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Mamma por KittieBatch

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Extra II: Mi familia

Japón solía organizar eventos de patinaje artístico cada año, eventos de considerable importancia. Cada invitado era considerado una leyenda en el patinaje, fue por ello que Viktor y Yurio no se asombraron cuando fueron solicitados para participar en ello, al que casi le dio un ataque de ansiedad fue a Yuri, él no se creía capaz de llevar el rol que la Federación japonesa imponía en él, sin embargo terminó aceptando pues sería poco amable rechazar el honor que le concedían al serle nombrado el rostro oficial del evento. Viktor le explicó que en esos momentos era el patinador japonés más reconocido y el mejor posicionado, era solo una forma de agradecerle el esfuerzo y que hiciera ondear la bandera de su país tan alto.

 

Con suspiro y tras hablar con Yuuko y Nishigori terminó aceptando. Yakov estuvo feliz de que realizaran ese evento pues podrían darse una idea de la calidad de competidores que les esperaban la siguiente temporada, además de Viktor y Yurio también fueron llamados Mila y Georgi.

 

Para cuando llegaron al aeropuerto de Hasetsu esperando pasar una semana con la familia de Yuri antes del evento, la primera en saltar sobre la familia fue Minako, el rubio llegó con esa cara de pocos amigos que lo caracterizaba y peleó con todas sus fuerzas cuando la ex maestra de su mamá lo tomó en brazos para saludarlo. Viktor por su parte parecía igual de encantado con Japón como la primera vez que viajó a ese lugar.

 

-¡Suélteme!- gruñó y ella lo dejó en paz con mala cara

 

-Sigue muy gruñón Yuri ¿qué no le has enseñado buenos modales?- dijo ella en inglés para que el rubio comprendiera su falta y Yuri se disculpó por su hijo, después los escuchó enfrascarse en una conversación rápida en japonés que a veces parecía un regaño de parte de ella. En todo ese tiempo viviendo en Rusia como una bonita familia feliz apenas alcanzaron a informar a la familia de Yuri en Japón de los cambios, sin embargo era hasta ese momento en que el rubio notaba el desacuerdo que podría tener su mamá con su familia por tomarlo como hijo.

 

El auto estacionó frente al onsen de los Katsuki y el corazón del rubio se aceleró, tantos meses sin pensar en ese momento y ahora estaba en el escenario temido, la familia de su mamá podría darle la espalda y despreciar aquella unión, sabía que la primera vez que estuvo allí no fue muy amable con ellos, sin embargo confiaba que tal y como su mamá, ellos también lo aceptaran en la familia. 

 

-Yura ¿vamos a ver a la abuela?- su mamá lo llamó con esa voz suave y todos los nervios que pudiera sentir se esfumaron, se abrazó a Yuri y esperaron a Viktor quien terminaba de bajar las maletas, a ambos les hubiese gustado ayudar pero el albino no dejaba que su delicado Yuri cargara cosas pesadas y le decía a Yurio que no crecería si hacía esfuerzos como esos, así que en contra de la voluntad de ambos omegas el Alpha se hacía cargo de todo.

 

-Mamá ¿ellos se lo tomaron bien?- preguntó Yurio antes de  entrar al onsen.

 

-Tus abuelos están felices de que ahora seas su nieto Yura, ellos te quieren mi pequeño- besó su frente calmando su ansiedad al instante.

 

-Bienvenidos Yuri, Viktor y Yurio- fue lo primero que dijo la mamá de Yuri al verlos cruzar la puerta, la sonrisa de la mujer era tan amplia que los rusos recordaron porqué ese sitio era tan especial, todo ese lugar era como estar rodeado de Yuri, había amor y alegría, aceptación y orgullo.

 

-Mamá- sonrió Yuri yendo a los brazos de su madre que se extendían hacia él, Yurio reconoció ese gesto pues no hace mucho que su mamá lo utilizó con él.

 

Fue en cierta ocasión en que se sentía particularmente frustrado, intentaba realizar un Triple Axel, sin embargo no podía clavarlo, Yakov le gritaba, Lilia le gritaba, Mila lo molestaba y al otro lado de la pista veía a Yuri entrenar junto a Viktor, no quería interrumpirlos, no quería parecer un niño pero estaba por pegarle al primero que le recordara que: "así no se hace un Triple Axel". No pudo más e ignorando la regla de Yakov de que en los entrenamientos no podían cruzar al otro lado de la pista cuando Viktor y Yuri la ocupaban, patinó hasta ellos con rapidez. "¡Mamá!" gritó y su voz hizo que los esposos detuvieran todo cuanto hacían y Yuri estirara sus brazos a él con amor. "Ven aquí Yura" le oyó decir y él se arrojó a sus brazos dejándose acunar con cariño, Viktor se acercó a ellos acariciado la melena rubia de su hijo. Ambos preguntaron que sucedía y tras mimarlo un poco y recordarle quién era y de lo fácil que le era clavar un Triple Axel, volvió a entrenar, ese día no volvió a tener tropiezos. Yakov tuvo que aceptar que a veces el adolescente necesitaba más el abrazo de su mamá que un regaño.

 

-Dime Yuri, ¿es cierto? ¿es mi nieto?- dijo la mujer ofreciendo su regazo para el rubio que se acercó a Hiroko con recelo, bastó que su papá le diera un empujón suave para que se dejara llevar por el amor de esa abuela que no se molestó por lo extraño del acuerdo.

 

-Sí mamá, Yura es nuestro hijo, tu nieto y sobrino de Mari-chan.

 

-Hola- dijo tímido pues hace tanto que no veía a la mujer.

-No seas tímido con tu abuela Yurio, te hemos estado esperando con ansias, tengo un nieto ¿qué más puedo pedir? ¿no crees?- esta vez lanzó la pregunta al padre de Yuri que aparecía con su rostro amable y su presencia suave, a diferencia de su abuelo, el papá de su mamá era mucho más suave, casi parecía que era un alma inocente extraviada y sus arrugas le daban una expresión dulce.

 

-Así que llegaron mi hijo, su esposo y mi nieto- saludó dando un abrazo de bienvenida a Viktor.

 

-Estoy en casa- dijo Yuri en japonés saludando a su papá.

 

-Estamos en casa- corrigió Viktor y Yurio lo secundó sin salir de los brazos de su abuela.

 

-Hey, Yuri, ¿Cuánto se van a quedar?- la voz desganada de Mari sonó desde la puerta de la cocina.

 

-Mari-chan, no cambias.

 

-Así que Yurio es tu hijo ahora, tsk, soy demasiado joven para ser tía de un adolescente, no te perdonaré- habló drmática y Yuri rió.

 

-Está bien, te dejaré pases para el backstage del evento.

 

Ella sonrió y Viktor tuvo que arrancar prácticamente a su hijo de los brazos de su abuela para que saludara a su tía y abuelo, el albino tenía muy buena relación con sus suegros y cuñada, adoraba ir de visita. Makkachin entró ladrando alegre, se había quedado en el jardín persiguiendo una mariposa y ahora llegaba a saludar animado. El perro reconoció la casa al instante y decidió ponerse cómodo en la habitación de Mari tan pronto como dio su recorrido olfateando todo y a todos.

 

-Ve Yuri- dijo su mamá al ver a su hijo tan inquieto, el moreno asintió y fue a saludar a Vicchan, Yurio quiso seguirlo pero Viktor se lo impidió.

 

-Es algo difícil para mamá, no lo molestemos ¿sí Yura?- dijo Viktor y el rubio asintió.

 

La vida sencilla de los Katsuki era una corriente de agua fresca para Yurio, aquella familia japonesa parecía pertenecer a otra dimensión, una muy diferente, más suave. Tomar un baño en esas bañeras gigantes era casi divino. Recordaba la primera vez que estuvo allí y tomó ese baño con su mamá y su papá, recordaba muy bien que Yuri siempre se encargó de que estuviera lo más cómodo posible y su ahora tía Mari, parecía encantada con su presencia. 

 

-Tía- llamó la atención de la mujer que intentaba sacar a Makkachin de su cama empujando al perro con todas sus fuerzas, llevaba cinco minutos en la tarea y siempre que lograba algún avance el perro se volvía a acomodar, al parecer aquel caniche solo deseaba fastidiar un poco la vida de la pobre Mari. 

 

-Dime Yurio- dijo ella jadeando, cansada por el esfuerzo de empujar al can.

 

-Tu eres mayor que mamá ¿cierto?- preguntó el rubio. 

 

-Sí, tres años.

 

-¿Por qué no te has casado?- habló el ruso y el color subió por completo al rostro de su tía. 

 

-¿Mari?- la voz de Yuri se escuchó, buscaba a su hijo y a Makkachin cuando los halló con una Mari muy pero muy roja de pies a cabeza -¿qué pasa?.

 

-Yuri, no puedo- dijo ella negando avergonzada. 

 

-Yura ¿qué paso?- vio a su hijo confundido y el rubio habló aún más confundido. 

 

-Le pregunté por qué no se ha casado- dijo el rubio. 

 

-Oh... Ven, vamos a comer katsundon ¿sí? Makkachin ¿vienes?- el perro se puso de pie automáticamente saltando alegre y Mari lo vio molesta, ¡ese perro...!

 

-¿Pregunté algo malo?- dijo Yurio caminado con su mamá.

 

-No, es solo que es un poco incómodo para ella, aunque no lo parezca Mari es una Alpha y ha estado enamorada de una omega muy popular en Japón, a los Katsuki el gusto por las estrellas perece venirnos en la sangre, así que tu tía juró casarse únicamente con esa omega, la admira mucho. 

 

-Ah... ¿y esa chica sabe que mi tía está enamorada de ella?.

 

-No lo sé Yura, honestamente no lo sé- contestó Yuri y sonrió, definitivamente tanto su hermana como él eran casos muy especiales. 

 

Viktor y Yuri tenían un asunto que tratar con la familia Katsuki, algo que podría poner un dejo de disgusto en el rubio, así que esperaron a disfrutar unos días en el hogar del omega para que su hijo estuviera mucho más tranquilo. Yuri llevaba unos días sintiéndose mal, un malestar que logró llevarlo a la clínica de un médico, la situación no era grave, pero sí que podría trastornar un poco su pequeña familia. Yuri tendría un periodo de fertilidad amplio, un celo prolongado y podrían aprovecharlo para concebir a su primer hijo biológico. Llevaban tratando el tema con todo el sigilo posible, en Rusia hablaban de ello solo si Yurio no se hallaba cerca, debían tomar una decisión, pero primero querían preguntar al rubio su opinión, como parte de su familia también debían medir el impacto que causaría en su joven hijo. 

 

El joven no era tonto, a pesar de su inexperiencia sexual podía sentir como Viktor poco a poco cubría a Yuri con algo más allá de la protección simple del Alpha, había algo más, un dejo de esperanza y un toque de deseo, no era el comportamiento habitual, además notó algo, su mamá solo se bañaba si nadie estaba utilizando las aguas termales, incluso Viktor buscaba mantenerse distante en esos momentos a pesar de que parecía sufrir por no estar con Yuri, algo extraño pasaba con sus padres, algo que no sabía con claridad, pero presumía era de las cosas que ameritan tener una conversación. 

 

-Yurio, ¿quieres probar el pastel de chocolate que hizo tu tía Mari?- la voz de su abuela lo sacó de sus pensamientos, varias cosas nadaban por su mente, no solo la situación extraña de sus padres, también estaba el hecho de que Otabek no contestaba sus mensajes y sumando a ello el hecho de que el mejor amigo de su mamá estuviera llamando a todas horas, robando el tiempo que él, y solo él, merecía pasar con su mamá.

 

-¿La tía Mari cocina?- contestó Yurio yendo hacia su abuela y dejando a su amado gato dormitar sobre la alfombra.

 

-Lo hace muy bien Yurio, es un don en los Katsuki ¿es que Yuri no te ha enseñado mis recetas secretas?- la mujer habló en un tono bajo, misterioso, algo que pareció divertido a Yurio, además, las palabras de ella significaban mucho, le daban a entender que él también era un Katsuki como su mamá, que, sin importar su sangre, ellos lo amarían como si fuese el Katsuki más Katsuki de todos los tiempos. 

 

-Mamá cocina bien, pero yo no puedo acercarme a la estufa sin explotar nada- sonrió un tanto avergonzado y su abuela rió ampliamente.

 

-Ah... eres como tu padre ¿es cosa de los rusos o solo de ustedes dos?- soltó curiosa Hiroko y el rubio la abrazó, ella realmente lo aceptó.

 

Yuri y Viktor brillaban por su ausencia desde un par de horas atrás y nadie le explicaba dónde estaban, su abuela dijo que fueron a la playa, su tía dijo que seguramente estarían tomándole fotos a Makkachin en el castillo, su abuelo dijo que los vio yendo al mercado, Yurio fue a esos tres sitios y no los encontró. Cansado y con antojo de otro trozo de pastel encaminó sus pasos de vuelta a la casa de sus abuelos, fue entonces que vio a sus padres volviendo del Templo, le resultó extraño pues hasta donde sabía su papá no profesaba religión alguna y Yuri mantenía sus creencias shintoistas en la discreción de una plegaria matutina. Ambos vestían yukatas, parecían haber asistido a algo muy importante, entonces supo que aquel extraño comportamiento y esa visita misteriosa al Templo obedecían a un propósito en común, tragó grueso, tenía miedo, no buscaba sacar conclusiones antes de tiempo.

 

Yuri y Viktor se detuvieron por un segundo admirando la luz de las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo que se volvía de un tono oscuro con toques rojizos por la despedida del sol que iluminara el día, Yurio se maravilló de lo hermoso que era ese momento y esta vez no pudo evitar llorar, allí estaban las dos personas más importantes en su vida, esos padres que le ofrecieron sus brazos cuando él entró a sus vidas exigiendo que lo amaran, hasta ese momento no se detuvo a considerar concretamente cuán maravillosos eran esos dos hombres que dejaron de lado sus vidas para amarlo, a pesar de que no existía obligación de ningún tipo, a pesar de que no era un niño que necesitaba ser guiado. 

 

En lugar de seguirlos decidió admirar el atardecer, se quedó de pie con la vista perdida en el mar, de pequeño se preguntaba ¿cómo sería la vida si sus padres vivieran?, fantaseaba con la idea de que serían una familia feliz, lo amarían y él los amaría, le cuidarían y lo más importante, estarían allí siempre que los necesitara. Sonrió, ahora tenía todo eso y más, con los ojos cristalizados por las lágrimas elevó una plegaria por primera vez en diez años: "Papá, mamá, gracias por enviarme a Yuri y Viktor, cuiden de ellos por favor" pidió el chico y casi pudo escuchar un "Sí" proveniente de alguna parte del universo.

 

La noche cayó y la brisa fresca del mar sopló acariciando su rostro, se sentía como las manos amorosas de su mamá, fue entonces que decidió volver a casa, caminó admirando Hasetsu, grabando en su mente lo hermoso de aquel pequeño pueblo, aquel que guardaba los primeros años de su mamá con recelo, sonrió para sí, le hubiese gustado crecer en ese lugar, volver a ser tan solo un niño que corre feliz por el mundo, que se abraza al cálido amor de sus padres. Llegó a casa y tras anunciar su regreso se encontró con su mamá aún vestido con el yukata, sin pensarlo dos veces lo abrazó, se veía hermoso vestido con aquel atuendo tradicional, su madre sin duda era el omega más hermoso del mundo.

 

-Hola Yura- saludó Yuri acunando a su pequeño en sus brazos todo el tiempo que el rubio lo necesitara. -¿Te gusta el yukata?- preguntó sin soltar a su hijo.

 

-Mamá, se ve muy bien en él- dijo el rubio y Yuri soltó una risita suave que podría confundirse con las campanillas que el viento movía.

 

-Mañana iremos al Templo, tu padre y yo queremos que vengas- pidió Yuri y parte de esa sensación de miedo que Yurio sintió al verlos juntos se disipó, al día siguiente irían como una familia al Templo.

 

-Pero no tengo un Yukata- habló serio Yurio, como si eso fuese un problema muy grande, se sentía mal por no tener un yukata, él de pronto sentía la necesidad de tener uno que hiciera juego con el de su mamá. 

 

-Ya lo tienes Yura, papá y yo compramos uno para ti- tranquilizó Yuri y la sonrisa volvió al joven ruso. 

 

Viktor apareció viendo a su esposo e hijo abrazados y sonrió, esa noche hablarían con Yurio sobre la posibilidad de un bebé.

 

Esa noche sus abuelos asistieron a una cena con algunos amigos, Mari y Minako visitaron a los Nishigori y la casa quedó vacía, solo los Nikiforov quedaron en el lugar, la cena la preparó Yuri dando tiempo a su esposo e hijo tomar un baño y ponerse el pijama, él también llevaba ropa mucho más cómoda. Estaba ansioso, quería que Yurio aceptara la idea de tener un hermano, quería tener un bebé, pero lo más importante era que su hijo estuviese de acuerdo con la decisión. Viktor fue quien casi obligó a Yuri para que le hablaran sobre ello a Yurio, no porque deseara ponerlo en una posición difícil, sino porque sabía que tarde o temprano su hijo se daría cuenta de todo y ataría cabos, si algo resaltaba de la personalidad de su pequeño era su inteligencia. 

 

-Yura tiene que saberlo Yuri, por su bien, tenemos que decirle sobre esto- dijo Viktor esa mañana durante la conversación que mantuvieron durante su carrera matutina. 

 

-Quiero ir al Templo y pedir que Yura lo comprenda y sea sabio al apoyar o rechazar la idea- cedió Yuri tras escuchar los argumentos totalmente válidos de su esposo. 

 

-Pediremos porque la decisión que tomemos sea siempre por el bien de Yura- concedió Viktor. Desde que conoció a Yuri quedó fascinado por aquella cultura a la que pertenecía su esposo y la profundidad de sus creencias, sabía que ir al Templo a hacer una petición era algo sagrado, era entregar sus anhelos en manos que se moverían por el poder del bien. Aún recordaba su boda, el ritual durante su unión, la presentación de la pareja ante sus ancestros y la promesa que hizo de cuidar a Yuri y a su familia siempre, amarlo, respetarlo y siempre obrar en su bienestar y el de su futura descendencia. Así fue como la pareja emprendió el viaje rumbo al Templo esa tarde, así fue como decidieron que el momento de hablar con su hijo llegó.

 

-Yura, queremos decirte algo- Viktor fue el primero en hablar, el rubio lo vio aterrado, temía que ellos se dieran cuenta que él solo era una piedra en su camino. 

 

-No, no pongas esa cara- intervino Yuri tomando la mano de su hijo por sobre la mesa. -No es nada malo, es algo muy bueno para los tres, es algo bonito- sonrió Yuri y el rubio bajó considerablemente su estado de alerta. 

 

-Cariño- habló Viktor, Yuri creyó conveniente que si su esposo insistió tanto en decirle a su hijo, debía ser él quien hablara. -Tu mamá y yo queremos preguntarte algo, quiero que sepas que lo que decidas está bien por nosotros, te amamos y siempre serás nuestro hijo.

 

-Papá, mamá ¿es por lo que han estado tan extraños?- Yuri se dio un golpe en la frente mental, su esposo tenía razón, su hijo armó el rompecabezas en tiempo récord. 

 

-Sí- sonrió Viktor -Verás, en Rusia mamá no se sintió bien, entonces fuimos al médico- Viktor hablaba y Yurio lo escuchaba impaciente, ahora temía que su mamá estuviese enfermo -El malestar de mamá es porque su cuerpo se prepara para una época especial donde tiene más posibilidades de un embarazo- sonrió Viktor y Yurio respiró aliviado, tan solo para volver a ponerse alerta.

 

-No Yura- intervino esta vez Yuri adivinando sus pensamientos -Aún no ha sucedido.

 

-¿Van a intentarlo?- preguntó, algunas noches no dormía pensando que un día llegaría un hijo fruto de ellos y ya no lo querrían como lo hacían ahora.

 

-Queremos intentarlo, queremos que tengas un hermanito o hermanita, pero también queremos que estés de acuerdo, si crees que aún no estás listo podemos entenderlo- escuchaba la voz de su papá y veía el gesto que hacía Yuri con la cabeza apoyando las palabras de su esposo, volvió a él la sensación que tuviese horas antes al ver caer la tarde y fusionarse con el mar, Yuri y Viktor serían capaces de aplazar su deseo de un bebé tan solo para que él, un adolescente con el que no tenían obligaciones algunas y que exigía su amor y sus cuidados, se sintiera cómodo y feliz, seguro del amor de ellos y del hogar que conformaban. Yurio por fin entendió cuán amado era y lo incondicional del amor de sus padres. 

 

-Mamá, papá, por favor, quiero un hermanito- dijo el rubio sonriendo feliz, feliz como nunca lo estuvo antes, él quería un hermanito, él quería que la familia creciera, él deseaba que más personas como Viktor y Yuri poblaran la tierra. 

 

Una sonrisa amplia brilló en los rostros de ambos padres, sin pensarlo envolvieron a su hijo en un abrazo protector y cálido, casi podía se podía tocar aquel vinculo que unía al trío, ellos no llevaban la misma sangre pero eran familia, eso era lo importante. 

 

Los días siguientes los ocuparon en hablar mucho sobre el posible bebé, Yurio parecía renovado, hasta el más tonto pudo notar que algo realmente fabuloso le sucedía. Durante el evento brilló con el programa que preparó, además y pudo realizar algo que deseó desde siempre, un programa junto a sus papás. Al evento también fue invitado Otabek y aunque el rubio seguía molesto porque el kazajo nunca respondió sus mensajes no dejó que su presencia arruinara la felicidad que sentía por la llegada de un nuevo miembro a su pequeña familia. 

 

-Yura, ¿podemos hablar?- Otabek parecía un cachorro bajo la lluvia, llevaba todo el día intentando hablar con el joven rubio, de no ser por la intervención de Yuri no le hubiese dado ni un segundo de su valioso tiempo. 

 

-Beka- dijo utilizando ese rostro frío que usaba para cualquiera que no fuese su familia -Por fin te recuerdas de mi ¿a qué debo el honor?

 

-Yura, lo siento, sé que estás molesto- otra vez los ojos de cachorro, Yurio tenía problemas con esos ojos. -Pero todo tiene una explicación razonable.

 

-¿Cuál? ¡Estuviste ignorando mis mensajes todo este tiempo!- señaló el rubio molesto y Yuri tuvo que frenar a su esposo dispuesto a ir a donde su hijo y Otabek discutían, ambos padres controlaban a la pareja a distancia prudente, pero Viktor no permitiría que nadie incomodara a su niño. 

 

-Lo sé, lo sé, pero no te estuve ignorando- Otabek rebuscó en sus bolsillos sacando su teléfono -Yo dejé que caer agua sobre él y no pude salvarlo- habló avergonzado. -No enciende y no pude comprar otro porque mi entrenador dijo que era una señal para que dejase las distracciones, no tengo computadora, tablet, teléfono ni una paloma mensajera, Yura, perdóname por favor. 

 

El rubio repasó con la mirada a Otabek buscando imitar ese gesto severo que Yuri usaba con su papá cuando reñían, aunque generalmente era por tonterías como esas, tal vez y solo tal vez, él al igual que su mamá tenía debilidad por lo torpes que podían ser los Alphas, en este caso Otabek Altin, el kazajo de rostro serio que llevaba un osito Teddy a todos lados. -Idiota- dijo por fin -Una paloma mensajera no podría llegar a Rusia desde Kazajistan, moriría antes de llegar- por fin el rubio dejó la mirada acusadora y se echó a reír divertido, la voz de Otabek se unió a él, de pronto se dieron cuenta de lo ridícula que resultaba la pelea. 

 

-Es un buen chico- dijo Yuri observando con una sonrisa a su hijo y pretendiente reír.

 

-Lo es- añadió Viktor un tanto dudoso -pero si hace llorar a Yura...

 

-Si lo hace llorar, yo lo haré llorar- la voz de Yuri era terriblemente amenazante y Viktor sonrió, sin duda Yurio tenia a la mejor mamá que existiera. 

Notas finales:

¡Hola precriosuras! Yo aquí trayendo el segundo extra de esta historia. 

Ante todo, muchísimas gracias por seguir la historia, por votarla, comentarla y sobre todo esperar este segundo extra, tuve algunos problemas para escribir esta parte, tenía una idea muy diferente de cómo debía ser, pero estoy muy feliz con el resultado, sé que quieren Otayuri, que quieren a Viktor protegiendo a Yurio, que desean ver como sería Yuri como mamá de un bebé propio y a Yurio como hermano mayor, hay muchas cosas que me han pedido pero no puedo poner tantas cosas en un solo extra. No sé si escriba otro, me gustaría pero tengo otros proyectos pendientes, además quiero dedicarme a una idea muy particular para un Fic Vikturi, además tengo un proyecto tentativo que involucraría a las otras parejas del fandom, pero todo a su tiempo. 

No olviden comentar, votar, y compartir la historia, además pueden darle like a mi página de Facebook "Fanfics by KittieBatch" y estar pendientes de nuevo material tanto del fandom de YOI como de otros fandoms. 

Un beso y gracias por apoyar esta historia. 

 


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