantó y comenzó a vestirse lentamente, bajos los ojos genuinamente intrigados de Jimin.

 

 

 

 

Él notaba algo... Jaehwa estaba alargando las cosas, alargaba algo, no sabía qué. Tal vez estaba haciendo tardar alguna mala Decisión; sí, probablemente, y eso comenzó a preocuparle, porque él no era así... entonces tal vez sí que estaba jodido. Imitó sus acciones y también se vistió en silencio.

 

 

Ambos bajaron las escaleras y ya en la puerta, se quedaron mirando a los ojos.

 

 

—No es tu culpa —le susurró el mayor.

 

—¿El qué?

 

—Solo... métetelo en la cabeza, Jiminnie, no es tu culpa.

 

—... Jae... ¿te estás despidiendo?

 

—...

 

—¿Te vas en serio?

 

—Debería decir lo siento antes, ¿no?

 

—Joder, te estás despidiendo en verdad.

 

—Eso no va conmigo, sería muy de doble moral... porque en realidad no me arrepiento de nada de lo que he hecho.

 

—Jaehwa, por favor, dime qu-...

 

 

 

 

Le interrumpió besándole suavemente... solo un roce en sus comisuras. Un beso simple, pero largo.

 

 

 

 

—Nos vemos.

 

Y entonces salió de casa, dejando a un abochornado y confundido Jimin tocándose las comisuras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al llegar a casa Jeongguk notó el silencio sepulcral que reinaba en el lugar.

 

 

Era extraño. Pesaba que Jaehwa estaría en su oficina, escuchando rock a un volumen considerable mientras trabajaba o viendo algún partido de baloncesto en la TV del living. Pero todo estaba en silencio a diferencia del revuelo que venía de la parte de arriba, en la oficina de su padre, para ser exactos. Podía escuchar pasos de un lado hacia otro, cosas siendo arrojadas, papeles siendo arrugados y lamentos y maldiciones.

 

 

Trató de no hacer ruido y dejó su mochila en un sillón. No molestaría a Jaehwa y solo comería en silencio, no quería una reprimenda por impertinente. Ya había visto a su padre tener ataques de ansiedad y realmente no era algo agradable... y para su desgracia, Wendy estaba aun en el trabajo lo que significaba que no volvería sino hasta entrada la noche. Tendría que soportar al hombre enfadado y luego probablemente borracho. Puso una mueca... pensó en llamar a Taehyung, para ver si podría ir a su casa en lo que su padre dejaba el escándalo. Sí, iba a hacerlo, soportar sus chistes malos y sonrisa cuadrada era mejor que su padre ebrio. Iba a tomar el teléfono cuando se oyó un auto parqueándose fuera. Jeongguk pensó que era su madre, pero lo descartó al notar que no era su coche. Unos hombres con traje y mala cara salieron y discutieron un poco antes de comenzar a acercarse. El pelinegro iba a abrirles la puerta cuando alguien tiró de su cuerpo y le tapó la boca. El jadeo de sorpresa se quedó en su garganta al notar que había sido su padre.

 

—Sh, no hagas ruido —le dijo mientras miraba con atención a través de las cortinas.

 

 

Jeongguk trató de apartarlo pataleando, pero Jaehwa hizo más presión en el agarre y terminó por resignarse.

 

 

 

Los hombres golpearon la puerta y sintió a su padre alterarse. Podía sentir su corazón latiendo rápido y sus manos habían comenzado a sudarle, también temblaba y estaba más frío. Se preguntó qué ocurría.

 

 

Golpearon con más insistencia.

 

 

—Diles que no estoy —le soltó.

 

 

Jeongguk rodó sus ojos, se revolvió el cabello y desarregló su uniforme. dando un aspecto de levantarse recién de una siesta. Hizo un puchero mientras fregaba sus ojos y abrió ligeramente la puerta.

 

 

—¿Diga?

 

—Buenas tardes... ¿se encuentra el señor Jeon?

 

—No.

 

—¿Usted es...?

 

—Su hijo.

 

—Bueno, somos del ASF y necesitamos saber dónde podríamos encontrarlo.

 

Jeongguk disimuló su sorpresa y se encogió de hombros.

 

—Ha de estar en su trabajo, no lo sé. Él no suele estar en casa durante el día.

 

 

Le miraron fijamente. No le creían en lo absoluto.

 

 

—¿Podemos pasar?

 

—No.

 

—...

 

Jaehwa rio ligeramente. Jeongguk tenía carácter.

 

—Vamos a entrar.

 

—A menos que traigan una orden... lo cual dudo, no puedo dejarles entrar. Soy menor de edad y ustedes no son la policía... no exactamente. Así que lo siento. Tengan buena tarde.

 

 

 

 

Y cerró la puerta.

 

 

Jaehwa esperó a que se marcharan y entonces pudo relajarse. Pero sabía que no le iban a dejar tranquilo, ya la había cagado, realmente estaba en problemas gordos y no tenía tiempo. Era cuestión de horas para que congelasen sus cuentas bancarias y le vetaran el salir del país. Estaba atrapado.

 

—La ASF... ¿qué es lo que has hecho?

 

Jeongguk le miraba desde su sitio, algo preocupado.

 

—No es algo que deban saber los niños.

 

—Este niño es tu hijo y le has hecho mentir a un par de desconocidos que tenían pinta de querer partirte la cara... quiero una explicación.

 

—¿Para qué? No lo entenderías.

 

 

 

Jaehwa sabía que Jeongguk odiaba que le subestimasen, y él no lo estaba haciendo para provocarle o algo por el estilo, es que simplemente, mientras menos supiera, era mucho mejor. Además, conocía a su hijo y sabía que quería saber lo que sucedía por simple morbo, por ver qué estupidez había hecho ahora su padre, y eso era considerado como una burla para Jaehwa, así que decidió no decirle y evitarse una discusión absurda que le llevaría a hacer cosas que en ese momento, no le apetecían.

 

Hace mucho que no tocaba a Jeongguk, y una discusión sin importancia no lo iba a cambiar.

 

 

—Solo quiero saber el lío gordo en el que metiste —pero claro, padre e hijo eran igual de tercos.

 

—Que no es algo con lo que te familiarices. Deja de molestar, galletita.

 

—Esa era la Autoridad de Servicios Financieros...

 

—...

 

—...

 

—¿Cómo sabes eso? —escupió.

 

—No soy estúpido. Y tú nunca echas pestillo a tu oficina.

 

Bien, eso le había colmado.

 

—¿Has estado hurgando, mocoso? —Jeongguk se encogió de hombros.

 

—Un poco...

 

—¿Qué es lo que sabes? —el menor sonrió con altanería—. ¡Contesta!

 

—Sé de un par de tus estafas...

 

 

Jaehwa arrojó algunos floreros, provocando un gran estruendo y haciendo que el niño brincara por la sorpresa del súbito arranque de ira. Jaehwa se acercó al niño para sostenerle del cuello de la camisa. Jeongguk creyó que le golpearía o algo peor... no dijo algo al respecto, se lo había ganado.

 

 

—¿A quién se lo has dicho?

 

—A n-nadie...

 

—¿Y Seungwan?

 

—A nadie —repitió.

 

 

Le soltó y se quedó mirando el suelo, su mano derecha en su cadera y la otra tapándose la boca. Jeongguk se preguntó qué era lo que verdaderamente sucedía. Comenzaba asustarse.

 

 

 

El hombre le dejó y subió de nuevo a su oficina, con un tímido y curioso Jeongguk siguiéndole detrás.

 

 

Al llegar le vio echarse de mala manera en el suelo, apoyado en la pared y con un objeto plateado a un lado.

 

 

 

 

 

 

 

—¿P-papá?

 

—Largo, Jeongguk.

 

—¿Qué es lo que tienes allí?

 

—Joder, Kook. Que te vayas.

 

Pero no hizo caso.

 

 

Se acercó y acuclilló frente al hombre. Miró sus masculinas facciones completamente demacradas, parecía haber envejecido años en solo unas horas.

 

 

 

 

Sabía que miraba un espejo... ver a Jaehwa era verse a sí mismo en algunos años y le asustó, porque no quería parecerse a él, porque era asqueroso y un hombre malo. Jaehwa también sentía extraño el ver a Jeongguk tan fijamente, en cambio para él era como volver al pasado, agradecía que Jeongguk no haya heredado sus mañas, pues era un chiquillo medianamente educado y no un patán como lo fue el mayor a su edad. Podían ser un par de gotas de agua y odiarse mutuamente por ello, pero había algo más que los ataba enormemente, y era aquella libido. Jeongguk no lo sabía aun, porque todavía era muy joven. En. cambio Jaehwa sabía de lo que era capaz y no se arrepentía de desear a Jeongguk de la manera en la que lo hacía, porque se lo merecía, él mismo tenía muy bien merecida esa dulce tortura. Supo desde que el niño nació nació que sería su toque, la máxima tentación ofrecida y también la única que no tomaría; su Dios le castigaba con Jeongguk cada inmoralidad cometida en ocasiones anteriores, cada pecado. Jeongguk estaba ahí para hacerle retorcer en su cama, en las noches, tirándose de los cabellos por ser tan vil y asqueroso. Había querido probar de él, no lo va a negar. Lo admite y le pesa: él desea hacer suyo al pequeño niño. Sin embargo no puede; y se lo juró, se juró a sí mismo que primero muerto antes de dejar que alguien más lo tocase, pero primero es padre antes que amante y simplemente no puede. Porque quema, porque está prohibido. La última vez que se pasó con él casi lo había hecho suyo, Jeongguk ya ni se resistía, solo llorando y dejándose hacer; pero de pronto le pareció ver a un demonio en él, mofándose. Una mirada de súplica y a la vez invitación le fue suficiente para alejarse como si Jeongguk estuviera cubierto de espinas.

 

 

Ahora era tan jodidamente extraño, porque de repente ambos sitieron la necesidad de tocarse.

 

 

Jaehwa tiró de él hasta ponerlo en su regazo y Jeongguk no reprochó, porque ahora quería estar cerca de su padre. El niño tocó su rostro con la yema de sus dedos, haciendo estremecer a Jae y sonriendo infantilmente, porque era solo su padre de nuevo. Entonces miró lo que sostenía con fuerza en su diestra.

 

 

 

Era un arma.

 

 

 

—Papi...

 

—Está vacía.

 

 

Eso no lo hizo sentir mejor.

 

 

—Jeongguk, he sido un hombre muy malo... lo sabes mejor que nadie —ahora el menor le miraba vacíamente—. Debo irme de aquí... porque estoy trayendo demasiados problemas.

 

—¿A dónde te vas?

 

Ya se ha dicho antes, Jeongguk no es estúpido y sabía a la perfección a lo que se refería su padre.

 

—Muy, muy lejos.

 

—Ya veo... —su vista bajó al arma de nuevo. Jaehwa rio sin gracia.

 

—¿Me quieres acompañar?

 

—...

 

Jeongguk había comenzado a temblar.

 

—No.

 

—Lo sabía... tú no me quieres.

 

—No, no te quiero.

 

—Estás en tu derecho.

 

 

Levantó el arma y la colocó en la frente del menor.

 

Tragó con fuerza.

 

 

—¿Vas a matarme?

 

—No —y sin embargo había quitado el seguro.

 

—No me vas a dejar en paz nunca, ¿verdad?

 

—¿En serio crees que voy a disparar?

 

—Tratarse de violarme... no sé por qué esto me sorprendería.

 

—Tienes una lengua muy filosa, mi galletita.

 

—Aprendí del mejor.

 

—...

 

—...

 

 

Ambos inmutables.

 

 

—Está vacía.

 

Jeongguk no sabe qué pasará.

 

—Papá...

 

 

 

Jaehwa había comenzado a llorar, su mano temblaba y presionaba el metálico objeto con algo de fuerza contra su piel. Luego cambió de lugar y había introducido la punta del arma en su boca, Jeongguk no hizo nada, solo arrugando la camisa de su padre entre sus dedos con fuerza.

 

 

—Yo no te haría daño.

 

 

Los ojos de Jeongguk escocían, según el menor, él mentía descaradamente. Pero es que Jaehwa tampoco le dijo a qué se refería jamás, prefiriendo dejarle confundido en vez de hablar sin líneas de más. Porque era sencillo captar el mensaje entre sus juegos con las palabras... lo complicado era creer si lo decía en serio o no.

 

 

Jeongguk respiraba agitamente mientras Jaehwa seguía y seguía llorando.

 

 

Él tiró del gatillo.

 

 

 

 

El niño dio un respingo y quitó el arma de su boca de un manotazo para ponerse a golpear con fuerza el pecho de su padre, completamente molesto por la maldita broma de mal gusto. Jaehwa dejándose hacer. Eso hasta que vio los ojos de Jeongguk nublarse.

 

 

 

 

 

 

 

—¿Vas a llorar?

 

—¡¿Por qué?! —estalló—. ¡Me estas torturando!, mátame de una vez y así me evitas el vivir con tus malditas memorias.

 

Jaehwa negó.

 

—No.

 

—O di que lo sientes para no odiarte tanto, joder.

 

—... no.

 

 

Jeongguk secó sus lágrimas rápidamente y entonces tomó el rostro cansado de su padre entre sus pequeñas manos y se acercó hasta quedar a escasos centímetros de su boca.

 

 

—Te odio, Jeon Jaehwa. Hubiese preferido morirme en el vientre de mi madre que ser tu maldito y asqueroso hijo.

 

 

 

Y entonces le besó.

 

Un beso breve, pero beso a la final que provocó que Jaehwa temblara de emoción y miedo.

 

 

 

—Espero que sepas vivir con ello.

 

 

 

 

 

 

Se levantó y salió de su oficina dando un portazo. Se arrimó a la puerta y sollozó en silencio, doliéndole todo, pesándole el alma, el llanto creciendo... cubrió su rostro con sus manos mientras continuaba su desahogo. Su cuerpo se filtró lentamente hasta quedar sentado, con sus rodillas pegadas al pecho. El llanto no cesaba. El arma no estaba vacía, lo sabía, le pesaba en su lengua y había visto una bala dentro. Era la que le seguía. No supo si era algún morboso juego de la ruleta rusa o cualquier otra estupidez que pasó por la cabeza de Jaehwa. Lo que sí sabía era que quería largarse cuanto antes de ese lugar con aura a muerte. Se levantó de inmediato, limpiando con las mangas de la camisa del uniforme sus patéticas lágrimas y dio pasos tambaleantes hasta las escaleras, estaba algo mareado y su vista estaba nublada por las lágrimas. Quería irse de allí, estar con Taehyung jugando con su consola o aburriéndose en el trabajo de su madre, cualquier cosa era mejor a compartir el ambiente con el loco de su padre. Bajó paso a paso cada peldaño, lentamente, se tomaba su tiempo, no sabía por qué, y parecían ser gradas eternas, así lo sintió, porque había pasado una eternidad en silencio hasta que llegó a la mitad de su camino...

 

 

 

 

 

Y un disparo se oyó.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Orden del maratón.

 

24 de Sep |Him (II) |

 

Asdfgthjklñ!

Ya sé que todo fue muy acelerado (/-) y que probablemente no se esperaban este cap pero ya iba siendo hora de aclarar este tema y por fin olvidarlo... ya saben cómo murió Jaehwa y por qué. Es un peso menos peeero, también uno más porque sé que estarán ansiosas por saber qué exactamente tenían Jae y Jimin. Lo entiendo y les digo que lo aclararé, habrá un capítulo narrando el pasado de ambos personajes y todo lo que ocurrió con Jin y Wendy.

 

Ya lo había dicho antes: este capítulo es bastante emotivo y significa mucho para mí, sobre todo porque Yoongi y Jaehwa son personajes con una personalidad similar y me duele, no sé por qué xc Por lo que no me siento en capacidad ni de bromear acerca de la versatilidad de Jimin x.x

 

 

Este cap tiene una segunda parte más pequeña c': y está relacionada con el capítulo de Memories al igual que este capitulo.

 

Gracias por leer, en serio <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).