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Broken por LaylaRedfox

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Disclaimer: Haikyuu!! Es propiedad de Furudate-sensei

[Bokuto x Oikawa]

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Broken

VI

Un par de horas más tarde llegó el almuerzo, y Bokuto no sabía qué le disgustaba más.

O era el hecho de que Iwaizumi y Oikawa discutían como perros enojados por alguna razón desde que llegaron al departamento a almorzar, o el que este último haya estado mirando tanto a Akaashi durante el almuerzo, como si lo estuviera analizando de alguna forma. Bokuto sabía que su kouhai no iba a decir nada (porque Oikawa no era para nada sutil) debido a lo cortés que era, pero a Bokuto sí le fastidiaba, por alguna razón. Quizás era el pelo. El pelo de Akaashi ahora era una mata de color negro esponjoso en su cabeza, y si no fuera por el frío seguramente sería más grande y ostentosa, y el que Tooru mirase tanto a Keiji le parecía maleducado.

Kuroo le preguntó en serio si planeaba cortárselo y Akaashi dijo que sí, siempre y cuando no fuera Kuroo quien se le acercara con las tijeras.

—Hey, el anterior corte lo hice yo —se indignó Kuroo.

El almuerzo consistía de Nanohana Karashiae [1] acompañado con pedazos de pollo y pescado, porque Kuroo no se había decidido por solo uno de los dos. Para Bokuto, y como para todos, estaba delicioso, y justamente por esa razón Akaashi le dijo a Kuroo que ya había hecho suficiente por él con ese almuerzo, así que podía conseguirse una peluquería cualquiera y todo estaría en orden. Kenma mencionó la peluquería de su amigo Yamamoto, que no quedaba muy cerca del departamento, pero le harían un descuento, al menos. A Akaashi le pareció bien.

Terminando el almuerzo, Iwaizumi dijo que se daría un baño y que después se iría a la biblioteca del centro, para comprar algunos de los libros para el nuevo semestre que le habían enviado en un memo al correo de la universidad.

—¿Desde ya te mandan esas cosas? —Preguntó Kuroo.

—Es cosa de la universidad, no mía —dijo el más bajo cruzando el agujero de la pared, un poco cortante, y quizás algo apresurado.

Akaashi ayudó a Kuroo a levantar los platos y llevarlos a la cocina. De camino, el menor pasó al lado del microondas, cuya puerta era una especie de espejo traslucido. Se agachó para verse la cara y tomarse los mechones de la frente.

—No me digas que es ahora que te molesta —comentó Kuroo, sonriendo de lado—, has estado un año así.

—No me daba cuenta de su crecimiento mientras estudiaba idiomas —refutó Akaashi—. ¿Kozume, la peluquería de Yamamoto está abierta hoy?

—Abren todo el día —respondió el rubio teñido—. ¿Quieres ir de una vez?

—Huh, sí, vayan, no quieres a Saru o a Konoha burlándose del cabello —comentó Bokuto, riendo—. Puede que no lo parezca pero no te han visto por un año, créeme que se burlaran de ti para compensar el tiempo perdido.

Koutarou los conocía, y había hablado lo suficiente con sus amigos antes de que Akaashi, para estar seguro de que todos extrañaban al chico. Incluso el pequeño Komiyan podría llegar a hacer algún comentario al respecto.

—No lo dudo —dijo Akaashi entonces, dirigiéndose al pasillo de las habitaciones. Miró a Kenma antes de desaparecer por completo—. Tengo que desempacar lo que me falta antes de irnos, ¿puedes decirme dónde poner mis demás cosas?

Kenma asintió y fue tras él.

Bokuto se sentó en uno de los sillones después y Oikawa se tiró en el otro, con gesto cansado.

—Oigan, par de flojos —habló Kuroo desde el lavadero—, yo también tengo que salir a comprar cosas para la semana y no me vendría mal un par de manos extras que me ayudaran.

—¿No comprabas víveres los domingos? —Preguntó Bokuto, arqueando una ceja.

—No, ayer estaba ayudándome a arreglar este intento de puerta —dijo Iwaizumi, apareciendo de la nada con el pelo mojado y ropa suelta, entrando en el departamento.

—¡Te bañas muy rápido! —Exclamó Bokuto, realmente sorprendido.

Iwaizumi lo ignoró y se acercó a la cocina, sacando un par de billetes de su bolsillo.

—Si van por comida, compra algo para mí también —pidió dejando unos tres billetes en la mesada—. Esa basura sabe qué comprar, así que está bien.

Señaló a Oikawa con el pulgar, y el otro resopló fastidiado. Los más altos arquearon las cejas, confundidos.

—Está bien, ya me encargo yo… —dijo Kuroo.

—Gracias —Iwaizumi se fue tan rápido como había llegado.

—¡Hey! ¡No vayas a la calle así, abrígate! —Le gritó Kuroo cuando pasó por el agujero.

¡Sí, sí!

Se escuchó la voz amortiguada de Iwaizumi, de nuevo cortante. Luego unos cuantos pasos y al final una puerta cerrándose. Kuroo esperó unos momentos para hablar.

—¿Qué le hiciste? —Le preguntó sin rodeos a Oikawa.

—¿Por qué deduces que yo fui el que hizo algo? —Dijo Oikawa, indignado.

—Porque entre todos nosotros, tú eres el más idiota —explicó Kuroo, señalándolo—. Después de Bokuto, claro.

Bokuto bostezó.

—No negaré eso —dijo encogiéndose de hombros, sin querer darle más vueltas al tema.

Oikawa se recostó a lo largo de todo el sillón.

—Bueno, sí fue algo estúpido. Tan estúpido que no vale la pena contarlo —dijo al cabo—. Así que quédense que con la duda.

Los otros dos se miraron confundidos, pero después de encogerse de hombros lo dejaron pasar. Al poco rato Kenma y Akaashi salieron también, y cuando Kuroo terminó de lavar los platos mandó a Oikawa a bañarse, quien a regañadientes le hizo caso. Para cuando estuvo listo salieron los tres a una tienda de conveniencia que estaba a unas cuantas calles del edificio. No esa donde Bokuto había comprado los huevos el día anterior, sino una más grande, a la que Kuroo prefería ir para hacer las compras de la semana.

Pasado el mediodía el clima se volvía cada vez más frío y el cielo se nublaba y se volvía gris. Caminaban rápido para intentar entrar en calor, pero al pasar, la gente se les quedaba viendo, porque no siempre se veía a tres apuestos gigantes caminando lado a lado por la calle, vestidos con enormes abrigos hasta las rodillas. Cuando llegaron a la tienda de conveniencia Kuroo le pasó el dinero a Oikawa que le había dado Hajime hace rato.

—Ve qué compras, yo tengo que conseguir comida para las dos bestias y Kenma —le dijo mientras tomaba dos canastas y le extendía una a Bokuto.

—No le digas bestia a Akaashi —le avisó Bokuto tomando la canasta de compras—. Solo tiene un apetito voraz.

—Pues no tengo duda de que hoy el almuerzo le pareció poco —aseguró Kuroo.

—No me voy a creer que ese chico come como animal hasta verlo con mis propios ojos —dijo Oikawa avanzando por uno de los pasillos.

—Lo verás esta noche, entonces —comentó Kuroo mientras iba al pasillo de al lado, seguido de Bokuto.

—¿Esta noche? —Preguntó Oikawa rápidamente, volviéndose y asomándose por el pasillo.

—¿Ah, no te dijimos? —Cuestionó Bokuto arqueando una ceja—. Pensé que sí.

—Hay muchas cosas que no nos decimos —dijo Kuroo—. Eso no está bien. Arreglémoslo. Empiecen ustedes, ¿qué se fueron a hacer anoche?

Los otros dos se le quedaron viendo, para luego mirarse entre ellos e ignorarlo.

—¿Qué pasa esta noche? —Preguntó Oikawa.

—Oigan.

—Como volvió Akaashi, iremos a cenar junto con los antiguos miembros titulares del Fukurodani —explicó Bokuto sonriendo.

—¿Iremos? —Volvió a preguntar Oikawa.

—Claro, tú, Iwa, Kenma y este sujeto están invitados —señaló a Kuroo con el pulgar.

—Oye.

—Pero está bien si no quieres venir —continuó diciendo Koutarou.

Oikawa negó con la cabeza.

—Nah, está bien, vayamos —aceptó—. De todos modos esta noche el almacén estará ocupado por ese grupo de baile, así que no tengo nada que hacer. Gracias por contarme en el grupo de hecho.

—Tras dos años de vivir con ustedes creo que sería desconsiderado no incluirlos en algo como esto —Bokuto se encogió de hombros, hablando razonablemente.

Oikawa asintió, levantando un poco las comisuras de sus labios.

—Si hablas de eso, entonces inclúyanme, ¿qué hicieron anoche? —Volvió a insistir Kuroo.

Oikawa se dio la vuelta y se fue al pasillo de al lado, mientras Bokuto pasaba de lado a Kuroo y se dirigía al pasillo de golosinas.

—¡No me ignoren! ¡¿Qué pasó con esos malditos huevos?!

Al final se necesitó cosa de cuatro canastas de compras para todo lo que Kuroo quería llevar, porque en ese condenado lugar no había ni un carrito de compras, así que las manos extras que pidió Kuroo sirvieron de algo para llevar todas las bolsas de regreso al edificio. De camino, Kuroo desistió en preguntarles sobre el día anterior, y en vez de eso volvió a insistir para saber qué le había hecho Oikawa a Iwaizumi. Bokuto también estaba curioso, por lo que reiteraba lo que decía Kuroo. Tooru caminó más rápido entonces, repitiendo que lo que había hecho fue algo estúpido.

—Ya dejen de insistir, que terminaré de hacer algo estúpido de nuevo —les avisó—. Mierda, juntarme con ustedes me contagia lo bobo.

—El único bobo es Bokuto —dijo Kuroo—. Y no se contagia lo que ya se tenía.

—No me digas bobo, Kuro-chan.

—Aunque, Iwa tuvo que hacer algo para que hicieras algo estúpido, ¿no? —Preguntó Bokuto—. Digo, tu no haces tonterías porque sí.

—¿Se necesita una razón para ser estúpido? —Devolvió Oikawa—. Porque tú lo eres sin razón alguna ya.

—¡Que cruel! —Wxclamó Bokuto, indignado.

—Hey, molestar al bobo no quita que tú hiciste algo estúpido —dijo Kuroo—. ¿Y por qué el humor de perros, de todos modos?

Oikawa lloriqueó.

—Yo solo quería correr un rato, no quería apostar con Iwa-chan ni nada —se lamentó.

—¿Apostaron? ¿Qué apostaron? —Preguntó Kuroo.

—Bueno, él quería saber qué pasó anoche así que…

—¡Aja! —Exclamó Kuroo —. Sería más fácil si hablaran de una vez, par de locos.

—Imposible —dijo Bokuto.

—Ni hablar —denegó Oikawa.

Kuroo los miró mal. Siguieron caminando y ninguno insistió en nada más que cambiar tal o cual bolsa porque pesaba.

Ni Bokuto ni Oikawa sabían cómo reaccionaría ese par si les contaban que fueron a bombardear la casa de Ushijima con huevos. A lo mejor uno los golpearía y el otro les reprocharía el por qué no lo llevaron también. Tal vez una de las reacciones sonaba mejor que la otra, pero aun así no se animaban a decir nada.

Lo raro, al menos para Bokuto, era que no había establecido eso como secreto. La noche anterior llegaron a casa y se tiraron a dormir y ni hablaron más del tema. No habían acordado no decirle a nadie. Desde el principio había pensado en hacer eso por su cuenta, y guardárselo para sí mismos, pero no sabía por qué Oikawa no decía nada. Tal vez pensaba igual que él, que era algo muy significativo para contarlo como cualquier otra cosa, y que era mejor que se quedara entre los dos. Y si era que en verdad Oikawa pensaba así, Bokuto no podía evitar sentirse alegre, y un poco importante.

Al llegar a casa Oikawa entró a su propio departamento a guardar las compras, mientras Bokuto y Kuroo hacía lo mismo. Kuroo se quejaba del hecho que le parecía que aún había poca comida. Bokuto se quejaba por el hecho de que había comprado demasiados vegetales.

Kuroo replicaba a eso hablándole acerca de la abultada bolsa de dulces que tenía y que no iba a compartir. Oikawa entró a la sala burlándose de la ridícula discusión de todas las semanas, antes de colocar un paquete de pan de leche al lado de la bolsa de dulces de Bokuto. Antes de que alguno de los otros dos preguntara algo, Oikawa solo les dijo que se lo quedaran, que no le preguntaran nada, y que se iba a dormir toda la tarde y que lo despertaran a la hora de la cena.

—¿Eh? —Dijo Bokuto, confundido.

—¿Cansado? —Preguntó Kuroo—. ¿Qué acaso planeas desvelarte en la noche, Oikawa?

—Solo quiero dormir.

Entró en su departamento sin decir nada más y a los pocos segundos escucharon la puerta de su habitación cerrarse.

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Decir que estaba soñando no sería la palabra adecuada. Podría decirse que su subconsciente comenzó a mostrarle recuerdos mientras dormía. Recuerdos de hace años, en la secundaria más o menos. Memorias donde estaba en medio de un estadio enorme, dispuesto a hacer un servicio, pero al momento de saltar caía al suelo y no se levantaba más. El dolor que sintió en la rodilla debió bastar para despertarlo, pero no abrió los ojos, y las memorias siguieron llegando. Después de caer, volvía a levantarse; sin embargo, poco después algo lo hacía caer nuevamente, y no necesariamente era la inestabilidad de sus piernas, sino por personas que eran algo como obstáculos. Era como un sube y baja emocional que no parecía tener fin.

Desde la secundaria, la preparatoria, hasta los primeros años de universidad. Estos últimos eran los más recientes, los más notables, los que más le pesaban. Donde tuvo que subir de nuevo, lentamente, como si de una larga escalera se tratase, y cuando llegó a la cima consiguió saltar de nuevo. No obstante, eso solo duró un segundo, porque nuevamente se veía cayendo, esta vez al ser empujado por un grupo de personas más grandes y más fuertes.

De repente, se vio a sí mismo en medio de la cancha nuevamente, paralizado, y las potentes luces de los reflectores lo iluminaban. Y en el fondo oscuro las siluetas de un montón de personas que lo miraban, que murmuraban, que parecían juzgarlo. No sabía qué decían, pero lo sentía sobre la piel, un tono acusador de palabras que no se detenían. Lo único que logró escuchar con claridad fue su nombre, que era repetido varias veces, por una voz lejana que se acercaba cada vez más y más.

Oikawa.

Oikawa.

Oikawa.

—¡Oikawa! —Exclamó Bokuto, zarandeándolo por los hombros.

Tooru se despertó respirando con dificultad, sudando, y mirando a todos lados para finalmente clavar sus ojos sobre Bokuto.

—B-Boku-chan, ¿qué…?

—¿Estas bien? —Preguntó Bokuto entonces, con el ceño levemente fruncido de preocupación—. Estabas temblando.

Lo soltó despacio, dejando que Oikawa se levantara y se sentara sobre el colchón. Se pasó una mano por el cuello y por la frente y sintió la humedad del sudor. Se sobó la cabeza cuando sintió un pequeño dolor de repente.

—Estoy bien, creo… —dijo Oikawa, apretándose la cabeza.

—¿Seguro?

Bokuto se había sentado en el borde de la cama, y Oikawa lo miró bajó el flequillo de su cabello castaño.

—Solo fue un mal sueño… —no obstante decir esto, nuevamente, no era correcto—… Aunque es raro… Esperaba un sueño así hace un par de semanas… No cuando me sentía ligeramente mejor… Es raro, ¿no crees?

Bokuto ladeó la cabeza a un lado.

—¿Una pesadilla?

—Cosas que preferiría no recordar —respondió Tooru, sin mirar a Bokuto.

Y esperaba que él no lo mirara tan fijamente como pensaba, porque entonces se daría cuenta de que sus manos temblaban un poco. Había despertado muy repentinamente, pero en cierto sentido eso era bueno. ¿Estaría mal si le agradecía a Bokuto? Tal vez eso sería más raro. Sin embargo, Bokuto estaba allí.

—Viniste a despertarme —dijo mencionando lo obvio—. ¿Por la cena? ¿Tan tarde ya es?

—Huh, no, ya casi son las seis de hecho… Es que quería ir arriba y mostrarle eso a Akaashi, y pensé que sería bueno llamarte porque, no sé… —Bokuto se rascó la nuca—. Te fuiste a dormir y parecías un poco decaído. Y ahora, viéndote así, creo que de verdad necesitas ver eso.

Oikawa se le quedó viendo, y luego de parpadear inclinó la cabeza a un lado.

—Solo me sentí cansado de repente, no tengo idea de por qué —dijo encogiéndose de hombros.

—Quizás fue la comida —comentó Bokuto levantando un dedo—. Akaashi dijo que Kenma se quedó dormido en el tren de camino a la peluquería, y hace rato Iwa se quedó seco en el sofá mientras veía la tele.

Tooru asintió.

—Igual, hace tiempo que no vemos eso —pensó en voz alta—. Gracias por despertarme, Boku-chan.

Hizo el ademán de levantarse, por lo que Bokuto se hizo a un lado y se paró junto a la cama. Una vez de pie, Oikawa caminó hasta el espejo tras de la puerta y se miró la cara. Su cabello estaba aplastado de un lado por estar tanto tiempo contra la almohada, así que se lo arregló con los dedos a la velocidad de la luz.

—¿Me veo decente? —Le preguntó al otro, girándose al terminar de arreglarse el pelo.

—Usa un cepillo, hombre, pero rápido —rió Bokuto.

Oikawa salió directo al baño pero se detuvo a medio paso cuando, por el rabillo del ojo vio a Kuroo inclinado sobre el sofá de la sala. Olvidó por un segundo que tenía que peinarse y caminó hasta donde estaba, y entonces se tuvo que cubrir la boca para no reír cuando vio a Kuroo pintarle la cara a Iwa-chan con un marcador. Ya le había coloreado los parpados y en ese momento le estaba haciendo un mostacho.

—Va a estar tan enojado cuando vea esto… —susurró Kuroo.

Oikawa miró a otro lado intentando no reírse. Segundos después llegó Bokuto, vio la escena y también tuvo que cubrirse para no reír, dando por sentado que Iwa no iría a la cena, pero vaya paliza les iba a dar cuando volvieran. Le avisó a Oikawa que se diera prisa, que Kenma y Akaashi ya estaban afuera esperándolos.

Tooru volvió al baño y se pasó el cepillo por el pelo durante quince segundos, hasta dejarlo más o menos como quería. Sin embargo, no se comparaba con el corte de recién salido de la peluquería de Akaashi, quien estaba al lado de Kenma en el pasillo fuera del departamento. La mata de cabello negro había muerto, y Keiji ya no parecía tener un gato peludo en la cabeza, ahora se veía casi igual que en sus fotos del instagram de hace un año, por donde Oikawa lo había conocido de cara. El casi era porque se había dejado el flequillo, el cual antes no tenía. Ahora se veía demasiado genial, y la cara linda solo hacía que resaltara más. Oikawa de un momento a otro se sintió un poco rebajado, porque el setter cool y lindo de ese grupo ridículo era él, pero claro, no se iba a quejar en voz alta de eso.

—Muy bien —dijo Kuroo—, vamos arriba.

—¿Qué hay de especial arriba, por cierto? —preguntó Akaashi, mientras caminaban hacia el ascensor.

—Oh, solo es eso —respondió Bokuto, con una sonrisa divertida.

—¿Eso?

—No preguntes —dijo Kenma—, solo espéralo.

Akaashi parecía más confundido ante el hecho de que era Kenma-chan quien decía aquello.

Los cinco subieron en el ascensor hasta el piso 18, que era la azotea del edificio, un piso de departamentos que se supone debían construir pero lo dejaron así, y ahora era como una clase de tejado a donde los residentes del edificio iban a pasar el rato por la noche. Pero eso era los fines de semana, no un lunes a las seis de la tarde, sin embargo los chicos tenían una razón para ir allí a esas horas, en cualquier día de la semana. Una razón que Akaashi no comprendía muy bien.

El tejado era suelo sin baldosas, solo concreto rasposo y sin toques finales. Había unas cuantas paredes del lado sur del piso, separadas y sin forma, aunque una que otra formaba espacios que se suponía debían ser departamentos. Si se asomaban por el enorme hueco rectangular de ese piso, podían ver el jardín interior en el último piso del edificio. Caminaron hasta llegar a la parte de adelante, y los mayores se apoyaron en el pequeño muro del balcón.

—Creo que estamos a la hora —dijo Kuroo, observando su reloj de la muñeca.

—Ah, pero tenemos que acomodarnos para verlo todos juntos al mismo tiempo —comentó Bokuto mirando el muro—. Kenma, ven aquí.

Kozume hizo una expresión disgustada pero se dejó jalar por Bokuto. Akaashi arqueó una ceja cuando lo jalaron también del brazo y lo colocaron detrás de Kenma, y Oikawa se quedó a su lado, mientras los otros dos quedaron últimos.

Kuroo y Bokuto rieron al apretujarlos contra el muro del balcón, Oikawa rió un poco también, Kenma seguía con su expresión disgustada y Akaashi no terminaba de entender la situación.

—Eh…

—Espéralo, espéralo —le dijo Kuroo.

Bokuto se apoyó sobre el hombro de Oikawa y esperaron.

La residencia donde vivían tenía más tamaño de terreno, pero no era un edificio tan alto como los que lo rodeaban. Sin embargo, tenía una ventaja, que los muchachos -menos Akaashi- habían descubierto hace tiempo. El cielo a esas horas se había despejado ligeramente, y había tomado un color rojo y naranja, pero eran colores entremezclados con el gris del clima frío. Desde el punto donde estaban amontonados, se podía ver un ligero espacio entre los edificios al otro lado de la calle gracias a la perspectiva.

Hace tiempo habían descubierto que, si llegaban a la hora justa para el atardecer, podían ver el sol a lo lejos, bajando lentamente justo por ese espacio entre los edificios. Y cuando parecía que el sol estaba a la altura de su propia residencia, la luz salía disparada entre los edificios e iluminaba por unos momentos el tejado de la residencia. No sabían si era una ilusión óptica, que se podía deber al vidrio de los edificios del frente, pero en esos pocos segundos veían una bola de luz casi hipnótica, preciosa.

El primero en descubrir eso fue Bokuto, y tuvo que jalar al resto para que lo vieran también porque era algo que no se podían perder. Oikawa juraría que cada vez que lo veía cambiaba un poco, como si la luz se transformara cada vez. Pero de lo que estaba seguro era que, después de observar las estrellas en una noche de invierno, esa podría llegar a ser una de sus vistas favoritas.

Sin embargo, en ese preciso instante la reacción más intrigante era la de Akaashi. Los mayores se giraron a mirarlo cuando el sol bajó por completo, y Keiji, siempre inexpresivo, se había quedado con los ojos muy abiertos.

—Debí traer mi cámara —dijo después de unos segundos, consternado.

—¡Volveremos mañana entonces! ¡Y cuantas veces quieran! —Exclamó Bokuto con una gran sonrisa en la cara.

—Oye, no grites en mi oído.

—Ah, lo siento.

—Oigan —dijo Kenma con voz amortiguada—, ¿pueden quitarse ya?

Todos se retiraron al ver cómo estaban aplastando a Kenma contra el pequeño muro.

—¿Y? ¿Te sientes mejor? —Le preguntó Bokuto a Oikawa.

—¿Eh, te sentías mal? —Cuestionó Kuroo entonces, arqueando una ceja por la confusión.

Oikawa no sabía qué responder exactamente. Porque se sentía mejor, mucho mejor, ya hasta ni se acordaba de que había soñado hace diez minutos.

—Hmm, está bien, siempre y cuando Kuroo-chan ya no cocine más pescado por el resto de la semana —respondió socarronamente.

—¿Eh?

—Mejor por lo que queda del mes —dijo Kenma—. O de las vacaciones.

—¡Oigan!

Bokuto rió con fuerza.

—Muy bien, eso fue todo, vamos abajo de una vez.

Y juntos caminaron de vuelta al ascensor, pero Oikawa se quedó al final, y miró hacia el cielo, al lado contrario por donde vieron ocultarse el sol. Un punto blanco en el cielo azul, que logró ver antes de que la contaminación lumínica del barrio de Shinjuku lo ocultara. El ver la primera estrella de la noche aparecer y desaparecer en cuestión de segundos le causó, por alguna razón, una sensación reconfortante.

Kuroo lo llamó al fijarse que se había quedado al final, y rápidamente fue con los demás y bajaron juntos hasta el primer piso, donde los amigos y antiguos compañeros de Bokuto y Akaashi los estaban esperando.

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Notas finales:

[1] Nanohana Karashiae: es la comida favorita de Akaashi, que son plantas de canola/colza hervidas con salsa de mostaza.

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N/A: espero que los capis no les parezcan muy de relleno D: es que me veo imposibilitada de escribir más, los capítulos tendrán extensión de entre 2k a 5k palabras y ya, así que ya he visto cuantos caps saldrán y sí, son un montón xD

Gracias a Ushicornio por vetear el cap~ y por chantajearme para que lo terminara antes 

Nos leemos luego! Cuídense!

Layla Redfox fuera!

:3

 


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