3-Devórame otra vez
Sonreía mirando la pequeña tarjetita pensando en la humillación sufrida en la tarde.
¡Oye, jefe!—dijo la rubia al pelinegro que se aprontaba para dejar el área de camerinos, pero al escucharlo se volvió mientras la melada se acercaba sonriente—Jefecito. ¿Me podría decir cuando Kaiba sama viene?—preguntó.
Pues eres afortunada—dijo el otro conteniéndose antes de decirle afortunado—Él está dentro del público—
Pues que suerte tengo—dijo la cantante con una sonrisa más grande.
Seto se había sentado en el lugar de siempre y pedido un vaso de leche que parecía en ese lugar un “Ruso blanco”.
Entonces empezó a sonar una música muy animada con guitarreo, la luz enfocó de pronto a la rubia que usaba un vestido largo negro con falda y puntas de manga anchas.
“He llenado mi tiempo vacío de aventuras más
Y mi mente ha parido nostalgias por no verte ya…”
Luego la mano de la cantante se dirigió hacia el castaño sorprendiéndolo por el abrupto gesto y las palabras que siguieron le hicieron escocer cierto lugar
“…Y haciendo el amor te he nombrado sin quererlo yo
Porque en todo el todo salvaje de tu obseso amor
Hasta en sueños he creído tenerte devorándome
Y he mojado mis sábanas blancas, recordándote…”
Sus ojos miraban con intensidad a la figura sentada a unos metros frente al escenario mientras este despacio bebía la fría leche para tratar de mantenerse en calma.
¿Cómo era que había llegado a ese estado? Se preguntaba mientras miraba a la que se contoneaba ante él con una mirada insinuante y le decía semejantes cosas.
“En mi cama nadie como tú”
Una voltereta y otra mirada mientras le apuntaba con la mano.
“No he podido encontrar ese ser
Que dibuje en mi cuerpo en cada rincón
Sin que sobre un pedazo de piel”
Luego hizo la señal de que se acercara mientras continuaba.
“Ay, ven. ¡Devórame otra vez!
¡Devórame otra vez!”
Cuando la rubia salía de su camarin para la siguiente presentación un joven de cabellos chocolate esperaba frente al área de camarines que estaba especialmente prohibida para los clientes, a menos que estos obtuvieran un trato especial.
La de ojos melados sonrió complacida al ver el semblante algo adusto del otro. Los nervios eran notorios en esa cara tan poco expresiva cotidianamente.
¿Buenas noches? ¿Quiere algo?—preguntó “ella” cuando él se cruzó en su camino.
No juegues conmigo. Es peligroso—le advirtió él muy serio.
Pues a mi me gusta jugar. ¿A que estamos jugando tú y yo, galán?—preguntó “la” cantante con voz juguetona tocando con un dedo el pecho del otro mientras sus aros dorados relampagueaban de una manera hechizante a parecer del otro.
Quizás este juego no lo puedas ganar, galán—le retrucó el otro tomando su barbilla con la mano para luego plantarle inesperadamente un profundo beso que dejó sin habla al rubio.
Camino a su casa Seto tenía la mano sosteniendo su barbilla mientras miraba por la ventana de la portezuela y sin querer recordaba el beso mientras en su cabeza resonaba esa hechizante música. Luego recordó la cara de “la cantante” mientras le decía “Devórame otra vez” Despedían fuego y él se sentía quemar. Es por eso que había actuado tan reprensiblemente, se auto-recriminaba mientras inconscientemente frotaba con un dedo sus labios.
Es que esos ojos lo provocaban, se dijo en el momento en que su celular sonó y su mente pudo apartarse de momento de tal asunto.