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Broken por LaylaRedfox

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Notas del capitulo:

Búhos unidos!!

Disclaimer: Haikyuu!! Es propiedad de Furudate-sensei

[Bokuto x Oikawa]

.

Broken

VII

Maestro de Nadaha enviado un mensaje al grupo Fuck Yeah, Owls hearted*

Maestro de Nada (18:20)

Maldición Bokuto

¿¿Dónde están??

Akaashi (18:21)

Estamos en camino

Tú (18:21)

Cielos hombre, relájate, ¿Desde cuando eres tan puntual?

Saru (18:22)

Akaashi!!

Chico, ¿Por qué no mandaste nada en todo el día?

Akaashi (18:22)

Dije que iba a llegar hoy

Estaba ocupado

Komiyan (18:22)

Sí me dijeron

Más vale que hayas guardado una foto de ese cabello que dijiste, capitán

Tú (18:22)

No me dejó tomarla!!!

Akaashi (18:23)

Mmm

Maestro de nada (18:23)

Ya están bajando

Verdad??

Tú (18:23)

Estábamos en el último piso

Ya vamos

Y por cierto

Yuks no está con nosotros todavía

Así que relájate

Saru (18:23)

LOL

Tatsu (18:25)

Apúrense, Konoha va a matar a estos dos

Tienen que verlo

Akaashi (18:25)

Grábelo

Tú (18:25)

No controlo la velocidad de esta cosa, maldición

.

Y en efecto, cuando las puertas del ascensor se abrieron revelaron a Konoha persiguiendo a Komi y a Sarukui por la recepción, yendo un segundo tras uno, y luego tras otro, todo eso mientras Washio grababa con el celular y el tipo de la recepción leía un periódico. Bokuto fue el único que comenzó a soltar carcajadas estruendosas porque era el único aparte de Akaashi que sabía qué pasaba, por eso los demás (menos Kenma) solo llegaron a poner un gesto divertido y extrañado al mismo tiempo. Aunque era más divertido que extrañado pues ver a Konoha intentando atrapar a alguno de esos dos troles no tenía precio, porque Bokuto sabía que ese par tuvo que decir algo con respecto a la situación emocional de Konoha para provocarlo de esa manera.

Cuando parecía que la persecución se iba a alargar hasta el patio interior del edificio, los muchachos (menos el Maestro de nada) se fijaron en los chicos del piso catorce finalmente. No pasó mucho hasta que Komiyan se le tirara encima, seguido por Saru, aunque el más bajo prácticamente se había colgado del cuello de Akaashi, así que Sarukui solo lo abrazó de un lado. Konoha fue el único que no se dio cuenta que los muchachos habían llegado, así que corrió tras sus molestos amigos solo por instinto, deteniéndose justo a tiempo para no echarlos a todos al suelo. Sin embargo, segundos después se acercó Washio y junto con Bokuto rodearon a los otros cuatro en un abrazo demoledor, logrando levantarlos del suelo. Bokuto escuchó un sonido fotográfico, y por el rabillo del ojo vio a Oikawa y a Kenma tomándoles fotos, para inmortalizar el momento, quizás.

—Esto fue mala idea... —se escuchó la voz amortiguada de Komi en medio de esa masa humana.

Bokuto soltó una carcajada, y él y Washio aflojaron su agarre dejando a los demás en el suelo, permitiéndoles respirar. Komiyan se llevó una mano al corazón, respirando exageradamente fuerte. Después de unos segundos miró a Akaashi de nuevo.

—¡Akaashi, bienvenido hombre!

—Qué bueno verte —dijo Saru dándole una palmada en el hombro.

—Amigo, te ves bien —comentó Konoha señalándole el cabello—, no es nada justo.

Bokuto dijo que como de verdad era bastante feo, por eso le tenía envidia a medio mundo. Saru y Komi le secundaron, y otra persecución por la recepción comenzó, con Konoha corriendo tras el trío de lechuzas locas. Los demás solo podían reír. Washio grababa y Oikawa tomaba fotos de las poses burlonas que Bokuto y los otros dos hacían hacia Akinori, provocando que este se enfurezca más. Ahí fue cuando la persecución se alargó hasta el parque interior del edificio, y los pocos residentes que estaban sentados en las bancas o en las mesas de por allí observaban a los búhos como un espectáculo de lo más divertido.

Siguieron corriendo incluso cuando Yukie bajó a la recepción y encontró a los muchachos en la entrada al parque, que estaba continua a la recepción. La recién llegada abrazó a Akaashi tan fuerte como los demás búhos juntos. Bokuto los vio mientras corría por un lado del parque, así que inmediatamente sus ojos buscaron a Konoha, quien ya también los había visto y se les quedó viendo, y sus ojos furiosos se llenaron de envidia también.

Envidia de Akaashi ¿eh? Konoha sí que estaba mal, pensó Bokuto entonces, tan mal como para sentirse de esa manera con el pobre Akaashi que no tenía intenciones ocultas.

Igual, el Maestro de nada se tropezó con el bordillo de uno de los caminos de piedra del parque y cayó al suelo, enterrando la cara en el césped.

Saru y Komi cantaron victoria, y Bokuto rio también pero él tuvo la decencia de ayudar a Konoha a levantarse del suelo, dándole una palmada en la espalda en señal de apoyo, como diciéndole que se preocupaba por nada. Konoha solo lo miró y ladeó la cabeza, entendiendo eso.

—¿Y los búhos más pequeños? —Preguntó Kuroo una vez Bokuto y los demás se acercaron.

—Acabo de preguntar —dijo Akaashi, con el celular en mano—. Onaga dice que esta con Kaori y nos encontrará en el restaurante, aunque no sé dónde es.

—Decir restaurante es una linda forma de decirlo —rió Bokuto—, ya lo verás. Vamos de una vez.

—Sí, pero antes —Yukie detuvo el paso de todos y comenzó a buscar algo en su cartera. Sacó un par de billetes después de eso y se los pasó a Konoha—. Ten, esto es del otro día.

Akinori recibió los billetes, pero los miró confundido.

—Fue por eso que preguntaste por mí, ¿no? —Dijo Yukie, señalando el celular de Akaashi—. En el grupo. Te debía dinero por el otro día que salimos a comer y pagaste tú.

La cara de Oikawa, Kuroo y Washio perdió su color. Kenma y Akaashi entrecerraron los ojos sin entender. Los labios de Bokuto temblaron y, de nuevo, inmediatamente miró a Konoha. Este último tenía los ojos bien abiertos y la boca presionada en una fina línea. Yukie parecía ser la única que no se daba cuenta de nada, y eso ya era decir mucho porque hasta Bokuto se había dado cuenta de la situación. Bueno, él lo entendía porque Konoha le dijo que el otro día salió a comer con Yukie por ahí, y le pagó la cena. Y para Konoha, en algún lugar recóndito de su mente, eso contaba como cita, así que para Bokuto también lo hacía. Y Konoha se lo había contado solo a él para regodearse de su gran hazaña, porque ambos sabían (aunque Konoha dijera lo contrario) que si los demás lo sabían, el par de troles de Komi y Saru le romperían la burbuja (no obstante, Bokuto se lo contó a Washio, Oikawa y Kuroo de todas maneras).

Pero quien rompió la burbuja, que decir rompió, quien destruyó, pulverizó, aniquiló esa maldita burbuja, y cualquier otro sinónimo existente, fue Yukie.

Yukie quien no se daba cuenta de nada. Yukie, quien esbozaba una sonrisa relajada en la cara y miraba a Konoha esperando una respuesta cualquiera.

Bokuto pudo ver también que los rostros de Komi y Saru de repente se fruncieron en un gesto culpable. No tenía idea que le pudieron decir a Konoha en el lapso de tiempo que estuvo dentro del ascensor junto con Kuroo y los demás, pero debió ser algo que tocara un asunto delicado para que pongan esa cara.

—Claro —soltó Konoha al final—, el dinero, claro. Ahora podemos irnos.

Empezó a caminar hacia la puerta de cristal de la salida con un paso ligeramente robótico, y lo que más preocupó a sus amigos fue la sonrisa igual de robótica que apareció en su cara. Todos le siguieron en un silencio momentáneo, y Bokuto se acercó de nuevo para darle otra palmada en la espalda, pero Komi y Saru lo hicieron también. Esa palmada que le decía que se preocupaba por nada. Bokuto estaba más que seguro de que Konoha pensaba eso y que también quería creerlo.

Caminaron en silencio hacia el lugar donde comerían. Casi en silencio, porque Yukie comenzó a preguntarle diversas cosas a Akaashi, aunque más bien era como un interrogatorio. Eran preguntas rápidas y largas, con respuestas cortas y tranquilas, y Bokuto quería creer que Akaashi respondía de esa forma para tener tema de conversación al llegar al restaurante, y como Yukie era bastante despiadada, apresuraron el paso. Sin embargo, el lugar no quedaba lejos. Shinjuku era un barrio lleno de diversos locales de ropa, adornos y comida, pero había un sitio en especial que a los muchachos les gustaba bastante. La noche había caído, y los edificios se habían prendido en luces naranjas y amarillas que iluminaron la calle, y mucha más gente comenzó a llenar la calle comercial del barrio. El grupo caminó unas cuantas calles hasta divisar a Onaga y a Kaori en medio de la multitud (bueno, más al gigante de Onaga), ambos parados frente a la puerta del local de comida.

Bokuto tuvo que separarse de Konoha para dirigirse rápidamente a la puerta, y junto con Kuroo señalaron teatralmente el anuncio pegado a la puerta.

‹‹Concurso especial de todo lo que puedas comer››.

Esperaron entonces alguna expresión particular de Akaashi, y lo único que consiguieron fue un brillo tenue en sus ojos.

—Cada lunes hacen esto, para que no sea tan malo el día —informó Bokuto, para crearle interés al asunto—. Claro que tienes que inscribirte con unos de anticipación.

—Cosa que ya hicimos —agregó Kuroo, sonriendo ladinamente.

—No sé porqué no me sorprende —dijo Akaashi negando con la cabeza, sonriendo levemente.

Saludó a Onaga y a Kaori y después de eso entraron todos en el local. Era como cualquier restaurante de comida japonesa, con unos cuantos toques del estilo occidental, como los televisores anclados a varias columnas del recinto, sillas metálicas con acolchonados rojos, mesas negras y no había puertas de tatami en ningún sitio, pero la decoración japonesa como cuadros y pergaminos antiguos colgados por las paredes abundaban. En cada mesa había un bonsái diferente, y la iluminación era tenue, dada solamente por las lámparas colgadas al techo, que desprendían luz amarilla pero tenían cubierta de color rojo. En medio de todo eso, había un escenario, con una larga mesa en toda su longitud. En ese lugar se llevaba a cabo la competencia de comida. Tuvieron que agrupar varias mesas para que alcanzaran todos, y pidieron comida también pues no todos iban a participar en el concurso. Mientras pasaba el rato, más gente llegaba y llenaba el local.

—¿Y dónde te estabas quedando exactamente? —Fue una de las tantas preguntas de Yukie—. No creo que te hayas quedado en un lugar cualquiera.

Ya le había preguntado a qué ciudad había ido exactamente (San Francisco), si había hecho turismo o solo se había dedicado a estudiar (estudios y ya), si había hecho muchos amigos (algunos, sí) y si fue difícil comunicarse al principio (un poco, sí).

Los muchachos no le reclamaron por las respuestas tan cortas, pero al estar sentados todos ahí, dejaron que Akaashi hablara con normalidad.

—En San Francisco había una residencia para estudiantes, pero me quedé con el hermano de mi padre, su departamento estaba cerca al instituto así que no hubo mucha diferencia —respondió Akaashi—, claro, salvo la comida chatarra de todos los días.

—No te ves muy inflado por eso —comentó Saru, riendo.

—Hacía deporte todas las tardes, al menos un par de horas —se explicó Keiji, encogiéndose de hombros.

—De todas maneras tu metabolismo es malditamente envidiable —dijo Kuroo cruzado de brazos, enfurruñado.

—Déjalo, Akaashi-kun, Kuroo-chan está molesto porque él tiene que hacer ejercicio siempre o terminará quedando como una ciruela —se burló Oikawa, con una sonrisa torcida y los ojos brillando.

—¡Ah, las vacaciones pasadas! —Exclamó Bokuto, recordando—. ¡Era tan hilarante verlo en el sofá todo el maldito día comiendo comida chatarra!

—¿Cómo es hilarante ver a alguien de esa forma? —Preguntó Akaashi.

—Akaashi, no —pidió Kuroo.

—Nosotros tampoco lo entendíamos —dijo Washio.

—Pero cuando lo vimos, ¡Ja! —Rió Komiyan.

—¡Cállense!

—Era tan divertido verlo intentar alcanzar el control remoto.

—¡Kenma!

—No olvidemos cuando le dejó de quedar la ropa.

—Ya basta, maldita sea.

—Lo sentimos, Garfield-chan, pero eras hilarante.

Todos rieron ante ese ridículamente gracioso mote que le puso Oikawa a Kuroo cuando subió siete kilos en un mes. Hasta Akaashi rió un poco junto con Kenma. Y eso ya era decir mucho. Kuroo se pegó contra su asiento haciendo una especie de curioso puchero.

—Al final Iwa-chan y Sawamura lo pusieron en forma —contó Oikawa, entonces pareció darse cuenta de algo—. Ah —levantó la mano y se giró hacia uno de los empleados que pasaban—, un Agedashi Tofu para llevar, por favor.

Seguramente recordó que su amigo iba a estar furioso para cuando volvieran debido a los garabatos en la cara, a lo mejor su comida favorita podría apaciguarlo un poco.

—¿Y por qué pasó eso, Kuroo-san?

—Era su forma de mostrar que estaba deprimido porque no lo escogieron como titular para el equipo de vóley —habló Konoha por primera vez desde que salieron del edificio—. Palabras de Yakkun, no mías.

—No estaba deprimido.

—Claro que no, Kuroo, claro que no —dijo Bokuto con ironía dándole una palmada en el hombro.

Kuroo retiró su mano con un manotazo brusco. Un mesero llegó después de eso con bebidas para todos.

—Pero, como su nombre estaba en la lista para cuando entraron en el nuevo semestre tenía que bajar de peso sí o sí para que no lo sacaran del equipo —siguió explicando Konoha—. Cuando pasaba frente al gimnasio de la uni solo los veía a Iwaizumi, a Yakkun y a Sawamura entrenando a este maldito como loco. Era todo un entrenamiento espartano.

Todos rieron ante eso de nuevo, y Kuroo miró a cada uno con los ojos entrecerrados.

—No nos vamos a morir porque nos mires feo, Kuroo-chan —se rió Oikawa.

—Quién sabe, quizás nos está maldiciendo —se aventuró a decir Komiyan.

—Sí, les estoy echando una maldición a todos y cuando salgan a la calle a cualquiera lo atropellara un auto —sentenció Kuroo, haciendo una mueca extraña, agrandando su ojo como si se tratara de un auténtico psicópata.

—¡¿Incluso a Kenma?!

—Incluso a Kenma.

—¡No metas al pobre Kozume-kun en esto! —Exclamó Yukie, abrazando al menor.

La expresión que puso Kenma fue completamente inesperada, consiguiendo que todos volvieran a reír. Salvo Konoha, quien puso gesto enfurruñado nuevamente. En serio que ese tipo estaba mal.

—Por cierto, Akaashi-kun —llamó Oikawa—, tú irás a Waseda ¿verdad?

—Hum —Keiji asintió.

—¿Te unirás al equipo de vóley?

—Es la idea.

—¡Oh! Entonces si quieres ser titular estarás peleando con Semi y ese senpai tenebroso de Kuroo y los demás —comentó Bokuto.

—Te recomendaría alejarte de Hida-san —le dijo Kuroo a Akaashi—, ese tipo es aterrador, y molesto, sobretodo molesto.

—Que lo diga Kuroo-san ya es mucho decir.

—Es aterrador pero no más molesto que Kuroo —dijo Konoha encogiéndose de hombros.

—Tienes suerte de que vas a tener a Sawamura o a Iwaizumi controlando a este tipo —dijo Komiyan señalando a Kuroo—, no tienes que preocuparte por idioteces suyas.

—Deben de dejar de hablar tanto con Yaku, me denigran bastante.

—Igual Akaashi-kun solo tendrá que lidiar con Kuroo y uno que otro superior estricto —dijo Oikawa haciendo moviendo la mano, como si estuviera desechando el tema—. Su equipo es un campo de rosas comparado con el mío.

Bokuto rió ante eso.

—Los senpais son buenas personas, pero le dieron el trabajo a Oikawa de cuidar y corregir a todos los menores —le explicó a Akaashi—, y cuando lo ves intentando controlarlos es otra cosa…

—Si dices hilarante te golpearé —dijo Kuroo señalándolo.

—Muy bien, no lo diré, pero así es la cosa.

—Aunque el sujeto más difícil con el que lidiar eres tú, Boku-chan —comentó Oikawa, burlón—. Por eso es bueno que Yuki-senpai te tenga a raya todo el tiempo.

—¡Hey!

—Aunque eso fue en el segundo semestre, al inicio yo tenía que cargar con tus abatimientos y caprichos —contó Oikawa, para mirar a Akaashi después—. En ese entonces no sabía de tu existencia, Akaashi-kun, sino te hubiera consultado un montón de cosas.

—Estábamos nosotros —Saru levantó la mano.

—Lo siento, ¡pero sus consejos eran inútiles! —Le recriminó Oikawa.

—Lo sabemos —dijo el par de troles a la vez.

Oikawa entrecerró los ojos.

—Akaashi-kun, no sé cómo podías soportar todo esto —le dijo señalando al antiguo equipo de Fukurodani completo—. Salvo Washio y Onaga-kun, ustedes parecen calmados.

Oikawa seguro solo temía que Washio quizás lo golpeara, pero Washio no era un tipo violento.

—Siempre admiré la capacidad de Akaashi para tratar con Bokuto —dijo Yukie apoyando el mentón en su mano.

—No era la gran cosa, solo se necesitaba paciencia —Akaashi se encogió de hombros.

—Estás siendo modesto —comentó Washio.

—Lo dicen como si hubiera sido una gran molestia —se quejó Bokuto.

—Lo eras.

—Y lo sigues siendo.

—¡Hey!

—Aunque Boku-chan solo fue el comienzo, el año pasado cuando llegaron los… —se quedó callado un segundo, como recordado, después suspiró con pesadez—. Ni siquiera Kyoken-chan, con quien ya había tratado, me hacía caso. Y luego Terushima, y Futakuchi que se volvió más malvado. ¡Si no hubiera sido por Aone-chan me hubiera quedado calvo!

—Y si luego hacemos memoria de quienes entraran este año… —soltó Kuroo, al aire con su vaso de agua contra los labios.

Y antes de que Oikawa pudiera decir nada, la puerta del local se abrió estruendosamente.

—¡BUENAAAS!

—¡Buenaas!

Y hablando casi del rey de Roma, por la puerta entró Nishinoya deslumbrando emoción, seguido por los pequeños cuervos. Hinata gritó con él, Yamaguchi y Yacchan reían, Kageyama estaba mirándolos y ya, y a un lado estaba Tsukki, con cara de querer morirse.

Bokuto miró a Oikawa, como varios de sus amigos. Tooru se había quedado con las manos en alto a punto de decirle algo a Kuroo, dejó caer los brazos junto con la cabeza, suspirando en un tono derrotado. Bokuto empezó a hacer una lista mental de las cosas que le hicieron mal a Oikawa esa semana. Primero, el intento de Nanohana Karashiae de Kuroo, que le causaba pesadillas, al parecer. Y luego, obviamente, el encontrarse con los cuervos en donde menos se lo esperaba, aunque ya debería hacerse una idea de que se los cruzaría mucho más a menudo. Es decir, vivían en el mismo edificio y… a Bokuto se le ocurrió algo en ese instante.

Por el momento, se concentró en la cara que puso Oikawa cuando los cuervos recién llegados se acercaron a la mesa. Varios querían largarse a reír.

—¡Es Akaashi-san! —Exclamó Hinata, sorprendido pero sonriendo.

—¡Oh, todos están aquí! —Dijo Noya—. Los malos senpais también.

—¿Puedes olvidar eso, por favor? —Lloriqueó Bokuto, haciendo a Kuroo reír por lo bajo.

Akaashi saludó a los pequeños cuervos, y en eso Nishinoya sugirió unir otra mesa para que alcanzaran todos. Nadie se negó, ni siquiera por el pensamiento que formarían un grupo enorme que resaltaría más de lo normal. Solo Oikawa pareció quejarse, pero en silencio. Se apegó más a Bokuto cuando los cuervos se iban a sentar, y podía sentir su cuerpo tenso. Aunque se calmó un poco cuando Yacchan se sentó a su lado, porque no era una molestia para él, no como sus demás amigos. Sin embargo, la que empezó a ponerse medio nerviosa fue la pequeña Yacchan, al parecer por estar respirando el mismo aire que el insólito Oikawa. Pero Yamaguchi estaba a su lado también. Bokuto lo vio tomando su mano bajo la mesa, su mano pecosa entrelazándose con la menuda y blanca mano de Yachi.

“Lindos” pensó Bokuto. “Mucho más lindo” pensó también al ver el plato de carne con curry que pusieron frente a él.

Se escuchó un gong, que avisaba que el concurso iba a comenzar.

—Bien, vamos Akaashi —dijo Yukie poniéndose de pie.

—¿Yukie-san va a competir? —Cuestionó el menor, claramente sorprendido.

—Claro —respondió Yukie, mostrándole los dos dedos de la mano en alto.

—Los va a derrotar a todos… —comentó Konoha por lo bajo.

—¡No, porque yo estoy aquí! —Avisó Nishinoya—. Muchachos, miren a su senpai ganar esto.

Los pequeños cuervos respondieron afirmativamente, casi con las mismas expresiones con las que habían entrado al local.

—¿No vas a competir? —Preguntó Oikawa a Bokuto—. ¿Y ese milagro?

—¿A qué te refieres con milagro? Y no es que no quisiera, sino que cuando vinimos a inscribir a Akaashi olvidé inscribirme yo—explicó Bokuto un tanto avergonzado, señalándose a sí mismo y a Kuroo—. Para cuando me di cuenta ya era tarde y las inscripciones habían cerrado.

—Ah, pasó que solo eres un tonto —dijo Oikawa picándole el brazo con los palillos.

—Ciertamente —acotó Kuroo.

—¡Déjenme!

Se escuchó otro gong y desde la cocina comenzaron a salir meseros arrastrando carritos con platos de katsudon. Mucho, mucho katsudon.

Los muchachos estaban lo suficientemente cerca del escenario para ver a sus amigos sentados en la larga mesa recibiendo la comida, y también había más gente que se acercaba para ver más de cerca. Con un tercer gong comenzó la competencia. Varios de los concursantes se quedaron medio atónitos al ver a Yukie, se notaba que era la primera vez que iban a ese lugar a competir.

Desde la mesa, las lechuzas comían y animaban a Yukie y a Akaashi al mismo tiempo, y de los cuervos, Hinata era el que más gritaba. Las chicas eran las únicas civilizadas, aparte de Kenma, aunque las dos primeras hablaban siquiera, Kenma se limitaba a tragar, aunque miraba a Akaashi cada tanto. No solo ellos gritaban, el restaurante entero se llenó de barullos y aclamaciones. Y encima llegaba más gente conforme pasaba la hora. Llegó un momento en que las chicas se retiraron al baño, dejando a los muchachos junto al tumulto de gente que se había formado frente al escenario. Con esfuerzo podían ver a alguno de sus amigos, aunque a Yukie ya ni se la veía por la torre de tazones que había frente a ella.

—Entonces, Onaga —dijo Konoha, renovado después de comer, con el codo sobre la mesa y apoyando su cara en la mano—, ¿qué pasa con Kaori-chan?

Onaga escupió su jugo a un lado.

—¿Eh, qué? ¿Pasar algo? No pasa nada, ¿Por qué debería pasar nada?

—Hombre, acabas de escupir medio vaso de jugo.

—Es algo exagerado para solo “nada”

El pobre Onaga se encogió ante la mirada del par de troles.

—No es malo avergonzarse, Onaga —dijo Hinata—. Mira a Yamaguchi. Hace un año reaccionaba peor que tú y ahora esta con nuestra linda Yacchan.

—¿Se supone que eso debe hacerlo sentir mejor? —Preguntó Tsukishima.

—¿Y cómo me debo sentir yo ante eso? —Dijo Yamaguchi entrecerrando los ojos.

—¡N-No! ¡Con Kaori no pasa nada! —Insistió Onaga—. Solo somos amigos y ya.

—¿Acaso todos los capitanes del Fukurodani después de Bokuto son tan modestos? —Comentó Kuroo, arqueando una ceja.

—¿Por qué no me cuentas? ¿Me estás diciendo egocéntrico?

—Ya deberías saberlo.

—Boku-chan es tan modesto como lo soy yo —dijo Oikawa masticando lo último que quedaba de su plato de comida.

—¡¿Eh?!

—Wow, que admitas que eres un egocéntrico de mierda ya es decir mucho —dijo Kuroo.

—Gracias.

—No era un cumplido.

Onaga tenía cara de alguien que tenía esperanza de que se cambiara de tema, pero el par de troles era mucho más insistente. Lo fastidiaron hasta que las chicas regresaron, y así detuvieron e hicieron como si nada. Ese dúo era malvado, pero nunca tanto.

Pasó otra media hora hasta que se definió el ganador del concurso, y solo los pequeños cuervos parecían realmente sorprendidos al ver como Yukie seguía comiendo más platos. Akaashi estaba por un lado apoyado en el respalda de la silla mirando el techo, con aspecto cansado. Nishinoya intentaba meterse un pedazo de carne en la boca, pero ya no podía más. La ganadora ya estaba decidida. El premio era tres bandejas soperas llenas onigiris de distintos tamaños y colores. Yukie decidió compartirlos con todos sus amigos, y ellos le agradecieron por eso.

—Shirofuku-san —dijo Nishinoya rendido contra un lado de la mesa cuando volvió con los demás—, eres genial, pero no me creo que sea normal.

—Me sigue sorprendiendo —decía Akaashi en tono cansado al lado de Kenma, quien comía en silencio.

—A lo mejor cuando te gradúes y seas abogado puedes demandar a Yukie porque no es normal que coma tanto —dijo Bokuto con un onigiri o en la boca—. O no, me ayudaras a mí a demandarla.

—¡No puedes demandar a alguien por su metabolismo! —Exclamó la chica, lanzándole lo que le quedaba de su onigiri.

—¡Deja de lanzarme comida! ¿Y cómo es que sigues comiendo después de tanto?

Akaashi se enderezó en la silla.

—Hablando de eso —dijo llamando la atención de todos—, hace un tiempo decidí que ya no estudiaría Derecho.

Bokuto escupió, y lo miró sorprendido al igual que los demás.

—¡¿Qué?!

—¿Qué estudiaras entonces? —Preguntó Kenma.

Akaashi ladeó la cabeza.

Contó que su tío era fotógrafo, y que el departamento donde se estaban quedando, aparte de estar lleno de comida todo el santo día, muchas de las paredes del lugar estaban decoradas con cientos de fotografías de distintos lugares de América. Su tío era un profesional, y cuando Keiji cumplió 18 le compró una cámara, y cada fin de semana lo llevaba a cualquier sitio de San Francisco a que sacara fotografías de todo lo que Akaashi pensara que fuera genial. Al principio lo tomó como un pasatiempo cualquiera, pero al recibir constantes consejos de su tío se tomó el asunto un poco más en serio, hasta sacar fotografías que de verdad le empezaban a gustar. Y cuando fue a España la cosa no cambiaba. En un año había llenado 3 tarjetas de memoria distintas, todas con muchas imágenes diferentes. Y tres meses antes de volver a Japón, se había dado cuenta de que de verdad le gustaba lo que hacía.

—Me cambié a ilustración y fotografía en Waseda —Akaashi se encogió de hombros—. Le mostré a mi padre las fotos y me ayudó con los trámites así que…

—Quiero verlas —le cortó Yukie.

—¿Eh?

—Las fotos —aclaró—, ¡quiero verlas!

—¡Yo también! ¡Yo también! —Dijo Bokuto.

Después de pagar la cuenta y llevarse unos cuantos más premios por ganar la competencia de comida, todos llegaron al departamento de Bokuto y los demás, ocupando la sala por completo mientras Akaashi buscaba su laptop donde tenía guardadas las fotografías.

—Oigan, ¿por qué hay tanta gente aquí?

Y entonces Bokuto se preguntó de qué forma Iwaizumi mataría a Kuroo, porque nada más entró por el agujero de la pared y todos le miraron la cara estallaron en carcajadas. Incluso Kageyama parecía al borde de la risa, pero se aguantó, por una cuestión de respeto. Iwaizumi los miró a todos sin entender.

—¿Qué ra…? —Y de repente su cerebro pareció hacer sinapsis, porque corrió dentro de su departamento nuevamente—. ¡Maldita sea! —Gritó—. ¡KUROO!

¿Cómo sabes que fui yo? —Preguntó Kuroo, riéndose todavía.

La sonrisa se le borró de la cara cuando Iwaizumi salió por el hueco de la pared con el dichoso bate en mano, más rápido de lo que Bokuto u Oikawa pensaban.

—¡No con ese jodido bate! —exclamó Kuroo antes de salir corriendo fuera del departamento.

Iwaizumi lo siguió, descalzo y todo.

Oikawa se rascó la barbilla.

—¿Esto contará como déjà-vu?

—Quien sabe… —respondió Bokuto, igual de pensativo.

Después de eso Akaashi salió del pasillo de las habitaciones, con su laptop en las manos y preguntando por qué gritaban tanto hace nada. Konoha respondió que Iwa-chan-san fue a hacerle un favor a la ciudad matando a un gato roñoso y feo. Todos corroboraron eso, y Akaashi lo aceptó. Se sentó en la mesa y rápidamente todo el mundo se puso a su alrededor para mirar. Ya estaban abiertas en el visualizador de la computadora, así que Akaashi solo tenía que presionar la tecla enter para que se fueran pasando. Eran distintas fotos de lugares que ellos no conocían, reconocieron apenas ese puente de San Francisco, y además había fotos de parques, playas, barcos, edificios, tiendas y muchísimas cosas más. Nadie sabía de fotografía en esa sala, pero de todos modos les parecían tomadas por alguien completamente profesional.

—El profesional es mi tío, estas fueron tomadas por tomar —dijo Akaashi.

—Pues si son simples fotos me muero por ver las que tomarás cuando estudies la carrera en sí —comentó Saru.

—Son muy buenas, Akaashi-kun —dijo Oikawa.

—Cierto, no me sorprende que tu papá no se negara a cambiarte de carrera —señaló Yukie.

Akaashi se removió en su asiento.

—Sí, papá no tuvo problemas…

Kenma lo miró entonces.

—¿Y tu madre?

Akaashi no dijo nada, solo dejó de pasar las imágenes, deteniéndose en la foto de una cafetería con aspecto de ser bastante antigua.

—¿Por eso dices que estabas en malos términos con ella? —Volvió a preguntar Kenma.

—Algo así…

Nadie dijo nada, solo Hinata y sus amigos eran los únicos que no parecían comprender. Bokuto con gusto les hubiera contado que la familia de Akaashi estaba conformada por abogados y médicos en su mayoría. También les hubiera contado que Keiji por eso era asquerosamente rico (cosa que Oikawa tampoco sabía por el momento), y que seguramente su madre, la gran neuróloga reconocida en Kyoto, debió mostrarse bastante reacia a la decisión de su hijo. Al menos su viejo lo apoyaba, era lo importante.

Bokuto no se había dado cuenta de que dijo eso último en voz alta, no hasta que se fijó en que todos lo miraban.

—Yo estoy bien —dijo Keiji, encogiéndose de hombros—. Solo espero que lo entienda.

—Seguro que lo hará, Akaashi —dijo Yukie, poniendo una mano en su hombro.

—Sus fotos son bastante buenas, Akaashi-san —mencionó Tsukishima—. Seguro su madre no las ha visto con cuidado.

—Tómelo en cuenta, este poste no da alientos porque sí —dijo Kageyama ladeando la cabeza hacia Kei.

Tsukishima le dio un golpe en el brazo.

—Además —se apresuró a decir Konoha—, es la Waseda, es mucho mejor que Keio, si me preguntas.

—Hey —se quejaron Bokuto y Oikawa.

—Ahí hay bastante gente decente —Konoha los ignoró, y se señaló a sí mismo—. Como yo y…

¡Ayuda! ¡Este loco quiere matarme!

Todos giraron la cabeza hacia la puerta abierta del departamento.

—¿Ese idiota es capaz de gritar tan fuerte? —Se extrañó Komi.

—Va a molestar a los vecinos, cielos… —dijo Oikawa, caminando hacia la puerta y saliendo del departamento.

Bokuto lo acompañó, y ambos se asomaron por el balcón y vieron el parque interior del edificio, ya iluminado por los faroles de los pisos inferiores y del parque en sí. A lo lejos podían ver a Kuroo corriendo, y a Iwaizumi persiguiéndolo de cerca.

—Qué gusto de la gente para correr el día lunes —comentó Oikawa, apoyándose de espaldas al barandal—. Qué día.

Bokuto rio.

—¿Cansado? ¿Mañana no quieres ir a entrenar?

—No, mañana iremos igual —dijo Oikawa—, no permitiré que un almuerzo defectuoso me derrote ahora. Además —se frotó las cienes con los dedos—, necesito quitarme ese sueño de la cabeza, urgente.

—Entonces no habrá problema —asintió Bokuto—, sobre todo con lo que tengo planeado.

Oikawa lo miró entonces.

—¿Otro plan, Boku-chan? —Preguntó—. ¿Iremos a lanzarle huevos a la universidad de Ushiwaka ahora? ¿Esta vez de día?

—¿La idea es tentadora, verdad?

Ambos rieron ante eso. Bokuto se apoyó en el balcón y miró el cielo negro.

—Hoy ha sido un día largo, ¿eh?

—Ciertamente —aceptó Oikawa—. Así estos dos meses me parecerán eternos.

Bokuto sonrió.

—¿No es mejor así? Más tiempo para intentar renovarte, ¿qué dices?

Oikawa pareció pensárselo un poco.

—Te diré cuando volvamos a la universidad —se encogió de hombros—. Solo habrá sido mejor si te escogen titular de una vez.

—Cuenta con ello.

Tooru sonrió, y Bokuto lo consideró como algo bueno. Se propuso poner en marcha su plan para el día siguiente lo más rápido posible. En el fondo, esperaba que fuera algo bueno. Y posiblemente lo fue.

Siguió observando el jardín junto a Oikawa, viendo como sus amigos ahora eran regañados por la encargada del edificio. No pudieron evitar reír desde donde estaban, sin pensar que quizás los regañarían a ellos también por tener a tanta gente en el departamento a esas horas. Se olvidaron de sus amigos, quienes se habían puesto a ver las fotos de Akaashi con detenimiento. Keiji, por su parte, se había parado cerca a la puerta, y miraba a Oikawa y a Bokuto fijamente, hundido en sus pensamientos, apretando sus propios dedos con un sentimiento que podía asemejarse a la envidia. 

Notas finales:

[*]Owls hearted: Búhos de corazón.

Gracias a Ushicornio por las correcciones~

Ah, ya quería poner a los búhos todos juntos, el grupo de LINE me pareció completamente necesario por sucesos que pasaran mucho más adelante.

Ahora, un avisito para la poca gente que me lee. Voy a darle una pausa a este fic por tiempo indefinido, y no creo que sea menos de dos meses, la próxima actu la verán cuando llegue, no doy fecha porque ni yo sé cuando termine de hacer lo que me he propuesto para el otro fandom (el manga está a dos meses de acabar y tengo que hacer algo) en fin, no me pareció justo hacer una pausa sin avisar, así que, espérenme un poco por favor.

Gracias a Dalina y Mariye por comentar el cap anterior :3 y gracias a cualquier que este leyendo.

Bueno, eso es todo, cuídense!

Layla Redfox fuera!

:3


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