Manny no terminaba de creérselo, estaba feliz por Tony, realmente estaba muy feliz.
El hombre había pasado doce horas dormido y Manny no lo había dejado ni un minuto desatendido, le había preparado una cama en el suelo, reviso si tenía fiebre y le preparó algo de comer, pues gracias a su pasado con Roy sabía cocinar algunas cosas sencilla y se las había ingeniado para hacer una sopa medianamente comestible con las cosas que Tony tenía en su casa.
Mientras esperaba a que se levantara, el niño se había paseado por la casa y le asombro el parecido que tenía con la de su padre. Ambas casas se encontraban en el mismo barrio deshabitado, por lo que su estructura era básicamente la misma, pero había algo más. Toda la casa estaba olvidada, parecía que no vivía nadie ahí, pero Manny pronto encontró muchas cosas familiares para él:
El piso estaba invadido por botellas de vidrio, igual que el de la casa de su padre, las paredes estaban desnudas, sin ninguna foto ni pintura que las adornara, solo había una cama, donde suponía que dormirían ambos, el cuarto de Tony estaba tapizado con relojes de todo tipo, pero, cuando los miró de cerca, se dio cuenta de que todos, sin excepción, estaban descompuestos.
Para él, todo eso solo significaba una cosa: Tony estaba solo.
Sabía cómo se sentía, muchas veces Roy lo había dejado en la casa por días, sin nada que hacer, eso sí, bien encerrado; no quería recordar esos momentos, esa sensación horrible de desesperanza y odio, tampoco quería que nadie más se tuviera que sentir así, ni siquiera ese hombre que estaba en el piso envuelto en mantas.
Momentos después de que el sueño venciera al niño, su anfitrión despertó y se encontró a Manny acostado sobre él, indefenso y sin nadie que lo pudiera ayudar. Había caído justo a su trampa.
Se acercó un poco a su invitado, cada vez estaba más cerca, Manny empezó a despertarse y no entendió muy bien lo que pasaba hasta que la lengua de Tony ya estaba explorando su boca.
-Oye…ah, espera…no…. ¡Ah!- Manny gimió más fuerte a causa del beso que se intensificaba, pero a pesar de eso…ese beso era diferente…se sentía…bien- ¡Tony!-Por fin consiguió separarse de su atacante, lo detuvo antes de que este se abalanzara sobre él nuevamente-Espera un momento
-¿Por qué tendría que hacerlo? -Tony se estaba acercando de nuevo, envolviendo al pequeño en un abrazo violento- Eres mío, ¿recuerdas?
-¡¡¡Detente!!!- la fuerza del grito los impresiono a ambos- ¿Puedes contenerte unos segundos de ser tan impulsivo?, Te desmayaste, no éstas bien, no has comido en un día y y-yo….-le empezó a temblar un poco la voz, sus ojos se empañaron en segundos- ¡estaba muy preocupado por ti!
Tony se sintió culpable… ¿por qué había tenido que llevárselo a él? ¿Por qué precisamente a un niño tan sensible y tonto? No quiso continuar con aquello, pero tenía que hacerlo. Le limpio dulcemente las lágrimas al niño y lo abrazo suavemente.
-Hey, no llores, ¿sí? Estoy bien, gracias a ti- Se separó un poco de Manny para verlo a los ojos- No voy a volver a irme- el niño se abalanzó sobre él y lo abrazo con fuerza, con esperanza-No voy a dejarte- Cuando le respondió, la voz de Manny sonaba feliz, por alguna extraña razón:
-¿Lo prometes?
-Lo prometo- Tony selló sus palabras con un beso, esta vez fue uno suave y cariñoso.
Manny no intento separarse.