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Un único deseo por Amelia_Badguy

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Cuando llegaron afuera de la pequeña casa, que tenían en la montaña Paoz, ayudo a Vegeta a bajar con cuidado de la nube, después de todo el omega atravesaba la nube, cosa que en verdad no le sorprendía demasiado, después de todo eran demasiado pocas las personas que podían subirse bien en su amiga.

Caminaron juntos al interior de la casa, siendo que ahí el aroma de Vegeta se hizo cada vez más embriagador y no pudo evitar pegar su nariz al cuello del saiyajin, suspirando al sentirlo, poniendo sus manos en las caderas del otro sin ser demasiado consciente de lo que hacía su cuerpo en aquel momento.

Gruñó sin poder evitarlo al sentir al alfa tomarlo de esa forma, siendo que en otra ocasión simplemente lo hubiera apartado, le hubiera gritado y golpeado seguramente, pero ahora no en realidad, siendo que únicamente suspiró al sentir como el otro lo pegaba más a su cuerpo.

Sin pensarlo demasiado le tomó las mejillas a ese idiota alfa y lo besó, sintiendo sus labios contra los de él otro. Estaba demasiado ansioso, tenía calor en todo su cuerpo y tenía la necesidad de ser llenado, de ser tomado y llenado en realidad, lo deseaba con cada fibra de su ser y cada vez era más fuerte. Esas olas de calor que recorrían su cuerpo estaban nublando por completo su mente en realidad, ningún pensamiento era lógico, pero una cosa era clara en realidad, quería a ese idiota, quería a su alfa, quería que lo embistiera, pensó gruñendo sobre los labios del otro.

El alfa correspondía a sus bruscos besos con torpeza, pero lo hacía. Ninguno de los dos supo cuanto tiempo en realidad estuvieron ahí besándose, sintiendo el cuerpo del otro, siendo que Goku podía sentir el cuerpo de Vegeta, que se sentía demasiado caliente, aun por sobre su ropa podía sentirlo de aquella manera que lo hacía temblar realmente.

Se separaron a penas para respirar, los dos estaban jadeando, sus respiraciones se mezclaban entre sí, además ambos tenían las mejillas sonrojadas y los labios levente hinchados debido a la fricción de aquellos besos que cada vez eran más ansiosos por parte de cada uno.

Sin pensarlo demasiado se quitó aquel maldito saco y la camisa que llevaba puesta, dejando ver una camiseta de tirantes, para comenzar a hacer lo mismo con el alfa, necesitaba sentir su piel contra la del otro saiyajin, era demasiado lo que necesitaba en realidad, siendo que no dejaría que el otro llevara todo el control de la situación.

 Goku se sorprendió al sentir como Vegeta comenzaba a desvestirlo, pero su mente le dijo que tenía que ayudarlo a hacer aquello, siendo que con el trabajo de ambos la ropa de los dos quedo rápidamente olvidada en el suelo y ellos terminaron sobre la cama que compartían de hace unas cuantas semanas mientras se seguían besando de aquella manera ansiosa.

Nunca hubiera imaginado que besar a otra persona se pudiera sentir de aquella manera, donde hacía que su corazón latiera cada vez con más fuerza, además del hecho de que estaba deseoso de aquello. Tenía ansias de probar así los labios de Vegeta, un deseo que nadie más había despertado en él en realidad.

Sus manos comenzaron a pasearse por el cuerpo del omega que estaba sobre él, dejando de esta manera que sintiera su piel, aquella que tenía cicatrices decorando aquella tez que estaba morena debido a los entrenamientos bajo el sol.

La verdad era que eso le gusto, sentir las marcas de las batallas que Vegeta había librado le gustaba, por lo que sin pensarlo dejó de besar aquellos labios que estaban hinchados, para comenzar a besar su cuello, aspirando un poco de su aroma, pero siguió besando la piel que iba quedando a su alcance, la de sus hombros y su torso, haciendo que el omega gruñera de placer.

Las manos de Vegeta tampoco estaban quietas, recorría el cuerpo del otro, arañaba dejando pequeñas marcas rojizas, que por los ruidos que hacía aquel alfa le gustaba aquello, por lo que seguía haciendo con sus uñas.

Sentía demasiado calor, se sentía demasiado ansioso, además de poder sentir como estaba empapado. Aquel lubricante natural que hacía su cuerpo escurría entre sus piernas, manchando sus muslos. En otra circunstancia realmente estaría avergonzado y enojado con su cuerpo por aquello, pero en aquel momento nada existía, nada más allá que sentir el cuerpo del otro saiyajin.

Sin pensarlo demasiado llevó su mano hacía el miembro del alfa, sintiendo como se estaba endureciendo, gruñendo por eso, simplemente lo beso profundamente, temblando al sentir como Kakarotto hacía lo mismo que él, había comenzado a arañar su cuerpo, haciendo que se estremeciera por completo.

Necesitaba sentirlo, pensó, necesitaba sentir aquel miembro en su interior, por lo cual guió el miembro del alfa a su interior, estando sobre él lentamente bajo sus caderas, empalándose en aquel miembro, soltando un fuerte gruñido de placer, sintiendo como aquel vacío que había sentido siempre en sus celos finalmente había sido llenado con el miembro del otro saiyajin.

Comenzó a mover sus caderas, de arriba a abajo, gruñendo de placer, sintiendo su cuerpo demasiado caliente, sin ser consciente ya de lo que hacía realmente, apoyó su mano en el hombro de Kakarotto, comenzando a mover su cuerpo lo más rápido que podía.

El ruido en la casa fue aquel, de aquellos dos guerreros, aquellos saiyajin, un alfa y un omega, estando por primera vez juntos, formando su unión en aquel momento, donde se oían los gruñidos y algunos gemidos, el sonido de sus pieles al chocar una contra otra, mientras estaban de aquella manera.

El omega siguió moviendo su cadera con placer, sintiendo como ese placer recorría por completo su cuerpo, era como una corriente eléctrica que recorría hasta sus dedos, haciendo que muchas veces arqueara su espalda sin poder evitarlo.

Ambos llegaron a la cúspide de su placer y sin siquiera notarlo aquel alfa enterró con fuerza sus dientes en el cuello del omega, justo en el lugar que debía, mientras lo abrazaba con fuerza, pegando ambos cuerpos que estaban sobre aquella cama.

Pudo sentir el sabor de la sangre del otro, como su miembro había crecido en el interior de Vegeta, por lo cual estaban prácticamente "pegados" en realidad, algo que no recordaba que le hubiera pasado antes, pero en aquel momento no le importaba para nada, sólo tenía abrazado a Vegeta contra su cuerpo, pudiendo sentir como el príncipe temblaba entre sus brazos.

La unión entre ellos estaba hecha, pero el celo aún no había acabado.

Su celo había durado lo mismo de siempre, pero esta vez lo había pasado con aquel idiota alfa, que por mero instinto en realidad lo había marcado, estaba seguro de aquello, pensó recostado en la cama al lado del alfa que dormía profundamente luego de todo lo que había ocurrido entre ellos.

Su cuello le palpitaba, debido a la marca de unión, además sentía su cadera demasiado pesada. En aquellos días habían terminado de varias formas en aquella cama, donde las sabanas estaban completamente revueltas sobre ellos, además de cubiertas por sus fluidos, aquella semilla de ambos, siendo que él aún sentía la semilla del alfa en su interior, cosa que tenía sus mejillas rojas.

Siempre se había negado a ser el omega de alguien, incluso su celo lo había partido dominando él la situación, pensó, pero muy en el fondo se podía acostumbrar a aquello, le dijo su mente.

Se levantó de la cama, necesitaba un baño en realidad y comer algo, maldita sea, tenía demasiada hambre, siendo que únicamente comenzó a buscar las cosas para ponerse antes de ir a darse un baño y ver si cazaba algo para el desayuno, dejando que el alfa durmiera sin más.

— ¿Vegeta? — Escuchó la voz de Kakarotto cuando se estaba calzando los zapatos para salir, pero únicamente lo miró por sobre el hombre, donde tenía su sangre seca aún y la mordida aun demasiado notoria, después de todo había desgarrado su piel, para poder llegar al punto donde tenía que marcar, su glándula que al tener la saliva del otro hacía aquella unión.

— Sigue durmiendo, Kakarotto, iré a darme un baño y preparar el desayuno — Le dijo como si nada, para pasar su mano por aquellos alborotados cabellos que tenía el alfa, siendo que en realidad le hizo tener una sonrisa el gesto perezoso que tenía.

La verdad es que no lamentaba que su orgullo hubiera sido derrotado por su instinto omega, pues veía su vida al lado de aquel idiota que simplemente asintió demasiado perezoso.

Ellos no serían una pareja normal, un alfa y un omega como en su planeta le dijo su mente, mientras salía de la casa a realizar lo dicho, sintiendo su cuerpo resentido, pero nada que no hubiera sentido ya anteriormente por entrenamientos o combates. Kakarotto y él eran diferentes a lo que siempre había visto cuando niño y a lo que le había contado Nappa, después de todo él era un príncipe no sólo un omega. 


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