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Dulce Tentación por Mari-Sponge

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Notas del capitulo:

Lamento la demora -not really(?)-

Disfruten~

Los pasos se acercaban con premura, resonando por todo el lugar. Un suspiro salió de sus labios, podía sentir las ansias de aquel ser inferior, y el miedo de enfrentarle.

– ¿Sucede algo, Georgi?

El aludido apenas había cruzado el umbral, congelándose al escuchar su nombre. Aquellos ojos azules le miraban fijamente, sin un ápice  de sentimientos, ni siquiera esa dulce sonrisa llegaba a ellos. Sus manos comenzaron a retorcerse tras su espalda; no sabía cómo expresarle a su “amo” las muy malas noticias que llevaba.

–S-señor… yo…

–Habla de una vez, Georgi. Me estás fastidiando.

–Son ellos, señor. De alguna forma lograron entrar antes que nosotros.

Los largos dedos del mayor tamborilearon sobre el reposabrazos; Georgi no sabía si aquel ser estaba fúrico, o solo se estaba tomando con demasiada calma la noticia de la invasión enemiga. Su cuerpo se tensó. En cuanto el otro comenzó a mover su pie insistentemente, supo que la ira ebullía debajo de aquella máscara de paciencia y tranquilidad. Y aun así, no se movió de su lugar; el temblor dominaba su cuerpo, y sus ojos no dejaban el suelo. Un gran estallido, y el estruendo de algo desmoronarse, le llenaron de pavor, pero no se permitió a levantar la mirada. Su “señor” estaba realmente enfadado, y sabía que en cualquier momento podría descargar toda esa ira en él. Silencio. Lentamente, abrió los ojos, alzando la cabeza, hasta poder divisar los pies de aquel ser de platinados cabellos. Hasetsu era una ciudad pequeña, casi comparable con un pueblo; y aun así, se había mantenido libre de la influencia de su reino.

– ¿Qué esperas? –el sonido de sus pasos resonó por el parcialmente derruido salón, hasta llegar a su lado. –Quiero que investigues que están haciendo esos malditos entrometidos, o tu cabeza adornará el salón –sus dedos acariciaban su mejilla, mientras esbozaba una dulce sonrisa. Pero Goergi no pudo más que temblar de terror al tener el rostro de su señor tan cerca; y peor, el recibir esa orden y amenaza, con una tranquilidad impresionante. –S-sí, mi señor –aquellos largos dedos recorrieron su rostro hasta abandonarlo completamente. Los pasos seguían resonando, incluso detrás de él, hasta que el silencio volvió a reinar a su alrededor. Solo entonces, el moreno se permitió dejar caer su cuerpo al suelo, dejando salir todo ese estrés y miedo que lo habían inundado. Si sus subordinados le vieran en ese estado, se burlarían de él repitiendo una y otra vez que no era quien decía ser. Una criatura despiadada y firme. Pero nadie podía evitar doblegarse de terror ante Viktor.

 

***

 

Su pie danzaba de arriba abajo, mientras su rostro descansaba en su mano. Sus ojos se paseaban por las líneas del documento que tenía al frente. El fuego hacía crujir a la madera, como si los leños pidieran a gritos que se acabara aquel sufrimiento por el que pasaban. Pero toda su atención estaba puesta en las pocas fotografías que le habían sido entregadas con el reporte. Un joven de negros cabellos y ojos castaños, con una inocente sonrisa que adornaba aquel adorable rostro escondido tras un par de gafas; un adolescente de rubios cabellos y expresión arisca, altaneros y bellos ojos aguamarina resaltaban las finas facciones de su rostro. Descansó su pulgar en aquellos finos labios, analizando las fotografías con detenimiento. Una sonrisa comenzó a colarse en su expresión; dejó los papeles sobre la mesa cercana, tomando en su lugar, la copa de vino. Aquel par había despertado su interés, no sabía por qué, aquel reporte difícilmente podría ser catalogado como tal, pues la información que le presentaba de esos dos chicos, era casi nula.

Comenzó a pasearse por la habitación, robando pequeños tragos a su bebida. En cualquier otra circunstancia, hubiera mandado a alguno de sus subordinados a hacer el trabajo; pero no esta vez. Eran años que se sentía así de emocionado e intrigado, no terminaba de entender cómo es que esos dos chiquillos le mantenían así. Cualquiera podría decirle que era mero capricho de su parte, y tal vez tendrían razón. Quería encargarse de sus “enemigos” por su propia mano, y haría pagar a quien se atreviera a contradecirle. Pasó el resto de la velada pensando en su siguiente movida: probablemente se pasearía entre los humanos de aquella ciudad, observando en silencio a ese par de adorables criaturas que robaron su atención. No le sería difícil, a fin de cuentas, esas criaturas inferiores que se hacían llamar personas, no podrían verlo. Lo divertido vendría después.

Tal vez le costaría un poco, pasaron siglos desde la última vez que se hizo pasar por una de aquellas asquerosas criaturas. Eso, sin mencionar el cambio de los tiempos. Jean asomó su cabeza por aquella puerta de caoba, mostrando una engreída sonrisa. – ¿Sucede algo, señor? –bastó un movimiento de su dedo, para que el joven entrara, regalándole una reverencia una vez estuvo frente a él. –Necesito que me investigues todo lo posible de la Tierra –aquellos ojos azules se abrieron de par en par ante la orden; por acto reflejo, enderezó el cuerpo. –Pero… señor –bastó una mirada para hacerlo callar; a pesar de la calidez de la habitación, no pudo evitar estremecerse a causa de los escalofríos que recorrieron su cuerpo. –En seguida, señor –una nueva reverencia, y caminó hasta la salida, volviendo a dejar a solas a aquel ser.

Bien podría hacerlo él mismo, pero no tenía tiempo que perder. Si quería derrotar a esos insufribles seres, debía actuar con premura, sin olvidarse de la cautela, no sería divertido si descubrieran sus planes tan pronto. A pesar de todos esos milenios de existencia, sus victorias en aquellas “guerra” podían considerarse lamentables, a comparación de los miles de enfrentamientos llevados. Siempre se las ingeniaban para frustrar sus ideas, volteando la balanza a su favor, negándole por lo que naturaleza le pertenecía. Todas esas derrotas disfrazadas de victoria, comenzaron a inundar su mente, llenándolo de rabia, poco a poco. Tratando de contenerse, terminó por lanzar la copa a la chimenea, avivando peligrosamente las llamas, pero eso poco le importaba. La sonrisa volvió a su rostro: pronto tendría su venganza, y disfrutaría con ella, aprovechándose de esos dos. Dejaría una marca tan grande en la memoria de todos, que pasarían milenios hablando de ello.

Notas finales:

Jue jue jue... creo que este capítulo me quedó medio bleh xD

Nos leemos~ :D


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