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Sólo una vez más por Mazeni

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Cuando estaba con él su razón se perdía y su cordura no respondía ante ese deseo que ahora se estaba apoderando de él, desde que el pelinegro lo había besado sus besos cada vez eran más largos y profundos, jamás habían visto unos besos de ese tipo entre los demás ángeles, pero a ninguno le incomodaba en lo absoluto, al contrario deseaban cada vez más, pero siempre se detenían antes de ir más lejos que los besos.

Aquella tarde era igual, desde que ambos dijeron sus sentimientos tan alto cada vez eran más felices,  solamente ellos podían entenderse tan bien, no faltaban palabras para saber lo que el otro quería, solo miradas, con una sola mirada podían decirse los más profundos secretos, los silencios entre los dos no eran incomodos, normalmente entre una pareja un silencio significa buscar un tema de conversación desesperada para no dejar de hablar con esa persona, pero para esos dos ángeles era todo lo contrario, se sentían a gusto pues si sentían su tacto podían estar tranquilos.

Después de verse siempre regresaban a sus respectivos trabajos, uno a cuidar a los humanos mientras que el otro los juzgaría.

Cuando el ángel arconte llegó en su respectiva jerarquía no pudo evitar sorprenderse de lo que estaba sucediendo, había pasado mucho tiempo desde que veía aquello.

-¿Dónde estabas anciano?, esto es un caos. – le reclamó un arconte de cabellera dorada.

-¿Qué está pasando aquí? – aunque lo preguntara se daba una ligera idea.

-Están tratando de juzgar a un ángel – el menor hizo una cara de desagrado.

-Y esperan que nosotros lo hagamos.

Sin decir nada más el arconte rubio solo asintió y con aire cansado el mayor suspiro dirigiéndose al lugar donde estaba ocurriendo todo.

Hace mucho tiempo que no pasaba algo así, pero al parecer había uno que otro ángel que hiciera algo impropio o tratara de ir en contra de su dios, ¿Qué habían hecho esta vez para ser juzgados?, no se pudo imaginar el motivo, pero sin duda habían ofendido a los ángeles y al mismo dios.

En la sala de juicio era algo especial, normalmente las almas de los humanos siempre los juzgaban en una menos grande, pero para juzgar a  los ángeles era una sala enorme, nunca le gusto entrar en ella, pero no tenía opción, tenía que hacer su trabajo.

Al entrar a aquella sala solo pudo observar a sus compañeros sentados alrededor de esta, en ella solo había asientos y luz, nada más, pero por alguna razón se sentía tan incómodamente aterradora. 

-Creo que los mejores de nosotros deben de decir en que has estado mal. ¿No es así?

Un compañero dejo salir ese comentario mordazmente dirigiéndose a los dos arcontes que estaban entrando, pero sin decir nada e ignorando a los demás se dirigieron a sus asientos correspondientes frente al ángel acusado.

Al ver a ese ángel no pudieron evitar su cara de asombro por parte de los dos, era un ángel custodio, de cabello negro y de finas facciones, sus ojos tenían un color azul pero era tan dulce como el ángel que conocían perfectamente los dos.

El ángel mayor sudo frio al imaginarse a su pequeño en esa situación, mientras que el ángel de ojos verdosos no pudo sentir más que angustia.

-¿De qué se te acusa? – comento el arconte rubio en un intento fallido de mostrarse calmado.

Aun no podía creer la similitud que tenía con el ángel que una vez fue su pareja.

-Sólo…

-¿Sólo? – esta vez fue el mayor quien hablo.

-Sólo amé a alguien quien no puede estar conmigo…

-¿A qué te refieres? – comento el arconte rubio.

-Me enamore de un humano. – dijo el acusado.

Era la primera vez que escuchaban eso, todos los presentes se impresionaron de las palabras de este ángel, y al parecer comenzaron con sus miradas de enojo, era como si lo que había hecho estuviera mal.

De hecho, si este ángel se hubiera presentado unos años atrás también le hubieran dado la misma mirada, pero esta vez de alguna forma lo entendían, no solo el mayor, también el ángel a su lado,  pues ellos de alguna forma u otra habían encontrado el amor, solo que uno si fue correspondido.

-Entonces, te enamoraste de un humano, yo no veo el problema, le amas y eso está bien. – contesto el arconte peli plata.

Como era de esperar sus compañeros mostraron asombro ante las palabras de este, pero no dijeron nada, excepto uno…

-El problema es que no solo se enamoró de ese humano, usó sus poderes impropiamente para ir a visitarlo y cambiar de forma.

-¿Qué? – ahora el peli plata era el sorprendido.

Hasta donde sabia tenían prohibido relacionarse de manera tan directa con los humanos, solo fueron creados para proteger y guiar a sus almas a estar bien, era la primera vez que escuchaba algo  tan imprudente, era la primera vez que escuchaba que un ángel custodio hacia ese tipo de cosas.

-Ha cometido un error muy grave, por eso debería ser desterrado. – comento otro arconte a su lado.

 -¿Qué hiciste mientras estabas como humano? – comento el rubio.

-Fui feliz, no hice nada más que besarme con él, solamente hice eso.

-Entonces no veo el porqué de su destierro, no va a ser desterrado, solo… - a mitad de la frase el peli plata se detuvo.

No quería decir lo que estaba pensando, pero ese era su deber, lo sabía perfectamente, pero no podía evitar imaginarse a su pequeño custodio en esa posición, de alguna forma le daba miedo.

-Te arrebataran las alas – terminó la frase el ángel rubio. – no lo volverás a ver, no puedes usar tus habilidades y poderes de esa forma, tampoco fue buena idea estar en contacto directo con ese humano, por eso se le borrara parte de sus recuerdos, porque en primer lugar, eso no debió de ser.

-Lo entiendo.

Eso fue lo que dijo aquel custodio acusado, no lloraba por sus alas, lloraba porque viviría eternamente enamorado de alguien quien ya tenía su alma estimada, y que seguramente iba  cuidar.  Ese tal vez, era el peor castigo que le hayan impuesto, no quería aceptarlo, pero su naturaleza no se lo permitía.

Sin más que decir se llevaron a ese ángel, sabían perfectamente a donde lo llevaban, iban a ir con el dios An, tenían que hacerlo.

Por otro lado el ángel rubio tenia ambas manos convertidas en puños, odiaba hacer eso, pero si no lo hacía perdería su posición y por lo tanto no podría protegerlos a ambos, al imbécil arconte a su lado  y al tierno ángel custodio que tanto amaba.

-¿Podemos hablar? – comento el peli plata.

-No tengo nada que hablar contigo, solamente déjame tranquilo. – contestó tranquilamente el rubio, desde que había dejado a su ángel amado no los había vuelto a ver, a ninguno de los dos, aunque le doliera eso era lo mejor para todos.

-Solo quiero disculparme contigo apropiadamente.

-¿Disculparte? ¿De que estas hablando? – contesto el ángel molesto.

El rubio era orgulloso y por lo tanto no dejaría que ese arconte peliplata le dijera algo más, suficiente tenía con sus problemas, no tenía que disculparse con él, ya que había decidido por sí mismo en dejar ir a su ángel custodio para que fuera feliz.

-Quiero disculparme por lo que cause, y darte las gracias por lo que hiciste.

-¡Deja de habar de esa manera!, no lo hice por ti y lo sabes perfectamente.

-Aun así te lo agradezco.

-Solo hazlo feliz y protégelo.

Sin decir nada más aquel arconte rubio se giró para darle la espalda al peliplata y emprendió su vuelo dejando atrás.

“Más te vale hacerlo feliz calvo, si no lo haces te costara”  

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-Oye pequeña avellana, parece que encontraste a un ángel el cual amar ¿no es así?  

Al parecer el ángel pelinegro era más observado de lo que había imaginado, no le gustaba.

-¿Por qué lo dices? – contesto a su compañero.

-Porque tu pendiente ya no está, me pregunto a quién se lo diste.

-Eso es algo que no puedo contestar.

Sabía que si él decía quién era el ángel dueño de su corazón seria molestado, desde hace mucho que no lo hacían, pero no quería arriesgarse, no quería ser molestado por sus compañeros nuevamente.

Cuando su compañero custodio iba a contradecir el menor le dio la espalda y se concentró en su trabajo, no quería que le molestaran más, si, sabía perfectamente que algunas veces puede ser algo antipático, pero no quería volver a hablar de algo que quería guardarse para él.

“Ahora es mi turno de llamarte”

No lo pensó mucho, adoraba besar ese anillo que tanto quería y adoraba, por eso lo beso unas tres veces seguidas, cada vez que lo hacia sus mejillas no podían evitar teñirse de un rojo carmín.

Se levantó y se dirigió a su lugar de encuentro, cuando llego vio a su arconte sentado pero al verlo dudó en acercarse, tenía el rostro tenso y sus ojos se veían algo molesto, por no decir sin brillo alguno, no podía entender el motivo de su enfado, ni siquiera se percató de que había llegado.

El ángel custodio sin decir nada lentamente se fue acercando a él y se sentó en su regazo abrazándolo, solamente en ese instante se dio cuenta de que estaba acompañado.

-Amor, ¿Cuándo llegaste? – preguntó el arconte sorprendido.

-Hace poco, pero no me notaste, ¿Qué tienes? – acercando su mano acuno la mejilla de aquel arconte.

-Lo que pasa es que… - dudaba en decirle lo que acababa de pasar.

-Puedes decirme si quieres, si no, no te insistiré más. – no lo dijo molesto, al contrario lo dijo con una dulzura que hasta el arconte olvido su enojo.

-Te lo diré…

Una vez dicho esto el pliplata le contó todo a su ángel, pero lo que más le preocupaba es que su similitud era increíble y que por un momento se imaginó lo peor.

-¿Le mandaron con el deidad An? – esa fue su única pregunta asombrado.

-Pues sí.

-Pobrecito, él solo amo a alguien, pero sé que eso lo tenemos prohibido, y sus alas…

-Amor, no llores.

Ese era el problema con los ángeles custodios, que lloraban fácilmente y se encariñaban mucho con los humanos, pero lo que los caracterizaba es que al ver que a alguien los trataban injustamente o tenían infelicidad no podían evitar sentir lastima por esos seres.

-Es que… a pesar que sabía  lo que se estaba arriesgando borraran los recuerdos de aquel humano, borraran el tiempo que pasó con él, y él solo va a observarlo en la eternidad sin hacer nada, eso es el peor castigo que puede recibir.

-No llores amor mío, no me gusta verte llorar de esa manera.

-Lo lamento, es que ellos dos se pertenecían… - se detuvo ante sus palabras – no, no se pertenecían, ese humano ya tiene un alma destinada y nosotros los ángeles no las tenemos, solo fuimos creados para cuidarlos, para sentenciarlos y para entretener al deidad.

Su voz sonaba temblorosa, sus manos temblaban a medida que hablaba y solo esa vez pensó “No quiero ser un ángel”, solo esa vez lo pensó.

-Cariño, no digas eso… - abrazo al pelinegro en señal de protección, no quería que hablara de esa forma.

-Pero es verdad. – correspondiendo su abrazo contestó.

-Yo pienso diferente, no fui creado para juzgar, yo fui creado para conocerte, para estar contigo y para protegerte, para eso fui creado, y en ese caso agradezco al deidad por haberme creado, pero más le agradezco por haberte creado y conocerte. Yo te pertenezco mi pequeño ángel custodio…

Pequeño ángel custodio, no me gusta mucho”

-Yuuri… - dijo en un susurro el pelinegro.

-¿Eh? – no comprendió lo que su ángel custodio dijo.

-¿recuerdas lo que dije antes sobre los nombres de los humanos? – preguntó el menor mirándolo a los ojos.

-Si, lo recuerdo.

-Quiero pertenecerte, pero no me gusta que digas “mi pequeño ángel custodio”, hay muchos ángeles custodios, siempre me ha gustado el nombre Yuuri, así que desde hoy me llamo Yuuri, y por lo tanto te pertenezco completamente.

-Yuuri – repitió el mayor – me gusta mucho, entonces quiero pertenecerte también, hay muchos arcontes, así que dame un nombre.

-¿Qué? – no entendía lo que decía el arconte. - ¿quieres que te de un nombre?

-Sí, dame un nombre ahora mismo, el que quieras.

Por un momento se quedó pensativo pero recordó un nombre precioso que le gustaba.

-Viktor, me gusta Viktor.

-Entonces Viktor será – se sentía encantado con su nombre, se sentía más que completo que antes y lo mejor de todo es que nada más ellos dos lo sabrían, nadie más.

Ahora pueden sentirse más completos que antes, se tenían el uno al otro y ahora se podían diferenciar de todos, por eso era una gran felicidad. 

Notas finales:

Hola bellas personitas, estoy nuevamente con una actualización (aunque un poco tarde), la verdad no me había dado cuenta que no había actualizao aquí, esta es la razón por la cual no los llamaba Yuuri y Viktor, más bien los llamaba arconte, y bueno, después de este capitulo se viene lo bueno, me alegro que la historia haya llegado hasta este punto. 

Gracias por leer. 


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