27-La voz
Los ojos azules y los melados se encontraron y fijaron los unos a los otros con sorpresa.
Tú…--dijo Wheeler--¿Qué haces tú aquí?—
El momento de sorpresa pasó para Valon quien al recuperarse dijo--¿Acaso tu vas a decirme donde puedo estar? Subí a fumar un poco. ¿Tienes algún problema con ello?—preguntó el castaño pasando a su lado con aparente desinterés.
Después de un momento de luchar consigo mismo, Joey le preguntó al que caminaba a sus espaldas, sin voltear—Tú… ¿Oíste algo?—
A sus espaldas Valon detuvo su andar y pensó por un momento antes de contestar—Nada. ¿Por?—
El alivio llenó el pecho del ojos mieles—Por nada—respondió con alivio mientras iba a cerrar la puerta de las escaleras.
O tal vez si—dijo el otro de pronto bajito mientras se alejaba y los ojos del rubio se pusieron como platos mientras su respiración se detenía.
¿Qué dijiste?—preguntó Joseph alterado.
¿Yo? Nada—dijo el otro sin voltear pero en su cara tenía una sádica sonrisa que borró para volverse y mirarlo--¿Te pasa algo conmigo o que?—dijo con aire pendenciero después para no levantar más sospechas y Joey trató de olvidar lo que oyera.
Mas tarde Joey estaba en el salón con todo el curso, esperando que llegara el profesor y es cuando oyó una serie de silbidos, no le hubieran llamado demasiado la atención a no ser…
Que sonaban como la canción que había estado cantando.
De pronto Valon entró en el aula ante su atenta mirada y la mirada de otro ojiazul que lo miraba seriamente.
¡Oye Valon! ¿De donde sacaste esa canción? No recuerdo haberla oído en el radio últimamente—dijo uno de los colegas del castaño más bajo.
Las miradas ojiazules se enfrentaron, una juguetona, la otra seria a morir.
Si las miradas mataran, se dijo Valon antes de contestar—Es algo que escuché por ahí—era un velado mensaje que tanto rubio como castaño entenderían de distintas maneras aunque Seto sabía muy bien como lo podía interpretar Joey y que el otro castaño estaba jugando con lo evidentemente importante que era para él, el rubio. Poniéndolo nervioso a él ponía en ascuas al millonario ya que no podía defenderlo abiertamente al parecer. ¿Sino porque lo había sacado de la vista del rubio para amenazarlo?
Joseph estaba que no podía más de los nervios y en el último recreo fue a la azotea en busca de paz. Seto sabía muy bien donde hallarle pero antes tenía algo que arreglar. Fue en busca de cierto otro castaño.
Cuando Joey abrió la puerta de la azotea no tuvo forma de ver la figura repatingada a un lado de la caseta de la puerta, mientras se dirigía a la orilla enrejada de esta.
Puso su frente en uno de los barrotes con mirada desesperada.
¿Ahora piensas saltar o que?—preguntó una voz que no quería oír tras suyo.
Volteó con una de las manos aun agarrada de las rejas. La vista de la desolada cara del melado no puso tan feliz a Valon como creía.
¿En verdad no piensas en esas idioteces, no es cierto?—preguntó después el castaño.
¡Qué va! ¿Acaso me veo como un idiota suicida?—preguntó el otro haciéndose el fuerte. Hasta entonces nunca se le había ocurrido al ojiazul que su maldito rival podía tener un momento de flaqueza semejante. Siempre confió en la bruta naturaleza del idiota ese, pero después de un momento se acordó de otro idiota y su sangre hirvió, dejando la empatía muy atrás.
¡Que bueno! Porque se perdería una gran voz—contestó con su sonrisa maquiavélica y sus ojos hechos una rayita.