You won’t know where you stand
Su mirada demostraba desagrado en su estado más puro, pero realmente no podía concebir que esos eran realmente sus amigos y hermano mayor. Es decir, llevaba años conociéndolos y, por supuesto, viendo cada acto que realizaban con sus parejas, marcado por los parámetros de decencia, bueno no, eran un poco desvergonzados. El punto era que Jongdae no podía hacerse a la idea de verlos haciéndose arrumacos. Era demasiado asqueroso, sí se lo preguntasen.
—Chicos, de verdad, ¿es necesario tanta demostración afectiva? —cuestionó, mirándolos con mal humor —. Quiero decir, sé lo repugnantes que ustedes son, pero, ¿tiene que ser en público?
—Estas de mal humor —aseguró Junmyeon —. Mira hermanito, sé que te hace falta tu novio, pero no tarda para que salga de clases.
—¿Acaso tú eres estúpido? —rodó los ojos —. Seguro papá y mamá te adoptaron antes de que se percataran que venía en camino, porque tu estupidez es inmensa y eso sólo tú la padeces.
—¿Pero de qué estás hablando? —sonrió Luhan —, sí eres igual que nosotros cuando estas con Jongin.
—¡Mentira! —discutió —. No intentes eso conmigo porque yo no soy así, absolutamente no.
Todos se rieron, tomándolo a loco y eso le enfureció un poquito más. Sí, es verdad, en ese San Valentín, cuando conoció a Jongin, algo entre ellos había iniciado. Era algo sin etiquetas en ese momento, porque besarse con alguien que apenas estabas conociendo no te llevaba a nada ni a sentir ni una pisca de sentimientos, pero con el pasar de los días se comenzaban a conocer, al pasar los meses algo comenzaba a crecer y al pasar los años algo entre ellos se había formado.
Llevaban dos años de relación, sin contar los días y los pocos meses que estuvieron como amigos con beneficios, por nombrarlo de alguna forma. Él no sabe cuánto más podrían durar juntos, pero tampoco es que le importase mucho. En realidad, lo único consciente para él era que estaba enamorado de Jongin y eso no iba a cambiar por ahora.
Pero su relación con Jongin no podía compararse a la de sus amigos. No, absolutamente no. O sea, sí tenían sus momentos íntimos como la pareja que eran, y sí, compartían unos que otros besos en frente de sus amigos, pero ellos no se parecían ni un poco a sus amigos, no, no y no.
—Ya puedes quitar tu cara de amargado, Jongdae —tarareó Junmyeon —. Ahí viene Jongin, se feliz y deja en paz a los demás.
Este, en cambio, sólo rodó los ojos y sonrió un segundo después, cuando se encontró con la mirada de Jongin desde lejos. Sí, lo admitía, haber conocido a Jongin había sido lo mejor en ese San Valentín desastroso de hace dos años, porque odiaba San Valentín en general, pero era peor cuando estaban sus amigos y Junmyeon, pero ahora todo era muy diferente.
Y sí, definitivamente, ya no odiaba tanto San Valentín gracias a su novio. Es decir, Jongin y él no soportaban tanta dulzura por mucho tiempo y sus amigos eran la clara definición de lo que realmente odiaba, más que a su hermano Junmyeon.
—Hola —saludó Jongin, besándolo al instante —. Te eche de menos.
Jongdae rio.
—Estás siendo cursi, Jonginnie —tarareó —. Eso es asqueroso.
Escuchar la risa divertida de Jongin era una de las cosas que a Jongdae le gustaba mucho porque era muy fácil hacerlo reír o hablar. Ambos se divertían cuando estaban juntos.
A veces, Jongdae no sabía dónde se encontraba, pero cuando sentía los brazos de Jongin rodearlo con cariño, él sabía que simplemente estaba en el lugar correcto.
—Vamos por un helado, Jongdae —dijo, arrastrándolo —, tu hermano se está comiendo vulgarmente la boca de Yixing y quiero vomitar.
Jongdae no quiso corroborarlo y se dejó arrastrar, sin embargo, se detuvo y rodeó con sus brazos el cuello de su novio.
—¿Qué te parece sí mejor me comes la boca y dejamos el helado para después? —interrogó seductoramente —. Estoy seguro que lo disfrutarás más.
—Es una idea maravillosa —dijo con picardía Jongin antes de atrapar entre sus labios los de Jongdae.
Y quizás ellos no sabían dónde se encontraban, pero cuando se tenían el uno y el otro, sabían que estaban en el lugar correcto.