Realmente se habían olvidado de él, de su padre lo comprendía, ni siquiera lo habría hecho cuando vivía con él, ¿por qué iba a hacerlo ahora?, pero lo que le dolía era que Robin y Harry (sobre todo Harry) no habían ido por él.
¿Qué había hecho mal?
Bueno, se había perdido en el bosque algunas veces, también era común que no entendiera las formas en que Robin y Harry lo cuidaban, los primeros días había insistido en hacer la comida por si mismo, antes de que los otros se levantaran. Tenía tantos defectos….
Si haber vuelto con su padre, a quién ya conocía y temía, había sido insoportable, esto era aún peor, estaba en terreno desconocido, con alguien que, por lo que sabía, podía estar aún más loco que su padre.
El hombre que lo había “rescatado” de casa de su padre insistía en que Manny le llamara Tony, cosa que este hacía, temeroso de desobedecer a aquella persona, pues el primer día, cuando el pequeño había llegado a la casa, cuando Tony lo lanzo a una bañera e intento bañarlo y Manny dijo que quería bañarse solo, él tipo le dio un golpe muy fuerte, el brazo le seguía doliendo al pequeño, así que por lo general intentaba no hacer enojar a su nuevo anfitrión.
Tony era incluso más tenebroso mientras era amable, no era como Harry o Robin, que siempre ponían atención al niño, aunque le daban su espacio, siempre estaban pendientes de él y todo el rato se esforzaban en hacer que este estuviera bien y contento, no, Tony era diferente, nunca dejaba de ver a Manny, era muy ansioso y lo veía con deseo, el niño no decía nada por temor a ser golpeado de nuevo, tampoco se atrevía a hablar o a moverse mucho, pues muchas de las cosas que hacía sin pensar desataban la furia de Tony.
Se le agotaba el tiempo, no se había despedido de Harry ni de Robin y seguramente nunca más los volvería a ver, nunca iba a conseguir decirles lo mucho que los quería.
Por otra parte, Tony era extraño, a veces Manny no podía evitar querer rendirse ante sus caricias; Tony era insistente y agresivo, esa era la única razón de que Manny no se olvidara del cariño con el que lo habían tratado antes.
El tercer día, sin previo aviso, Tony se desmayó frente a los ojos de Manny, quien solo intento despertarlo, gritándole que no lo dejara; muchas veces había visto esa misma escena antes, con su padre en el lugar de Tony, y siempre le ocurría lo mismo. No le interesaba si habían sido malos con él. No le importaba el dolor. Simplemente, no quería quedarse solo, no quería que les pasara nada malo a aquellos que lo habían hecho sufrir. Cuando se dio por vencido, en lugar de buscar una salida, se quedó junto a Tony, sollozando y pidiéndole en silencio que no se fuera, que no lo dejara solo.
Se prometió a sí mismo no abandonar nunca a Tony.